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EL SISTEMA DE SALUD Y LA

ENFERMERÍA DURANTE LA
PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Integrantes
- Neyva Castro - Burgi Ottermann
- Ayelen Morales - Maria Ruiz Diaz
- Micaela Vizcarra - Maria Sanchez
- Rita Ladereche - Ariana Gaona
- Debora Moscobi - Tamara Chapeton

Profesora: Stella Maris Herrera


Materia: Deontología I

1er año de Enfermería Universitaria


Sede UOM
Avellaneda, Buenos Aires 2018
Introducción
Como sabemos la Primera Guerra Mundial cambió mapas, destruyó imperios y dejó más de nueve
millones de muertos, luego de detonada la guerra e incluso una vez terminada el mundo ya no
volvería a ser mismo.
En tiempos donde no existían aun ni siquiera antibióticos la medicina tuvo que avanzar muy
rápidamente para hacerle frente a la lesiones que las armas de esa época causaban, y el problema
no solo eran las heridas de guerra, si no infecciones y enfermedades que surgieron algunas a raíz
de las mismas heridas y otras por el ambiente en el cual se encontraban.
El concepto de ayuda a los demás está presente desde el inicio de la civilización, dando lugar a
una mezcla de diversas formas de cuidar, que con el transcurso del tiempo, terminarían culminando
en diferentes disciplinas.
Pese a que en su momento se pensó en el trabajo de la enfermera como secundario, con el tiempo
se vio que no era tan secundario como se creía, es más, este fue indispensable en el desarrollo de
la sanidad y en especial en los conflictos bélicos en general.
Las enfermeras, tuvieron que afrontar situaciones nuevas como la guerra submarina, los ataques
aéreos, las laceraciones y herida por metralla, los gases tóxicos y la guerra de trincheras. La
capacidad de observación de la enfermera y sus conocimientos debían combatir el shock, la
hemorragia, las enfermedades contagiosas, las heridas infectadas y la inhalación de gases tóxicos,
que soportaban el gran número de soldados que debían de ser hospitalizados y a los que debían
de atender.

Contexto histórico
La Primera Guerra Mundial, también conocida como la Gran Guerra, fue un conflicto bélico centrado
en Europa que tuvo lugar entre 1914 y 1918. Involucró a las grandes potencias mundiales,
alineadas en dos bandos opuestos: los Aliados de la Triple Entente que incluía a Gran Bretaña,
Francia y Rusia, y la Triple Alianza que agrupaba a Alemania y el Imperio Austrohúngaro. En un
principio Italia formaba parte de este grupo pero luego se declaro neutral. En el transcurso del
conflicto fueron movilizados más de 70 millones de militares, entre ellos 60 millones de europeos,
lo que la convierte en una de las mayores guerras de la Historia. Murieron más de 9 millones de
combatientes, muchos a causa de los avances tecnológicos de la industria armamentística,
haciendo estragos contra una infantería que fue usada de forma masiva y temeraria. El detonante
inmediato de la guerra, fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero
del trono del Imperio austro-húngaro, el 28 de junio de 1914 en Sarajevo, en manos de una
agrupación terrorista serbia. Inmediatamente el gobierno austrohúngaro culpo del incidente a
Serbia y, con el apoyo de Alemania, envió un severo ultimátum al gobierno serbio para que
investigara el atentado. Además de este detonante, las causas subyacentes jugaron un papel
decisivo, esencialmente el imperialismo de las políticas exteriores de grandes potencias europeas.
En julio de 1914, Austria-Hungría declaro la guerra a Serbia, y en respuesta, Rusia movilizo su
ejército en contra del Imperio austrohúngaro. Entonces, Alemania, declaro la guerra a Rusia, para
más tarde hacer lo mismo con Francia. Pese a que los alemanes pensaron que los ingleses
permanecerían neutrales, estos le declararon la guerra cuando el ejército alemán invadió Bélgica
para llegar a Francia. Se abrieron frentes adicionales tras la entrada en la guerra del Imperio
Otomano en 1914, Italia y Bulgaria en 1915 y Rumania en 1916. El Imperio ruso colapsó en 1917
debido a la Revolución de octubre, por lo que se retiro del enfrentamiento. Después de una ofensiva
alemana a lo largo del Frente Occidental en 1918, las fuerzas de los Estados Unidos entraron en
las trincheras y los Aliados de la Triple Entente hicieron retroceder al ejército alemán en una serie
de exitosas ofensivas. Tras la Revolución de noviembre de 1918 en Alemania, que forzaría la
Abdicación del Káiser Guillermo II (fin de la monarquía alemana), el gobierno provisional planteo el
armisticio, que pondría fin al conflicto armado.
Al final de la guerra, cuatro potencias imperiales (los Imperios Alemán, Ruso, Austro-Húngaro y
Otomano) habían sido derrotadas militar y políticamente, por lo que entonces, desaparecieron. Los
dos primeros, perdieron una gran cantidad de territorios, y los otros dos, fueron completamente
disueltos. El mapa de Europa Central fue redibujado con nuevos y pequeños estados. Se creó la
Sociedad de Naciones con la esperanza de prevenir otro conflicto similar. Se firmo el Tratado de
Versalles el 28 de junio de 1919, un acuerdo de paz firmado por los países europeos, donde
Alemania asumía la responsabilidad por el conflicto mundial, comprometiéndose a cumplir una serie
de exigencias políticas, económicas y militares.
En el escenario previo al estallido de la I Guerra Mundial, es importante tener en cuenta, que la
Europa del siglo XIX era un continente en plena trasformación configurado por grandes naciones
que consolidaban sus formas de gobierno creando vastos imperios, de manera que a principios del
siglo XX, tenían bajo su dominio al resto de las civilizaciones no europeas destacando, por sus
grandes posesiones, el Imperio británico. Además se produjo un aumento de la industria fabril con
un gran desarrollo técnico e industrial, que cambió definitivamente el modo de vida de la sociedad
del momento.
Los grandes avances en el campo científico supusieron notables transformaciones que dieron lugar
entre otras, a la aparición de las primeras fábricas farmacéuticas en las que se sintetizaron nuevos
medicamentos como la estovaína (anestésico), el piramidón (antitérmico y analgésico), la
adrenalina en 1904, el veronal (primer sedativo y somnífero) en 1903, la novocaína (primer
anestésico local) en 1905, el salvarsán en 1909 y el luminal (barbitúrico) en 1911. Esto, unido al
progreso en los transportes marítimos y terrestres, los medios de comunicación, los
descubrimientos científicos y el intercambio de información, dieron un empuje sin precedentes al
tratamiento terapéutico. Igualmente, la tecnología militar experimentó un importante desarrollo,
aunque hubo intentos de impedirlo limitando la creación de armas (1ª Conferencia del Tribunal de
la Haya de 1899), pero todos fracasaron. A esta circunstancia, se añadían otros factores como la
ambición de la industria privada armamentística, que buscaba mayores beneficios, ampliar
mercados y la superioridad frente a sus competidores.

Enfermería en la Primera Guerra Mundial


Durante la Primera Guerra Mundial la enfermería fue un trabajo agotador, muchas veces peligroso,
y las voluntarias que lo llevaron a cabo enfrentaron de forma directa el horror de los combates.
Algunas de ellas pagaron un precio muy alto.
Pero su historia está rodeada de mitos y por lo general no se ha reconocido la enorme contribución
que hicieron.
Comenzado el año 1914 los jóvenes, hombres y mujeres, al igual que sus padres esperaban que
la guerra fuera corta. Las mujeres, en esta época, debían aguardar en sus domicilios
pacientemente. Solo un pequeño porcentaje pertenecía a la clase trabajadora, aquellas que se
unían a las fábricas de municiones. "Mantén el fuego ardiendo", se les repetía. "Aunque sus
hombres están lejos, pronto volverán a casa". Pero si los hombres resultaban heridos había muy
pocas enfermeras que se hicieran cargo de cuidarlos.
Por primera vez en una guerra los ataques se producían por tierra, mar y aire. La potencia
armamentística creció exponencialmente. Destacaron las mortíferas ametralladoras cuyo poder
destructor era tal que en minutos podían acabar con un regimiento entero.
Además se produjeron bombas, minas, lanzallamas, morteros, fusiles de repetición y cañones de
todos los calibres, muy avanzados técnicamente.
Una de las características de esta Guerra fueron las trincheras, que ya se habían utilizado en
Crimea y que aquí fueron protagonistas indiscutibles para protegerse y defender las posiciones. En
el mar, los temibles submarinos atacaban sigilosamente barcos de tropas y provisiones, mientras
los aviones, que al principio de la contienda se usaban como instrumentos de reconocimiento de
las posiciones enemigas, fueron ganando protagonismo a medida que la guerra avanzaba. Pero
sin lugar a dudas, lo más novedoso, en la también denominada Gran Guerra, fueron las armas
químicas, que aunque sólo eran mortíferos en un 3%, provocaron lesiones de por vida a muchos
soldados.
El panorama descrito, puede darnos una idea de las terribles situaciones a las que tuvo que
enfrentarse la Enfermería a pesar de que países como Australia, EEUU, Canadá y la mayoría de
las potencias europeas contaban con enfermeras preparadas pues habían seguido el modelo
establecido por Florence Nightingale para la formación de las mismas. Pero sin duda alguna, fue
Gran Bretaña la primera en tomar medidas, y desde 1908, contaba ya con 23 Hospitales
Territoriales controlados por el Ministerio de Guerra, que eran atendidos por 3.000 miembros del
TFN (Territorial Force Nursing). En los inicios de la contienda mundial, cada uno de estos hospitales
tenía cabida para un máximo de 520 camas atendidas por 91 enfermeras y 30 en reserva. Además,
había otros cuerpos de enfermeras profesionales como el QARNNS (Queen Alexandra’s Royal
Navy Nursing Service) y su reserva el QARNNSR, aunque el de mayor relevancia en el conflicto
fue el QARANC (Queen Alexandra’s Royal Army Nursing Corps), que surge de la unión del ANS
(Army Nursing Service) y del INS (Indian Nursing Service). Los requisitos para ser enfermeras
profesionales continuaban siendo los exigidos por Florence Nightingale: ser mayor de 25 años,
soltera y de clase media/alta.
Al comienzo de la guerra muchas mujeres británicas sin formación enfermera, quisieron prestar su
ayuda para el socorro a los soldados heridos pero fueron rechazadas por su propio ejército, que
sólo aceptaba enfermeras militares pertenecientes al QARANC. Por ello fueron derivadas a los
ejércitos belgas y franceses, destacando algunas aristócratas como la Duquesa de Sutherland, más
conocida como “la entrometida Millie” (Meddlesome Millie), cuya determinación y firmeza organizó
el envío de médicos, enfermeras y material a Francia y Bélgica para crear allí hospitales de
campaña que atendiesen a los soldados heridos y enfermos.
Sin embargo, cuando el conflicto muestra su cara más cruel y sangrienta en la primavera de 1915,
el alto mando británico claudica ante estas mujeres y su compromiso para con sus compatriotas
del frente, permitiendo que participen como voluntarias en múltiples tareas, entre ellas las de
enfermería. Este voluntariado fue canalizado a través de una organización determinante en el
devenir de la asistencia sanitaria durante la guerra, el VAD o Destacamento de Ayuda Voluntaria.
Los VADs, organización creada en agosto de 1909 gracias a la Cruz Roja y la Orden de San Juan
con la función de prestar asistencia médica y enfermera durante los conflictos bélicos, desarrollaron
un trabajo determinante. Para ser admitidas como VADs tenían que cumplir una serie de requisitos:
tras la presentación de referencias, certificado médico, y pasar una entrevista, en el caso de ser
aceptadas, se las contrataba, con un mes de prueba, por un período inicial de 6 meses o hasta el
final de la contienda. Al principio sus funciones, no remuneradas, consistían en tareas de aseo,
cocina, limpieza (cambio de ropa de camas, vaciado de bacinillas), conducción de ambulancia, etc.
Pero ante el colapso que se produjo en el devenir de la contienda les fue permitido administrar
medicación, colocar vendajes, y todo tipo de tareas propias del ámbito enfermero profesional.
La relación entre las enfermeras profesionales y las voluntarias del VADs fue complicada ya que
las primeras, que luchaban por el reconocimiento de su profesión, tenían el temor de que personas
sin ninguna cualificación mermaran sus esfuerzos. Algunas de las VADs más destacadas fueron
las escritoras Agatha Christie y Vera Brittain, ésta última fue además una importante feminista,
quién registro sus vivencias en un libro autobiográfico “Testament of Youth”, donde relata su trabajo
como VAD, exponiendo las terribles situaciones a las que se enfrentaban y dejando constancia de
la falta de definición de tareas concretas para las enfermeras voluntarias. El primer día de su
publicación en 1933 vendió 3.000 copias y cuando estalló la II Guerra Mundial había vendió
120.000. Una vez concluida la guerra, Brittain siguió escribiendo y luchando por la paz y los
derechos de las mujeres.
Pero también contamos con los relatos de muchas enfermeras profesionales, que han pasado a la
historia, y dejaron escritas sus vivencias en el transcurso de esta guerra, su testimonio nos ha
permitido conocer las grandes dificultades a las que se enfrentaron. Entre ellas, Edith Appleton,
Florence Aby Blanchfield y Edith Cavell. Esta última, que gozaba del reconocimiento internacional
a su labor de enfermera y matrona, además impartía cursos de especialización, daba conferencias
y dirigía una revista llamada “L’infirmière”. Cuando los alemanes invaden Bélgica no duda en prestar
sus servicios profesionales, pero no contenta con eso, crea una organización clandestina que
ayudaba a los soldados aliados hasta conseguir ponerlos a salvo en Holanda. Ayudó a huir a varios
centenares hasta que fue detenida por los alemanes. A pesar de que muchos países intercedieron
por su vida solicitando que se la aplicase la Convención de Ginebra, que protegía al personal
sanitario, finalmente, fue ejecutada el 12 de octubre de 1915.
Cuando terminó la guerra, la mayoría de las enfermeras dejaron el servicio, pero algunas de las
más aventuradas viajaron hacia otras guerras.
Las que regresaron llegaron a sitios donde quedaban pocos hombres. Fue esa pérdida enorme de
cientos de miles de jóvenes varones en Francia, Bélgica, Reino Unido, además de Rusia y, por
supuesto, Alemania, lo que facilito o ayudo en parte la lucha por la igualdad y la extensión del
sufragio a las mujeres.

Enfermeras destacadas
Edith Cavell (1865 – 1915)
Enfermera británica formada en un hospital de Londres de la mano de Eva Luche,
reputada comadrona.
Trabajaba en Bruselas como enfermera de la Cruz Roja y fue condenada a muerte
en un juicio sumarísimo por un tribunal militar Alemán en la primera guerra mundial
por haber cobijado en su hospital hasta doscientos soldados
belgas, franceses e ingleses (prisioneros evadidos y pilotos
abatidos) y haberles ayudado a huir de Bélgica y
reintegrarse a sus puestos de combate.

Millicent Leveson-Gower Duquesa de Sutherland (1867-1955)


Trabajó como enfermera en la Primera Guerra Mundial , creó uno de los primeros
hospitales de la Cruz Roja en Francia y fue condecorada con la Cruz Roja en Francia
y fue condecorada con la Croix de Guerre : sus experimentos quedaron registrados
en un folleto titulado : Six Weeks at the War .
Sofía Casanova (1861- 1958)
Es una enfermera gallega de la Cruz Roja Española, vivía en Polonia casada con
un diplomático polaco, fue una mujer destacada periodísticamente relatando lo que
ocurría en Europa, cuidaba a los heridos y es condecorada por el Zar Nicolás II con
la Medalla de Santa Ana.

Mary Amelia Sinclair (1863-1946)


Durante la primera guerra mundial se ofreció voluntariamente como enfermera de
caridad “Munro Ambulance Corps”, se ocupaban de los soldados heridos belgas
en el frente occidental de Flandes. Su experiencia se reflejó en su poesía y en su
prosa.

Helen Fairchild (1885-1918)


En 1913 se había graduado como enfermera en el Hospital de Pensilvania y llevaba
cuatro años una profesión que le apasionaba. Cuando EEUU entró en guerra dejó todo
y con 63 enfermeras voluntarias se encaminaron a salvar vidas a los hospitales de
campaña en Europa.
Falleció en enero de 1918 en el campo de batalla, estuvo expuesta al gas mostaza y
al cloroformo de la anestesia.
Su sobrina recopilo sus cartas dese el frente publicando: “Nurse Helen Fairchild WWI”

Agatha Christie (1890-1976)


Colaboro como enfermera británica voluntaria en la primera guerra mundial como
Voluntary Aid Detachment (VAD), donde atendió a los soldados heridos en el
Hospital de Torquay.
Definió a la profesión “Enfermera” como “uno de los trabajos más gratificantes que
cualquiera pueda tener”. Dedico 3400 horas de trabajo hasta 1918.
Aquí, es donde aprendió el conocimiento de cómo funcionaban las drogas y
venenos, muy valioso para su carrera posterior en la escritura.
Esta experiencia como enfermera, le ayudó a escribir sobre los misterios de la
enfermería y sus famosas novelas de aventuras y de ficción.

Vera Mary Brittain (1893-1970)


La escritora británica Vera Mary Brittain, feminista y pacifista, reflejó en su obra
Testament of Youth (Testamento de juventud 1933), su trabajo como enfermera
voluntaria en la primera Guerra Mundial, mostrando sus devastadoras experiencias,
ante las terribles condiciones que sufrían los soldados en el frente, y los hospitales de
campaña. Además esta obra, es un testimonio del dolor de su generación y de la lucha
por la paz y la igualdad de sexos, ya que Vera Mary Brittain fue una luchadora a favor
de los derechos de la mujer en una época de cambios trascendentales para la
humanidad.
Marie e Irene Curie (1867-1934/ 1897-1956)
Marie convenció al Gobierno Francés y creo el primer centro de radiología
militar de Francia.
Se convierte en la directora del servicio de radiología de la Cruz Roja
Francesa, además trabajó con su hija como enfermeras atendiendo a los
heridos.
Durante los cuatro años de guerra, al precio de esfuerzos inauditos, logrará
poner en servicio veinte pequeños coches con un equipo Curie; se llaman
“pequeños Curie” y llevan entre otras cosas doscientas sales radiológicas,
que han sido preparadas personalmente por ciento cincuenta enfermeras
técnicas en radiología.

Salud y enfermedad
La guerra trajo como consecuencia problemas médicos que no eran conocidos en la vida civil y que
los médicos y enfermeras no habían experimentado antes. Estos sujetos se enfrentarían a grandes
desafíos en los campos de la cirugía y el tratamiento de las enfermedades. En este contexto fue
definitivo el avance de la higiene, la anestesia, los logros de la cirugía antiséptica y aséptica, los
rayos X y la bacteriología. Estos elementos constituyeron pilares fundamentales en el ámbito de
la salud que hizo frente a la mortandad de la guerra.
La problemática más común fue la infección de las heridas, que fue la mayor causa de mortandad,
cuando los hombres acribillados quedaban expuestos a múltiples bacterias, con trozos de uniforme
y barro contaminado que se propagaban hacia su abdomen y sus órganos internos.
En Reino Unido se hicieron muchos esfuerzos para tratar las heridas infectadas pero miles murieron
a causa del tétanos o gangrena antes de que fuera descubierto un antídoto efectivo.
En el frente ruso, para tratar las heridas se utilizaron con mayor frecuencia medidas más radicales.
Se cubría las heridas con yodo o sal, se vendaba con firmeza el cuerpo y la víctima era transportada
muchos kilómetros hacia los hospitales de guerra. Hacia el fin de la guerra comenzaron a surgir
algunas soluciones radicales. Una de ellas fue la transfusión sanguínea, que se llevo a cabo
conectando una sonda entre el paciente y el donante, una transferencia directa.
La incorporación, por parte de los médicos franceses, ingleses y alemanes, de medidas preventivas
de higiene como el uso de agua limpia, disposición de instalaciones para el aseo del cuerpo,
despiojo en espulgaderos públicos y vacunación frente a la viruela y al tétanos, la diferenciación de
las heridas, la fijación con placas, clavos y círculos metálicos en el caso de fracturas, la limpieza de
las heridas, los colgajos y el uso de tracción, disminuyeron las amputaciones y la mortalidad.
No obstante, la sífilis y el “pie de trinchera”, una afección que producía necrosis de los miembros
inferiores debido a la constante presencia de agua en las trincheras, continuaban aportando bajas
considerables.
En el campo de la antisepsia, Fleming estudio la resistencia frente a la infección en los heridos de
combate y llego a la conclusión de que los fuertes antisépticos químicos que se utilizaban para
limpiar las heridas en el campo de batalla lo que hacían en realidad era dañar las defensas naturales
del cuerpo.
Durante la Primera Guerra Mundial, se administro a los soldados una solución salina con el fin de
corregir las pérdidas y restaurar el equilibrio de fluidos pero fue insuficiente, la solución recorría el
cuerpo sin elevar el volumen de sangre. Para 1914 Luis Agote dio a conocer el método de
transfusión de sangre citratada (con ácido nítrico). Luego, la creación de bancos de sangre y plasma
esencial para la cirugía de urgencias, obtuvieron de la guerra un impulso significativo y permitieron
enfrentar con mayor eficacia el shock hipovolémico.
La gripe española (también conocida como la Gran pandemia de gripe de 1918) fue una pandemia
de gripe de inusitada gravedad, causado por un brote de Influenza virus A del subtipo H1N1. Se
cree que su origen fue en 1917 y expandida por las movilizaciones militares.
Fue una de las pandemias más letales en la historia de la humanidad, que mató entre 100 y 200
millones de personas en todo el mundo entre 1918 y 1920, azoto rápidamente y fue indiscriminada.
En solo un año la expectativa de vida en EEUU se redujo a 12 años.
La medicina desconocía la causa de la enfermedad y su forma de contagio, las medidas de salud
pública que tomaron fueron, la cuarentena en los puertos, cerraron los cines, las iglesias e otros
sitios de concentración y las autoridades ordenaron la población a usar mascarillas.
Como consecuencia de la Guerra la seguridad global se volvió la principal preocupación. En la
Confederación de la Paz de París de 1919 los aliados volvieron a trazar fronteras, divisiones de
imperios y establecieron la primera organización mundial la Liga de las Naciones.
La Liga fue establecida para preservar la paz pero también coopero en la prevención y control de
la enfermedades, tras aprender las lecciones de la gripe española e otras enfermedades globales
estableció un sistema de salud global trabajando en la prevención (estableció alertas para reunir
información sobre enfermedades infecciosas como el cólera, fiebre amarilla y viruela) y fue pionera
de la educación sanitaria.
Cuando la Liga comenzó a trabajar, había finalizado la gripe española, pero en el este de Europa
se encontraba la enfermedad de tifus. Para 1921 la Liga logro casi contener la propagación con
exterminio de piojos, baños e imposición de cuarentena.
Otro problema no menor fue el uso de gas venenoso este en la Primera Guerra Mundial fue una
importante innovación militar. Los gases utilizados iban desde el gas lacrimógeno a agentes
incapacitantes como el gas mostaza y agentes letales como el fosgeno. Esta guerra química fue
uno de los principales elementos de la primera guerra y también de la primera guerra total del siglo
XX.
La capacidad letal del gas era limitada, solo el 3% de las muertes en combate fueron debidas al
gas, pero la proporción de bajas no letales fue alta, llegando el gas a ser uno de los factores más
temidos entre los soldados. Al contrario que la mayoría de las armas de esa época. Este constate
tiroteo y los gases provoca una nueva enfermedad el trauma de guerra o neurosis de guerra, este
es un término acuñado en la Primera Guerra Mundial utilizado para describir el trastorno por estrés
postraumático que afectó a muchos soldados durante la guerra, antes de que se descubriera dicha
patología. Se trata de una reacción ante la intensidad de los bombardeos y la lucha que produce
una impotencia que se traduce en pánico, estar asustado, sentir deseos de huir o en una falta de
capacidad para razonar, dormir, caminar o hablar.
Durante la guerra, el concepto de neurosis de guerra no estuvo bien definido. Ciertos casos fueron
interpretados como heridas físicas o psicológicas o simplemente como falta de coraje. El
Departamento de Asuntos de los Veteranos de los Estados Unidos aún emplea el término para
describir algunas instancias del trastorno por estrés postraumático, pero en general forma parte de
la imaginación y la memoria popular; frecuentemente se lo considera la herida característica de la
guerra.

Avances de la medicina durante la gran guerra


A lo largo de los siglos, los soldados han perdido la vida al ser atacados por flechas y cañones
hasta artefactos explosivos improvisados (IED por sus siglas en inglés), conocidos también como
las "bombas camineras", que se usan frecuentemente en las guerras asimétricas.
Las nuevas armas traen nuevas lesiones, que obligan a la medicina a adaptarse y encontrar la
manera de tratar heridas poco comunes.
Sin embargo, hoy en día muchos casos, incluso con la pérdida de extremidades y hemorragias
catastróficas no resultan necesariamente en la muerte.
Los avances en la medicina militar están haciendo que los campos de batalla sean menos mortales
de lo que solían ser.
Durante la gran guerra se llevaron a cabo avances para que la mortalidad fuera menor y esto ayudo
también a futuras guerras.
Ademas del anterior avance durante un conflicto bélico que fueron las mejoras en la higiene de la
mano de Florence Nightingale.
1914: El tratamiento en el campo de batalla
En la Primera Guerra Mundial fueron
desplegadas potentes armas mecánicas y la
medicina tuvo que avanzar rápidamente para
hacerle frente a las lesiones que causaban.
Una de las primeras mejoras se dio debido a
las lesiones causadas por los bombardeos de
artillería.
Los poderosos proyectiles rasgaban la carne
dejando huecos, dispersaban fragmentos de
metal por el cuerpo y sus ondas de energía
dañaban los tejidos blandos.
Como el tratamiento rápido podía prevenir
muertes por pérdida de sangre, el papel del
camillero cambió.
Anteriormente, sólo trasladaban a los heridos
del campo de batalla. Pero en la Gran Guerra
se les dio capacitación para remendar las heridas y detener la pérdida de sangre, antes de llevar al
paciente a un lugar seguro.

1914: Acercando el hospital


Para proporcionar una atención más rápida,
hospitales de campaña bien equipados se
acercaron a la acción y unidades móviles llevaron
las máquinas de rayos X adonde se necesitaban.
Los fragmentos diminutos de las metralletas podían
causar infección y la muerte, y a menudo era difícil
encontrarlos en los cuerpos de los soldados.
Para facilitar la detección, la científica Marie Curie
ideó la unidad móvil de rayos X, que podía
transportar equipos valiosos a los hospitales más
cercanos al frente.
Los rayos X previamente eran poco fiables pero
habían mejorado en 1913, a tiempo para la guerra.
Eventualmente 200 unidades móviles, conocidas
como ''Petite Curie" (pequeña Curie), estaban en
uso, permitiendo la detección y eliminación de
esquirlas que de otro modo habrían sido invisibles
y potencialmente mortales.

1917: La férula de Thomas


A principios de la Primera Guerra Mundial, una
lesión en el muslo muy probablemente
resultaba en la muerte del paciente, pero la
introducción de la férula de Thomas mejoró las
tasas de supervivencia.
Previamente, las heridas del muslo o
sangraban profusamente o un fragmento de
hueso roto se movía internamente,
desgarrando los grandes vasos sanguíneos y
provocando una hemorragia interna.
La férula de Thomas fijaba anillos de metal a
la ingle y el tobillo con una barra que los
conectaba.
Unas correas de cuero envueltas alrededor de la pierna y la varilla, la mantenían recta y evitaban
el movimiento perjudicial.
A la férula se le atribuye haber salvado miles de vidas de soldados.

1917: Los avances de sangre


Como la Primera Guerra Mundial se prolongó, las
mejoras en la transfusión de sangre y
almacenamiento ayudaron a salvar muchas vidas.
Antes de la guerra, los intentos de transfusión se
vieron obstaculizadas por la coagulación de la
sangre, lo que la hacían inadecuada para el uso.
Las transfusiones se realizaban directamente de
persona a persona.
Sin embargo, con el descubrimiento de que el citrato
de sodio evitaba que la sangre se coagulara, hacer
transfusiones se tornó en una posibilidad.
Mientras tanto, el médico militar Capitán Oswald
Robertson se dio cuenta que si se aseguraba de
tener buenas reservas de sangre antes de las
batallas, los heridos recibirían un tratamiento más
rápido y eficiente.
El doctor que salvó miles de vidas en la Segunda Guerra Mundial y se negó a aceptar que en
EE.UU. hasta la sangre de los negros fuera segregada.

El legado de la gran guerra en técnicas y tratamientos


médicos
Es mucho lo que los tratamientos modernos le deben a la Primera Guerra Mundial, incluso hoy en
día, las técnicas que se empezaron a usar un siglo atrás, permanecen vigentes:

 Tratamiento de choque en heridas:


La sangre se utiliza de forma rutinaria en hospitales de todo el mundo, con bancos a los que se
puede recurrir cuando sea necesario. En el ejército, los equipos de respuesta de emergencia
médica pueden suministrarle sangre a los heridos en el terreno, lo que ayuda a prevenir las muertes
por choque.
Los avances en tratamientos de choque de heridas durante la Gran Guerra desde la utilización de
solución salina, pasando por la donación directa de sangre, hasta llegar al desarrollo de técnicas
para almacenarla han ayudado a dar forma a la práctica moderna.

 Tratamiento antiséptico de heridas:


Actualmente, en cuestión de horas un soldado herido se puede trasladar al hospital.
Actualmente, son raras las veces que se ven heridas con infecciones serias, gracias al
descubrimiento de antibióticos en 1928 y su implementación por todo el mundo en los años 40.
Sin embargo, mucho de lo que sabemos sobre el tratamiento de heridas se lo debemos a la
experimentación con antisépticos durante esa primera guerra del mundo.
La técnica que desarrolló el médico, investigador y científico francés Alexis Carrel, el cual suministra
hipoclorito de sodio directamente al tejido dañado, llegó a verse como la mejor práctica.
Una versión británica de esa sustancia se continuó usando para tratar heridas hasta finales del siglo
XX.
 Contención de infecciones:
La limpieza y la higiene son armas claves para prevenir la propagación de infecciones. Los soldados
que vivían en paupérrimas condiciones en las trincheras de la Primera Guerra Mundial estuvieron
expuestos a una variedad de infecciones, incluyendo fiebre tifoidea, que se transmite por los piojos.
El tratamiento de la llamada fiebre de trinchera amplió nuestro conocimiento sobre cómo detener la
propagación de estas enfermedades, con prácticas más higiénicas adoptadas en hospitales de
combate.

 Trastorno de estrés postraumático:


El ejército moderno tiene un conocimiento más detallado del trauma psicológico, o trastorno de
estrés postraumático.
Hoy en día los pacientes se benefician de una amplia gama de terapias, incluyendo las cognitivo-
conductuales.
Durante la Primera Guerra Mundial, algunos pensaban que ese trastorno era una condición física
causada por la percusión de las explosiones de proyectiles en el tejido del cerebro.
Otros lo vieron como una forma grave de estrés psicológico.
Estas controversias alimentaron el movimiento psicoanalítico a principios del siglo XX, que puede
considerarse como el predecesor de la terapia cognitiva conductual.

Consideración social
Una vez terminada la Guerra, la mujer siguió ocupando una parte importante de esos espacios y
se acentuó la lucha por la igualdad de los derechos sociales, el derecho al voto femenino y el
desempeño de tareas de responsabilidad. Las enfermeras ganaron en reconocimiento social e
iniciaron un largo camino de lucha que les fue permitiendo ocupar un espacio cada vez mayor entre
las profesiones sanitarias; una lucha que sigue en la actualidad.
La Gran guerra significo para las mujeres el mayor salto y avance de todos los siglos. Cuando
comenzó el conflicto, no eran más que madres, novias, amantes, esposas e hijas. Cuando termino,
habían demostrado que podían ser mucho más en comparación de cómo se las consideraba, que
podían asumir tareas, las cuales hasta entonces solo podían ser ejecutadas por los varones, según
la creencia popular.

Conclusión
Podemos concluir que el papel de la mujer en esta época se volvió más que solo el ser esposa y
madre, uno de los mayores contactos que tuvo la mujer con la guerra fue el ser enfermera.
El papel de la enfermera en la salud en este conflicto bélico y en otros fue de vital importancia,
gracias a numerosas mujeres que llevaron a cabo la profesión de la enfermería con afán y pasión,
reduciendo en la medida de lo posible, la mortandad entre la población afectada por las aterradoras
consecuencias de la guerra y desarrollando como podían su trabajo en los frentes de batalla y en
la retaguardia, soportando unas durísimas condiciones de vida, se tomó a la mujer y a la enfermera
como más que un papel secundario y esto dio pie incluso para otorgarle mayor importancia en la
vida diaria una vez terminada la guerra y por supuesto a la enfermería como profesión.
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