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Cabe aclarar que los ejes no hacen referencia a contenidos fijos e inalterables, por el
contrario, son maneras de abordar ciertos problemas que se encuentran aún en
discusión, tanto al nivel de las disciplinas, como a nivel de los lenguajes de
conocimiento de los profesores que integran el área, además de las reflexiones y
preguntas que van surgiendo en el proceso de la impartición de los semestres.
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Por lo tanto, los ejes reflejan inquietudes sobre los orígenes, creencias, prácticas,
valores, saberes, representaciones, contextos, límites y posibilidades de lo humano, la
naturaleza y la cultura. Dichas inquietudes se pueden formular en preguntas como:
¿Qué es aquello que nos hace humanos? ¿Cómo se relaciona lo humano-cultural con la
naturaleza y su entorno? ¿Hay una o múltiples formas de abordar estas relaciones?
Dichas preguntas se han pensado o conceptualizado de diferentes maneras y desde
diferentes ámbitos sociales y culturales. Por ejemplo, la interrogante: ¿Qué es lo que
nos hace humanos? No tiene una respuesta única, ¡de ninguna manera!, sino que en
diferentes momentos, contextos situaciones y desde diferentes actores y áreas del
conocimiento se ha planteado dicha cuestión. Incluso, se han hecho fuertes intentos por
responderla, pero quizás nunca podamos redondearlo en todos sus aspectos, nos
enfrentamos siempre a una tarea de aproximaciones sucesivas, puesto que la cultura, el
mundo y nuestro modo de pensarnos y situarnos en él, se encuentran en continua
transformación.
1. Condición humana1
1
El presente documento fue escrito en su versión original por Ricardo Laviada Cáceres (Enero 2010). Se incluyen
planteamientos de textos escritos por Francisco Cañon Taladriz, David Sámano Chávez. Modificado por Gabriela
Aguilar Dávila, Oswalth Basurto Bravo y Pedro Rodríguez Ruíz (Enero 2011).
2
Ronald Barnett, en su libro Claves para entender la universidad. En una era de supercomplejidad, Barcelona,
Pomares, 2002, argumenta en contra de la idea de que la función de la universidad consiste en ofrecerles certidumbre
a los estudiantes respecto al mundo.
3
Cfr. John Dewey, La busca de la certeza: un estudio de la relación entre el conocimiento y la acción. Fondo de
Cultura Económica, México, 1952 [1929].
2
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Implicaciones conceptuales
No existe una vía única y privilegiada para aproximarnos a lo humano; lo que
implica también, cuestionar una perspectiva del conocimiento jerárquica. Se hace
énfasis en el estudio de las diversas manifestaciones de lo humano.
Nos ubicamos desde un enfoque que contempla la condición histórica,
sociocultural, ambiental y simbólica de lo humano.
Se reconoce lo abierto, la incompletud y el inacabamiento de lo humano.
Se tiene conciencia acerca de la necesidad de exploración de los contextos,
circunstancias, factores, límites y espacios de posibilidad que configuran a la
condición humana en diferentes momentos.
Privilegiamos enfoques que estudien a los seres humanos incorporando el
conocimiento de su interrelación con el medio ambiente.
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Si existe algo que podamos concebir como una constante en la condición
humana es su capacidad de cambio. Lo propio de lo humano es su posibilidad
para crear y construirse.
El lenguaje nos permite establecer vínculos, representar y referirnos a ciertas
realidades, pensar y comunicar en un momento determinado, y a partir de él, se
decantan las experiencias de las generaciones. Es la autoimagen que tenemos
de lo humano y depende de las posibilidades de reflexión presentes en cada
etapa de la historia.
Históricamente, las dificultades para concientizar el horizonte desde el cual se
conceptualiza lo humano derivaron en concepciones excluyentes, arbitrarias y
coloniales. El etnocentrismo, el eurocentrismo y otras cegueras han tenido
consecuencias fatales en la existencia de muchas generaciones y en todos los
rincones del planeta. En algunos casos, los discursos racistas y excluyentes han
pretendido fundamentarse en argumentos científicos.
La descripción ilustrada sobre lo humano privilegia unas facultades e ignora o
desestima otras. Como consecuencia tenemos un sujeto escindido, una
concepción dicotómica respecto de las realidades humanas y una tendencia a no
reconocer las diferencias.
En la Modernidad el conocimiento científico se erigió como el relato dominante
respecto a lo humano. Los excesos de la perspectiva positivista y la tradición
racionalista crearon una imagen limitada de lo humano.
La pretensión de establecer las leyes de la historia 4, de la sociedad o el
comportamiento humano, no son conscientes de la complejidad de los procesos
sociales e históricos ni de los límites del conocimiento sobre lo humano.
Las posibilidades de ampliar y profundizar en la comprensión de la condición
humana y por lo mismo, de las virtudes y límites de los marcos de interpretación
que se ponen en juego están mediadas a partir de los esfuerzos que se hagan
por acercarnos al conocimiento y reconocimiento del otro, de lo diferente de lo
que suponemos lejano y se revela próximo. Reconocer la voz de los otros, de
aquellos que han sido invisibilizados o negados es condición para un
conocimiento que no se considere absoluto y que incorpore en su quehacer la
dimensión ética.5
Hemos apostado por una perspectiva ambiental respecto a los procesos
humanos. Reconocemos que los ámbitos natural y social implican un mismo
proceso. Partimos del reconocimiento de una crisis de ciertas metanarrativas
sobre el desarrollo del conocimiento, recuperando la crítica del paradigma
ambiental y su reclamo de un replanteamiento de las certezas epistemológicas de
la Modernidad. La exploración de la perspectiva ambiental va más allá de una
opción epistemológica, es parte de una preocupación por lo que algunos han
llamado una crisis de la civilización. Las características de la aproximación que
representaría el eje de la condición humana implica que hay una preocupación
por presentar a los estudiantes herramientas intelectuales que los acerquen a las
posibilidades de participación en los procesos en los que nos encontramos
inmersos. Se trata entonces, tanto de ubicación en la actualidad (incorporando la
4
Uno de los principales críticos de la idea de que la labor de las ciencias sociales es formular leyes de la historia es el
filósofo, sociólogo y psicoanalista Cornelius Castoriadis, véase entre otros su obra principal La institución
imaginaria de la sociedad. Tusquets, Buenos Aires, 2007 [1975].
5
Sólo como uno entre muchos posibles referentes, véase Boaventura de Sousa Santos, “Hacia una sociología de las
ausencias y una sociología de las emergencias” en: El milenio huérfano. Ensayos para una nueva cultura política.
Trotta/ILSA, Madrid, 2005, pp. 151-192.
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2. Relación naturaleza-cultura.6
Por lo tanto, la apuesta del área, es la de ubicar una tensión dialéctica entre naturaleza y
cultura, que puede y se ha manifestado de manera armónica, fragmentada, holista, entre
otros. En consecuencia, las actividades propias del ser humano y de manera especial los
procesos productivos, que involucran a la naturaleza y a la cultura, deben considerarse
desde una perspectiva de integración dialéctica recíproca entre lo natural y lo cultural. El
ser humano es parte de la naturaleza y depende de ella para la consecución de sus
modos de vida y por ello, inexorablemente entra en la compleja red que interconecta la
totalidad de los elementos del universo.
Para poder logar lo anterior, es necesario que los estudiosos de las ciencias naturales y
las ciencias sociales, establezcamos un trabajo interdisciplinario. La biología es tan
valiosa para entender al ser humano como la antropología, la paleontología, la
sociología, la filosofía, la psicología, entre otras.
6
Texto elaborado por Fernando Pacheco Muñoz y Emiliano Urteaga Urías (2008). Modificado por las profesoras
María Luisa Castro Estrada, Beatriz Castro Estrada y Gabriela Aguilar Dávila (Enero 2011).
7
Como ejemplo de esto, Emiliano Urteaga y Francisco Pacheco señalan: “No es difícil encontrar que al respecto de la
trasformación de las especies, los estudiantes creen en la necesidad y casi en la inevitabilidad del origen de los seres
humanos. Utilizando lenguaje teleológico, afirman que las personas caminan en dos pies por necesidad, que a los
homínidos les creció el cerebro por comer carne o que los mamut les salió pelo porque hacía mucho frío”. Documento
de trabajo de CC-H, 2008.
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Implicaciones conceptuales.
Desde esta perspectiva se puede llegar a afirmar que el dominio del hombre sobre la
mujer o el de unas razas sobre otras, es resultado de la selección natural. En esta
postura se pierde cualquier noción de libertad, ya que los seres humanos son sólo una
compleja máquina biológica. Las personas están preprogramadas por sus genes y las
decisiones, no son más que flujos químicos en el cerebro. No hay posibilidad de elegir y
por lo tanto, tampoco de juzgar a alguien por sus actos. Esta perspectiva dificulta la
posibilidad de constituir vínculos equitativos y responsables.
Los postulados del otro extremo pueden también llegar a negar lo biológico del ser
humano y su proceso de desarrollo. Construyen una idea de ser humano excluyendo a la
naturaleza. Afirman que este, es sólo un humano cuando tiene el don de la cultura, sin
entender que es sumamente complejo marcar definitivamente una frontera clara, entre
naturaleza y cultura.
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En las últimas décadas los científicos sociales, desde distintas áreas del pensamiento,
defienden el desarrollo de una nueva ciencia que tenga en cuenta a la naturaleza y a la
cultura desde una percepción compleja. Tal ciencia, necesariamente interdisciplinaria:
científica-humanística, se plantea como indispensable para quien debe decidir y prever
en el futuro inmediato. Se trata, en otros términos de establecer las bases de una política
ética y social que permita desde el mantenimiento de un medio ambiente de calidad; así
como de evitar los efectos indeseables del poder humano sobre el medio terrestre y de
prever las consecuencias de tales acciones.
Esta separación entre naturaleza y cultura constituye la base de las ideas del hombre
moderno, que surge en el Renacimiento, construyendo una idea de naturaleza
desencantada, que no tiene más valor que el de ser objeto de conocimiento y
producción. El pensamiento moderno se caracteriza por la rotunda separación de todas
las esferas de la cultura. Lo que podemos observar es la preponderancia de la razón
económica, es decir, la maximización de ganancias y reducción de costos, el predominio
de la razón técnica, donde se da la reducción de lo bueno, lo bello y lo justo a lo
verdadero, por la relación lineal entre el progreso del saber y el bienestar social, por la
razón instrumental donde los fines son reducidos a medios. Esta visión del mundo
supuso que comprender la naturaleza implicaba también su dominio y su destrucción.
Estas ideas han tenido consecuencias sobre el mundo que no sólo se quedan en la
naturaleza, sino que impactan el mundo cultural del hombre.
Las causas de la crisis social, política y ambiental no son distintas, sino que son
resultado de un mismo proceso de construcción cultural. La problemática del ambiente y
del desarrollo contemporáneo es causa de una determinada manera de pensar la
naturaleza, la cultura y la sociedad. La problemática ambiental no es explicable si no
conocemos la segunda ley de la termodinámica, el ciclo del carbono, el flujo de energía
en los ecosistemas y la química atmosférica. Ésta crisis no es sólo un resultado del
agotamiento de los recursos naturales, la destrucción de los ecosistemas, la
desarticulación de los ciclos naturales y las cadenas tróficas, sino que fundamentalmente
pone en entredicho, nuestra organización social, económica y política. También cuestiona
la racionalidad misma del mundo moderno, aquélla que ha convertido a las ideas de
progreso, desarrollo, tecnociencia y economía de mercado, en los únicos paradigmas
legítimos de civilización.
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La relación entendida como una tensión – dialéctica que nos permita entender que la historia del ser humano: sus
valores, ideas, visiones de mundo, religiones, pensamientos, artificios, conocimientos, proyecciones, prospectivas,
entre otros; está determinada por el contexto tiempo/espacio que se ubica: geografías, climas, sensaciones,
percepciones, circunstancias, necesidades, etc. Esta relación-tensión naturaleza-cultura se concibe como una categoría
indivisible para ser utilizada como enfoque en el análisis de los procesos por los que ha pasado la especie humana
para generar su historia, cosmovisiones, planteamientos teóricos, valores, conceptos y formas de vida: bio-psico-
social.
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Texto elaborado por María Luisa Castro Estrada, Maribel Rosas Marín y Leticia Muñoz Langarica
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Así entonces para analizar y acercarse a la comprensión del sujeto que conoce, habrá
que dimensionarlo y caracterizar estas dimensiones, luego entenderlas en su interacción
constante en el marco de la cultura. No es una tarea fácil, mucho menos cuando se
habla de que esta comprensión sea asimilada y reflexionada por individuos en
formación, sin embargo en los párrafos siguientes se presentan algunas ideas
aterrizadas al respecto.
La noción de sujeto se percibe como un individuo activo en la producción-asimilación-
análisis del conocimiento, que se enmarca en los principios epistemológicos y en el
sentido del análisis, el diálogo de saberes y el reconocimiento de verdades y realidades
diversas (incluso antagónicas). Cereijido (1994), manifiesta que el conocimiento no
puede ser guardado fuera del ser humano; para ser conocimiento se requiere de alguien
que conozca, y la relación del ser humano con el conocimiento tiene que ser dinámica,
viva y productora; por lo tanto existe en cada individuo una capacidad de conocer.
Empero, esta capacidad, tampoco responde completamente a una idea reduccionista
que conduce a las funciones cerebrales, porque muchas de éstas no tienen un espacio
físico en el cual se les pueda estudiar y evaluar, solo pueden verificarse en términos de
conducta y de acción, de hacer, de llevar a cabo, de crear; “llegar al árbol del
conocimiento mediante el rezo, o la filosofía o la investigación científica”. (Cereijido,
1994); las características que toman estas manifestaciones se enmarcan necesaria e
irremediablemente en la cultura.
No puede entonces dejar de analizarse el proceso por el cual los seres humanos fueron
adquiriendo una cantidad cada vez mayor de información sobre su medio ambiente, y
ésta fue acumulándose a lo largo del tiempo histórico, y utilizándose en formas cada vez
más variadas (Nagel,1989); es así que no se puede asumir que el conocimiento se
generó con el surgimiento de la ciencia y sus métodos. Los humanos que nos
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Cada una de estas dimensiones refleja el conocimiento del entorno natural, que a su vez
se expresa en la relación que establece el ser humano con la naturaleza a partir de tipos
de pensamiento,11 antagónicos pero complementarios, por ejemplo los pensamientos
mítico y racional, que son las dos caras de una misma moneda, dentro de los procesos
de aprendizaje y conocimiento del ser humano.
Dentro de las dimensiones que se revisan a lo largo de los semestres están:
Mito.
Se aborda como la explicación primigenia del mundo y de la vida, los mitos radican en la
tradición y en la memoria colectiva, y permiten la ubicación del individuo en el tiempo y
el espacio ya que funciona como elemento contextual de referencia para las acciones
humanas en el devenir histórico.
La importancia del mito reside como la primera forma de conocimiento de la realidad, ya
que partió de un largo periodo de observación de los elementos naturales que
conformaban los distintos ecosistemas, se elaboraron los primeros símbolos y mitos,
que junto con la elaboración de analogías, se crearon las primeras abstracciones
capaces de facilitar una interpretación del micro y del macrocosmos, una base que
posibilitó emprender las primeras clasificaciones del universo percibido por los sentidos,
ordenando sus elementos y fenómenos dentro de un conjunto de categorías coherente,
y, en consecuencia, alejaron a nuestra especie del negro pozo de la incertidumbre,
creando orden y certeza allí donde no parecía haber más que caos (Rodríguez, 1999).
Magia.
Como la actividad social que va dirigida no tanto hacia la naturaleza como hacia la
relación del hombre con la naturaleza y a las actividades humanas que en ella causan
efecto. Actividad que le permite al ser humano salvar los abismos peligrosos que se
abren en alguna situación crítica y que le permite llevar a efecto sus tareas importantes
en confianza, para que mantenga su presencia de ánimo y su integridad mental en
momentos de caos, desesperación y angustia.
Religión
Las religiones desempeñan un papel central en la vida social ya que influyen en la
percepción del entorno, y en cómo reaccionamos ante él. Si bien la religión puede ser
considerada origen de los más grandes conflictos en la historia de la humanidad, la
religión nace del deseo, de la carencia, de la esperanza; se crea para darle a la vida
humana un fundamento y significado más allá de la realidad material.
Arte
Como la expresión que involucra técnica y fantasía, su nacimiento se vincula con
condiciones de gran tensión, nació como una respuesta psicológica elemental –pero
muy adecuada y eficaz- ante la presión angustiosa de un medio natural, misterioso y
aleatorio, que el ser humano necesitaba poder interpretar y controlar para obviar la
incertidumbre que le provocaba (Rodríguez, 130). El arte –sobre todo el arte rupestre-
involucra procesos cognitivos que se derivan en la creación de útiles/imágenes con
significados simbólicos como medio de comunicación
Ciencia
Como una forma de conocimiento racional de las cosas y/o fenómenos por sus causas.
Es una actividad de seres humanos que actúan e interactúan, y por tanto una actividad
11
Nos referimos a los distintos tipos de pensamiento como el mágico-religioso, estético-artístico, racional, etc.
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social. Su conocimiento, sus afirmaciones, sus técnicas han sido creados por seres
humanos y desarrollados, alimentados y compartidos entre grupos de seres humanos.
Por tanto el conocimiento científico es esencialmente conocimiento social. Como una
actividad social, la ciencia es claramente un producto de una historia y de un proceso
que ocurre en el tiempo y en el espacio y que involucra actores humanos. 12 Si bien la
ciencia es esclava de sus propios métodos y técnicas, mientras que estos tienen éxito,
también es libre de multiplicar y modificar en todo momento sus reglas.
Aunque la ciencia sea la forma de conocimiento hegemónica en el mundo occidental, no
significa que sea la única, o que las demás no tengan importancia, o que no existan en
las sociedades. Como lo dijimos anteriormente, estas dimensiones conviven y se
confrontan en el individuo, en los grupos, en las sociedades.
Estas dimensiones del conocimiento son resultado y a la vez han sido el medio que ha
permitido al ser humano comprender y explicar la naturaleza, fenómenos como la vida y
la muerte, su propio origen y la relación con el cosmos, lo cual ha dado significado y
sentido a la existencia de la especie humana.
De esta manera dichas dimensiones están conjugadas en la práctica social y se
expresan de diversas formas en el quehacer humano, pero a la vez son parte de la
singularidad de la especie, es decir las dimensiones del conocimiento no se encuentran
separadas, sino unidas en los individuos, en las sociedades y en la cultura.
12
E. Mndelsohn citado por Olivé León. La explicación social del conocimiento. Universidad Nacional Autónoma de
México. 1994. P.21
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