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Lacan plantea que lo que sea articula en el sueño de la Bella carnicera es la dialéctica entre el deseo y la
demanda.
Muchas histéricas creen que lo que piden es lo que desean y cuando se los dan, descubren que no era eso.
Deseo insatisfecho desde lacan
Acerca del deseo histérico Lacan explicita en “La dirección de la cura” y en el Seminario 5 : el histérico es un
sujeto especialmente sensible a la palabra del Otro, es muy sugestionable, y aparentemente, fácil de seducir.
Como la histérica sabe que puede ser capturada por el deseo del Otro, trata de inventarse siempre un deseo
insatisfecho, que la deje un poco al reparo de ese deseo, quiere constituir otro que no se corresponda a la
satisfacción recíproca de la demanda, porque sabe del deseo y quiere impedir que su deseo sea
completamente capturado por el Otro.
La histérica nos demuestra que ella sabe de la diferencia entre la demanda y el deseo.
Para la histérica es necesario armar un triángulo. Así en la Bella carnicera aparece su amiga flaca. Se identifica
con lo que desea la amiga porque el sujeto se constituye siempre por el deseo del Otro. Y habría otro elemento
circulando allí que es el falo.
En la histérica siempre se trata de deseo de deseo y ella sostiene el deseo insatisfecho para mantener vivo el
deseo del Otro. La insatisfacción es un hueso duro de roer en un análisis con una histérica.
Freud cree firmemente que lo que la histérica quiere es el hombre del goce, por eso conduce a Dora a casarse
con el Sr. K.
Como ya dijimos el deseo histérico tiene una peculiaridad que es siempre deseo de deseo. Siempre se trata de
mantenerlo insatisfecho para mantener al Otro en vilo, para mantener en suspenso en deseo del Otro.
También va a ubicar en el mismo movimiento que el deseo no es el goce (a la altura del seminario 17)
Lacan dice que en definitiva el deseo no es otra cosa que la imposibilidad de decir el deseo, porque lo que se
dice pertenece al registro de la demanda. Esta imposibilidad de decir el deseo es un antecedente en la obra de
Lacan del concepto de sus tiempos finales no-todo especialmente referido a la sexualidad femenina.
En un análisis responder a lo que la histérica pide es un equívoco, lo que la histérica siempre pide suele ser un
señuelo, una trampa, siempre “eso no era” y se irá a otra parte; siempre mantiene el deseo insatisfecho.
También reivindica el deseo como aquello que le falta a la demanda.
A la altura del seminario 17 con el discurso histérico, la histérica se encarga de suspender el goce para
mantener el deseo.
DESEO COMO ISATISFECHO: PARADIGMA EN LA HISTERIA
IDENTIFICACIÓN
Vemos en la histérica una identificación al falo, ser el falo, representar el falo, falo como significante de deseo
en esta época en Lacan. El falo en tanto significante nos muestra siempre la falta porque el falo nadie lo es y
nadie lo tiene, es el significante del deseo, de la falta y denuncia la falta del deseo, pero también la falta en el
gozar, y la falta en ser.
Hace de su cuerpo un falo, se ofrece, se muestra pero no se entrega, se reserva en espera de un goce Todo.
A su vez se identifica con un padre idealizado, un padre castrado, impotente, un excombatiente.
La histérica se responde a la pregunta por lo femenino a partir de la identificación viril: la histérica se identifica
con un hombre, al tiempo que cede la posición femenina a alguna otra mujer que encarna para ella el misterio
de la feminidad.
En su estrategia la histérica insatisface siempre el goce del Otro y goza sintomáticamente de ser objeto causa
de insatisfacción para el Otro. Lo que demanda en el amor es el ser, quiere que un hombre le dé el ser. Hay un
problema en las mujeres con el ser, porque no hay significante de La mujer. Ella le pide al Otro del amor que le
dé el ser y cuando cae puede tener la idea que pierde su ser.
Siempre la histérica está en posición de querer saber, saber más especialmente saber la verdad. Pone al Otro a
trabajar, al amo, para luego barrarlo.
La histérica sabe que el Otro está barrado pero es por la vía del amor que espera que el Otro le dé el ser, por
eso siempre está preguntando ¿qué soy yo para el deseo del Otro? La ilusión amorosa de que es posible que el
Otro le dé el ser, puede producir en la histérica fuertes depresiones cuando el amor se desvanece.
La histérica se reproduce porque se trata de la circulación del falo en la estructura: ella es el falo y por tanto
circula en la estructura de los diversos personajes y va disfrazada de cada cosa cada vez.
En el escenario se ubica en el centro de escena, pero cuando cae el telón se sustrae en soledad.
Esta es la gracia de la histérica para desplazarse representando al falo en los distintos personajes de su
comedia que también es su drama. Ella siempre quiere saber de qué se trata el deseo del Otro. ( qué querrá de
mí?, por qué le gusto?, por qué es mi amiga?) qué quiere el Otro de mí? Quién soy para el deseo del Otro?
Busca los triángulos:
Para entender a la histeria siempre es clave ubicar que ella se niega al hombre del goce y necesita a un
hombre de deseo que desee a Otra mujer, pero que a ella misma la desee más. Esto explica la elección por los
hombres casados, se aseguran que haya Otra. Cuando ella queda sola con el hombre y desaparece esta Otra
mujer, ocurre como con Dora en la escena del lago, cuando el Sr. K le dice “mi mujer no es nada para mí”, le da
una cachetada y sale corriendo.
En un análisis:
Alojar a la histérica es lo primero que hay que hacer. La histérica viene a denunciar que hay alguien que ha
causado el desorden de su mundo del cual ella es víctima y no lo ha causado, y sin embargo tiene que sufrirlo.
No hay rectificación subjetiva.
¿Dígame qué hago con este desorden que no he causado? Es la pregunta que se formula en un análisis.
Se presenta como un “alma bella”.
Goce de privación
Goce de privación: la histérica no goza tanto del falo, como de estar privado de él, goza de la privación.
En relación a la huida de Dora en la escena del lago, Lacan explica en el Seminario 17, que para Dora el valor
del órgano masculino reside en que Otra la prive de ese goce y no que le sirva para ser feliz con él como sería
la posición femenina. En este punto Freud se confunde, la manda a gozar del órgano, la histérica goza de que
hay Otra que la prive de él.
La Otra la priva del órgano. En Dora la Sra. K por un lado se encarga de sostener el deseo del padre idealizado,
al mismo tiempo priva a Dora del órgano del Sr. K, que es el hombre del goce.
En los discursos, la histeria se dirige al amo a partir de la pregunta ¿soy hombre o mujer?. Si como analistas
ocupamos la posición de amos, nos veremos empujados a que la histérica nos castre.
El goce de privación puede aparecer de diversas maneras: como queja, como siendo la víctima o excluida. Lo
que la histérica ignora es que su queja siempre encubre este goce. Un goce de estar privada, del goce fálico. Es
un antecedente del goce femenino, un goce no reglado por la medida fálica, un goce ilimitado, lo cual es
amenazante.
El goce de privación, en la histeria, no puede dejar de suponer el horizonte de la consistencia de un goce
absoluto – el goce Otro- . la queja encuentra un trampolín para lanzarse.
Discurso histérico
El sujeto histérico, en nombre de su síntoma, va a buscar al amo para producir un saber, para producir ciencia.
La histérica lo hacía con Freud. Es el sujeto tachado, barrado, que se dirige al S1 tal como lo vemos en el
discurso histérico.
Agente $ S1 Otro (amo)
Verdad a S2 producción
En el seminario 17 Lacan va a plantear que si bien la histérica busca un amo que tiene el saber, es necesario
también que ella pueda denunciar que hay algunas cosas que él no sabe.
El $ se dirige al S1, al amo, arrinconándolo, denunciándolo, preguntándole, obstaculizándolo. El agente en este
discurso sujeto que con su falta, con su síntoma se dirige al S1 – que se encuentra en el lugar del Otro- y con
una posición muy demandante, lo obliga a producir un saber, el S2, no sabe, está castrado. Lo que no sabe el
histérico es de su goce, no sabe que la verdad es hermana del goce, en el lugar de la verdad el objeto a que es
el plus de goce.
Lacan compara al esclavo y al histérico, ambos inventan un amo pero el esclavo tiene ese saber sobre el goce
que necesita el amo y se lo ofrece. Por eso el amo no puede existir sin el esclavo. El histérico en cambio dice
que no tiene el saber y obliga al amo a que lo produzca.
Libidiniza todo su cuerpo, como un seudópodo erotiza el cuerpo del Otro, menos los genitales.
Goce en relación a lo escópico
El cuerpo histérico es un cuerpo fragmentado porque se trata de las pulsiones parciales. El ojo que debería
servir al cuerpo para ver puede ponerse al servicio de lo que Freud llamó “el placer de mirar” que desborda la
finalidad vital. Es lo que Lacan va a llamar “goce”, que no es exactamente placer, porque está más allá del
principio de placer. Tenemos por un lado un cuerpo de saber, que sabe lo que necesita, un cuerpo de placer
que obedece al yo y a la autoconservación. Por otro lado tenemos un cuerpo libidinal, cuerpo de goce que
rechaza la verdad natural y sus consecuencias, osea el mandato del significante amo.
El cuerpo
En relación al cuerpo, el orden médico por ejemplo viene a ordenar el cuerpo de tal manera que responda a
una función. La histérica viene a decir que no es así. Es lo que Freud llamó “complacencia somática” y Lacan
llama más claramente “rechazo del cuerpo”. Hay un doble rechazo que realiza el sujeto histérico con el cuerpo.
Por un lado rechaza obedecer al saber natural, siempre desafía al saber médico. En segundo lugar se trata de
un cuerpo que rechaza al cuerpo del Otro y que la puede llevar hasta la frigidez. En el asco histérico vemos
claramente, el rechazo del cuerpo del Otro, rechazo de la sexualidad. Freud dice que la histérica cuando
debería sentir excitación sexual, siente asco.
La histérica dice una verdad, la denuncia, pero ignora que la verdad es hermana del goce. No sabe del dominio
que ese goce de la verdad tiene sobre ella y eso es lo que un análisis tiene que llevarla a admitir. En el rechazo
del cuerpo insiste el significante paradigmático exclusión, la histérica siempre se siente excluida. Luego Lacan
va a nombrar esta exclusión como goce de privación.
Fantasma
El fantasma queda definido como respuesta anticipada, pero singular del sujeto, que previene de encontrarse
con el punto de la estructura en que lo simbólico no responde: en este caso en la histeria, el que es señalado
por la pregunta de lo femenino.
En el fantasma histérico la amenaza de castración entra por los ojos, y la angustia que de ella resulta, conlleva
sufrimiento en la vida sexual del histérico, consiste en una erotización general del cuerpo y una inhibición
localizada en la zona genital.
El histérico prefiere enfermar de su fantasma angustiante antes de enfrentar lo que teme como peligro
absoluto: gozar.
El sinthome histérico
El sinthome histérico se define específicamente a partir de la denominada “armadura del amor al padre”. A la
manera de un armazón que otorga una singular estabilidad y consistencia al sujeto histérico y su cuerpo.
En la medida en que la fijeza fantasmática se conmueve, se conmueve también el goce de la privación
histérico. Esto permite para ella, en la medida en que ya no goza sólo de la privación, por lo tanto del fantasma
y del falo, acceder a un Otro goce que está ligado al cuerpo y a lo real. Esta es la vía por la cual es posible el
pasaje de la histeria a la femineidad. Ahora bien, se requerirá de un consentimiento para que ella consienta al
goce sin sustraerse de él, tal como mencionamos antes, ubicando a una Otra en la escena. Esta es la
sustracción fundamental de la histerica. Ella le da el lugar a la Otra, para que la Otra goce.
La posición del sujeto histérico es la posición del sujeto barrado, y se requiere un consentimiento para acceder
a la posición de objeto. A su vez, acceder a esa posición le permite un goce Otro, y lo que Lacan llama Otra
para sí misma. Por eso volverse Otra para sí misma es tener acceso al Otro goce más allá del falo, también más
allá del objeto, es decir, un goce real, que Lacan califica de indecible, porque es imposible de nombrar, porque
está más allá de esos elementos simbólicos (el falo, el objeto, el fantasma, etc). Es un goce real, imposible de
decir, y por eso Lacan lo designa como más allá de lo simbólico y del falo, y sólo se accede a él de modo
contingente y sin sentido. En palabras de Fabián Schejtman: “ En efecto, por ser no-toda en la función fálica, a
una mujer le toca en suerte, entonces, un goce que excede al “que designa como goce la función fálica”. Goce
propiamente femenino, suplementario, adicional, “en mas”, respecto al goce encausado por la ley del padre, el
goce fálico”