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Un día como hoy, hace 127 años, se produjo el Combate de Angamos, uno de
los episodios más dolorosos de la Guerra del Salitre (1879-1883). Como un
pequeño homenaje a los bravos peruanos que cayeron en el Huáscar luchando
contra la poderosa escuadra chilena.
A las 10:55 el
Almirante Cochrane y el Almirante Blanco Encalada suspendieron el cañoneo y
al ver que el Huáscar pronto se iría a pique, enviaron una dotación armada en
lanchas para tomarlo. Cuando los marinos chilenos ingresaron a bordo, el
Huáscar ya tenía 1,20 m de agua y estaba a punto de hundirse por la popa.
Revólver en mano, los oficiales chilenos ordenaron a los maquinistas cerrar las
válvulas y posteriormente obligaron a los prisioneros a apagar los fuegos que
consumían diversos sectores de la nave. La lucha había concluido, el Huáscar
capturado, y el mar libre para iniciar la invasión del sur peruano.
En este último episodio glorioso que se registraría a bordo del Huáscar, cada
uno a bordo del monitor peruano cumplió con su deber, siguiendo el ejemplo
de su comandante. Con el sacrificio de Grau, concluyó la vida de uno de los
más ilustres peruanos de todos los tiempos. Todos los hechos de su vida
estuvieron marcados por una conducta ejemplar, y su grandeza no solo estriba
en el comportamiento heroico que mostró en las ocasiones en la que tuvo que
defender a su patria, sino en la forma en que supo sobreponerse a las
dificultades que el destino le puso en su camino. Como dijo el historiador
peruano Jorge Basadre Grohmann: "Miguel Grau Seminario fue un hombre
comprometido con su tiempo, con su país y sus valores. Fue honesto y leal con
sus principios, defendió el orden constitucional y fue enemigo de las
dictaduras. El héroe de Angamos siempre estuvo en la línea de afirmación de
las normas morales y las tradiciones de la república. Honrado en el camarote
y en la torre de mando, lo es también en el salón y en el hogar".