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Los métodos y la ciencia

Jorge Paruelo

La ciencia es una actividad cultural que los seres humanos desarrollamos desde hace
miles de años. La curiosidad y la necesidad fueron los grandes motores para el
desarrollo de esta actividad. Las necesidades económicas impulsaron el desarrollo de
la matemática egipcia, hace ya 5 milenios, con el fin de poder establecer impuestos
sobre los cultivos que se realizaban en las orillas del Nilo. Dadas las periódicas crecidas
de ese río, era necesario volver a establecer el tamaño de las superficies de cultivo
luego de cada inundación y para eso tuvieron que desarrollar herramientas de cálculo.
La curiosidad sobre el cielo condujo a los griegos a formular teorías cosmológicas. Es
probable que haya sido la curiosidad lo que motivó a Torricelli a explicar por qué el agua
no sube más allá de 10 m de altura, pero su teoría permitió encontrar formas de resolver
el problema de subir el agua más allá de esa altura. Es posible que la necesidad haya
motivado los estudios sobre el calor y la termodinámica: en 1712 se construyó la primera
máquina de vapor empleada para bombear agua que funcionaba correctamente, pero
se desconocía cómo y por qué esa máquina funcionaba. Hubo que esperar hasta
comienzos del siglo XIX para disponer de una primera explicación de la eficacia de estas
máquinas, gracias a la curiosidad y el trabajo de Carnot.

El desarrollo de la ciencia se aceleró a partir del siglo XVII y creció la visión de que esta
actividad nos conduciría a dominar la naturaleza1. Más allá de los antecedentes que
pueden encontrarse, es en el siglo XX que se sistematiza el estudio de la ciencia como
actividad. La filosofía y la historia de la ciencia son las disciplinas que se ocupan de
estos estudios a los que se suman enfoques desde otras áreas2. Es importante dejar en
claro a qué nos vamos a dedicar aquí. La ciencia fáctica se ocupa de generar
herramientas para explicar, predecir y modificar algún aspecto de lo que podemos
nombrar como “realidad”: la biología molecular brinda modelos de, por ejemplo, cómo
se comportan ciertas células cuando están en un medio en presencia de cierta
sustancia, el electromagnetismo nos dice por qué la radio no se escucha al pasar por
debajo de un puente o por qué perdemos la señal del celular en algunos subsuelos de
edificios, la geología nos dice por qué se producen terremotos. Nuestro interés no es
estudiar ciencia, es decir estudiar cuál es la respuesta que dan los científicos a
problemas como los recién mencionados, nuestro interés es analizar cómo llegan y por
qué aceptan esas respuestas. Nuestra reflexión es acerca de la manera cómo se
desarrolla la ciencia, es decir cómo es que los científicos llegan a las conclusiones que
llegan, bajo qué condiciones se aceptan éstas, cómo se presentan las conclusiones,
qué métodos emplean los científicos (si es que emplean alguno), como interviene la
creatividad y demás cuestiones asociadas con la forma en que los científicos desarrollan
su actividad. Para decirlo de manera sencilla: mientras que la ciencia estudia aspectos
de la realidad, la filosofía y la historia de la ciencia estudian cómo los científicos hacen
eso.

Durante la primera mitad del siglo XX un problema que se planteaba en la filosofía de la


ciencia era el de la demarcación, distinguir las actividades científicas de aquellas que
no lo son. Esta claro que pintar un cuadro, bailar o practicar un deporte no es hacer

1 “Frankenstein” de Mary Shelley es un reflejo de esto en la literatura, a la vez que llama la


atención sobre los potenciales peligros del uso de los conocimientos adquiridos.
2 Se consideran acá los abordajes que se hacen desde la ética, desde la sociología, desde la

perspectiva de género, etc.

1
ciencia, tampoco lo es escribir una novela. Sin embargo, hay algunas disciplinas que
tienen la pretensión de ser científicas o por lo menos de tener el mismo estatus de éstas
en cuanto a la justificación de sus afirmaciones. Un caso paradigmático es el de la
astrología, cuyos cultores dicen hacer predicciones tal como se hace en ciencia.
Determinar las diferencias entre lo que hacen los científicos y aquello que realizan los
astrólogos fue una de las preocupaciones de los primeros cincuenta años del siglo
pasado: establecer criterios de distinción entre las ciencias y las pseudociencias3. Uno
de los recursos que se propuso para tal demarcación era el empleo de métodos
diferentes. Así, se pensó que la manera de distinguir a quienes hacían ciencia era mirar
si empleaban el método científico. Quienes lo emplearan serían científicos y quienes no
lo usaran, o usaran otro distinto, no. Esto condujo a otra pregunta: ¿En qué consiste el
método científico?

La búsqueda del método dio lugar a la identificación de muchas características de la


actividad científica, al surgimiento de nuevos problemas y a la posibilidad de establecer
algunos de los límites del conocimiento científico, entre otras cosas. Sin embargo, como
proyecto de demarcación fracasó4. Actualmente se admite que en ciencia hay distintos
métodos, que no hay uno que sea el demarcatorio, y que la distinción entre ciencia y
pseudociencia no es un problema fundamental a resolver5.

Nuestra tarea ahora será analizar algunas características metodológicas de la ciencia


cuyos orígenes están en las discusiones de primera mitad del siglo pasado, pero con
algunas respuestas que se desarrollaron más adelante. No haremos un relato histórico,
por lo que no avanzaremos cronológicamente6 ni siguiendo lo desarrollado por algún
autor en particular.

¿Cómo empieza el trabajo?


“Sacó los ojos del padre y la sonrisa de la madre”. Estamos habituados a escuchar
frases como estas. Pero ¿Por qué los hijos se parecen a los padres? ¿Cómo es posible
que se parezcan a sus abuelos? Estas son preguntas que se hacen los seres humanos
desde hace algunos siglos y los biólogos abordaron este problema para tratar de dar
respuestas. En términos más generales, es el conocido problema de la herencia
biológica.

3 En nuestros días, una discusión de este tipo es la que se da respecto del llamado “creacionismo
científico” que propone una explicación diferente a la que brinda la Teoría sintética de la
Evolución (heredera del darwinismo que se verá más adelante) y sobre el que muchos dudan
acerca de su carácter científico. En nuestro país esta discusión no tiene gran desarrollo pero en
otras regiones del mundo occidental es muy intensa al punto de plantearse en niveles altos de
gobierno si hay que enseñar las explicaciones creacionistas en las escuelas medias (G Bush (h)
hizo un llamamiento de este tipo cuando era presidente). EEUU y Brasil son dos países donde
tienen fuerte arraigo estas teorías creacionistas.
4 Una de las razones del fracaso está en la circularidad que arrastra la propuesta: quienes usan

el método científico son los científicos, así que para determinar cuál es el método hay que ver
qué hacen los científicos. Pero los científicos son aquellos que usan el método. Es decir que
para saber cuál es el método tenemos que saber cuál es el método, un claro circulo vicioso.
Hay dos salidas para este problema: establecer un método sin mirar a los científicos (arbitrario)
o determinar quiénes son los científicos a partir de otros elementos que no incluyan el método
que emplean.
5 Esto no significa que no haya buenas razones para sostener que las pseudociencias no son

ciencias.
6 Esto podrá rastrearse en la bibliografía que se sugiere al final.

2
¿Por qué un tapón de corcho al sumergirlo completamente en agua sube a la superficie?
Una pregunta que la física intenta responder y nos conduce al problema más amplio de
la flotación de los cuerpos.

Algo que llama la atención, que sorprende, que merece ser explicado por ser regular o
por tener alguna particularidad que lo diferencia, algunas observaciones que despiertan
curiosidad, son el disparador de un problema cuya formulación necesita de alguna
clarificación. Formular el problema es el primer paso de la actividad científica: algo que
requiera de una explicación o que nos lleve a desarrollar alguna herramienta cognitiva
para que podamos comprender el fenómeno.

No siempre es claro el problema desde un principio. Galileo publicó una serie de


discusiones sobre cuerpos sumergidos o que flotan en agua. El problema de la flotación
estaba ya planteado desde hacía siglos e incluso ya había una hipótesis propuesta por
Arquímedes (S.III a.c.) que daba cuenta del problema. Sin embargo, en las discusiones
de Galileo se plantea la cuestión de qué ocurre con una aguja apoyada sobre la
superficie del agua sin que se hunda (cosa que es posible experimentar utilizando un
plato con agua sobre cuya superficie se apoya la aguja)7. Lo interesante es que las
respuestas que brinda Galileo muestran que interpreta la pregunta como un problema
de flotación y utiliza las hipótesis de Arquímedes para tratar de explicarlo. Más adelante,
y en nuestros días, esta pregunta se tratará como un problema de tensión superficial.
Para resumir, la ciencia comienza con un problema (o un conjunto de ellos), que es
formulado a partir de observaciones o preguntas que llaman la atención. Dar cuenta de
ese problema, buscar un recurso que nos permita comprender ese conjunto de
fenómenos que abarca el problema es el siguiente paso.

Del problema a la teoría


Para explicar un determinado suceso es usual en ciencias formular hipótesis o teorías.
Por ejemplo, para dar cuenta de por qué el tapón de corcho sube a la superficie podemos
sostener la hipótesis:

H1: “Todo cuerpo más liviano que el agua sube a la superficie al ser sumergido
completamente en ese fluido”

entendiendo que un cuerpo es más o menos pesado que el agua según lo que resulte
de comparar los pesos de iguales volúmenes del material del cuerpo y de agua.

Comparando iguales volúmenes de acero y de agua se ve que el primero pesa más que
el segundo y haciendo lo mismo con corcho y agua se puede constatar que en este caso
el más liviano es el corcho. Una deducción sencilla nos permite concluir a partir de lo
anterior y de H1 que un cuerpo de corcho sube a la superficie. Es inmediato que también
concluimos que “el tapón de corcho que tengo en la mano sube a la superficie” si
suponemos que se lo sumerge en agua.

7Actualmente esta pregunta se responde de la misma manera que aquella que surge de ver
caminar pequeños bichos de largas patas sobre la superficie del agua: ¿cómo lo hacen sin
hundirse?

3
Como toda hipótesis, H1 es un enunciado que expresa una proposición. Una teoría será
de aquí en más un conjunto de hipótesis8, es decir de proposiciones. Más adelante
haremos algunas distinciones entre los enunciados que componen las teorías.

Ahora podemos preguntarnos cómo es que se llegó a formular H1. Como dijimos la
ciencia parte de problemas y formula hipótesis para dar cuenta de ellos. Pero ¿cómo
llegan los científicos a formular sus hipótesis? ¿hay algún método que les permita llegar
a ellas?

Veamos el caso de H1. Hemos visto cuerpos de corcho que suben a la superficie en
agua, cuerpos de goma, de telgopor, de madera que se comportan del mismo modo, así
que no es raro pensar en generalizar esto. Si hacemos unas observaciones un poco
más sistemáticas, es decir que observamos lo que ocurre con objetos particulares (un
tapón, una figura tallada, una goma de borrar, etc.) y nos despreocupamos de su función
para considerar a cada uno como ‘este cuerpo de …’, podemos ver que (abreviamos
“sube a la superficie al sumergirlo completamente en agua” poniendo solamente “sube
en agua”:

El corcho es más liviano que el agua y este cuerpo de corcho sube en agua
La madera es más liviana que el agua y este cuerpo de madera sube en agua
El telgopor es más liviano que el agua y este cuerpo de telgopor9 sube en agua
La goma es más liviana que el agua y este cuerpo de goma sube en agua
………………….

Todo cuerpo más liviano que el agua sube a la superficie al sumergirlo


completamente en ella

Esta forma de llegar a las hipótesis generalizando enunciados de observación es


conocido como Método Inductivo (MI) y algunos propusieron que era la forma como se
llegaba a la formulación de toda hipótesis científica. Esquemáticamente el método
consiste en armar un razonamiento en el que la conclusión se obtiene por inducción a
partir de un conjunto de proposiciones que registran observaciones de fenómenos que
tienen alguna característica que se repite:

Enunciado de observación 1
Enunciado de observación 2
Enunciado de observación 3
Enunciado de observación 4
………………….

Hipótesis

H1 nos permite explicar, en alguna medida, por qué el tapón sube. Pero suele ocurrir
que estas explicaciones ‘se quedan cortas’. Uno espera algo más que simplemente
saber que todos los que tienen una característica se comportan de la misma manera.
Se plantea la pregunta de por qué ocurre eso o, dicho de otro modo, surge la pregunta
de cómo es el comportamiento de los cuerpos en general al ser sumergidos en
diferentes fluidos. Esto es similar a lo que ocurre con el hijo adolescente cuando la

8 En capítulos posteriores veremos que hay otras maneras de entender el término “teoría”. Hasta
tanto mantendremos este significado.
9 Poliestireno expandido, si no queremos utilizar la marca comercial que se impuso como nombre

en nuestro país.

4
madre le pregunta por qué se rateo de la escuela. La explicación del joven es “Todos
mis compañeros se ratearon”. La madre no suele conformarse con esto, pero acepta
que lo hizo por la necesidad que tiene todo adolescente de sentir su pertenencia a un
grupo social y el de sus compañeros es un grupo al que quiere pertenecer, lo que explica
que se haya rateado junto con todo el grupo. La madre tiene una explicación que apela
a conductas generales de los adolescentes que permiten dar cuenta del caso particular.
La explicación que da la ciencia de por qué sube el tapón de corcho también va más
allá de lo que expresa H1. Se usa una hipótesis diferente:

H2: Todo cuerpo sumergido en un fluido recibe un empuje de abajo hacia arriba igual
al peso de la cantidad de fluido que desaloja

A partir de H2 podemos inferir que el tapón flota porque al ser sumergido en agua lo que
lo empuja hacia arriba es mayor que el peso del tapón (lo que empuja hacia arriba es
igual al peso de un volumen de agua igual al del tapón y pesa más que el mismo volumen
de corcho, o sea más que el tapón). Pero H2 nos brinda un conocimiento más amplio
que H1 sobre lo que ocurre con cuerpos sumergidos en fluidos pues también podemos
predecir que un clavo de acero se hunde, pues pesa más que el agua y por lo tanto lo
que lo empuja hacia arriba no compensa su peso, o lo que ocurre con un submarino en
diferentes circunstancias. Pese a ser formulada mucho antes, cuando se consideró a
los gases como fluidos se pudo aplicar esta misma hipótesis H2 para explicar y predecir
el comportamiento de, por ejemplo, globos aerostáticos.

¿Podemos obtener H2 por método inductivo? Para que eso sea posible tendríamos que
observar que este corcho recibe un empuje de abajo hacia arriba igual al peso de un
volumen igual de agua. Pero lamentablemente no observamos ese empuje. Podemos
ver que un objeto sube, baja o se queda estable dentro del agua, pero no vemos algo
que lo empuje. Si no podemos ver ese empuje entonces no podemos disponer de un
conjunto de enunciados de observación que nos permita inducir H2. El MI es limitado en
cuanto a las hipótesis que permite obtener.

Es posible observar los cuerpos de corcho, sus volúmenes, su hundimiento o su


ascenso, son entidades observables, mientras que el empuje que recibe el tapón en el
agua no lo es. A este tipo de entidades se las suele llamar “entidades teóricas” para
distinguirlas de las entidades observables. Por extensión, a los términos que nombran
entidades teóricas los llamamos “términos teóricos” y a los que nombran entidades
observables, “términos observacionales”10. Volveremos sobre esta distinción más
adelante, sólo agregaremos acá que cuando decimos “observar” en este contexto
estamos refiriéndonos a percibir con cualquiera de los sentidos. Así, observamos un
sonido al escucharlo o un aroma al olerlo.

Así como no podemos obtener H2 por método inductivo, no podremos obtener, por ese
método, ninguna hipótesis que contenga términos teóricos. Y resulta que la mayor parte
de las teorías científicas más interesantes que se formularon a lo largo de la historia de
la ciencia tienen en sus hipótesis términos teóricos. Lo único que podría obtenerse por
MI son enunciados generales que contengan sólo términos observacionales. A los
enunciados de este último tipo los llamamos “leyes empíricas (de la teoría)”. Como

10Es importante distinguir entre el objeto y el nombre que le damos al objeto o al tipo de objeto.
Una cosa es el objeto ‘teléfono celular’ que tenemos delante y otra el término que usamos para
referirnos a él. Esto se ve al reparar que en distintos lugares se usan distintos términos para
referirse al mismo tipo de objeto: por ejemplo, en nuestro país lo nombramos “celular” o “celu”
mientras que en España lo llaman “móvil”.

5
primera aproximación, podemos decir que las hipótesis son enunciados que expresan
conjeturas mientras que las leyes son hipótesis con algún grado de aval empírico.

Recordemos lo descripto en el relato de las experiencias de Mendel con las semillas


(tomemos el rasgo textura de la semilla para ejemplificar): al cruzar semillas puras lisas
con rugosas puras se obtenía en la primera generación todas semillas lisas y en
segunda generación había aproximadamente tres lisas por cada rugosa como se
esquematiza en la figura.

Padres: fecundación cruzada lisa x rugosa

1ª generación: todas lisas

2ª generación: 75% lisas y 25% rugosa

Uno de los elementos sorprendentes que había que


explicar era la reaparición de semillas rugosas en la
segunda generación teniendo en cuenta que en la primera no había ninguna con esa
variedad.

¿Cómo reaparece
la variedad en el
nieto?

Si suponemos que tiene que haber algún elemento que reciben las semillas hijas de sus
padres que determina los rasgos heredados, tendremos que suponer que hay algo que
no se manifiesta en las semillas de primera generación pero que proviene de sus padres
que luego trasladan a las semillas de la segunda generación, donde vuelve a aparecer
la variedad rugosa en algunas de ellas. Eso que las semillas padres ceden a las hijas
no es algo que observemos. Debemos postular la existencia de una entidad teórica que
dé cuenta de la herencia. Eso hizo Mendel y quienes lo siguieron, proponiendo
entidades que pueden ser mencionadas con diferentes nombres y que son las
antecesoras de los actuales genes.

Como puede verse, las entidades teóricas no son raras en ciencia y muchas veces son
necesarias para dar cuenta de ciertos fenómenos. Las entidades por sí solas no explican
nada, es necesario establecer sus propiedades y cómo se relacionan con el resto de las
entidades a las que se refiere la teoría. Mediante las hipótesis se postulan las entidades
y se establecen estas propiedades y relaciones.

¿Y cómo llegan los científicos a formular aquellas hipótesis que contienen términos
teóricos, como la H2, o algunas de las que forman la teoría de Mendel?

6
La respuesta actual es que no existe un método que conduzca a formular dichos
enunciados, puesto que no existe uno que lleve a postular entidades teóricas. Lo que
se necesita en estos casos es la creatividad de algún/a científico/a que proponga
hipótesis que resuelvan el problema que se está abordando. No hay más que inventiva
y creatividad para llegar a las hipótesis. A falta de algún término mejor diremos que lo
que lleva del problema a la formulación de una hipótesis determinada, con términos
teóricos, es un “salto creativo”, lo que no significa otra cosa más que ‘a alguien se le
ocurrió’.

Hasta acá hemos visto de qué manera se llega a formular hipótesis y teorías, en algunos
casos puede sostenerse algún método (MI) pero en los más interesantes no hay camino
metódico y hay que apelar a la creatividad humana. Hay quienes sostienen que aún
cuando se llega a leyes empíricas hay un salto creativo de por medio, negando que el
método inductivo funcione como herramienta de descubrimiento o invención de
hipótesis11. No hemos hecho mención de ningún recurso que le dé validez a las hipótesis
formuladas, que justifique su aceptación como conocimiento científico. Veremos que
esto último es necesario. Antes de eso hagamos una distinción de distintas etapas en el
análisis del conocimiento científico.

Podemos distinguir tres etapas en la actividad científica: una que abarca el proceso de
llegar a la formulación de la hipótesis (que hemos analizado en esta sección), otra que
incluye la justificación de las hipótesis propuestas y una última que abarca la aplicación
de tales teorías para explicar o modificar algún aspecto de nuestro entorno. Cada una
de estas etapas las mencionaremos como “contextos del quehacer científico”. La
primera corresponde al contexto de descubrimiento, la segunda al contexto de
justificación y la tercera la nombraremos como “contexto de aplicación”12.

La contrastación de las teorías


Dijimos más arriba que a partir de H1 se puede deducir lo que ocurre con este tapón de
corcho que tengo en la mano cuando se lo sumerge en agua, pues es posible deducir
la afirmación “este tapón sube a la superficie” partiendo de H1 y algunos enunciados
adicionales. Reconstruyendo el razonamiento:

H1: Todo cuerpo más liviano que el agua sube a la superficie al ser sumergido
completamente en ese fluído.
El corcho es más liviano que el agua.
Se sumerge completamente este tapón que tengo en la mano en agua.
Este tapón que tengo en la mano es de corcho

Este tapón sube hacia la superficie

Del mismo modo podemos deducir esa misma afirmación a partir de H2 como sigue:

H2: Todo cuerpo sumergido en un líquido recibe un empuje de abajo hacia arriba
igual al peso de la cantidad de líquido que desaloja.

11 Dejamos al lector que adopte la postura que desee respecto de si las teorías se descubren o
se inventan. No es relevante para lo que discutimos acá.
12 Los dos primeros contextos mencionados fueron distinguidos durante la primera mitad del siglo

veinte. Se atribuye a H. Reichembach su propuesta inicial.

7
El peso de un volumen de agua igual al volumen de cualquier cuerpo de corcho
es mayor que el peso del cuerpo.
Se sumerge este tapón completamente en agua.
Este tapón es de corcho.

Este tapón sube hacia la superficie

La proposición que obtuvimos como conclusión de estos razonamientos es posible


cotejarla con lo que resulta de llevar a cabo la experiencia de poner el tapón en agua.
Obsérvese que no es posible hacer lo mismo con ninguna de las dos hipótesis
mencionadas (H1 y H2). Esto es así por dos características que diferencian este último
tipo de enunciados de los anteriores.

En primer lugar, “Este tapón sube a la superficie”, al igual que el enunciado “Mi perro
(llamado Grandote) tiene cuatro patas” son enunciados que se refieren a un caso, a un
tapón particular el primer enunciado, a un perro determinado, el otro. Algo parecido
ocurre con el enunciado “Los perros que viven donde nació Grandote tienen cuatro
patas” que no se refiere a un único caso sino a los doce mini daschund que son
hermanos o progenitores de él. Los enunciados de este tipo son singulares, justamente
porque se refieren a un solo caso o a un número finito de casos. H1 y H2, en cambio,
son enunciados universales o generales, enunciados que se refieren a un número
infinito de casos como el enunciado “Todos los perros tienen cuatro patas”, que se
refiere a todos los perros que existen, existieron, existirán y podrían existir. Es
importante no confundir que los términos de los enunciados estén en singular o en plural
con el alcance del enunciado. El enunciado “El caballo es un animal fiel” tiene todos los
términos en singular, pero se refiere a infinitos caballos y por lo tanto es un enunciado
universal. “Todos los hermanos de Grandote tienen cuatro patas” es un enunciado
singular pues se refiere a sus diez hermanos, a pesar de tener términos en plural.

En segundo lugar, “Este tapón flota” es un enunciado en el que todos los términos son
observacionales, algo que no ocurre con H2. Aquellos enunciados en los que hay
solamente términos observacionales son llamados “empíricos” y los que tienen al menos
un término teórico son llamados “teóricos”. Si combinamos las dos características que
mencionamos tendremos cuatro tipos de enunciados:

Contiene sólo términos Contiene al menos un


observacionales término teórico
Singular Afirmación empírica Afirmación teórica singular
singular
Universal Afirmación empírica Afirmación teórica
universal universal

Las teorías, tal como las estamos considerando hasta aquí, son conjuntos de
enunciados que serán de dos o más de los tipos mencionados en el cuadro.

Volvamos al caso del tapón. H2 es la hipótesis que proponemos para dar cuenta de lo
que ocurre con los cuerpos colocados en un fluido. Esta hipótesis debemos ponerla a
prueba, mostrando que los hechos del mundo le brinden algún tipo de aval. Sin
embargo, no podemos comparar H2 directamente con datos de la experiencia, es decir
con los enunciados que se obtienen luego de hacer una observación, por dos razones:
H2 es universal (y los datos que podemos obtener son enunciados singulares) y además

8
es teórico (y los datos son empíricos). ¿Cómo hacer entonces para buscar ese soporte
empírico para nuestro enunciado?

La manera como se procede en ciencia es suponer que es correcto lo que dice la


hipótesis y a partir de ella deducir un enunciado que expresa un fenómeno particular
qué debería ocurrir y que podemos comparar con los datos. Esto es hacer una
predicción científica. En el caso del tapón de corcho es lo que hacemos en la deducción:

H2: Todo cuerpo sumergido en un líquido recibe un empuje de abajo hacia arriba
igual al peso de la cantidad de líquido que desaloja
HA1 El peso de un volumen de agua igual al volumen de cualquier cuerpo de corcho
es mayor que el peso del cuerpo
HA2 Se sumerge este tapón completamente en agua
HA3 Este tapón es de corcho

CO Este tapón sube hacia la superficie

En este caso, a partir de H2 dedujimos “Este tapón sube hacia la superficie”, algo que
es posible comparar con el dato que resulta de enunciar lo que se observa luego de
sumergir el tapón en agua. Este enunciado es la predicción que hacemos a partir de H2.
Un dato, como ya se mencionó, es lo que enunciamos luego de hacer una observación.
En este caso, luego de sumergir el tapón en agua observamos que ocurre con él y
enunciamos la observación realizada: “el tapón sube hacia la superficie”, ese enunciado
es el dato. Si ese enunciado coincide con la predicción se habrá corroborado H2 y si no
coincide se habrá refutado dicha hipótesis.

Nuestra predicción es un enunciado que llamamos consecuencia observacional de la


hipótesis (CO en el razonamiento). Ese enunciado, como dijimos, se compara con el
dato y por lo tanto debe ser un enunciado del mismo tipo que este último, es decir que
la consecuencia observacional es una afirmación empírica singular. Lo que distingue a
la CO del dato no es la forma del enunciado sino su origen: mientras que el dato enuncia
el resultado de lo observado, la CO es deducida de la hipótesis que se intenta poner a
prueba. Para decirlo de otro modo, un enunciado expresa lo ocurrido y el otro lo que se
esperaba que ocurriera si fuera correcta la hipótesis.

En el razonamiento anterior puede verse que, además de H2, fue necesario agregar
algunas otras hipótesis para poder deducir la CO, las que nombramos HA y numeramos
1, 2 y 3. Llamaremos a estos enunciados que es necesario agregar para obtener alguna
CO “hipótesis auxiliares”. Estas hipótesis son necesarias para que la CO sea
efectivamente la conclusión de un razonamiento deductivo13. Puede verse que las
hipótesis auxiliares pueden ser de distintos tipos. En el ejemplo la HA1 es un enunciado
general mientras que las otras dos son enunciados singulares.

El conjunto de conocimientos científicos que se sostiene en una determinada época esta


expresado en diversas teorías, algunas con mayor aval que otras. Cuando se pone a
prueba una teoría o una hipótesis (como la H2 en nuestro caso) se aceptan afirmaciones
de otras teorías que no son puestas a prueba en esa ocasión (en nuestro caso, por
ejemplo, aceptamos que es correcta la teoría que nos dice que el agua es más pesada
que el corcho y no la ponemos a prueba cuando contrastamos H2). Algunas hipótesis
auxiliares son enunciados generales que son tomados de esas teorías que no son las

13 Veremos en breve que falta agregar una hipótesis auxiliar más.

9
que se están poniendo a prueba. Otras hipótesis auxiliares fijan las condiciones
particulares que deben cumplirse para que ocurra lo que afirma la CO, en nuestro caso
las HA2 y HA3. Afirmar “se sumerge el tapón en agua” es fijar las condiciones del
experimento que deben realizarse para obtener el dato. Este tipo de hipótesis auxiliares
son afirmaciones singulares y empíricas que son llamadas “condiciones iniciales”. En
cualquier caso, las hipótesis auxiliares, sean o no condiciones iniciales, son aquellas
que es necesario agregar, como premisas, en el razonamiento deductivo que nos
permite concluir una CO. Para obtener diferentes CO de la misma hipótesis o teoría se
apela a diferentes conjuntos de hipótesis auxiliares.

Como se pudo ver, la ciencia parte de problemas cuyo origen está en algunas
observaciones sorprendentes y que trata de explicar formulando hipótesis y teorías.
Luego, a partir de ellas predice qué ocurrirá en ciertos casos particulares. Esto último
es lo que se enuncia en las consecuencias observacionales, que permiten poner a
prueba la teoría. Esta somera descripción muestra un esquema que va desde casos
singulares hacia las hipótesis (contexto de descubrimiento) y luego desde éstas a los
casos singulares nuevamente (contexto de justificación). El primer paso involucra lo que
llamamos “salto creativo” mientras que el segundo es deductivo. Conjeturar o hipotetizar
y luego deducir sería la consigna. Esto es, esquemáticamente, la descripción hipotético-
deductiva14 de la ciencia que podemos volcar en un esquema como sigue:

Salto Hipótesis
creativo

Problema //
Observaciones
previas
deducción

Hipótesis
auxiliares

Consecuencia Datos
Observacional

Comparación

14También se habla de “Método hipotético-deductivo”. Como vimos conjeturar hipótesis teóricas


no tiene método, por eso preferimos hablar de “descripción”. Hecha la aclaración, los tomaremos
como sinónimos cuando sea necesario emplear ambos términos.

10
Resultados de la contrastación
Al contrastar teorías o hipótesis, comparamos nuestras predicciones con datos. Como
vimos las predicciones son las CO que se obtienen deduciéndolas de la teoría, junto con
un conjunto conveniente de hipótesis auxiliares, y los datos se obtienen a partir de
observaciones. El resultado de la comparación es que CO y dato coinciden o no.

Si coinciden la consecuencia observacional y el dato, decimos que la teoría ha sido


corroborada. De algún modo la información empírica le brinda un aval a la teoría. ¿Qué
alcance tiene este aval? ¿Podemos afirmar que la hipótesis es verdadera a partir de
haberla corroborado en un caso? Si vemos que el tapón de nuestro ejemplo sube hacia
la superficie ¿nos garantiza eso que “Todo cuerpo sumergido en un fluido recibe un
empuje de abajo hacia arriba igual al peso de la cantidad de fluido que desaloja” es
verdadera? La respuesta parece ser que no, ya que nuestra hipótesis se refiere a
infinitos casos y sólo hemos chequeado que se aplica exitosamente a un único caso.
Ocurre lo mismo que si ponemos a prueba el enunciado “Todos los perros tienen cuatro
patas” mirando lo que ocurre con Grandote. Está claro que encontrar un perro con cuatro
patas no garantiza que todos tengan la misma cantidad, tanto como encontrar un
hombre de más de cuarenta años que use anteojos no garantiza que todos los mayores
de cuarenta porten gafas.

Resulta entonces que una corroboración de la teoría no nos autoriza a decir que la
hipótesis sea verdadera. Y qué ocurre con dos, tres o más corroboraciones, ¿hay algún
número de corroboraciones que nos garantice la verdad de la teoría? El lector puede
ver rápidamente que no lo hay, porque si la cantidad de CO de una teoría es infinita,
como ocurre con la mayor parte de las teorías interesantes, cualquier número de
corroboraciones que consigamos dejará afuera infinitos casos entre los cuáles alguno o
algunos pueden tener datos en contra. En resumen, no tenemos forma de garantizar la
verdad de una teoría por más grande que sea el número de corroboraciones del que
dispongamos.

El análisis lógico también avala esta conclusión. Como se vio en el capítulo de lógica,
un razonamiento como el que nos permitió obtener una CO a partir de H2 puede
escribirse como un condicional (el condicional asociado) tomando la conjunción de las
premisas como antecedente y la conclusión como consecuente. En nuestro caso
podemos escribir simbólicamente:

(H2  HA1  HA2  HA3)  CO

Si el dato coincide con la CO podemos entonces aceptar eso como la verificación de


CO y entonces tenemos un razonamiento con las siguientes premisas:

(H2  HA1  HA2  HA3)  CO


CO

Si concluyéramos (H2  HA1  HA2  HA3) con pretensiones de asegurar su verdad


estaríamos razonando incorrectamente ya que el razonamiento:

(H2  HA1  HA2  HA3)  CO


CO
(H2  HA1  HA2  HA3)

11
tiene la forma de la falacia de afirmación del consecuente, que como sabemos no es
válida. Por eso es que, frente a una corroboración, no podemos concluir nada respecto
de la verdad de la teoría que se puso a prueba. Podemos concluir algo, pero no
deductivamente, hacer una inferencia de otro tipo, algo como:

(H2  HA1  HA2  HA3)  CO


CO
Se corrobora H2

(Usamos la línea punteada para indicar que la inferencia no es deductiva)

¿Qué ocurre si el dato no coincide con la CO? En estos casos decimos que la teoría ha
sido refutada. En este caso las cosas parecen ser diferentes de lo que ocurría en la
corroboración y aparentemente podemos asegurar la falsedad de la teoría. Si partimos
de “Todos los perros tienen cuatro patas” podemos inferir que “Renguito tiene cuatro
patas”, sin embargo, al ver lo que ocurre con este cachorro encontramos que nació sólo
con las dos patas delanteras15. Lo que ocurre con Renguito nos habilita para afirmar
que es falso “Todos los perros tienen cuatro patas” pues hay al menos uno que no tiene
ese número.

En el caso del tapón tendríamos una refutación si el tapón, en lugar de ir a la superficie,


se hunde. Y la lógica parece justificar que sostengamos que hay afirmaciones falsas.
En este caso el razonamiento es:

(H2  HA1  HA2  HA3)  CO


~ CO

~ (H2  HA1  HA2  HA3)

Este razonamiento tiene la forma del modus tollens, lo que nos garantiza que el
razonamiento es válido. Por lo tanto, podemos asegurar que la conjunción de H2, HA1,
HA2 y HA3 es falsa. Sin embargo, no podemos garantizar que sea falsa H2. Podría serlo
ella o cualquiera de las hipótesis auxiliares pues para que sea falsa una conjunción
alcanza con que sea falso uno de los enunciados que la conforman.

Podemos revisar algunas de las hipótesis auxiliares para determinar si son o no


correctas. Podemos chequear si el tapón es de corcho o constatar si, efectivamente, se
lo sumergió en agua y hasta podríamos poner a prueba si el peso de un tapón igual de
agua es mayor que el del tapón de corcho. Si concluimos que esos enunciados no son
falsos podríamos culpar de la falsedad a H2 y con eso tendríamos que es posible
acceder a la falsedad de una teoría, acceso que no teníamos en el caso de su verdad.

La historia de la ciencia muestra casos históricos que nos hacen dudar de esta última
conclusión. Si encontramos que una teoría es falsa lo razonable es descartarla y
considerar otra. Pero no ocurrió esto con el heliocentrismo cuando se observó un ángulo
de paralaje de cero grados. Por el contrario, se siguió sosteniendo la teoría con el
agregado de una hipótesis ad-hoc16, aquella que decía que la distancia entre la estrella

15Lo que hace que haya adquirido una destreza particular para caminar haciendo la vertical.
16 Una hipótesis ad-hoc es aquella formulada para ‘salvar’ una teoría frente a un caso de
refutación.

12
que se estaba observando y el Sol era muy grande comparada con el diámetro de la
órbita terrestre. ¿Eran irracionales Galileo, Newton y sus continuadores o hay algo que
no estamos tomando en cuenta?

Tomemos otro ejemplo. Desde Newton, la caída de cuerpos es explicada por la


atracción gravitatoria. La hipótesis, si nos limitamos a lo que ocurre cerca de la superficie
de la Tierra la podemos formular como sigue:

HG: “Todo cuerpo cerca de la superficie de la Tierra recibe una fuerza de atracción
gravitatoria dirigida a su centro”

Si tomamos un clavo de metal y lo soltamos, usando esta hipótesis podemos predecir


que el clavo caerá. El razonamiento sería así:

HG: “Todo cuerpo cerca de la superficie de la Tierra recibe una


fuerza de atracción gravitatoria dirigida a su centro”
HA1: Este clavo de metal es un cuerpo
HA2: Se suelta este clavo de metal
CO: Este clavo de metal cae

Supongamos ahora que soltamos el clavo y en lugar de caer al piso como esperábamos,
se pega al techo. Como en el caso anterior tendríamos una refutación, lo que nos lleva
a que es falsa la conjunción de HG, HA1 y HA2. Podemos chequear que efectivamente
el clavo de metal es un cuerpo (y no un holograma proyectado al estilo de los mensajes
de las películas de Star Wars), podemos revisar que el cuerpo fue soltado y concluir
entonces que la hipótesis gravitatoria es falsa.

Luego se nos ocurre subir al piso de arriba de donde nos encontrábamos y vemos que
justo encima de nuestro improvisado laboratorio hay un electroimán gigantesco,
funcionando. Al ver esto concluimos que no se probó que HG fuera falsa, pues nos
damos cuenta de que, además de la atracción gravitatoria que sufría el clavo, había una
fuerza que lo atraía hacia el techo y que era más grande que la gravitatoria que lo
tironeaba hacia abajo, lo que permite concluir que el clavo irá hacia el techo. En otros
términos, hemos formulado una hipótesis ad-hoc que afirma que hay un imán en el techo
atrayendo al clavo.

Pero a partir de detectar el imán, debemos pensar que no alcanza con HG, HA1 y HA2
para concluir que el clavo cae, debemos suponer para obtener la conclusión indicada:

HA3: No hay un imán en el techo17

pues de no ser así el clavo no caería.

Pero entonces, llegados a este punto también debemos suponer que no hay un imán a
la izquierda del clavo, ni a la derecha porque en ese caso el clavo se pegaría a la pared
de la habitación y no caería. Y debemos suponer también que no hay una gigantesca
turbina de entrenamiento de paracaidistas en el piso que impediría la caída, o una tanza
transparente imperceptible que sujeta el clavo al techo o cualquier otra cosa que se nos
ocurra. También debemos suponer que hay cosas que no afectan la caída del clavo
(como por ejemplo que una paloma pase volando por la ventana o que un colectivo pase

17Más precisamente debemos suponer que no hay un imán en el techo que ejerza una fuerza
sobre el clavo mayor o igual a su peso. Por brevedad lo formulamos de la manera que lo hicimos.

13
por la calle). En definitiva, debemos suponer que no hay nada conocido que afecte la
caída. Pero no alcanza con eso, además debemos suponer que no hay nada
desconocido aún por la ciencia que afecte la caída, pues la historia muestra que a partir
de predicciones no cumplidas se llegó a grandes descubrimientos. Un ejemplo de esto
es el descubrimiento de los rayos X. En la última década del siglo XIX, Wilhelm Röntgen,
quien los propuso, estaba experimentando con rayos catódicos (como los que hacían
funcionar a los viejos televisores en blanco y negro). Una forma de detectar rayos
catódicos era mediante placas de papel pintado con cianuro de platino y bario que se
volvía fluorescente cuando los rayos impactaban directamente sobre ellas (del mismo
modo que las viejas fotos con película). Röntgen había dejado unas placas lejos de la
zona de impacto de los rayos catódicos y vio que adquirían brillo fluorescente cuando
se emitían los rayos. Este resultado sorprendente fue explicado postulando una
radiación hasta ese momento desconocida, los Rayos X. Este descubrimiento que data
de 1895, rápidamente se transformó en una gran herramienta de la medicina. Si
tenemos en cuenta lo ocurrido con Röntgen y en otros ejemplos del mismo tipo,
debemos suponer, para que se cumpla la predicción, que tampoco existe un factor aún
no conocido que pueda afectar la caída del clavo.

En resumen, para obtener la CO tendríamos que agregar una hipótesis que señale que
no hay otro factor interviniendo, la que nombraremos HAnoF (hipótesis auxiliar que
niega otro factor interefiriendo). El razonamiento quedaría como sigue:

HG: “Todo cuerpo cerca de la superficie de la Tierra recibe una


fuerza de atracción gravitatoria dirigida a su centro”
HA1: Este clavo de metal es un cuerpo
HA2: Se suelta este clavo de metal
HAnoF No hay otro factor que interfiera con la caída
CO: Este clavo de metal cae

Y cuando se produce una refutación

(HG  HA1  HA2  HAnoF)  CO


~ CO

~ (HG  HA1  HA2  HAnoF)

Lo que nos lleva a que la conjunción (HG  HA1  HA2  HAnoF) es falsa y no podemos
determinar cuál es que aporta la falsedad. Tampoco podemos revisar todas las
auxiliares, porque la que indica que no hay otro factor que interfiera es universal, y
siempre es posible formular una hipótesis ad-hoc que señale un factor responsable de
que la CO no se cumpla, es decir, siempre cabe la posibilidad de suponer que hay algún
elemento que interfiere en el fenómeno estudiado que impide que la predicción esperada
se cumpla.

Es claro que, frente a una refutación, el científico debe buscar el origen del problema.
No puede esconderlo debajo de la alfombra o ignorarlo (al estilo de las pseudociencias).
Debe encontrar al responsable de la refutación encontrada. Esos responsables pueden
ser: alguna o algunas de las hipótesis auxiliares (en cuyo caso se formula una hipótesis
ad-hoc), la hipótesis o teoría que se está poniendo a prueba (en este caso se deja de
lado la teoría o se la reformula) o un dato erróneamente obtenido. Esta última es una
posibilidad y hay ejemplos en la historia de datos erróneos. Hace unos años, cuando se
puso en marcha en Europa el acelerador conocido como “La máquina de Dios” se

14
divulgó que se había detectado una señal que viajaba a mayor velocidad que la luz, algo
que refuta la teoría de la relatividad de Einstein. Tiempo después se mostró que dicha
velocidad había sido mal medida y por lo tanto la refutación de la teoría de Einstein no
era tal.

Una de las conclusiones que se obtienen de este análisis metodológico es que no


podemos saber si una teoría es verdadera ni tampoco podemos saber que una teoría
es falsa. Esto no quiere decir que las teorías, tal como las entendemos en este capítulo,
no puedan ser verdaderas o falsas: el punto es que con los recursos que tenemos como
seres humanos para conocer, no nos es posible saber o determinar de manera
concluyente si lo son o no. Hablaremos, sin embargo, de la corroboración de una teoría
o hipótesis cuando sus consecuencias observacionales se cumplen, y de refutación
cuando esto no sucede. En este sentido, corroborar y refutar no equivalen,
respectivamente, a haber probado de manera concluyente la verdad o la falsedad de
una teoría o hipótesis ya que, por las razones apuntadas, esto último no es posible
Esta conclusión abre un nuevo problema, que discutiremos más adelante: si pensamos
que hay buenas razones para sostener algunos conocimientos científicos y rechazar
otros, y esas razones no son la verdad o la falsedad, ¿cuáles son esos elementos que
hacen de la ciencia una actividad racional?

Podemos esquematizar lo visto para la contrastación de hipótesis con este diagrama:

Hipótesis
Revisar

Deducción

Hipótesis
auxiliares
Revisar

Consecuencia
Observacional Datos
Comparación
Obtener
nuevas
CO Revisar

Corroboración Refutación

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