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BIBLIOTECA DE FILOSOFIA DIRIGIDA POR HL, PROFESOR JUAN ADOLFO VAZQUEZ JEAN DANIELOU ORIGENE Traduccién de Guwo F, P. PaRPacNout EDITORIAL SUDAMERICANA BUENOS AIRES CariruLo PRIMERO COSMOLOGIA EI mundo se presenta, para Origenes, como continente de una variedad muy grande de condiciones. “En este mundo ciertos seres son Iamados supercelestes (Snegovedvia) , es decir establecidos en las moradas bienaventuradas y revesti- dos de cuerpos celestiales y luminosos; y entre ellos existen muchas diferencias: el Apéstol mismo dice que una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna y otra distinta la gloria Ge las estrellas y que ‘la estrella difiere de la estrella en claridad’. Otros seres son Hamados terrestres y entre ellos, es decir entre los hombres, la diferencia no es pequefia: unos son barbaros, otros griegos; unos civilizados, otros salvajes; algunos desde su nacimiento son de baja condicién, de condi- en una educacién de esclavos y estén so- cién servil y ret metidos a sus amos, a principes 0 a tiranos; otros reciben una educacién de hombres libres; algunos tienen buena sa- Iud, otros son enfermizos desde su infancia, Hay, por o:ra parte, potencias invisibles a las que ha sido confiado el cui- dado de las cosas de la tierra y entre ellas no es poca asimismo Ja diferencia. En lo que se refiere a los animales sin palabra (muta = hoya), a los pajaros y a los pescados, es intitil tra- tar de ellos porque no deben ser considerados como fines en si (Prixcipatia = Hyyovnévec) , sino como relatividades (con- sequentia = éxohot®us) .” (Princ., I, 9, 8.) Este texto del Tratado de los Principios nos brinda el punto de partida de Ia especulacién de Origenes: la com- probacin empirica de la desigualdad en las condiciones de cosmotocia 263 Jas criaturas espirituales. Desde el comienzo pueden obser- varse dos rasgos. Por un lado, para Origenes no existen mis son Jas Ginicas creadas principa- liter (ver I, 2, 2). i un fo de Th . i ja_secundaria. Por otro lado, vemos que riaturas espirituales comprende u porias pri : Ttantes de. ion gue Silddehajadelciclo cs decir Jos astros; los habitantes de la tictra, que son los hombres de diversas condiciones: final- ‘Sosa humanas. Origenes propone esto, yyvactudic: hemos visto, efectivamente que estos problemas pertenecen a las cuestiones en disputa. De todos modes nos colocan desde el comienzo en una visién del Cosmos que es evidentemente la del platonismo medio, en particular de Albino. Ese Cosmos “variado” plantea un problema. Todo ha sido i sigue de ello que en Bada injuste ninforiuito (Il, 9, 4). gCémo, entonces, esta ynsiderarse_como enters m1 Ja_palabra_humanas, sino ¢ a a ‘yerbo- mismo, sabi- suria_y justicia, que ¢5 el Hijo tinico de Dios_quie difusign de su gracia en nuestros sentidos, se i nar _las cosas oscuras, abrir lo_que esta_cerrado, maniiestar Tas cosas scoretas (4) Srignes declaee GUT pee ue SOO lara aqut, pues, que abor- da uno de los grandes misterios de su teologia. La afirma- cidn, formal, de que este mundo variado es la obra de un Dios tinico y bueno, se enfrenta con la objecién de los gnés- ticos; en efecto, Origenes nos dice: “Cuando afirmamos que el mundo, dispuesto en su variedad, ha sido hecho por Dios que sostenemos es bueno y justo, muchos acostumbran ha- cernos una objecién (sobre todo aquellos que por pertenecer a la escuela de Basilides, de Valentino y de Marcién, afirman que existen diversas naturalezas [yioeis] de almas): gcémo puede convenir a la justicia de Dios que crea el mundo, 264 EL SISTEMA DE ORIGENES otorger a unos una morada en les cielos y no solamente otor- garles una morada mejor, sino acordarles una jerarqufa superior dando a unos el principado, a otros los poderes, a otres 1as dominaciones, a algunos otros las dignidades im- portantes de los tribunales celes:es, a otros por fin el brillar con el esplendor radiante de las estrellas? Y, por decirlo en una palabra, sino le faltan al dios creador ni la voluntad ni el poder para cumplir una obra buena cudl puede ser la causa por la que, al crear naturalezas espirituales, esta- blezca a unas en un grado més elevado y las otras en grados inferiores?” (IL, 9, 5.) Observemos, de paso, que este fastidio por las jerarquias de hecho que no corresponden a la jerarquia espiritu:l de los méritos, nos ofrece tal vez una de las razones por las cuales Origenes atribuye en el orden de la jerarquia ecle- sidstica que es un reflejo de la jerarquia angélica, poca im- portancia al aspecto institucional. Comprobamos una vez més la extraordinaria unidad de su pensamiento. Pero sea como fuere, Origenes comprueba que ¢l mismo problema de la desigualdad de condiciones se plantea también -y de manera mis chocante— en el mundo de los hombres: “Los gnésticos objetan también, a propésito de lo que ocurre en la tierra, que a unos les toca en suerte un nacimiento mis afortunado, de tal modo que, por ejemplo, uno es hijo de Abraham y nace como resultado de la promesa, 0 nace de Isaac y de Rebeca y ya en el seno materno suplanta a su hermano y aun antes de haber nacido es llamado amado de Dios. Del mismo modo, uno nace entre los hebreos, gra- cias a Jo cual recibe la instruccién de la Ley divina, otro entre los griegos, que son de por si sabios y hombres de gran cultura, pero otro nace entre los negros, que tienen la castumbre de nutrirse de carne humana, 0 entre los esci- tas, gentes que tienen el parricidio reconocido por la Ley, © entre los habitantes del Tauro, que matan a los extran- jeros” (II, 9, 5.) Los gndsticos concluyen: “Si esta gran diversidad de cosas cosmotocia 265 y esta variedad de condiciones humanas, en las que la liber- tad no tiene parte (nadie, en efecto, elige por si mismo dénde, en qué pais, en qué condicién nacerd), no es el resultado de la diversidad de las naturalezas de las almas, es decir que el alma mala sea destinada a una nacién mala, el alma buena a una nacién buena, gqué queda por pensar sino que estas cosas estén determinadas por el azar y la fortuna?” (II, 9, 5.) Entonces, si la libertad no es la que decide de las condiciones y de las naturalezas, es preciso que sea el azar o la diversidad de las naturalezas tal como la conciben los gnésticos. Pero el asunto es muy grave, pues, dice Origenes, “si aceptamos esta solucién ya no deberd creerse que el mundo sea hecho por Dios, ni gobernado por su Providencia y, por consiguiente, ya no deberd esperarse un juzgamiento de Dios sobre los actos de cada uno”: ya no hay Providencia ni mérito, vale decir que las dos tesis ene de Origenes quedan eliminadas (ver también, Por alli se advierte cémo Qrigenes se1j encaminado hacia ~ i ii igualdad_anterior de Jos espiritus Sonrelacién ala existencia del mundo. Fs la Diana pus dL de-auantener lane Te a fe Dios sla Uibetad— toda diecensia de, conten en riores, Llegamos al texto capital: “Cuando ene] camienzo Gy dori), Dios cred lo que quiso crear, es decir, Jas natura- Jezas dotadas de razén_Goved no tuvo otra razén_para Fear que El mismo, es decir su_propla bondad, Como fi 7 sla caus TREE ORACTNT no by 2.-ni mutacton, ni Imposibilidad, i ejantes,” CIT, Aparece aqui un primer aspecto del pensamiento de Ori- genes: la preexistencia de los espiritus, todos iguales, en el mundo, EI texto actual que poseemos del Tratado de los Principios no desarrolla este aspecto del origenismo, pero ello es probablemente asi, porque Rufino le ha restado im-

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