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DISCURSO 1 DE MAYO

El primero de mayo marca la coincidencia de tres hechos fundamentales


para la vida civil y social de nuestro país

En primer lugar, se produce el Pronunciamiento del general Urquiza, el 1 de


mayo de 1851 retira al Gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas,
la facultad de representar a la Confederación Argentina ante los demás
países del mundo, esto genera un enfrentamiento que termina con la derrota
de Rosas en Caseros.

Tambien es el día mundial del trabajo.

Asi el 1 de mayo tiene sentido histórico de la reivindicación de la clase


obrera, así nacía la justa aspiración de los trabajadores de todo el mundo
para obtener una conquista laboral “ la jornada de 8 hs que actualmente es
ley en casi todos los países.

El crimen de Chicago como fuera denominado, costó la vida a gran cantidad


de trabajadores y dirigentes sindicalistas. Triste e injusto fue el destino de
estos hombres que en 1886 fueron brutalmente sofocados, por solo pedir
algo que simplemente les correspondía, hoy se los recuerda como los
Mártires de Chicago.

Somos conscientes que en nuestro país, el trabajo es una deuda pendiente


del Estado para muchos Argentinos.

El trabajo dignifica al hombre, conduce al progreso social, alimenta la


esperanza y abre nuevos horizontes.

El sacrificio personal, la superación constante, la cultura del esfuerzo que


heredamos de nuestros padres y abuelos, es un orgullo que llevamos en el
pecho, encendamos una vez más la llama de la esperanza y llevemos un
mensaje de aliento a aquellos sectores que aún no pueden ver brillar la luz,
es nuestro deber.

Por último tenemos que recordar que también el 1 de mayo de 1853 se


sancionó nuestra constitución.

La vuelta a la democracia no significó respeto permanente a la Constitución.


Este nuevo aniversario es una oportunidad para ratificar los sabios principios
que la inspiraron, para desagraviar tantas ingratitudes que los argentinos
hemos cometido, al negarnos tantas veces a aplicarla y para rendir homenaje
a sus olvidados autores y a los que bregaron por su vigencia.

Decia el Fray Mamerto Esquiú: “Obedeced señores, sin sumisión no hay Ley,
sin leyes no hay patria, existen solo pasiones, desorden, anarquía, disolución,
guerras, que Dios libre eternamente a la República Argentina”

En la simplicidad y sabiduría de estas palabras, quizás este la formula que nos


guie para salir de la profunda incertidumbre que padecemos y para volver a
ser la gran Nación que fuimos y soñaron los olvidados padres fundadores que
nos dieron la Constitución.

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