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Código General del Proceso, Ley 1564 de 2012.
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Así plantea Oscar Mejía Quintana la unidad de análisis de la filosofía del Derecho, como una visión totalizante y crítica a la
relación legitimidad-validez-eficacia, o lo que es igual, una visión transdiciplinaria del fenómeno jurídico, en oposición a la
mirada disciplinaria de la teoría jurídica. Sobre el tema, consultar de este autor “La norma básica como problema iusfilosófico.
Tensiones y aporías del positivismo y las apuestas pospositivistas de superación” en Numas Gil (compilador), Filosofía del
Derecho y Filosofía Social (Memorias Tercer Congreso Nacional), Bogotá D.C.: Grupo Editorial Ibáñez, 2006, pp. 195-268
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Expresión utilizada por H.L.A HART, en su obra El concepto de Derecho, para referirse a la eficacia de la norma en su
análisis de la regla de reconocimiento.
los procedimientos si representa logros en ese cometido4. No obstante, no ha sido
pacífica la entrada en escena de esta codificación, partiendo desde las
interpretaciones dadas a la fijación del alcance de sus variadas reglas de transición
para entrada en vigencia hasta la aplicación práctica de regulaciones propias de
figuras procesales traídas con la nueva normatividad5.
Particularmente ha suscitado interés en la comunidad académica y un debate
vigente en los operadores jurídicos la aplicación de la novedad incluida por el
legislador en el artículo 121 del C.G.P6, relacionada con la causalidad de invalidez
procesal, con la particularidad de ser “de pleno derecho”, sobreviniente cuando el
Juez natural, en primera o segunda instancia, sobrepasa los términos establecidos
en la norma para efectos de pronunciarse de fondo en el asunto litigioso. Lo
novedoso del tema radica en que hasta antes de esta norma esa particularidad (la
de ser de pleno derecho) sólo aparecía indicada expresamente en nuestro
ordenamiento en el artículo 29 de la Constitución Política7.
4
El Código General del Proceso, según se desprende de la lectura de su artículo primero “(…) regula la actividad comercial
en los asuntos civiles, comerciales, de familia y agrarios” y sólo por vía supletoria se aplica a cualquier otra jurisdicción cuando
no tenga regla expresa dentro de la misma, y especialmente en las jurisdicciones Laboral y Administrativa.
5
Valga mencionar, en cuanto a las reglas de interpretación de la entrada en vigencia de las normas del C.G.P, la forma en
que curiosamente las mismas se pusieron en vigor primero (Desde el 01 de Enero de 2014) en una jurisdicción a donde sólo
llegaba con carácter supletorio, como lo es la Jurisdicción Administrativa y sin necesidad de aplicación gradual a nivel
territorial. En cuanto a la aplicación práctica de reglas propias de los procesos se citan como ejemplos la discusión surgida
inicialmente en torno a la necesidad de conciliación como requisito de procedibilidad dentro del proceso monitorio, la
necesidad de correr traslado para alegatos cuando el Juez haga uso de la facultad de dictar sentencia anticipada, entre otras.
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En lo que importa al tema desarrollado indica la norma (Art 121 CGP): ““Artículo 121. Duración del proceso. Salvo interrupción
o suspensión del proceso por causa legal, no podrá transcurrir un lapso superior a un (1) año para dictar sentencia de primera
o única instancia, contado a partir de la notificación del auto admisorio de la demanda o mandamiento ejecutivo a la parte
demandada o ejecutada. Del mismo modo, el plazo para resolver la segunda instancia, no podrá ser superior a seis (6) meses,
contados a partir de la recepción del expediente en la secretaría del juzgado o tribunal. Vencido el respectivo término
previsto en el inciso anterior sin haberse dictado la providencia correspondiente, el funcionario perderá
automáticamente competencia para conocer del proceso, por lo cual, al día siguiente, deberá informarlo a la Sala
Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura y remitir el expediente al juez o magistrado que le sigue en
turno, quien asumirá competencia y proferirá la providencia dentro del término máximo de seis (6) meses. (…)Será
nula de pleno derecho la actuación posterior que realice el juez que haya perdido competencia para emitir la
respectiva providencia. (negrilla y subraya fuera de texto).
7
Al respecto consultar la sentencia STC 14817- 2018, radicado n° 11001-02-03-000-2018-02858-00, M.P Aroldo Wilson
Quiroz Monsalvo, Corte Suprema de Justicia, 14 de Noviembre de 2018.
En cuanto al tema en mención se han presentado idas y vueltas ya tradicionales en
la Corte Suprema de Justicia al interior de sus salas y lo propio ha acontecido en la
Corte Constitucional8. No se pretende recordar ese devenir interpretativo de la
norma en dichos órganos de cierre jurisdiccionales sino aportar unos elementos de
juicio valorativos de la misma de cara al debate judicial que al interior de la Corte se
suscitará, por la admisión de la acción pública de inconstitucionalidad contra ella,
donde la estrategia argumentativa ha sido centrada en la incongruencia de la norma
respecto a la realidad jurídica del País y más concretamente con la Congestión
judicial9. Es la aspiración dedicar las próximas líneas a elucidar, sin pretensión de
interpretación autoritaria, la cuestión relacionada con ¿Si fue la inclusión de la
condición de nulidad de pleno derecho de la decisión judicial, tomada por
fuera de los tiempos fijados en el artículo 121 del C.GP, un yerro interpretativo
del legislador, obedeció a un capricho o cumple una finalidad institucional
preconcebida?. Conscientes que las diversas vías que desde la argumentación
jurídica, conforme las concepciones del Derecho que se tengan, finalmente
desenlazan en distintas interpretaciones sobre la conformidad con la Constitución
de los preceptos legales10, la respuesta que se plantea al interrogante es que
efectivamente la definición de la condición de nulidad de pleno derecho
corresponde a finalidades institucionales, más concretamente a fines del
Estado, perseguidos por el Legislador, hecha con conocimiento del alcance
conceptual de la expresión y de sus efectos en la práctica judicial, y tomadas
luego de un análisis razonado de las circunstancias sociales y económicas
del País, así como de la realidad jurídica del mismo, lo que a la postre permite
dotar de eficacia la disposición en comento más allá de las vicisitudes
8
Ver sobre el tema en la Corte la cita ut supra y en la Corte Constitucional ver la sentencia T341/2018 aunque no se denota
polémica si la existencia de un tema tratado sin el rigor interpretativo que demanda la interpretación constitucional al punto
que el tema central relacionado con la nulidad de pleno derecho sólo es tocado como obiter dictum y siendo la razón de la
decisión el que, según la correcta interpretación que debe darse al artículo 625 del CGP, el Juez de instancia falló dentro del
término señalado por la el artículo 121 ibídem.
9
Ver demanda de constitucionalidad D13072-2019 Actor Mauricio Gómez Franco. Aunque con anterioridad ya cursa la
demanda D981-2018 Actor Eluin Guillermo Abreo Triviño. Esta última, sin embargo, presenta otros elementos de
argumentación como la violación de la norma a los principios de proporcionalidad y no regresión.
10
Juan Antonio García Amado, en su artículo LA INTERPRETACION CONSTITUCIONAL, señala: “(…)De lo que hemos dicho
hasta aquí ya se desprenden indicios suficientes de que esas divergencias entre los modos de concebir la interpretación están
en conexión con tres concepciones más generales sobre qué sea el derecho cuál ha de ser su función prioritaria que lo
justifica”. Para más detalles ver García Amado Juan Antonio, La interpretación Constitucional, en Revista Jurídica de Castilla
y León, Febrero de 2014, PP 35-72.
prácticas que la misma ha generado para los operadores judiciales. Sin entrar
a defender tesis a favor o en contra de la argumentación realizada sobre la
exequibilidad de la norma, incluyendo si hay lugar o no a modular la misma, en lo
que se itera, hay tantas visiones como colores tiene el arcoíris11, lo cual no impidió
consumar el deseo de refutar algunas premisas argumentativas para validar la
interpretación moderada de la norma sin consideración al alcance lingüístico de la
expresión.
Para la argumentación en torno a esta tesis se partirá por definir conceptualmente
el alcance de la expresión “nulidad de pleno derecho”, para seguidamente tomar en
cuenta algunos aspectos relevantes tenidos en cuenta por el legislador al momento
de debatir el proyecto de ley y finalmente enunciaremos algunas premisas
construidas en torno a la nulidad de pleno derecho en el artículo 121 para cuestionar
su pretensión de corrección. En esta tarea, guardando las distancias de
competencias interpretativas, nos aproximaremos a la posición de Dworkin respecto
de la interpretación constitucional12, así mismo utilizaremos la interpretación
lingüística sugerida por García Amado, en oposición a las teorías voluntaristas y
axiológicas de interpretación Constitucional y del Derecho13. Esta mixtura, puede
ser vista por algunos como inapropiada si se encasilla al primero de los autores
sugeridos desde el iusnaturalismo moderno en contraste con el segundo de escuela
positiva, pero, dado que no se pretende avalar paradigma iusfilosófico alguno sino
argumentar sobre el alcance del concepto (nulidad de pleno derecho) y la razón de
ser en la norma (Artículo 121 C.G.P) se tomara a conciencia ese riesgo. El lector,
como observador externo del sistema, será quien al final tome postura respecto de
las premisas desarrolladas, y, con ella se aprestará para analizar con mejor mirada
los argumentos que al definir la constitucionalidad de la norma tome en los próximos
días la Corte Constitucional.
11
Basta ver la salvedad hecha por el Instituto Colombiano de Derecho procesal en los conceptos emitidos en torno a la
constitucionalidad de la norma en los expedientes antes citados, donde precisa que no es unívoca la interpretación que al
interior del mismo se tiene de la norma.
12
No precisamente me refiero a la interpretación que de la Constitución realiza el “hercules” dworkiniano desde su concepción
del derecho como integridad sino desde su crítica a visiones parciales del Derecho como las abordadas desde el historicismo,
el pasivismo y, para nuestro interés, muy particularmente al activismo. Para mayor ilustración ver R. Dworkin: El imperio de
la Justicia, ed. Gedisa, 2012.
13
Ver García Amado, La interpretación Constitucional, en Revista Jurídica de Castilla y León, Febrero de 2004.
1. La nulidad de pleno derecho.
14
Traído de les quatre types de contentieux administratif, en https://www.vie-publique.fr/decouverte-
institutions/institutions/approfondissements/quatre-types-contentieux-administratif.html
15
Para García Amado la concepción lingüística “refleja una idea del derecho como mensaje significativo que se contiene en
ciertos enunciados que la comunidad <<reconoce>> (por razones que siempre son históricas y culturales) como jurídicos. N
se desconoce que el derecho legislado tiene un autor o autores, ni que refleja determinadas preferencias valorativas. Pero
su contenido normativo es el de sus propias palabras y no prioritariamente el de la autoridad que las dicta o el de la razón
ideal y objetiva que supuestamente expresan. (…)[E]sta concepción se asienta en el elemento más tangible y cognoscible,
las palabras. Éstas dejan de verse como simple instrumento de expresión más o menos exacta o correcta de algo que las
antecede y es la verdadera sustancia del derecho, ya sea la autoridad, ya sean valores materiales objetivos, y se convierte
en la sustancia, el ser del derecho mismo. Las palabras y enunciados legales expresan, ciertamente, significados, pero éstos
son significados de palabras y enunciados, no traducciones de voluntades o naturalezas axiológicas de ningún tipo. (…)Las
palabras de la ley significan, y significan por sí mismas, y que tales significados son el objeto de la actividad interpretativa.
Con ello se manifiesta una postura opuesta a la de tanta teoría posmoderna que pretende que las palabras de la Ley nada
significan y que, por tanto, la actividad interpretativa es libérrima decisión no atada a ningún dato previo, desapareciendo así
toda posibilidad de crítica a sus resultados y el sentido de cualquier juicio de corrección o de incorrección de ellos (…)”. Ver
cita ut supra.
16
Ver Invalidez del acto administrativo en España, tomado de Wikipedia-la enciclopedia libre, página
https://es.wikipedia.org/wiki/Invalidez_del_acto_administrativo_(España)
17
Traído de De pleno derecho o ipso jure, en Gerencie.com, página https://www.gerencie.com/de-pleno-derecho-o-ipso-
jure.html
Por su parte la Legislación española ha establecido la posibilidad de que dicha
nulidad sea declarada de oficio, sin necesidad de petición de la parte interesada,
por considerar que el vicio trasciende el interés personal y se convierte en un tema
de orden público que afecta a la seguridad jurídica de todo ordenamiento. Señala la
Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del procedimiento
Administrativo Común de ese País:
1. Los actos de las Administraciones públicas son nulos de pleno derecho en los casos
siguientes:
b) Los dictados por órgano manifiestamente incompetente por razón de la materia o del
territorio.
d) Los que sean constitutivos de infracción penal o se dicten como consecuencia de ésta.
f) Los actos expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por los que se
adquieren facultades o derechos cuando se carezca de los requisitos esenciales para su
adquisición.
2. También serán nulas de pleno derecho las disposiciones administrativas que vulneren la
Constitución, las leyes u otras disposiciones administrativas de rango superior, las que
regulen materias reservadas a la Ley, y las que establezcan la retroactividad de
disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales.
Ahora, para tal propósito, sin reducir naturalmente el análisis a una labor historicista,
pero, si pretendiendo una interpretación constitucional que no la descarte sino que
la sume a otros argumentos en una noción de Derecho como integridad 18,
18
R, Dworkin expresa: “Hercules no piensa que la Constitución no es más que aquello que produciría la mejor teoría de
justicia y equidad abstracta a título de teoría ideal. En cambio, se deja guiar por un sentido de integridad constitucional; cree
que la Constitución (…)consiste en la mejor interpretación disponible del texto y la práctica constitucionales norteamericanas
en su totalidad, y su juicio acerca de cuál interpretación es la mejor es sensible a la gran complejidad de virtudes políticas
correspondientes a la misma cuestión.(…)Decidirá que el objetivo de algunas disposiciones es o incluye la protección de la
democracia, y elaborará estas disposiciones en ese espíritu en lugar de deferir a las convicciones de aquellos cuya legitimidad
podrían desafiar. Decidirá que el objetivo de otras disposiciones es o incluye la protección de individuos y minorías contra la
voluntad de la mayoría, y no cederá ante aquello que los representantes de la mayoría consideran correcto al decidir que
requieren estas disposiciones. (…)se negará a sustituir su juicio por el de la legislatura cuando crea que la cuestión en juego
es principalmente de política y no de principio, cuando la discusión sea acerca de las mejores estrategias para lograr el interés
colectivo general a través de objetivos como la prosperidad o la erradicación de la pobreza o el equilibrio correcto entre
economía y conservación.
obsérvese cómo el legislador en su producción legal específica, bajo estudio, obró
a conciencia de los fines institucionales o Estatales a que se dirigía la norma en su
conjunto:
19
Congreso de Colombia, Gaceta 261/12, Informe de Ponencia segundo debate, Proyecto de Ley 159 de 2011 senado, 196
de 2011 camara. El texto corresponde a apartes del numeral 4.1 correspondiente al título PONENCIA PARA SEGUNDO
DEBATE EN SENADO (CUARTO DEBATE), subtítulo Situación actual de la administración de justicia y la legislación procesal.
C.G.P? La respuesta es positiva y para así decirlo baste mirar líneas arriba en el
mismo informe de ponencia lo expresado por la Comisión correspondiente al
redactar los objetivos:
“ (…)
a) Adoptar un nuevo estatuto procesal que regule toda la actividad del proceso judicial,
elaborado con el propósito de mejorar el sistema de administración de justicia. El nuevo
Código tiene en cuenta instituciones jurídicas que han sido exitosas en otros países sin
desperdiciar los logros de la legislación y jurisprudencia procesal colombiana.
b) Erradicar los factores normativos que dificultan la eficacia de la función jurisdiccional, con
base en la experiencia acumulada por la gestión judicial en el marco del régimen procesal
vigente.
c) Corregir las prácticas indebidas, enquistadas en las estructuras procesales actuales, que
entorpecen el avance adecuado de la actividad procesal.
e) (sic) Unificar los procedimientos no solo para los asuntos declarativos sino también para los
ejecutivos, y de esta manera hacer más sencillos los trámites judiciales.
f) Modernizar los procedimientos aprovechando las ventajas que ofrecen los adelantos
tecnológicos para la ejecución de la actividad judicial. (…) “
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Art. 124.- Modificado. Decreto 2282 de 1989, Art. 1. Num. 68. Términos para dictar las resoluciones judiciales. Los jueces
deberán dictar los autos de sustanciación en el término de tres días, los interlocutorios en el de diez y las sentencias en el de
cuarenta, contados todos desde que el expediente pase al despacho para tal fin. En los mismos términos los magistrados
deberán dictar las providencias que les corresponde o presentar los proyectos de las que sean del conocimiento de la sala;
ésta dispondrá de la mitad del respectivo término para proferir la decisión a que hubiere lugar, que se contará desde el día
siguiente a aquél en que se registre el proyecto en un cuadro especial que se fijará en lugar visible de la secretaría. En caso
de que haya cambio de magistrado o de juez, los términos correrán de nuevo a partir de su posesión. Cuando el vencimiento
de un término sea ostensible, el juez resolverá lo conducente sin necesidad de informe previo del secretario. En lugar visible
de la secretaría deberá fijarse una lista de los procesos que se encuentren al despacho para sentencia, con indicación de la
fecha de ingreso y la de pronunciamiento de aquélla.
Así mismo, queda clara la intención del legislador de poner coto a la moratoria
judicial cuando en el citado informe de ponencia también señala:
(…)
Ahora bien, los informes elaborados por el Banco Mundial, no son los únicos estudios
internacionales en señalar la debilidad de la justicia colombiana en términos de celeridad.
Otros informes coinciden con el diagnóstico del Banco Mundial, como se explica a
continuación: (…)
Por su parte, el Informe de Competitividad Global 2011-2012 del Foro Económico Mundial
(FEM), ubica a Colombia en el puesto 88 entre 142 países en el indicador que mide la
eficiencia del marco legal para resolver disputas.
(…)
Así mismo, los informes nacionales sobre la celeridad y congestión de la justicia civil también
presentan una situación poco halagüeña. En ese sentido, en lo que respecta a los procesos
ejecutivos, las cifras de celeridad en la Administración de Justicia son preocupantes. Según
Asobancaria, un proceso ejecutivo hipotecario en Colombia tarda en promedio 6.6 años en
ser resuelto, habiendo casos incluso en donde la duración puede ser de hasta 10 años.
Una vez más, la respuesta es afirmativa y para ello, antes de puntualizar algunas
discrepancias respecto a los que presentan otra interpretación, sustento este
argumento, con las siguientes premisas argumentativas:
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Ver artículo 101 y 120 de la Ley 1098 de 2006.
22
Término traído de la obra de Bonilla Mercado Daniel, Teoría del Derecho y trasplantes jurídicos, Ed.Jurídico, 2009.
Esta labor del legislador, para el caso de la producción del artículo 121, contó
además con la labor de observadores externos que presentaron sus respectivos
comentarios y de la misma socialización en los distintos foros y audiencias
organizados en varias ciudades del país, las constancias dejadas por los Senadores
en el debate ante la Comisión Primera Constitucional Permanente del honorable
Senado, así como de las recomendaciones presentadas por el Gobierno Nacional y
que se basan en las consideraciones de la Comisión de Revisión del Proyecto de
Ley por el cual de adopta el Código General del Proceso. Todo ello, hipotéticamente
no blinda de yerros a la Ley, pero, se considera que tal producción, así diseñada,
debe dotarse de una eficacia tal que se requiera de una fuerte carga argumentativa
para desvirtuar la finalidad del legislador, expresada en las precisas palabras “pleno
derecho”, entendidas en su lenguaje disciplinar habitual.
23
Ver Bernal Pulido Carlos, el derecho de los derechos, Ed. Uniexternado, 5ª edición, 2008. El auto
allí define el criterio de saturación como: El fundamento de las decisiones constitucionales será tanto
más racional cuanto más se base en argumentos que cumplan la máxima de saturación. Según dicha
máxima, todo argumento debe ser completo, es decir, debe contener todas las premisas que le
pertenezcan.
No puede sólo limitarse el análisis de la actitud de las partes como una carga que
sobrevino al proceso sin poder humano que lo impidiera, cual si el Juez fuera un
convidado de piedra en la resolución de la Litis.
Mejía Quintana Oscar, “La norma básica como problema iusfilosófico. Tensiones y
aporías del positivismo y las apuestas pospositivistas de superación”, en Numas Gil
(compilador), Filosofía del Derecho y Filosofía Social (Memorias Tercer Congreso
Nacional), Bogotá D.C.: Grupo Editorial Ibáñez, 2006, pp. 195-268.