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NO ME RECONOZCO AUTORA DE ESTE LIBRO. SÓLO HE SIDO UN IMPERFECTO
CANAL PARA LA SABIDURÍA UNIVERSAL QUE DESEA EXPRESARSE A TRAVÉS
DE MÍ COMO UNA DE SUS PARCIALIDADES.
2
Indice
Cap. I: El mundo como manifestación de Dios ................................................ 4
3
CAPÍTULO I
EL MUNDO COMO MANIFESTACIÓN DE DIOS
Dios existe.
Dios no existe.
La sustancia del mundo es material.
La sustancia del mundo es espiritual.
El azar rige al universo.
Una inteligencia rige al universo., etc., etc.
Quizás nunca nos detuvimos a pensarlo, pero sin saber porqué, adherimos
en cada caso a alguna de estas afirmaciones y no a su contraria. Y no sólo eso:
quienes comparten la creencia en alguna o varias de ellas evidencian una actitud
básica similar ante la vida. Por ejemplo, reaccionarán distinto frente a una
adversidad quienes consideren que todo es fruto del azar que quienes vean en
ella un designio divino.
4
No nos detendremos aquí a considerar el proceso genético por el cual
algunos adhieren a una creencia y otros a otra. Apuntemos sencillamente que
dicho proceso resulta de condiciones psicológicas, familiares, sociales e históricas,
de la sensibilidad y de la intuición propias de cada quien, y de factores
imponderables relacionados con nuestra libertad esencial.
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CAPÍTULO II
EL MISTERIO DE SER UN YO EN UN MUNDO
6
lenguaje común en la naturaleza, pero como en todo diálogo auténtico, en éste
también hay lugar ¡y mucho! para la sorpresa.
Yo soy. Yo existo. Así dude de todo lo que hay en el mundo, no puedo dudar
de mi propio ser. Este basamento, firme como una roca, fue paradigmáticamente
establecido por Descartes.
Este Yo tan poderoso queda luego sin embargo aprisionado en la trama que
él mismo construyó.
7
Sólo existo yo. Solipsismo radical. Yo mismo creo y sostengo el mundo
inconscientemente, del mismo modo como lo hago con las distintas
funciones fisiológicas (digestión, circulación, secreciones internas y demás
órganos y sistemas), o en el sueño, donde creo mundos que se me
aparecen como reales y distintos a mí.
Una idea similar, pero partiendo desde la pluralidad de los yoes, es la del
Inconsciente Colectivo de Jung. Lo inconsciente crea la conciencia a partir
de sí mismo. Pero al ser inconsciente actúa como un otro respecto de mí
mismo/a.
8
La elección entre confiar o no confiar en la realidad de dicha distinción
constituye un acto de fe. La razón no puede terciar, pues la distinción Yo /
No-Yo es previa a ella misma.
“Yo” soy un “desde aquí” íntimo, una familiaridad de ser; una perspectiva
desde dónde percibo el universo. Yo soy mi dato más inmediato: el centro de la
experiencia de ser.
9
En Mí confluyen y se diferencian el Yo y lo No-Yo: Yo soy el locus
apparitionis del mundo como experimentado. Soy un foco de ser, desde el cual el
mundo es.
Esa interioridad de ser que soy está siempre ahí. Yo acompaño siempre los
fenómenos, “estando ahí”, pero sin confundirme con ellos. Nada puede predicarse
de Mí; ninguna determinación, ninguna característica, pues Yo estoy siempre “un
paso más atrás”, como testigo o lugar de lo fenoménico.
Lo No-Yo
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todo observador. El solo identificarla como “piedra” ya requiere de un Yo
conceptualizador. A semejanza del legendario Rey Midas, que todo lo que tocaba
lo convertía en oro, Yo transformo en “para-Mí” todo aquello con lo cual Me
relaciono.
Yo Básico y Yo Psicofísico
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Los Otros
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los seres humanos, el misterio de las afinidades determina el acercamiento o
alejamiento de los Yoes entre sí.
1
La perspectiva dialógica del mundo a la que hicimos referencia más arriba tampoco se puede transferir,
siendo también, en ese sentido, una experiencia mística. Pero es, si se quiere, más accesible “al común delos
mortales”, pues sólo requiere una cierta actitud de “apertura receptiva” hacia el mensaje del mundo. No es
comunicable intersubjetivamente, pero es en cierta medida “contagiosa”.
13
CAPÍTULO III
EL MAL EN EL MUNDO
Pero la ciencia, para ser tal, debe limitarse a describir cómo suceden las
cosas, cómo se encadenan los acontecimientos unos a otros en la modalidad de
causa a efecto. Para ello, utiliza como herramientas de investigación la razón y los
sentidos.
14
a la filosofía le tocaría desentrañar la naturaleza del papel y dela tinta con los
cuales está escrito el libro, así como el mecanismo de nuestra visión y lectura del
mismo. A la religión, en cambio, le cabría pronunciarse acerca de quién escribió el
libro y porqué.
Frente a esta situación, ¿qué nos cabe esperar de las tres actitudes
mencionadas más arriba?
15
Para una concepción espiritual, el mundo está teleológicamente ordenado:
las series causales explicativas se agrupan alrededor de grandes líneas directoras
de sentido, que se trata de descubrir. Reconnoce la confluencia de series causales
en un hecho determinado, pero a la vez intenta develar, en un plano superior, el
ordenamiento direccional que las entreteje. No niega el determinismo, sino que lo
supera integrándolo.
La Libertad Humana
No puedo vivir sin proponerme metas, sin un proyecto vital. Tanto a nivel
individual como grupal o social, las cosas son, para el ser humano, aquello que
significan. Explícito o implícito, inmanente o trascendente, grandiosos o minúsculo,
todos los seres humanos rigen sus vidas según un fin jerárquicamente superior
que estructura los fines subordinados. Este fin privilegiado será, para algunos,
“servir a Dios”, para otros “servir a los demás”, “servirme a mí mismo”, “a mi
patria”, “a mis hijos”, “a mi cuerpo”, etc.
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El ser humano, ese formidable creador de sentido, reconoce a otros
forjadores de sentido cuando los encuentra: en este nivel, los demás seres
humanos y, a nivel cósmico, ese misterio llamado “Dios”. Quienes no lo perciben
proclaman consistentemente la “falta de sentido”, el absurdo del universo. Esa
postura es perfectamente válida y plausible, (aunque resulta difícil, desde ella,
explicar, por ejemplo, la “simple” coloración de las alas de una mariposa o la
delicada armonía de una flor). La sola presencia de la belleza en el Universo, valor
superfluo desde el punto de vista de la utilidad, obliga a dirigir la mirada hacia un
Autor con quien compartimos una cierta afinidad de lenguaje.
Entre los objetivos que puedo elegir, los hay éticamente buenos y
éticamente malos. Y así el ser humano se ha convertido en causa de gran parte
del bien y de gran parte del mal que existe en el mundo. Como en este trabajo nos
preocupa el tema de lo negativo, nos centraremos en él, señalando que el ser
humano, no a otro sino a sí mismo debe atribuir las guerras, las matanzas, la
violencia en general, la injusticia social, la mentira, la intolerancia, el odio y demás
males que nos infringimos unos a otros.
El Mal Natural
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físicas o mentales? ¿Cómo insertar en un contexto significante las catástrofes
naturales, en las que la furia de los elementos causa muerte y destrucción?
18
-un estado anterior del hecho u objeto en cuestión (por ejemplo, un jarrón
sano respecto a su estado actual de jarrón roto).
19
Esta aptitud de la consideración alternativa de la realidad fundamenta, a su
vez, otros dos rasgos distintivos de los seres humanos:
Si no tuviéramos una idea de cómo deben ser las cosas, nunca podríamos
compararla con lo que las cosas efectivamente son, proceso del cual surge la
percepción del mal como tal. El ser humano no se contenta con el simple ser de
las cosas, sino que que concibe cómo éstas deberían ser. Cuando el ser no
coincide con el deber ser, la diferencia da lugar a la percepción de lo malo.
Nuestra aptitud para percibir lo defectuoso testimonia nuestra facultad de concebir
lo ideal.
20
CAPÍTULO IV
CONSIDERACIÓN ALTERNATIVA DE LA PROPIA CIRCUNSTANCIA
La Circunstancia Física
Y así surgieron los diversos utensilios que la humanidad fue creando para
potenciar sus facultades corporales o adquirir otras nuevas. Previo a la creación
del instrumento, debe estar muy claro el concepto de la carencia que se desea
subsanar, y por lo tanto la visión de una función en ese momento inexistente.
La Circunstancia Psicológica
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Inteligencia, memoria, voluntad, creatividad, cualidades morales, percepción
estética, afectividad, destrezas y demás facultades son ejercitadas y conducidas
hacia objetivos previamente establecidos por la política educativa (educación
sistemática) o no (educación asistemática).
La Circunstancia Social
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La Decrepitud
¿Por qué? Envejecer es un suceso natural que compartimos con los demás
seres vivos, al igual que nacer, crecer, reproducirse y morir 2.¿Por qué aceptamos
ciertos aspectos de nuestro ser natural y repudiamos otros?
El Escándalo de la Muerte
2
Por cierto aun el proceso de reproducción goza de mala fama en ciertos paradigmas.
23
nuestro interior una íntima “seguridad de ser”. Vemos la muerte como algo “ajeno”
que nos sobrevendrá algún día: no nos sentimos constitutivamente mortales.
La Enfermedad
24
Queda claro, entonces, el relativismo del valor social de una disfunción. Sin
embargo, queda igualmente claro que cada uno/a está capacitado/a para
reconocer el buen y por lo tanto el mal funcionamiento de un órgano. Y así
reconocemos a nuestro alrededor ojos que no ven o ven mal, oídos que no oyen u
oyen mal, nervios que no transmiten los impulsos nerviosos o que los transmiten
mal, etc. La medicina ha desarrollado, con éxito variable, artes y técnicas para
corregir o al menos paliar dichas deficiencias.
3
“El Creador nos ha dado la vida para vivir sanos, siendo la enfermedad fruto de nuestra ignorancia y de
nuestros errores” (Acosta y otros, Tratado de Naturopatía Superior, Ed. Cabal, Madrid, p. 105)
25
perecerá. La especie humana, en cambio, no se conforma con el hábitat que le es
dado: quiere recorrer toda la Tierra y aun los demás planetas y las estrellas.
4
Resulta paradójico, después de lo que hemos visto, que el término “humanitario” equivalga a “compasivo”.
26
Cada vez que nos encontramos frente a un hecho del cual desconocemos
la causa, lo atribuimos al azar. Cuando tiramos una moneda al aire, decimos que
la casualidad determinará de qué cara caerá. Pero si conociéramos con exactitud
todos los factores que intervienen en su caída (fuerza y dirección del impulso de
nuestra mano, distribución exacta del peso de la moneda, etc.) podríamos prever
la respuesta. No se trata aquí de azar, sino de ignorancia acerca de la totalidad de
las causas intervinientes.La auténtica casualidad es la ausencia de causa.
27
perspectiva creyente, la conexión de los hechos entre sí revela por sí misma la
inserción de una Inteligencia rectora en el acontecer universal.5
5
Permítaseme referir aquí una anécdota personal. Creo haber presenciado un milagro en mi vida, pero la
certeza de la existencia de Dios también se me hace patente en todos los hechos, aun los más banales y
cotidianos: por ejemplo, la caída de los dientes de leche. Dicho acontecimiento siempre me había intrigado,
pues no lograba entender su finalidad. ¿Para qué nacer equipados con doble provisión dentaria, y desechar
una de ellas al cabo de seis años? Si era a causa de su desgaste por el uso, ¿por qué no cambiarlos hacia la
mitad de la vida, pongamos por caso, a los treina o cuarenta años? Un día caí en la cuenta de que una
respuesta posible podía ser la relación de tamaño entre los dientes y la cabeza: las mandíbulas de un niño
pequeño son demasiado chicas para que los dientes definitivos se acomoden en forma regular; a su vez, los
dientes de leche resultarían insuficientes, por su tamaño, para las mandíbulas y las necesidades de un adulto:
de allí el cambio a los seis años. Me parece muy patente la “mano” de Dios en la previsión de este detalle.
28
Las cosas que consideramos “malas”, ¿son errores de Dios?
También el caso de los genios, o sea los niños con habilidades llamativas y
precoces para determinadas actividades (matemáticas, piano, etc.), inexplicables
desde la óptica occidental, es usado como argumento, para su cabal comprensión,
para ensanchar los estrechos límites de la vida biológica del individuo.
29
Los hechos de las malformaciones congénitas y de los genios, si los
consideramos en el marco de una totalidad moral significante garantizada por un
Dios bueno, poderoso y sabio, encuentran una posibilidad de sentido en el marco
del paradigma de la reencarnación de las almas.
Pero, ¿Y Su bondad?
6
Zoroastro (Persia, s. VI a.C.). Al reformar la religión persa incluyó a Ahura Mazda como dios del bien y a
Ahrimán como ente maligno, recogiendo su doctrina en el libro sagrado, Zend Avesta.
7
Mani (Babilonia, s. III). Fundó una religión dualista, en la que el mundo es visto como un campo de batalla
entre las fuerzas del mal y las fuerzas del bien.
30
Si optamos por pensar que Dios permite el mal en este cosmos, conferimos
al mal un sentido dentro del plan divino: en última instancia, el mal también sería
“para bien”. Sería la tesis el libro de Job y del Antiguo Testamento en general.
Giro Copernicano
31
Para formular dichos pensamientos, el ser humano debe poder tomar
distancia de su circunstancia para considerarla críticamente. Ahora bien, ¿cómo
podría un ser puramente natural tomar distancia de la Naturaleza, y, más aun,
verla como carenciada? Nosotros humanos nos sentimos inmersos en una
situación deficitaria, nos hallamos “incómodos” en nuestra circunstancia. Esta
“incomodidad” es problemática. Nuestro yo padece de “nostalgia de perfección” en
un mundo que considera imperfecto. Esta situación parece sugerir que el ser
humano no es un ser puramente natural, porque si así fuera, no podría “salirse” de
lo natural para considerarlo alternativamente, fantaseando sobre lo que lo dado no
es.
32
CAPÍTULO V
A LA BÚSQUEDA DEL PARAÍSO PERDIDO
La Caída
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actualiza frente a cada deficiencia concreta, no puede provenir de este nivel de
realidad, pues remite a un estado que no se encuentra en él.
Pero el ser humano introduce una novedad: desea ser otra cosa, ser
“mejor”, cambiar su situación, ser “como Dios”, etc. Se siente carente de algo y por
ende desea. Pareciera que, aun en el estado ideal paradisíaco, lleváramos
incorporada esa sensación de carencia, de deficiencia, que es el fundamento de la
percepción del mal. La tradición mítica, depositaria del autoconocimiento
arquetípico de la humanidad, percibe la consideración alternativa como inherente
al ser humano.
El Relato Bíblico
34
Si el mundo fuera necesario, un Dios ajeno a él no lo sería: Dios y el mundo
coincidirían.
La Dualidad
La dupla binaria sí / no, ser / no-ser, parece por lo tanto estar a la base del
concepto judeo-cristiano de creación de mundos. Si hay algo más bien que nada
por voluntad divina, entonces dicha voluntad jerarquizó la existencia por encima de
la no-existencia: Dios se lanza a la aventura del “haber” en el modo de la dualidad
pluralizada. El mal, el no-ser, aparece como la sombra, el trasfondo necesario para
8
Todas metáforas antropocéntricas, a falta de una forma mejor de expresarlo.
9
Desarróllese o no en un marco temporal.
35
que se destaque la figura del ser, y viceversa. Todo lo existente está transido por
la dupla “sí-no”, en dos modalidades:
36
Intentaré discriminar las metas generales tras las cuales la humanidad
parece alinear sus objetivos intermedios o subordinados.
b. Ansia de Perdurabilidad
Desplazarse de un punto a otro por mar, tierra y aire, cada vez con mayor
rapidez y comodidad, aparece como uno de los objetivos más característicos de la
civilización tecnológica, o sea, occidental.
37
Desde la invención de la rueda, la domesticación de animales de transporte,
la construcción de rutas, carros, naves, trenes, autos, aviones, cohetes y demás
vehículos, Occidente amplía sin cesar las coordenadas y la velocidad de sus
desplazamientos espaciales. Cada vez viajamos más lejos, más rápido y más
cómodamente, dándose por sentado que ello constituye un bien en sí mismo.
d. Comunicarse a Distancia
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auto más confortable podrá manejarse con menor cantidad de movimientos y
permitirá gozar en su interior de un microclima que me aísle del calor, del frío, de
los ruidos, del Sol, y en general de las vicisitudes climáticas del ambiente exterior.
f. El Afán de Poder
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sufrimiento. Pero hasta el peor torturador busca, en algún lugar, la paz y el afecto
que se le escabullen. La persona necesita de la armonía y del amor para ser feliz;
el gozo en el sufrimiento ajeno se revela, a la larga, degradante e insatisfactorio.
En su evolución, el ser humano termina por valorar y gratificarse más con el
respeto y el amor que con el temor de sus semejantes. Algunos visionarios se han
afanado, con éxito efímero, en proponer la no-violencia como medio de acción. La
carrera actual hacia el aumento del material bélico en lugar de su disminución
permitirá obtener muchas cosas, pero jamás la felicidad.
40
La especie humana desea conocer todo: lo pequeño y lo grande, lo cercano
y lo lejano, lo que sucedió y lo que sucederá. El conocimiento resulta ser,
entonces, un modo de superar las barreras espacio-temporales, poniendo a
nuestra disposición el pasado y el futuro, el micro y el macrocosmos.
41
distinto, tornarlo su amigo, como el Principito con el zorro en la novela de Saint-
Exupéry.
42
comunicarnos con él. Tanto cuando hacemos ciencia pura como cuando
invocamos conscientemente a Dios, estamos a la búsqueda de ese gran Tú que
nos devele el sentido de encontrarnos siendo en este mundo y en esta
circunstancia.
43
Contrariamente a lo que afirma el Eclesiastés, no sólo existe lo nuevo bajo el Sol,
sino que es algo muy cotidiano.
Todos nuestros gestos, aun los más ínfimos, si surgen “de dentro”, de la
fuente primigenia del Yo, son únicos, porque cada Yo es único. Dar expresión a mi
propia peculiaridad y exteriorizarla bajo una forma hasta ese momento inexistente
me gratifica muy especialmente. Lamentablemente, nuestra alienante civilización
del consumo no nos brinda muchas oportunidades en este sentido, y ello redunda
en detrimento de nuestra salud física y mental.
44
Estructura expresivamente lo Ello para tornarlo portador de la
interioridad del Yo, y
Constituye una señal de presencia de Yo para un eventual receptor, o
sea, para otro Yo.
45
Sin embargo, Yo sé positivamente cuándo me encuentro frente a otro
Yo. Poseo un sentido que me indica cuándo me encuentro frente a una
espontaneidad, a un centro de ser distinto del mío propio. Podríamos
denominarlo “facultad de percepción del Otro”. El Yo intuye la expresión y el
llamado de otro Yo. Este sentido, como todos los demás, se encuentra
diversamente desarrollado en cada persona. Consideraremos este tema más
detenidamente en el próximo apartado. Dicha “facultad de percepción del Otro”
es la que debo ejercer para poder captar el mundo como expresión divina.
i. La Necesidad de Diálogo
Para que haya comunicación, alcanza con que haya un lenguaje común, o
sea, un intercambio de mensajes. Así se puede decir que me comunico con una
computadora. También me “comunico” con la empleada de ventanilla que me
vende un boleto de subte o con el mozo del bar que me sirve un café. Mediante un
código común, emitimos y recibimos información: nos comunicamos. Dicha
comunicación sucede en la mayoría de los casos sin un compromiso real del Yo.
46
Ello no sucede el reconocimiento mutuo de dos centros de ser. Yo trato lo Ello
como algo que no tiene en su interior un foco de patencia de ser y lo Ello se
comporta conmigo de idéntica manera. Existe un mutuo ignorarse, una cerrazón
recíproca.
Sin embargo, si lo invocamos12 o nos sentimos invocados por él, dicho Ello
se transformará en un Tú. Es mi apertura la que varía: si sé escuchar, cada ente
me enviará su mensaje peculiar. Cada ámbito de lo No-Yo exigirá su propia
modalidad de encuentro y de diálogo.
Pero así como puedo ampliar el campo de los Tú, también puedo
restringirlo. Puedo cosificar al prójimo tratándolo como si fuera un Ello, o sea, no
reconociéndolo como foco de ser ni dejándome reconocer como tal por él. Esta
relación, lamentablemente tan frecuente en nuestro trato cotidiano, resulta
mutuamente empobrecedora.
12
En el sentido etimológico de “vocación” como “llamado”.
47
La Capacidad de Diálogo y la Libertad
No todos los entes poseen libertad; pero ello no invalida su aptitud para ser
un Tú en potencia. La Cábala, el sistema místico del judaísmo, lo expresa
alegóricamente afirmando que cada ente “inanimado” está regido por un ángel.
Por ejemplo, el planeta Tierra tiene un ángel que lo gobierna, haciéndole cumplir
todas las leyes físicas, químicas y biológicas instituidas por la Inteligencia Divina.
Dicho ángel no es libre, porque no puede apartarse de las órdenes divinas, pero
no por ello deja de ser un interlocutor en potencia si sabemos “sintonizar” la “onda”
adecuada.
Todos los seres que conocemos, con excepción del ser humano, aceptan
sumisamente la colosal voluntad de Dios que se expresa a través de ellos: leyes
inmutables grabadas en la materia, conductas instintivas de los seres vivos.
Nosotros mismos, en este nivel de realidad, estamos muy lejos de ser totalmente
libres. Fuera de nuestro poder de decisión quedan el hecho mismo de nuestra
propia existencia, su modo y circunstancias (este cuerpo, esta familia, esta fecha
de nacimiento y de muerte, este país, este estrato social, etc.), el funcionamiento
de nuestros órganos y sistemas (respiración, digestión, latido cardíaco,
fecundación, gestación, regeneración epitelial, etc.). Pero todo Ello, libre o no,
puede tornarse un Tú, y viceversa. Todo dependerá de la actitud que adopte el Yo.
j. El Encuentro
El Ocultamiento
13
Que a la vez niega y conserva
48
desesperadamente, la mirada del Otro puede tornarse un infierno, pues lo fuerza a
develar lo que pretende ocultar.14
14
Cfr. la obra de teatro Huis-clos de Jean-Paul Sartre.
49
Si somos capaces de ver en todo No-Yo a un Tú, podremos acceder al
deseo del bien de todas las criaturas. La extrapolación del amor nos conduce al
reinado del amor universal, anticipado en Isaías XI, en el cual cada criatura desea
el bien de todas las demás, consumándose la superación terrenal de la egoicidad,
es decir la máxima negación posible del yo en el marco de la separatividad de las
conciencias.
j. La Intuición de Dios
Dios, por definición, no puede ser un ente natural. Como debe dar cuenta
de la existencia de todo lo natural, no puede estar encerrado en sus límites.
50
ser “salirse” de su propio marco dimensional y bucear en coordenadas ajenas a
las de su propia existencia? Sin embargo, hay que rendirse a la evidencia de
millones de seres humanos a lo largo de la historia y de la prehistoria: la
humanidad indaga más allá de sus propios límites espacio-temporales.
La consideración alternativa le permite al ser humano ver que las cosas que
lo rodean no son Dios. Pero ¿de dónde extrae siquiera la idea de Dios y, en
general, las ideas que superan en excelsitud a las realidades de este mundo?
¿Alcanzará para explicarlo con recurrir a la facultad de la imaginación, o habrá que
suponer estancias en otros órdenes de realidad? La investigación parapsicológica
no ha dado hasta ahora un corte científico a esta disyuntiva. Las diversas
religiones y espiritualidades, en cambio, se pronuncian decididamente por la
segunda alternativa.
k. La Búsqueda de la Felicidad
51
El yo psicológico accede a lo físico, a lo intelectual y a lo moral a través del
tiempo. Como todo lo temporal es perecedero, el placer que de ello depende
también lo es.
Y ¿qué es la felicidad?
El ser feliz no percibe el mal como tal. Visualiza cada carencia como una
oportunidad de cooperar con la creación, el mantenimiento y el enriquecimiento
del universo.
52
diarios no son los determinantes de su estado de ánimo. Si bien la afectan, lo
hacen en mucho menor medida que a quien está centrado en la búsqueda del
placer. La felicidad descansa sobre un estado de consolidación interna del Yo, que
se manifiesta en un desapego de los bienes transitorios.
Como en este mundo siempre el ser humano encontrará algo para corregir,
algo que esté “mal”, los logros obtenidos, sean cuales fueren y de cualquier
ámbito, nunca son definitivos. Por eso la felicidad aparece más ligada con la lucha
que con la victoria. Más que depender del logro de algún objetivo en particular,
tiende a constituirse en un estado del Yo independiente de las vicisitudes externas.
l. El Paraíso Recuperado
53
haciéndose sentir, casi como si no existiera, se adaptaría dócilmente a nuestros
designios.
54
luz todas las impurezas. También nuestra necesidad de amor se vería colmada por
el reinado del amor universal entre las criaturas y por la proximidad a la fuente
suprema del amor.
ll. Conclusión
Hemos intentado discriminar aquí las grandes asíntotas hacia las que
tiende la actividad humana, en sus rasgos más significativos y generales.
Consignando los macro-objetivos de la especie humana, los hemos llevado a su
máxima expresión posible, imaginando cómo sería nuestro estatus existencial en
caso de que alcanzaran cumplimiento absoluto.
No somos una tabula rasa como quería Locke, sino que traemos impresos
objetivos por lograr que no son de este mundo y que, por lo tanto, no pueden
provenir de él. Nuestra “programación” excede el nivel de realidad en el que nos
hallamos siendo.
15
Aunque también en Eclesiastés (III, 15) leemos: Lo que ahora existe ya existió en lo antiguo y lo que va a
existir ya ha existido; Dios hace que vuelva lo que ya fue en el lejano pasado y desapareció. Esta cita parece,
a primera vista, apuntar hacia una concepción cíclica de la historia. Pero dentro de nuestro marco de análisis,
podríamos interpretarla como una referencia a ese pasado que suele aparecer en los mitos de todas las
tradiciones como “paraíso” o “edad de oro”; un estado que se distingue antológicamente del actual, que por
algún motivo perdimos y que intentamos reconstruir con los elementos materiales que encontramos a nuestro
alcance.
55
las especies perece. El ser humano, en cambio, habita desde el Polo hasta el
Ecuador, ha ido a la Luna y explora el espacio exterior.
El defasaje entre ese modo de ser deseado y el modo de ser en el que nos
hallamos siendo constituye, propiamente, lo que llamamos el mal. Cuanto más se
aleje la realidad de dicho ideal, mayor nos parecerá el mal con el cual debemos
habérnoslas. La percepción del mal presupone una comparación entre un mundo
dado real y un estado no-real de las cosas.
La percepción del mal nos provoca sufrimiento. Por lo tanto, la causa última
del sufrimiento humano radica en hallarnos siendo en un mundo que juzgamos
falible, en condiciones de vida imperfectas, siendo capaces, al mismo tiempo, de
imaginar y anhelar otras diferentes. Encontramos que ni nuestro mundo ni
nosotros mismos son lo que debieran ser, y denominamos “mal” a la diferencia
entre el ser y el deber ser de ambos.
56
¿Hemos existido previamente en ese estado hacia el cual tendemos? ¿Lo
hemos conocido de alguna manera?
57
CAPÍTULO VI
EL PORQUÉ DE LA DEFICIENCIA
58
La conciencia de un defasaje entre “ser” y “deber ser” fundamenta,
asimismo, nuestra percepción del mal y su secuela de sufrimiento. Quien no
discrimina en lo existente lo “bueno” y lo “malo” no sufre ni intenta modificar una
realidad percibida como deficiente para aproximarla a un ideal preestablecido.
Partimos del supuesto de que, así como nuestro cuerpo es una forma de la
materia universal, también nuestra conciencia individual es una forma de la
conciencia universal, Dios individualizó la conciencia al dotarla de un cuerpo
material. La pareja arquetípica, al comer el fruto del conocimiento del bien y del
mal, no sólo modalizó lo existente en bueno / malo, agradable / desagradable, y
demás polaridades. También “achicó” su conciencia a un puntual “desde aquí”, a
un ser material perecedero, sede, en su finitud, de la dualidad sí / no, otorgando
preeminencia a su condición de mortal, pero sin perder por ello una inexplicable
nostalgia por un mundo diferente.
Dios le insufla vida a Adán mediante Su aliento (Gén. II, 7). Después del
episodio del fruto prohibido, en una actitud aparentemente contradictoria, coloca
una espada flameante para impedirle el acceso al Arbol de la Vida (Gén. III, 24). Si
Dios no hubiera querido que Adán permaneciera con vida, Le hubiera bastado con
retirarle el aliento vital previamente insuflado. El aliento vital divino es
autosustentante por definición: no requiere de ningún agente externo -llámese
“Arbol de la Vida” u otro- para subsistir en su ser. Quizás debamos comprender
entonces que el “Arbol de la Vida” proporciona vida eterna al cuerpo material de
quien ingiera su fruto. Ello no formaba parte del designio divino: quizás no
estábamos destinados a la vida eterna en el modo de ser corporal individualizado.
59
al adoptar una conciencia de dualidad. Penoso sería estar condenados a la vida
eterna en un mundo de imperfección y sufrimiento. Envejecer interminablemente
en este cuerpo físico no constituye por cierto una perspectiva demasiado
atrayente…La vida eterna que añoramos en nuestras fantasías no conlleva
decrepitud y envejecimiento constantes, sino una plenitud de ser con cierto
componente intemporal que remite a un nivel de realidad distinto de aquél en el
que nos encontramos siendo.
Según el relato bíblico, hemos caído por nuestra propia cuenta en esta
dimensión de la conciencia, por “mal” uso de nuestro libre albedrío. Pero Dios
respeta nuestra decisión: no “rebobina” hacia atrás los acontecimientos a la
manera de un salvador Deus ex machina, sino que, por algún motivo, permite que
nuestra existencia se desarrolle en un mundo transido de negatividad y de
falencias, en el que aún la violencia, por ejemplo, no es patrimonio exclusivo de la
libertad humana, sino que aparece en todos los niveles de la Naturaleza. 16
16
Cabe acotar que, en un primer momento de la Creación, tanto el ser humano como los demás animales eran
vegetarianos (Génesis, I:29-30). Si bien las plantas también son seres vivos, parecen tener un nivel de
conciencia y sufrimiento menor que el de los seres más evolucionados de la escala biológica. Dado que la
Tierra conforma un ecosistema cerrado, parece imposible evitar que la vida de unos implique la muerte de
otros, al menos de los vegetales. Según el texto bíblico, habría tres etapas en la obra divina en esta Tierra: a)
un estado paradisíaco, b) el estado actual y c) un estado futuro en el que se vuelve a abolir la violencia de la
faz de la Tierra (Isaías XI:6-9). El ser humano pasa del estado a) al estado b) por su desobediencia a las
directivas divinas, pero parece arrastrar consigo, en su caída ontológica, a los demás seres vivos. ¿Cómo
subsistían los seres vivos en el estado edénico?
60
5. La historia, el cambio, la evolución, eventualmente el progreso. La
completitud de un mundo perfecto impediría cualquier mutación.
Consecuentemente, nuestras relaciones con todos los niveles de la
realidad (Dios, mundo, seres humanos, seres naturales) se
desenvuelven históricamente.
6. La presencia del trabajo en el logro de los objetivos humanos.
Obtener lo que deseamos, sea lo que fuere, nos cuesta trabajo. Tras
la expulsión del Paraíso, el mundo inmediato y accesible se
transformó en ajeno y distante, mediatizándose; nada estuvo más “al
alcance de nuestra mano”.
El texto bíblico parece sugerir que la lección hubiera podido ser menos
amarga de asimilar. Se podría interpretar que, en un principio, Dios nos instaló en
la separatividad insertándonos en una forma corporal efímera, pero sin permitirnos
perder el recuerdo de nuestra esencia inmortal. Centrados en la chispa divina
interior, la pareja arquetípica no concedía mayor importancia a la condición
corpórea. No se percibían desnudos, carenciados ni mortales (Gén. II;25 y Gén.
III; 3). Amos y guardianes de los demás habitantes del agua, del aire y de la tierra
(Gén. I;28), no sentían vergüenza ante la mirada del otro sobre el propio cuerpo.
61
focalizados en la chispa interior de conciencia y menos en sus cuerpos físicos
(Gén. II;25). El sentido de la advertencia divina (Gén. II;17) estribaría en que, si
dejan dominar su alma por los impulsos de su cuerpo (comer a pesar de la
prohibición), se apegarán a él y, olvidando su origen divino, creerán morir junto a
sus cuerpos mortales.
La Falibilidad Humana
62
aun esta cuestión aparentemente obvia debe ser voluntaria y conscientemente
conquistada.
¿Qué más pueden aportar a este tema los textos sagrados de la tradición
occidental?
La Excepción a la Regla
63
drama posterior. Luego instruye a Adán acerca de que puede comer de todos los
frutos del Huerto, salvo de los del conocimiento del bien y del mal (Gén. II:17).
¿Por qué el “no” es más irritante que el “sí”? ¿Por qué ese “no” incitó a
Adán a la desobediencia, a diferencia de las directivas de Génesis I? Todo sucede
como si Adán estuviera programado para el “sí”: frente a una directiva, no se le
ocurre no cumplirla; pero frente a un “no”, se plantea “¿y por qué no?”.
Hasta ese momento, las órdenes divinas eran absolutamente positivas, sin
contemplar siquiera la posibilidad del no acatamiento. En Génesis II:17, en
cambio, junto con la formulación de la prohibición, Dios describe las
consecuencias de la infracción, haciendo volar de esta forma la imaginación de
Adán. Adán aprende a distanciarse de la inmediatez de “lo que hay” para
incursionar en el área de “lo que no existe pero podría existir”, inaugurando esa
facultad humana que hemos denominado “consideración alternativa” (Cap. IV).
La Locución Divina
64
El tipo de respuesta que Dios requiere de la criatura humana, en cambio, es
consciente (de allí la modalidad dialógica), libre (de allí la no programación
automática a través del instinto) y responsable (Dios pone en conocimiento de
Adán las consecuencias de un eventual desacato: “Pues cuando comieres de él,
morir, habrás de morir” (Gén. II:17). Si para Dios lo más importante hubiera sido
concretamente que la pareja humana no comiera del fruto del árbol del
conocimiento del bien y del mal, simplemente habría cerrado en ellos el impulso a
comer de aquél árbol mediante una conducta instintiva como la que vemos en las
especies animales, que en estado natural evitan determinados alimentos.
Autodesconocimiento
Un Buda sabe que es un Buda y se comporta como tal, en tanto que un No-
Buda no sabe que es un Buda y, por ello, no se comporta como tal.
65
del mundo como acerca de nosotros mismos? ¿Cómo y por qué se origina la
distorsión del ser, posibilitadora del error? Los relatos primigenios acerca del
origen del ser humano proponen distintas respuestas míticas a estos
interrogantes.
Por lo tanto, el lugar ontológico de ocurrencia del error no puede ser otro
que el yo psicofísico. Y, en efecto, éste resulta ser el ámbito de la realidad en el
que sucede el ocultamiento del ser. El yo psicofísico evidencia vocación de
distorsión y de ocultamiento, aunque a la vez posee la facultad de discernir entre
las modalidades auténtica e inauténtica de ser. El ser humano puede distinguir en
sí mismo lo auténtico de lo inauténtico, lo verdadero de lo falso que son sus
propias creaciones.
66
mismo. La inmersión en el mundo de las determinaciones conlleva el pasaje de la
transparencia a la opacidad.
67
Avidya, la ignorancia básica, causa de nuestros errores y de nuestras falsas
opciones, que nos hace privilegiar a veces un modo inauténtico de ser, también es
lo que nos permite ser libres.
La Libertad Humana
¿Qué es la libertad?
Pero así como el piso contra el cual nos golpeamos al caer nos proporciona
simultáneamente el apoyo para reincorporarnos, o así como el agua que nos
68
opone resistencia al nadar también nos sostiene para tomar impulso, así es propio
de la libertad humana el utilizar los condicionamientos para realizar los fines
autopropuestos, ejerciendo la autorrealización del propio ser. Un ser libre se
autodetermina: esto significa que el impulso que dará lugar a la acción se origina
en su interior y no en factores externos.
69
de una bolilla o de una ficha, perfectamente determinados, sino en su complejidad
inaccesible para nuestro conocimiento limitado.
El “Tú” Imprevisible
Ahora bien, ¿por qué somos libres? Formulado desde una perspectiva
creyente: ¿por qué quiere Dios que seamos libres?
18
Una sociedad, por ejemplo, considerará inclusive “loco” a quien se aparte muy mucho de los cánones
respetados por la mayoría. Los límites entre “cordura” y “locura” varían considerablemente de una cultura a
otra; tienen que ver con la flexibilidad de sus normas y su aceptación de lo diferente. Ser considerado
“cuerdo” o no será proporcional a la capacidad del individuo de integrarse o no a su sociedad.
70
La Libertad Divina
71
¿Por qué querría Dios crear un ser parcialmente autodeterminado y además
optante?
Tras incorporar “el conocimiento del bien y del mal”, la pareja humana
arquetípica se torna, si cabe, “doblemente imprevisible”, pues a la falibilidad
gnoseológica se le agrega la ambivalencia moral.
72
puede hacer cambiar el rumbo de las cadenas causales de forma inesperada aun
para Dios. Para ello fueron necesarias la separación de la fuente divina, la
falibilidad y la constitución del semi-ilusorio / semi-real yo psicofísico del devenir.
La única forma que tendría Dios de “no saber” algo, sería respecto de los
designios de un ser libre en el modo de lo imprevisible.
73
en el mundo es concomitante con la posibilidad de nuestra libertad, y, a través de
ella, de un aspecto de la libertad de Dios.
¿Será muy osado analogar la existencia del mal en el mundo con un “mal-
estar” divino, similar al que sentimos los seres humanos cuando no expresamos
plenamente nuestra esencia? El propio universo, además de expresar a Dios,
también testimoniaría de un “sentirse mal” de la Divinidad, por no expresarse
cabalmente. Dios en este mundo “no es plenamente Sí mismo”, no “Se realiza” del
todo. Nuestra célebre “imagen y semejanza” con nuestro Creador incluiría,
sorprendentemente, el “mal-estar” de no encontrarse instalados en la plenitud del
ser.
74
criaturas sería imposible de no mediar la no-transparencia de la manifestación
divina, pues no se puede ser inauténtico bajo el resplandor de Dios. Viceversa, la
expresión divina nos resulta potencialmente opaca en razón directamente
proporcional a nuestra propia inautenticidad: cuanto más me alejo de mi propia
naturaleza, más me alejo de Dios.
Individualización y Mal
Para que algo finito pueda generarse a partir de un Todo infinito, debe
recurrir a la ilusión de separatividad, de alejamiento de la Unidad originaria.
Dios, la fuente primigenia, se torna cada vez más difuso y lejano a medida
que aumenta la individualización, la fragmentación, y el olvido de la pertenencia a
la totalidad. Surgen el Yo básico y el yo psico-físico.
75
no-plenitud del ser de una parte. La totalidad, por definición, es perfecta (en su
sentido etimológico de “completa”). No cabe predicar de ella que “todavía” le falta
algo, pues abarca el conjunto del desarrollo temporal.
CAPÍTULO VII
76
NECESIDAD O CONTINGENCIA DE ESTE UNIVERSO
22
Cf. Cap. III.
77
¿Cupo la posibilidad de que Dios no creara el universo? ¿Cabe la
posibilidad de que no siga sosteniéndolo?
Ser o no ser
Ser determinado o indeterminado
Poseer tales determinaciones o tales otras
23
El principio de la navaja de Occam (no multiplicar innecesariamente las hipótesis) sigue tan válido hoy
como en el momento de su formulación.
78
Estas opciones presupondrían por parte de Dios el ejercicio de una
alternatividad (un “esto” o “esto otro”) incompatible con la omnisapiencia,
omnipotencia y bondad divinas.
Aporía Divina
Este planteo acerca de Dios y del universo, basado en la visión bipolar ser /
no-ser propia de nuestra razón finita, nos conduce a la siguiente aporía:
79
Nuestra propia existencia como partículas divinas no conscientes de su
procedencia, testimoniaría, por un lado, una estructuración binaria, diferenciante,
según la dupla “sí / no”, y por el otro, una interpenetración de ambos opuestos,
puesto que se trata de una autodiferenciación en el seno mismo de la divinidad.
Hasta aquí hemos considerado el hecho global de que el mundo sea. Dicha
indagación culmina, o bien en el reconocimiento de la inadecuación de las
herramientas lógicas de nuestro pensamiento en lo que hace a formulaciones
totalizadoras acerca del Ser, o bien en la descalificación de la realidad de la
mutación, fenómeno que sin embargo registramos a diario. Obligados a admitir
que el misterio de la presencia imponente del ser excede la posibilidad de análisis
de nuestra razón dicotómica, recurrimos al aporte de las grandes tradiciones
espirituales de la Humanidad, a través de las cuales descubrimos las simultáneas
bipolaridad y dialecticidad de la Mente Divina.
24
No sabemos en qué medida las criaturas no humanas son o no conscientes de su origen divino. Sí
comprobamos en ellas su imposibilidad ontológica de “desobedecer” a Dios, o sea de infringir Sus leyes , Su
propósito para cada especie. En cambio, registramos nuestro propio ego, que se postula como aislado y
autosustentante en su parcialidad.
80
Ahora bien, avanzando un paso más en el requerimiento acerca del ser total
del universo, advertimos que el mundo, además de simplemente ser o estar ahí,
es de determinada manera. El devenir, como síntesis dialéctica entre el Ser y el
No-Ser, es pura dinamicidad, puro movimiento, pero carece de peculiaridades
distintivas. Sin embargo, la Dialecticidad Divina se concreta en cualidades
determinadas.
Si suponemos que nunca hubo tal estado de puro Ser, sino que siempre lo
Ente fue determinado, con mayor razón la negatividad, en su función diferenciante,
aparece como constituivamente ínsita en lo que hay.
25
Nuestra razón analítica “congela” el Devenir bajo la forma de las determinaciones. Para aprehender
cognoscitivamente la “película” del cambio universal, analiza uno por uno los “cuadros” estáticos de las
cualidades, cuando éstas, en realidad, se están continuamente transformando unas en otras.
26
También el relato del Génesis, en consonancia con las grandes tradiciones espirituales, parece sugerir que la
Mente Divina Se articula sobre la dupla “sí / no” y la consideración alternativa.
81
Necesidad o Contingencia de esta Configuración Particular del Mundo
27
Si lo único que hubiera fuese el bloque compacto de Ser de la Divinidad, lo Ente homogéneo sin
determinaciones de ninguna especie, ni siquiera podría suceder dicha consideración alternativa. Cualquier
disyuntiva requiere, para sustentarse, de la dupla bivalente “sí-no”.
28
El profundo saber que heredamos a través del lenguaje ha denominado “deliberar” a esta operación de la
mente, trasuntando su relación con el ejercicio de la libertad.
82
Frente a las distintas posibilidades de considerar la relación entre Dios y el
universo -el Dios inmóvil e inconmovible de Aristóteles, el Dios bíblico que,
aunque trascendente al mundo, de tanto en tanto incursiona en él, etc.- optamos
en este trabajo por concebir al universo como una manifestación divina. Se trata
nuevamente de un artículo de fe, vivenciable intuitivamente, aunque indemostrable
por la razón.
Ahora bien, los interlocutores de Dios sólo pueden ser Dios mismo
autofragmentado, pues nada hay fuera de Él. Para que la relación de interlocución
o diálogo fuera auténticamente tal, estos interlocutores debían ser libres y
autónomos; sobre todo, libres de reconcer o no la Presencia Divina. En efecto, si
se encontraran abrumados por Su plena Presencia y Majestad, experimentarían
necesariamente una rendición absoluta de la voluntad y un ansia irresistible de
fusión.
83
En nuestro nivel de realidad el despliegue de lo necesario apunta al
surgimiento de lo libre. Pero siendo que lo finito libre también es Dios, todo sucede
como si Dios, a partir de Su primigenia libertad de autodeterminación, pasara
primero por una etapa de expansión multiforme de lo necesario -plasmada en el
desarrollo de la Naturaleza- y luego por una finitud autoalienada pero libre,
concretada, aquí en la Tierra, en la forma del ser humano, para finalmente retornar
-si hemos de creerles a las grandes tradiciones esotéricas- a Sí Mismo, en una
colosal síntesis dialéctica de lo finito con lo infinito.
El Gran Porqué
84
cánones científicos habituales de nuestro finito entendimiento. El método científico
basado en las facultades humanas de los sentidos y la razón se limita, en última
instancia, a describir cómo suceden las cosas, pero se le escapa el porqué.
La Persona Divina
31
En sánscrito, el Juego de lo Divino en el universo.
85
La autofragmentación en múltiples formas de la monolítica unidad divina
remite a una creatividad que se expande en una suerte de juego evolutivo.
Asistimos y participamos del autodesarrollo de una fuerza que parece
complacerse en la multidiferenciación de Sus producciones. Dicho proceso de
enriquecimiento determinativo culmina, en nuestro mundo, en el encuentro con el
ser humano. Este existente, dotado de la libertad, a nivel consciente, de
reconocer o ignorar a Su Creador, de enfrentarlo o de amarlo, posibilita la
transmutación de la soledad divina en diálogo.
Dios y la Temporalidad
32
La kantiana forma pura a priori de la sensibilidad, según esta perspectiva, resulta derivada del
teleologismo del autodespliegue divino.
86
La primera acción divina, “al principio de los tiempos”, inaugura la
temporalidad. Pero todo podría haber acabado ahí: la Automanifestación Divina
podría haber surgido completa, “de un pistoletazo”, instantáneamente, de la fragua
divina, como Atenea de la cabeza de Zeus. Sin embargo, Su primer movimiento,
que instaura la existencia del mundo, lo hace en el modo de la procesualidad. Al
insertarnos como seres temporales en un mundo en evolución, Dios ha
determinado que Su “completitud” se desarrollara gradualmente para / en
nosotros. ¿Por qué ha preferido Dios expresarSe en un universo que, en su fluir,
configura un marco dinámico de temporalidad?
87
Desde una perspectiva gnoselógica absoluta, todos los seres pueden
reducirse lógicamente a un eterno presente, comprimiendo atemporalmente –para
un ser omnisapiente- el desarrollo de su ser. A pesar de ello, sucede la paradoja –
incomprensible para nuestra razón- de que el ser humano, con su libertad,
provoca a cada instante posibles bifurcaciones en las cadenas causales de los
acontecimientos. Su finitud optante introduce el misterio de lo imprevisible en el
desenvolvimiento temporal. Dios permite al ser humano representar en la tierra el
factor sorpresa, posibilitando así un diálogo creativo con imprevistos para ambos
interlocutores, paradigma buberiano del diálogo auténtico.
Estas chispas divinas de conciencia que somos los seres humanos, ¿para
qué se sumergieron en el mundo de lo efímero y cambiante, construyéndose
diversas envolturas35, de las cuales la material es la más densa de este mundo?
¿Es algo planeado desde el comienzo de los tiempos o es algo novedoso aun
para un ser supremamente omnisapiente? Si el ser humano es realmente libre, la
meta debería ser desconocida para el mismísimo Dios.
88
A mi entender, la disyuntiva “libertad humana vs. omnisapiencia divina” se
resuelve reconociendo que la meta de la historia es conocida, no sólo por la
divinidad, sino por nosotros mismos.
36
Denominación acuñada por Aldous Huxley en su libro homónimo para designar ese fondo común de
Sabiduría que reaparece, bajo distintas modalidades, en todas las culturas.
89
Propiamente histórico en Su relación con el ser humano
Supratemporal en Su completitud global.
CAPÍTULO VIII
90
PROPUESTA DE CONCLUSIÓN
Con la sola excepción del ser humano en este nivel de realidad, Dios recibe
el reconocimiento espontáneo de todas Sus criaturas, manifestado en el
sometimiento incondicional a Sus designios. ¿De qué otra forma interpretar, si no,
ese acatamiento universal a las leyes que denominamos “de la Naturaleza”?
Hemos visto que la posibilidad del mal es condición sine qua non de nuestra
libertad. El error, la no-autenticidad y las múltiples distorsiones que configuran el
gran drama cósmico-humano, con sus correspondientes secuelas de sufrimiento y
dolor, podrían ser el precio del retorno a Dios desde la libertad y no desde el
automatismo. La especie humana, a diferencia de sus congéneres naturales, tiene
la posibilidad de elegir colaborar o no en la tarea de la Creación.
37
Suplemento cultural del diario “La Nación” (19/04/92).
91
Puede sonar paradójico, pero la experiencia del mal garantiza a la criatura
humana el acceso a la Divinidad desde una situación de libertad y dignidad, y a
Dios la experiencia de un amor no inevitable.
Por otro lado, si Dios Se ocultara del todo y no tuviéramos el menor indicio
de Su existencia, nada nos incitaría a buscarLo. Este tampoco es el caso. La
complejidad y maravilla de la naturaleza, el “simple” hecho de la existencia del
mundo, así como el misterio de nuestra propia conciencia, constituyen mojones
que apuntan hacia una Inteligencia y un Poder trascendentes, indicadores que el
Creador deja tras de Sí, pasibles de llamar la atención de una criatura pensante.
El total ocultamiento divino implicaría, lisa y llanamente, el no despliegue del
universo.
92
Pero fue la única forma posible de multiplicar Mi amor.
EPÍLOGO
POR EL PROF. WALTER GARDINI
38
Sánscrito: “Tú eres eso” (Chândogya-upanishad, VI,8,7).
93
Ningún ser humano, en un momento u otro de su vida, puede evitar la
experiencia del mal. Lo más inmediato es el mal físico: enfermedades y muerte.
94
buenos que fueron marginados o muertos, condenados a la cárcel por delitos que
nunca cometieron.
Estos son los interrogantes que se han planteado las literaturas, las
filosofías y las religiones de todos los tiempos y son interrogantes que acosan hoy
a millones de seres humanos.
Las Respuestas
Otros prefieren aturdirse. Son como un enfermo que no quiere ver sus
males y desea evitar el diagnóstico; son como el avestruz que esconde su cabeza
en la arena. Se aferran a un rayo de luz, al placer, que también es una parte dela
vida, y lo absolutizan. Persiguen los paraísos artificiales de la droga, el alcohol y el
libertinaje.
95
En este callejón sin salida se inserta este trabajo de Ana Jachimowicz con
una respuesta nueva, fruto dela razón, la fe y su experiencia personal.
¿Por qué fue dada al hombre la libertad, la que, aun siendo el don más
precioso, es también el más peligroso? Es una consecuencia del fin conferido a la
existencia humana: la unión con Dios en el amor. El amor es libre o no es y Dios
quiere hijos y no esclavos.
96
buenos”. José fue virrey de Egipto y salvó a sus hermanos y a su pueblo de una
terrible hambruna.
Job perdió todo lo que había poseído: grandes bienes, mujer, hijos y
también la salud. En el abismo de sus sufrimientos logró percibir a Dios como una
realidad nueva: “Antes creía en Ti por lo que me decían los otros, pero ahora te
ven mis ojos”. El dolor destruye todos los falsos ídolos que se presentan como
absolutos y como meta última de la vida. También esto debería ser evidente, pero
¿cuántos lo reconocen en la vida ordinaria?
Razón y fe se unen en las páginas de este libro, pero no como en una fría
clase magistral, sino como una doctrina encarnada en la vida. Ana Jachimowicz es
una creyente. Acepta el mundo como un don y a través de las maravillas del
cosmos llega no a un Algo impersonal o a una Energía Cósmica, sino a un Tú,
Alguien con El Cual puede entablar un diálogo especial. Siente Su presencia y
describe Su amor, que se manifiesta en las luces y sombras de la vida. (También
el Artista Divino necesita las sombras para dar relieve y valor a Sus obras). Sus
palabras, sencillas y espontáneas, son el reflejo de una vivencia y de una profunda
convicción. No repite enseñanazas ajenas, sino que vive lo que escribe. Aunque
ella no hubiera confesado: “creo profundamente” y “me resulta evidente”, el lector
lo habría advertido inmediatamente. Este es el factor que más convence.
La autora cita una frase de Buda. Era un príncipe de la dinastía Sakya, rico
y feliz, y se llamaba Gautama. Su padre había hecho construir para él un
magnífico palacio con todas las comodidades y diversiones. Para hacerlo más feliz
le había prohibido salir. El contacto con la realidad de la vida habría podido
amargarlo. Un día, eludiendo la vigilancia, salió a la calle. Inmediatamente se le
acercó un mendigo hambriento que le pidió limosna; más adelante encontró a un
enfermo que gritaba por el dolor, después a un viejo que con gran dificultad podía
moverse y por último a un muerto llevado al lugar de la incineración. Entendió
inmediatamente que la vida que llevaba no era la verdadera. No tenía necesidad
de mendigar, pero seguramente también para él habría llegado, algún día, la
enfermedad, la vejez y la muerte. ¿Valía la pena vivir? ¿Podía ser éste el fin de la
vida?
97
Dejó todo y empezó una larga peregrinación con pausas de retiro y
meditación. Se transformó así en el Buda, el Iluminado. El contacto con la realidad
del dolor le había permitido descubrir el verdadero sentido de la vida: la práctica
de la benevolencia con los afortunados, y el amor compasivo por los que sufren, la
alegría junto a los buenos y la indiferencia hacia los malos. Así vivió él y así viven
los discípulos fieles a su doctrina.
Ana Jachimowicz cita también algunas palabras de Jesús. El era más que
un príncipe: era, según la fe cristiana, el Hijo de Dios. El Padre no quiso aislarlo
del mundo, sino que lo envió a él. Jesús entró en contacto con las múltiples
manifestaciones del dolor y del mal: todo género de enfermedades, ricos, egoístas
burócratas arrogantes, adúlteras, recudadores de impuestos, maestros hipócritas
del pueblo, un proceso injusto y la muerte en la cruz.
98
WALTER GARDIDNI
99