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TERAPÉUTICAS
POSITIVAS
Dr. Ismael Fernando Díaz Oropeza
Estrategias para construir alianzas positivas
Indice
Alianzas terapéuticas positivas ................ 10 Habilidades para establecer alianzas
Conceptualización de la alianza ................ 7 terapéuticas positivas ........................ 11
Factores del terapeuta asociados a alianzas Introducción ......................................... 5
positivas ......................................... 12 Monitoreo de la alianza terapéutica ......... 11
Referencias ........................................ 12
Estrategias para construir alianzas positivas
Introducción
La intervención terapéutica se da en el contexto de una relación entre cliente y terapeuta,
quienes se encuentran ligados uno con el otro por sus respectivos roles y por el contexto en el que
tiene lugar la interacción. Dentro de esta relación, se encuentra la alianza terapéutica que consiste en
el establecimiento de un pacto de colaboración entre cliente y terapeuta. Este pacto se caracteriza por
la construcción de un enlace, de un acoplamiento y de una conexión dirigida a una finalidad, que en
este caso es la resolución del problema del cliente.
Las metas constituyen la finalidad de las acciones emprendidas por clientes y terapeutas, las
tareas son cualquier actividad o trabajo que deberá realizarse en un tiempo determinado tanto dentro
como fuera de las sesiones y el vínculo es la unión entre el cliente y el terapeuta. Tiene la calidad de
positivo, es decir que posee una cualidad de cierto, efectivo, verdadero y que no ofrece duda.
Por otra parte, la alianza terapéutica contribuye a la adherencia que se refiere al grado de
involucramiento y apego de los clientes en su proceso. El involucramiento es la inclusión del cliente en
las decisiones sobre su tratamiento y el apego es la inclinación del cliente hacia la terapia, que se
traduce en una asistencia puntual a las citas, la participación activa para delimitar el problema y la
construcción de las metas terapéuticas, en la realización de las tareas propuestas por el terapeuta y en
el establecimiento de una relación de trabajo. También la alianza contribuye notablemente a la
efectividad de la terapia que se orienta hacia la obtención de resultados en el contexto de una terapia
conducida en escenarios naturalisticos.
Objetivo General
Que los terapeutas conozcan y apliquen las habilidades para construir, fortalecer y monitorear la
alianza terapéutica con sus clientes.
Estrategias para construir alianzas positivas
El término de alianza terapéutica surgió dentro del contexto de la teoría psicoanalítica. Freud
distinguió entre los aspectos neuróticos inconscientes del paciente hacia el analista (transferencia) y
los sentimientos positivos del analizado al terapeuta. Precisamente estos componentes positivos
basados en la realidad de la relación proveen la base para un vínculo terapéutico que se opone a la
neurosis del cliente (Horvath & Symonds, 1991). Para algunos autores, la alianza es parte de la
transferencia que representa la parte no neurótica de la relación entre terapeuta y paciente que
posibilita el insight y el uso de las interpretaciones del terapeuta (Corbella & Botella, 2003). Para
entender la alianza terapéutica se tiene que hacer una distinción con la transferencia, la cual se
compone de los impulsos y fantasías del cliente que son revividos durante el tratamiento. Por otra
parte, la mayoría de las definiciones de alianza terapéutica se refieren a la colaboración entre el
cliente y el terapeuta.
Hartley (1985) define a la alianza terapéutica como una relación compuesta por una “relación real” y
la alianza de trabajo. La primera se refiere al vínculo entre paciente y terapeuta, mientras que la
segunda es la capacidad de ambos para trabajar de forma conjunta para alcanzar los objetivos
planteados. La alianza de trabajo es similar a la alianza terapéutica, pero está menos caracterizada
por la transferencia y más por el sentido de una inversión compartida en el proceso del tratamiento
(Johnson & Wright, 2002).
El término de alianza de trabajo fue desarrollado ampliamente por Greenson (1967), para quien la
colaboración positiva entre cliente y terapeuta es uno de los componentes esenciales para una terapia
exitosa. Este autor reconoció que la alianza tenía dos elementos: intrapersonal (introyecciones del
terapeuta y del cliente) e interpersonal (la dinámica de la interacción cliente-terapeuta). Strupp
(1973) articuló estos elementos relacionándolos con todas las terapias, en un constructo panteórico
que daba cuenta de la efectividad de las intervenciones terapéuticas de todo tipo.
Basándose en estas conceptualizaciones, Bordin (1979) sugirió una definición panteórica de la alianza
terapéutica como el encaje y la colaboración entre el cliente y el terapeuta, identificando tres
componentes: a) acuerdo con las tareas b) acuerdo con los objetivos de la terapia y c) vínculo positivo
entre el cliente y el terapeuta. Las tareas se refieren a todas aquellas actividades y acciones que
forman parte del proceso terapéutico y que son percibidas como útiles por el cliente. También las
Estrategias para construir alianzas positivas
tareas abarcan la percepción del cliente sobre la habilidad del terapeuta para ayudarlo (Johnson &
Ketring, 2006) y la colaboración entre cliente y terapeuta sobre el cumplimiento de las actividades
durante la terapia (Johnson & Wright, 2002). Las metas terapéuticas se enfocan en el acuerdo mutuo
sobre el logro de objetivos a alcanzar las cuales pueden variar dependiendo del problema presente y la
postura teórica del terapeuta. Por último, el vínculo representa la parte de la alianza terapéutica que
comprende la relación humana entre el cliente y el terapeuta (Bordin, 1979). En esta dimensión, se
incluye el establecimiento de una relación basada en la aceptación, el respeto, la confianza y el
cuidado entre el cliente y el terapeuta.
La teoría de Bordin se fundamenta en 4 ideas fundamentales (Johnson & Wright, 2002): 1) todas las
formas de psicoterapia requieren una alianza, 2) la diferencia radica en el tipo de alianza requerida
para cada tipo de terapia (individual, familiar o de pareja); 3) la efectividad de la terapia se debe en
parte, a la fortaleza de la alianza; las distintas psicoterapias difieren en las demandas hacia el
terapeuta o al cliente y 4) la fortaleza de la alianza se determina por la compatibilidad de las
demandas de una alianza terapéutica particular y las características del cliente y el terapeuta.
A partir de la conceptualización teórica de Bordin (1979) se desprende que una alianza positiva se
produce cuando el cliente ve al terapeuta como apropiadamente cálido y como fuente de apoyo, que
vea las tareas presentadas como relevantes, lo cual implica que perciba al terapeuta como competente
y capaz de ayudarlo y comparta las mismas metas del tratamiento que su terapeuta (Johnson &
Greenberg, 1989).
Orlinsky y Howard (1986) consideran que la alianza es un vínculo terapéutico que se define mediante
los roles del cliente y el terapeuta, los cuales los definen y los conectan por derechos y obligaciones
recíprocos implícitos o explícitos en el contrato terapéutico. Las dimensiones del vínculo son (Orlinsky
& Howard, 1987): 1) la investidura del rol, que refleja el grado en que cada persona se apropia de su
respectivo rol 2) la resonancia empática, que se refiere a la habilidad de los participantes para
comunicarse en el mismo nivel y 3) la afirmación mutua, que consiste en la sensación de cuidar al otro,
asegurar el bienestar y la autonomía de los participantes.
Orlinsky y Howard (1987) distinguen entre vínculo y alianza terapéutica. El vínculo es un aspecto de la
relación humana que se forma entre clientes y terapeutas al involucrarse con las intervenciones
terapéuticas e incluye ciertas cualidades personales de los participantes. Mientras que la alianza
Estrategias para construir alianzas positivas
Gaston (1990) intenta reconciliar varias definiciones de la alianza terapéutica, proponiendo que se
trata de un constructo multidimensional compuesto de 4 dimensiones relativamente independientes: a)
la capacidad del cliente para trabajar propositivamente en terapia, b) el vínculo afectivo entre cliente
y terapeuta, c) el entendimiento empático e involucramiento del terapeuta y d) el acuerdo entre
cliente y terapeuta sobre las metas y las tareas.
Horvath (2001) define a la alianza terapéutica como determinada por la calidad de la relación
colaborativa entre el cliente y el terapeuta. La relación colaborativa consiste en aspectos relacionales
tales como: confianza mutua, unión, respeto y cuidado, para establecer un vínculo afectivo positivo
entre los participantes.
Para Luborsky (1976) la alianza terapéutica es una entidad dinámica que evoluciona de acuerdo con las
diferentes fases de la terapia, distinguiendo dos tipos: la alianza tipo 1 se da al inicio de la terapia y se
caracteriza por la percepción del terapeuta como apoyo por parte del cliente y la alianza tipo 2 se
produce en fases posteriores y consiste en la sensación de trabajo conjunto entre cliente y terapeuta.
De esta forma, se concibe a la alianza terapéutica como una construcción conjunta entre cliente y
terapeuta, que se conforma a partir de las expectativas, las opiniones, las percepciones y las
construcciones que se van desarrollando respecto al trabajo conjunto (Corbella & Botella, 2003).
La construcción de una alianza positiva y fuerte hace más probable que los clientes se adhieran
a la terapia, lo cual es un indicador parcial de la efectividad de la intervención (Gurman & Kniskern,
1981).La capacidad de establecer una alianza terapéutica positiva es una habilidad que el terapeuta
tiene que desarrollar si desea que su trabajo sea efectivo. Según Ackerman y Hilsenroth (2003) se logra
una alianza positiva cuando se ha logrado un vínculo emocional con el cliente, se ha consensuado con
el cliente las técnicas, metas, tareas y actividades de la terapia, se le escucha sin juzgarlo, se le
brinda apoyo y se le ayuda a expresar sus dudas e inquietudes respecto a la terapia y al terapeuta.
Además se forma una alianza positiva cuando el terapeuta ha logrado aprehender las maneras en que el
cliente se comprende a sí mismo y el mundo que le rodea y se mantiene en el marco de referencia del
cliente durante la terapia (Miller, Duncan & Hubble, 2006), lo cual es crucial cuando se trabaja desde
la diversidad cultural. El reto es que el terapeuta aprenhenda los significados, las construcciones y las
formas de ver la vida desde la propia perspectiva cultural del cliente.
Las características de la persona del terapeuta que facilitan una alianza positiva son: la capacidad de
ser flexible y permitir que los clientes discutan sobre temas que son importantes para ellos,
especialmente en temas ligados a sus diferencias producto de la diversidad cultural; ser respetuoso de
las diferencias y la diversidad; ser confiable, empático, cálido, amable, afirmativo, estar alerta, activo
y ser capaz de mostrar honestidad y autorreflexión (Ackerman & Hilsenroth, 2003).
Por otro lado, las caracteristicas de la persona del terapeuta que impactan negativamente en la alianza
son: ser rígido, crítico, hacer autorrevelaciones o comentarios ofensivos a la cultura del cliente,
parecer distante o distraído y hacer un uso inapropiado del silencio (Ackerman & Hilsenroth, 2001).
Estrategias para construir alianzas positivas
Otra habilidad fundamental del terapeuta es el mantenimiento de una alianza positiva durante el curso
de la terapia. Ackerman y Hilsenroth (2001) recomiendan que el terapeuta se mantenga alerta ante los
signos que permitan reconocer una amenaza a la alianza, lo cual ha sido descrito como rupturas o
escisiones (Safran & Muran, 2000).
Las rupturas se producen como consecuencia de desacuerdos en las metas o las tareas durante el
proceso terapéutico, malos entendidos de cualquier tipo, que el cliente se sienta insuficientemente
escuchado, juzgado o criticado por su terapeuta. Para prevenir las rupturas se requiere que el
terapeuta acepte su responsabilidad en la construcción de la alianza, permita que el cliente exprese
sentimientos negativos hacia la terapia o hacia el terapeuta y dé o acepte recibir retroalimentación
sobre la interacción en el “aquí y ahora”.
Los malos entendidos pueden darse en cualquier relación terapéutica, particularmente cuando se
tratan temas de diversidad cultural. Es necesario clarificar el lenguaje y los significados para evitar
confusiones.
Además el terapeuta necesita ayudar a su cliente a explorar sus miedos acerca de cualquier
sentimiento negativo sobre la relación terapéutica, a clarificar malos entendidos con el cliente sobre la
terapia y lo más importante es que el terapeuta reconozca y acepte su responsabilidad en los
problemas de la alianza.
Una tendencia actual la constituyen los modelos de retroalimentación y monitoreo, los cuales
han demostrado su utilidad en ensayos clínicos controlados, para evitar el abandono prematuro del
tratamiento.
Existen varios instrumentos para valorar la calidad de la alianza durante el curso de la terapia, entre
los que se encuentran:
La habilidad del terapeuta para mantener y formar una alianza positiva, se incrementa con los
siguientes factores:
Ser flexible y permitir que el cliente discuta temas que son importantes para él.
Ser respetuoso
Ser cálido, empático, amigable y afirmativo
Permanecer abierto
Permanecer alerta y activo
Ser capaz de mostrar honestidad en la auto-reflexión
Ser confiable
Los factores del terapeuta que reducen la probabilidad de formar una alianza positiva:
Ser rígido
Crítico
Hacer una autorrevelación inapropiada
Permanecer distante
Parecer distraído
Hacer uso inapropiado del silencio
Referencias
Estrategias para construir alianzas positivas
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