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Dormir mucho o quedarse dormido

Efectos de quedarse dormido o dormir en exceso

La somnolencia aumenta, de forma general, la probabilidad y vulnerabilidad a errores,


accidentes, y, a veces, incluso, de muerte.
“Me quedo dormido sin darme cuenta, en cualquier sitio y ya no sé qué hacer”. Ésta es una
queja frecuente en muchos pacientes, pero, sin embargo, la mayoría no son conscientes del
peligro que entraña sufrir somnolencia y no estudiarla ni tratarla. Dormir en exceso provoca
en nuestro cuerpo un estado de letargo perjudicial para nuestra actividad diurna. Nuestras
acciones habituales se ralentizan y nuestro organismo se vuelve más lento al igual que nuestra
capacidad cognitiva y de respuesta. Incluso podemos llegar a sentirnos más cansados y con
menos ganas de afrontar el día a día.

Además, el exceso de sueño tiene otros efectos como la sensación que durante el día se
cierran los ojos sin poder controlarlo. Es fácil quedarse dormido en el trayecto de la casa al
trabajo, frente a su propio escritorio. Y el problema se acentúa cuando empieza a rendir
menos en sus actividades personales y laborales cotidianas.

Son varios los estudios que han encontrado relación entre los “dormilones” y una alta
incidencia de tabaquismo o alcoholismo, sedentarismo o enfermedades cardiovasculares o
inflamatorias.
Recientes publicaciones sugieren que la inflamación podría estar relacionada con una
duración excesiva del sueño y, por tanto, con una mayor probabilidad de sufrir patologías por
esta causa. Las investigaciones concluyen que cada hora adicional de sueño se asocia con un
aumento de los niveles de proteínas y mediadores que intervienen en los procesos
inflamatorios y autoinmunes. Éstas están consideradas como las patologías más desconocidas
en medicina.

Por lo tanto, si dormimos durante períodos prolongados de tiempo disminuye nuestra calidad
de vida. Además, puede tener en nosotros peores consecuencias que no dormir suficiente. De
hecho, en estas circunstancias de exceso de sueño, existe un mayor riesgo de mortalidad de
origen cardiovascular; hasta 5 veces más posibilidades de sufrir hipertensión. Y atención a
las siestas prolongadas de más de una hora que podrías ser síntoma de enfermedad del sueño.

El 90 por ciento de las personas que tienen esta patología no lo saben o incluso lo niegan.
Ahí está el principal problema porque el que no duerme bien suele consultar al médico, pero
el que se queda dormido no lo percibe como tal patología y, por lo tanto, no acude al
especialista. De esta manera está ocultando una de las múltiples causas de la falta de calidad
o cantidad óptimas del sueño, ya sea por un trastorno primario de sueño (como insomnio,
narcolepsia o parasomnias) o por causas secundarias muy frecuentes como los trastornos
respiratorios del sueño (como el síndrome de apnea-hipopnea del sueño), alteraciones
hormonales, las enfermedades neurodegenerativas (como el Parkinson y el Alzheimer) o,
simplemente, el uso de algunos fármacos.

En cualquier caso, el exceso de sueño tiene por regla general graves consecuencias en la
actividad social, laboral y personal: Accidentes de tráfico: el 30% de los pacientes con apnea
de sueño reconocen haberse quedado dormidos al volante y los accidentes de tráfico son 7
veces más frecuentes entre éstos siendo, además, más graves, con lo que también aumenta el
riesgo de muerte.

Exceso de sueño cotidiano incapacitante: despidos, problemas familiares y de pareja,


dificultades de aprendizaje y concentración durante la etapa escolar, exclusión social,
repercusiones físicas y psíquicas, etc. Son más frecuentes de lo que parece, porque el que los
sufre no identifica ni acepta la somnolencia como causante del problema.

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