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La filosofía en Matrix.

Una propuesta educativa


Concepción Pérez García
Licenciada en Filosofía por la UNED

INTRODUCCIÓN
Este artículo pretende ser una pequeña guía para el profesorado interesado en la
aplicación didáctica de la trilogía fílmica Matrix desde una perspectiva filosófica.
Tras la excelente acogida que tuvo la conferencia Filosofía y cine: Matrix como
recurso educativo en el Seminario de Córdoba de marzo de 2004, se planteó la
posibilidad de exponer en esta revista un comentario más detallado de los autores y la
bibliografía utilizados en los cursos Matrix y la filosofía, con el fin de aportar los datos
necesarios para la puesta en práctica de la experiencia.

CINE PARA PENSAR


El cine con contenido filosófico es un recurso educativo que debe ser tenido en
cuenta por todo el profesorado de filosofía que busque una implicación activa de los
jóvenes en el aula. El discurso audiovisual, tan propio de nuestro nuevo milenio,
conecta de manera directa con la juventud, con sus intereses y sus aficiones. Por este
motivo, una buena película con base filosófica, puede ser el resorte perfecto que
active la máquina del pensamiento.
La película The Matrix (1999) supuso toda una revolución en el cine de ciencia
ficción. Sus directores, los hermanos Wachowski, inauguraron un estilo original de
rodar las escenas de acción y demostraron su increíble habilidad para sustentar
carreras, saltos y patadas, sobre unos sólidos pilares filosóficos, culturales e incluso
religiosos. Todo un prodigio. La cinta ganó varios Oscars, batió el record de ventas en
DVD, y arrastró tras de sí a millones de fans. Lo curioso es que la película no era fácil
de entender. Paradójicamente, ese fue su mayor aliciente, ya que no bastaba con
verla una sola vez.
En el año 2003 la trilogía se completó con los títulos The Matrix Reloaded y The Matrix
Revolutions. La acogida fue desigual. Había más acción pero menos filosofía. Sin
embargo, la trilogía debe ser estudiada de forma global. Las interconexiones entre
las tres películas no pueden ser ignoradas, ya que son vitales para comprender la
trama.
EXPOSICIÓN
- DIAPOSITIVA CINE PARA PENSAR:
El cine, y antes que el teatro, siempre ha sido una vía excelente para la reflexión.
Con Matrix, una película de estética futurista y sólidas bases filosófico-religiosas,
lo es como nunca. Los hermanos Wachowski tomaron ideas de la filosofía de
Descartes y las mezclaron con alusiones bíblicas, ideas orientales (como las
artes marciales, las letras de la katakana que aparecen cayendo verticalmente,
etc.), referencias a otras películas, símbolos, alusiones a libros como Alicia en el
País de las Maravillas, fragmentos de la cultura de la Antigua Grecia (el oráculo,
Neo, Morfeo)…”En el año 2006 el MEC (Ministerio de Educación y Ciencia)
El filósofo y escritor William Irwin apunta a la presencia de una clara imagen
bíblica y compara la historia de Neo con la de Sócrates, destacando varias
semejanzas. El héroe intelectual que paga con la vida su persistente búsqueda de
la verdad.

- DIAPOSITIVA CINE PARA PENSAR (THE MATRIX 1999):

- Desarrollo
- ¿Realidad o ficción?

- La pregunta problema a plantearse es ¿cómo se distingue la realidad de los sueños? En su


discurso del método, el autor intenta resolver el problema poniendo en duda todo lo que
conoce “considerando que todos los pensamientos que nos vienen estando despiertos
pueden también ocurrir durante el sueño, sin que ninguno entonces sea verdadero, resolví
fingir que todas las cosas que habían entrado en mi espíritu no eran más verdaderas que las
ilusiones de mis sueños”.

En la película vimos como Neo descubre que todo el mundo como lo conocía, era
una farsa y que nada de lo que pensó haber vivido era real, que toda su vida
estuvo preso en una cápsula, sin moverse, sin ver ni hacer nada. Toda su
realidad era lo que su cerebro recibía desde la Matrix.
"¿Qué es real? ¿Cómo defines real? Si hablas de lo que puedes sentir, lo que
puedes oler, probar, ver… Real son impulsos eléctricos que tu cerebro
interpreta".

Pues ciertamente, la realidad que percibimos es simplemente eso, pulsos


eléctricos que nuestro cerebro interpreta. Cuando tocamos algo, no lo sentimos
porque lo vemos, sino, porque nuestros cuerpo pasa la información que reciben
los estímulos, a través del sistema nervioso hasta llegar al cerebro, entonces el
cerebro procesa esa información y nos indica, por ejemplo, que lo que tocamos
es un vaso. Sin embargo, personas con trastornos cerebrales reciben
informaciones incorrectas y al tocar algo, su cerebro les indica que tocan algo
totalmente distinto. Eso demuestra que lo que entendemos por "Real" es
simplemente lo que nuestro cerebro logre interpretar, así que ciertamente, sí
podríamos estar en una realidad falsa y nunca nos daríamos cuenta. Pero sé que
la propia idea puede resultar demasiado fantasiosa y exagerada, claro sin
descartar que dentro de lo improbable, es técnicamente POSIBLE.

¡NO HAY CUCHARA!


Esta frase es una de las que queda inmortalizada en esta película. La analogía es
que cuando Neo intenta doblar la cuchara con su mente, no consigue hacerlo
mientras piensa que la cuchara en verdad existe, pero al asumir que la cuchara
es solo una interpretación inducida en su propia mente, solo tiene que
concentrarse en manejar su mente y ver como la cuchara se puede doblar
fácilmente porque su mente tiene la capacidad de imaginarla como el desee.

Con todo y tratarse de ciencia ficción, en esta película profundizaron mucho en


cada tema, incluyendo filosofía, religión y estudios sobre distintas culturas y
modos de vida.

¿Matrix en la vida real?


Como dijimos unos párrafos antes, un mundo como en Matrix es posible, pero
improbable, sin embargo, sí que se antoja plantearnos el caso de un modo
distinto al de la película: Si en lugar de estar conectados directamente a un
sistema que nos induce una realidad ficticia (¡vaya contradicción!), vivimos en un
mundo real, pero con sistemas que nos limitan, guían y reprimen nuestra
existencia hasta que indirectamente y sin darnos cuenta, vivimos en una especie
de prisión.

Pues lamentablemente esto no está nada lejos de la realidad. Actualmente


vivimos en sociedades, regidas principalmente por sistemas capitalistas que nos
esclavizan de un estilo de vida que no podemos pagar, pero que nos permite
endeudarnos para pretender que sí podemos, aunque con esto nos
enganchamos a un tren que corre en un círculo vicioso y solo nos bajamos para
volver a subir.

Nos ofrecen alternativas, pero todas van conduciendo a lo mismo, al final somos
manipulados en todo lo que hacemos. Incluso los que nos dedicamos a expresar
nuestras ideas "libremente", hacemos uso de una tecnología que para empezar,
ya nos está quitando el tiempo que pudimos haber empleado para salir fuera y
hacer algo nuevo. Igual ustedes que leen esto, no se han dado cuenta cuantas
horas al día dedican frente a una computadora, incluso la siguen usando cuando
se van a la casa. De algún modo, el sistema de control funciona, y lo hace tan
estupendamente bién, que muchos gastan gran parte de sus ingresos en
mantener tecnologías como teléfonos avanzados que les permitan estar 24 horas
con disponibilidad de acceder al Internet, por decir algo.

Normalmente este sistema nos lleva a adaptarnos a una rutina que se repite día
por día y luego se convierte en un patrón que se duplica semana tras semana,
mes por mes y terminamos incluso sintiéndonos cómodos mientras estamos en
la "seguridad" de esa rutina.

Para los que no se conforman con esa realidad, nos ofrecen alternativas, como
religiones, sectas y grupos que persiguen otros destinos, aunque por lo general,
siempre terminamos recurriendo al mismo sistema, pues parece estar todo
interconectado y en algo dependemos siempre de él.

Me pregunto si podemos desafiar este sistema de vida tan controlado y


establecer nuestro propio estilo o si deberemos ser esclavos de una rutina
mientras nuestra vida sea útil (laboralmente), tal como en Matrix hacen con las
personas que usan como baterías y cuando ya no generan suficiente energía,
simplemente son desechadas, igual que en la vida real cuando un empleado ya
no rinde en sus labores...

...da que pensar, ¿no?


El mito de la caverna de Platón es una de las grandes alegorías de la filosofía
idealista que tanto ha marcado la manera de pensar de las culturas de Occidente.
Entenderla significa conocer los estilos de pensamiento que durante siglos han
sido los dominantes en Europa y América, así como los fundamentos de
las teorías de Platón. Veamos en qué consiste.

Platón y su mito de la caverna


Este mito es una alegoría de la teoría de las ideas propuesta por Platón, y aparece
en los escritos que forman parte del libro La República. Se trata, básicamente, de
la descripción de una situación ficticia que ayudaba a entender el modo en el que
platón concebía la relación entre lo físico y el mundo de las ideas, y cómo nos
movemos a través de ellos.
Platón empieza hablando sobre unos hombres que permanecen encadenados a
las profundidades de una caverna desde su nacimiento, sin haber podido salir de
ella nunca y, de hecho, sin la capacidad de poder mirar hacia atrás para entender
cuál es el origen de esas cadenas.
Así pues, permanecen siempre mirando a una de las paredes de la caverna, con
las cadenas aferrándolos desde atrás. Detrás de ellos, a una cierta distancia y
colocada algo por encima de sus cabezas, hay una hoguera que ilumina un poco la
zona, y entre ella y los encadenados hay un muro, que Platón equipara a las
artimañas que realizan los tramposos y los embaucadores para que no se noten
sus trucos.
Entre el muro y la hoguera hay otros hombres que llevan con ellos objetos que
sobresalen por encima del muro, de manera que su sombra es proyectada sobre
la pared que están contemplando los hombres encadenados. De este modo, ven la
silueta de árboles, animales, montañas a lo lejos, personas que vienen y van, etc.

Luces y sombras: la idea de vivir en una realidad ficcionada


Platón sostiene que, por estrambótica que pueda resultar la escena, esos hombres
encadenados que describe se parecen a nosotros, los seres humanos, ya que ni
ellos ni nosotros vemos más que esas sombras falaces, que simulan una realidad
engañosa y superficial. Esta ficción proyectada por la luz de la hoguera los distrae
de la realidad: la caverna en la que permanecen encadenados.
Sin embargo, si uno de los hombres se liberase de las cadenas y pudiese mirar
hacia atrás, la realidad le confundiría y le molestaría: la luz del fuego haría que
apartase la mirada, y las figuras borrosas que pudiese ver le parecerían menos
reales que las sombras que ha visto toda la vida. Del mismo modo, si alguien
obligase a esta persona a caminar en dirección a la hoguera y más allá de ella
hasta salir de la caverna, la luz del sol aún le molestaría más, y querría volver a la
zona oscura.
Para poder captar la realidad en todos sus detalles tendría que acostumbrarse a
ello, dedicar tiempo y esfuerzo a ver las cosas tal y como son sin ceder a la
confusión y la molestia. Sin embargo, si en algún momento regresase a la caverna
y se reuniese de nuevo con los hombres encadenados, permanecería ciego por la
falta de luz solar. Del mismo modo, todo lo que pudiese decir sobre el mundo real
sería recibido con burlas y menosprecio.

El mito de la caverna en la actualidad


Como hemos visto, el mito de la caverna reúne una serie de ideas muy comunes
para la filosofía idealista: la existencia de una verdad que existe
independientemente de las opiniones de los seres humanos, la presencia de los
engaños constantes que nos hacen permanecer lejos de esa verdad, y el cambio
cualitativo que supone acceder a esa verdad: una vez se la conoce, no hay marcha
atrás.
Estos ingredientes se pueden aplicar también al día a día, concretamente a la
manera en la que los medios de comunicación y las opiniones hegemónicas
moldean nuestros puntos de vista y nuestra manera de pensar sin que nos demos
cuenta de ello. Veamos de qué manera las fases del mito de la caverna de Platón
pueden corresponderse con nuestras vidas actuales:

1. Los engaños y la mentira


Los engaños, que pueden surgir de una voluntad de mantener a los demás con
poca información o de la falta de progreso científico y filosófico, encarnaría el
fenómeno de las sombras que desfilan por la pared de la caverna. En la
perspectiva de Platón, este engaño no es exactamente el fruto de la intención de
alguien, sino la consecuencia de que la realidad material sea tan solo un reflejo de
la verdadera realidad: la del mundo de las ideas.
Uno de los aspectos que explican por qué la mentira impacta tanto en la vida del
ser humano es que, para este filósofo griego, está compuesta por aquello que
parece evidente desde un punto de vista superficial. Si no tenemos motivos para
cuestionar algo, no lo hacemos, y su falsedad prevalece.

2. La liberación
El acto de liberarse de las cadenas serían los actos de rebeldía que solemos llamar
revoluciones, o cambios de paradigma. Por supuesto, no es fácil rebelarse, ya que
el resto de la dinámica social va en sentido contrario.
En este caso no se trataría de una revolución social, sino de una individual y
personal. Por otro lado, la liberación supone ver cómo muchas de las creencias
más interiorizadas se tambaleen, lo cual produce incertidumbre y ansiedad. Para
hacer que este estado desaparezca, es necesario seguir avanzando en el sentido
de ir descubriendo nuevos conocimientos. No es posible quedarse sin hacer nada,
según Platón.

3. La ascensión
La ascensión a la verdad sería un proceso costoso e incómodo que implica
desprenderse de creencias muy arraigadas en nosotros. Por ello, es un gran
cambio psicológico.
Platón tenía en cuenta que el pasado de las personas condiciona el modo en el
que experimentan el presente, y por eso asumía que un cambio radical en la
manera de entender las cosas tenía que acarrear necesariamente malestar e
incomodidad. De hecho, eso es una de las cosas que quedan claras en su forma de
ilustrar ese momento mediante la idea de alguien que trata de salir de una cueva
en vez de permanecer sentado y que, al llegar al exterior, recibe la luz cegadora
de la realidad.

4. El retorno
El retorno sería la última fase del mito, que consistiría en la difusión de las nuevas
ideas, que por chocantes pueden generar confusión, menosprecio u odio por
poner en cuestión dogmas básicos que vertebran la sociedad.
Sin embargo, como para Platón la idea de la verdad estaba asociada al concepto
de lo bueno y el bien, la persona que haya tenido acceso a la realidad auténtica
tiene la obligación moral de hacer que el resto de personas se desprendan de la
ignorancia, y por lo tanto ha de difundir su conocimiento.
Esta última idea hace que el mito de la caverna de Platón no sea exactamente una
historia de liberación individual. Es una concepción del acceso al conocimiento
que parte de una perspectiva individualista, eso sí: es el individuo el que, por sus
propios medios, accede a lo verdadero mediante una lucha personal contra las
ilusiones y los engaños, algo frecuente en los enfoques idealistas al
fundamentarse en premisas del solipsismo. Sin embargo, una vez el individuo ha
alcanzado esa fase, debe llevar el conocimiento al resto.
Eso sí, la idea de compartir la verdad con los demás no era exactamente un acto
de democratización, tal y como la podríamos entender hoy día; era, simplemente,
un mandato moral que emanaba de la teoría de las ideas de Platón, y que no tenía
por qué traducirse en una mejora de las condiciones materiales de vida de la
sociedad.

PAT MARTINO
Siéntense y alucine con esta historia de tanto como lo hice yo cuando la escuché
por primera vez. Su protagonista, Pat Martino, que era considerado ya como uno
de los guitarristas más grandes de la historia del jazz cuando, a los 36 años,
comenzó a sentir fuertes dolores de cabeza que apenas le dejaban moverse.
Tras las pruebas pertinentes, en 1980, los médicos le diagnosticaron
un aneurisma cerebral severo que, si no operaban de inmediato, podría acabar
con su vida. La intervención era complicada, pero no había alternativa. Al acabar
la operación, los especialistas le comunicaron a su esposa dos noticias: una
buena y otra mala. La buena era que Martino había sobrevivido y se encontraba
bien. La mala, que no recordaba absolutamente nada de su vida anterior.
Aquel percance había borrado de un plumazo todos los recuerdos de su intensa
vida. Un total de 36 años llenos de experiencias musicales al alcance de unos
pocos privilegiados. Tras salir del quirófano no recordaba que había nacido en
Filadelfia en 1944, el mismo día que las tropas Aliadas liberaban París. Tampoco
se acordaba del inicio de su carrera como guitarrista profesional, con solo 15
años y gracias a un talento desbordante. Ni su incursión en las formaciones
lideradas por saxofonistas como Willis Jackson, Red Holloway o Red
Holloway, u organistas como Jimmy McGriff, Don Patterson, Jimmy
Smith, Jack McDuff o Richard Groove Holmes. Ni que había girado con el
gran John Handy, en 1966, con 22 años. Tampoco que a esa misma edad había
comenzado a liderar sus propios grupos en sesiones
para Prestige, Muse y Warner Bros. Ni había rastro en su cabecita del interés
que había mostrado por la vanguardia jazzística, el rock, el pop y las músicas del
mundo, las cuales había incorporado a su estilo hard bop, convirtiéndole en uno
de los más grandes.
Toda esta vida desapareció entera de un golpe en tan solo unas horas de
intervención quirúrgica. Apenas reconocía a sus padres, ni a él mismo, ni su
carrera como músico. Y por encima de todo, había olvidado como se tocaba
cada uno de los acordes que había aprendido, perdiendo por completo sus
habilidades como guitarrista. No sabía ni lo que era un do. «No reconocía a mis
padres, no tenía memoria ni de mi guitarra ni de mi carrera musical. Me
encontraba vacío, desnudo, muerto», contaba años después.

Al principio sus padres le enseñaban las carátulas de sus discos y no reconocía


ninguna. Después se puso a escuchar los discos que había grabado ese tipo al
que no conocía de nada, contrariado y triste. Sin embargo, no se vino abajo y
luchó contra su memoria perdida, tomando una decisión que le devolvería a la
vida, a su anterior vida: convertirse otra vez en sí mismo, en su mejor imitador,
en una especie de él reencarnado.

Pat Martino nos trae a la memoria a Django Reinhardt, que reaprendió a tocar la
guitarra con los dos únicos dedos que le quedaron cuando se quemó el
carromato en el que vivía cuando tenía 18 años. Para ello, Martino utilizó otro
camino, el de sus propios discos, que se ponía una y otra vez tratando de sacar
los acordes poco a poco, aprendiéndolos de nuevo como si fuera aquel niño al
que sus padres le habían regalado una guitarra. Y así fue desenterrando su
genio, que ya no era tan precoz.
Aquella batalla le llevó unos cuantos años. En 1984, comenzó a realizar con
mayor intensidad largas e intensas sesiones de estudio escuchando aquellas
históricas grabaciones y volvió a aprender a tocar su instrumento. Sus viejos
discos se convirtieron en «viejos amigos que le ayudaron a recuperar la belleza
y la honestidad de su música», dijo.

En 1987, tras años alejado de los estudios de grabación, sacó «The Return» (El
Regreso). El nombre lo dice todo. Martino consiguió recuperar la forma,
grabando de nuevo para Muse, Evidence y, finalmente, para el mítico sello Blue
Note. Y volvió a ser uno de los mejores.
La revolución técnica, estética y visual
Si hay algo por lo que el público, incluso quienes no han visto la película,
recuerda 'Matrix', es la imagen de Neo suspendido en una postura imposible
mientras esquiva un arsenal de balas. Este efecto visual, conocido como
'bullet time' o tiempo bala, consiste en aparentar que se congela la acción a
la vez que la cámara se mueve alrededor de la escena. La técnica ya se
había utilizado antes en cintas como 'Jumanji', pero la película la popularizó y la
digitalizó en las secuelas. Casi todas las escenas de acción se filmaron al final,
pues Hugo Weaving se lesionó el primer día de rodaje, aunque los actores ya
llevaban unos meses entrenando con Yuen Woo-Ping, coreógrafo de las
producciones asiáticas de acción; las artes marciales, que hasta entonces se
habían visto en Hollywood como parte de películas de segunda fila, pasaron a
ser mucho más valoradas, así como el trabajo de los dobles de acción.

A los revolucionarios efectos especiales y a las originales secuencias de lucha


hay que sumar un inconfundible estilo visual creado por Owen Paterson, el
diseñador de producción que tiñó los planos de una fluorescente luz verde que
emulaba los monitores de ordenador. Algo que además se complementaba con
la inolvidable estética cyberpunk de los personajes, ideada por Kim
Barrett: color negro, gafas de sol, cuero y tejidos sintéticos. El estilo fue
imitado tanto en la pasarela como en otras cintas como 'X-Men', y parodiado
hasta el infinito.

Ante tal despliegue técnico y visual, rodar 'Matrix' no fue precisamente barato:
Warner solo estaba dispuesta a dar 10 millones de los 80 necesarios para una
producción de ese calibre, pues las Wachowski eran unas desconocidas que
solo habían dirigido un thriller negro de bajo presupuesto, 'Lazos ardientes'. Tras
ver la primera escena, en la que se usaron por completo esos 10 millones para
rodar la lucha entre Trinity y los agentes, la productora estuvo dispuesta a
destinar todo lo necesario. Un acierto, pues la película acabó recaudando más
de 463 millones y sentando cátedra en la ciencia ficción, a la altura de
clásicos como 'Blade Runner'.

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