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LA NUTRICIÓN DE LOS NIÑOS RECIÉN NACIDOS

Los recieé n nacidos comienzan a comer comida soé lida entre los cuatro y seis meses
de edad. Pregunte a su proveedor de salud cuaé l es el mejor momento para que su
bebeé comience. Si empieza daé ndole un alimento a la vez, usted podraé identificar
cuaé les causan alergias a su bebeé . Algunas comidas que su bebeé deberíéa evitar
pueden incluir:
 Huevos
 Miel
 Maníées (incluyendo mantequilla de maníé)
 Otras nueces

SOBRE LA ALERGIA A LA LECHE

Casi todos los bebeé s estaé n inquietos en algunos momentos. Pero hay algunos que
estaé n demasiado inquietos porque son aleé rgicos a la proteíéna de la leche de vaca,
que ademaé s constituye el principal componente de la mayoríéa de las leches
artificiales comercializadas para lactantes.

La alergia a la leche la pueden padecer personas de todas la edades. Se trata de un


tipo de alergia que abunda maé s en los lactantes (la padecen entre el 2% y el 3%)

La alergia a la leche ocurre cuando el sistema inmunitario interpreta


equivocadamente que la proteíéna de la leche es una sustancia peligrosa, contra la
que se debe defender el organismo. Esto inicia una reaccioé n aleé rgica, que puede
hacer que el bebeé se ponga inquieto e irritable, se le revuelva el estoé mago y
presente otros síéntomas. Muchos de los ninñ os que son aleé rgicos a la leche de vaca
tambieé n reaccionan a la leche de cabra y a la de oveja, y algunos tambieé n son
aleé rgicos a la proteíéna de la leche de soya.

SINTOMAS DE LA ALERGIA EN LOS BEBES CAUSADAS EN LA LECHE

Tanto si has optado por lactancia materna como si estaé s dando biberoé n, quizaé
notes ciertos comportamientos extranñ os en tu hijo durante la toma. ¿Tu bebeé se
arquea mientras come?. ¿Suelta y coge el pezoé n o la tetina con rabia, como si no
quisiera comer pero al mismo tiempo tuviera hambre?. ¿Se muestra inquieto y
nervioso durante y despueé s de la toma?. ¿Rechaza el pecho o el biberoé n?...
LACTANCIA MATERNA Y PREVENCIÓN DE ALERGIAS

Se sabe que la herencia geneé tica desempenñ a una funcioé n en el desarrollo de las
enfermedades aleé rgicas. Tambieé n estaé claro que estaé n implicados maé s mecanismos,
que no es soé lo una cuestioé n de genes.

Hay evidencia de que la lactancia materna disminuye el riesgo de atopia, eccema,


alergia alimentaria y alergia respiratoria, y de que el efecto se mantiene al menos
hasta la adolescencia.

La forma en que la lactancia materna, sobretodo si es exclusiva, protege de la


sensibilizacioé n aleé rgica es:

 Directa: el bebeé no consume, o lo hace en menor grado, proteíénas de leche


no humana u otros alimentos.

 Indirecta: los anticuerpos maternos se transfieren al lactante amamantado


como parte del sistema inmunitario enteromamario.

La leche humana transporta diversos mensajes bioquíémicos a traveé s de sus


hormonas, factores de crecimiento, citoquinas y ceé lulas completas. Todo
ello influye en el desarrollo intestinal y en las defensas del bebeé .

Se estima que son varios los procesos implicados en la reaccioé n del sistema
inmunitario frente a un aleé rgeno. La desregulacioé n de cualquiera de ellos puede
incrementar la susceptibilidad para el padecimiento de una alergia.

La leche materna contribuye a desplazar el equilibrio hacia la tolerancia maé s que


hacia la sensibilizacioé n cuando el lactante presenta exposicioé n a un aleé rgeno.

1. En todos los ninñ os, la lactancia materna reduce el riesgo de alergia,


especialmente si durante los primeros 6 meses se da de forma exclusiva.

2. Este efecto protector de la lactancia materna parece persistir a menudo durante


los primeros 10 anñ os de vida o maé s.

3. Conviene evitar la exposicioé n a cantidades pequenñ as de leche de vaca (foé rmulas


laé cteas) durante los primeros díéas de vida del bebeé ya que parecen incrementar la
alergia a la proteíéna de leche de vaca.

Si ademaé s hay claros antecedentes de alergia alimentaria familiar, se puede


considerar la posibilidad de:

 Eliminar los alimentos potencialmente alergeé nicos de la dieta de la madre


durante el embarazo e inicio de la lactancia.
 Retrasar la introduccioé n de los alimentos potencialmente alergeé nicos en la
dieta del ninñ o.

 ESTRATEGIAS DE PROMOCIÓN DE LACTANCIA HUMANA

 La alimentacioé n con leche humana ofrece al lactante un oé ptimo desarrollo


psicofíésico y la mejor proteccioé n frente a las enfermedades de eé l y de su
madre que amamanta. Esta afirmacioé n tiene una base cientíéfica maé s
robusta, una calidad de evidencia mayor y una fuerza de recomendacioé n
maé s elevada que muchos tratamientos de uso habitual

Diez pasos para la lactancia materna eficaz (8):

1. Disponer de una políética por escrito relativa a la lactancia materna que


sistemaé ticamente se ponga en conocimiento de todo el personal de atencioé n de la
salud.

2. Capacitar a todo el personal de salud de forma que esteé en condiciones de poner


en praé ctica esa políética.

3. Informar a todas las embarazadas de los beneficios que ofrece la lactancia


materna y la forma de ponerla en praé ctica.

4. Ayudar a las madres a iniciar la lactancia durante la media hora siguiente al


alumbramiento.

5. Mostrar a las madres coé mo se debe dar de mamar al ninñ o y coé mo mantener la
lactancia incluso si han de separarse de sus hijos.

6. No dar a los recieé n nacidos maé s que la leche materna, sin ningué n otro alimento o
bebida, a no ser que esteé n meé dicamente indicados.

7. Facilitar la cohabitacioé n de las madres y los recieé n nacidos durante las 24 horas
del díéa.

8. Fomentar la lactancia materna a libre demanda.

9. No dar a los ninñ os alimentados al pecho, chupadores o chupetes artificiales.

10. Fomentar el establecimiento de grupos de apoyo a la lactancia materna y


procurar que las madres se pongan en contacto con ellos a su salida del hospital o
clíénica

NIÑOS NO ALIMENTADOS CON LACTANCIA HUMANA

La lactancia humana exclusiva debe ser la regla de oro en la alimentacioé n del


lactante desde el nacimiento hasta los seis meses, ya que cubre todos los
requerimientos para su adecuado crecimiento y desarrollo; sin embargo en las
ué ltimas deé cadas se hace menos frecuente esta praé ctica exclusiva y es sustituida por
la alimentacioé n total o combinada con las foé rmulas artificiales disenñ adas para
ninñ os (33). En Venezuela, apenas 27,8% de los bebeé s venezolanos se alimenta
ué nicamente con leche materna en los primeros seis meses de vida (33, 34).

La lactancia artificial supone la administracioé n de foé rmulas o preparados laé cteos


diversos para la sustitucioé n total o parcial de la leche humana. Las foé rmulas de
leche de vaca modificadas para el consumo infantil cubren los requerimientos
nutricionales de la mayoríéa de los lactantes. Estas foé rmulas siguen siendo
estudiadas experimentalmente para garantizar una adecuada nutricioé n,
crecimiento y desarrollo del lactante, por lo cual cualquier componente que se
adicione debe estar sustentado por estudios poblacionales que verifiquen sus
beneficios, efectos secundarios e interferencias en la absorabsorcioé n de otros
nutrientes (35).

La utilizacioé n de la foé rmula laé ctea como complemento o sustituto de la lactancia


humana obliga a la manipulacioé n de la preparacioé n, lo cual puede favorecer el
riesgo a infecciones si no se siguen medidas higieé nicas adecuadas, asíé como errores
en la preparacioé n de la foé rmula. La utilizacioé n del biberoé n o tetero puede ocasionar
algunas alteraciones del mecanismo de succioé n, como disfuncioé n oral motora
secundaria (36,37).

Las foé rmulas laé cteas pueden ofrecer al ninñ o, sobre todo al menor de 3 meses, una
excesiva carga renal de solutos alterando la funcionalidad del rinñ oé n. Esta condicioé n
se puede exacerbar si se restringe la ingesta de agua o incrementan las peé rdidas
por calor o enfermedad causando sed y llanto que pueden interpretarse
inadecuadamente como hambre y conllevar a la administracioé n excesiva de leche y
aumento de peso (38,39).

Cuando se comparan los ninñ os que reciben leche humana versus los que reciben
lactancia artificial, estos ué ltimos presentan mayor ganancia de peso durante la
infancia (40). Se estima que esto puede ocurrir por diferentes razones: la menor
peé rdida energeé tica al succionar el biberoé n, el mayor volumen y rapidez que ofrece
la alimentacioé n artificial o algunos componentes de la foé rmula infantil como los
carbohidratos, proteíénas o grasas, que podríéan favorecer el incremento ponderal
(41-43).

Se ha evidenciado que las foé rmulas con bajo contenido proteíéco, similar al de la
leche humana (valor promedio 12 g/L), disminuye el riesgo de enfermedades
croé nicas no transmisibles del adulto (42,43).

Tanto las foé rmulas infantiles como la leche humana son ricas en lactosa, no existe
una diferenciacioé n significativa en el contenido nutricional proveniente de los
carbohidratos entre ambas, y por ende tampoco sus efectos sobre los lactantes que
las reciben (25). La composicioé n de grasa ideal de las foé rmulas disenñ adas para
ninñ os estaé en constante revisioé n y experimentacioé n. La grasa animal de la leche de
vaca se sustituye por aceites vegetales para cubrir los requerimientos de grasas
saturadas e insaturadas; estas foé rmulas a diferencia de la leche humana no
contienen colesterol o lo contienen en míénimas trazas (25). Los agregados de
omega 3, omega 6 y de sus aé cidos grasos de cadena muy larga (PUFA –siglas en
ingleé s-), se adicionaron a las foé rmulas infantiles, ya que se evidencioé su alta
concentracioé n en la leche humana, sus requerimientos y efectos en el desarrollo
neuroloé gico del lactante (44, 45).

Respecto al desarrollo cognoscitivo, evidencias recientes indican que la


alimentacioé n del lactante con foé rmulas derivadas de la leche de vaca y foé rmulas de
soya, suplementadas con PUFA, no presenta diferencias significativas a los 3, 6, 9 y
12 meses de edad, mientras que con leche humana hay una leve mejoríéa en las
escalas de neurodesarrollo (46).

El ninñ o alimentado con lactancia humana recibe un aporte de hierro menor que el
que recibe foé rmula, pero la biodisponibilidad es mayor. En las foé rmulas el aporte de
hierro se suplementa en mayor cantidad para prevenir sus deficiencias y el riesgo
de enfermedad asociada. Se recomienda monitorizar en ambos grupos los niveles
hematemeé tricos al anñ o de vida en el ninñ o que crece adecuadamente, o antes en el
ninñ o que presenta alguna condicioé n de disminucioé n del crecimiento, prematuridad,
bajo peso al nacer o enfermedad (47).

La fuente oé ptima de calcio durante el primer anñ o de vida es la leche humana. La


biodisponibilidad del calcio de la leche humana es mayor que el de foé rmulas
infantiles (58% y 38%, respectivamente), por lo cual se suplementa este tipo de
foé rmulas y sobre todo las foé rmulas especiales como las de soya e hidrolizadas. No
se ha demostrado ninguna deficiencia significativa en la mineralizacioé n oé sea de los
ninñ os que reciben lactancia artificial (48).

La mayoríéa de los minerales y electrolitos contenidos en las foé rmulas infantiles


provienen de la leche de vaca, se modifica el contenido de calcio y foé sforo por
dilucioé n y se reduce el contenido de sodio, cloro y potasio. Las vitaminas A, D, E y K
se suplementan y se anñ aden las vitaminas termolaé biles que se pierden al esterilizar
la leche. Las foé rmulas infantiles cubren los requerimientos vitamíénicos y de
oligoelementos (25).

Es importante adicionar a las foé rmulas infantiles todos aquellos componentes que
se ha demostrado se encuentran en cantidades importantes en la lactancia
humana, muchos de ellos no vinculados con el aporte nutricional sino con los
beneficios de este nutriente en el desarrollo del lactante. Un ejemplo es la adicioé n
de aé cidos grasos de cadena larga, nucleoé tidos, prebioé ticos y probioé ticos. Todavíéa no
hay consenso respecto a la efectividad y edad apropiada para la suplementacioé n de
prebioé ticos y probioé ticos en las foé rmulas infantiles, pues aunque se han observado
beneficios en estudios in vitro e in vivo, se requieren investigaciones longitudinales
y multiceé ntricas para definir sus requerimientos exactos y sus beneficios en el
crecimiento infantil (49,50).

Cuando se sustituye la lactancia humana por las foé rmulas infantiles se pueden
desarrollar alergias alimentarias en el ninñ o con predisposicioé n familiar (25). Existe
un efecto protector de la lactancia humana exclusiva durante los 3 a 4 primeros
meses de vida y la reduccioé n de la incidencia de asma clíénica, dermatitis atoé pica y
eczema en un 27% en una poblacioé n de bajo riesgo y hasta un 42% en ninñ os con
historia familiar positiva, en comparacioé n de ninñ os que recibieron foé rmula de leche
de vaca. (51).

Las foé rmulas parcialmente hidrolizadas estaé n indicadas en el ninñ o sano con
historia familiar de alergias, mientras que las extensamente hidrolizadas estaé n
recomendadas solo en los ninñ os con diagnoé stico de alergia a la proteíéna de la leche
de vaca (52, 53).

Se establece que los ninñ os alimentados con foé rmulas artificiales son maé s
susceptibles a padecer enfermedades infecciosas, principalmente de origen
gastrointestinal (49). Se estima que este problema podríéa ser secundario a la
contaminacioé n de la foé rmula durante su inadecuada preparacioé n, sobre todo en los
paíéses en desarrollo, pero ademaé s muchos componentes de la lactancia humana
(ferritina, probioé ticos, anticuerpos, entre otros) disminuyen la incidencia de estas
enfermedades (37,53). Independientemente de coé mo se ofrezca la lactancia
humana, de manera exclusiva o combinada con leche artificial, se asocia con una
reduccioé n del 64% en la incidencia de infecciones de las víéas gastrointestinales no
especíéficas, y este efecto dura 2 meses despueé s de la cesacioé n de la lactancia
humana (54).

Algunas foé rmulas no estaé ndar pueden ser indicadas en aquellos lactantes que las
requieran, siempre monitorizados por el pediatra. Las foé rmulas de soya tambieé n se
utilizan como sustitutas o complemento de la leche humana por indicacioé n meé dica
o en algunas familias con haé bitos vegetarianos (55). Es importante resaltar que no
deben ser la eleccioé n en el lactante sano menor de 6 meses; sin embargo, no han
demostrado evidencia de alteracioé n en el crecimiento, mineralizacioé n oé sea, funcioé n
hormonal y/o desarrollo cognitivo en los ninñ os que la reciben (55).

No se recomiendan foé rmulas artesanales derivadas de leche entera de vaca antes


del primer anñ o de vida; estos preparados no cubren los requerimientos
nutricionales del lactante, son pobres en minerales (excepto calcio y foé sforo) y
vitaminas, particularmente las vitaminas D y C, ademaé s contienen una excesiva
cantidad de sodio y grasas saturadas, lo cual puede repercutir en alteraciones del
crecimiento y el desarrollo de enfermedades como anemia, osteopenia y obesidad,
entre otras (56, 57).

Las foé rmulas infantiles orgaé nicas provienen de vacas con alimentacioé n controlada.
Se certifica en su elaboracioé n que estas leches no contengan toé xicos ambientales,
minerales pesados, hormonas, antibioé ticos o microorganismos en su contenido.
Estudios han demostrado que la leche orgaé nica tiene altas concentraciones de
antioxidantes y aé cidos grasos poliinsaturados, sus efectos en el desarrollo y
crecimiento infantil estaé n por evaluarse (58).

Estrategias para la prevencioé n de la deficiencia de micronutrientes El teé rmino


micronutrientes se refiere a las vitaminas y minerales cuyo requerimiento diario es
relativamente pequenñ o, pero indispensable para los diferentes procesos
bioquíémicos y metaboé licos del organismo y en consecuencia para el buen
funcionamiento del cuerpo humano. Algunos de los micronutrientes maé s
importantes son yodo, hierro y vitamina A, esenciales para el crecimiento fíésico, el
desarrollo de las funciones cognitivas y fisioloé gicas y la resistencia a las
infecciones. Ademaé s, existen otros micronutrientes como el zinc, el aé cido foé lico, el
calcio, la colina y todas las vitaminas y minerales (59).

La deficiencia de micronutrientes es un problema de salud pué blica en paíéses en


víéas de desarrollo especialmente en ninñ os en los primeros dos anñ os de vida. Esta
deficiencia afecta, en primera instancia, procesos bioquíémicos y metaboé licos, antes
de revelar signos fíésicos aparentes de desnutricioé n, como síé lo hace la desnutricioé n
proteica caloé rica. Es por eso que ha sido llamada “el hambre oculta” (59).

La oportunidad de mejorar la nutricioé n se presenta durante un breve períéodo


desde antes del embarazo hasta los dos primeros anñ os de vida del ninñ o. De ahíé que
las intervenciones deban orientarse a aprovechar esa oportunidad para prevenir
danñ os graves e irreversibles (60).

El estado de salud y de nutricioé n de las madres y los ninñ os estaé íéntimamente


relacionado. Las madres y sus hijos forman una unidad bioloé gica y social
inseparable tambieé n comparten los problemas de malnutricioé n y de mala salud.
Todo lo que se haga para resolver esos problemas afectaraé a la vez a las madres y a
los hijos (3,4).

Entre los factores involucrados en la deficiencia de micronutrientes estaé n el


insuficiente conocimiento sobre los beneficios de la lactancia humana exclusiva, las
praé cticas de alimentacioé n complementaria, la funcioé n de los micronutrientes y la
falta de tiempo por parte de las mujeres para atender correctamente a sus hijos y
cuidarse a síé mismas durante el embarazo (3). Ademaé s de estos factores estaé n la
pobreza, la pobre educacioé n, la enfermedad y la carencia de empoderamiento de la
mujer (4,60).

Para superar la malnutricioé n por deficiencia de micronutrientes existen cuatro


estrategias que pueden ponerse en praé ctica:

a. Diversificacioé n de la dieta: en el caso del lactante menor de 6 meses, se debe


brindar proteccioé n, apoyo y estíémulo a la lactancia humana y el eé nfasis en la salud
y la buena nutricioé n de la madre. Aunque las estrategias de promocioé n de la
lactancia humana tienen efectos a largo plazo en la supervivencia, sus efectos son
menores sobre la talla (3, 61-62).

b. Fortificacioé n de los alimentos: la madre embarazada debe ingerir alimentos


fortificados con vitamina A, hierro, folatos y yodo, tales como, harinas, cereales,
margarinas y sal yodada (3,62).

c. Suplementacioé n con multimicronutrientes en las mujeres en edad feé rtil y madres


que lactan, cuando hay alto riesgo de deficiencia (59,61).

d. Acciones de salud pué blica: como educacioé n en salud, saneamiento ambiental,


disponibilidad de agua potable y vacunacioé n. Cualquier medida que reduzca las
infecciones, promueva el lavado de manos, disminuya la malaria en la mujer
embarazada y fomente una buena salud, tambieé n ayudaraé a reducir la mayoríéa de
las carencias de micronutrientes, en especial las de hierro y vitamina A (3,5, 59).

El hierro es el principal micronutriente deficiente en los paíéses en desarrollo (62).


En paíéses desarrollados, aunque la prevalencia ha disminuido, aué n se mantiene
como una causa comué n de anemia en ninñ os pequenñ os (60,63). Sin embargo, maé s
importante que la anemia es la deficiencia de hierro que tiene efecto adverso a
largo plazo sobre el neurodesarrollo y la conducta, y estos efectos son irreversibles
(56-58,60).

En Venezuela, la deficiencia de hierro y la anemia son las carencias nutricionales


maé s comunes que afectan principalmente a los ninñ os lactantes, preescolares,
mujeres en edad feé rtil y embarazadas (55,56, 61-65).

La suplementacioé n durante el embarazo que contenga multimicronutrientes estaé


asociada con un 39% de reduccioé n de anemia materna y es la forma de
suplementacioé n preferida para este grupo (59, 62, 66).

La administracioé n de suplementos adicionales de hierro debe iniciarse alrededor


del cuarto mes a razoé n de 1 mg/kg/d en ninñ os alimentados con lactancia humana
exclusiva y con lactancia parcial hasta que se hayan introducidos en su
alimentacioé n complementaria suficientes alimentos ricos en hierro (59). La
alimentacioé n con lactancia artificial con foé rmulas fortificadas cubre los
requerimientos hasta el anñ o por su contenido de 12 mg/dL de hierro (44, 64,66).

En base a las Normas de Suplementacioé n vigentes, se recomienda administrar


suplemento dos veces por semana, ya que se ha observado lo siguiente (58,66):

• Con altas dosis de hierro el intestino se satura bloqueando la absorcioé n ulterior


de dosis repetidas.

• Es tan efectiva como la dosis diaria para prevenir la anemia.

• Ocasiona menos efectos colaterales adversos en el sistema gastrointestinal que la


suplementacioé n diaria, favoreciendo que la madre consuma los suplementos.

En relacioé n a la deficiencia de vitamina A en ninñ os alimentados exclusivamente con


leche humana, esta es su ué nica fuente de vitamina A durante el períéodo neonatal y
posnatal hasta los seis meses. Las fuentes para ello son el calostro y la leche
temprana, que contienen notables cantidades de vitamina A. Por ello, las mujeres
en edad feé rtil y las que lactan a sus hijos deben estar bien nutridas para poder
producir leche con un contenido alto de vitamina A y ademaé s, proteger su salud
(61,67).

En los paíéses en desarrollo casi todas las personas reciben la mayor parte de
vitamina A del caroteno en los alimentos, no de vitamina A preformada, presente
soé lo en productos de origen animal. Por lo tanto, se debe hacer lo posible para
estimular la diversidad dieteé tica de las madres y asíé mejorar el consumo de
vitamina A, sobre todo con la ingesta de sustancias ricas en caroteno tales como
frutas y hortalizas (67).

De las tres carencias de micronutrientes, la maé s importante es la del yodo, ya que


su deé ficit es causa de retardo mental y la estrategia de prevencioé n maé s
recomendada es la yodacioé n de la sal (61,67).

El raquitismo es atribuible a la deficiencia de vitamina D asíé como a la falta de


exposicioé n al sol. Nuevas evidencias revelan el importante rol en la inmunidad
innata de esta vitamina asíé como en la prevencioé n de la diabetes y el caé ncer.
Actualmente se recomienda la suplementacioé n de 400 unidades de vitamina D en
todos los lactantes, ninñ os y adolescentes, incluyendo los que reciben leche humana
exclusiva a partir del nacimiento en virtud de estudios en los cuales se evidencia
que las fuentes de vitamina D son limitadas y por otra parte, la disminucioé n de la
exposicioé n al sol para la síéntesis de vitamina D por el riesgo de caé ncer de piel (68

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