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La clase escolar considerada como el último nivel de concreción curricular, puede también ser
interpretada como el lugar, el espacio, en el que se ponen en práctica las políticas educativas: de
allí la importancia del análisis de este ámbito y de la reflexión crítica de lo que en él sucede, con la
intencionalidad de mejorar las prácticas de enseñanza.
En la actualidad nos encontramos con variados trabajos de ensayo e investigación acerca de lo que
ocurre en el aula, como así también, en cuanto a la producción de modelos de análisis que
permiten conocer e interpretar4 la enseñanza en contextos escolarizados. Revisaremos los aportes
de algunos autores considerados relevantes para la comprensión de los que sucede en las aulas,
como un camino para poder reflexionar acerca de nuestras prácticas.
COMPORTAMIENTO ECOLÓGICO
DEMANDAS DE APRENDIZAJE
INTERPRETACIÓN COMPENSACIÓN
El modelo ecológico de Doyle (Elaboración de Pérez Gómez a partir del modelo original) en Comprender y transformar la
enseñanza, pág. 93
Para este autor, el aula es un espacio ecológico, cargado de influjos simultáneos, que se producen
como consecuencia de las interacciones que se dan en un grupo social, dentro de un determinado
contexto.
Es importante destacar que en este modelo aparecen los subsistemas interdependientes, pero con
relativa autonomía: la estructura de las tareas académicas y la estructura social de la participación,
ambas atravesadas por el carácter intencional y evaluativo que tienen todos los acontecimientos
que se dan en el aula.
La estructura de las tareas académicas tiene que ver con las actividades que hacen a la
concreción del curriculum o el desarrollo del mismo. Ello da lugar a importantes
interrogantes con relación a la intencionalidad, características y modos que asumen las
tareas y por supuesto todo aquello que se relaciona con los contenidos curriculares y con
los modos de enseñanza que se diseñan y desarrollan, atendiendo al mismo tiempo a los
efectos que producen en los alumnos. Dos notas a tener en cuenta en la estructura de las
tareas son las referidas a la ambigüedad (con relación al grado de claridad que ofrecen al
estudiante) y al riesgo (con relación al grado de seguridad con que los alumnos afrontan la
tarea, a partir de la confianza en sus capacidades e importancia o valor que asignan a la
misma)
Para poder entender la estructura social de participación es necesario tener en cuenta cuatro
ámbitos o niveles de análisis: a) Las formas de gobierno que se dan en el aula; b) El clima
psicosocial que se establece y regula las relaciones; c) Los patrones culturales que dan lugar a otras
conductas a menudo inconscientes; d) La definición de roles y estereotipos individuales y grupales,
que dan lugar a expectativas y comportamientos de los sujetos.
Si tenemos en cuenta que estos dos subsistemas en realidad son elementos de un mismo sistema
dentro del espacio ecológico del aula, podemos comprender las fuertes relaciones de dependencia
que hay entre ambos y de influencia y potenciación mutua. Podemos hablar en este modelo de
una mirada holística a la compleja realidad del aula y de la enseñanza.
Si bien es claro el aporte de este modelo a la investigación didáctica, no podemos dejar de señalar
dos cuestiones que marcan algunos puntos débiles del mismo. Una es la referida al escaso énfasis
puesto en la atención como condicionantes de la vida del grupo, de los distintos elementos del
curriculum, analizados tanto desde su estructura superficial como desde su estructura profunda
(sustentos teóricos de esa estructura) como así también al carácter prescriptivos propio del
curriculum. La otra cuestión tiene que ver con las limitaciones del enfoque sistémico para el
análisis de los conflictos, de las relaciones intersubjetivas, de las contradicciones que tienen lugar
en los procesos sociales de enseñanza y aprendizaje.
Sabemos por nuestro conocimiento práctico, que la enseñanza en las aulas genera situaciones
cargadas de incertidumbres, confusas y complejas y que atraviesa por zonas de acción
indeterminadas. Necesitamos conocer herramientas y modelos conceptuales que nos permitan
comprender mejor lo que sucede allí y adquirir competencias para abordar con mayor seguridad y
fundamentación el proceso de toma de decisiones. En tal sentido, otro aporte de Doyle para
comprender y analizar lo que sucede en la clase, lo constituye el trabajo que realiza en 1986, en el
que retomando categorías trabajadas con anterioridad por Jackson y otros, señala las siguientes
peculiaridades que son propias de las intervenciones que se producen en la clase y que
demuestran la complejidad que implica esta tarea:
Estas características intrínsecas a lo que sucede en las aulas durante los proceso de enseñanza y
aprendizaje, ejercen presiones constantes sobre el docente y sus tareas de diseño (etapa preactiva)
y desarrollo de la enseñanza (etapa activa) en la que sus decisiones en cuanto a las actividades y a
las interacciones se ven condicionadas por ellas. Por eso, conocerlas y reflexionar acerca de cómo
se dan en las prácticas profesionales cotidianas (etapa pos activa), pueden permitir un mejor
gobierno de la clase, una mayor autonomía y fundamentación de las decisiones que se adopten.
La cultura social, que tiene que ver con la incorporación de los valores
hegemónicos del contexto social en que se encuentran insertos los alumnos. Está
en relación con un espacio social y un tiempo histórico determinado. No es una
cultura única, homogénea e integrada y presenta contradicciones y no ofrece
validaciones, contrataciones y sistematizaciones propias de la cultura crítica. Se
trata de la ideología cotidiana que responde a las condiciones económicas, sociales
y políticas, de lo que en la actualidad se ha dado en llamar la posmodernidad
2. De vinculación con las teorías de aprendizaje y sus posibles aportes para la enseñanza
Retomando lo mencionado anteriormente, referido a los cruces de culturas que pueden darse en
el aula, es pertinente aclarar que para que se produzca el aprendizaje significativo y relevante será
necesario que tengan lugar discontinuidades, contrastes, conflictos entre la cultura experiencial o
del sentido común con la cultura académica y la cultura crítica, es decir que entren en crisis los
diversos tipos de cultura para dar lugar a la creación de nuevos actos de significados que tendrán
lugar a partir de la interacción con los otros. Esto significa ir creando un nuevo marco de
conocimientos compartidos, fruto de procesos de reflexión crítica.
La construcción metodológica tendrá que tener en cuenta a cada uno de los polos de la
tríada didáctica (docente, alumno, conocimiento) en sus particularidades y en los modos
de interrelacionarse.
Tener en cuenta a los alumnos supone considerarlos como sujetos sociales, cognoscentes y
deseantes, producto y productores de la cultura en que están inmersos.
Tener en cuenta el contenido a ser enseñado, implica conocerlo y reconocerlo como parte
del conocimiento científico y de saberes legitimados, que tienen una lógica propia de
construcción y organización, según las disciplinas científicas de las que formen parte y
cuya divulgación y socialización ha sido considerada como necesaria.
Considerarse a sí mismo como uno de los polos de la tríada didáctica, cuya tarea es la de
mediar entre el alumno y el conocimiento, requiere poder distanciarse de la situación para
colocarse como objeto de análisis, desdoblamiento que no es fácil realizar
Reflexiones finales
Lo que todos deseamos es producir cambios significativos en la enseñanza, en la tarea de
intervención didáctica. Los planteos hasta aquí realizados se sustentan en la renuncia a la
pretensión de generar y elaborar propuestas didácticas prescriptivas y de aplicación directa. Lo que
se pretende es generar la reflexión acerca de cuestiones sustantivas acerca de la enseñanza, que
consideramos con potencialidad para producir su mejora. Reconocemos el carácter singular de los
procesos de enseñanza y de aprendizaje que se generan en cada grupo de aula, a través de las
transacciones simbólicas que en ella se producen
Será muy importante tener en cuenta que los niños y jóvenes de esta sociedad postmoderna,
postindustrial, de la información, tal como se ha dado llamarla, especialmente aquellos de la clase
media y alta, que viven saturados de estímulos, de información, que por lo general se les presenta
como fragmentada, desintegrada y que en general no pueden significar globalmente con claridad,
ni parece que nadie está interesado en hacerlo. Los valores compartidos y actitudes colaborativas
parecen olvidadas, cuestiones del pasado, la incertidumbre cunde en todos los ámbitos y la
escuela parece haber perdido su rumbo ante una sociedad y una cultura que mantienen con ella
actitudes contradictorias y ambivalentes. ¿Qué hacer frente a ello? ¿Cómo encontrar sentido a
nuestra profesión y a nuestro quehacer cotidiano? ¿Desarrollar mejor nuestras clases podrá ser un
camino?
El lenguaje es nuestro medio para trabajar en el aula. el discurso en el aula tiene una importancia
central para los procesos de enseñanza y aprendizaje. Constituye el medio de comunicación
humana a la vez que es un instrumento psicológico para la activación del pensamiento; es también
un objeto de enseñanza. Podemos entonces afirmar que tiene un aspecto cognitivo que se
concreta en forma interpersonal, para pasar a ser intrapersonal.
¿Cómo planteamos nuestro discurso en el aula? ¿Qué hacemos con nuestra cultura, con nuestros
conocimientos, con nuestra formación profesional, con nuestras actitudes cuando diseñamos y
desarrollamos las clases? ¿Cómo manejamos y orientamos la comunicación, cómo presentamos la
información, qué lugar damos a las preguntas y a la construcción del conocimiento?
Preguntarnos acerca de las preguntas del discurso del aula tiene que ver con reconocer que ellas
tienen en este espacio una función diferente. Habitualmente se pregunta lo que no se sabe al que
se supone que tiene la información. El profesor no pregunta porque no sabe; le pregunta al
alumno aquello que cree que sabe o que puede inferir. Si piensa que los alumnos no saben, expone
(aprendizaje por recepción desde el alumno) o provoca la indagación (aprendizaje por
descubrimiento). La pregunta del docente sirve para enfatizar, focalizar, provocar el pensamiento,
de allí que sea importante el modo y el tono de la pregunta, al mismo tiempo que la oportunidad
de formularlas. También cumplen la función de monitoreo, de regulación, de regulación del flujo
de la conversación.
Veamos qué sucede con las preguntas del alumno. Por lo general el alumno pregunta lo que no
sabe, pero para ello es necesario que se dé cuenta de que no sabe, es decir que tiene que poder
vigilar su propio conocimiento y capacidad de comprensión, ya que saber hacer una pregunta es
poder decir “no entendí” o en el mejor de los casos, “quiero saber más”. La calidad y la
oportunidad de las preguntas de los alumnos son indicios que sirven para evaluar su comprensión
e interés por el conocimiento. La comprensión tiene que ver con la capacidad de asignar
significado coherente a la información, es una representación mental. La comprensión no se da de
un momento para otro, es un camino para recorrer, donde habrá construcciones parciales o
provisorias, que se van enriqueciendo, reconstruyendo y que tienen también que ver con los
conocimientos previos. Cuando éstos son más amplios y profundos, mejor y mayor será la
comprensión de los conocimientos nuevos, hay una reposición de la información.
Las preguntas demandan información y ésta puede ser explicada o implícita; en este último caso
estamos hablando de preguntas inferenciales. Las preguntas que requieren información explícita
pueden ser necesarias cuando los textos o conocimientos a enseñar son complejos y es
conveniente usarlas en primer término y dejar las inferenciales cuando está asegurada la
información necesaria. Las inferencias pueden estar referidas a cuestiones diferentes:
Inferencias temporales
A través de las preguntas, también el profesor intenta apelar a los conocimientos previos de los
alumnos, ya sea que busca una recuperación de la memoria o que además requiera de un proceso
de razonamiento que lleve a nuevas relaciones con los conceptos aprendidos. Esto puede darse de
manera automática o de forma controlada y guiada.
La actividad de preguntar en la clase, requiere también, por parte del docente, el análisis de las
respuestas, tanto como forma de evaluar el proceso de aprendizaje que se está dando, como para
darle una continuidad y coherencia al desarrollo del discurso en el aula
El texto seleccionado tiene que presentar al alumno cierto grado de complejidad, de desafío que lo
invite a desarrollar al máximo sus capacidades comprensivas ( ZDP de Vigotsky). Es conveniente
que le exija una cierta cantidad de inferencias que el alumno esté en condiciones de realizar, ya
que hay que tener en cuenta que a mayor cantidad de inferencias controladas, buscadas
intencionalmente, mayor grado de dificultad para la comprensión. También hay que tener presente
que la comprensión no es una cuestión de todo o nada, algo súbito. Existen grados intermedios de
comprensión, por lo que será necesario ir aumentando el grado de profundización, ayudando en lo
que sea necesario (concepto de andamiaje Bruner).
Podemos hablar de un nivel de comprensión de superficie: comprensión de la información
explícita literal del texto, que implica la comprensión del léxico y el conocimiento de la estructura
sintáctica y un nivel de comprensión de base por el que se entiende la comprensión de la
microestreuctura (comprensión de cada segmento y de sus relaciones, predominantemente la
información explícita y las inferencias básicas para lograr la coherencia) y de la macroestructura
(formada por los conceptos principales que requiere de una representación global del texto que
integra los segmentos y los jerarquiza). Las preguntas dirigidas a la comprensión de la
macroestructura tienden a buscar lo implícito; hay que tener presente que pueden darse
diferentes inferencias, interpretaciones, pero siempre deben ser coherentes.
La clase requiere también el trabajo con las respuestas, de modo tal que se pueda ir reformulando
hasta que se logre ofrecer una versión adecuada. Esto es modelizar una narración conjunta (esto es
un trabajo con andamiaje. Paulatinamente hay que ir retirando los soportes.
Siguiendo a Bruner, decimos que la escuela debe preparar al alumno para participar en foros, lo
que significa utilizar el lenguaje superando la función transmisora. Para ello resulta útil tener en
cuenta las distinciones que este autor realiza de las funciones del lenguaje:
Función metalingüística: uso que hacemos del lenguaje para examinarlo (Jakobson)
Bibliografía
BROVELLI,M. : “Tipos de conocimiento y formas de enseñar”. La construcción metodológica.
Revista Novedades Educativas N° 149, mayo 2003. Buenos Aires
GIMENO SACRISTÁN, José y PÉREZ GÓMEZ, Ángel: “Comprender y transformar la enseñanza. Cap.3
Editorial Morata, Madrid 1992