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Federalismo
La connotación contemporánea del término “federalismo” como forma de gobierno es un
desarrollo de la América de finales del siglo XVIII. Sus usos anteriores fueron más extensos y
difusos, denotando formaciones sociales y políticas a nivel nacional e internacional,
principalmente el último. Surgió como un término alternativo a la estructura de poder
monolítica del estado soberano que surgió de los Tratados de Westfalia (1648-1659)
anunciando la decadencia del Sacro Imperio Romano feudal en Europa, refiriéndose a los
planes para la estructuración interna de un solo estado.
Una federación se distingue también de los llamados sistemas unitarios, en los que el
gobierno central mantiene el poder principal sobre unidades administrativas que son
prácticamente órganos del gobierno central. Gran Bretaña, por ejemplo, tiene un sistema
unitario de gobierno parlamentario, y algunos gobiernos aparentemente federales, notorios
regímenes totalitarios con un partido político único, son en realidad sistemas unitarios.
Hablando en términos generales, las distinciones entre los gobiernos federales,
confederaciones y sistemas unitarios de gobierno son relativas y difícilmente delimitables.
Dentro de los países que tienen en esencia sistemas federales de gobierno se incluyen a
Estados Unidos, Canadá, México, Venezuela, Argentina, Australia, India, Malaysia, Suiza y
Alemania, cada uno de ellos con características propias en orden a la determinación y
extensión de facultades y poderes, en las distintas unidades administrativas que componen el
país.
Durante el renacimiento, la Unión de Utrecht, una alianza creada en 1579 por siete provincias
de los Países Bajos, tenía las características de una federación y fue la mayor fuerza
protestante en Europa durante dos siglos. Suiza, que en la historia ha sido considerada el
primer ejemplo de una confederación con éxito y después, de federación, comenzó el proceso
de unión en 1290 con tratados de alianza perpetua que comprometían a tres cantones, o
pequeños territorios. El número de cantones incluidos en los tratados se incrementó de modo
paulatino y, con la excepción de un breve periodo como nación unitaria bajo la influencia
francesa, la confederación continuó hasta 1848, cuando se transformó en un gobierno federal.
El gobierno moderno de Alemania fue federal en la forma tanto durante el Imperio, a pesar de
la importancia desproporcionada de Prusia después de 1871, como durante la República de
Weimar. Después de algunas experiencias como confederación, Estados Unidos adoptó la
forma federal de gobierno en 1789, y la Constitución de los Estados Unidos de América ha
sido un modelo seguido por muchos países, especialmente de Latinoamérica. Después de la II
Guerra Mundial el federalismo externo o internacional, es decir, la unión de diferentes estados
soberanos, se ha venido desarrollando como un instrumento eficaz para conseguir la paz
entre los pueblos. En Europa y América se han creado diversos organismos supranacionales
próximos a la idea federal del Estado, como la Unión Europea (UE), la Organización de
Estados Americanos (OEA) o la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA). [1]
Concepto
En la historia, la federalismo aparece como una comunidad orgánica que, creada por el
matrimonio, está compuesta, al menos, por progenitores y procreados, y en la que pueden
participar otras personas, conviventes o no, unidas ya por lazos de sangre, ya por el vínculo
de la sumisión a una misma autoridad. Esta comunidad se traduce en una ordenación
jerárquica, una convivencia entre los más próximos, y una organización económica entre ellos,
que puede abarcar a la producción (como en otros tiempos); que muchas veces comprende el
ahorro de los medios que no se gastan inmediatamente (régimen matrimonial de comunidad;
usufructo paterno); pero que, al menos, atiende, como hoy, a la satisfacción en común de las
necesidades individuales, con recursos obtenidos por los diversos miembros. Todo eso exige
una regulación, y es así como la federalismo entra en el campo del Derecho.
Esbozo histórico
La evolución ulterior, lo mismo en Roma que entre los germanos, sustituye el vínculo de
autoridad por el de sangre como índice del parentesco (llamado entonces de cognación);
disminuye y dulcifica el poder del padre o jefe de la casa y mejora correlativamente la posición
de la mujer y los hijos como sujetos dignos de protección: éstos pueden emanciparse al
adquirir plena capacidad natural. En esta línea evolutiva juega papel fundamental el
cristianismo, cuya doctrina impone la formación de una nueva federalismo en cada
matrimonio; proclama la unidad e indisolubilidad de éste y la existencia de derechos y deberes
recíprocos entre los cónyuges y concibe al ejercicio de la autoridad paterna y materna en
nombre de Dios y para bien de los hijos.
La Baja Edad Media marca la iniciación de un doble proceso que va a continuar hasta hoy: el
de reducción de la federalismo a los parientes más próximos, y el de desarraigo de ésta al
crecer el número de federalismo ciudadanas en relación con el de federalismo campesinas. El
cambio de ideas y estructuras se acelera en el s. xvlii con el movimiento filosófico de la
Ilustración (véase este término en la presente enciclopedia jurídica) y la Revolución francesa
(divorcio, independencia de los hijos), cuyos principios inspiran en parte el Código de
Napoleón. De esta influencia no había de librarse la legislación española, y como punto
culminante de ella puede señalarse la Ley de matrimonio civil de 1870. El Código de 1888, en
una línea más tradicional, se limitó a recibir de los antecedentes códigos latinos la técnica y
una parte de su redacción, pero conservando, tímidamente remozada en lo más
indispensable, la regulación antecedente. Desde entonces, la evolución ha sido más social
que jurídica, creando cierto desfase entre la realidad vivida y las instituciones legales.
La familia y el Estado
El cumplimiento de las finalidades perennes de la federalismo puede y debe ser favorecido por
el Estado, a través de una legislación orientada a facilitarle el cumplimiento de su misión,
supliendo la acción de los esposos y los padres donde ellos no puedan llegar; favoreciendo la
creación de nuevas federalismo y haciendo posible el aumento de las existentes; aportando
oportunidades para la prole y cerciorándose de que las funciones familiares se desempeñan
debidamente y que los miembros débiles no son objeto de abuso por parte de los fuertes. Es
así, en buena parte, la legislación social, la llamada a vitalizar y conservar la federalismo:
legislación sobre nupcialidad; política de vivienda familiar; medidas sobre el trabajo de los
miembros de la federalismo o relativas al salario familiar; régimen de seguridad social;
propiedad familiar, etc.[2]
Sin embargo, a pesar de la abundancia de los trabajos sobre este tema, no existe en la
literatura una definición de federalismo que a todos satisfaga y que a la experiencia de todos
los sistemas federales corresponda. Algunas definiciones, por ejemplo, se han desarrollado en
un terreno estrictamente institucional. Tal sería el caso de la definición de K. C. Wheare, para
quien hablar de una Federación significa aludir a un tipo de organización política en el cual dos
niveles de gobierno, el federal y el regional, son independientes uno del otro pero operan de
manera coordinada. En esa misma perspectiva podríamos ubicar a Preston King, para quien
una Federación es un Estado soberano que se distingue de otros Estados por el solo hecho
de que su gobierno central incorpora, a nivel constitucional, a unidades regionales dentro de
su proceso de toma de decisiones. Por su parte, Carl Friedrich estima que solamente es
posible hablar de federalismo cuando un conjunto de agrupaciones políticas coexisten e
interactúan como entidades autónomas, unidas en un orden común que también tiene su
propia autonomía.
Otros autores, como W. S. Livingston, han intentado enfatizar la base social o material del
federalismo como una variable básica de la que depende cierto tipo de estructura institucional.
Así, para este autor, “la esencia del federalismo” se encuentra no en la estructura institucional
o constitucional, sino en la sociedad misma. Una organización de tipo federal es un
instrumento por medio del cual las cualidades federales de una sociedad son articuladas y
protegidas. A su vez —según King— una sociedad tiene la calidad de federal cuando la
diversidad (económica, religiosa, racial, histórica) de la población están agrupadas
territorialmente.
Para delimitar el concepto de federalismo, en primer lugar, hemos de decir que no vamos a
aludir a una connotación ideológica o filosófica, es decir, como una serie de principios cuya
adopción se recomienda y prescribe como la forma ideal de organizar políticamente a una
sociedad. Tampoco hemos de adoptar una noción sociológica de federalismo que, como la de
Livingston, ponga el acento en la diversidad social como la variable independiente. Al
desechar estas dos perspectivas no queremos negar su importancia para explicar el
surgimiento, el funcionamiento y la conservación de un Estado federal.
En cambio, en el presente comentario nos limitamos a afirmar que, desde una perspectiva
político-institucional y como forma que puede adoptar un Estado, el federalismo se puede
caracterizar a través de las siguientes notas: