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NOVENARIO POR LOS DIFUNTOS

Es necesario dar una conveniente orientación pastoral a esta costumbre, tan extendida entre
nosotros, de celebrar por los difuntos el «novenario» o nueve noches.
Conviene que se estructure de acuerdo con la Liturgia, de manera que en cierto modo derive de
ella y a ella conduzca. Antes o después de los esquemas propuestos puede rezarse el Santo
Rosario.
Es, además, un momento privilegiado para que el encargado pueda realizar una catequesis
especial sobre el carácter de peregrinos, la esperanza cristiana, la conversión cotidiana, los
compromisos bautismales, etc., y así - aprovechando la presencia de muchas personas frías en la
fe - y quizás de acatólicos - tenga especial cuidado de todos, puesto que el sacerdote es ministro
del Evangelio para todos los hombres.

DÍA PRIMERO
Canto inicial

«En Dios pongo mi esperanza» (Salmo 129)


En Dios pongo mi esperanza y confío en su palabra.
1. Desde el abismo clamo a Ti, Señor.
Señor, oye mi voz,
estén tus oídos atentos
a la voz de mi plegaria.
2. Si las culpas retienes Señor,
¿quién subsistirá?,
Pero cerca de Ti está el perdón
y así serás temido.
3. Espero en el Señor, mi alma espera,
es su Palabra confío
espera mi alma al Señor,
más que el centinela a la aurora.
Terminado el canto, todos se signan:

En el nombre del Padre…


Saludo

La gracia del Señor Jesucristo, quien con su presencia salvadora nos llena de
consuelo y de paz, esté siempre con todos ustedes.
R. Bendito sea Dios, quien nos reúne en el amor de Cristo.
Monición
El presidente puede hacer una breve monición, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos y hermanas:
Si creemos que Jesucristo murió y resucitó, confiemos también que Dios nuestro
Padre, por su Hijo, tomó consigo a nuestro (a) hermano (a) N., quien duerme en
Cristo.
Este duelo nos recuerda que no podemos vivir en las tinieblas del pecado, ya que
la muerte nos puede sorprender de improvisto.
Nuestra vida, tiene que ser conforme con lo que somos: hijos de la Luz; velemos,
pues, y vivamos según las exigencias de nuestro bautismo.
Unámonos en oración e invoquemos la misericordia de Dios para con nuestro (a)
hermano (a) N.
Oración en silencio
Lectura de la Palabra de Dios
Se puede escoger del Leccionario pág. 000 y ss. una o varias lecturas, intercalando salmos de
respuesta.
Se puede hacer un breve comentario a la Palabra de Dios. En caso contrario, se aconseja un tiempo
de silencio para reflexionar sobre las lecturas.
Oración de los fieles
Presidente:

Oremos juntamente a Dios nuestro Señor, de quien es propio perdonar y tener


misericordia, y llenos de esperanza, digámosle:
Respuesta: Padre bueno, escúchanos.
- Concede a nuestro (a) hermano (a) N., la eterna felicidad.

- No le tengas en cuenta sus pecados ni sus debilidades.

- Consuela a quienes peregrinamos por este mundo y que ahora sufrimos con
la muerte de nuestro (a) hermano (a) N.
Presidente:

Oremos ahora juntamente a Dios nuestro Padre con la plegaria que nos enseñó
nuestro hermano, Jesucristo.
Digamos con fe: Padre nuestro…
Dios Padre omnipotente, que con la Cruz de tu Hijo nos has fortalecido y con su
Resurrección has marcado nuestra vida; concede a tu siervo (a) N., que libre de la
muerte, sea agregado (a) a la asamblea de tus elegidos. Por Jesucristo nuestro
Señor.
Conclusión

V. Concédele, Señor, el descanso eterno.


R. Y brille para él (ella) la luz perpetua.
V. Nuestro (a) hermano (a) N., y todos los fieles difuntos, por la misericordia de
Dios, descansen en paz.
R. Amén.
DÍA SEGUNDO
Canto inicial

«Canto de peregrinos»
1. Nos hallamos aquí en este mundo,
este mundo que tu amor nos dio;
mas la meta no está en esta tierra:
es un cielo que está más allá.
Coro Somos los peregrinos que vamos hacia el cielo;
la fe nos ilumina, nuestro destino no se halla aquí.
La meta está en lo eterno, nuestra patria es el cielo,
la esperanza nos guía, y el amor nos lo entreabre ya.
2. Caravana que va por el mundo,
como el pueblo de Dios en destierro;
pero en busca, a través del desierto,
de otra tierra que Dios prometió.
Terminado el canto, todos se signan:

En el nombre del Padre…


Saludo

El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda clase
de bendiciones espirituales en Cristo, les dé su paz y consuelo.
R. Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Monición
El presidente puede hacer una breve monición, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos y hermanas:
El cristiano vive como peregrino en la tierra, esperando que su muerte será el paso
a una nueva vida, donde libre de pecado, glorifique sin fin al Padre por Cristo. Por
eso la muerte no es un término, sino un tránsito, un día resplandeciente, iluminado
con los fulgores de la resurrección.
Unámonos en la oración para pedir por nuestro (a) hermano (a) N.
Oración en silencio
Lectura de la Palabra de Dios
Se puede escoger del Leccionario pág. 000 y ss. una o varias lecturas, intercalando salmos de
respuesta.
Se puede hacer un breve comentario a la Palabra de Dios. En caso contrario, se aconseja un tiempo
de silencio para reflexionar sobre las lecturas.
Oración de los fieles
Presidente:

Invoquemos al Dios de toda misericordia, quien mandó salir de este mundo a su


siervo (a), nuestro (a) hermano (a) N., y digámosle:
Respuesta: Escúchanos, Padre santo.
- Por la intercesión de todos los santos, que gozan de ti en el cielo, lleva
misericordiosamente a tu siervo (a) N., a la eterna bienaventuranza.

- Por las súplicas de tu Iglesia, que peregrina en la tierra, abre a nuestro (a)
hermano (a) N., las puertas de la Iglesia triunfante.

- Por tu infinita misericordia dígnate consolarnos y reunirnos en el esplendor


de tu gloria.
Presidente:

Conscientes de nuestra dignidad de cristianos, oremos con fe y con esperanza a


nuestro Padre del cielo. Digamos entonces: Padre nuestro…
Padre de las luces, acoge benigno a tu hijo (a) N., y a nosotros concédenos
encontrar la luz en medio de las tinieblas, y la fe en la duda y en los peligros; y ya
que nos consuelas en todas nuestras tribulaciones, concédenos poder consolar a los
atribulados con el consuelo que de ti recibimos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Conclusión

V. Concédele, Señor, el descanso eterno.


R. Y brille para él (ella) la luz perpetua.
V. Nuestro (a) hermano (a) N., y todos los fieles difuntos, por la misericordia de
Dios, descansen en paz.
R. Amén.
DÍA TERCERO
Canto inicial

«¡Resucitó!»
¡Resucitó, resucitó, resucitó, aleluya!
¡Aleluya, aleluya, aleluya, Resucitó!
1. La muerte, ¿dónde está la muerte?
¿dónde está mi muerte?
¿dónde su victoria?
2. Gracias, sean dadas al Padre,
que nos pasó a Su Reino,
donde se vive de Amor.
3. Alegría, alegría, hermanos,
que si hoy nos queremos,
es que Resucitó.
4. Si con Él morimos,
con Él vivimos,
con Él cantamos:
¡Aleluya!
Terminado el canto, todos se signan:

En el nombre del Padre…


Saludo

L agracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, que nos reúne en una gran
familia, y nos da paz en el Espíritu, estén con todos ustedes.
R. Bendito sea Dios, quien nos reúne en el amor de Cristo.
Monición
El presidente puede hacer una breve monición, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos y hermanas:
Al reunirnos en esta tarde (noche) para orar por nuestro (a) hermano (a) N.,
recordemos una vez más que Dios es amor y vida, y también nuestro único
consuelo. Por eso con espíritu de fe encontramos ahora esperanza, y este
acontecimiento triste se ilumina y adquiere otra perspectiva: así como Cristo
resucitó, también nuestro (a) hermano (a) resucitará y nosotros nos encontraremos
un día en la casa del Padre, en compañía de María y todos los santos. Unámonos
en oración y pidamos por nuestro (a) hermano (a) N., por sus familiares y amigos.
Oración en silencio
Lectura de la Palabra de Dios
Se puede escoger del Leccionario pág. 000 y ss. una o varias lecturas, intercalando salmos de
respuesta.
Se puede hacer un breve comentario a la Palabra de Dios. En caso contrario, se aconseja un tiempo
de silencio para reflexionar sobre las lecturas.
Oración de los fieles
Presidente:

Oremos a Dios, nuestro Padre, quien nos tiene reservada una morada en su casa y
digámosle:
Respuesta: Escúchanos, Padre misericordioso.
- Por la gloriosa intercesión y méritos de la Santísima Virgen María, madre
y abogada nuestra, mira compasivo a tu siervo (a) N.

- Por la piadosa muerte de San José, padre nutricio de tu Hijo, dígnate admitir
a tu siervo (a) N., en la compañía de todos los bienaventurados

- Por la fiel solicitud de su Ángel Guardián y de todos los ángeles, condúcelo


(a) a tu presencia.

- Por el ejemplo e intercesión de los santos, condúcenos a una vida


verdaderamente cristiana.
Presidente:

Como hijos adoptivos que somos, unamos nuestra voz a la de Cristo, para hablar
con nuestro Padre, siguiendo el modo de orar que Jesús nos enseñó: Padre
nuestro…
Padre amoroso, escucha en tu bondad la súplica de cuantos imploramos tu
misericordia por tu siervo (a) N., a quien elegiste como miembro de tu pueblo
durante su vida mortal y a quien llamaste a tu presencia; dígnate llevarlo (a) al
lugar de la Luz y de la paz y recíbelo (a) en la asamblea de los santos. Por Jesucristo
nuestro Señor.
Conclusión

V. Concédele, Señor, el descanso eterno.


R. Y brille para él (ella) la luz perpetua.
V. Nuestro (a) hermano (a) N., y todos los fieles difuntos, por la misericordia de
Dios, descansen en paz.
R. Amén.
DÍA CUARTO
Canto inicial

«Al Rey adoremos»


Al Rey adoremos, para quien todo vive.
1. Tú has sido, Señor, nuestro refugio,
de generación en generación.
2. Reduces la humanidad al polvo diciéndole:
volved a la tierra, hijos de Adán.
3. Mil años son ante tus ojos, como el día de ayer que ya pasó,
como una vigilia de la noche.
Terminado el canto, todos se signan:

En el nombre del Padre…


Saludo

El Espíritu de verdad, que resucitó a Cristo de entre los muertos y nos hace
exclamar que Dios es Padre, los consuele y permanezca siempre con todos ustedes.
R. Amén
Monición
El presidente puede hacer una breve monición, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos y hermanas:
Nuestro (a) hermano (a) N. fue hecho (a) hijo (a) adoptivo (a) de Dios en el
bautismo y terminada su peregrinación terrena se durmió en la paz de Cristo.
Hoy nos reunimos para orar por él (ella) y también por nosotros, afligidos por su
separación, pero seguros de que un día también saldremos al encuentro de Cristo
y nos reuniremos con nuestro (a) hermano (a) en la asamblea de los santos.
Nos conforta saber que en el cielo tenemos un Padre bueno, atento a darnos las
gracias que necesitamos en cada momento de la vida, especialmente es estas
circunstancias de dolor familiar. Por eso, oremos por nuestro (a) hermano (a) N.,
por todos los aquí presentes y en especial por sus familiares.
Oración en silencio
Lectura de la Palabra de Dios
Se puede escoger del Leccionario pág. 000 y ss. una o varias lecturas, intercalando salmos de
respuesta.
Se puede hacer un breve comentario a la Palabra de Dios. En caso contrario, se aconseja un tiempo
de silencio para reflexionar sobre las lecturas.
Oración de los fieles
Presidente:

Invoquemos a nuestro Señor Jesucristo, quien dijo de sí mismo: «Yo soy la


resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo el que vive
y cree en mí, no morirá jamás». Pidámosle por nuestro (a) hermano (a) N., quien
pasó a la casa del Padre.
Respuesta: Te rogamos, óyenos.
- Tú que lloraste por la muerte de Lázaro, dígnate enjugar nuestras lágrimas.

- Tú que volviste a la vida a los muertos, dígnate conceder la vida eterna a


nuestro (a) hermano (a) N.
- Tú que prometiste el paraíso al ladrón arrepentido, dígnate conducir al cielo
a nuestro (a) hermano (a) N.

- Dígnate recibir entre los santos y elegidos a nuestro (a) hermano (a) N.,
quien fue purificado (a) en las aguas del bautismo.

- Dígnate admitir a la mesa del Reino a nuestro (a) hermano (a), alimentado
(a) en su vida con el banquete de tu Cuerpo y de tu Sangre.

- Dígnate reanimarnos por la fe con el consuelo y la esperanza de la vida


eterna, a quienes nos encontramos tristes por la muerte de nuestro (a)
hermano (a) N.
Presidente:

Jesucristo con su Misterio Pascual nos ha hecho hijos adoptivos de Dios; por eso
podemos acudir con plena confianza a nuestro Padre, con la oración de sus hijos.
Digamos con gran fe: Padre nuestro…
Padre bondadoso, concede a tu siervo (a) difunto (a) N., la misericordia de que sus
acciones no reciban como recompensa el castigo, que él (ella) perseveró en el
deseo de cumplir tu voluntad, para que así como la verdadera fe en esta tierra lo
(la) unió a tu pueblo santo, así también tu compasión lo (la) asocie a los coros
angélicos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Conclusión

V. Concédele, Señor, el descanso eterno.


R. Y brille para él (ella) la luz perpetua.
V. Nuestro (a) hermano (a) N., y todos los fieles difuntos, por la misericordia de
Dios, descansen en paz.
R. Amén.
DÍA QUINTO
Canto inicial

«¡Resucitó!»
¡Resucitó, resucitó, resucitó, aleluya!
¡Aleluya, aleluya, aleluya, Resucitó!
1. La muerte, ¿dónde está la muerte?
¿dónde está mi muerte?
¿dónde su victoria?
2. Gracias, sean dadas al Padre,
que nos pasó a Su Reino,
donde se vive de Amor.
3. Alegría, alegría, hermanos,
que si hoy nos queremos,
es que Resucitó.
4. Si con Él morimos,
con Él vivimos,
con Él cantamos:
¡Aleluya!
Terminado el canto, todos se signan:

En el nombre del Padre…


Saludo

L agracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, que nos reúne en una gran
familia, y nos da paz en el Espíritu, estén con todos ustedes.
R. Bendito sea Dios, quien nos reúne en el amor de Cristo.
Monición
El presidente puede hacer una breve monición, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos y hermanas:
Al reunirnos en esta tarde (noche) para orar por nuestro (a) hermano (a) N.,
recordemos una vez más que Dios es amor y vida, y también nuestro único
consuelo. Por eso con espíritu de fe encontramos ahora esperanza, y este
acontecimiento triste se ilumina y adquiere otra perspectiva: así como Cristo
resucitó, también nuestro (a) hermano (a) resucitará y nosotros nos encontraremos
un día en la casa del Padre, en compañía de María y todos los santos. Unámonos
en oración y pidamos por nuestro (a) hermano (a) N., por sus familiares y amigos.
Oración en silencio
Lectura de la Palabra de Dios
Se puede escoger del Leccionario pág. 000 y ss. una o varias lecturas, intercalando salmos de
respuesta.
Se puede hacer un breve comentario a la Palabra de Dios. En caso contrario, se aconseja un tiempo
de silencio para reflexionar sobre las lecturas.
Oración de los fieles
Presidente:

Oremos a Dios, nuestro Padre, quien nos tiene reservada una morada en su casa y
digámosle:
Respuesta: Escúchanos, Padre misericordioso.
- Por la gloriosa intercesión y méritos de la Santísima Virgen María, madre
y abogada nuestra, mira compasivo a tu siervo (a) N.

- Por la piadosa muerte de San José, padre nutricio de tu Hijo, dígnate admitir
a tu siervo (a) N., en la compañía de todos los bienaventurados

- Por la fiel solicitud de su Ángel Guardián y de todos los ángeles, condúcelo


(a) a tu presencia.

- Por el ejemplo e intercesión de los santos, condúcenos a una vida


verdaderamente cristiana.
Presidente:

Como hijos adoptivos que somos, unamos nuestra voz a la de Cristo, para hablar
con nuestro Padre, siguiendo el modo de orar que Jesús nos enseñó: Padre
nuestro…
Padre amoroso, escucha en tu bondad la súplica de cuantos imploramos tu
misericordia por tu siervo (a) N., a quien elegiste como miembro de tu pueblo
durante su vida mortal y a quien llamaste a tu presencia; dígnate llevarlo (a) al
lugar de la Luz y de la paz y recíbelo (a) en la asamblea de los santos. Por Jesucristo
nuestro Señor.
Conclusión

V. Concédele, Señor, el descanso eterno.


R. Y brille para él (ella) la luz perpetua.
V. Nuestro (a) hermano (a) N., y todos los fieles difuntos, por la misericordia de
Dios, descansen en paz.
R. Amén.
DÍA SEXTO
Canto inicial

«¡Resucitó!»
¡Resucitó, resucitó, resucitó, aleluya!
¡Aleluya, aleluya, aleluya, Resucitó!
5. La muerte, ¿dónde está la muerte?
¿dónde está mi muerte?
¿dónde su victoria?
6. Gracias, sean dadas al Padre,
que nos pasó a Su Reino,
donde se vive de Amor.
7. Alegría, alegría, hermanos,
que si hoy nos queremos,
es que Resucitó.
8. Si con Él morimos,
con Él vivimos,
con Él cantamos:
¡Aleluya!
Terminado el canto, todos se signan:

En el nombre del Padre…


Saludo

L agracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, que nos reúne en una gran
familia, y nos da paz en el Espíritu, estén con todos ustedes.
R. Bendito sea Dios, quien nos reúne en el amor de Cristo.
Monición
El presidente puede hacer una breve monición, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos y hermanas:
Al reunirnos en esta tarde (noche) para orar por nuestro (a) hermano (a) N.,
recordemos una vez más que Dios es amor y vida, y también nuestro único
consuelo. Por eso con espíritu de fe encontramos ahora esperanza, y este
acontecimiento triste se ilumina y adquiere otra perspectiva: así como Cristo
resucitó, también nuestro (a) hermano (a) resucitará y nosotros nos encontraremos
un día en la casa del Padre, en compañía de María y todos los santos. Unámonos
en oración y pidamos por nuestro (a) hermano (a) N., por sus familiares y amigos.
Oración en silencio
Lectura de la Palabra de Dios
Se puede escoger del Leccionario pág. 000 y ss. una o varias lecturas, intercalando salmos de
respuesta.
Se puede hacer un breve comentario a la Palabra de Dios. En caso contrario, se aconseja un tiempo
de silencio para reflexionar sobre las lecturas.
Oración de los fieles
Presidente:

Oremos a Dios, nuestro Padre, quien nos tiene reservada una morada en su casa y
digámosle:
Respuesta: Escúchanos, Padre misericordioso.
- Por la gloriosa intercesión y méritos de la Santísima Virgen María, madre
y abogada nuestra, mira compasivo a tu siervo (a) N.
- Por la piadosa muerte de San José, padre nutricio de tu Hijo, dígnate admitir
a tu siervo (a) N., en la compañía de todos los bienaventurados

- Por la fiel solicitud de su Ángel Guardián y de todos los ángeles, condúcelo


(a) a tu presencia.

- Por el ejemplo e intercesión de los santos, condúcenos a una vida


verdaderamente cristiana.
Presidente:

Como hijos adoptivos que somos, unamos nuestra voz a la de Cristo, para hablar
con nuestro Padre, siguiendo el modo de orar que Jesús nos enseñó: Padre
nuestro…
Padre amoroso, escucha en tu bondad la súplica de cuantos imploramos tu
misericordia por tu siervo (a) N., a quien elegiste como miembro de tu pueblo
durante su vida mortal y a quien llamaste a tu presencia; dígnate llevarlo (a) al
lugar de la Luz y de la paz y recíbelo (a) en la asamblea de los santos. Por Jesucristo
nuestro Señor.
Conclusión

V. Concédele, Señor, el descanso eterno.


R. Y brille para él (ella) la luz perpetua.
V. Nuestro (a) hermano (a) N., y todos los fieles difuntos, por la misericordia de
Dios, descansen en paz.
R. Amén.
DÍA SÉPTIMO
Canto inicial

«¡Resucitó!»
¡Resucitó, resucitó, resucitó, aleluya!
¡Aleluya, aleluya, aleluya, Resucitó!
9. La muerte, ¿dónde está la muerte?
¿dónde está mi muerte?
¿dónde su victoria?
10. Gracias, sean dadas al Padre,
que nos pasó a Su Reino,
donde se vive de Amor.
11. Alegría, alegría, hermanos,
que si hoy nos queremos,
es que Resucitó.
12. Si con Él morimos,
con Él vivimos,
con Él cantamos:
¡Aleluya!
Terminado el canto, todos se signan:

En el nombre del Padre…


Saludo

L agracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, que nos reúne en una gran
familia, y nos da paz en el Espíritu, estén con todos ustedes.
R. Bendito sea Dios, quien nos reúne en el amor de Cristo.
Monición
El presidente puede hacer una breve monición, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos y hermanas:
Al reunirnos en esta tarde (noche) para orar por nuestro (a) hermano (a) N.,
recordemos una vez más que Dios es amor y vida, y también nuestro único
consuelo. Por eso con espíritu de fe encontramos ahora esperanza, y este
acontecimiento triste se ilumina y adquiere otra perspectiva: así como Cristo
resucitó, también nuestro (a) hermano (a) resucitará y nosotros nos encontraremos
un día en la casa del Padre, en compañía de María y todos los santos. Unámonos
en oración y pidamos por nuestro (a) hermano (a) N., por sus familiares y amigos.
Oración en silencio
Lectura de la Palabra de Dios
Se puede escoger del Leccionario pág. 000 y ss. una o varias lecturas, intercalando salmos de
respuesta.
Se puede hacer un breve comentario a la Palabra de Dios. En caso contrario, se aconseja un tiempo
de silencio para reflexionar sobre las lecturas.
Oración de los fieles
Presidente:

Oremos a Dios, nuestro Padre, quien nos tiene reservada una morada en su casa y
digámosle:
Respuesta: Escúchanos, Padre misericordioso.
- Por la gloriosa intercesión y méritos de la Santísima Virgen María, madre
y abogada nuestra, mira compasivo a tu siervo (a) N.
- Por la piadosa muerte de San José, padre nutricio de tu Hijo, dígnate admitir
a tu siervo (a) N., en la compañía de todos los bienaventurados

- Por la fiel solicitud de su Ángel Guardián y de todos los ángeles, condúcelo


(a) a tu presencia.

- Por el ejemplo e intercesión de los santos, condúcenos a una vida


verdaderamente cristiana.
Presidente:

Como hijos adoptivos que somos, unamos nuestra voz a la de Cristo, para hablar
con nuestro Padre, siguiendo el modo de orar que Jesús nos enseñó: Padre
nuestro…
Padre amoroso, escucha en tu bondad la súplica de cuantos imploramos tu
misericordia por tu siervo (a) N., a quien elegiste como miembro de tu pueblo
durante su vida mortal y a quien llamaste a tu presencia; dígnate llevarlo (a) al
lugar de la Luz y de la paz y recíbelo (a) en la asamblea de los santos. Por Jesucristo
nuestro Señor.
Conclusión

V. Concédele, Señor, el descanso eterno.


R. Y brille para él (ella) la luz perpetua.
V. Nuestro (a) hermano (a) N., y todos los fieles difuntos, por la misericordia de
Dios, descansen en paz.
R. Amén.
DÍA OCTAVO
Canto inicial

«¡Resucitó!»
¡Resucitó, resucitó, resucitó, aleluya!
¡Aleluya, aleluya, aleluya, Resucitó!
13. La muerte, ¿dónde está la muerte?
¿dónde está mi muerte?
¿dónde su victoria?
14. Gracias, sean dadas al Padre,
que nos pasó a Su Reino,
donde se vive de Amor.
15. Alegría, alegría, hermanos,
que si hoy nos queremos,
es que Resucitó.
16. Si con Él morimos,
con Él vivimos,
con Él cantamos:
¡Aleluya!
Terminado el canto, todos se signan:

En el nombre del Padre…


Saludo

L agracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, que nos reúne en una gran
familia, y nos da paz en el Espíritu, estén con todos ustedes.
R. Bendito sea Dios, quien nos reúne en el amor de Cristo.
Monición
El presidente puede hacer una breve monición, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos y hermanas:
Al reunirnos en esta tarde (noche) para orar por nuestro (a) hermano (a) N.,
recordemos una vez más que Dios es amor y vida, y también nuestro único
consuelo. Por eso con espíritu de fe encontramos ahora esperanza, y este
acontecimiento triste se ilumina y adquiere otra perspectiva: así como Cristo
resucitó, también nuestro (a) hermano (a) resucitará y nosotros nos encontraremos
un día en la casa del Padre, en compañía de María y todos los santos. Unámonos
en oración y pidamos por nuestro (a) hermano (a) N., por sus familiares y amigos.
Oración en silencio
Lectura de la Palabra de Dios
Se puede escoger del Leccionario pág. 000 y ss. una o varias lecturas, intercalando salmos de
respuesta.
Se puede hacer un breve comentario a la Palabra de Dios. En caso contrario, se aconseja un tiempo
de silencio para reflexionar sobre las lecturas.
Oración de los fieles
Presidente:

Oremos a Dios, nuestro Padre, quien nos tiene reservada una morada en su casa y
digámosle:
Respuesta: Escúchanos, Padre misericordioso.
- Por la gloriosa intercesión y méritos de la Santísima Virgen María, madre
y abogada nuestra, mira compasivo a tu siervo (a) N.

- Por la piadosa muerte de San José, padre nutricio de tu Hijo, dígnate admitir
a tu siervo (a) N., en la compañía de todos los bienaventurados
- Por la fiel solicitud de su Ángel Guardián y de todos los ángeles, condúcelo
(a) a tu presencia.

- Por el ejemplo e intercesión de los santos, condúcenos a una vida


verdaderamente cristiana.
Presidente:

Como hijos adoptivos que somos, unamos nuestra voz a la de Cristo, para hablar
con nuestro Padre, siguiendo el modo de orar que Jesús nos enseñó: Padre
nuestro…
Padre amoroso, escucha en tu bondad la súplica de cuantos imploramos tu
misericordia por tu siervo (a) N., a quien elegiste como miembro de tu pueblo
durante su vida mortal y a quien llamaste a tu presencia; dígnate llevarlo (a) al
lugar de la Luz y de la paz y recíbelo (a) en la asamblea de los santos. Por Jesucristo
nuestro Señor.
Conclusión

V. Concédele, Señor, el descanso eterno.


R. Y brille para él (ella) la luz perpetua.
V. Nuestro (a) hermano (a) N., y todos los fieles difuntos, por la misericordia de
Dios, descansen en paz.
R. Amén.
DÍA NOVENO
Canto inicial

«¡Resucitó!»
¡Resucitó, resucitó, resucitó, aleluya!
¡Aleluya, aleluya, aleluya, Resucitó!
17. La muerte, ¿dónde está la muerte?
¿dónde está mi muerte?
¿dónde su victoria?
18. Gracias, sean dadas al Padre,
que nos pasó a Su Reino,
donde se vive de Amor.
19. Alegría, alegría, hermanos,
que si hoy nos queremos,
es que Resucitó.
20. Si con Él morimos,
con Él vivimos,
con Él cantamos:
¡Aleluya!
Terminado el canto, todos se signan:

En el nombre del Padre…


Saludo

L agracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, que nos reúne en una gran
familia, y nos da paz en el Espíritu, estén con todos ustedes.
R. Bendito sea Dios, quien nos reúne en el amor de Cristo.
Monición
El presidente puede hacer una breve monición, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos y hermanas:
Al reunirnos en esta tarde (noche) para orar por nuestro (a) hermano (a) N.,
recordemos una vez más que Dios es amor y vida, y también nuestro único
consuelo. Por eso con espíritu de fe encontramos ahora esperanza, y este
acontecimiento triste se ilumina y adquiere otra perspectiva: así como Cristo
resucitó, también nuestro (a) hermano (a) resucitará y nosotros nos encontraremos
un día en la casa del Padre, en compañía de María y todos los santos. Unámonos
en oración y pidamos por nuestro (a) hermano (a) N., por sus familiares y amigos.
Oración en silencio
Lectura de la Palabra de Dios
Se puede escoger del Leccionario pág. 000 y ss. una o varias lecturas, intercalando salmos de
respuesta.
Se puede hacer un breve comentario a la Palabra de Dios. En caso contrario, se aconseja un tiempo
de silencio para reflexionar sobre las lecturas.
Oración de los fieles
Presidente:

Oremos a Dios, nuestro Padre, quien nos tiene reservada una morada en su casa y
digámosle:
Respuesta: Escúchanos, Padre misericordioso.
- Por la gloriosa intercesión y méritos de la Santísima Virgen María, madre
y abogada nuestra, mira compasivo a tu siervo (a) N.

- Por la piadosa muerte de San José, padre nutricio de tu Hijo, dígnate admitir
a tu siervo (a) N., en la compañía de todos los bienaventurados
- Por la fiel solicitud de su Ángel Guardián y de todos los ángeles, condúcelo
(a) a tu presencia.

- Por el ejemplo e intercesión de los santos, condúcenos a una vida


verdaderamente cristiana.
Presidente:

Como hijos adoptivos que somos, unamos nuestra voz a la de Cristo, para hablar
con nuestro Padre, siguiendo el modo de orar que Jesús nos enseñó: Padre
nuestro…
Padre amoroso, escucha en tu bondad la súplica de cuantos imploramos tu
misericordia por tu siervo (a) N., a quien elegiste como miembro de tu pueblo
durante su vida mortal y a quien llamaste a tu presencia; dígnate llevarlo (a) al
lugar de la Luz y de la paz y recíbelo (a) en la asamblea de los santos. Por Jesucristo
nuestro Señor.
Conclusión

V. Concédele, Señor, el descanso eterno.


R. Y brille para él (ella) la luz perpetua.
V. Nuestro (a) hermano (a) N., y todos los fieles difuntos, por la misericordia de
Dios, descansen en paz.
R. Amén.

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