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Neurociencias y Neurosicoeducación

El cerebro empático.
Nse. Marita Castro
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Imaginemos que estamos en una reunión comiendo carne con ensalada. De pronto,
miramos a uno de nuestros amigos y vemos que tiene un trozo de verdura entre sus
dientes. Inmediatamente sentimos una sensación extraña, entre angustia y necesidad de
avisarle. Esta vergüenza ajena se debe a una combinación de varias capacidades humanas,
entre las que se encuentran la empatía relacionada con las neuronas en espejo, el poder
hacer teoría de la mente ajena y considerar cómo se siente el otro ante las demás
personas y lo que pueden llegar a pensar éstas.

Las emociones básicas (miedo, alegría, sorpresa, enojo, tristeza) y las sociales (vergüenza,
culpa, orgullo, envidia, etc.) han sido y serán ampliamente estudiadas por la importancia
que tiene el mundo emocional en nuestras vidas.

Dentro de las sociales, la vergüenza puede definirse según conceptualizaciones recientes


como una reacción transitoria a una infracción de la etiqueta social que pone en peligro la
propia imagen pública. Las situaciones que la despiertan pueden ser caerse, perder el
control del cuerpo, un detalle en la vestimenta -corbata torcida, saco mal abrochado-,
entre muchas otras.

Pero no sólo circunstancias propias nos generan esta respuesta, también somos capaces
de sentir vergüenza ajena. Ésta es una emoción poco estudiada que despertó el interés de
un equipo de profesionales liderados por Frieder Michel Paulus, científico alemán de la
Universidad de Marburgo.
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Para una llevar adelante una de sus investigaciones, los científicos contaron con la
participación de 619 voluntarios con una edad media de 24 años -480 mujeres y 139
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hombres-.
Los participantes debían responder a un cuestionario sobre la intensidad de sus
sentimientos en situaciones embarazosas ajenas. Además, a 32 de ellos se les estudió su
respuesta cerebral a través de imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI), para
poder observar qué áreas cerebrales se activaban ante estas circunstancias.

Los resultados permitieron observar que la vergüenza ajena se experimenta con


independencia de si el protagonista actúa de forma accidental o intencional, o de si es
consciente o no de la situación embarazosa. Las imágenes de la actividad cerebral
presentaron que la corteza cingular anterior y la corteza de ínsula -dos estructuras
corticales que suelen participar en representaciones de sentimientos del dolor físico y
emocional propio- también están fuertemente implicadas en la vivencia del "dolor social"
de los demás.

Los profesionales destacaron que la actividad de estas áreas se correlacionaron


positivamente con las diferencias de rasgo individuales en la empatía de los participantes.

Las investigaciones anteriores sobre los correlatos neurales de los procesos de empatía se
habían centrado principalmente en el procesamiento de empatía del dolor físico de los
demás, este estudio presenta que también están presentes en la empatía del dolor
emocional.
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“En completa soledad, la persona más sensible sería por completo indiferente a su propio
aspecto”, escribió el naturalista Charles Darwin. Esto significa que en un contexto social
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las emociones adquieren una dimensión especial: no es lo mismo notar que tenemos la
camisa manchada si estamos solos en casa, que si lo notamos en una reunión laboral.
Nuestro cerebro es altamente social y debido a esto formar parte de un grupo y ser
aceptado nos produce sensación de seguridad, ya que ello fue lo que nos permitió triunfar
como especie y llegar hasta nuestros días. Sentir vergüenza ajena debe haber sido
importante para contribuir a modelarnos los unos a los otros y es por ello que tal vez este
sea el motivo por el cual se encuentra dentro de nuestras habilidades actuales.

Nuestras conductas y acciones activan los cerebros de las demás personas y sus neuronas
en espejo. Esta investigación, y muchas de las presentadas sobre nuestro cerebro social,
debe hacernos reflexionar sobre lo importante que somos para los otros y el valor que
cada uno de nosotros tiene para su grupo familiar, laboral, de amigos y la sociedad a la
que pertenece. Tal vez esto nos ayude a tener presente el actuar de un modo más
trascendente en cada uno de los ámbitos en donde nos manejamos.
Bibliografía:

 Krach S, Cohrs JC, Cruz de Echeverría Loebell N, Kircher T, Sommer J, Jansen A, Paulus FM. Your
Flaws Are My Pain: Linking Empathy To Vicarious Embarrassment. Published: April 13, 2011. DOI:
10.1371/journal.pone.0018675.
 Núria Jar. www.elespectador.com
 University hospital Giessen und Marburg. www.ukgm.de
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