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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACION CIVIL

Magistrado Ponente:

DR. HECTOR MARIN NARANJO

Santafé de Bogotá D. C. tres (3) de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995).

Rad. Expediente 4725

Decide la Corte la petición de exequátur de la sentencia de fecha 4 de marzo de


1993, proferida por el Juzgado Cuarto de Primera Instancia de Familia y Menores de la
Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado de Miranda, en Caracas,
Venezuela, mediante la cual se aceptó la adopción plena de JENNY SAA SALAZAR,
quien es la demandante, por parte del señor PAUL SALZENSTEIN.

A N T E C E D E N T E S:

1. Se afirma en el libelo introductorio que el señor PAUL SALZENSTEIN presentó


demanda de adopción plena de la demandante JENNY SAA SALAZAR, de
nacionalidad colombiana, ante el Juzgado Cuarto de Primera Instancia de Familia y
Menores de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado de Miranda, en
Caracas, Venezuela, el cual profirió sentencia estimatoria de las pretensiones, en
consecuencia de lo cual, dispuso que la adoptada se llamara JENNY SALZENSTEIN
SALAZAR.

Tal sentencia, agrega, no se opone a normas de orden público, "ya que el artículo 104 a
117 del decret (sic.) 2737 de 1989, establece el procedimiento para la adopción".

2. El Procurador Delegado en lo Civil, pone de presente la naturaleza de la petición que


se resuelve y repara en que no se ha allegado la prueba de la reciprocidad, bien sea
diplomática o legislativa, razón por la cual la prosperidad de la demanda se supedita a
dicha prueba, conclusión que expone con base en algunas citas jurisprudenciales de la
Corte.

3. Agotado el término probatorio y habiendo transcurrido en silencio el que se concedió


en forma común a las partes para que presentaran sus alegaciones, de manera oficiosa,
no obstante lo certificado por el Ministerio de Relaciones exteriores, se solicitó a la
Organización de Estados Americanos que informara a esta Corporación sobre si la
República de Venezuela había suscrito y ratificado La Convención Interamericana sobre
Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y Laudos Arbitrales Extranjeros, suscrita el 8
de mayo de 1979 en Montevideo, respuesta que obra en el expediente.

Así las cosas se impone decidir lo pertinente, a lo cual procede la Sala conforme a las
siguientes:

C O N S I D E R A C I O N E S:
1. Dispone el artículo 18 del Código Civil que "La ley es obligatoria tanto a los
nacionales como a los extranjeros residentes en Colombia", regla que en términos
similares reitera el artículo 57 del Código de Régimen Político y Municipal -ley 4 de
1913-, y con la cual se acoge, sin ambages, el denominado "principio de la
territorialidad de la ley" en virtud del cual toda persona que habite en el territorio
colombiano, sea ésta nacional o extranjera, se encuentra sometida al rigor imperativo de
la ley nacional, postulado que, si bien, de la manera inflexible como se encuentra
formulado elimina cualquier posibilidad de conflicto con las leyes extranjeras, no pocos
problemas de carácter jurídico y político genera al momento de su aplicación.

La génesis de tal enunciado se remonta al derecho medieval, especialmente el


germánico, desde luego que los romanos pretendieron que el jus gentium regía en todo
el mundo, es decir, era un derecho universal (auncuando el jus civile Romanorum solo
era aplicable a los ciudadanos de Roma y, en materias patrimoniales, a los latinos), y en
la actualidad se encuentra morigerado por las denominadas leyes de "colisión" o, mejor
conocidas como de "elección" que pueden recortar su alcance mediante normas de
"remisión", como cuando el ordenamiento remite la solución de un conflicto a la ley
extranjera, de lo cual es ejemplo en nuestro sistema el artículo 646 del Código de
Comercio; o mediante normas de colisión "bilaterales" o "perfectas" en virtud de las
cuales el legislador señala un punto general de enlace que permite, según cada caso, la
aplicación de la ley nacional o la extranjera, como acontece con el artículo 13 de la ley
1ª de 1976.

2.- No obstante, el artículo 19 del Código Civil consagra una excepción al principio de
la "territorialidad de la ley" que viene de exponerse, por cuanto acoge el denominado
"estatuto personal", según el cual la ley nacional sigue a la persona doquiera ésta se
encuentre -sicut umbra corpore-. Dispone, en efecto, el referido texto que "Los
colombianos residentes o domiciliados en país extranjero, permanecerán sujetos a las
disposiciones de este código y demás leyes nacionales que reglan los derechos y
obligaciones civiles:

" 1º En lo relativo al Estado de las personas y su capacidad para efectuar ciertos


actos que hayan de tener efecto alguno en los territorios administrados por el Gobierno
general, o en asuntos de competencia de la Nación;

" 2º En las obligaciones y derechos que nacen de las relaciones de familia; pero solo
respecto de cónyuges y parientes en los casos indicados en el inciso anterior."

Ha dicho la Corte, con miras a desentrañar el sentido de tal disposición que: "El estado
civil puede ser resultado de un acto voluntario de la persona humana o provenir de un
hecho ajeno por completo a su voluntad, pero aún en el primer caso es la ley, no el
individuo, la que reglamenta todos los efectos jurídicos de la institución que el estado
civil supone, sin dejarle a la persona ninguna libertad de acción para modificar en nada
los derechos y obligaciones inherentes a la situación que ha surgido, según los haya la
misma ley establecido obligatoriamente. Es el orden público en función imperativa,
como que de cuestiones fundamentales de la familia, base de la sociedad, se trata. De
ahí que el estado civil no pueda ser negociable, ni prestarse a transacciones, ni ser
objeto de renuncias o desistimientos, y ni siquiera de libertad probatoria para
acreditarlo. De ahí también que, en cuanto a la capacidad y a sus elementos esenciales,
lleve en sí, palpitante, la noción de soberanía de cada Estado, en acción intransigente,
indispensable para la defensa de sus instituciones tutelares. Se comprende así que para
tales extremos surja la necesidad del estatuto personal, como único medio de poner al
país a salvo de extrañas intromisiones y de los caprichos de la libre determinación del
ciudadano. Y como el individuo, por actos voluntarios, podría crear estados civiles
contrarios a las instituciones básicas de la nación a que pertenece, el legislador verse
obligado, en defensa de ellas, a coartar su libertad, imponiendo limitaciones cuando
actúa amparado por leyes extranjeras, del mismo modo que se las impone cuando obra
dentro de su propio país.

"No es otro el fundamento jurídico del art. 19 del C.C.". (Cas., 7 de marzo de 1952,
LXXI, 361).

3. Para efectos de resolver sobre el pase de la sentencia proferida por el Juzgado Cuarto
de Primera Instancia de Familia y Menores de la Circunscripción Judicial del Distrito
Federal y Estado de Miranda, en Caracas, Venezuela, mediante la cual se aceptó la
adopción plena de JENNY SAA SALAZAR que ésta solicita, es preciso advertir que
nuestro país suscribió en Montevideo, Uruguay, el 8 de mayo de 1979, "La Convención
Interamericana sobre Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y Laudos Arbitrales
Extranjeros", convención que fue aprobada por el Congreso de la República mediante la
ley 16 de 1981.

Así mismo, según lo acredita la comunicación enviada por el Director del Departamento
de Desarrollo y Codificación del Derecho Internacional de la Subsecretaría de Asuntos
Jurídicos de la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos,
depositaria del convenio y de los respectivos instrumentos de ratificación (folio 62), la
República de Venezuela también suscribió y ratificó la susodicha convención,
certificación que fue corroborada por la Nota 03420 del Ministerio de Relaciones
Exteriores de Colombia.

4. De conformidad con lo previsto en el artículo 2° del referido convenio, para que las
sentencias, laudos arbitrales y resoluciones judiciales extranjeros puedan tener eficacia
en otro de los "Estados Partes" es necesario que reúnan las siguientes condiciones:

" a) Que vengan revestidos de las formalidades externas necesarias para que sean
considerados auténticos en el Estado de donde proceden.

" b) Que la sentencia, laudo y resolución jurisdiccional y los documentos anexos que
fueren necesarios según la presente Convención, estén debidamente traducidos al
idioma oficial del Estado donde deben surtir efecto.

" c) Que se presenten debidamente legalizados de acuerdo con la ley del Estado en
donde deben surtir efecto.

" d) Que el Juez o Tribunal sentenciador tenga competencia en la esfera


internacional para conocer y juzgar del asunto, de acuerdo con la ley del Estado donde
deban surtir efecto.

" e) Que el demandado haya sido notificado o emplazado en debida forma legal de
modo sustancialmente equivalente a la aceptada por la ley del Estado donde las
sentencias, laudo y resolución jurisdiccional deban surtir efecto.
" f) Que se haya asegurado la defensa de las partes.

" g) Que tengan el carácter de ejecutoriados o, en su caso, fuerza de cosa juzgada en


el Estado en que fueron dictados.

" h) Que no contraríen manifiestamente los principios y las leyes de orden público del
Estado en que se pida el reconocimiento o ejecución..."

Cabalmente, los preceptos legales mediante los cuales un Estado señala los efectos y
alcances en el espacio de su legislación son de orden público. Por tanto, el artículo 19
del Código Civil, que somete a la ley nacional a los colombianos, en las cuestiones que
atañen al estado civil, donde quiera que éstos se encuentren, es una norma de tal
naturaleza, como lo son las reglas que en general gobiernan el estado civil, del cual la
adopción hace parte, razón por la cual no puede sustraerse ningún nacional colombiano,
aún residente en el extranjero, a su rigor imperativo.

"Las disposiciones referentes al estado civil -ha dicho la Corte- ... se considera en
cada nación como de orden público por hallarse establecidas en interés general. Por lo
tanto, cualquier sentencia extranjera que afecte ... el estatuto personal (artículo 19 del
Código Civil) ..., incide a la vez en las normas de la jurisdicción nacional colombiana y
por eso no pueden cumplirse en el país"(Cas. Civ. 17 de mayo de 1978, sin publ.).

Así las cosas, y como quiera que es evidente que el Juzgado Cuarto de Primera
Instancia de Familia y Menores de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y
Estado de Miranda, en Caracas, Venezuela, resolvió el asunto sometido a su
consideración conforme a las normas jurídicas de ese país, el exequátur que se solicita
de la sentencia proferida por éste no se puede conceder.

D E C I S I O N:

La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en


nombre de la República de Colombia y por autoridad de la ley NO CONCEDE el
exequátur de la sentencia de fecha 4 de marzo de 1993, proferida por el Juzgado Cuarto
de Primera Instancia de Familia y Menores de la Circunscripción Judicial del Distrito
Federal y Estado de Miranda, en Caracas, Venezuela, mediante la cual se aceptó la
adopción plena de JENNY SAA SALAZAR, por parte del señor PAUL
SALZENSTEIN.

Sin costas.

Notifíquese.

NICOLAS BECHARA SIMANCAS

CARLOS ESTEBAN JARAMILLO SCHLOSS

PEDRO LAFONT PIANETTA

HECTOR MARIN NARANJO


Referencia: Expediente No. 4725

RAFAEL ROMERO SIERRA

JAVIER TAMAYO JARAMILLO

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACION CIVIL

ACLARACION DE VOTO

MAGISTRADO DOCTOR PEDRO LAFONT PIANETTA

Referencia: Expediente No. 4725

1.- El suscrito Magistrado, con el debido comedimiento, se permite expresar que


comparte la decisión desestimatoria del exequátur solicitado, pero no porque lo impida
la ley colombiana, como lo dice el fallo, sino por falta de la prueba suficiente que
demostrase los requisitos exigidos por la ley para la concesión del mencionado
exequatur.

2.- Primeramente precisa el suscrito que la legislación colombiana admite la


posibilidad de que las sentencias de adopciones de menores, colombianos o no,
decretadas en el extranjero, puedan ser objeto de reconocimiento en Colombia con el
exequátur correspondiente; y como quiera que el fallo aquí aclarado lo niega, por esta
razón disiento de esta motivación.

2.1.- Ahora bien, mi aserto tiene apoyo en la doctrina que sobre el


particular fuera recogida en la sentencia No.3459 del 2 de julio de 1992, cuando
refiriéndose a una adopción de menores colombianos en el extranjero, esta Corporación
dijo lo siguiente: "No obstante que la función jurisdiccional por su propia índole no
puede ejercerse por un estado fuera del territorio en cuyo ámbito tiene soberanía, para
satisfacer la necesidad social de que las sentencias y otras providencias que tengan el
carácter de tales, surtan efectos en un Estado diferente a aquel que las profirió, se hace
indispensable la mutua cooperación inter-estatal para esa finalidad específica. Ello
explica que Colombia haya regulado con ese propósito el exequátur, institución esta que
permite que, previo el cumplimiento de los requisitos señalados en el Título XXXVI,
del Libro Quinto del Código de Procedimiento Civil, se autorice por la Corte Suprema
de Justicia (art. 25, num. 4 del C. de P.C.), el reconocimiento y ejecución de sentencias
y otras providencias dictadas en el exterior por autoridades extranjeras, siempre y
cuando exista con el otro país reciprocidad diplomática o reciprocidad legislativa (art.
693 del C. de P.C.) y se cumplan a plenitud los requisitos establecidos en el artículo 694
del mismo código."

"Ante todo, conviene precisar que la sentencia mediante la cual se confiere


autorización judicial para la adopción de un menor, es de jurisdicción voluntaria y el
acto complejo de adopción, cuando culmina ésta, es constitutivo de un nuevo estado
civil, como quiera que él tiene por objeto prohijar como hijo a quien no lo es por
naturaleza, es decir, establecer una nueva relación paterno-filial, -la adoptiva-, la cual,
como es obvio no solo es extrapatrimonial sino indivisible."

"El ordenamiento jurídico procesal colombiano, exige a la Corte Suprema de


Justicia, (arts. 693 y 694 C. de P.C.), previamente a la decisión que ha de adoptarse en
relación con la solicitud de exequátur para `sentencias y otras providencias que revistan
tal carácter', examinar entre otros requisitos señalados expresmente por el legislador, si
la sentencia o providencia en cuestión se opone a `leyes y otras disposiciones
colombianas de orden público' (art.694, num. 2), con la obvia excepción de las leyes de
procedimiento."

"Ello significa entonces, que ha de confrontarse necesariamente la decisión


respecto de la cual se impetra el exequátur con las normas sustantivas de orden público
nacional y que, si de esa confrontación resulta que ellas no son contrariadas por esa
decisión, puede concederse el exequátur; o, en caso contrario, habrá de denegarse
porque así lo exige la soberanía del Estado."

"En lo que hace referencia a la adopción, ha de precisarse que en la


legislación patria, ésta se halla regulada como institución destinada a proteger al menor
(art. 88 Código del Menor), a quien le asiste el derecho a tener una familia (art. 6o.,
código citado), normas éstas que tienen como soporte jurídico el artículo 44 de la
Constitución Nacional expedida en 1991."

"Ahora bien, cuando el Código del Menor somete la adopción de menores a


la legislación colombiana, ha de entenderse forzosamente que la preceptiva legal sobre
el particular (D.2737 de 1989, arts. 20, 27, 88 y 118, en armonía con los artículos 18 del
Código Civil y 57 del Código de Régimen Político y Municipal), solo tiene operancia
directa e inmediata cuando se trata de menor con domicilio o residencia en Colombia.
Porque en principio ello no ocurre cuando tanto este como su representante legal y el
adoptante tienen fijado su domicilio y residencia en el exterior, como ocurre en este
caso. Sin embargo, cuando la adopción efectuada conforme a la legislación extranjera
pretende obtener su exequátur en Colombia, resulta necesario establecer, entre otras, si
esta legislación se aviene o no a aquellas disposiciones colombianas que son de orden
público, todo ello para evitar cualquier fraude a la ley nacional y mas bien, en su lugar,
para vigilar el cumplimiento de los intereses superiores del menor."

2.2.- Ahora bien, siguiendo los anteriores parámetros, que el suscrito aún
comparte y que en el fallo aclarado se abandonan, no resulta exacto que, por ser el
artículo 19 del Código Civil una norma de orden público interno, cuestión indiscutible,
se afirme de una parte, que la adopción que se efectúa sobre menores colombianos,
como parte del régimen del estado civil, debe sujetarse a la ley colombiana; y, de la otra,
que como consecuencia que esa adopción "no puede sustraerse ningún nacional
colombiano aún residente en el extranjero, a su rigor imperativo".

2.2.1.- A juicio del suscrito el desacierto de esta consideración radica


en lo siguiente: En primer lugar, porque si los artículos 104 y 117 del Código del
Menor condicionan la aplicación de la ley colombiana, en lo sustancial y procesal, al
domicilio del menor en Colombia y a su permanencia en él hasta la ejecutoria de la
sentencia correspondiente; ello significa no solo la exclusión implícita de su aplicación
en el extranjero, sino que, más aún, guarda armonía con la permisión de la aplicación
limitada de la legislación extranjera en el exterior sobre las ejecuciones de adopciones
hechas en Colombia (art. 117 y 121 Código del Menor). En segundo lugar, porque, el
artículo 19 del Código Civil no ordena "en forma absoluta e incondicionada" la
aplicación de la ley colombiana a todos los colombianos que se encuentren en el
extranjero, sino que ella se limita a aquellas leyes que se refieran a asuntos sobre los
"estados de las personas" ... y que, además, tengan por finalidad la de "que hayan de
tener efecto en Colombia". Si ello es así, como se desprende del texto literal del citado
precepto, que en no pocas ocasiones se pasa por alto; no puede menos que concluírse
que dicha aplicación de la ley colombiana no puede predicarse de aquellos estados
civiles de colombianos que, además de tener su domicilio en el exterior, sobre ellos se
constituyen estados civiles precisamente para que tengan existencia y surtan efecto en
ese país extranjero. Luego, la adopción de colombianos, hecha en el extranjero para que
tenga efecto en el exterior, aún con base en este precepto, tampoco se sujetaría a la ley
colombiana, sino, por el contrario, a la extranjera. En tercer lugar, también debe
destacarse que la interpretación que acoje el fallo, que aquí no comparto, conduce a un
resultado contrario al precepto constitucional que consagra el derecho del menor "a
tener una familia y a no ser separado de ella" (art. 44 C.Pol.), pues eso es lo que sucede
al no darse la posibilidad de un exequátur en Colombia.

2.2.2.- Pero lo anterior cobra mayor fuerza en el presente caso donde


precisamente se ha aducido como fundamento del exequátur la existencia de una
reciprocidad diplomática basada en al suscripción y aprobación por Colombia (ley 16 de
1981) de la "Convención Interamericana sobre la eficacia territorial de las sentencias y
laudos arbitrales extranjeros" (del 8 de marzo de 1979); convención esta que también
fue suscrita por la República de Venezuela. Porque dicho convenio abre paso en forma
expresa a la procedencia de las sentencias proferidas en cualquiera de los dos
paises, siempre que se sujeten a los requisitos del artículo 2o. del citado convenio, sin
que se excluyan las sentencias de adopción. Luego si este tratado de derecho
internacional privado consagra un régimen especial y prevalente para el reconocimiento
de sentencias extranjeras, que cumplan determinados requisitos, estos últimos no
pueden, mediante interpretación, hacer nugatorio el convenio de la admisibilidad del
reconocimiento de dichas sentencias extranjeras en otro país. De allí que por el hecho de
que se exija, como uno de sus requisitos, que esas sentencias "no contraríen
manifiestamente los principios y leyes de orden público del Estado en que se pida
reconocimiento o ejecución" (art. 2o., literal H, ibidem); en manera alguna pueda
inferirse que todo aquello que sea de orden público queda excluído de exequátur, pues,
según su texto, "solamente quedan excluídas aquellas sentencias que le sean
contrarias". Ahora bien, para establecer la eventual contradicción se hace preciso la
confrontación legislativa relativa a las normas internas que regulan la materia y en
especial, los de orden público mínimo interno, mas no con relación a las llamadas
normas de solución de conflicto de derecho internacional privado. Es decir, en este
evento sería una confrontación entre los regímenes jurídicos de adopciones de
Venezuela y Colombia, para saber si se satisface o no aquel requerimiento legal; sin que
decirse que la confrontación deba hacerse con la norma del artículo 19 del Código Civil,
porque esta es solamente un precepto de solución de conflictos de normas de varios
países, precisamente para cuando no haya tratado. Además, cuando el referido tratado
habla de "principios y leyes de orden público del Estado" donde se pide la ejecución, a
esta expresión no se le otorga ni puede otorgarsele un sentido amplio de manera tal que,
además de las normas internas de orden público de la institución familiar, también
comprenda las de derecho internacional privado relativas a la solución de conflictos,
como sería la del artículo 19 del Código Civil. Porque precisamente ese tratado se ha
celebrado para superar el contenido de ese precepto que facilite una mejor y mas ágil
solución al conficto internacional que suele presentarse en materia de sentencias
extranjeras entre Venezuela y Colombia, por lo que entonces, la regulación
convencional opera como excepción prevalente al mencionado precepto. De lo
contrario, el solo hecho de que el régimen de familia sea de orden público en Colombia
y, en consecuencia, deba aplicarse también en el extranjero a los colombianos que se
encuentren en el exterior, daría lugar, como lo hace el fallo aclarado, a que ninguna
sentencia extranjera, en este caso la venezolana, que aplicara la ley venezolana en
materia de familia, fuera susceptible de exequátur en Colombia. Es decir, que con
esta interpretación se anularía la aplicación del mencionado tratado en las materias
familiares, porque bastaría que a los colombianos en el extranjero no le apliquen la ley
colombiana (que desde luego no se la van a aplicar), para que, conforme a la doctrina
que ahora acoge el fallo, se diga entonces que se violó la norma de orden público del
artículo 19 del Código Civil y que, por consiguiente, resulta improcedente el exequátur.
Y eso no fue ni pudo ser la intención de las altas partes contratantes.

De allí que la exigencia del precitado requisito solamente pueda


predicarse, en forma razonable, de las normas internas de derecho público interno que
regulan la materia objeto de la sentencia extranjera, a fin de establecer si la ley
extranjera aplicada en el exterior, en este caso sobre "adopción", viola
"manifiestamente" el régimen jurídico de la adopción que, según la ley colombiana, al
constituír condición mínima de orden público para Colombia (vgr. que sean menores, o
mayores en los casos excepcionales legales), también han debido tenerse en cuenta en el
exterior, a fin de que esa sentencia extranjera pueda ser reconocida y surta efectos en
Colombia.

2.2.3.- Lo anterior conduce a que el suscrito no comparta la


motivación de la denegación del exequátur.

2.3.- Con todo, como quiera que en el expediente no aparece la prueba


suficiente de la legislación extranjera que sirva de fundamento de confrontación frente a
la ley colombiana, concluye el suscrito que de todas maneras se imponía, como lo fue,
la desestimación del exequátur al no poderse demostrar el requisito de respeto del orden
público interno a que se ha hecho alusión. Luego, por esta motivación y no por la
indicada en el fallo, se comparte la parte resolutiva de este último.

Fecha ut supra.

PEDRO LAFONT PIANETTA

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