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Introducción

Desarrollo Histórico
Funciones
Ámbitos de Actuación
Procedimientos, Técnicas e Instrumentos
Formación
Acreditación

Introducción
El Colegio Oficial de Psicólogos en su calidad de organización, de ámbito estatal, que agrupa
institucionalmente a todos los psicólogos españoles, tiene entre sus cometidos, definidos por ley,
la obligación de ordenar el ejercicio profesional. Con el fin de cumplir con este mandato legal, el
Colegio se ha propuesto delimitar y definir los distintos perfiles de las diversas especializaciones
psicológicas profesionales.

Esta empresa no se sustenta, sin embargo, únicamente en el imperativo legal. La Junta de


Gobierno ha creído necesario que nuestra organización tenga un papel más activo en todas
aquellas áreas que son determinantes para el desarrollo profesional. En este sentido, se ha
considerado que el Colegio debe formular con claridad cuál es su posición en aspectos que
hacen referencia al ámbito de competencias de las distintas psicologías profesionales, a las
habilidades y conocimientos necesarios para cada especialidad y a los contenidos y las formas
de acceso a la formación tanto básica como especializada de los psicólogos.

El presente documento se enmarca dentro de esta línea de trabajo y pretende dar cuenta del
perfil profesional del psicólogo clínico y de la salud. En sus páginas, intenta recoger todos
aquellos aspectos básicos y fundamentales que conforman y distinguen el quehacer psicológico
en el ámbito de la Salud, subrayando lo propio y matizando lo común a otras profesiones o
especialidades de la psicología profesional.

Somos conscientes de la complejidad de nuestro propósito. Por un lado, nos enfrentamos a una
tarea novedosa, sin muchos referentes nacionales o internacionales. Pero, por otra parte,
tenemos entre manos una profesión que se desarrolla vertiginosamente, que alcanza, de forma
creciente, más competencias y espacios de trabajo dentro del campo de la Salud, que adquiere
un reconocimiento público e interprofesional cada vez más importante, sin que se adivinen los
límites exactos de un campo profesional en perpetuo movimiento y desarrollo.

Este panorama de continuo crecimiento de la psicología clínica y de la salud ha tenido como


determinante el cambio que en las últimas décadas ha experimentado el concepto de salud. La
vieja dicotomía de salud física - salud mental se ha superado con el reconocimiento del
componente bio-psico-social del enfermar, disolviéndose sus límites al conocerse, cada vez con
mayor exactitud, la interdependencia entre la conducta o la "psique" y el cuerpo. Una
consecuencia inmediata de este cambio ha sido la necesidad creciente de los equipos
interdisciplinares en todos los campos sanitarios, incluso en aquellos más alejados de los
tradicionales como la "salud mental". Otra importante consecuencia ha sido la creciente
importancia de la intervención psicológica en la prevención de los trastornos en cuya génesis la
conducta es un eje etiológico fundamental. Así, algunos de los padecimientos más importantes
de nuestro tiempo como el cáncer, los que se derivan de los accidentes de circulación, los
trastornos cardio-vasculares y el SIDA, tienen en la prevención psicológica una importante y útil
herramienta para la reducción de su incidencia. No es exagerado afirmar, además, que en
muchos casos la intervención psicológica debe ser uno de los pivotes esenciales sobre el que se
asiente cualquier política responsable en estos y otros muchos trastornos.

En el campo tradicional de la salud mental, el rol de los psicólogos clínicos también ha sufrido
cambios notables en éstas últimas décadas. Desde su encasillamiento inicial como psicólogo
evaluador ha tomado cada vez un mayor protagonismo como profesional, cuyos conocimientos
le permiten dar una nueva visión y perspectiva a los padecimientos llamados "mentales". En
relación con este aspecto merece especial mención la aportación que la psicología supuso en el
cambio de los tradicionales métodos de tratamiento para los pacientes crónicos
institucionalizados, transformación en la que los psicólogos han tenido un papel destacado en
cualquier sitio dónde dicho proceso de cambio ha tenido lugar.

En nuestro país, la psicología clínica ha dado un paso cualitativo de gran importancia para la
consolidación y evolución de este campo profesional. Bajo el patrocinio del Ministerio de Sanidad
y Consumo y del Ministerio de Educación y Ciencia, y con el concurso decidido de las
instituciones nacionales y regionales con competencias en sanidad, se ha puesto en marcha
desde hace tres años, el programa de formación de Psicólogos Internos Residentes. Este
programa de formación, cuya culminación será la obtención, en un futuro cercano, del título de
especialista en Psicología Clínica, supuso la confección de un plan formativo y de unos criterios
de acreditación de unidades docentes, en los que el COP tuvo un papel destacado. Este trabajo
previo será de gran valor y condicionará, sin duda, nuestro punto de partida a la hora de situar la
posición colegial en el campo de la formación especializada.

La evolución acelerada en todos los frentes en los que hay trabajando psicólogos clínicos y de
la salud puede hacer que parezca temerario intentar apresar en unas pocas páginas toda la
riqueza y posibilidades del trabajo y de desarrollo profesional. Posiblemente podríamos estar de
acuerdo con esta opinión si el propósito del Colegio fuera establecer una declaración definitiva
de lo que entendemos como psicología clínica y de la salud. Sin embargo, nuestra intención es
levantar acta de aquello que hacemos sin coartar lo que podamos hacer, siendo conscientes de
que observamos el fotograma de una película que se encuentra en plena proyección.

Este documento ha sido fruto del trabajo de un año en el que han participado una Comisión de
expertos y todas las organizaciones territoriales del Colegio, así como todos los Departamentos
Universitarios de las Facultades de Psicología vinculados en sus intereses más inmediatos con
la Psicología Clínica y de la Salud. A todos los psicólogos que han participado les corresponde
el mérito de hacer avanzar la psicología clínica y de la salud en nuestro país, mediante la reflexión
y las opiniones que se plasman en estas líneas, dibujando lo que somos y perfilando lo que
queremos ser. A todos ellos el COP les da su agradecimiento por colaborar en una tarea única,
por su alcance, en apoyo de la Psicología y de nuestra organización colegial.

Desarrollo Histórico
Conscientes de la dificultad que supone el tratar de condensar en un espacio tan reducido la
historia de un ámbito profesional como el que nos ocupa, pensamos que es importante conocer
al menos los hitos que han permitido a los psicólogos clínicos acercarnos al lugar que en estos
momentos ocupamos. Por tal motivo, no veáis en esta parte del documento nada más que lo que
quiere ser: un pequeño recordatorio del esfuerzo y trabajo de muchos.

1. Desarrollo de la Psicología Clínica


Si bien cabe remontarse a antecedentes centenarios que avant la lettre prefiguran la Psicología,
donde habría que destacar a Luis Vives (1492-1540) como anticipo de una "psicología moderna",
la historia de la Psicología Clínica que aquí se presenta parte de su establecimiento formal y
recorre las instituciones que la han ido configurando. Únicamente se diría a propósito de los
antecedentes que este establecimiento formal se inscribe dentro de la tradición de la psicología
experimental ya en curso, cuya fecha oficial data de 1879 con la fundación del laboratorio de
Wilhelm Wundt en la Universidad de Leipzig. En este sentido, la tradición de la psicología
experimental ha imprimido a la Psicología Clínica una orientación a la investigación que todavía
perdura por no decir que le es propia. En efecto, la orientación a la investigación es una de las
contribuciones bien reconocidas al psicólogo en el campo clínico (como se verá más adelante en
la definición de sus funciones). Así mismo, se habría de resaltar (a este respecto de los
antecedentes) la tradición que, igualmente con una historia de siglos, se ha interesado en el
estudio de las diferencias individuales, en cuya perspectiva no podría faltar la referencia a Huarte
de San Juan (1529-1579), precisamente, el patrono de la Psicología en España. Esta psicología
de las diferencias individuales cuenta en 1885 con el primer centro para la medida mental,
establecido por Francis Galton y que culminaría con el laboratorio del Alfred Binet en 1895.

El establecimiento formal de la primera clínica psicológica fue en Marzo de 1896 en la


Universidad de Pensilvania, por parte de Lighner Witmer. Se habría de recordar en este sentido
que Sigmund Freud utilizó por primera vez en este año de 1896 el nombre de "psicoanálisis" (si
bien ya tenía abierta su consulta en Viena desde 1886). Así pues, cabría proponer 1896 como el
año en que oficialmente se ha establecido la Psicología Clínica.

La Clínica de Witmer (que marcaría el trabajo clínico por algún tiempo) tenía las siguientes
características. Los clientes eran niños (debido a los intereses particulares de su fundador), las
recomendaciones de ayuda iban precedidas por una evaluación diagnóstica, disponía de un
equipo de profesionales que trabajaban en colaboración, un interés bien señalado era la
prevención mediante diagnósticos y remedios tempranos, y, en fin, la atención clínica ofrecida
se atenía a la psicología científica. Se fueron estableciendo nuevas clínicas. La Universidad de
Pensilvania (a instancias de Witmer) ofreció en 1904-1905 cursos formales de psicología clínica.
En 1907 el propio Witmer fundaría la primera revista especializada, titulada The Psychological
Clinical. Este crecimiento de psicólogos clínicos llevó en 1917 a una escisión de la American
Psychological Association (APA), creando la American Association of Clinical Psychologists. Sin
embargo, en 1919 esta nueva asociación se reincorporó a la APA, como Sección clínica. Así
pues, la Psicología Clínica crea sus propias instituciones (revistas, asociaciones) dentro del
marco de la Psicología académica y científica representada principalmente por la Universidad y
la APA.

La Primera Guerra Mundial ha movilizado la construcción y aplicación de tests psicológicos y,


también, el papel del psicólogo clínico. Por un lado, los psicólogos clínicos investigaron y
teorizaron sobre los temas en cuestión, como la naturaleza de la personalidad, el origen de la
inteligencia (por ejemplo, el papel de la herencia y el medio), las causas de los trastornos de
conducta, los usos de la hipnosis, y la relación entre principios del aprendizaje y la desviación.
Por otro lado, los psicólogos clínicos pasaron de considerarse a sí mismos más concernidos con
los problemas educativos (que con los psiquiátricos), a adoptar las funciones de tratamiento
añadidas a la evaluación, de entrenamiento reeducativo, y de investigación. En este sentido, se
ha de decir de nuevo que la función terapéutica se centró inicialmente en la clínica infantil,
conjuntando así las tareas de diagnóstico y tratamiento. En esta asimilación del tratamiento por
el psicólogo clínico contribuyó también el prestigio alcanzado en el uso de los tests de
personalidad tales como, por ejemplo, el Rorschach y el TAT (Tematic Apperception Test), que
permitieron un lenguaje común entre el psicólogo (diagnosticador) y el psiquiatra (terapeuta).

Según aumentaba su número y se ampliaban sus funciones, los psicólogos clínicos (junto con
otros psicólogos aplicados) se sintieron descontentos con el apoyo recibido por sus colegas de
la APA, mayormente académicos y científicos, de modo que se constituyeron en 1937 en una
organización separada, la American Association of Applied Psychology, para ocho años después
reintegrarse de nuevo en la APA.

La cuestión es que al final de la década de 1930 el campo de lo que sería la moderna Psicología
Clínica ya se había organizado con sus seis actividades principales, a saber, la evaluación, el
tratamiento, la investigación, la enseñanza, el asesoramiento, y la administración. Para entonces
los psicólogos clínicos se han extendido más allá de sus clínicas originarias a los hospitales, las
prisiones, y otros lugares, y tanto con adultos como con niños.

En la Segunda Guerra Mundial se derivaron 40.000 personas a los hospitales neuropsiquiátricos


de la Veteran Administration (VA) en EE.UU., lo que supuso de nuevo un impulso a la
consolidación de la Psicología Clínica. Puesto que los psicólogos clínicos existentes fueron
insuficientes, la VA se adelanta a la APA y los departamentos de las Universidades en la
definición y capacitación requerida para el ejercicio de la psicología clínica. Concretamente, un
documento de la VA de 1946 definió la psicología clínica como una profesión que implicaba el
diagnóstico, el tratamiento, y la investigación relativos a los trastornos de los adultos. Para ello
el psicólogo clínico habría de poseer el grado de Doctor (PhD). Esta instigación de la VA (junto
también con el Servicio de Salud Pública de EE.UU.), para que la APA y las Universidades
definieran los programas de formación en psicología clínica, dio lugar en 1947 a un comité
encargado de diseñar las directrices a seguir. Este comité (David Shakow's Commitee on
Training in Clinical Psychology) tenía encomendado recomendar el contenido de los programas,
establecer los criterios de entrenamiento a tener en cuenta por las Universidades y los servicios
de formación en régimen de residencia, y evaluar e informar sobre los programas en curso.

Las tres principales recomendaciones del informe Shakow para el entrenamiento clínico fueron
las siguientes:

1. El psicólogo clínico sería formado antes que nada como psicólogo (y por tanto como
científico) y contando con ello como profesional práctico.

2. El entrenamiento clínico sería tan riguroso como lo pueda ser la formación en áreas
no clínicas de la psicología, lo que supone el establecimiento de unos criterios estándar
de postgraduación.

3. El contenido de la preparación clínica se centraría en la evaluación, el tratamiento y la


investigación.

Esta propuesta para la formación del psicólogo clínico, el así llamado 'modelo de Boulder' en
razón del lugar de la Conferencia que en 1949 lo asumió, fue el patrón seguido en adelante. Este
ha sido el modelo seguido, ciertamente, sin perjuicio de otros replanteamientos (con sus
conferencias programáticas también) que conciernen sobre todo a la proporción del contenido
científico y del papel investigador con que se figura al psicólogo clínico. En todo caso, este
desarrollo e implantación de la Psicología Clínica como profesión tuvo su reconocimiento legal,
así como también dispuso de su código ético.

2. La Psicología Clínica en España


Por su parte, la psicología española se inscribe en la misma tradición de la psicología europea y
norteamericana. De todos modos, importa destacar ciertas figuras y momentos en su
institucionalización.

Se habría de citar en primer lugar la figura de Francisco Giner de los Rios (1839-1915), fundador
de la Institución Libre de Enseñanza, cuyo Boletín contaba con una Sección de Psicología-
Antropología, y autor (junto con E. Soler y A. Calderón) en 1874 de unas Lecciones sumarias de
Psicología (revisadas en 1877), donde se ofrece en castellano (para la enseñanza secundaria)
una actualización de la psicología de la época. En esta línea de implantación académico científica
se ha de situar la primera Cátedra de Psicología Experimental, dotada por la Universidad
Complutense de Madrid en su Facultad de Ciencias, y desempeñada por Luis Simarro Lacabra
(1852-1921).

Con todo, la mayor actividad de la psicología se da a principios del siglo XX como Psicología
Aplicada en las Oficinas e Institutos de investigación de Psicotecnia. Estas Oficinas e Institutos
derivarían en el Instituto de Orientación Profesional (creado en Barcelona en 1917) con su
Sección de Psicometría, a cargo de Emilio Mira y López (desde 1919), quien llegará a ser Director
del Instituto desde 1927. Emilio Mira y López (1896-1964) es considerado como uno de los
fundadores de la psicología aplicada en España, en particular de la psicotecnia y la psicometría,
campo en el que ha merecido el reconocimiento internacional. Se ha de añadir que Mira y López
ha desempeñado la primera Cátedra de Psiquiatría en España, dotada en 1933 por la
Universidad de Barcelona. En Madrid se crea también el Instituto Nacional de Psicotecnia,
dirigido por José Germain hasta 1939 (y de nuevo desde 1956).
En este contexto de la psicología aplicada, destaca la figura de Gonzalo Rodríguez Lafora (1886-
1971), psiquiatra y neuropatólogo interesado en la psicopatología infantil y en la higiene mental.
Se citarían a este respecto su libro de 1917 titulado Los niños mentalmente anormales, la
creación del Instituto Médico-Pedagógico de Carabanchel en 1925 y, sobre todo, la fundación
(junto con Sacristán y Ortega) en 1920 de la Revista Archivos de Neurobiología, originalmente
titulada 'Archivos de Neurobiología, Psicología, Fisiología, Histología, Neurología y Psiquiatría',
en la que figuran como 'psicólogos' en la portada del primer número Ortega, Turró, Simarro,
Viqueira y Mira, aparte los fisiólogos (entre ellos Cajal, Novoa y Marañón) y los psiquiatras y
neuropatólogos (el propio Lafora, Sacristán y otros).

Después de la Guerra Civil, que ha interrumpido y dispersado el curso de la psicología


institucional, la citada Cátedra de Psicología Experimental (trasladada a la Facultad de Filosofía
y Letras) estuvo a cargo del Padre Barbado que si bien, por un lado imprimió un repliegue
escolástico, por otro, proyectó un Instituto de Psicología dentro del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas. Este proyecto no se llevaría a cabo hasta 1948, con la creación del
Departamento de Psicología Experimental dentro del CSIC, ya para entonces bajo la dirección
de José Germain (1897-1986). José Germain ya había fundado en 1946 la Revista de Psicología
General y Aplicada, la decana de las Revistas españolas de psicología, al transformar la creada
en 1939 dentro del Instituto Nacional de Psicotecnia, titulada 'Psicotecnia'.

Este Departamento del CSIC constituiría el origen de la psicología universitaria que vendría
después, de manos de Mariano Yela, José Luis Pinillos, Miguel Siguán, entre otros, que, se
excusa decir, han recuperado la psicología española para la tradición de la psicología científica
mundial. En torno a este Departamento se fundaría en 1952 la Sociedad Española de Psicología,
con una proyección tanto científica como profesional. Esta Sociedad estuvo ya desde los
primeros momentos incorporada a la Unión Internacional de Psicología Científica.

La implantación universitaria empieza con la Escuela de Psicología y Psicotecnia creada en la


Universidad Complutense de Madrid en 1953 para la preparación de "psicólogos investigadores"
y "psicotécnicos expertos". Esta Escuela supone la aparición de los primeros diplomados en
Psicología y por tanto la presencia de titulados universitarios, que ejercerían en los diversos
ámbitos aplicados. En torno a 1960 se dotan Cátedras de Psicología en diversas Universidades,
se crea la Especialidad de Psicología dentro de Filosofía y Letras (1969 en la Universidad
Complutense de Madrid), transformada después en Sección de Psicología, y aparece en 1978 la
primera Facultad de Psicología en España, en la Universidad Complutense de Madrid, que se
irían generalizando a las demás Universidades.

En la segunda mitad de la década de 1970 se entraría en una gran expansión de la psicología


que se cifra en las actividades de investigación científica y aplicada como resulta de las
numerosas Revistas especializadas que han ido surgiendo (entre las que se destacaría Análisis
y Modificación de Conducta, fundada por Vicente Pelechano en 1974), en la explosión
demográfica de alumnos interesados en estudiar psicología (de 2.400 en el curso 1969-70, a
56.000 en 1995-96, y en la organización profesional dada por la creación del Colegio Oficial de
Psicólogos en 1980. Referente a esta organización profesional, se trata de un Colegio Estatal
con distintas Delegaciones Territoriales (en concreto catorce). No obstante, en 1986 se
constituye el Col.legi Oficial de Psicólegs de Catalunya, de modo que en la actualidad coexisten
en España dos organizaciones profesionales de psicólogos, la estatal y la catalana. De los 4.500
psicólogos colegiados en 1981, se ha pasado en 1995 a 28.000, lo que sitúa al COP (incluyendo
el Col.legi catalán) como segunda organización profesional mundial en cuanto al número de
afiliados (después de la APA.)

Pues bien, el 30% de los psicólogos colegiados que trabajan en algún campo de la psicología,
se dedican en concreto a la Psicología Clínica y de la Salud como actividad principal. Se ha de
añadir que la Psicología Clínica y de la Salud figura también entre las tareas del psicólogo cuya
dedicación principal es sin embargo otra área de la psicología (como por ejemplo la Psicología
Educativa), lo que lleva a decir que aproximadamente la mitad de los psicólogos colegiados que
trabajan en el campo de la psicología se ocupan total o parcialmente en la Psicología Clínica y
de la Salud.
Para completar este breve repaso histórico, es necesario mencionar la implantación en España
desde 1993 del Sistema de Formación de Psicólogo Interno Residente (PIR). De alcance regional
en sus comienzos, el sistema de formación PIR dio sus primeros pasos en los años 80 en
aquellas Comunidades Autónomas que, como Andalucía o Asturias, tenían una voluntad más
firme de cambiar sus modelos de atención en salud mental. La primera convocatoria del PIR con
ámbito estatal, en 1993, y la creación de la Comisión Promotora de la Especialidad en 1995 por
parte de los Ministerios de Sanidad y de Educación pueden entenderse, en ese contexto
histórico, como un refrendo y una consolidación de un modelo de formación que contaba con
sistemas ya preexistentes en distintas comunidades autónomas.

3. Particularidades de la Psicología de la Salud


Aunque forma parte del mismo curso de la Psicología que se viene exponiendo, importa
entresacar las vicisitudes de la Psicología de la Salud hasta su confluencia con la Psicología
Clínica. Se trata propiamente de la psicología (clínica) interesada en el ámbito médico. De hecho,
la Psicología de la Salud puede verse como la conjunción entre la Psicología Clínica y la
Medicina. Igualmente que la Psicología Clínica y la Medicina, y por lo mismo, la Psicología de la
Salud tiene antecedentes centenarios, por no decir milenarios si se retrae a Hipócrates.
Ciñéndose a su establecimiento formal, habría que remitirse a la Medicina Psicosomática, un
término acuñado en 1918 en el contexto de la extensión del psicoanálisis para entender
trastornos funcionales supuestamente debidos a conflictos psicológicos, destacando a este
respecto Georg Groddeck. En el año 1939 aparece la Revista Psychosomatic Medicine que,
como decía en la primera editorial, su objeto era "estudiar la correlación existente entre los
aspectos fisiológicos de todas las funciones corporales, tanto normales como anormales, y de
esta manera integrar la terapia somática y la psicoterapia". A pesar de este propósito, la medicina
psicosomática terminó por distinguir entre distintas enfermedades, donde unas serían
propiamente psicosomáticas (aparte lo discutible que es una tal tipificación), y, lo que es peor,
terminó por proponer explicaciones psicológicas a menudo más especulativas que empíricas.
Con todo, la medicina psicosomática también se atuvo a la metodología científica y ha constituido
así un campo de investigación y clínico que intersecta la psicología experimental con la aplicación
biomédica. Si bien su nombre e instituciones subsisten, bien puede acogerse sin embargo al
ámbito más amplio de "Psicología de la Salud".

Se ha de situar también en este perspectiva histórica el trabajo de Iván P. Pavlov relativo al


condicionamiento de respuestas viscerales, con lo que ello supuso precisamente en el
entendimiento de la "enfermedad psicosomática". En esta línea se ha llegado a hablar incluso de
toda una 'medicina córtico-visceral' y, en particular, las 'neurosis experimentales' fueron
ciertamente modelo de investigación de las influencias de condiciones psicológicas sobre el
funcionamiento corporal. No se dejaría de alinear aquí la figura de Gregorio Marañón (1887-
1960) con sus estudios sobre endocrinología y comportamiento y en particular su teoría
experimental de las emociones. Así mismo se citaría igualmente a Novoa Santos (1885-1933),
por la incorporación de nociones pavlovianas psicodinámicas a la medicina.

Por su lado, el condicionamiento operante supuso la posibilidad de una autorregulación de


respuestas (hasta entonces) involuntarias mediante técnicas de biofeedback. El uso del
biofeedback revolucionó el campo de las contribuciones de la psicología al ámbito médico,
llegando a imponerse desde 1973 el nombre de "Medicina Conductual" (si bien ya existía desde
1970 el nombre de 'behavioral pediatrics'). La medicina conductual vino a ser, más allá del
procedimiento de biofeedback, la aplicación de las técnicas de Modificación de Conducta al
campo biomédico. Hoy día, como sucediera con la Medicina Psicosomática, la Medicina
Conductual aun contando con sus instituciones propias incluyendo sus revistas, quedaría incluida
en la Psicología de la Salud.

Por su parte, la Psicología Médica también se sitúa en esta perspectiva de la Psicología de la


Salud. En general, la psicología médica se refiere a los aspectos curativos que se dan en la
interacción entre el médico y el paciente. Más concretamente, es la enseñanza de la psicología
que se imparte en la carrera de Medicina, incluyendo entonces toda una variedad de
conocimientos psicológicos de interés para la formación médica.
La cuestión es que todas estas líneas históricas (Medicina Psicosomática, Medicina Conductual,
Psicología Médica) confluyen en el campo denominado genéricamente Psicología de la Salud,
que se ha constituido en 1978 en un Área con su propia división (la División 38) dentro de la
APA, contando desde 1982 con su propia Revista, Health Psychology. Es de señalar que la
primera Revista de Psicología de la Salud europea se ha fundado en España en 1989, en torno
al profesor Jesús Rodríguez Marín, donde se sigue editando, por lo demás, con gran proyección
internacional. En este mismo año aparece también Clínica y Salud, promovida por la Delegación
de Madrid del COP. En fin, la Psicología de la Salud es una disciplina que como tal figura en la
mayoría de los Planes de Estudio de las Facultades de Psicología de España. La Psicología
Clínica y la Psicología de la Salud se avienen en su complementariedad a la formación del
'Psicólogo Clínico y de la Salud' en el sentido que se verá en este Documento.

4. Referencia a algunos hitos que jalonan la historia de la


Psicología Clínica y de la Salud

1879

Wilhelm Wundt funda el primer laboratorio formal de psicología en la Universidad de Leipzig.

1885

Sir Francis Galton funda el primer centro de medida psicológica en el South Kensington Museum
de Londres.

1886

Sigmund Freud abre su consulta en Viena.

1890

James McKeen acuña el término 'mental test.'

1890

Wiliam James publica Principios de psicología.

1892

Fundación de la American Psychological Association (APA)

1895

Josef Breuer y Sigmund Freud publican Estudios sobre la histeria.

1895

Alfred Binet funda el primer laboratorio de psicodiagnóstico.

1896

Lightmer Witmer funda la primera Clínica de psicología, en la Universidad de Pennsylvania.

1896
Sigmund Freud utiliza por primera vez el nombre de 'Psicoanálisis'.

1902

Primera Cátedra de Psicología (de Psicología Experimental) en una Universidad española.

1905

Se publica la Escala de inteligencia Binet-Simon.

1904

I. P. Pavlov recibe el Premio Nobel por su trabajo sobre la fisiología de la digestión.

1905

Sigmund Freud publica Tres ensayos sobre teoría sexual.

1907

Lightmer Witmer funda la primera revista de psicología clínica, Psychological Clinic.

1908

Primer internado de psicología clínica ofrecido por la Vineland Traimng School.

1909

Conferencias de Freud en Estados Unidos de América (Clark University).

1913

John E. Watson publica Psychology as a behaviorist views it.

1915

Ortega y Gasset plantea sus Investigaciones psicológicas.

1916

Se publica el test de inteligencia Stanford-Binet de Terman.

1917

Separación de la APA de la American Association of Clinical Psychology (AACP).

1918

Se acuña el término 'Medicina Psicosomática'.

1919
La AACP se reintegra a la APA.

1919

Publicación de los trabajos de Watson y Rayner sobre el aprendizaje de los miedos infantiles.

1920

Fundación de la Revista Archivos de Neurobiología.

1921

Primeros trabajos de Melanie Klein sobre Psicoanálisis infantil

1924

Mary Cover Jones emplea los principios del aprendizaje para el tratamiento de miedos infantiles.

1931

La Sección Clínica de la APA nombra un Comité para la fijación de los criterios de formación
clínica.

1935

Se publica el Test de Apercepción Temática de Murray (TAT).

1936

C. M. Louttit publica el primer texto de psicología clínica, Clinical Psychology.

1937

La Sección Clínica de la APA se independiza como American Association for Applied Psychology
(AAAP).

1938

Publicación de la primera edición del Mental Measurement Yearbook de Euros.

1939

Se publica el test de inteligencia Wechsler-Bellevue

1939

Fundación de la Revista Psychosomatic Medicine.

1942

Carl Rogers publica Counseling and Psychotherapy


1943

Se publica el Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI).

1945

La AAAP se reintegra a la APA.

1946

La Organización Mundial de la Salud define la salud como 'un estado de completo bienestar
físico, mental y social'.

1946

La Veterans Administration y el National Institute of Mental Health (de EEUU) promueven el


sistema de formación en Psicología Clínica.

1946

Fundación de la Revista de Psicología General y Aplicada.

1948

Creación del Departamento de Psicología Experimental dentro del CSIC

1949

Conferencia de Boulder (en Colorado) sobre las directrices de la formación en Psicología Clínica.

1950

F. Alexander publica Psychosomatic Medicine.

1952

Publicación de Hans Eysenck sobre la eficacia de la psicoterapia.

1952

Publicación del DSM-I por la American Psychiatric Association.

1952

Fundación de la Sociedad Española de Psicología.

1953

Publicación de Ciencia y conducta humana de B. F. Skinner.

1953
Uso por primera vez en un informe técnico de la denominación 'terapia de conducta' (E. F. Skinner
y colegas).

1953

Publicación del código ético para psicólogos por parte de la APA.

1953

Creación de la Escuela de Psicología y Psicotecnia en la Universidad Complutense de Madrid.

1967

A. T. Beck publica un modelo psicológico de la depresión.

1968

Publicación del DSM-II.

1969

Inicio de los estudios de Psicología en la Universidad española (Sección de Psicología).

1973

Aparece un texto con el título Biofeedback: Behavioral Medicine.

1974

Fundación de la Revista Análisis y Modificación de Conducta.

1975

José Luis Pinillos publica el texto Principios de Psicología.

1978

Se crea la División 38 de la APA dedicada a la 'Health Psychology'.

1978

Se crea la Primera Facultad de Psicología en la Universidad española.

1980

Fundación del Colegio Oficial de Psicólogos.

1980

Publicación del DSM-III.

1981
La APA revisa sus Principios éticos de los psicólogos.

1984

Primeros pasos del programa PIR autonómico en Asturias

1987

Primeras incorporaciones masivas de psicólogos al sistema sanitario público en Andalucía

1988

Formación de la American Psychological Society.

1988

Fundación de la Revista Psicothema patrocinada por la Delegación Norte del COP.

1989

Fundación de la Revista de Psicología de la Salud / Journal of Health Psychology.

1989

Fundación de la Revista Clínica y Salud editada por la Delegación de Madrid del COP.

1993

Establecimiento en España del sistema de Psicólogo Interno Residente como sistema de


formación.

1993

Fundación de la Revista Psicología Conductual. patrocinada por la Asociación Española de


Psicología Conductual.

1994

Publicación del DSM-IV.

1995

Creación de la Comisión Promotora de la Especialidad de Psicología Clínica

Definición
1. Definición de la Psicología Clínica y de la Salud
La Psicología Clínica y de la Salud es la disciplina o el campo de especialización de la Psicología que aplica
los principios, las técnicas y los conocimientos científicos desarrollados por ésta para evaluar, diagnosticar,
explicar, tratar, modificar y prevenir las anomalías o los trastornos mentales o cualquier otro
comportamiento relevante para los procesos de la salud y enfermedad, en los distintos y variados contextos
en que éstos puedan tener lugar.

2. Definición del Psicólogo Clínico y de la Salud


Consecuentemente con la definición propuesta de Psicología Clínica y de la Salud, definimos el Psicólogo
Clínico y de la Salud como el psicólogo que aplica el conocimiento y las habilidades, las técnicas y los
instrumentos proporcionados por la Psicología y ciencias afines a las anomalías, los trastornos y a cualquier
otro comportamiento humano relevante para la salud y la enfermedad, con la finalidad de evaluar,
diagnosticar, explicar, tratar, modificar o prevenir estos en los distintos contextos en que los mismos puedan
manifestarse.

3. Características a destacar de las definiciones


En las definiciones propuestas, cabe llamar la atención o destacar las siguientes características. Ante todo,
conviene resaltar que la Psicología Clínica y de la Salud constituye un campo de especialización de la
Psicología, aparentemente el más relevante si se toma en consideración el número de psicólogos que
realizan sus funciones en este campo, mayor que el de cualquier otro ámbito aplicado de los actualmente
existentes. La consideración de disciplina especializada de la Psicología conlleva, por su parte, la
inseparable característica de que los expertos que la practican han de ser necesariamente Psicólogos con
una formación complementaria especializada en el ámbito de la Psicología Clínica y de la Psicología de la
Salud, de acuerdo con el ordenamiento legal que actualmente esté vigente en nuestro país.

El nuevo ámbito de la Psicología Clínica y de la Salud integra, por su parte, dos campos de especialización
separados previamente existentes: la Psicología Clínica y la Psicología de la Salud, dedicadas
específicamente, una a los trastornos considerados clásicamente clínicos o mentales y la otra a los
fenómenos y problemas psicológicos en su relación con los problemas médicos o de salud en general. Todo
ello, de acuerdo con la visión holística e integradora actualmente mantenida tanto sobre la salud como sobre
la enfermedad como un todo integrado biológico, psicológico y social.

En cuanto a los principios, los conocimientos, las técnicas y los instrumentos que la Psicología Clínica y
de la Salud aplica, en la definición se especifica que estos han de ser científicos, indicando con ello que
aunque ésta constituye más una disciplina aplicada que una ciencia básica, los conocimientos en que se
fundamenta han sido derivados científicamente, al igual que la totalidad de los conocimientos que
constituyen la actual Psicología, definida como la ciencia dedicada al estudio de la conducta o el
comportamiento humano a través de las distintas manifestaciones en que éste pueda tener lugar (cognitivas,
emocionales, motoras o manifiestas y psicofisiológicas en general) y a la aplicación práctica y positiva de
este conocimiento en los distintos ámbitos o contextos en que los sujetos humanos pueden desenvolverse.

Respecto a los fenómenos a los que se aplica o que constituyen el centro de atención de la Psicología Clínica
y de la Salud, éstos son, en primer lugar, las denominadas anomalías o trastornos mentales o del
comportamiento, entendidos éstos en un sentido amplio del término y no sólo en el estrictamente
psicopatológico y más restringido habitualmente concedido en los manuales estandarizados de clasificación
de trastornos psicopatológicos del tipo de la CIE-10 (OMS, 1.992) o del DSM-IV (APA, 1.994). Además
de los comportamientos anómalos o alterados, la Psicología Clínica y de la Salud estudia y toma en
consideración, igualmente, cualquier otro tipo de comportamiento que sea relevante para los procesos de
salud y enfermedad, sea éste normal o patológico y referido tanto a un individuo como a un grupo.

En este mismo sentido, conviene llamar la atención sobre el hecho de que la Psicología Clínica y de la
Salud no sólo se aplica o toma en consideración los fenómenos o procesos anormales o patológicos, sino
que estudia y se aplica igualmente y cada vez con más dedicación, a los procesos y estados de salud y
bienestar, tanto de los individuos como de los grupos humanos, tratando de asegurar los mismos o de
reinstaurarlos en caso de que éstos se hubieran perdido, de acuerdo con las importantes funciones
complementarias de prevención y de educación para la salud desarrolladas igualmente por la Psicología
Clínica y de la Salud.

Entre las múltiples funciones que incluye o desempeña la Psicología y los Psicólogos Clínicos y de la Salud,
destacan, como se recoge en la definición, las siguientes: evaluar, diagnosticar, explicar, tratar, modificar
y prevenir. Estas funciones incluyen, en general, la práctica totalidad de la actividad normalmente
desempeñada por el psicólogo que trabaja en este ámbito, con la excepción, quizás, de la deseable actividad
investigadora que los psicólogos clínicos y de la salud también deberían realizar en sus respectivos ámbitos
aplicados. Estas funciones serán descritas posteriormente con una mayor amplitud en este documento.

En la definición se menciona, por último, que la actividad desempeñada por la Psicología o por el Psicólogo
Clínico y de la Salud puede ejercerse o aplicarse en muy distintos y variados contextos, en concordancia
con la complejidad y variedad del comportamiento y de la actividad humana y no sólo en el ámbito
restringido del Centro Clínico, del Servicio de Salud Mental o del Hospital en general, aunque estos
continúen siendo los principales ámbitos de aplicación de la misma.

Funciones
Las funciones del Psicólogo Clínico y de la Salud son variadas. No obstante, tal variedad se puede agrupar
en las siguientes actividades, que a su vez requieren determinadas especificaciones.

1. Evaluación
Consiste en la reunión de información relativa a los repertorios conductuales, el funcionamiento cognitivo
y el estado emocional de las personas. La evaluación implica frecuentemente a más de una persona
pudiendo tomar, a veces, como objetivo central dos o más, como por ejemplo, una pareja, una familia u
otros grupos o colectivos. Esta información puede ser empleada para el diagnóstico de problemas
psicológicos, la elección de técnicas de intervención y tratamiento, la orientación vocacional, la selección
de candidatos a un puesto de trabajo, la emisión de un informe pericial, la elaboración de un perfil
psicológico, la obtención de datos complementarios a una evaluación previa, la selección de participantes
potenciales en un proyecto de investigación psicológica, el establecimiento de una línea-base de conducta
con la que comparar cambios postratamiento y otros numerosos propósitos.

En general, los instrumentos más usuales son algún tipo de test, cuestionarios, entrevistas, observaciones y
aparatos psicofisiológicos. A menudo estos procedimientos se utilizan en combinación, constituyendo una
batería de pruebas o una estrategia de medida múltiple.

2. Diagnóstico
Consiste en la identificación y rotulación del problema comportamental, cognitivo, emocional o social, de
la persona, grupo o comunidad de que se trate. Debe entenderse como “resultado” del proceso de evaluación
psicológica. En el ejercicio de esa función, el psicólogo clínico y de la salud habrá de tomar decisiones,
entre las que hay que destacar las siguientes:

• Decisión sobre si se trata de un problema que cae dentro de su competencia o no.

• Decisión sobre el grado de severidad o gravedad de las primeras informaciones que se ofrecen
del problema.

• Diagnóstico, si procede.

• Especificación del problema en términos operativos.

• Indicación del tratamiento.

3. Tratamiento e Intervención
El tratamiento supone intervenciones clínicas sobre las personas con el objeto de entender, aliviar y resolver
trastornos psicológicos: emocionales, problemas de conducta, preocupaciones personales y otros. Se
entiende que todo tratamiento o intervención supone algún tipo de relación interpersonal y situación social.
Estas formas de ayuda pueden denominarse psicoterapia, terapia o modificación de conducta, terapia
cognitiva (o cognitivo-conductual), terapia psicoanalítica, terapia sistémica, terapia existencial
(fenomenológica o humanística), consejo o asesoramiento psicológico, o puede todavía reconocerse con
otros nombres dependiendo de la orientación y preferencia del clínico.

La prestación del tratamiento puede ser en aplicación individual, en pareja, o en grupo, y ser llevado por
uno o más psicólogos constituídos en equipo. Los clientes pueden ser pacientes externos o pacientes
internos (residentes en una institución).

La duración del tratamiento suele ser por lo general entre cinco y cuarenta sesiones (comúnmente a razón
de una o dos por semana), pero también pueden ser tan corto como una sesión y tan largo como que lleve
varios años. La duración más frecuente de una sesión está entre media y una hora, pero también puede
variar según las circunstancias y la naturaleza de la terapia. En cuanto al formato de las sesiones, pueden ir
desde una relación colaboradora altamente estructurada hasta interacciones menos estructuradas, así como
consistir en construcciones sistemáticas de nuevas conductas, en la promoción de manifestaciones
emocionales, y en toda una variedad de maneras, incluyendo las aplicaciones fuera de la clínica en contextos
de la vida cotidiana.

Los objetivos del tratamiento (convenidos con el cliente) pueden concretarse en la solución de un problema
específico, proponerse la reconstrucción de la personalidad, o algún propósito entre estos dos extremos.
Igualmente, además del interés en el entendimiento, el alivio de la solución de un trastorno dado, la
actuación del psicólogo clínico puede incluir la prevención de problemas mediante la intervención en
instituciones, contextos y ambientes, así como la intervención centrada en personas con riesgos o en toda
una comunidad.

En algunos casos, la actividad del psicólogo clínico y de la salud ha de ser entendida como intervención,
más que como Tratamiento en el sentido estricto. Se trata en este caso, de un conjunto de acciones
destinadas a resolver un problema (previamente identificado y analizado) de forma indirecta. Como por
ejemplo, modificar los flujos de información en una sala médica para reducir los niveles de ansiedad de los
enfermos, ejecución de una campaña de sensibilización de una comunidad para aumentar su participación
en programas de prevención, etc.

La intervención puede consistir igualmente en organizar una sistemática para el estudio y conducción de
los factores individuales, ambientales y relacionales, que puedan favorecer y/o perturbar la calidad del
proceso de adaptación a la enfermedad. Esta función implica objetivos como:

• Identificar y evaluar factores psicosociales que incidan en la calidad de la atención recibida por
el paciente.

• Identificar y evaluar factores psicosociales que incidan en el bienestar de los pacientes durante
su enfermedad.

• Identificar los problemas psicosociales causados por la enfermedad (diagnóstico, curso,


tratamiento y recuperación).

• Diseñar y ejecutar programas de tratamiento de las disfunciones psicosociales que acompañan el


proceso de enfermar o a la propia hospitalización y tratamiento correspondiente.

Esta función incluye el diseño y la realización de programas de ajuste a la enfermedad crónica, programas
de preparación para la hospitalización, programas de entrenamiento para afrontar el proceso de
hospitalización y conseguir una buena adaptación, que pueden ser de carácter general o referidos
específicamente a determinados acontecimientos diagnósticos o de tratamiento especialmente estresantes
(por ejemplo, programas de preparación para la cirugía, programas para procedimientos diagnósticos
invasivos como biopsias, endoscopia, arteriografía, etc.).

4. Consejo, Asesoría, Consulta y Enlace


Se refiere aquí al consejo de experto que el psicólogo clínico y de la salud proporciona para una variedad
de problemas a petición de alguna organización, incluyendo, en primer lugar, el contacto continuado entre
un psicólogo como consultor técnico y los otros profesionales de cualquier servicio dentro del sistema
sanitario. En este caso, el trabajo del psicólogo se integra en el del cuidado general de estos pacientes de
forma permanente. La intervención del psicólogo, en este caso, es la de un “consultor técnico”. El psicólogo
diseña en colaboración y colabora en la ejecución, de programas para modificar, o instalar conductas
adecuadas, como es el caso de programas referidos a las conductas de cumplimiento o adherencia al
tratamiento; o para modificar conductas que constituyen un factor de riesgo añadido para la salud del
paciente, o que pueden dificultar su recuperación o rehabilitación.

Las organizaciones consultantes pueden ser muy diversas, además de la sanitaria: desde médicos y
abogados en práctica privada, hasta agencias gubernamentales, entidades judiciales y corporaciones
multinacionales, así como centros educativos y de rehabilitación, sociedades y asociaciones.

Se incluye en esta actividad de consulta el servicio de asesoría clínica proporcionado a otros psicólogos que
lo requieran. Consiste en recibir asesoramiento de un experto sobre un caso que está siendo objeto de
atención profesional por parte del psicólogo clínico. Igualmente, se incluirá la supervisión clínica, donde el
experto evalúa la competencia profesional del psicólogo clínico (pudiendo emitir una certificación a
petición del interesado).

La consulta se puede tipificar por el objetivo, la función desempeñada y el lugar de la responsabilidad. El


objetivo puede estar orientado al caso, de modo que a su vez el consultor trate con él directamente o bien
proporcione consejo a terceros, o puede estar orientado a la organización o programa (como sea, por
ejemplo, la evaluación de programas en curso). La función desempeñada se puede resolver como consejo
(acerca de casos, organizaciones o programas), servicio directo (evaluación, psicodiagnóstico, tratamiento,
intervención en cambios organizacionales, arbitraje de experto), o enseñanza (formación en tareas
específicas, entrenamiento de personal, orientación en el uso de instrumentación psicológica) y otras
formas. En cuanto al lugar de la responsabilidad, se refiere a si la responsabilidad por las consecuencias
debidas a la solución ofrecida al problema de una organización recae en el clínico consultado o permanece,
como es más frecuente en la propia organización consultante.

5. Prevención y Promoción de la Salud


Este apartado recoge fundamentalmente el trabajo de intervención comunitaria de los psicólogos de la
salud. Sus funciones preventivas y promotoras de salud se centrarán en:

• Capacitar a los mediadores de las redes sociosanitarias de la comunidad diana para desempeñar
funciones de promoción de la salud y de prevención.

• Analizar la problemática de las personas con prácticas de riesgo, elaborando estrategias


encaminadas a aumentar el contacto con ellas y valorando la adecuación de la oferta real de
tratamiento a dicha problemática.

• Incrementar el nivel de conocimientos de las personas en situación de riesgo de la comunidad,


sobre la enfermedad o enfermedades correspondientes, o sobre los factores de riesgo.

• Fomentar y promover los hábitos de salud en la población general.

• Promover una mayor accesibilidad a los instrumentos preventivos.

• Dar a conocer diversos recursos humanos y materiales para la prevención y promoción.

6. Investigación
El psicólogo, tanto por tradición histórica como por formación facultativa, está orientado a la investigación.
De hecho, esta actividad es una característica del psicólogo en relación con los demás profesionales de la
salud y así, la investigación ha llegado a constituir una contribución reconocida en el contexto clínico y de
intervención comunitaria. Las investigaciones del psicólogo clínico y de la salud se llevan sobre todo en
los propios contextos aplicados y, a menudo, formando parte de las prestaciones profesionales, pero
también se llevan en laboratorios disponiendo ya de mejores condiciones para estudios controlados.

Las áreas de investigación por parte del psicólogo clínico y de la salud incluyen desde la construcción y
validación de tests hasta el estudio del proceso y del resultado de distintos tratamientos psicológicos, desde
la determinación del valor pronóstico de determinadas variables hasta la comprobación de la viabilidad de
profesionales como terapeutas, desde el análisis de contextos infantiles o geriátricos hasta la evaluación o
experimentación neuropsicológica o psicofísica, por señalar esa variedad de áreas de investigación.

Esta orientación a la investigación del psicólogo en el marco de la salud tiene importancia, al menos por
las tres siguientes razones: por un lado, permite evaluar críticamente la ingente cantidad de investigaciones
que de continuo se publican, para discriminar posibles nuevas aportaciones y determinar qué
procedimientos de evaluación e intervención terapéutica sean más adecuados para sus clientes. Por otro
lado, es una condición para evaluar la efectividad de su propio trabajo, de modo que se eviten prácticas
espúreas clínicamente sostenidas por la inercia y se promueva una mejor actuación profesional. Finalmente,
constituye una dotación facultativa con la que se contribuye al trabajo en equipo en contextos médicos
(hospitalarios y centros de salud) donde ya se espera esta destreza por parte del psicólogo (como ya se ha
dicho), en particular, para el diseño de las investigaciones del equipo, para la solicitud de financiación de
proyectos y como consultor de proyectos ajenos.

7. Enseñanza y Supervisión
La dedicación a la enseñanza y formación a otros en tareas clínicas y de la salud, tiene varias modalidades.
El psicólogo puede estar total o parcialmente dedicado a la enseñanza tanto en cursos de graduación
facultativa como de postgrado, en áreas de personalidad, psicopatología, psicología anormal, evaluación
clínica, psicodiagnóstico, terapia o modificación de conducta, psicoterapia, técnicas de intervención y
tratamiento, intervenciones comunitarias, diseño de investigación y otras.

La supervisión de un practicum es un tipo especial de enseñanza en la que el psicólogo clínico y de la salud


aporta su experiencia profesional a la formación de estudiantes. El modelo consiste, por lo general, en que
el estudiante asista a las sesiones que se estimen convenientes y viables o incluso realice alguna tarea con
el cliente y se reúna entre sesiones con el supervisor. En todo caso, el cliente siempre conoce la condición
de estudiante en prácticas y de que el responsable es el supervisor. Esta supervisión puede ser individual o
en pequeños grupos. Asimismo, son usuales también otras tareas en que se muestre al estudiante la práctica
profesional, tales como la aplicación, corrección y valoración de pruebas o la aplicación de ciertas técnicas,
así como la asistencia a sesiones clínicas. Es obvio también que el estudiante está obligado a la
confidencialidad en el mismo sentido que el clínico.

Otra forma de enseñanza o supervisión es la ayuda prestada a solicitud de estudiantes y de graduados que
plantean o llevan a cabo determinada investigación. Esta labor va desde la orientación bibliográfica y el
consejo para que el diseño responda a lo que se quiere saber, hasta la introducción en las habilidades como
investigador. La tarea del supervisor en este sentido ha de ser tal que preste una ayuda relevante sin convertir
al solicitante en un mero ejecutor de sus ideas.

Finalmente, algunas orientaciones clínicas como la terapia o modificación de conducta, incluyen a menudo
la formación de no profesionales de la psicología en principios y técnicas de análisis y modificación de
conducta. Esta enseñanza puede ir dirigida, bajo control y supervisión del psicólogo, a otros profesionales
de modo que sean ellos los que extiendan la aplicación psicológica en sus contextos naturales, como
médicos, enfermeras, técnicos sanitarios, dentistas, higienistas dentales, profesores y demás personal cuya
dedicación tenga que ver con alguna forma de trato y atención social. Esta enseñanza puede también ir
dirigida al propio cliente formando parte del contexto terapéutico cuando la relación clínica implica la
ayuda a la gente para aprender nuevas maneras de comportarse en la vida cotidiana.

8. Dirección, Administración y Gestión


Este tipo de función tiene más que ver con la colaboración con la gerencia del sistema sanitario: es
básicamente una función de gestión de recursos humanos cuyo objetivo es mejorar el desarrollo de los
servicios, mediante la mejora de la actuación de los profesionales sanitarios y del sistema mismo.

Un primer aspecto de esta función es el de ordenación de la tarea global en el sistema sanitario. A esa
función se le podría denominar función de coordinación (que actualmente se cubre en cierto modo desde el
“Servicio de Atención al Usuario”). Para cumplir tal función, el psicólogo actúa como experto en relaciones
humanas e interacción personal, en dinámica de grupos, y se ofrece a los equipos de salud como coordinador
de actividades y asesor en la solución de las posibles dificultades que pueden surgir de la interacción,
colaborando en la mejora de la calidad de tal interacción entre los diferentes miembros del equipo, y entre
los diferentes equipos, a fin de optimizar el rendimiento de los dispositivos asistenciales.

Esta función de coordinación no ha de confundirse con la función de dirección de un equipo asistencial,


aunque puede coincidir con ella. Por otro lado, la función de coordinación puede extenderse a la
coordinación con las acciones de asistencia especializada hospitalaria y extra hospitalaria y a las acciones
de la asistencia no especializada en la Atención Primaria extra hospitalaria. Se trata, en suma, de poner en
práctica el concepto de salud bio-psico-social y de atención integral que implica, ejerciendo una labor de
cuidado indirecto del paciente, sobre todo en el caso de una enfermedad crónica, o discapacidad
permanente. En el caso de ciertas patologías, como las oncológicas, la coordinación puede proseguir hasta
la muerte del paciente terminal, dentro del medio hospitalario (si existe un programa para ello).

De cualquier modo, la buena coordinación intra e inter equipos repercutirá con seguridad en un mayor nivel
de calidad de la asistencia.

Por otro lado, el cumplimiento de esta función conlleva, primero, el estudio y establecimiento de la mejor
forma de adecuar los recursos humanos a los fines del sistema; y segundo, la evaluación y valoración
periódica de la aportación de los trabajadores en las mejoras o retrocesos en los servicios y resultados que
reciben los usuarios de la organización sanitaria (en estrecha conexión con el análisis de la calidad de la
asistencia).

En consecuencia, el psicólogo clínico y de la salud en el cumplimiento de esta función actuará:

• Como experto (“Consultor técnico”), al ofrecer asesoramiento a los directores y jefes de línea en
asuntos que afectan a las relaciones laborales para afrontar y manejar los problemas que se puedan
presentar, formulando y ejecutando tratamientos específicos y/o globales (según los casos).

• Como auditor, evaluando y valorando el desempeño de los directivos administrativos, jefes de


servicio y jefes de enfermería, en cuanto a la implantación y desenvolvimiento de las políticas de
personal y en cuanto a la humanización de la asistencia, previamente acordadas por los órganos
correspondientes.

• Como diseñador de programas para relacionar los recursos humanos disponibles, y proponiendo
procedimientos alternativos a los que están siendo utilizados, adaptando métodos y tecnologías a
los recursos efectivos de que se dispone.

En el cumplimiento de esta función, el psicólogo puede desempeñar puestos como director de un hospital
de Salud Mental, Jefe de Servicio de un Hospital o Centro de Salud, Director de un Departamento
Universitario, Director de un Programa de Formación de Postgrado (Doctorado, Master), Director de un
Servicio Clínico Universitario, Director General de Servicios o programas sectoriales de Psicología Clínica
y de la Salud, Presidente de alguna sección profesional o científica, responsable de un proyecto de
investigación, y otros, incluyendo la gestión de su propia actividad profesional.

Procedimientos, Técnicas e Instrumentos


La idea general es hacer una lista, por un lado suficientemente exhaustiva de las técnicas e instrumentos
como para poder abarcar la labor actual del psicólogo clínico y de la salud, y por otro lo suficientemente
agrupada por áreas de técnicas o instrumentos como para que aclare las directrices generales de acción,
permitiéndose de esta forma la contemplación o inclusión de otras técnicas e instrumentos no
necesariamente incluidos de forma explícita.

Para conseguir este fin, se han elaborado diversas clasificaciones que estructuran el campo desde diferentes
ópticas o perspectivas, pero que no pueden considerarse mutuamente excluyentes. Se pretende con este
enfoque reflejar, con la mayor fidelidad posible, la riqueza y variedad de las técnicas psicológicas en
psicología clínica.

Todas las técnicas, procedimientos e instrumentos que se incluyen en los apartados siguientes se consideran
básicamente específicas del psicólogo clínico y de la salud, tanto por su origen como por la adecuación de
la formación de este especialista a su correcta utilización. Por dicha razón, debe ser un psicólogo clínico y
de la salud quien indique, diseñe o supervise dichas técnicas y procedimientos, o quien utilice los
instrumentos que se enumeran.

1. Momentos de Intervención
Los procedimientos, las técnicas y los instrumentos que utiliza el psicólogo tienen un primer encuadre
clasificador que viene determinado por el momento de la intervención. La intervención psicológica ha
desarrollado técnicas y estrategias eficaces, especialmente dirigidas a cumplir los fines propios de cada uno
de los distintos instantes en los que se interviene. Una clasificación de dichos momentos se ofrece a
continuación:

Prevención primaria
Su objetivo es modificar anticipadamente las condiciones sociales y ambientales así como las conductas de
las personas que pueden afectar negativamente a su salud tanto a corto, como medio o largo plazo, y
promover conductas favorecedoras de la misma. De esta forma se pretende evitar la aparición de problemas.
La intervención en este primer momento se suele llevar a cabo a nivel comunitario, aunque también se
dirige a veces a colectivos especiales o grupos específicos de alto riego.

Prevención secundaria
Su objetivo es localizar y tratar lo antes posible los trastornos cuya aparición no ha podido impedirse por
medio de la prevención primaria. Se trata pues de identificar los trastornos en los momentos iniciales de su
aparición o incluso antes de ésta, cuando hay una previsión de que va a producirse con inminencia. Esta
detección precoz suele facilitar una intervención más temprana y con frecuencia con mejores expectativas
de éxito.

Tratamiento
Su objetivo es la intervención sobre trastornos ya aparecidos y más o menos consolidados (en esto se
diferencia de la prevención secundaria).

Prevención terciaria
Su objetivo es actuar sobre los trastornos que ya han sido objeto de tratamiento, para prevenir recaídas y
evitar posibles complicaciones posteriores. En el caso de los trastornos crónicos también puede señalarse
como objetivo el reducir o disminuir los efectos negativos de éstos, con el objetivo de, aunque no sea posible
curar el problema, mejorar la calidad de vida. La prevención terciaria, tal y como se ha definido aquí, asume
en gran medida el concepto clásico de rehabilitación.

2. Niveles de Intervención
La intervención psicológica, en el campo clínico, ha sido tradicionalmente vinculada con la psicoterapia
individual. Sin negar que este es el modelo de mayor implantación, no cabe duda de que existen otros
niveles, que gozan de gran tradición y aceptación entre los clínicos. Una clasificación de los distintos
niveles podría ser la siguiente:

• Individual.

• Grupal.

• Familiar.

• Comunitario.

• Institucional.

3. Técnicas de Evaluación y Diagnóstico


Los procedimientos y técnicas de intervención psicológicas están íntimamente asociados a los instrumentos,
técnicas y procedimientos de evaluación. Aunque no puede considerarse que todos las técnicas de
evaluación que se enumeran más abajo sean exclusivas del psicólogo clínico y de la salud (p.ej.: las
entrevistas), su adecuada utilización para fines clínicos debe apoyarse en una formación psicológica y
psicopatológica del mismo nivel de la que reciben los especialistas en Psicología Clínica. A continuación
se ofrece un listado de dichas técnicas, recogiendo las más importantes:

• Entrevistas (desde las entrevistas libres a las entrevistas completamente estructuradas pasando
por entrevistas con distintos grados de estructuración).

• Observación conductual.

• Técnicas y procedimientos de auto-observación y autoregistro.

• Tests.

• Autoinformes: Escalas, inventarios y cuestionarios.

• Registros psicofisiológicos.

• Juego de roles y otros procedimientos de apoyo a la observación de las conductas.

• Encuestas.

4. Apoyo en Informes de Otros Profesionales


Con el fin de obtener información adicional para la elaboración de conclusiones diagnósticas o de
evaluación, los psicólogos clínicos y de la salud pueden recabar la opinión de otros profesionales sanitarios
y no sanitarios. Algunos de los informes más corrientemente utilizados son:

• Informes neurológicos.

• Informes de trabajadores sociales.

• Informes de pruebas bioquímicas.

• Informes pedagógicos.
• Informes médicos en general.

• Informes sociológicos.

5. Técnicas y Procedimientos de Intervención


Los psicólogos clínicos y de la salud utilizan un gran número de técnicas y procedimientos de intervención,
que han resultado de los conocimientos adquiridos en la práctica clínica, de la psicología y de las ciencias
afines. En este apartado se recogen aquellas técnicas y los procedimientos que más frecuentemente se usan
en el ámbito clínico, agrupados en los grandes epígrafes teóricos que los sustentan. No se ha intentado, en
ningún caso, la pormenorización exhaustiva y el agotamiento en la descripción de todas las formas de
intervención, ya que nuestro propósito se circunscribe a marcar las grandes líneas por las que discurre la
actividad terapéutica en la psicología clínica y de la salud. Así por ejemplo, las técnicas de sugestión y la
hipnosis no se recogen en un apartado específico ya que pueden ser utilizadas por distintas corrientes u
orientaciones teóricas. Por otra parte, no en todos los casos se ha descendido al mismo nivel descriptivo, en
orden a no alargar excesiva e innecesariamente la exposición.

Las principales técnicas y procedimientos son:

Técnicas de Terapia o de Modificación de Conducta


• Técnicas de exposición (Desensibilización Sistemática, Inundación, Implosión, Exposición
guiada y Autoexposición).

• Técnicas basadas en el Condicionamiento Operante (Reforzamiento positivo y negativo, Control


estimular, Extinción operante, Tiempo fuera de reforzamiento, Costo de Respuesta, Saciación,
Sobrecorrección, Refuerzo diferencial de otras conductas, Programas de Economía de Fichas y
Contratos conductuales) y Técnicas aversivas (Castigo, Procedimientos de escape y evitación y
Condicionamiento clásico con estímulos aversivos).

• Técnicas de condicionamiento encubierto (Sensibilización Encubierta, Modelado Encubierto y


otras).

• Técnicas de autocontrol.

• Técnicas de adquisición de habilidades (Juego de Roles, Modelado, Ensayo de conducta)

• Técnicas de relajación.

Técnicas de Terapia cognitivo-conductual


• Técnicas cognitivas (Terapia Racional Emotiva, Terapia Cognitiva de Beck, Reestructuración
Cognitiva y otras).

• Técnicas de afrontamiento (Inoculación de Estrés, Solución de Problemas y otras).

Técnicas Psicoanalíticas
Las principales técnicas psicoanalíticas basadas o inspiradas en el Psicoanálisis son la Interpretación, la
Aclaración y la Confrontación y se completan con otras intervenciones racionales, incluyendo además el
adecuado manejo de fenómenos del proceso terapéutico como la Alianza de Trabajo y la Transferencia y
Contratransferencia. Estas se aplican dentro de las siguientes modalidades principales:

• Tratamiento psicoanalítico convencional.


• Psicoterapia psicoanalítica de expresión (media y larga duración).

• Psicoterapia psicoanalítica breve y/o focal.

• Psicoterapia psicoanalítica de apoyo.

• Psicoterapia dinámica.

Técnicas de Psicoterapias centradas en la persona y


experienciales
• Técnicas de Terapia centrada en el cliente.

• Técnicas de Psicoterapia experiencial.

• Técnicas de Psicoterapia de proceso experiencial.

• Técnicas de Terapia bioenergética.

• Psicodrama.

Técnicas de Psicoterapias fenomenológicas y existenciales


• Técnicas de Psicoterapia guestáltica.

• Técnicas de Análisis transaccional.

• Técnicas de Análisis existencial.

• Técnicas de Terapia existencial y logoterapia.

Técnicas de Terapia Sistémica


• Pautación escénica.

• Posicionamientos.

• Preguntas lineales, estratégicas, circulares y reflexivas.

• Reestructuraciones, reencuadres o redefiniciones.

• Tareas de cambio en la pauta.

• Tareas metafóricas, paradójicas, reestructurantes y rituales.

• Relatos.

6. Instrumentos
La actividad profesional de los psicólogos clínicos y de la salud está asociada a la utilización de ciertos
instrumentos, cuyo uso y correcta aplicación e interpretación de resultados supone un nivel de
entrenamiento específico. Este entrenamiento se adquiere mediante la fusión de los conocimientos básicos
de la psicología junto con los que se adquieren en el curso del aprendizaje de la especialidad. En algunos
casos, será necesario un entrenamiento específico extraordinario. En todo caso, los conocimientos básicos
de la psicología se consideran imprescindibles para el uso adecuada de dichas herramientas. A continuación
se detallan los instrumentos materiales que con más frecuencia se utilizan en la práctica profesional de los
psicólogos clínicos y de la salud.

• Tests.

• Escalas.

• Cuestionarios.

• Inventarios.

• Encuestas.

• Guías y protocolos de entrevistas.

• Instrumentos de autoregistro.

• Sistemas de registro en observación directa.

• Aparatos de Biofeedback o retroalimentación.

• Aparatos para registro de señales psicofisiológicas.

• Sistemas de presentación de estímulos.

• Sistemas informáticos para la evaluación y la intervención psicológica.

Ámbitos de Actuación
1. Lugares de Intervención
La Psicología Clínica y de la Salud ha tenido su tradicional ámbito de aplicación en nuestro país en los
gabinetes privados. El deficiente desarrollo de nuestra red pública sanitaria y el genuino interés de ejercer
su profesión por parte de las sucesivas generaciones de psicólogos han propiciado, durante muchos años,
la creación y mantenimiento de centros privados especializados en Psicología Clínica y de la Salud. En la
actualidad, el sector privado de la Psicología Clínica y de la Salud tiene un gran dinamismo y diversidad,
pudiéndose encontrar entre sus filas desde los gabinetes unipersonales hasta centros más o menos complejos
con amplios equipos multiprofesionales.

En el ámbito público, ha habido desde hace unos 25 años una progresiva incorporación de psicólogos
clínicos y de la salud, que con la Ley General de Sanidad (14/86 del 25 de Abril ), han afianzado y reforzado
su papel dentro de la Sanidad Pública y de la atención sanitaria. Su función es, en todos los casos, la de un
facultativo especialista que trabaja dentro de un equipo multidisciplinar, aunque por desgracia, en algunos
casos, sin reconocimiento de tal nivel laboral.

En lo que se refiere a los lugares específicos de intervención, hay distintos dispositivos en los que el
psicólogo clínico y de la salud desarrolla (o podría desarrollar) sus funciones adecuándolas a la
especificidad derivada de los objetivos de estos. Entre ellos vamos a nombrar los siguientes:

• Centros privados de consulta, asesoramiento y tratamiento.

• Equipos de atención primaria.


• Equipos de salud mental.

• Unidades de salud mental del hospital general.

• Unidades de Psicología del hospital general.

• Unidades de Neuropsicología del hospital general.

• Unidades de rehabilitación hospitalarias o comunitarias.

• Hospitales de día.

• Hospitales psiquiátricos.

• Unidades u hospitales geriátricos.

• Hospitales Materno-infantiles.

• Unidades o centros de atención psicológica infantil.

• Unidades de dolor crónico y de cuidados paliativos.

• Centros de voluntariado o Centros de Organizaciones No Gubernamentales de atención a


personas con discapacidades.

• Unidades de Salud Laboral.

• Otros dispositivos (Centros educativos, Equipos de psicología clínica en el ejército, etc.).

Las distintas intervenciones que se realicen en estos sitios podrán ir dirigidas al individuo, familia,
ambiente, equipo sanitario o a toda la Institución.

2. Áreas en las que se trabaja


En este apartado se trata de listar someramente algunas de los objetivos específicos de intervención del
psicólogo clínico y de la salud en los distintos lugares donde ejerce su función. No se pretende, como en la
mayoría del documento, la exhaustividad, sino presentar el guión de las áreas de problemas a las que
frecuentemente se encuentra más ligado el quehacer laboral de la Psicología Clínica y de la Salud.

En su faceta de psicólogo clínico el área de dedicación prioritaria es la de Salud Mental. Es en esa área
dónde el psicólogo clínico y de la salud lleva más tiempo trabajando. Según las demandas hechas en este
área, en la población española habría una prevalencia del 10-20 % al año.

El tipo de intervención que se realice dependerá de la población en la que tengamos que intervenir (infantil,
adultos, ancianos) así como del carácter de la intervención (preventiva, tratamiento y rehabilitación ).

Los estudios de carácter preventivo en sujetos con un desarrollo evolutivo normal, ayudan a localizar los
acontecimientos vitales y las crisis evolutivas, que unidos a los recursos del individuo y del ambiente
incrementan su probabilidad de padecer un gran número de trastornos o patologías. Las áreas que se evalúan
prioritariamente son las que hacen referencia a la influencia del comportamiento, la psicología o los factores
ambientales en la salud mental del anciano, de la mujer, de los niños y adolescentes.

En lo que se refiere al tratamiento, los psicólogos clínicos y de la salud evalúan, diagnostican y tratan, solos
o en equipo con otros profesionales de la salud mental, los trastornos y patologías que se enmarcan en los
siguientes epígrafes:
• Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia.

• Delirium, demencia, trastornos amnésicos y otros trastornos cognoscitivos.

• Trastornos mentales debidos a enfermedad médica.

• Trastornos relacionados con el uso de sustancias.

• Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.

• Trastornos del estado de ánimo.

• Trastornos de ansiedad.

• Trastornos somatoformes.

• Trastornos facticios.

• Trastornos sexuales y de la identidad sexual.

• Trastornos de la conducta alimentaria.

• Trastornos del sueño.

• Trastornos del control de los impulsos.

• Trastornos adaptativos.

• Trastornos de la personalidad.

La lista anterior no agota toda la posible gama de problemas frente a las que el psicólogo clínico puede
dirigir su atención terapéutica, pero, sin embargo, incluye los epígrafes más significativos.

La rehabilitación de los enfermos con trastornos mentales debe ser uno de los ejes más significativos de
toda política sanitaria responsable en este campo. Actualmente los psicólogos clínicos y de la salud asumen
todo tipo de tareas en este ámbito, incluyendo el diseño, dirección y aplicación de procedimientos
rehabilitadores para todo tipo de trastornos crónicos en los que exista o haya existido un trastorno mental.
La orientación de la actuación rehabilitadora es, normalmente, de índole comunitaria, pero también puede
centrarse en el ámbito hospitalario o de consulta ambulatoria. El tipo de trastornos susceptibles de recibir
atención rehabilitadora por parte de los psicólogos clínicos y de la salud, que trabajan en Salud Mental, es
muy amplia y abarca básicamente la misma gama de epígrafes que antes se enumeraron para el tratamiento.

La segunda área en la que el psicólogo clínico y de la salud trabaja, pero subrayando su faceta de Psicólogo
de la Salud, es el ámbito de la problemática psicológica asociada a la enfermedad y salud físicas. A ese
respecto el área de trabajo de la Psicología Clínica y de la Salud tiene que ver con problemas derivados de
la promoción y mantenimiento de la Salud y con la prevención de la enfermedad (así, por ejemplo, el
psicólogo de la salud participa activamente en el diseño, ejecución y evaluación de las campañas
preventivas de las enfermedades cardiovasculares).

El psicólogo de la salud se ocupa oficialmente de todos los problemas psicológicos ligados al proceso de la
enfermedad (diagnostico, padecimiento, tratamiento, curación/cronificación y rehabilitación). Así, la
Psicología de la Salud puede ocuparse del impacto psicológico del diagnóstico de una enfermedad grave, o
del impacto psicosocial de la hospitalización, o de la preparación psicológica para la cirugía a fin de facilitar
la recuperación post-quirúrgica, de la calidad de vida ligada a tratamientos con efectos secundarios muy
agresivos. Naturalmente, el psicólogo de la salud también se ocupa de resolver los problemas que pueden
plantearse en la relación médico-paciente: comunicación, toma de decisiones y cumplimiento de
prescripciones. Finalmente, se ocupa de los problemas que el propio profesional sanitario padece derivados
del ejercicio de su trabajo.

Algunas de las temáticas de este campo de intervención en Psicología de la Salud se exponen a


continuación, sin ningún ánimo exhaustivo:

• Problemas de adherencia al tratamiento.

• Problemas asociados a la asunción del rol de enfermo.

• Trastornos emocionales derivados de la enfermedad.

• Problemas vinculados con el apoyo familiar.

• Problemas psicológicos asociados a los cambios permanentes producidos por la enfermedad o


lesión y de adaptación al medio.

Además de las áreas de tratamiento, prevención y rehabilitación, los psicólogos clínicos y de la salud
asumen, dentro del campo de la asistencia sanitaria, papeles relevantes en el campo de la investigación, la
docencia y la dirección de centros o unidades, de acuerdo con su formación específica y habilidades. Así,
los psicólogos clínicos y de la salud pueden desempeñar:

• La dirección de unidades o centros asistenciales.

• La dirección y/o participación en trabajos de investigación.

• La docencia en todo aquello referente a la Psicología Clínica y de la Salud.

3. Autonomía Profesional y Relaciones con Otros Profesionales


Cualquier actividad que se consolida como profesión, lo hace porque cumple requisitos de utilidad social
elementales:

1. Ofrecer soluciones en un campo de intervención determinado.

2. Poseer un bagaje científico- tecnológico, que acredite una calidad y rigor de la intervención.

3. Que cubra demandas sociales.

Si traducimos con rigor el desarrollo de estas tres cuestiones desarrolladas en páginas anteriores de este
documento, se cumplen los requisitos para reclamar como campo de actuación del Psicólogo Clínico y de
la Salud cualquier ámbito de actuación relacionado con la salud desde la intervención bio-psico-social,
manifestada por la O.M.S.

Esta concepción de salud nos orienta a desterrar prejuicios sociales que encasillan al Psicólogo Clínico y
de la Salud, en el mundo de "lo mental" y que en definitiva perjudican al usuario porque le ofrecen un
modelo de salud dividido y dicotómico, que no relacionan lo mental con lo físico, separando para estudio
e intervención lo que en realidad es indivisible.

Es claro que romper ese dualismo inoperante supone un reto para cualquier profesional de la salud, ya que
como se puede observar en este documento existen intervenciones directas del Psicólogo Clínico y de la
Salud sobre problemas Biomédicos: dolor, cardiovasculares, hipertensión, SIDA, etc.

Cada vez es más patente la íntima relación que existe entre el comportamiento de las personas y su estado
de la salud. Es ahí, en el análisis y cambio de las interacciones persona-ambiente, donde se sitúa el campo
de intervención del Psicólogo Clínico, como intervención dirigida a la mejora y cuidado de la salud en
todos los niveles de intervención buscando el equilibrio bio-psico-social de la persona utilizando el análisis
pertinente en cada caso y ayudándose de otras intervenciones complementarias cuando lo estime oportuno.

Es notorio por otra parte refiriéndonos a la competencia profesional del Psicólogo Clínico y de la Salud,
que puede aportar elementos valiosos para la mejora de la salud de los ciudadanos en estrecha colaboración
con otros profesionales. Notable es el número de profesionales que trabajan en el Sistema público de Salud
en sus distintos niveles, local, autonómico y central y la instauración del sistema P.I.R. es una buena
muestra. Muy importante también es la presencia del sector privado con niveles de calidad y variedad de
productos en constante crecimiento.

Todas estas realidades nos sitúan en la gran demanda social actual de la profesión, razón prioritaria por la
cual este documento adquiere sentido y significado.

Refiriéndonos a las relaciones con otros profesionales de la Salud, consideramos la perspectiva de la


cooperación permanente en el marco de equipos interdisciplinarios, donde cada profesional aporta su
perspectiva para dar atención de Salud completa, donde se contemple a la persona de forma global sin
parcelaciones que todos los profesionales critican, lo que no es un deseo, sino algo que se viene
desarrollando de hecho en equipos de Centros de Promoción de la Salud, Centros Integrados de Salud, etc.,
existiendo profesionales de la Psicología coordinando y dirigiendo estos equipos. De este modo el papel
del Psicólogo Clínico y de la Salud, será más protagonista, en la medida que se aborden aspectos del
continuo Salud-Enfermedad, que tienen que ver con la interacción de la persona con ella misma, el mundo
y los demás.

Como ejemplo puede decirse que su campo de actuación tendrá más frecuencia en atención primaria, tareas
de prevención y promoción de la salud y tratamiento de problemas del comportamiento, que en una planta
de cirugía, pero no debe excluirse la posibilidad de que pueda y en ocasiones deba actuar en este ámbito.

Asimismo, el Psicólogo Clínico y de la Salud deberá conocer y actualizar permanentemente sus


conocimientos sobre Sociología de la Salud, Epidemiología de los Trastornos del Comportamiento,
Antropología, etc., como apoyo necesario a su quehacer.

En definitiva se trata de completar y rellenar vacíos en la asistencia integral a la salud que demandan los
ciudadanos.

Formación
La formación del psicólogo clínico es el elemento fundamental que garantiza su competencia profesional.
Dicha formación es el punto de partida de la actividad profesional del psicólogo y ha de permanecer abierta,
en continua actualización.

La formación ha de ser tanto teórica como práctica y utilizar la metodología apropiada de acuerdo con los
objetivos concretos a cubrir.

En nuestro país dicha formación se organiza en tres bloques fundamentales: el primero se refiere a la
formación básica que el licenciado en psicología obtiene durante su preparación universitaria; el segundo
bloque es la formación especializada en Psicología Clínica y de la Salud; y el último bloque es la formación
continua que el psicólogo clínico y de la salud necesita para estar al día de todos los avances científicos en
este ámbito y mejorar su práctica profesional.

1. Formación Básica
La formación básica del psicólogo clínico y de la salud, viene determinada por su formación universitaria
de segundo ciclo, que le capacita para la obtención del título de Licenciado en Psicología.

Al finalizar esta formación básica el licenciado en psicología ha de estar familiarizado de una forma amplia
y general en las técnicas y campos de aplicación de la Psicología Clínica y de la Salud.
En este sentido debe conocer la diversidad de instrumentos y fuentes de evaluación y diagnóstico, las
distintas técnicas terapéuticas, y las diversas áreas de aplicación: individuales, grupales y comunitarias.

2. La Formación Especializada en Psicología Clínica


Para el acceso a la titulación de especialista en Psicología Clínica y de la Salud siempre se partirá de la
titulación de Licenciado en Psicología, o sus precedentes en Filosofía y Ciencias de la Educación, Sección
de Psicología y Filosofía y Letras, Sección Psicología. Como hemos mencionado anteriormente, desde el
ámbito universitario se proporcionará aquellos conocimientos teóricos y habilidades técnicas y
metodológicas necesarias para iniciar la formación especializada en Psicología Clínica.

Los programas de formación especializada, deberán basarse en la realidad asistencial actual, así como en
los avances científicos y técnicos aportados en la investigación básica y aplicada en Psicología Clínica y de
la Salud.

Características de la Formación
La formación deberá tener una serie de características mínimas que debe cumplir en todos los centros
acreditados del territorio nacional. Estas son las siguientes:

• La duración del programa será de, al menos, tres años.

• Constará de una formación práctica realizada a través de rotaciones por los distintos dispositivos
o centros acreditados que permitan un contacto con las distintas psicopatologías y tratamientos.

• Una formación teórica que complemente la formación práctica.

• A lo largo de las rotaciones el psicólogo en formación contará con el apoyo de un tutor que
asesorará y/o supervisará las actividades del psicólogo en formación.

• El tutor siempre será licenciado en psicología, con al menos cuatro años de experiencia clínica,
y realizará su práctica profesional en cualquiera de los centros acreditados como psicólogo clínico.

• El trabajo del tutor-psicólogo será apoyado, pero no sustituido, por la figura de un supervisor en
cada servicio donde efectúe la rotación. Ambas figuras, las del tutor-psicólogo y la de los
supervisores de rotación, han de estar en permanente contacto que permita el cumplimiento de los
objetivos de rotación.

Objetivos del Programa de Formación Especializada en


Psicología Clínica
Para el cumplimiento de las funciones contempladas en este documento, el programa de formación
especializada en Psicología Clínica y de la Salud deberá conseguir:

• Capacitar a los psicólogos clínicos y de la salud para el desempeño de una atención integral y
continuada desde una perspectiva de salud integral, cubriendo los niveles de promoción,
prevención, asistencia y rehabilitación, tal y como se ha explicado en páginas precedentes de este
documento.

• Capacitar a los psicólogos clínicos y de la salud para el desempeño de las tareas de evaluación,
intervención y tratamiento psicológicos.

• Capacitar a los psicólogos clínicos y de la salud para el ejercicio interdisciplinario que requiere
una concepción multidimensional del sujeto y de la salud.
• Capacitar a los psicólogos clínicos y de la salud para el desempeño de tareas de investigación y
docencia.

Circuito de Rotación
La rotación por los distintos centros acreditados es el eje de la formación especializada, aportando la
característica fundamental del programa que es la adquisición de la formación a través de la práctica
profesional.

El circuito de rotación se diseñará en función de las necesidades de formación del psicólogo y debe constar
como mínimo de los siguientes dispositivos:

• Centro de atención de trastornos psicopatológicos o psicosomáticos de carácter ambulatorio y


comunitario

• Unidades de internamiento hospitalario de corta y larga estancia

• Dispositivos o Unidades de Rehabilitación, específicamente configurados como tales.

• Otros dispositivos sanitarios específicos donde el psicólogo pueda llevar a cabo su formación.

Contenidos
La formación especializada cubrirá todos aquellos aspectos específicos y monográficos en el campo de la
actividad de la Psicología Clínica y de la Salud. Estos pueden abarcar desde técnicas específicas de
evaluación y diagnóstico, tratamientos y áreas específicas de aplicación, hasta aspectos legales, jurídicos y
normativos vinculados al campo sanitario.

Evaluación de los Resultados de la Formación


Especializada en Psicología Clínica
El psicólogo será evaluado a lo largo de su formación especializada a través de:

• Una memoria anual de las actividades formativas, clínicas e investigadoras en las que haya
participado.

• Una investigación relacionada con su formación teórico-práctica y asistencial. Dicha


investigación será realizada a lo largo de su formación.

El tutor emitirá un informe anual sobre los tutorizados que incluirá:

• Grado de cumplimiento del Programa de Formación en cuanto a los objetivos y las actividades
desarrolladas (memorias, investigación, etc.).

• Cumplimiento de los objetivos específicos previstos en el Programa Docente, tanto desde el


punto de vista de conocimientos y habilidades adquiridas como de aptitudes clínicas.

3. La Formación Continuada
Es de suma importancia habilitar los mecanismos necesarios para la revisión, mantenimiento, actualización
y adquisición de nuevos conocimientos y habilidades, que permitan mejorar y potenciar la práctica
profesional en el campo de la Psicología Clínica y de la Salud. Este objetivo se puede obtener a través de
programas de formación continuada específicos.
Los programas de formación continuada podrán estar formados por las siguientes actividades:

• Asistencia a cursos de actualización que supongan una puesta al día sobre aspectos relativos a la
actividad profesional.

• Actualización bibliográfica sobre los temas profesionales, utilizando los medios de


documentación de uso público y privado.

• Utilización de las reuniones profesionales y científicas para intercambiar conocimientos sobre


intervenciones concretas realizadas.

• Consulta a otros profesionales expertos cuando se intervenga sobre casos o problemas en los que
el psicólogo se vea necesitado de un apoyo o asesoramiento.

Acreditación
1. Fundamento de la Acreditación
Hay dos pilares básicos sobre los que fundar la necesidad de la acreditación de cara al ejercicio de la
profesión del psicólogo clínico y de la salud.

El primer pilar reside en el hecho de que la adecuada formación del psicólogo clínico y de la salud requiere
la adquisición de los conocimientos complementarios de carácter práctico que la formación estándar de la
carrera universitaria, en general, no ofrece.

El segundo pilar básico reside en la responsabilidad moral que las instituciones, que forman a los
psicólogos, tienen a la hora de garantizar el uso correcto de los instrumentos dispensados en manos de
personas en formación. En el ámbito de la intervención con seres humanos parece inexcusable alguna
modalidad de supervisión no sólo de las habilidades y competencias profesionales sino también de la
adecuación personal del psicólogo a las tareas para las que se le forma, sobre todo en lo que se refiere a los
aspectos éticos y deontológicos.

Estos dos pilares configuran los elementos esenciales de la necesidad de la acreditación. Esta se entiende
como la garantía tanto para los psicólogos como para la sociedad de que la formación que se adquiere se
adecua a los patrones científico-profesionales más exigentes, así como de una utilización de las técnicas,
instrumentos y procedimientos responsable, principalmente en sus aspectos éticos y deontológicos.

2. Niveles de Formación y Órganos de Acreditación


La formación del psicólogo clínico y de la salud se concibe como un proceso continuo, en el que existen,
al menos, dos etapas bien marcadas. La primera, denominada de formación básica, concluye con la
obtención del título de licenciado en psicología. La segunda, llamada de formación especializada, tiene
como conclusión la obtención del título de especialista. Sobre las características de ambas etapas ya se ha
hablado en otro capítulo de este documento. La formación continuada, sin embargo, no se ciñe a ninguna
secuencia temporal. Su función consiste en actualizar y mejorar los conocimientos y habilidades en campos
temáticos específicos, previamente adquiridos tanto en la formación básica como especializada. Cada nivel
de formación presenta sus peculiaridades propias. El nivel de formación básica está impartido por la
Universidad, y es una competencia específica y exclusiva de la misma. El título es aportado por el
Ministerio de Educación y Ciencia, que es quien, en última instancia, acredita a la Universidad para impartir
esa docencia.

El nivel de formación especializada se enmarca, en nuestro país, dentro del modelo de formación PIR.
Según este modelo, quienes forman a los especialistas son los Centros públicos y privados acreditados
conjuntamente por el Ministerio de Sanidad y el de Educación y Ciencia para esa finalidad. Estas Unidades
docentes desarrollan un programa de formación previamente aprobado por una Comisión Nacional de la
Especialidad. El proceso de aprendizaje del psicólogo concluye, en su momento, con la obtención del título
de especialista, que otorga el Ministerio de Educación y Ciencia, que es, en última instancia quién acredita
al psicólogo que ha seguido esa vía de especialización.

La formación continuada no tiene ninguna estructura orgánica de control y acreditación. Los centros
públicos y privados diseñan sus actividades formativas sin atenerse a ningún criterio establecido
universalmente en nuestro país, que garantice su solvencia y adecuación a los patrones científico-
profesionales más rigurosos. Es aquí donde se percibe la necesidad de la creación de un órgano colegial,
que con la máxima participación de todos los ámbitos profesionales, ejerza las funciones de supervisión y
acreditación, constituyendo un registro de centros y personas acreditadas en los distintos ámbitos de la
formación continuada.

En esta página se incluye un esquema explicativo de los distintos niveles de formación y sus
correspondientes órganos formativos y de acreditación.

3. Sobre la Acreditación
Dejando a un lado los niveles básico y especializado, en los que está bien definido el proceso de
acreditación, en el ámbito de la formación continuada la acreditación supone la inclusión de las entidades
y los psicólogos que han realizado su formación, en un registro que a tal efecto abrirá el C.O.P.

La acreditación de las entidades formadoras no se entenderá, en ningún caso, como un acto administrativo
estático, sino que estará sometido a una periódica supervisión y control.

En todo caso, será necesario que tanto las entidades que forman como los psicólogos que cursan las
actividades formativas cumplan unos requisitos mínimos para poder ser acreditados.

4. De las Condiciones Mínimas Exigidas para la Acreditación


Las condiciones esenciales que debe reunir la formación especializada en psicología clínica y de la salud
ya se ha visto en otra parte de este documento. El COP deberá defender que la formación especializada se
imparta cumpliéndose rigurosamente los requisitos que se han marcado en este documento.

La formación continuada deberá estratificarse por niveles y los requisitos necesarios para cada nivel
deberán ser establecidos por la Comisión de Acreditación Colegial. En ningún caso podrán acreditarse por
la Comisión de Acreditación Colegial a profesionales no psicólogos.

5. Del Órgano de Acreditación Colegial


La Comisión de Acreditación Colegial será el órgano encargado de llevar el registro de entidades y personas
acreditadas.
Idealmente, en este órgano colegial deberían integrarse, mediante los oportunos acuerdos y convenios, las
distintas Instituciones y Organizaciones suficientemente representativas, de ámbito público o privado, con
competencias en la formación de los psicólogos clínicos y de la salud.

En todo caso, la constitución, composición y competencias de la Comisión de Acreditación Colegial es


atribución que pertenece a la Junta de Gobierno del COP.
La psicología de la salud: antecedentes, definición y
perspectivas
Resumen

El artículo propone una reflexión crítica de los fundamentos históricos y teóricos del
área aplicada de la psicología, llamada psicología de la salud. Discute el rol y las
funciones del psicólogo dentro de este campo ocupacional específico y propone
herramientas teóricas y metodológicas para el trabajo en tres situaciones específicas,
como son: la atención primaria, con la gestión de proyectos de promoción y
prevención en salud, la psico-oncología, y la atención e intervención de los pacientes
que formulan pedidos de carácter estético.

1. La psicología de la salud: la construcción de un campo

Nos proponemos, en este primer apartado, construir las bases que fundamentan el
campo de la psicología aplicada al campo de la salud. Se hace necesario para ello
plantear una breve reseña alrededor de la evolución histórica de la interpretación
causal de la salud y las enfermedades, lo cual nos llevará a desarrollar cuál es el
lugar que ocupa la Psicología en este campo específico.

1.1. Evolución histórica de la interpretación causal del proceso salud-


enfermedad

Históricamente, las interpretaciones causales sobre la salud y la enfermedad se han


orientado en dos perspectivas: las referidas a la explicación de porqué el hombre
enferma y las que hacen énfasis en el discurso sobre la promoción de la salud y la
prevención de las enfermedades. Situemos los antecedentes de esta reflexión en el
mundo griego en donde se reconocen dos corrientes diferenciadas con respecto a la
mencionada interpretación: la escuela platónica, coherente con la interpretación
divina que los primitivos atribuían a la enfermedad, que establecía que tanto la salud
como la enfermedad eran determinadas por un principio no material, el alma divina
o pneuma, que afectaba los órganos. La enfermedad se originaba por un castigo de
los dioses y no se curaba entonces con medicamentos, sino con cantos, himnos y
otros rituales simbólicos. Por su parte, la escuela hipocrática se opuso a esta
interpretación teúrgica, insistió en desacralizar las enfermedades y propuso una
causa natural para ellas. Planteó Hipócrates que el medio externo tiene efectos en la
producción de la enfermedad y reconoció también en ella la incidencia de las
características personales; particularmente postuló la existencia de cuatro humores:
sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra, cuyo equilibrio o desequilibrio influían en
la salud o la enfermedad y definían el temperamento de cada individuo (Lain Entralgo,
1975).

''...La enfermedad se originaba por un castigo de los dioses y no se curaba entonces


con medicamentos, sino con cantos, himnos y otros rituales simbólicos...''

En la Edad Media, bajo el dominio del discurso de la Iglesia Católica, se desconocieron


los aportes de las escuelas clásicas y prevaleció de nuevo la interpretación mística
de las enfermedades, atribuidas a la ira de Dios o a la acción del demonio.
Simultáneamente, la medicina del mundo árabe avanzó en la sustentación
materialista de la enfermedad y señaló seis principios que incidían en el
mantenimiento de la salud o en la producción de la enfermedad, eran estos: el aire
puro, la moderación en el comer y en el beber, el descanso y el trabajo, la vigilia y
el sueño, la evacuación de lo superfluo y las reacciones emocionales.

El Renacimiento, con el nuevo modo de producción capitalista y con su gran avance


cultural y científico, revalorizó las enseñanzas de la escuela hipocrática y de la
medicina árabe e incentivó la investigación médica ante la necesidad de respuestas
prácticas a los problemas de salud que afectaban a la población. El nacimiento de la
microbiología, de la mano del invento del microscopio, confirmó la interpretación
materialista de la enfermedad pero produjo un esquema biologista unicausal para
explicarla.

El vínculo entre la biología y la medicina se hizo más fuerte en el siglo XX, lo que
permitió que se ampliaran y profundizaran los conocimientos acerca del sustrato
material de las enfermedades, en las que se propone que ya no tienen efectos sólo
los microorganismos sino una serie de procesos que ocurren en los órganos, tejidos
y células, y en los cuales influyen de forma importante los procesos bioquímicos del
organismo. Por su parte, el siglo XXI se define por el paradigma genético bajo el cual
se han producido múltiples explicaciones y aplicaciones de esta área a la
interpretación y tratamiento de las enfermedades, pero se ha consolidado con más
fuerza el esquema unicausal con respecto a que las causas biológicas son las únicas
y las últimas para explicar los procesos de salud y de enfermedad.

''El vínculo entre la biología y la medicina se hizo más fuerte en el siglo XX, lo que
permitió que se ampliaran y profundizaran los conocimientos acerca del sustrato
material de las enfermedades...''

Esta mirada reduccionista de los problemas de salud ha generado como respuesta


que en campos más propios de las disciplinas sociales se haya ido constituyendo una
tendencia que cuestiona la mencionada unicausalidad y propone una perspectiva
multicausal, donde la interacción entre tres componentes -agente, huésped y
ambiente- determinan el mantenimiento de la salud o la génesis de las
enfermedades. Este enfoque advierte sobre la importancia de ingresar en el estudio
de los problemas de salud el carácter activo del sujeto humano, que obliga a superar
el esquema simplista de que el huésped es una entidad pasiva que recibe el influjo
de un agente externo patógeno, y pone en evidencia que múltiples factores, entre
ellos los psíquicos y sociales, inciden tanto en el huésped como en el agente y en el
ambiente. Esta nueva perspectiva ha hecho necesario que nuevas disciplinas
contribuyan al estudio de un campo que tradicionalmente fue exclusivo del discurso
médico; particularmente la Psicología, con su rama específica de la Psicología de la
salud, se ha configurado como una disciplina que se ocupa de los factores psíquicos
y sociales que influyen en el mantenimiento de la salud o inciden en la aparición y
evolución de una enfermedad en determinado sujeto (Morales, 1999).

1.2. El proceso salud-enfermedad como campo de aplicación de la psicología

La preocupación de la disciplina psicológica en relación con los temas de salud se


orientó históricamente al estudio y tratamiento de la salud y las enfermedades
mentales. Sin embargo, desde los años 60 la Psicología empezó a ocuparse del
proceso salud-enfermedad en su dimensión más amplia y comenzó a hacer aportes,
como se dijo anteriormente, a un campo tradicionalmente exclusivo del discurso
médico. El área disciplinar que se dedicó a este estudio se consolidó bajo el nombre
de Psicología de la salud y fue construyendo progresivamente un espacio propio como
campo aplicado de la Psicología, orientando su evolución hacia dos enfoques: el
clínico (con los antecedentes de la Psicología clínica, el Psicoanálisis, la Psicología
médica y la Psicología cognitivo-conductual), y el social (fundamentado en la
Psicología social comunitaria).

''La preocupación de la disciplina psicológica en relación con los temas de salud se


orientó históricamente al estudio y tratamiento de la salud y las enfermedades
mentales...''
El psicólogo cubano Francisco Morales Calatayud (1999, p. 88) hace una revisión del
campo de referencia y lo conceptualiza de la siguiente manera:

Se puede considerar que la Psicología de la salud es la rama aplicada de la psicología


que se dedica al estudio de los componentes subjetivos y de comportamiento del
proceso salud-enfermedad y de la atención en salud. [...] Le interesa el estudio de
aquellos procesos psicológicos que participan en la determinación del estado de
salud, en el riesgo de enfermar, en la condición de enfermedad y en la recuperación,
así como las circunstancias interpersonales que se ponen de manifiesto en la
prestación de los servicios de salud, lo que se expresa en el plano práctico en un
amplio modelo de actividad que incluye acciones útiles para la promoción de la salud,
la prevención de las enfermedades, la atención de los pacientes enfermos y personas
con secuelas, y para la adecuación de los servicios de salud a las necesidades de los
que los reciben.

Con base en esta referencia, es importante detenernos en cuatro aspectos


fundamentales para discernir las distintas perspectivas de trabajo de las que se ocupa
la Psicología de la salud:

• En términos generales, se destaca el interés de este campo en investigar e


intervenir sobre los aspectos psíquicos que inciden en el proceso salud-enfermedad
que, como ya se dijo, se asume como multicausado.

• Se ocupa la Psicología de la salud de la atención psicológica de los pacientes


enfermos o con secuelas de alguna enfermedad, con base en la premisa de que los
factores psíquicos tienen incidencia en el origen y la evolución de la enfermedad, y
en la forma como el sujeto enfrente la experiencia de estar enfermo.

• Le interesa a esta rama de la Psicología aplicada el área denominada de la ''salud


positiva''; la cual plantea que los factores psíquicos y sociales inciden en el
mantenimiento de la salud y propone una mirada, que desde el estudio psicológico,
apoye los procesos de promoción de la salud y prevención de las enfermedades.

• Este campo se ocupa, además de los aspectos anteriores, del estudio de los factores
psíquicos que intervienen en los vínculos entre los sujetos que hacen parte de las
acciones en salud. Se reconoce entonces que en el campo de la salud juegan un papel
importante, no sólo los aspectos psíquicos y sociales de los pacientes enfermos y de
las poblaciones que son objeto de las campañas de promoción y prevención, sino
también la subjetividad de los profesionales que se desempeñan en esta área.

A partir de estos aspectos básicos, enunciaremos a continuación las dos áreas


generales del trabajo que el psicólogo puede desempeñar en el campo de la salud
para pasar, en el próximo apartado, a desarrollar con mayor profundidad los aspectos
psíquicos que inciden en tres situaciones específicas de este campo de la Psicología
aplicada. Se propone que el psicólogo de la salud puede desempeñarse en dos
grandes áreas de trabajo: la atención primaria, con énfasis en la promoción de la
salud y la prevención de las enfermedades, y la atención secundaria en los hospitales
y centros de rehabilitación. Con respecto a la atención primaria, campo que
profundizaremos más adelante, se propone el abordaje de temas prioritarios en cada
momento del ciclo vital: salud de los niños, salud de los adolescentes, salud
reproductiva, salud de los adultos y salud de los adultos mayores, frente a los cuales
el profesional de la psicología debe desarrollar estudios y diseñar intervenciones
orientadas fundamentalmente al trabajo de carácter reflexivo y educativo que
fomente, desde la perspectiva psicológica, la participación y la autogestión de la
comunidad en sus procesos de salud (Morales, 1999).

Con respecto a la atención psicológica en los centros de atención secundaria en salud,


como los hospitales y centros de rehabilitación, los antecedentes muestran que hasta
antes de los años 70, los servicios de Psicología de los hospitales se concentraban en
la atención de los pacientes psiquiátricos. Sin embargo, dice Morales (1999, p. 198)
que a partir de esa década se reconoce que:

En la causalidad de todas las enfermedades en general hay, en mayor o menor grado,


elementos de carácter psicológico. En todas están presentes estados emocionales,
comportamientos y valoraciones acerca de la condición patológica, las limitaciones
que lleva aparejada, las exigencias de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos,
el pronóstico y el impacto para la vida futura. Cada paciente presentará entonces su
propia respuesta a la enfermedad en la que se pone de manifiesto no sólo las
características regulares de la misma como hecho biológico, sino también, y sobre
todo, las del sujeto como persona actuando en una situación específica.

En la atención secundaria, se propone que los psicólogos de la salud deben estar


integrados a las distintas unidades hospitalarias y hacer parte de los equipos
multidisciplinarios que tratan a los pacientes que son atendidos en ellas. En términos
generales, el trabajo del psicólogo en estas instituciones se orienta hacia las
siguientes acciones:

• La recepción de las interconsultas médico-psicológicas y la asistencia directa de los


pacientes enfermos y las familias que son atendidos en los distintos servicios clínicos
y quirúrgicos de la institución hospitalaria.

• El trabajo investigativo, educativo y reflexivo que involucre a los estudiantes y


profesionales de las distintas áreas de la salud, acerca de los aspectos psicológicos
que inciden en el proceso salud-enfermedad y en el vínculo asistencial.

• La participación en los equipos multidisciplinarios que estudian las situaciones de


los pacientes enfermos y toman las decisiones sobre las intervenciones que sean
necesarias.

• La acción institucional que involucra, entro otros, los temas de la satisfacción o


insatisfacción de los pacientes y los trabajadores de la salud con los servicios que son
ofrecidos por la institución.

2. Situaciones específicas del trabajo en Psicología de la salud

Después de esta ubicación general del campo de la Psicología de la salud,


desarrollaremos con más detenimiento tres áreas específicas, las que elegimos, entre
muchas otras, porque ilustran tipos de problemáticas muy diferentes con las que el
psicólogo se encuentra en este territorio; son ellas: la promoción de la salud y la
prevención de las enfermedades, la psico-oncología y la atención e intervención de
los pedidos de carácter estético.

2.1. La promoción de la salud y la prevención de las enfermedades

Ya en el apartado anterior se mencionaban algunos temas básicos que el psicólogo


de la salud aborda en la atención primaria, con base en la promoción de la salud y la
prevención de las enfermedades de distintos grupos poblacionales. Referenciábamos
un modelo (Morales, 1999) que propone abordar este tipo de atención con base en
las problemáticas de los grupos específicos, de acuerdo con su distribución en el ciclo
vital, y hace énfasis en la atención de algunos temas, en los que los factores
psicológicos tienen una incidencia preponderante:

• Salud reproductiva: alrededor de la cual son frecuentes problemáticas como los


embarazos indeseados y los embarazos en adolescentes, los abortos inducidos y de
alto riesgo, la violencia física y psicológica, entre otros.

• Salud de los niños: con problemas como los inadecuados patrones de crianza
infantil, maltrato y abuso físico y sexual, dificultades de aprendizaje, entre otros.

• Salud de los adolescentes: con dificultades como el consumo de sustancias


psicoactivas, el aumento de la accidentalidad, las dificultades de adaptación en el
entorno familiar y escolar, entre otras.

• Salud de los adultos: entre otros temas, el psicólogo puede atender asuntos como
la pérdida y ajuste a las nuevas situaciones vitales, los ''estilos de vida'' no saludables
y las enfermedades agudas o crónicas que hacen su aparición en esta edad.

• Salud de los adultos mayores: con múltiples problemáticas donde incide lo


psicológico como son las pérdidas múltiples propias de esta edad, el aumento de las
limitaciones que imponen las enfermedades crónicas, el aislamiento social y la
disminución de la propia estimación.

Coinciden las anteriores directrices con las planteadas en el contexto colombiano en


la ley 100 de 1993, que desarrolla el Sistema General de Seguridad Social en Salud,
y en la que se fundamenta la propuesta de la protección integral que brinda atención
en salud en las fases de educación, información, fomento y prevención, tratamiento
y rehabilitación. Dentro del marco legal colombiano, se define la promoción como

(...) la integración de las acciones que realizan la población, los servicios de salud,
las autoridades sanitarias y los sectores sociales y productivos con el objeto de
garantizar, más allá de la ausencia de la enfermedad, mejores condiciones de salud
físicas, psíquicas o sociales de los individuos y las colectividades. (Ministerio de Salud
de la República de Colombia, Resolución 03997 del 30 de octubre de 1996, p.1).

La prevención, por su parte, se define como:

(...) el conjunto de acciones que tienen por fin la identificación, control o reducción
de los factores de riesgo, del ambiente y del comportamiento para evitar que la
enfermedad aparezca o se prolongue, ocasione daños mayores o genere secuelas
evitables. (Ministerio de Salud de la República de Colombia, Resolución 03997 del 30
de octubre de 1996, p. 2).
Si bien estas son algunas de las directrices y temáticas que orientan el trabajo
psicológico en la atención primaria en salud, el psicólogo se confronta con una
situación problemática -que debe atender en su práctica- y que se refiere a que a
pesar del buen diseño y aplicación de las campañas de promoción y prevención, con
frecuencia las comunidades y los individuos son resistentes a los buenos propósitos
que les son transmitidos en relación con el cuidado y mantenimiento de una adecuada
salud. En la investigación que Hoyos, Duvaltier y Giraldo (2003) realizaron sobre los
límites de los programas de promoción y prevención desde una perspectiva
psicoanalítica, los autores abordaron este problema a partir de su pregunta sobre
cuáles son los factores psíquicos que pueden incidir en que los sujetos se resistan a
los propósitos de los programas de promoción y prevención en salud. Para
fundamentar su respuesta, y en referencia con las leyes antes citadas, los
investigadores señalan:

Se evidencia en la reglamentación existente, que para lograr el efecto buscado se ha


de contar con un sujeto capaz de autonomía y que quiera permanecer sano. No
obstante, la clínica médica evidencia que no todos los pacientes se acogen a este
ideal de salud y que en muchos de ellos se hace palpable más bien el objetivo de
instalarse cómodamente en la enfermedad (Hoyos, Duvaltier y Giraldo, 2003, p.
134).

Para explicar este fenómeno aluden a cierto carácter placentero que para cada sujeto
pueden tener los denominados factores de riesgo, los cuales se convierten para el
discurso de la prevención en ilícitos, o al menos en riesgosos. Señalan que bien se
sabe que la prohibición incita a la transgresión, lo que hace más ''gozosa'' la relación
con ese particular factor de riesgo, llámese cigarrillo, licor, grasa o dulces.

''...a pesar del buen diseño y aplicación de las campañas de promoción y prevención,
con frecuencia las comunidades y los individuos son resistentes a los buenos
propósitos que les son transmitidos en relación con el cuidado y mantenimiento de
una adecuada salud...''

Destacan los investigadores que, con frecuencia, la palabra de los participantes en


los programas de promoción y prevención, y consecuentemente su subjetividad,
están excluidas de la lógica que rige a los programas de promoción y prevención en
salud, lo que lleva a que se diseñen estrategias y programas generales -iguales para
todos los usuarios-, que no dejan lugar a que los sujetos y las comunidades se
interroguen y hablen de su relación particular con los factores de riesgo y con los
hábitos de vida saludable, relación que, como dijimos, no siempre coincide con el
propósito de la atención primaria en salud. De lo anterior se deriva una propuesta,
que puede fortalecer el campo de acción del psicólogo de la salud en este nivel de
atención, acerca de la necesidad de ingresar los aspectos psíquicos a la promoción y
la prevención, lo que abre la vía para que cada paciente se haga cargo de su relación
particular con los factores de riesgo o con las enfermedades vinculadas con ellos.
Concluimos este apartado con la referencia a los autores citados:

Se trata entonces de una prevención prevenida, o advertida de estos aspectos de la


subjetividad, no estandarizables, que descuadran toda estadística, todo protocolo,
toda guía de manejo y que generalmente se tornan en límites para la adhesión a los
tratamientos propuestos por los programas. Una prevención que, al contar con estos
aspectos, podría convertirse en programas con mayores posibilidades de éxito
(Hoyos, Duvaltier y Giraldo, 2003, p. 138).
2.2. La psico-oncología

Un área de trabajo ineludible para el psicólogo de la salud, y que ofrece múltiples


perspectivas para su abordaje, es la psico-oncología que ha sido definida como la
disciplina que estudia y trata los factores psicológicos relacionados con la experiencia
del cáncer en sus distintas etapas. El psicólogo que trabaja en el área oncológica se
desempeña fundamentalmente en tres grandes áreas de trabajo: a) la prevención,
b) la intervención terapéutica y la rehabilitación y c) los cuidados paliativos (Cruzado
y Olivares, 2000).

Con respecto al área preventiva, la cual hemos desarrollado ya en el apartado


anterior, se propone que el psicólogo debe participar en programas cuyos objetivos
sean la promoción de conductas adecuadas en salud y la prevención o eliminación de
los hábitos de riesgo para el cáncer. Son fundamentales, en este sentido, el diseño
de programas que hagan énfasis en la detección precoz de la enfermedad, factor
determinante para la supervivencia del paciente en algunos tipos de cáncer, como el
de mama, piel, esófago, estómago, entre otros, cuyos tratamientos han mostrado
una tasa de efectividad alta cuando se inician en los estadios precoces de la
enfermedad. Es importante que el psicólogo que se desempeñe en esta área de la
psico-oncología esté atento a la discusión desarrollada en el apartado previo, acerca
de la necesidad de introducir los factores subjetivos en la promoción y la prevención
de la salud, para conseguir resultados más estables y duraderos en las poblaciones
con las que trabaja; esto fundamentado en el reporte de que las campañas de
detección precoz no suelen tener la receptividad que los profesionales de la salud
esperan. Al respecto, en el artículo Evaluación y tratamiento psicológico del cáncer
(Cruzado y Olivares, 2000, p. 356) los autores afirman:

La participación en los programas de screening de cáncer de mama se estima que


debería ser del 70–80% para considerarse efectivos; sin embargo, a pesar de los
niveles tan altos de incidencia y mortalidad de este tipo de cáncer, existe una amplia
proporción de mujeres, entre el 35 y 45% de las convocadas, que no participa en
dichos programas de atención precoz.

En el área de la intervención terapéutica y la rehabilitación, el psicólogo de la salud


que trabaje en oncología puede desempeñarse en varios campos, entre ellos, el
manejo de la información adecuada, y la preparación y atención psicológica del
paciente enfrentado al cáncer y a los tratamientos oncológicos. El manejo de la
información que se suministra al paciente acerca del diagnóstico, el pronóstico y el
tratamiento es de fundamental importancia en la reflexión de la psico-oncología; si
bien la tendencia actual entre los profesionales de la oncología es informar al paciente
acerca de su situación de enfermedad para promover un papel más activo en su
proceso terapéutico, es común que el psicólogo se encuentre con situaciones
complejas que confrontan al personal de la salud con el paciente y con la familia: se
le llama en ocasiones, sin conocer previamente al paciente, para darle un diagnóstico
que el médico teme transmitir; se encuentra con familias que, con el argumento de
proteger al paciente contra la depresión y la pérdida del sentido de la vida, exigen
que se le oculte la verdad de su diagnóstico; hallan pacientes que, aunque en la
historia se confirma que han sido informados del diagnóstico, aseguran que nadie les
ha explicado nada. Al respecto, Cruzado y Olivares (2000, p. 360) proponen:

Las reglas básicas de la información en el cáncer deben hacer explícitas las


siguientes variables: el contenido de la información, quién debe ser informado, quién
debe informar, cuándo se ha de informar y cómo se ha de informar. Los efectos
positivos de la información al paciente con cáncer dependen del contenido de la
información, de cómo y de cuándo se emita.
Si bien en psico-oncología estas indicaciones generales sobre el manejo de la
información deben contrastarse con la situación particular de cada paciente y su
familia, se proponen algunos parámetros básicos que el psicólogo debería considerar.
Con respecto al contenido de la información se sugiere que ésta debe incluir el
diagnóstico y las características clínicas del cáncer, las características de los
procedimientos diagnósticos y de los tratamientos, los efectos secundarios de éstos
y los medios para aliviarlos. Se sugiere que se debe informar tanto al paciente como
a sus familiares más cercanos, con el objetivo de establecer un canal abierto y claro
que fomente una posición activa y responsable del paciente con respecto a su proceso
de enfermedad y tratamiento, y una red de apoyo en su entorno familiar. La
información acerca del diagnóstico, las características y el curso de la enfermedad
debe ser transmitida por el médico tratante, mientras que el psicólogo debe apoyar
este proceso abordando los aspectos psíquicos de la enfermedad y atendiendo la
respuesta emocional del paciente y la familia ante el diagnóstico. Finalmente, se
propone que la información debe ser secuencial y debe integrar, tanto las distintas
fases del proceso de enfermedad y de los momentos terapéuticos, como las
características particulares de cada paciente, sus tiempos subjetivos y las defensas
que construye para asumirla (Gómez Sancho, 1996).

''El manejo de la información que se suministra al paciente acerca del diagnóstico,


el pronóstico y el tratamiento es de fundamental importancia en la reflexión de la
psico-oncología...''

El otro campo de la intervención terapéutica y la rehabilitación es la preparación y


atención psicológica del paciente enfrentado al cáncer y a los tratamientos
oncológicos. Si bien con los distintos tratamientos actuales, el paciente diagnosticado
de cáncer tiene muchas posibilidades de sobrevida, según el tipo de tumor y el
estadio en que éste se encuentre, el psicólogo se encuentra que la metáfora psíquica
y cultural a la que esta enfermedad remite sigue siendo la de la muerte, asunto que
suele aparecer en su encuentro con los pacientes y las familias. Por otra parte, los
tratamientos oncológicos que buscan erradicar el tumor -cirugía, radioterapia y
quimioterapia- conllevan múltiples efectos secundarios negativos que hacen que los
pacientes los describan como más terribles que la misma enfermedad: la cirugía hace
un corte en el cuerpo y deja las marcas de una amputación, de un orificio que se
abre, de un órgano que se extrae; la quimioterapia debilita el organismo al matar
células sanas al mismo tiempo que erradica las células tumorales; deja, además, las
marcas de la alopecia que impacta de forma contundente la propia imagen de los
pacientes; la radioterapia quema el tumor, pero simultáneamente deteriora otras
partes sanas del organismo que pueden dejar secuelas crónicas tras la erradicación
de la enfermedad. Frente al diagnóstico y las opciones terapéuticas el psicólogo debe
ayudar al paciente a tramitar la información que se le entrega con respecto a su
situación médica real y sus posibilidades terapéuticas y debe atender, con las
distintas estrategias clínicas, los efectos emocionales -angustia, miedo, duelo, dolor,
depresión, entre otros- que suscitan, tanto el diagnóstico como los distintos
procedimientos (Díaz, 1996).

''Frente al diagnóstico y las opciones terapéuticas el psicólogo debe ayudar al


paciente a tramitar la información que se le entrega con respecto a su situación
médica real y sus posibilidades terapéuticas y debe atender, con las distintas
estrategias clínicas, los efectos emocionales -angustia, miedo, duelo, dolor,
depresión, entre otros- que suscitan, tanto el diagnóstico como los distintos
procedimientos (Díaz, 1996)...''

La tercera área de trabajo en la psico-oncología es la atención psicológica en la fase


terminal de la vida, inscrita dentro de los cuidados paliativos, los cuales buscan
ayudar a mantener, en lo posible, la calidad de vida del paciente que ya no tiene
opciones de curación y la de su familia. El paciente en la fase terminal de la vida, que
hasta antes de los años 60 era un enfermo excluido por los profesionales de la salud,
en tanto los confrontaba con la sensación del fracaso en su lucha contra la muerte,
empezó a ser acogido, a partir de los estudios de la médica E. Kubler Ross (1969),
quien lo definió como ser sufriente y necesitado de la atención de distintas disciplinas
que le ayudaran a sortear el dolor y el sufrimiento del encuentro con la inminencia
de la muerte. Este campo de trabajo, al que no todos los psicólogos de la salud
acuden con agrado, busca ayudar al paciente a elaborar el dolor emocional que
acompaña el proceso de morir y el duelo anticipatorio por todas las pérdidas previas
a la muerte definitiva. Igualmente, se abre el campo de trabajo psicológico a la
atención de las familias, tanto en el proceso previo a la muerte del enfermo, tiempo
que implica un gran desgaste físico y emocional para los miembros del grupo, como
en el duelo posterior al fallecimiento del paciente.

2.3. La atención e intervención del paciente con pedidos de carácter estético

Terminaremos desarrollando una nueva y particular área de trabajo en la que el


psicólogo de la salud puede desempeñarse: aquella que atiende e interviene
pacientes con pedidos de carácter estético. Como es un campo tan novedoso y poco
formalizado de actuación del psicólogo de la salud, nos proponemos, más que
plantear acciones específicas, generar una reflexión basada en los resultados de una
investigación sobre este asunto particular, y que permitirá esbozar algunas
perspectivas para la intervención psicológica en esta área (Díaz y Cortés, 2005).

''...Si bien las intervenciones que transforman el cuerpo son tan antiguas como la
humanidad, en las últimas décadas se disparó la oferta de las técnicas del cuerpo y
la exigencia de que todos los organismos se acerquen a un mismo patrón...''

Si bien las intervenciones que transforman el cuerpo son tan antiguas como la
humanidad, en las últimas décadas se disparó la oferta de las técnicas del cuerpo y
la exigencia de que todos los organismos se acerquen a un mismo patrón. Este
fenómeno responde a la lógica del mundo contemporáneo en donde los medios
masivos de comunicación, apoyados en el modo de producción capitalista, imponen
un prototipo de imagen de cuerpo perfecto y ofrecen, además, estrategias para
lograrlo: la oferta incluye, entre otros, múltiples procedimientos cosméticos que
prometen moldear el cuerpo a la medida ideal. Los consultantes, receptivos a dichas
ofertas de embellecimiento, se someten a intervenciones con las que creen que
alcanzarán el bienestar, aumentarán su propia estimación y la valoración del entorno.

En relación con este contexto, y centrando la atención en los efectos de un


procedimiento específico, en la investigación Efectos del tratamiento de ortodoncia
en la imagen del cuerpo y la autoestima de los adolescentes, realizada en la Facultad
de Odontología de la Universidad de Antioquia, Díaz y Cortés (2005), proponen
responder a la pregunta de si el tratamiento estético, en este caso la ortodoncia,
contribuye a modificar la imagen del cuerpo y la problemática de autoestima de los
pacientes que lo solicitan. La investigación surgió al hallar que a los servicios
odontológicos llegan los consultantes con demandas referidas a un malestar con su
imagen de cuerpo y los profesionales responden con acciones instrumentadas sobre
el ''organismo'', la cavidad bucal en este caso particular.

Se vislumbró en este encuentro entre el paciente y el profesional de la salud (o quizás


debería llamarse des-encuentro) una inconsistencia relacionada con lo que el
paciente demanda y lo que el odontólogo ofrece. Con frecuencia la necesidad de
tratamiento no parte del registro orgánico -lo real de la maloclusión- sino del registro
imaginario, -el prototipo de cuerpo perfecto-. Los pacientes anhelan alcanzar con la
ortodoncia no sólo unos ''dientes derechos'', sino también una imagen ideal de cuerpo
y con ella la armonía en la relación con ellos mismos y con los otros. De esta manera,
se encontró que a una demanda que tiene que ver con la imagen del cuerpo de un
sujeto que sufre, se responde con una intervención técnica sobre el organismo.

''...Los pacientes anhelan alcanzar con la ortodoncia no sólo unos ''dientes


derechos'', sino también una imagen ideal de cuerpo y con ella la armonía en la
relación con ellos mismos y con los otros...''

Presentaremos, a continuación, algunos de los hallazgos de este trabajo con la


premisa de que, para la reflexión psicológica, pueden extrapolarse a las otras áreas
de intervención estética por basarse, en esencia, en la misma lógica y tener como
consecuencia los mismos efectos sobre la subjetividad.

Durante la investigación, los entrevistados manifestaron la queja, el motivo de


consulta, que los movía a realizarse el tratamiento ortodóncico. Por lo general dicha
queja, que durante la investigación se denominó pedido, se expresó en términos que
hacían referencia a los defectos dentales o faciales en lo real del organismo. Sin
embargo, al mismo tiempo que expresaban su pedido, los consultantes formulaban,
en ocasiones sin saberlo, su demanda -su afectación en la imagen del cuerpo, aquello
que les producía malestar- en términos como: ''el tratamiento me permitirá conseguir
felicidad, respeto, un mejor compartir con el otro y el amor''; ''las personas exitosas,
con buenos puestos y mejor clase social tienen cultura y los dientes derechos''. Al
finalizar el tratamiento, se puso especial atención en establecer si las expectativas y
los anhelos de los pacientes se habían cumplido o si aún persistía el malestar con su
cuerpo; en otras palabras, se hizo énfasis en saber si con la modificación en lo real
de su organismo, los adolescentes habían resuelto su problemática de cuerpo y lo
que les dificultaba su relación consigo mismos y con los otros.

Los relatos revelaron que, si bien los cambios logrados en el rostro y en la dentadura
fueron bien recibidos, la mayoría de los pacientes ansiaban ''algo más'' que no lo
podía ofrecer el tratamiento y que tenía relación con un pobre sentimiento de estima
de sí. Se evidenció que los pacientes relacionaban su problemática de propia
estimación con su defecto facial y anhelaban, coherentes con la oferta publicitaria,
que el tratamiento podría mejorarla sustancialmente. Sin embargo, al finalizar el
tratamiento se encontró que, si bien expresaban cierta satisfacción con su nuevo
organismo, develaban que el aumento de la autoestima sólo se logró de una manera
parcial y transitoria y reportaban insatisfacción frente a los resultados esperados.

La reflexión derivada de este trabajo nos permite concluir, dejando planteadas


algunas consideraciones, que el psicólogo de la salud puede integrar a su trabajo con
profesionales dedicados a la estética y con los pacientes que consultan a ellos. Se
evidencia en toda intervención que transforma el organismo con fines estéticos, el
contraste entre dos formas discursivas: por un lado, el discurso de los medios de
comunicación -al que se acogen los profesionales que trabajan en esta área- que
promete que el embellecimiento del organismo trae como efecto el incremento
permanente de la autoestima; por el otro, el discurso de los pacientes que pone en
entredicho el presupuesto anterior, ya que al transformar una parte de su organismo
no logran esa sensación de completo bienestar que anhelaban, y apenas alcanzan un
incremento transitorio del sentimiento de estima de sí, que rápidamente decae para
llevarlos a buscar otros objetos de consumo, reiniciando el ciclo: promesa-consumo-
desilusión.

El psicólogo de la salud debe estar advertido de la inconsistencia que subyace a la


promesa estética y que radica en que, si bien su objetivo es vender, hace una especie
de trampa relacionada con lo que ofrece y lo que entrega: ofrece a los consumidores
una imagen -un cuerpo bello al que se adhieren sus ilusiones imaginarias: el
bienestar, el amor, el poder, el reconocimiento-, pero les entrega un objeto -léase
dientes derechos, nariz respingada, piel sin arrugas- que, aunque bonito, no colma
el imaginario con el que el sujeto lo adquiere. Los profesionales de la estética venden
la ilusión de que modificando el organismo, transformando un real ''feo'' en uno
''bonito'', se logrará una relación armoniosa del sujeto consigo mismo y con su
entorno. Esto no niega que una vez adquirido un objeto bonito se puede lograr una
satisfacción temporal; sin embargo, como se constata en el discurso de los pacientes,
casi todos se confrontan con su nuevo organismo que no alcanza a satisfacer las
expectativas frente a la imagen del cuerpo, lo que evidencia que la modificación del
organismo no toca lo sustancial del malestar del sujeto consigo mismo.

Proponemos, a manera de conclusión, que el psicólogo que trabaje en esta área


específica debe tener presente el malestar que se repite como síntoma en los relatos
de múltiples pacientes sometidos a este tipo de intervenciones. Esto le permitirá
asumir una posición ética que no puede ser la de aliarse con el discurso de la promesa
estética, sino introducir siempre, en el diálogo con los profesionales y el trabajo con
los pacientes, el contraste entre lo que éstos demandan y lo que realmente les puede
ser concedido. Permitir que tanto el profesional como el consultante se interroguen
por los alcances reales y por los límites de su intervención, podría tener efectos
positivos para todas las partes involucradas en esta área de la salud: por un lado,
podría conducir a la disminución de la insatisfacción que con frecuencia expresan los
pacientes tras los procedimientos estéticos; disminuirían, consecuentemente, los
comentarios molestos, cuando no difamatorios, que acerca del profesional transmite
un paciente insatisfecho y, final y fundamentalmente, frenaría la cascada de pedidos
de intervenciones en serie en las que los pacientes invierten un gran monto
emocional, físico y económico, el cual, en trágicas ocasiones, pagan con su propia
vida.

REFERENCIAS

 Cruzado, J. y Olivares, M. (2000). Evaluación y tratamiento psicológico del


cáncer. En J. Buceta (Ed.), Intervención psicológica en trastornos de salud,
(341 - 395). Madrid: Dykinson.
 Díaz, V. (1996). Aspectos psíquicos del paciente oncológico, Monografía para
optar al título de psicóloga. Departamento de Psicología, Facultad de Ciencias
Sociales y Humanas, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.
 Díaz, V. y Cortés, N. (2005). Efectos del tratamiento de ortodoncia en la
imagen del cuerpo y la autoestima de los adolescentes. Revista Facultad de
Odontología, Universidad de Antioquia, 16 (1 y 2), 125-134.
 Gómez, M.. (1996). Cómo dar las malas noticias en medicina. Madrid: Grupo
Aula médica.
 Hoyos, J., Duvaltier, I., y Giraldo, W. (2003) Límites de los programas de
promoción y prevención. Una perspectiva psicoanalítica, Iatreia, Universidad
de Antioquia, 16 ,132-139.
 Kübler-Ross, E. (1969). Sobre la muerte y los moribundos. Barcelona:
Grijalbo.
 Lain Entralgo, P. (1975). Historia Universal de la medicina. Barcelona: Salvat.
 Ministerio de Salud. (1996). Resolución 03997. Bogotá: República de
Colombia.
 Morales, F. (1999) Introducción a la psicología de la salud, Buenos Aires:
Paidós.
Panorama de la Psicología de la Salud
Resumen
 Se abordan los antecedentes y la evolución de la Psicología de la Salud,
incluyendo su definición conceptual, así como el modelo biopsicosocial que lo
caracteriza. Se describen evidencias sobre la estrecha relación que existe entre
comportamiento y salud, para tener una mejor comprensión de la salud y la
enfermedad, así como de los patógenos e inmunógenos comportamentales. Se
describen en detalle los comportamientos que promueven salud, la calidad de vida
y el desarrollo. También se analizan las áreas con las que se relaciona la Psicología
de la Salud, las principales aplicaciones en salud y enfermedad, el ámbito de la
psicología hospitalaria y la percepción personal que tiene el autor sobre el futuro
de esta importante área de la psicología, así como la contribución personal
realizada en este campo. Se concluye que la Psicología de la Salud constituye una
excelente alternativa para comprender los mecanismos de la salud y la
enfermedad, así como para la prevención y el manejo de la enfermedad, en lo que
se refiere a sus componentes psicológicos.

Palabras clave: Psicología de la salud, panorama, aplicaciones, contribución.

Antecedentes de la Psicología de la Salud


Existen varios factores que contribuyeron al interés de los psicólogos por una
aproximación teórica y clínica más comprensiva de la salud que el tradicional modelo
médico de enfermedad, entre ellos: 1) el cambio en la prevalencia de enfermedades
infecciosas a enfermedades crónicas, 2) el coste elevado de los cuidados de salud, y 3) un
mayor énfasis en la calidad de vida. Así, se planteó un modelo alternativo al biomédico,
el modelo biopsicosocial, que apoyó su alternativa en argumentos sólidos, aunque no
describió con detalle el mismo. Se presentaron hipótesis sobre la importancia de
considerar los factores psicológicos, sociales y culturales junto a los biológicos como
determinantes de la enfermedad y su tratamiento (Oblitas, 2007).

Por tales razones, un número de disciplinas de la psicología (clínica, social, experimental,


fisiológica, etcétera), con un interés común en cuestiones relacionadas con la salud, se
reunió en 1978 para formar la división de la Psicología de la Salud de la American
Psychological Association (APA), naciendo así formal, institucional y profesionalmente
la Psicología de la Salud.

Entre los objetivos de la Psicología de la Salud se tienen (Oblitas, 2006):

1. Promocionar de la salud. Se trataría de todas aquellas actuaciones dirigidas a promover


un estilo de vida saludable, entendiendo por salud no sólo la ausencia de enfermedad, sino
también la presencia de un estado de bienestar físico y anímico en el individuo. En este
sentido, destacarían las destinadas a fomentar aquellos hábitos de salud que pueden hacer
que las personas se sientan mejor en su vida diaria.
2. Prevenir enfermedades. Esta tarea pasaría por la modificación de hábitos no saludables
asociados a múltiples patologías, bien crónicas o agudas (por ejemplo, el tabaquismo). En
este aspecto, se hace aún más evidente la estrecha relación entre los ámbitos de la
promoción y de la prevención. Sin embargo, existen otros muchos comportamientos de
riesgo cuya eliminación es la única y más eficaz forma de evitar muchas enfermedades
graves. Por ejemplo, el uso del cinturón de seguridad y el fomento de una conducción
prudente son formas de reducir el alto número de patologías medulares. Otro ejemplo
sería el del uso del preservativo, que no sólo puede servir para detener epidemias como
el SIDA o las enfermedades de transmisión sexual, sino que también puede contribuir a
disminuir otras enfermedades menos conocidas como el cáncer de útero.

3. Evaluar y tratar enfermedades específicas. Son muchas las alteraciones que han sido
objeto de tratamientos basados en las técnicas de modificación de conducta.

4. Evaluar y mejorar del sistema sanitario. En este rubro se encuadrarían todas las
propuestas dirigidas a mejorar la atención sanitaria en lo que se refiere a la práctica
profesional, a la educación sanitaria de los usuarios y a la relación entre los colectivos
implicados, además de la formulación de una política de salud.

Definición de Psicología de la Salud


Definir la salud es difícil. Como la mayor parte de los conceptos generales como paz,
justicia y libertad, el de la salud presenta enormes dificultades en cuanto a su definición.
Una de las definiciones de salud más extendida en nuestra sociedad es que “la salud es
la ausencia de enfermedad”. En 1974, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
propuso una definición de salud en la que se contemplan tres dimensiones: “la salud es
el completo bienestar físico, mental y social y no simplemente la ausencia de dolencias o
enfermedades“. El problema de dicha definición radica en explicar qué es el bienestar de
un individuo.

Pronto, los psicólogos, una vez que comenzaron a realizar intervenciones clínicas a partir
de la Segunda Guerra Mundial, y conforme se iba consolidando el campo de la psicología
clínica y de la salud mental, se percataron de que en ocasiones los problemas “mentales”
tienen concomitantes de tipo físico. Asimismo, la medicina iba paulatinamente
asumiendo esta idea, favoreciéndose con el tiempo el que se superase en parte la
dicotomía físico-mental o mente-cuerpo planteada por Descartes. La aparición de las
técnicas de modificación de conducta y todo un movimiento psicológico a partir de la
misma permitieron en unos años este cambio y esta asunción que desembocaría en la
aparición de la medicina comportamental y de la Psicología de la Salud (Oblitas, 2007).

La Psicología de la Salud podría ser definida como “la disciplina o el campo de


especialización de la Psicología que aplica los principios, las técnicas y los
conocimientos científicos desarrollados por ésta a la evaluación, el diagnóstico, la
prevención, la explicación, el tratamiento y/o la modificación de trastornos físicos y/o
mentales o cualquier otro comportamiento relevante para los procesos de la salud y
enfermedad, en los distintos y variados contextos en que éstos puedan tener
lugar” (Oblitas, 2006).
Entre las principales aportaciones de la Psicología de la Salud están (Oblitas, 2007):

1. Promoción de estilos de vida saludables.

2.Prevención de enfermedades: modificando hábitos insanos asociados a enfermedades


(por ejemplo, el tabaco).

3. Tratamiento de enfermedades específicas como pueden ser la diabetes, el intestino


irritable, el cáncer, el sida, etc. En estos casos, los psicólogos trabajan junto a otros
especialistas de la salud, combinando los tratamientos médicos habituales junto con los
tratamientos psicológicos.

4. Evaluación y mejora del sistema sanitario.

Evolución de la Psicología de la Salud

A lo largo del presente siglo, los avances en la medicina han sido todavía más decisivos
con el desarrollo de fármacos (por ejemplo, la penicilina), vacunas y los avances
espectaculares en las técnicas quirúrgicas y en la tecnología médica. La importancia dada
a la salud física ha ido en aumento, sobre todo a partir de los años cincuenta.
Tradicionalmente, los médicos han tenido la exclusiva en este campo, entendiendo la
salud como algo que hay que conservar o curar frente a agresiones puntuales (accidentes,
infecciones, etc.), utilizando la cirugía y la farmacología como armas para cumplir dicho
objetivo. Sin embargo, en las últimas décadas ha habido un giro en el modelo de salud:
se considera a la salud como algo que hay que desarrollar y no como algo por conservar.
Tanto la cirugía como la farmacología son métodos ineficaces para encarar el reto (labores
de tipo preventivo) que conlleva la nueva concepción de salud. Cuando las personas se
refieren a la salud, generalmente piensan sólo en los aspectos físicos, raramente en los
aspectos psicológicos y conductuales asociados también a la misma. Hoy también
debemos considerar sus aspectos sociales, económicos, culturales y espirituales (Oblitas,
2007).

Un segundo factor, que ha contribuido al cuestionamiento del quehacer en el campo de


la salud, ha sido el coste elevado de los cuidados de salud. Sin lugar a dudas, un factor
determinante en el cuestionamiento del quehacer en el campo de la salud ha sido el
incremento acusado de los costes derivados del cuidado médico. Los costes médicos cada
año suponen una mayor porción del producto interior bruto. En tercer lugar, desde el siglo
XIX el modelo principal de la salud y la enfermedad ha sido el modelo biomédico. Éste
explica la enfermedad en términos de parámetros físicos y la biología molecular es su
disciplina científica básica. El modelo biomédico implica que las cuestiones psicosociales
no son responsabilidad de los médicos. La noción de que la enfermedad era causada por
un patógeno específico estimuló el desarrollo de las drogas sintéticas y la tecnología
médica y suscitó el optimismo que muchas enfermedades podrían ser curadas. Sin
embargo, el punto de vista de que una enfermedad se encuentra en un agente específico
ha dado al campo médico una perspectiva que se focaliza más sobre la enfermedad que
sobre la salud.

Además, este modelo médico define la salud exclusivamente en términos de ausencia de


enfermedad. Aunque el modelo biomédico de enfermedad ha predominado, unos pocos
médicos han comenzado a defender una aproximación holística a la medicina, esto es,
una aproximación que considera los aspectos sociales, psicológicos y fisiológicos.
Durante el último cuarto del siglo XX más médicos, muchos psicólogos y algunos
sociólogos incluso, han comenzado a cuestionarse la utilidad del modelo biomédico. No
dudan de que dicho modelo haya significado un importante progreso, sino que cuestionan
la limitación a que impone al concepto de salud. Desde hace dos décadas ha comenzado
a emerger un modelo alternativo que no sólo incorpora factores sociales, sino que también
incluye los psicológicos y los sociales. Este modelo se ha acuñado con el nombre de
modelo biopsicosocial, en que la salud es vista de nuevo como una condición positiva
(Oblitas, 2004).

En la actualidad, existe multitud de evidencia de que nuestra salud está profundamente


influenciada por nuestra conducta, pensamientos y relaciones sociales. Nuestra conducta
(hábitos saludables, buscar cuidados médicos, obedecer las recomendaciones de los
médicos, etcétera) tiene un efecto inmenso en nuestra salud. Por ejemplo, un hábito como
el de fumar es el responsable de un 12% a un 15% de las muertes de los países avanzados,
un 30% de todos los cánceres, junto con una importante morbilidad (Oblitas, 2005).

Los estados psicológicos influyen en nuestra salud. Nuestros sentimientos y emociones


pueden tener efectos positivos o negativos en nuestro bienestar físico. Sentimientos de
ser amados y apoyados por otros pueden ayudarnos a tratar con situaciones estresantes.
Diversas intervenciones pueden reducir el dolor y sufrimiento experimentados tras una
operación y acelerar el proceso de curación. El estado psicológico con más claros efectos
negativos en nuestra salud es el estrés, habiéndose asociado a una gran variedad de efectos
negativos sobre la salud, extendiéndose desde la enfermedad cardíaca coronaria al cáncer
y la supresión del sistema autoinmune (Oblitas, 2005).

La esperanza de vida ha aumentado de modo dramático. En 1900 la duración de la vida


era de 46 años para los hombres y 48 para las mujeres; en la actualidad es de 76 años para
los hombres y 78 para las mujeres, esto es, casi el doble. Este incremento de la expectativa
de vida ha sido posible gracias a las mejoras en la salud pública y a los cuidados médicos,
básicamente gracias a la reducción en la mortalidad infantil y en la reducción de las
enfermedades infecciosas (gripe, rubeola, polio, etc.) por medio de programas
inmunitarios (Oblitas, 2005).

El enfoque biopsicosocial y la Psicología


de la Salud
Cierto tipo de problemas, en concreto las enfermedades crónicas debidas a causas
múltiples (factores psicológicos, sociales, culturales y medioambientales), requieren un
manejo diferente del que se da a los estados mórbidos agudos, cuya principal
característica es la de ser producidos por agentes patógenos específicos. El modelo
biomédico presenta numerosas lagunas en cuanto a la conceptualización de los estados
crónicos. Este modelo asume que la enfermedad puede ser explicada en términos de
variables biológicas mensurables; la conducta social no tiene cabida en el mismo o, en su
extremo, que las anormalidades conductuales se reduzcan a procesos somáticos,
biomédicos o neurofisiológicos. La filosofía inherente al modelo médico implica un
reduccionismo (todos los fenómenos biológicos son reducibles a procesos bioquímicos
básicos) y el mantenimiento del dualismo mente-cuerpo: los procesos somáticos y
psicológicos se excluyen mutuamente y el cuerpo y la mente son dos entidades separadas
(Osorio y Oblitas, 2005).

Muchos teóricos han apoyado la idea de que es necesario un nuevo modelo si se quiere
progresar en la comprensión y el control de la enfermedad. Engel planteó un modelo
alternativo al biomédico, el modelo biopsicosocial, y apoyó su alternativa en argumentos
sólidos, aunque no describió con detalle el mismo. Planteó hipótesis sobre la importancia
de considerar los factores psicológicos, sociales y culturales junto a los biológicos, como
determinantes de la enfermedad y su tratamiento: “El modelo médico debe tener en cuenta
al paciente, el contexto social en el que vive y el sistema complementario utilizado por la
sociedad para tratar con los efectos perjudiciales de la enfermedad, esto es, el papel del
médico y el sistema de cuidados de la salud” (Oblitas, 2004).

La relación salud – comportamiento

No cabe duda de que el factor más decisivo en ese nuevo enfoque en el campo de la salud
ha sido el que las principales causas de muerte ya no son las enfermedades infecciosas,
sino las que provienen de estilos de vida y conductas poco saludables. Hoy casi ningún
profesional de la salud duda del impacto de nuestra conducta diaria en la salud y en la
enfermedad. En la actualidad hay evidencia más que considerable de que las causas de la
enfermedad radican en la conducta y el estilo de vida del individuo. La salud de la gente
en los países desarrollados ha alcanzado un nivel impensable a principios del presente
siglo. Las expectativas de vida se han incrementado notablemente, como consecuencia de
las mejoras en la salud pública y en el cuidado médico (Heman y Oblitas, 2005).

Sin embargo, en la actualidad los patrones de morbilidad y mortalidad difieren


considerablemente de los de comienzo del siglo XX. En 1900, la neumonía, la gripe y la
tuberculosis eran tres de las cuatro principales causas de muerte. Sin embargo, en 1988
las tres principales causas de muerte fueron la enfermedad coronaria, los ataques
fulminantes y el cáncer, dolencias que se deben en parte a la conducta y estilo de vida del
sujeto. Por ejemplo, a principios de 1990, aproximadamente el 38% de las muertes eran
debidas a la enfermedad coronaria y el 7% a los ataques, esto es, el 45% de las muertes
eran debidas a enfermedades cardiovasculares. El cáncer daba cuenta del 22,5% de todas
las muertes y los accidentes, del 4,5%, o lo que es lo mismo, más del 70% de todas las
muertes son consecuencia de las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, los accidentes
y el SIDA, enfermedades estrechamente vinculadas a las conductas y estilos de vida de
los individuos (Oblitas, 2006).

Patógenos y los inmunógenos


conductuales
Podemos hablar de patógenos e inmunógenos conductuales. Los patógenos conductuales
son aquellas conductas que hacen a uno más susceptible a la enfermedad, por ejemplo,
fumar, beber alcohol, etc., principales causas de muerte y factores de riesgo asociados.
Los inmunógenos conductuales son aquellas conductas que reducen el riesgo del sujeto a
la enfermedad. Uno de los mejores ejemplos de inmunógenos conductuales nos lo
proporciona un amplio estudio realizado en Estados Unidos (EU), con una muestra de
7000 personas seguidas a lo largo de nueve años y medio donde se encontró una
asociación muy estrecha entre la longevidad y siete conductas de salud a los cinco años y
medio y a los nueve años y medio: 1) dormir de 7 a 8 horas; 2) desayunar casi todos los
días; 3) tres comidas al día, sin picar entre ellas; 4) mantener el peso corporal dentro de
los límites normales; 5) practicar ejercicio físico regularmente; 6) uso moderado del
alcohol o no beberlo; y, 7) no fumar (Oblitas, 2007).

Promoción de la salud y la calidad de vida


La promoción de estilos de vida saludables implica conocer aquellos comportamientos
que mejoran o socavan la salud de los individuos. Se entiende por conductas saludables
aquellas acciones realizadas por un sujeto, que influyen en la probabilidad de obtener
consecuencias físicas y fisiológicas inmediatas y a largo plazo, que repercuten en su
bienestar físico y en su longevidad. En la actualidad, se conoce un número importante de
comportamientos relacionados con la salud apresados mediante la investigación
epidemiológica. A continuación exponemos algunos de los más importantes (Oblitas,
2004, 2006, 2007).

– Practicar ejercicio físico

Realizar una actividad física de modo regular (ej., dar largos paseos) es el vehículo más
adecuado para prevenir el comienzo de las principales patologías físicas y psicológicas
que afectan a la sociedad desarrollada. También es útil para atenuar el grado de severidad
cuando el sujeto ya presenta la enfermedad. Una actividad física moderada, realizada
regularmente, repercute beneficiosamente en la salud. Los principales beneficios del
ejercicio sobre la salud tienen que ver con la prevención de los problemas
cardiovasculares. Las personas que realizan asiduamente ejercicio físico corren menos
riesgo de desarrollar y de morir de una dolencia coronaria. También ayuda a controlar el
peso, a normalizar el metabolismo de los carbohidratos y de los lípidos.

Asimismo, el ejercicio físico aporta beneficios psicológicos, pues se ha visto que la


realización de una actividad física regular reporta beneficios considerables a la persona.
En primer lugar, una actividad física enérgica practicada regularmente reduce los
sentimientos de estrés y ansiedad. El ejercicio y la buena forma física pueden proteger a
la gente de los efectos perjudiciales del estrés sobre la salud. Varias investigaciones han
mostrado una fuerte evidencia que la realización de ejercicio o gozar de buena salud
contribuye a la estabilidad emocional, fruto de la reducción de la ansiedad, la depresión
y la tensión. En segundo lugar, aquellos individuos que siguen programas para estar en
forma informaron que mejoraron en sus actitudes y actividad laboral. En tercer lugar, la
participación en una actividad física regular contribuye a la mejora del autoconcepto del
sujeto, porque las personas que realizan ejercicio mantienen más fácilmente el peso
adecuado, presentan un aspecto más atractivo y se suelen implicar de modo exitoso en
distintos deportes y actividades físicas.

– Nutrición adecuada

En términos de efectos en la salud, los hábitos alimentarios de las personas que viven en
las sociedades desarrolladas han pasado de los estragos de las deficiencias dietéticas de
principios de siglo, a los estragos derivados del exceso, en las últimas décadas. Una
nutrición correcta se hace imprescindible para lograr un estado saludable. De hecho, la
mayor parte de las enfermedades actuales guardan una estrecha relación con la dieta
alimenticia (ej., la diabetes, la caries dental). Una buena práctica nutricional se caracteriza
por una dieta equilibrada, que contenga todas las sustancias nutritivas esenciales (ej.,
minerales, vitaminas, proteínas) y un consumo adecuado, evitando una ingesta excesiva
de alimentos. Dicho de otro modo, la dieta saludable es aquella que minimiza el riesgo de
desarrollar enfermedades relacionadas con la nutrición. Las dietas saludables
proporcionan una cantidad adecuada de todos los nutrientes esenciales para las
necesidades metabólicas del organismo. Además de agua, los alimentos contienen cinco
tipos de componentes químicos que aportan nutrientes específicos para el buen
funcionamiento del organismo: carbohidratos, lípidos, proteínas, vitaminas y minerales.

Las dos principales causas de morbilidad y mortalidad de la década de los 90, las
enfermedades cardiovasculares y el cáncer, se deben en gran medida a comportamientos
nutricionales inadecuados. Por ejemplo, enfermedades como el cáncer de colon, el
estreñimiento y la diverticulosis se han relacionado con dietas pobres en fibras. Dietas
ricas en grasa y sal favorecen la hipercolesteremia y la hipertensión, dos importantes
factores de riesgo de la enfermedad cardiaca. Cabe señalar que, entre los hábitos
alimenticios más recomendables para implantar, se encuentran la disminución del
consumo de grasas animales; el aumento del consumo de leche, patatas y especialmente
verduras, frutas y alimentos de alto contenido en fibra; la reducción del consumo de
azúcar, dulces y harinas refinadas y evitar el consumo excesivo de alcohol. Esto es, para
que nuestra dieta sea equilibrada debe aportarnos todos los nutrientes básicos y la fibra
necesaria a nuestras necesidades, a base de ingerir diversos alimentos de los cuatro grupos
básicos: cereales, frutas y vegetales, productos lácteos y carnes y pescados. Por último,
la mayoría de la gente que come saludablemente no necesita consumir suplementos
vitamínicos u otros nutrientes. Sin embargo, algunas poblaciones especiales, como por
ejemplo las mujeres embarazadas, necesitan una cantidad extra de nutrientes que, aunque
se pueden proporcionar introduciendo modificaciones en su dieta, es recomendable que
tomen suplementos (ej., hierro).

– Desarrollo de un estilo de vida minimizador de emociones negativas

Las emociones negativas constituyen un riesgo para la salud. Éstas influyen sobre la salud
por medio de diferentes mecanismos. Quizás el más conocido es el Síndrome General
de Adaptación de Selye (1936), también denominado estrés, el cual se define así: “Se
considera que una persona está en una situación estresante o bajo un estresor cuando
debe hacer frente a situaciones que implican demandas conductuales que le resultan
difíciles de realizar o satisfacer. Es decir, que el individuo se encuentre estresado
depende tanto de las demandas del medio como de sus propios recursos para enfrentarse
a él; o, si avanzamos un poco más, depende de las discrepancias entre las demandas del
medio, externo e interno, y la manera en que el individuo percibe que puede dar respuesta
a esas demandas”.

Dicha definición está acorde con el enfoque interaccional del estrés de Lazarus y
Folkman, que es el más aceptado de la actualidad y que concibe a éste como un proceso
transaccional entre el individuo y la situación. Según dicho enfoque, la naturaleza y la
intensidad de la reacción del estrés vienen moduladas, al menos, por tres factores: en
primer lugar, por el grado de amenaza que el sujeto percibe en la situación; en segundo
término, por la valoración que el individuo hace de los recursos que cree tener para
afrontar con éxito la demanda de la situación; en tercera instancia, por la disponibilidad
y el grado de afrontamiento que el sujeto pone en marcha para restablecer el equilibrio en
la transacción persona-ambiente. La cronicidad de este síndrome (SGA) conlleva un
aumento de la vulnerabilidad del individuo a padecer algún tipo de enfermedad (ej.,
incremento de glucocorticoides). Los efectos neuroendocrinos e inmunitarios del estrés
no constituyen un agente patógeno específico, sino que representan un riesgo específico
que hace a los sujetos más vulnerables ante las enfermedades (ej., enfermedad
cardiovascular) en general.

El estrés no sólo puede inducir directamente efectos psicológicos y fisiológicos que


alteran la salud, sino que también puede influir sobre la salud de modo
indirecto, mediante la elicitación o el mantenimiento de conductas no saludables. Esto
es, no sólo son importantes para la salud del individuo los efectos a nivel orgánico que
produzca el estrés u otras emociones negativas. Es más probable que un individuo que
viva bajo situaciones estresantes incremente conductas de riesgo y reduzca todo tipo de
conductas saludables. Por ejemplo, en algunos estudios se ha encontrado que el
incremento en el estrés estaba asociado a un incremento en el uso del alcohol y otras
drogas. También se ha comprobado que parte de los efectos negativos que tiene el estrés
sobre la salud proviene del hecho de que las personas sometidas a estrés, especialmente
de tipo laboral, presentan hábitos de salud peores que las personas que no lo sufren.

Se ha sugerido que el apoyo social puede ser un factor modulador del estrés, importante
para aquellas personas que viven bajo situaciones estresantes (ej., divorcio), pues
practican más ejercicio físico y consumen menos tabaco o alcohol cuando gozan de un
nivel elevado de apoyo social, en contraste con aquellas que cuentan con poco o ningún
apoyo social. También se han sugerido distintas variables psicológicas como
moduladoras de la relación entre el estrés y la enfermedad. Unas contribuirían a favorecer
la salud (ej., dureza, optimismo, autoestima) y otras la perjudicarían (ej., conducta tipo
A, conducta tipo C, alexitimia). Así, por ejemplo, los individuos con un patrón de
conducta tipo A reaccionan de modo diferente a los estresores que aquellos con un patrón
de conducta tipo B. No obstante, el concepto capital en el enfoque interaccional del estrés
es el de afrontamiento.

Cuando se rompe el equilibrio en la transacción persona-situación, el sujeto pone en


marcha una serie de conductas, manifiestas o encubiertas, con el objeto de restablecer el
equilibrio. Por tanto, estos procesos de afrontamiento también desempeñan un papel
mediacional entre el impacto de una situación dada y la respuesta de estrés del sujeto.
Precisamente en esta línea se han desarrollado todo un conjunto de técnicas para ayudar
a que la gente maneje el estrés. Dotar al individuo de esos recursos conductuales y
cognitivos para hacer frente al estrés, parece ser la vía más adecuada para minimizar los
efectos perjudiciales del mismo sobre la salud.

– Adherencia terapéutica

Para que el consejo médico tenga repercusiones beneficiosas sobre la salud del paciente,
han de tenerse en cuenta dos aspectos. En primer lugar, el consejo debe ser acertado. En
segundo lugar, debe ser seguido por el individuo. Pues bien, la realidad parece bien
distinta, coincidiendo plenamente con lo que expresa un acertado adagio castellano “de
lo dicho a lo hecho hay un trecho”. A pesar de los considerables esfuerzos desarrollados
por los profesionales de la salud durante los últimos 50 años para intentar solucionar la
problemática de la ausencia de adherencia a los regimenes terapéuticos, ésta es aún una
asignatura pendiente en el campo de la Psicología de la Salud. Uno de los problemas más
importantes con el que se puede encontrar un clínico en sus intervenciones es el de que el
paciente no sigue sus prescripciones, a pesar de disponer de procedimientos eficaces para
tratar o incluso prevenir los problemas.

Se ha encontrado que las tasas de incidencia de adherencia a las recomendaciones de los


clínicos no suelen superar el 50%, con una oscilación entre el 30% al 60%, bien por
olvido, por no comprender los mensajes o por falta de acuerdo en cumplirlos. Todavía
más preocupante es el hecho del elevado número de personas que no se adhiere a los
regímenes profilácticos prescritos (ej., embarazadas que no toman los suplementos
vitamínicos), llegándose a situaciones como en el caso de la hipertensión en el que el
incumplimiento de las prescripciones médicas es más la norma que la excepción.

En el caso de las enfermedades crónicas (ej., hipertensión), la falta de adhesión al


tratamiento acarrea consecuencias muy negativas en la esfera física, psicológica y social
de los clientes, además de derivar en un coste importante para la sociedad. Por tanto, el
incumplimiento y no seguimiento de las prescripciones genera unos costes personales
importantes, en especial, en la calidad de vida que puede gozar la persona. Pero, además,
se está produciendo una mala utilización de los servicios de salud, con el consiguiente e
innecesario incremento de los costes sanitarios. Por contra, la adherencia a las
prescripciones de los clínicos evitaría visitas innecesarias de los sujetos a los
ambulatorios, hospitalizaciones innecesarias, etc.

Aplicaciones prácticas que la Psicología


de la Salud para la prevención y la
promoción de la salud
Entre las aplicaciones de campo de la Psicología de la salud, podemos citar las siguientes
(Oblitas, 2004, 2005, 2006, 2007):

Los datos epidemiológicos y los estudios de mortalidad nos proporcionan la suficiente


información como para poder planificar e intervenir en aquellas conductas no saludables
con el objetivo de frenar o impedir la aparición de distintos problemas de salud. Hay una
coincidencia en las causas de los mayores riesgos de muerte en las sociedades
industrializadas. El riesgo anual estimado de muerte por millón de personas en Estados
Unidos se explica por conductas como fumar, consumir alcohol, accidentes de tráfico,
accidentes en el trabajo, etc. Por causas reales de muerte, la principal se debe a
enfermedades del corazón (36.4% del total), cáncer y tumores malignos (22.3%), ataque
fulminante (7.1%) y otras.

Fumar, hipertensión, colesterol elevado, dieta inadecuada, ausencia de ejercicio, alcohol,


estrés e historia familiar son los más importantes, por orden de importancia. De los
anteriores, el consumo de tabaco ocupa el lugar más relevante. Fumar es un factor causal
de mortalidad. A la edad de 30-39 años, en el Reino Unido, en un amplio estudio en el
que se incluyeron 10.000 ataques cardíacos, la probabilidad de sufrir un ataque cardíaco
tiene una ratio de 6.3 para un fumador, comparado con el nivel 1 para un no fumador.
Datos como los anteriores han llevado a diversos informes a concluir que fumar cigarrillos
debe ser considerado el más conocido de los factores de riesgo modificables para la
enfermedad cardíaca coronaria en Estados Unidos. Lo mismo podemos decir del resto de
los países occidentales. Lógicamente, es de esperar que si conocemos estos datos, que son
tan consistentes, que se han replicado una y otra vez en distintos países, muestras, grupos
distintos, etc., sería lógico implantar medidas para su control o corrección de la tendencia
que produce una alta morbilidad y mortalidad.

¿Qué se ha hecho? Existen distintos programas que se han evaluado en el pasado y otros
que se están llevando a cabo en el presente. De los realizados en los últimos
años, evaluados, destacamos elMultiple Risk Factor Intervention Trial (MRFIT) y
el Proyecto North Karely, orientados básicamente a prevenir la enfermedad cardíaca
coronaria. Desde los años 70 hasta hoy se vienen llevando a cabo varios programas para
prevenir los factores de riesgo de la enfermedad cardíaca coronaria, orientados
a producir cambios en la dieta, abandonar los cigarrillos y controlar la presión
sanguínea elevada. Los más conocidos son los aplicados en Estados Unidos, aunque
también desde los años 70 se vienen implantando en Inglaterra, Francia, Suecia, Bélgica,
Italia, etc.

Uno de estos programas más conocidos es el Multiple Risk Factor Intervention Trial
(MRFIT), que comenzó en 1972 en 22 centros de 18 ciudades estadounidenses y en el
que participaron 12.866 varones. El programa duró 7 años y sus resultados han aparecido
en múltiples artículos e informes. El tratamiento para dejar de fumar que utilizaron incluía
un mensaje del médico para que el enfermo dejase de fumar, examen médico anual,
asignación a grupos de tratamiento, consejo individual o un método autoaplicado para
aquellos que no quisieron participar en los métodos propuestos, así como un programa
de mantenimiento a lo largo de varios años.

El objetivo del tratamiento era que los sujetos dejasen de fumar, de ahí el gran número de
procedimientos que se han utilizado dentro del programa. Entre estos está material
audiovisual, conferencias, discusiones de grupo, materiales educativos. Algunos centros
también utilizaron diversas técnicas conductuales como relajación, role playing y control
de estímulos. Los resultados indican una tasa de abstinencia del 43% al año de
seguimiento y del 49% a los seis años de seguimiento para los sujetos contactados, que
descendía al 43% al considerar a todos.

Este estudio también indicó claramente como el número de cigarrillos fumados


previamente es un importante factor para la posterior abstinencia: mientras que el 77%
de los que fumaban 1-19 cigarrillos/día estaban abstinentes a los 6 años, tal cifra
descendía al 50% en los de 20-39 cigarrillos/día y al 49% en los de 40 o más
cigarrillos/día. Junto a la clara eficacia mostrada por programas como el MRFIT en el
abandono del tabaco, con una participación de un gran número de personas, casi trece
mil, éstos han posibilitado que gran número de profesionales se hayan especializado en
el tratamiento de fumadores y que varios de los participantes en los mismos ocupen en
el momento actual un puesto destacado entre los especialistas en el tratamiento de
fumadores.

En Finlandia, desde el año 1978 y dentro del Proyecto North Karelia, se han llevado a
cabo programas para dejar de fumar en el segundo canal de televisión para toda la nación.
El último evaluado fue realizado en 1986. Este programa tenía dos partes: un programa
para dejar de fumar a través de la televisión y un concurso para dejar de fumar a nivel de
toda la nación. El programa de televisión incluía ocho sesiones de aproximadamente 35
minutos que se emite en 6 jueves consecutivos a las 10:20 de la noche, emitiéndose en la
segunda y tercera semana una sesión adicional el martes a las 5:30 de la tarde. En el
programa participaron dos expertos del programa North Karelia y dos grupos de diez
fumadores voluntarios de dos ciudades distintas: North Karelia y Turku, cada uno en su
estudio local. La segunda sesión era de abandono, discutiéndose en las restantes
experiencias, cartas, etc. En la última sesión se presentaron los premios por el abandono.
La otra parte del programa, el concurso a nivel nacional para dejar de fumar, estaba
organizado para ser coordinado a través del programa de televisión. Aquellos fumadores
de 17 años o más que dejaran de fumar durante al menos dos semanas podían participar
en el concurso. Seleccionaron tan corto período de tiempo para incrementar al máximo
la participación. Los ganadores fueron contactados y se les evaluó su abstinencia. El
premio principal era un viaje a Hawai para dos personas, dentro de un total de 160
premios.

La eficacia del programa de televisión y del concurso fue evaluado seis meses después
mediante encuestas postales a 7.400 personas de toda Finlandia. Los resultados indicaron
que el 55% de los fumadores vieron al menos una sesión de televisión y de éstos, el 7%
intentó dejar de fumar mientras veían el programa, consiguiéndolo el 2.3% durante al
menos dos semanas. De aquellos que vieron 3 o más sesiones, el 10.8% intentó dejar de
fumar y el 4.4% lo consiguió durante al menos dos semanas. En el concurso para dejar de
fumar participaron 16.000 mil personas, el 1.6% del número estimado de fumadores
regulares del país. A los seis meses del mismo, entre el 17% y el 22% (en North Karelia)
estaba sin fumar; esto es, unas 2.700 personas. Estos buenos resultados en parte los
achacaron a las actividades llevadas a cabo en la comunidad incitando a dejar de
fumar, aparte del programa para dejar de fumar en la televisión y del concurso. El coste
estimado para cada fumador que dejó de fumar fue de 24 dólares, coste que descendería
si se incluyesen aquellos que dejaron de fumar pero no participaron en el concurso.

Ejemplos más recientes de programas en esta línea son el COMMIT y el ASSIST, que
han sido considerados programas comunitarios de segunda generación, al fundamentarse
y superar a los anteriormente comentados. El COMMIT (The Community Intervention
Trial for Smoking Cessation) fue un programa importante del mundo, quizás el más
importante en la intervención en tabaquismo, ya que llegó a seis millones de fumadores
de distintas comunidades de los Estados Unidos desde el año 1988 hasta 1994. El ASSIST
(The American Stop Smoking Intervention Trial for Cancer Prevention) se llevó a cabo
en 17 estados, comenzó en 1993 y finalizó en 1998. Sus resultados fueron claros: muchos
fumadores han dejado de fumar. Con ello se reduce su morbilidad y mortalidad en los
siguientes años.

En conclusión, los anteriores programas indican que es posible incidir con la tecnología
psicológica, dado que son conductas lo que hay que modificar en cambios de conducta
que permiten reducir la morbilidad y mortalidad de las comunidades donde se han llevado
a cabo estos programas. Pero, aunque la tecnología existe, la tecnología funciona, la
realidad también nos dice que se han llevado a cabo pocos programas de este tipo y que
los mismos no se han generalizado al conjunto de las naciones que padecen estos
problemas, con raras excepciones, como las comentadas.
¿Qué es la psicología de la salud?
1. Es una forma de ayudar a las personas a convivir con sus problemas de salud,
sobre todo aquellos crónicos.
2. Es la práctica de la promoción de la salud para el logro de objetivos de
bienestar.
3. Es un “marco” para que los profesionales de la salud aborden los temas, las
creencias, las actitudes que influyen en la forma en que las personas entienden la
salud y la enfermedad.
4. Es una forma de trabajar sobre los objetivos, la identificación de obstáculos
y los sistemas de soporte personal para lograr en el paciente mayor adherencia a
los cambios en el estilo de vida que facilitan el control de la
enfermedad.(University of Duke)
5. Es una alianza responsable para lograr el mayor estado de bienestar posible en
las circunstancias que la enfermedad instala tomando en cuenta las directivas
del equipo de salud: médicos, fisioterapeutas, etc.
El psicólogo de la salud intenta reemplazar el viejo modelo médico de”haz lo
que yo te digo” para centrarse más en el empoderamiento del paciente como
agente de salud, entendiendo, sus miedos, sus resistencias y fomentando su
motivación a través del descubrimiento de sus fortalezas internas.

Significa reforzar la idea de que no hay enfermedades sino enfermos, rescatando lo


individual de la historia personal para entender:
¿Qué significa esta enfermedad para mí?
¿En qué momento de mi vida aparece?
¿Con qué cuento para mejorar?
¿Qué cambios tengo que hacer?
¿Cuándo los haré?
¿Con quién los haré?
¿Por qué no puedo hacerlos?
¿Qué necesito para hacerlos?
¿Qué me falta?
Un psicólogo de la salud se diferencia del tradicional “educador para la salud” en
donde las “pautas saludables” se entregan en forma de intructivos, libros, CD, charlas y
en donde la relación es unidireccional y basada en la idea de que profesional de la
salud” sabe” y el enfermo desde luego que no, por lo que la info se imparte sobre la idea
de que la persona “haga lo que tiene que hacer”.
El psicólogo de salud por el contrario acompaña al paciente para que aborde sus
creencias, sus forma de reaccionar frente a la salud o la enfermedad, explore sus
posibilidades frente al hecho consumado de la enfermedad crónica y sea un elemento
activo en mejorar su calidad de vida. La relación ya no es unidireccional sino circular:
medico/psicólogo- paciente.
Psicología de la Salud – Resumen
La psicología de la salud integra conocimientos de psicología y sus extensiones al ámbito
de la salud. Incorpora la psiconeuroendocrinoinmunología, psicología social y
comunitaria y abarca un horizonte de estudio y aplicación más amplio que el de la
medicina comportamental.

La psicología de la salud constituye, en últimas, el reconocimiento de un hecho cada vez


más evidente: el fenómeno vital humano está en permanente variación no sólo en función
de factores orgánicos, sino también, en función de factores ambientales y psicosociales;
incluso, el papel que juegan factores como el estilo de vida y el ambiente social en la
determinación de esa variabilidad del proceso salud-enfermedad, es hoy en día
proporcionalmente superior al de los factores orgánicos. Ello ha llevado a que el ámbito
de la salud se amplíe hacia áreas de conocimiento que antes eran relativamente ignoradas,
como las ciencias sociales y humanas; ahora no sólo se reconoce su función y aporte, sino
que se le demandan a estas ciencias soluciones para problemas que escapan al alcance del
modelo biomédico tradicional.

El cuadro de morbi-mortalidad de la población mundial ha experimentado cambios que


lo alejan de las antiguas epidemias de enfermedades infectocontagiosas. En los países con
alto desarrollo económico se ha incrementado la esperanza de vida de la población, con
un predominio de las enfermedades crónico degenerativas entre las causas principales de
enfermedad y de muerte. En los países en vías de desarrollo coexisten problemas como
la desnutrición, la violencia y la accidentalidad, con enfermedades crónicas degenerativas
y enfermedades infectocontagiosas. Las primeras agobian especialmente a la población
adulta; las segundas, a la población infantil.

El desarrollo económico y social, aunque ha beneficiado la salud de la población en


algunos aspectos, también ha impuesto condiciones negativas, muchas de orden
psicosocial: los riesgos mentales, los estilos de vida inadecuados, los hábitos nocivos
como el consumo de sustancias tóxicas, el estrés, el deterioro ambiental, e incluso la
inequidad en el acceso a las oportunidades de realización personal, son aspectos que
coexisten con el desarrollo de nuestras sociedades.

Por otra parte, el comportamiento humano, que a través de los hábitos estables de la
persona conforma un determinado estilo de vida, aparece como un factor de gran
relevancia en la variabilidad de los demás factores que determinan el curso del proceso
salud-enfermedad. Ya sea por la acción que el hombre realiza sobre el ambiente, por su
acción sobre los servicios de salud, o por su acción sobre el propio organismo, el estilo
de vida modifica todas las condiciones que favorecen la aproximación de la persona a una
salud óptima o que la alejan de una muerte prematura. Finalmente, el objetivo de la
naturaleza y de la sociedad, respecto de la vida del individuo, es garantizar la mayor
cantidad de vida en las mejores condiciones de calidad posibles.

Reconocidos, tanto la nueva situación sanitaria de la población como el papel esencial de


las condiciones sociales, ambientales y personales en su determinación, cabe hacer
algunas reflexiones sobre el desarrollo del área de conocimiento que nos atañe en este
contexto: la psicología. Como ciencia del comportamiento, a la psicología siempre le ha
interesado analizar las interacciones de los fenómenos afectivos y conductuales con la
salud. La psicología médica, la medicina psicosomática y la medicina conductual son los
más importantes antecesores de la moderna psicología de la salud.

La psicología médica, al interesarse por la situación psicológica de la persona enferma,


representa un campo antecedente de la psicología clínica de la salud (Belar y Deardorff,
1995), área de aplicación de procedimientos de intervención clínica con personas que
padecen alguna enfermedad. Esta área se propone el desarrollo de conocimientos que
permitan comprender y modificar la situación psicológica de la persona enferma, tales
como sus creencias acerca de la salud, el locus de control, el estilo de afrontamiento, y
las situaciones afectivas que se viven en esta condición. También se plantea problemas
de otra índole, tales como el del cumplimiento del tratamiento, el de la preparación para
intervenciones médicas, el de los aspectos psicológicos de la hospitalización, y el de las
repercusiones de la relación terapeuta-paciente.

La medicina psicosomática hizo énfasis en el papel que juegan los factores mentales y la
personalidad, tales como algunos mecanismos de defensa y los conflictos psico-sexuales,
en la génesis de las enfermedades. Aunque en la actualidad resulta por completo
inapropiado preguntarse por la “psicogenia” de alguna enfermedad, la medicina
psicosomática sí representa un antecedente importante en términos de la inclusión de
variables diferentes a las orgánicas para realizar una aproximación más holista e integral
al análisis del proceso salud-enfermedad. Por otra parte, diversos trastornos que se
relacionaron preferiblemente con la presencia de algunos conflictos de personalidad
subyacentes, tales como la hipertensión arterial, se encuentran entre los más favorecidos
por los investigadores en el campo de la medicina comportamental y la psicología de la
salud.

Los antecedentes más próximos de la psicología de la salud se ubican en la denominada


“Medicina Comportamental”, término propuesto por Lee Birk en 1973 como subtítulo del
libro Biofeedback: Behavioral Medicine. Aquí es clara la intención de referirse a la
medicina comportamental como el uso de procedimientos derivados del
condicionamiento instrumental de respuestas fisiológicas autónomas, para fines de
curación de algunas enfermedades originadas en la alteración de esas respuestas.

En 1977 se realizó, en la Universidad de Yale, la Conferencia sobre Medicina


Comportamental (Yale Conference on Behavioral Medicine); en este evento se reunieron
importantes especialistas de las áreas de la salud y de las ciencias sociales para formalizar
la medicina comportamental, entendida como un campo interdisciplinario de integración
de conocimientos biomédicos y sociales, con el fin de diseñar e implementar
procedimientos para la prevención, el tratamiento y la rehabilitación.

En la década de los años 70 las principales aportaciones a la medicina comportamental se


hicieron desde el área del análisis experimental del comportamiento. Fueron muy
relevantes las aplicaciones clínicas del biofeedback, así como los intentos de extender los
principios esenciales del condicionamiento clásico y del condicionamiento operante al
tratamiento de múltiples disfunciones. Dos revistas clásicas en medicina comportamental,
el Journal of Behavioral Medicine y Biofeedback and Self-Regulation abundan en la
publicación de investigaciones sobre modificación de aspectos comportamentales de la
hipertensión arterial, del dolor crónico, del asma infantil, de desórdenes cardiovasculares,
de rehabilitación neuromuscular, y de cáncer. No obstante, la medicina comportamental
se limitó casi exclusivamente a la práctica clínica derivada de las aplicaciones de los
principios esenciales del condicionamiento clásico y del condicionamiento operante, lo
cual necesariamente resulta limitado; la psicología tiene más que aportar al ámbito de la
salud, adicionalmente a los procesos básicos de aprendizaje.

Es así como surge el nuevo campo de la Psicología de la Salud, con un horizonte de


estudio y de aplicación más amplio que el de la medicina comportamental. Suele
atribuirse a Joseph Matarazzo el uso original del término en 1982, con su tradicional
definición de psicología de la salud como el “conjunto de contribuciones educativas,
científicas y profesionales de la disciplina de la psicología a la promoción y
mantenimiento de la salud, la prevención y el tratamiento de la enfermedad, la
identificación de los correlatos etiológicos y diagnósticos de la salud, la enfermedad y
las disfunciones relacionadas y el análisis y mejora del sistema sanitario y formación de
políticas sanitarias” (Matarazzo, 1982, p. 4). No obstante, ya otros autores habían
utilizado con anterioridad ese concepto; incluso, a inicios de la década de los años 70 ya
existía una Sociedad de Psicología de la Salud en Cuba. Tal como lo señala la junta
directiva de la Asociación Latinoamericana de Psicología de la Salud, ALAPSA, “para
ser fieles con la historia, la Psicología de la Salud nació en Latinoamérica a finales de
los años 1960, con la ocupación de posiciones en el nivel de política central en el
Ministerio de Salud Pública de Cuba, y el desarrollo peculiar de servicios de Psicología
en una extensa red institucional en salud. En 1974, cuando Stone proponía el término
‘Health Psychology’ para crear un nuevo curriculum en la Universidad de California, ya
estaba creada la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud, la cual reforzó la identidad
profesional del psicólogo en este campo” (Junta Directiva de la ALAPSA, 1997, p. 10).

El momento actual de la psicología de la salud se caracteriza por la búsqueda de una


integración cada vez mayor entre los conocimientos básicos de la ciencia psicológica, de
una parte, y sus extensiones al ámbito de la salud, de otra; muestra de ello es el auge de
la investigación básica en el campo de la psiconeuroendocrinoinmunología y de sus
extensiones a la comprensión de fenómenos como el estrés y sus asociaciones con la
enfermedad. Además, el momento se caracteriza por la incorporación de otras áreas de la
psicología, especialmente de la psicología social y comunitaria, para aportar a una línea
de gran actualidad, englobada en la denominación genérica de Psicología Social de la
Salud (Rodríguez-Marín, 1995); la meta más importante de esta línea es dar mayor
fundamento teórico y metodológico a las actividades que se desarrollan para promover la
salud y para prevenir las enfermedades, por lo cual tiene una gran relevancia si se toma
en cuenta el riesgo que representan los estilos de vida inadecuados en el contexto actual
de morbi-mortalidad de nuestra población.

Para finalizar, vale la pena destacar que las publicaciones en psicología de la salud,
especialmente las seriadas, han experimentado un gran auge en los últimos cinco años.
Actualmente, el especialista interesado puede remitirse a extensas fuentes documentales
en el campo, que lo guiarán en abundancia, cualquiera que sea su interés particular
(Simón, 2000).

Referencias

 Belar, C. D. & Deardorff, W. W. (1995). Clinical Health Psychology in Medical


Settings. Washington: American Psychological Association.
 Junta Directiva de la Alapsa (1997). Psicología de la Salud: Una perspectiva
Latinoamericana. Boletín Latinoamericano de Psicología de la Salud, 1, 6-19.
 Matarazzo, J. D. (1982). Behavioral health’s challenge to academic, scientific,
and professional psychology. American Psychologist, 37, 1-4.
 Rodríguez-Marín, J. (1995). Psicología Social de la Salud. Madrid: Editorial
Síntesis S.A.
 Simón, M. A. (2000). Fuentes documentales en psicología de la salud. En: M. A.
Simón (Ed.) Manual de Psicología de la Salud. Madrid: Biblioteca Nueva, 765-
805.
TEMA No. 1. Las Políticas en Salud y la Estrategia de la Promoción de la Salud.

Definición de Psicología de la Salud.

La Organización Mundial de la Salud (OMS, 1964) define la salud como: "un estado de
bienestar completo físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad o
dolencia".

Esta definición subraya la naturaleza biopsicosocial de la salud y pone de manifiesto


que la salud es más que la ausencia de enfermedad. El bienestar y la prevención son
parte de nuestro sistema de valores y continuamente se nos invita a evitar aquellos
hábitos que afecten negativamente sobre la salud como la dieta pobre, la falta de
ejercicio y el consumo de alcohol.

Los pensamientos, sentimientos y estilo general de manejo son considerados como


requisitos para lograr y mantener la salud física, es lo que podríamos denominar
integración mente y cuerpo.

Resulta generalmente aceptado que el primer intento de definición formal de la


psicología de la salud parece deberse a Matarazzo (1980), quien la considero como "el
conjunto de contribuciones específicas educativas, científicas y profesionales de la
disciplina de la psicología la promoción y el mantenimiento de la salud, la prevención y
el tratamiento de la enfermedad y la identificación de los correlatos etiológicos y
diagnósticos de la salud, la enfermedad y las disfunciones relacionadas".

Esta definición acabo por convertirse en la definición "oficial", de la División de la


Psicología de la Salud de la American Psychological Association (APA), ya que en su
reunión anual 1980, fue adoptada como tal con muy pocos cambios.

A partir de ese momento, se estableció como punto de arranque conceptual para señalar
los objetivos, tratando de diferenciarlas de otras especialidades afines y
complementarias. Así pues, ha habido otros intentos de definir la psicología de la salud
que revisaremos a continuación.

Gatchell y Baum (1983), lo define como disciplina relativa al papel primario de la


psicología como ciencia y profesión en las áreas de la medicina conductual y salud
conductual.
Bloom (1988), estudio científico de la conducta, pensamientos, actitudes y creencias
relacionados con la salud y la enfermedad.

Sarafino (1990), Campo de la psicología introducido a finales de los 70 para examinar


las causas de las enfermedades y estudiar vías para promover y mantener la salud,
prevenir y tratar la enfermedad y mejorar el sistema sanitario.

Carboles (1993), Campo de especialización de la Psicología que centra su interés en el


ámbito de los problemas de la salud especialmente físicos u orgánicos, con la principal
función de prevenir la ocurrencia de los mismos o de tratar o rehabilitar éstos en caso de
que tengan lugar, utilizando para ello la metodología, los principios y los conocimientos
de la actual psicología científica, sobre la base de que la conducta constituye, junto con
las causas biológicas y sociales, los principales determinantes tanto de la salud como de
la mayor parte de las enfermedades y problemas humanos de la salud existentes en la
actualidad.

Simón (1993), confluencia de las contribuciones específicas de las diversas parcelas del
saber psicológico (psicología clínica, psicología básica, psicología social,
psicobiología), tanto a la promoción y mantenimiento de la salud como a la prevención
y tratamiento de la enfermedad.

Marks (1995), la aplicación de la psicología a la salud, los problemas de la salud y


cuidado de la salud para la promoción, mantenimiento y restauración de la misma.
Taylor (1995), campo de la psicología dedicado al conocimiento de las influencias
psicológicas en como la gente permanece sana, por qué enferman y como responden
cuando están enfermos.

Psicología de la Salud:

Disciplina o campo de especialización de la psicología que aplica los conocimientos y


técnicas científicas desarrollado para evaluar, diagnosticar, explicar y tratar de
modificar y prevenir las anomalías o trastornos mentales o cualquier otro
comportamiento revelante en los procesos de salud y enfermedad en varios contextos.

Delimitación Conceptual de la Psicología de la salud.

Es de gran importancia para una especialidad reciente definir con claridad su objeto de
estudio, a la vez que delimitar su área de actuación a nivel académico, investigador y
profesional, de otras disciplinas, especialidades y campos de estudio con los que puedan
encontrarse solapamientos totales o parciales, así como contradicciones. En conclusión
la psicología de la Salud necesita precisar su ubicación con respecto a la Psicología
Clínica, medicina conductual, psicología comunitaria

1. Medicina comportamental:

Aparece a comienzos de los años 70, definida por su Conferencia Fundacional de Yale
(1977) como el campo interdisciplinario referido al desarrollo e integración de los
conocimientos y técnicas de las ciencias biomédicas y de la conducta relevantes para la
salud y la enfermedad, y la aplicación de esos conocimientos y técnicas a la prevención,
diagnóstico, tratamiento y rehabilitación. El término medicina comportamental se
utiliza, por tanto, para referirse a un campo interdisciplinario de investigación,
educación y práctica, referido a la salud/enfermedad física, que reúne elementos
provenientes de la ciencia del comportamiento, tales como la psicología y la sociología,
o la antropología, y de la educación sanitaria, pero también de la epidemiología,
fisiología, farmacología, nutrición, neuroanatomía, endocrinología, inmunología,
odontología, medicina interna, enfermería, trabajo social y salud pública entre otras,
para colaborar en el cuidado de la salud y en el tratamiento y prevención de las
enfermedades.

2. Psicología clínica:
Cuando se hace mención a la psicología clínica se entiende como el conjunto de
actuaciones sobre sujetos que presentan problemas o trastornos psicológicos. Su
principal característica será, pues, el establecimiento de una relación entre el psicólogo
y su paciente con una dimensión de apoyo y ayuda, a través de los conocimientos y la
actuación psicológica.
Para la American Psychological Association (APA) es la forma de la psicología
aplicada que pretende determinar las capacidades y características de la conducta del
individuo recurriendo a métodos de medición, análisis y observación, y que, con base en
una integración de estos resultados con los datos obtenidos a través del examen físico y
de las historias sociales, ofrece sugerencias para la adecuada adaptación del sujeto.

Así, los supuestos teóricos que definen el trabajo en la clínica, los modelos explicativos
de los trastornos abordados y las estrategias y objetivos de la intervención están
relacionados con esta existencia de un paciente que demanda ayuda para afrontar su
problema.

La psicología clínica se aplica al ámbito tradicional de intervención psicológica: los


trastornos emocionales (ansiedad y depresión, principalmente). Es el campo tradicional
de los trastornos psicológicos, que coincide con el psiquiátrico. Además, habría que
incluir la intervención en otros problemas mentales, como la esquizofrenia, la
rehabilitación de pacientes crónicos, etc.

3. Psicología comunitaria:

Conceptualmente la psicología comunitaria debe entenderse destinada a la comprensión,


explicación y solución de los problemas desde el punto de vista supraindividual (social
comunitario), enfocando su actuación preferentemente, aunque no únicamente, en el
cambio y la mejora del medio.

La psicología comunitaria surge como una alternativa a la psicología clínica,


orientándose a la comprensión y resolución de ciertos problemas o patologías con un
fuerte componente socioambiental (drogadicción, marginación, delincuencia,
prostitución, etc.) en los que la mejor metodología, por la índole de los mismos, es el
abordaje a niveles supraindividuales o comunitarios, siendo el objeto de su actuación la
mejora de ambientes y recursos sociales y el aumento de las habilidades y competencias
personales para mejorar el ajuste entre personas y ambientes y la calidad de vida en la
comunidad.

4. Psicología de la salud:

Aparece como un área más específica que subraya el papel primario de la psicología
como ciencia y como profesión en el campo de la medicina comportamental y que se
definió como "el conjunto de contribuciones científicas, educativas y profesionales que
las diferentes disciplinas psicológicas hacen a la promoción y mantenimientote la
salud, a la prevención y tratamiento de la especialidad, a la identificación de los
correlatos etiológicos y diagnósticos de la salud, la enfermedad y las disfunciones
relacionadas, a la mejora del sistema sanitario y a la formación de una política
sanitaria"

5. Definición de ramas afines que estudian la salud:


Salud comportamental: un campo interdisciplinario que se localiza conductualmente
promoviendo buenos hábitos de salud y previniendo la enfermedad entre los que
actualmente gozan de buena salud.

 Medicina psicosomática: es una aproximación a la enfermedad que se basa en


las hipótesis y observación de que los factores sociales y psicológicos juegan un
papel en la predisposición, desencadenamiento y mantenimiento de muchas
enfermedades.

 Psicología médica: Abarca todos los conocimientos de psicología útiles para el


ejercicio de la medicina integral, particularmente los conocimientos sobre la
personalidad del enfermo, la relación médico-enfermo, la personalidad del
médico, el diagnóstico personal y comprensivo y los procedimientos de curación
o psicoterapia.
Psicofisiología experimental: su objeto de estudio son las bases fisiológicas de
los procesos psicológicos.

 Sociología médica: la especialidad dentro de la sociología que estudia los


aspectos sociales de la salud y la enfermedad.

 Antropología médica: la especialidad dentro de la antropología que estudia los


aspectos culturales de la salud y la enfermedad.

 Medicina preventiva: se ocupa de impedir, en el individuo, familia o grupos de


población, la aparición, desarrollo y prolongación de las enfermedades
transmisibles y no transmisibles, manteniendo y promoviendo la salud, por el
diagnóstico, tratamiento precoz y rehabilitación, así como evitando y limitando
la invalidez que aquellos puedan ocasionar.

 Educación para la salud: un proceso cuyas dimensiones intelectual, psicológica y


social se relacionan con actividades que incrementan las capacidades de las
personas para tomar decisiones bien informadas que afectan a su bienestar
personal, familiar y comunitario.

“Modelos en la Psicología de la Salud”.

Los modelos nos dan un marco referencial para saber por donde empezar, que pasos
seguir, y que técnicas necesitamos para influir un cambio en las conductas de las
personas.

1. Modelo Cognitivo – Social.


Asociados a los trabajos de Bandura, da importancia a los efectos del ambiente
social y las cogniciones sobre la conducta y la influencia reciproca entre ellos.
Este modelo ha tenido éxito en la Psicología de la salud, especialmente con los
conceptos de "expectativa de autoeficacia", esto es, las creencias relacionaron la
habilidad que uno tiene para ejecutar una conducta determinada, y de
"expectativa de resultado", que se refiere a la creencia que la conducta puede
producir los cambios deseados. Elementos de este modelo forman parte también
de otros modelos y técnicas que se usan en la Psicología de la salud.
2. El Modelo de Creencias en Salud.
Se originó en intentos de los psicólogos del servicio de salud Pública de los
EEUU por entender por qué tan pocas personas usaban programas y servicios
que estaban a su alcance; concretamente por que no participaban en exámenes
para ver si tenían tuberculosis. Se les pregunto a las personas en qué medida
creían que eran susceptibles a la TBC y, en segundo lugar, si creían que podían
obtener algún beneficio por participar en los chequeos.

El modelo se basa en la noción que el cambio hacia conducta saludables está


guiado por las creencias del individuo, específicamente por lo que se denomina
la "expectativa de valor", esto es, las personas van a cambiar su conducta si ésta
resulta en algo valorado para ellas y tienen la expectativa de que pueda
alcanzarse ese resultado.

Variables adicionales del modelo se refieren si acaso las personas creen que
ellos son susceptibles a enfermarse, si ven como la enfermedad como sería de
grave, o estiman que el comportarse de manera saludable o preventiva va a
resultar más beneficioso que el costo involucrado en adoptar la conducta.

1. La Teoría de Acción Razonada (planeada).


Asociada a los planteamientos de los psicólogos Ajzen & Fishbein, si bien no
nació de un interés especifico en salud nos ayuda a entender como una persona
llega a tomar una decisión para realizar cierta acción.

Este modelo nos dice que la mejor forma de predecir la conducta es conocer las
intenciones de una persona. Una intención representa un compromiso de la
persona para actuar de cierta manera y es un fuerte predictor de la conducta
manifiesta, provisto que se de en ciertas condiciones; entre estas, que el tiempo
transcurrido entre la declaración de intención y la ejecución de la conducta no
sea muy prolongada y la especificidad de la acción requerida para materializar la
intención de cambio. Las intenciones son influenciadas por las actitudes, normas
subjetivas y las percepciones provenientes de las presiones sociales, por ello no
se considera como un modelo que por si solo puede explicar conductas
preventivas.

2. Modelo de Reducción de Riesgo.


Las intervenciones conocidas como de reducción de factores de riesgo
conductual, intentan lograr un cambio de actitudes y motivar a la persona a
desarrollar habilidades conductuales que reduzcan el riesgo, aumentando de paso
la percepción de autoeficacia para iniciar y mantener los cambios
comportamentales deseados.
Asimismo, se intenta crear una red de apoyo social que refuerce las conductas
preventivas o de bajo riesgo. Para lograr el cambio se usan técnicas tanto de la
psicología social, como cognitivas-conductuales.

3. El Llamado Modelo Transteórico del Cambio Conductual.


Llamado también simplemente el modelo de Prochaska (su principal impulsor),
se focaliza en las condiciones que hacen posible el cambio. La observación de
individuos que están tratando de cambiar por si solos, sin ayuda profesional, nos
enseña que las personas progresen de manera de una manera gradual, continúa y
a través de un proceso dinámico de 5 etapas a medida que tratan de reducir o
eliminar conductas riesgosas. El modelo nos sugiere que hay que diseñar
estrategias de cambio que estén de acuerdo a las características de los sujetos a
los cuales están dirigidas.

El modelo evalúa la etapa o el estadio en el cual se encuentra la persona en


términos de su "intención hacia el cambio", examina las ventajas y las
desventajas del cambio, y la habilidad de la persona para ejecutar el
comportamiento necesario que lo lleve a mantener un cambio duradero de la
conducta deseada. La prevención de la recaída se ve como parte de la última
etapa de mantenimiento.

4. El Modelo Integrativo.
Esta basado en las ideas de Bandura y del conductismo skinneriano e intenta
integrar la psicología de la salud con la salud pública. Es un modelo que
pretende enfocarse hacia la comunidad y no hacia problemas individuales.
Define el problema usando indicadores epidemiológicos y de psicología. Su
forma de aproximarse a los problemas es multidisciplinario y multinivel, lo
crítico, según este enfoque, es comprender el estilo de vida y los factores
conductuales dentro del entorno en el cual se dan.

Las primeras fases del análisis incluyen tanto el nivel personal como el nivel
interpersonal. Hay un tercer nivel donde se considera el ambiente social más
inmediato. Un cuarto nivel considera los aspectos institucionales, sociales,
culturales, políticos y económicos, como clases de factores que afectan la
conducta.
Finalmente hay un nivel que implica la evaluación del impacto de las
intervenciones, esta fase de evaluación del programa es importante pero
generalmente se hace de manera poco sistemática, si es que se hace a pesar que
se centra en metas específicas, este modelo es complejo y se considera como un
modelo de planeación.

Limitaciones de los Modelos.

A. Son representaciones parciales de la realidad.

B. Se han centrado solo en la parte individual.

C. Sezgan el trabajo en Ps. de la Salud hay quejas de grupos feministas y ancianos


(no inclusión en los estudios médicos).

D. La mayoría de sus modelos no le permiten considerar el contexto cultural y


social de algunas conductas saludables.

E. Los modelos de psicología de la salud generalmente no han tomado en cuenta


los diferentes estadios de desarrollo del individuo.

F. No hay que olvidar que la salud por su naturaleza misma es un constructo


multidimencional. Tienen implicaciones multidisciplinarias.
Objeto de estudio de la Psicología de la Salud:

• Conocer al hombre en su contexto socio-histórico-cultural donde se desarrolla, vive.

• La influencia de las determinantes económicas y sociales, sus necesidades, sus


motivos e intereses con respecto a la protección de la salud que cada grupo humano
posee.

Objetivos de la Psicología de la Salud:

Los objetivos de la psicología de la salud quedaron definidos en Yale en 1977 y en el


Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias en 1978, quedan resumidos
en:

• Aumento de salud y bienestar de las personas.

• Prevención o modificación de las enfermedades

• Mejor funcionamiento de casos con trastornos

Para lograrlos se debe realizar lo siguiente:

• El control del estrés.

• El aprendizaje o eliminación de comportamientos que favorezcan o que perjudiquen a


la salud.

• Modificación de respuestas concretas de conductas ambientales para cada trastorno.

Estableciéndose hoy en día tres principales causas de enfermedad, en los cuales el estrés
interviene:

• Enfermedades del corazón.

• El cáncer.

• Los accidentes cerebro vascular.

Áreas de aplicación de la psicología de la salud:

Cada vez el ámbito de aplicación de la psicología de la salud abarca nuevas áreas; sin
embargo, desde el punto de vista convencional, las siguientes son las principales áreas
de aplicación de la psicología de la Salud:

a. Promoción y acrecentamiento de la salud.

1) Información y educación sanitaria (creencias y actitudes, comportamiento y


responsabilidad individual en la salud).
2) Control de variables actitud – motivacionales y afectivo emocionales (ansiedad,
estrés, depresión, hostilidad).

3) Potenciación de recursos de protectores y de resistencia (amor, afecto, amistad,


alegría, optimismo).

4) Generación de hábitos y estilos de vida sanos (descanso adecuado y disfrutar del


ocio, alimentación, higiene, sexo, familia, no consumo de sustancias dañinas, actividad
física, sanitarios).

5) Aprendizaje de competencias y habilidades básicas (relajación, autocontrol, solución


de problemas, comunicación, búsqueda de apoyo social).

6) Participación en la salubridad ambiental (cuidado del ambiente).

7) Participación política y ciudadana (uso adecuado de los servicios de salud, elección


de la mejor política de salud.

b. Prevención.

1) Control de variables actitud – motivacionales y afectivo emocionales de riesgo


(ansiedad, estrés, depresión, hostilidad).

2) Modificación de las conductas y hábitos de riesgo.

3) Modificación de las condiciones patógenas e insalubres del medio (polución,


contaminación, hacinamiento, ruido, tóxicos, virus, miserias).

4) Detección e intervención precoz ante los problemas (o prevención secundaria).

5) Disminución del impacto de la enfermedad y prevención de recaídas (o prevención


terciaria).

c. Evaluación, tratamiento y rehabilitación de trastornos específicos.

• Problemas cardiovasculares, trastornos de la presión arterial, ritmo cardiaco,


problemas coronarios, periféricos, sistema nervioso central,
neuro - musculares, gastrointestinales, control de esfínteres, renales, oftalmológicos y
visuales, endocrinos, inmunitarios, ginecológicos, sexuales, alimentarios, lenguaje/
habla y voz, sueño, adiciones, dolor crónico, cáncer terminal.

d. Análisis y mejora del sistema de atención sanitaria.

- Análisis de la atención de la salud


- Mejora del sistema
- Educación a usuarios para el uso adecuado del sistema sanitario.

“Técnicas e instrumentos de Evaluación en psicología de la salud”.


1. La entrevista:

Es una herramienta útil para la evaluación en salud y en enfermedad, en tanto es el


modo más versátil para obtener datos sobre estilos de vida, actitudes, creencias y
prácticas concretas de salud. En el ámbito de evaluación de la enfermedad, por ejemplo;
la entrevista no sólo permite la obtención de información relevante sobre los problemas
del paciente y las posibles variables con ellos relacionadas, sino también crear el clima
de confianza y relación empática.

Independientemente del objetivo con el que sea empleada, la entrevista puede variar
desde formas nada estructuradas hasta otras rígidamente organizadas: desde la búsqueda
de información general hasta el intento por obtener datos precisos y concretos sobre
aspectos parciales de la vida del sujeto, y desde el enfoque sobre la historia lejana del
paciente hasta la consideración de la historia reciente o inmediata.

Keefe (1979) señalaba seis importantes funciones que cumple la entrevista en el marco
de su aplicación en psicología de la salud, a saber:

 Como una forma de reunir información sobre la historia conductual del paciente.

 Como un método de especificación y definición de los problemas objeto de


atención.

 Como un método para identificar los factores de control del ambiente actual del
paciente.

 Como una muestra de conducta del repertorio del paciente, esto es como la
oportunidad de observar el comportamiento del paciente en tanto su conducta
verbal. sus maneras, sus gestos, su apariencia física, su forma de interaccionar
con otros, etc.

 Como una oportunidad para compartir información con el paciente acerca del
abordaje de los problemas desde el punto de vista conductual en psicología de la
salud.

 Como una oportunidad para iniciar el re forzamiento social y el establecimiento


de lazos interactivos positivos con el paciente.

2. Cuestionarios y pruebas psicológicas:

En psicología de la salud se emplean muy diferentes pruebas y cuestionarios con los


más variados propósitos. El empleo de pruebas de personalidad tanto con fines
investigadores como clínicos es frecuente, y lo es también el empleo de pruebas de
inteligencia.

Aguirre (1992), señalaba cómo ciertas pruebas de personalidad MMPI, 16PF y EPQ,
principalmente se vienen empleando en intentos de relacionar la personalidad y
enfermedad y salud, tanto para precisar si ciertos tipos de enfermedad implican una
mayor o menor predisposición a enfermar, como para delimitar si existen o no
personalidades específicamente propensas para desarrollar determinado tipo de
trastorno.
Otras pruebas como Cuestionario de ansiedad estado - rasgo de Spielberger, Gorsuch y
Lushene (1970) y el del Inventario de manifestación de la ira rasgo-estado (STAXI) del
mismo grupo en relación del constructo ira-hostilidad con los trastornos coronarios.

Ahora bien la inadecuación de las pruebas clásicas de personalidad a los objetivos de la


psicología de la salud, ha provocado la elaboración de pruebas alternativas generales y
específicas que resulten adecuadas a dichos objetivos.

Un ejemplo es el Cuestionario de salud comportamental elaborado por Millon. Green y


Meagher (1992), que permite evaluar en el sujeto hasta ocho diferentes estilos de
personalidad vistos también como «estilos de afrontamiento», evalúa seis diferentes
actitudes psicógenas consideradas como sentimientos y percepciones personales frente
al estrés, e identificados por cada una de las seis escalas siguientes: 1) escala de tensión
crónica; 2) escala de estrés reciente; 3) escala de pesimismo premórbido; 4) escala de
falta de esperanza en el futuro; 5) escala de alienación social, y 6) escala de ansiedad
somátic.

A la vez cuenta con tres escalas psicosomáticas y otras tres de índices pronósticos
(previsión de problemas futuros en cuanto curso de la enfermedad y respuesta al
tratamiento), derivado todo ello de la teoría de la personalidad de Millon (1969).

Otro de los instrumentos desarrollados fue por el grupo de Grossarth Maticek y Eysenck
(1990) para evaluar, principalmente, los tipos de personalidad relacionados, según sus
datos, con mayor probabilidad de desarrollar afecciones cardíacas (el denominado Tipo
II) y cáncer (el denominado Tipo I), aunque los instrumentos exploran también los otros
cuatro tipos de personalidad de la tipología de seis elaborada por este grupo.

De dichos instrumentos, existe versión española (Sandín y Chorot, 1991c; Sandín,


Chorot, Navas y Santed. 1992) del Short Interpersonal Reactions Inventory (SIR/) con
el nombre de Inventario de reacciones interpersonales.

Igualmente, Pelechano y su grupo han elaborado numerosas pruebas aplicadas al estudio


de las relaciones salud/enfermedad y personalidad.

Por lo demás, en la última década se ha desarrollado una miríada de cuestionarios


específicos destinados a identificar las condiciones relativas a problemas de salud
concretos tales como tabaquismo, patrones de alimentación inadecuados, actividad
física, consumo de alcohol y/o drogas, etc.

Actualmente se utilizan instrumentos como; la escala de Evaluación Conductual de la


Personalidad (API), según José Anicama Gomes; JAS – Inventario de Actividad de
Jenkinns (forma C); Calidad de Vida de David H. Olson Y Howard L. Barnes.

3. Observación directa:

Al menos desde la perspectiva de la evaluación conductual, la observación directa ha


sido reconocida como la técnica de evaluación preferida sobre cualquier otra. Tan es así
que con frecuencia los datos obtenidos mediante evaluación por observación directa se
emplean como punto de referencia para la validación de la información obtenida
mediante otras técnicas (cuestionarios o entrevistas).
Además, al proporcionar datos sobre ocurrencias reales y naturales del comportamiento
objeto de evaluación, permite tanto el logro de una detallada descripción de tales
comportamientos como de las condiciones de ocurrencia antecedentes y consecuentes, a
la vez que la obtención de datos sobre todos los parámetros necesitados (frecuencia,
duración, control estimular, latencia...).

Es más, como señala Keefe (1979), con frecuencia los datos obtenidos por observación
directa hacen aflorar información de relevancia que no es aportada por otros
procedimientos, o bien ha sido considerada secundaria o poco relevante atendiendo al
informe del paciente o de otros. La razón, entre otras, puede consistir en que el propio
paciente no sea consciente del papel desempeñado por ciertas circunstancias, contextos
o personas respecto a su propio comportamiento, o de su verdadera frecuencia, duración
o latencia.

En un contexto de internado, como sería el caso de la actuación sobre pacientes


hospitalizados, el personal de enfermería representa la mejor opción para el logro de
información mediante la observación sistemática del paciente.

4. Auto observación y Autorregistro:

El autorregistro mediante la autoobservación es el método de obtención de datos más


empleados y más versátil en psicología de la salud, estas técnicas de autoinforme son de
la máxima utilidad y conveniencia en todos los momentos del proceso de intervención.

Ya que hace consciente al paciente de aspectos de su propio comportamiento que


pudieran estar pasándole desapercibidos o sobre los que podía mantener creencias
equivocadas.

Permite igualmente al paciente controlar su progreso, por lo que adquiere una función
de feedback que fortalece el comportamiento de cambio y permite rectificar. Adoptando
así una responsabilidad acerca de su propia conducta y su cambio o mantenimiento, y
no desplazando sobre profesionales o instituciones.

La Política en Salud.

En nuestros días la política en salud esta dirigida a la función primordial del sistema
sanitario “El derecho a la Salud”, entendido este no solo de forma exclusiva en
garantizar el derecho del paciente a ser correctamente diagnosticado y tratado, sino
también en procurar que no enferme, que se mantenga sano, asimilando la enfermedad
en cierta medida como un fracaso en el logro de este objetivo.

La atención médica es una función de la salud pública y está concebida como un


conjunto de acciones integrales, preventivo-curativas y de rehabilitación que se realizan
sobre las personas para la protección de su salud, como nivel de asistencia dentro del
sistema de salud esta puede ser: primaria, secundaria o terciaria; según la forma en que
se brinda y la gravedad de las personas, se puede definir en urgente, hospitalaria o
ambulatoria.

La Atención Primaria de Salud está concebida como la estrategia global para alcanzar la
meta de Salud para Todos, por lo que constituye un eje central del sistema prestador de
servicios de salud. Desde el año 1978 en Alma Ata se definió como la atención esencial
e integral de salud basada en métodos y tecnologías prácticas, científicamente válidas y
socialmente aceptadas, que son universalmente accesibles a los individuos y las familias
en la comunidad a través de medios aceptables para ellas, a un costo que la comunidad y
el país pueda afrontar, para mantenerla en cada etapa de su desarrollo con espíritu de
responsabilidad y autodeterminación.

Según lo planteado en Alma Atá se identifica la Atención Primaria de Salud como el


modelo a través del cual la población se relaciona por primera vez con el sistema de
salud. Constituye el primer elemento del proceso continuo de atención sanitaria, porque
esta se brinda lo más cerca posible del lugar donde la población vive y trabaja, y es, de
hecho, parte integral tanto del sistema de salud del país, como del enfoque principal de
desarrollo económico y social de la comunidad. Se ha planteado que este nivel primario
puede dar solución a alrededor del 80 % de los problemas de salud de la población.

Promoción de Salud como política de Salud.

PREVENCIÓN VS. PROMOCIÓN DE LA SALUD.

DIFERENCIAS ENTRE PROMOCIÓN DE LA SALUD Y PREVENCIÓN DE


ENFERMEDADES:

• Objetivos.
• A quien se dirigen acciones.
• Características de modelos.
• Interventores.
• Estrategias.

OBJETIVOS COMUNES:

 Lograr mejoramiento de nivel de salud.


 Impulsar las intervenciones de salud pública para modificar riesgos y problemas.
 Impulsar la reorientación de servicios de salud para incrementar prevención y
promoción.

Objetivos de la Prevención:
• Reducir los factores de riesgo y enfermedad.
• Disminuir complicaciones de enfermedad.
• Proteger a personas y grupos de agentes agresivos.

Objetivos de la Promoción:
• Incidir en determinantes.
• Cambios en condiciones de vida.
• Influir en decisiones de políticas públicas.
• Mejorar salud/calidad de vida poblaciones.
• Luchar por equidad y justicia social.

Prevención: ¿a quién?
Primaria: individuos y Grupos en riesgo.
Secundaria: individuos y grupos posiblemente.
Terciaria: enfermos en riesgo de complicaciones y muerte.

Promoción: ¿a quién?

Población general. Comunidades


Grupos específicos (etnias, niños, mujeres)
Situaciones causales. Ejemplos: Analfabetismo, falta de agua potable, exclusión social,
etc.

Prevención: modelos

Primaria: preventivos propios de salud pública (SP).


Secundaria: de SP a riesgos específicos. Tipo clínico.
Terciaria: Clínico. Recuperación.

Promoción: modelos.

Ecológico de sistemas múltiples


Socio-político
Socio-ambiental
Socio-cultural

Prevención tipo de interventores.

Primaria: profesionales de SP y comunidad.


Secundaria: Profesionales de SP y Clínicos.
Terciaria: clínicos; comunitarios en rehabilitación basada en la comunidad (RBC).

Promoción tipo de interventores.

Líderes políticos y cívicos


Funcionarios de sectores diferentes
Profesionales diversos
Grupos de apoyo social
Agentes comunitarios
Medios de comunicación

Estrategias de Prevención.

Primaria: educación sanitaria; desarrollo comunitario; comunicación e información;


acción intersectorial a veces.
Secundaria: detección, diagnóstico precoz
Terciaria: tratamiento oportuno; manejo clínico para evitar recaídas; rehabilitación

Estrategias de Promoción de la salud.

Participación social y construcción de la capacidad comunitaria, empoderamiento.


Políticas: negociación política, concertación, consenso, abogacía, cabildeo.
Información, Comunicación Social.
Educación.
Investigación Participativa.

PREVENCION VS. PROMOCION. ENFOQUES.

Prevención = Enfoque de Riesgo.


Promoción = Enfoque Poblacional.
Prevención = Enfoque más Individual.
Promoción =Enfoque individual menos importante. Político y Social más importante.
Prevención = trabaja en extremo de curva.
Promoción= trabaja con el centro de curva.

Ejemplos Prevención:

-Primaria:
Inmunizaciones.
Yodización sal.

-Secundaria:
Pruebas a recién nacidos.

-Terciaria:
Manejo diabetes.
Rehabilitación ACV.

Ejemplos Promoción:

Entornos saludables.
Escuelas saludables.
Municipios saludables.
Estilos de vida.
Lucha tabaquismo.
Ejercicio físico.
Convivencia pacífica
Servicios reorientados
Hospitales saludables

Evolución histórica de la Promoción de Salud. La carta de Ottawa. Su importancia.

CARTA DE OTTAWA PARA LA PROMOCIÓN DE LA SALUD, PRIMERA


CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE PROMOCIÓN DE LA SALUD; 1986.

La primera Conferencia Internacional sobre la Promoción de la Salud reunida en Ottawa


el día 21 de noviembre de 1986 emite la presente CARTA dirigida a la consecución del
objetivo "Salud para Todos en el año 2000." Esta conferencia fue, ante todo, una
respuesta a la creciente demanda de una nueva concepción de la salud pública en el
mundo. Si bien las discusiones se centraron en las necesidades de los países
industrializados, se tuvieron también en cuenta los problemas que atañen a las demás
regiones. La conferencia tomó como punto de partida los progresos alcanzados como
consecuencia de la Declaración de Alma Ata sobre la atención primaria, el documento
"Los Objetivos de la Salud para Todos" de la Organización Mundial de la Salud, y el
debate sobre la acción intersectorial para la salud sostenido recientemente en la
Asamblea Mundial de la Salud.

PROMOCIONAR LA SALUD.

La promoción de la salud consiste en proporcionar a los pueblos los medios necesarios


para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma. Para alcanzar un
estado adecuado de bienestar físico, mental y social un individuo o grupo debe ser capaz
de identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades y de cambiar o
adaptarse al medio ambiente.
La salud se percibe pues, no como el objetivo, sino como la fuente de riqueza de la vida
cotidiana. Se trata por tanto de un concepto positivo que acentúa los recursos sociales y
personales así como las aptitudes físicas. Por consiguiente, dado que el concepto de
salud como bienestar trasciende la idea de formas de vida sanas, la promoción de la
salud no concierne exclusivamente al sector sanitario.

PREREQUISITOS PARA LA SALUD.

Las condiciones y requisitos para la salud son: la paz, la educación, la vivienda. la


alimentación, la renta, un ecosistema estable, la justicia social y la equidad. Cualquier
mejora de la salud ha de basarse necesariamente en estos prerrequisitos.

PROMOCIONAR EL CONCEPTO.

Una buena salud es el mejor recurso para el progreso personal, económico y social y
una dimensión importante de la calidad de la vida. Los factores políticos, económicos,
sociales, culturales, de medio ambiente, de conducta y biológicos pueden intervenir bien
en favor o en detrimento de la salud. El objetivo de la acción por la salud es hacer que
esas condiciones sean favorables para poder promocionar la salud.

PROPORCIONAR LOS MEDIOS.

La promoción de la salud se centra en alcanzar la equidad sanitaria. Su acción se dirige


a reducir las diferencias en el estado actual de la salud y a asegurar la igualdad de
oportunidades y proporcionar los medios que permitan a toda la población desarrollar al
máximo su salud potencial. Esto implica una base firme en un medio que la apoye,
acceso a la información y poseer las aptitudes y oportunidades que la lleven a hacer sus
opciones en términos de salud. Las gentes no podrán alcanzar su plena salud potencial a
menos que sean capaces de asumir el control de todo lo que determine su estado de
salud. Esto se aplica igualmente a hombres y mujeres.

ACTUAR COMO MEDIADOR.

El sector sanitario no puede por sí mismo proporcionar las condiciones previas ni


asegurar las perspectivas favorables para la salud y, lo que es más, la promoción de la
salud exige la acción coordinada de todos los implicados: los gobiernos, los sectores
sanitarios y otros sectores sociales y económicos, las organizaciones benéficas. Las
autoridades locales, la industria y los medios de comunicación. Las gentes de todos los
medios sociales están implicadas en tanto que individuos, familias y comunidades. A
los grupos sociales y profesionales y al personal sanitario les corresponde especialmente
asumir la responsabilidad de actuar como mediadores entre los intereses antagónicos y a
favor de la salud. Las estrategias y programas de promoción de la salud deben adaptarse
a las necesidades locales y a las posibilidades específicas de cada país y región y tener
en cuenta los diversos sistemas sociales, culturales y económicos.

LA PARTICIPACIÓN ACTIVA EN LA PROMOCIÓN DE LA SALUD IMPLICA:

-La elaboración de una política pública sana.

Para promover la salud se debe ir más allá del mero cuidado de la misma. La salud ha
de formar parte del orden del día de los responsables de la elaboración de los programas
políticos, en todos los sectores y a todos los niveles, con objeto de hacerles tomar
conciencia de las consecuencias que sus decisiones pueden tener para la salud y
llevarles así a asumir la responsabilidad que tienen en este respecto. La política de
promoción de la salud ha de combinar enfoques diversos. Si bien complementarios,
entre los que figuren la legislación, las medidas fiscales, el sistema tributario y los
cambios organizativos. Es la acción coordinada la que nos lleva a practicar una política
sanitaria, de rentas y social que permita una mayor equidad.

La acción conjunta contribuye a asegurar la existencia de bienes y servicios sanos y


seguros, de una mayor higiene de los servicios públicos y de un medio ambiente más
grato y limpio. La política de promoción de la salud requiere que se identifiquen y
eliminen los obstáculos que impidan la adopción de medidas políticas que favorezcan la
salud en aquellos sectores no directamente implicados en la misma. El objetivo debe ser
conseguir que la opción más saludable sea también la más fácil de hacer para los
responsables de la elaboración de los programas.

-La creación de ambientes favorables.

Nuestras sociedades son complejas y están relacionadas entre sí de forma que no se


puede separar la salud de otros objetivos. Los lazos que, de forma inextricable unen al
individuo y su medio constituyen la base de un acercamiento socio-ecológico a la salud.
El principio que ha de guiar al mundo, las naciones, las regiones y las comunidades ha
de ser la necesidad de fomentar el apoyo recíproco, de protegernos los unos a los otros,
así como nuestras comunidades y nuestro medio natural. Se debe poner de relieve que la
conservación de los recursos naturales en todo el mundo es una responsabilidad
mundial.

El cambio de las formas de vida, de trabajo y de ocio afecta de forma muy significativa
a la salud. El trabajo y el ocio deben ser una fuente de salud para la población. El modo
en que la sociedad organiza el trabajo debe de contribuir a la creación de una sociedad
saludable. La promoción de la salud genera condiciones de trabajo y de vida
gratificante, agradable, segura y estimulante. Es esencial que se realice una evaluación
sistemática del impacto que los cambios del medio ambiente producen en la salud,
particularmente en los sectores de la tecnología, el trabajo, la energía, la producción y el
urbanismo. Dicha evaluación debe ir acompañada de medidas que garanticen el carácter
positivo de los efectos de esos cambios en la salud pública.
La protección tanto de los ambientes naturales como de los artificiales, y la
conservación de los recursos naturales, debe formar parte de las prioridades de todas las
estrategias de promoción de la salud.

-El reforzamiento de la acción comunitaria.

La promoción de la salud radica en la participación efectiva y concreta de la comunidad


en la fijación de prioridades, la toma de decisiones y la elaboración y puesta en marcha
de estrategias de planificación para alcanzar un mejor nivel de salud. La fuerza motriz
de este proceso proviene del poder real de las comunidades, de la posesión y del control
que tengan sobre sus propios empeños y destinos.

El desarrollo de la comunidad se basa en los recursos humanos y materiales con que


cuenta la comunidad misma para estimular la independencia y el apoyo social, así como
para desarrollar sistemas flexibles que refuercen la participación pública y el control de
las cuestiones sanitarias. Esto requiere un total y constante acceso a la información y a
la instrucción sanitaria, así como a la ayuda financiera.

-El desarrollo de las aptitudes personales.

La promoción de la salud favorece el desarrollo personal y social en tanto que


proporcione información, educación sanitaria y perfeccione las aptitudes indispensables
para la vida. De este modo se incrementan las opciones disponibles para que la
población ejerza un mayor control sobre su propia salud y sobre el medio ambiente y
para que opte por todo lo que propicie la salud. Es esencial proporcionar los medios
para que, a lo largo de su vida, la población se prepare para las diferentes etapas de la
misma y afronte las enfermedades y lesiones crónicas. Esto se ha de hacer posible a
través de las escuelas, los hogares, los lugares de trabajo y el ámbito comunitario, en el
sentido que exista una participación activa por parte de las organizaciones profesionales,
comerciales y benéficas, orientada tanto hacia el exterior como hacia el interior de las
instituciones mismas.

-La reorientación de los sevicios sanitarios.

La responsabilidad de la promoción de la salud por parte de los servicios sanitarios la


comparten los individuos particulares, los grupos comunitarios, los profesionales de la
salud, las instituciones y servicios sanitarios y los gobiernos. Todos deben trabajar
conjuntamente por la consecución de un sistema de protección de la salud.

El sector sanitario debe jugar un papel cada vez mayor en la promoción de la salud de
forma tal que trascienda la mera responsabilidad de proporcionar servicios clínicos y
médicos. Dichos servicios deben tomar una nueva orientación que sea sensible a las
necesidades culturales de los individuos y las respete. Asimismo deberán favorecer la
necesidad por parte de las comunidades de una vida más sana y crear vías de
comunicación entre el sector sanitario y los sectores sociales, políticos y económicos.

La reorientación de los servicios sanitarios exige igualmente que se preste mayor


atención a la investigación sanitaria, así como a los cambios en la educación y la
formación profesional. Esto necesariamente ha de producir un cambio de actitud y de
organización de los servicios sanitarios de forma que giren en torno a las necesidades
del individuo como un todo.

IRRUMPIR EN EL FUTURO.

La salud se crea y se vive en el marco de la vida cotidiana: en los centros de enseñanza,


de trabajo y de recreo. La salud es el resultado de los cuidados que uno se dispensa a sí
mismo y a los demás, de la capacidad de tomar decisiones y controlar la vida propia y
de asegurar que la sociedad en que uno vive ofrezca a todos sus miembros la posibilidad
de gozar de un buen estado de salud.

El cuidado del prójimo, así como el planteamiento holístico y ecológico de la vida, son
esenciales en el desarrollo de estrategias para la promoción de la salud. De ahí que los
responsables de la puesta en práctica y evaluación de las actividades de promoción de la
salud deban tener presente el principio de la igualdad de los sexos en cada una de las
fases de planificación.

EL COMPROMISO A FAVOR DE LA PROMOCIÓN DE LA SALUD.

Los participantes en esta conferencia se comprometen:

- a intervenir en el terreno de la política de la salud pública y a abogar en favor de un


compromiso político claro en lo que concierne a la salud y la equidad en todos los
sectores.

- a oponerse a las presiones que se ejerzan para favorecer los productos dañinos, los
medios y condiciones de vida malsanos, la mala nutrición y la destrucción de los
recursos naturales. Asimismo se comprometen a centrar su atención en cuestiones de
salud pública tales como la contaminación, los riesgos profesionales, la vivienda y la
población de regiones no habitadas.

- a eliminar las diferencias entre las distintas sociedades y en el interior de las mismas, y
a tomar medidas contra las desigualdades en términos de salud, que resultan de las
normas y prácticas de esas sociedades.

- a reconocer que los individuos constituyen la principal fuente de salud; a apoyarlos y


capacitarlos a todos los niveles para que ellos y sus familias y amigos se mantengan en
buen estado de salud; del mismo modo se comprometen a aceptar que la comunidad es
el portavoz fundamental en materia de salud, condiciones de vida y bienestar en general.

- a reorientar los servicios sanitarios y sus recursos en términos de la promoción de la


salud; a compartir el poder con otros sectores, con otras disciplinas y, lo que es aún más
importante, con el pueblo mismo.

- a reconocer que la salud y su mantenimiento constituyen la mejor meta e inversión


posibles y a tratar de la cuestión ecológica global que suponen nuestras formas de vida.
La conferencia insta a todas las personas interesadas a formar una fuerte alianza en
favor de la salud.

LLAMADA A LA ACCIÓN INTERNACIONAL.


La Conferencia llama a la Organización Mundial de la Salud y a los demás organismos
internacionales a abogar en favor de la salud en todos los foros apropiados y a dar apoyo
a los distintos países para que se establezcan programas y estrategias dirigidas a la
promoción de la salud.

La Conferencia tiene el firme convencimiento de que si los pueblos, las organizaciones


gubernamentales y no gubernamentales, la Organización Mundial de la Salud y todos
los demás organismos interesados aúnan sus esfuerzos en torno a la promoción de la
salud y en conformidad con los valores sociales y morales inherentes a esta CARTA, el
objetivo "Salud para Todos en el año 2000" se hará realidad.

Participación social, la Intersectorialidad y la Interdisciplina.

La intersectorialidad:

una necesidad como práctica social en los sistemas de salud. Trabajo coordinado de
instituciones representativas de distintos sectores sociales, mediante intervenciones
conjuntas destinadas a transformar la situación de salud y aportar al bienestar y calidad
de vida de la población. (OPS/ Planificación Local Participativa, 1999).

RIESGOS:
• Biológicos
• Ambientales
• Ocupacionales
• Sociales
• Conductuales

Enfoque intersectorial:

ESTRATIFICACIÓN DE LA ACCIÓN INTERSECTORIAL.


• Dominio de la situación de salud.
• Multicausalidad de los problemas.
• Factibilidad de enfrentarlos.
• Definir claramente donde radica la responsabilidad de los sectores.

ENFOQUE TECNOLÓGICO (DE LA INTERSECTORIALIDAD).


• Innovación tecnológica.
• Enfoque sistémico epidemiológico.
• Enfoque clínico epidemiológico y social (ASS, Pesquisaje poblacional).
• EFICIENCIA EFICACIA EFECTIVIDAD

FACTORES CONDICIONANTES DE LA INTERSECTORIALIDAD.


• Voluntad política.
• Papel del estado y gobierno.
• Reformas adecuadas del sector sanitario.
• Fortalecimiento de ministerios y secretarías.
• Funciones esenciales de la salud pública.
• Descentralización.
• Recursos humanos motivados.
• Inversión tecnológica.
• Sociedad organizada.

FACTORES QUE PERMITEN DESENCADENAR LA INTERSECTORIALIDAD.


• Presencia de la conducción programática en salud.
• Componente del análisis de la situación de salud (ASS).
• Acciones organizadas sobre la base de proyectos.
• Organización personal del trabajo de directivos y profesionales.
• Inserción conceptual de la intersectorialidad en las políticas y la práctica.
• Preparación en dirección de los actores.

Interdisciplinas:

No es más que la articulación y acción de varias disciplinas, o de una misma ciencia, o


de varias ciencias que se articulan para dar respuesta a un problema, de acuerdo a su
magnitud, seriedad y frecuencia con un enfoque integral.

Ejemplo: La ciencia de la Salud está compuesta en Cuba por varias carreras: medicina,
estomatología, psicología de la salud y enfermería, a la misma vez estas son disciplinas
que interactúan, o deben interactuar con un enfoque sistémico (biopsicosocial-cultural).
Las principales interdisciplinas que se interrelacionan son: los psicólogos, psiquiatras,
ginecólogos, trabajadores sociales, con el objetivo de investigar los factores de riesgo de
una comunidad.

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