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¿DE QUÉ FORMA ESTAMOS RECONOCIENDO Y VALIDANDO AL “OTRO”?

Miradas más allá del exilio y la desmovilización.

Por, L. Nathalya Acosta Mesa


Código: 20142165043

La guerra puede llegar a transformar radicalmente la vida de quienes se encuentran inmersos en


ella; en Colombia, el conflicto armado ha influido de forma deplorable en sus víctimas, las cuales
han presenciado la humillación, el dolor, las injusticias, el exilio, entre otras barbaridades que
atropellan sus derechos humanos en medio de una violencia continua que surgió desde el siglo
pasado. Las voces inmortalizadas dan cuenta de los hechos atroces que tomaron protagonismo a
partir de los años 70, son reflexiones hechas desde el sufrimiento y al mismo tiempo desde la
esperanza, allí tanto víctimas como victimarios han formulado diversas propuestas para la paz y el
resurgimiento tras los lamentables episodios que pudieron llegar a enfrentar; en este sentido, lo
mínimo que podemos hacer como comunidad colombiana es reconocerlos con el fin de dar
importancia a lo sucedido, no en el sentido de exaltación sino con el propósito de entender qué nos
llevó a este punto, qué soluciones se pueden plantear y cuál es la percepción de las víctimas con
respecto a los hechos que afectan su vida personal y colectiva.

Aunque la guerra fue hasta hace algún tiempo un tema abordado en la cotidianidad, hemos
atravesado por un episodio de deshumanización en donde el dolor ajeno pareciera no importarnos,
o en donde la normalización de la violencia misma ha permitido que lo que vemos, escuchamos o
sentimos se asuma desde un punto de vista egoísta, pues si consideramos que algo no nos afecta
directamente entonces no es importante, es allí donde testimonios sobre el exilio desempeñan un
papel significativo, pues evidencian la materialización de quienes han sufrido esta triste realidad
social y deciden compartir sus dolorosas experiencias con el mundo, el reconocimiento de sus
voces es una muestra de respeto y de tomar las riendas de un país en construcción que emerge con
la contribución de todos sus ciudadanos.

Construir un nuevo país implica inicialmente educar para la paz la cual es un compromiso de todos,
como futuros docentes debemos pensar en instruir a través del ejemplo y de la lucha por nuestros
derechos y aquello que nos pertenece, en efecto, este ha sido uno de sus papeles fundamentales
desde siempre, y aun así sus actitudes se han asumido como una ofensa o forma de rebelión en
contra de las políticas establecidas por el gobierno, pues el pensamiento divergente desde su
perspectiva debe ser mutilado. Este es el caso de José Gamboa (exiliado residente en Suecia),
docente, activista y miembro de la Federación Colombiana de Educadores (FECODE) perseguido
políticamente por su vínculo con luchas y movimientos nacionales en pro de los derechos
educativos; además de la ardua situación del exilio en donde los colombianos son juzgados por su
origen y su situación socio-política, emprendió una investigación respecto a los atentados
cometidos contra los docentes desde los años 70; de acuerdo con un informe realizado en el año
2011, más de 950 homicidios contra educadores tomaron lugar en Colombia, y hacia el año 2014
la cifra aumentaba por encima de mil. Es inconcebible que un país asesine a aquellos que se
manifiestan en contra de las injusticias del sistema, no obstante, es aún peor que estas situaciones
permanezcan detrás del telón y solo sean conocidas por muy pocas personas, en palabras del
docente José Gamboa “… ciudadanos, asalariados e intelectuales asesinados; agentes culturales e
intelectuales asesinados. [Este hecho] tiene que saberlo Colombia y el mundo en general”, porque
bajo estas circunstancias, la ignorancia del pueblo se encarga de alimentar la dominación y
sometimiento de sus ciudadanos.
Los elevados índices de líderes sociales asesinados a partir de los años 80 (incluyendo maestros de
áreas rurales y urbanas), reflejan la impunidad, la transgresión y la censura del libre pensamiento
y acción, además de una represión enmascarada de sistema democrático. Es devastador percibir
que aun tras la firma de los acuerdos de paz en el año 2016 el número de asesinatos sigue
incrementando, debe existir algún trasfondo por el que estas personas aún sigan sufriendo las
consecuencias organizadas (según los medios de comunicación) por los actores del conflicto
armado. Esta deplorable situación hace que numerosas personas que trabajan por el futuro no
tengan más remedio que salir del país sin importar las condiciones en que se encuentran, dejando
atrás su vida, sus familias y hasta los múltiples proyectos que pudieron emprender; desde un punto
de vista externo, se podría pensar que estas víctimas del conflicto, quienes proyectan mejorar su
situación y estar a salvo de cualquier tipo de amenaza que atente contra su dignidad, se encuentran
en mejores condiciones; no obstante, muchas veces dejamos de lado las vicisitudes y los
sentimientos de quienes viven en el exilio, pues desconocemos que empezar una vida fuera de lo
que ya estaban acostumbrados no es fácil y menos cuando se tienen bastantes estereotipos respecto
a la situación de los colombianos en el exterior. José Gamboa, tuvo que enfrentar todo esto desde
hace más de 10 años, sin embargo, su situación de desconsuelo se transformó en un camino para la
construcción del FIV (Foro Internacional de Víctimas), el cual reúne testimonios de exiliados
colombianos con el fin de reconocer a aquellas personas que salieron en el anonimato para evitar
mayores sufrimientos; en este foro las víctimas actúan a nivel internacional como sujetos políticos,
aportando para la paz y la resolución de conflictos, son la esperanza en medio de un país que no
recibe a sus ciudadanos de la mejor manera, y a su llegada, la recompensa que se otorga a los
refugiados políticos consiste en el desconocimiento de algunos de sus derechos (exclusión del
escalafón en el caso de los docentes y prohibición en el desempeño de cargos públicos), así como
otras acciones lamentables que el mismo autor denomina “desplazamiento [de sus víctimas] del
modelo económico y político”.
Por otra parte los medios de comunicación masiva, al ser en su mayor parte financiados por el
estado, se han encargado de mostrar solo una cara de la moneda; si bien el sufrimiento y las secuelas
del conflicto armado han dejado marcas irreparables en gran parte de la población colombiana, las
torturas, el duelo, la pérdida de seres queridos y otras formas de degradación han sido latentes no
solo en la población civil sino también en los actores del conflicto armado; en este punto cabe
preguntarnos ¿de qué forma reconocemos y validamos al otro? 5 testimonios de mujeres farianas
(ex miembros de las Farc) presentado por el Centro Nacional de Memoria Histórica dan cuenta de
sus vidas involucradas en la guerrilla, la mayoría de ellas accediendo por voluntad propia en las
que asumen algunas de sus vivencias como episodios atroces dadas las escenas de guerra y muerte
que tuvieron que presenciar. Estas mujeres farianas, así como muchos otros ex miembros de la
guerrilla y grupos subalternos han sido ignorados, sus experiencias invisibilizadas reflejan la falta
de comprensión que le damos a nuestros hermanos colombianos, estas actitudes demuestran hasta
cierto punto que su dolor no cuenta dentro de nuestra sociedad y aun así es la resiliencia la que
habla por sí misma a través de estas mujeres.

El contexto social influye en la toma de ciertas decisiones, en el caso de las mujeres farianas,
algunas deciden unirse a grupos armados como salida a una realidad angustiosa que no proporciona
muchas oportunidades de crecimiento, a través de sus testimonios se reconoce a la guerrilla como
colectividad que les enseña saberes de diversas disciplinas: conocimientos básicos en lectura,
primeros auxilios y otras áreas de su interés eran el foco principal de sus encuentros educativos,
los cuales concluían en bailes y celebraciones, en pocas palabras, los miembros de grupos
guerrilleros pudieron forjar una comunidad propia adquiriendo preparaciones que difícilmente
pudiesen obtener viviendo en el campo, pues es evidente que el área rural en algunas circunstancias
queda en el olvido por parte del estado.

¿Qué encontramos en común en los testimonios del exilio y de las mujeres farianas? Tanto en el
discurso de grupos armados desmovilizados como de víctimas del exilio se evidencia un
resurgimiento, una forma de afrontar la situación y de crear comunidad a partir de ella; estos
colombianos se han centrado en llevar a cabo diversos proyectos y forjar oportunidades de cambio
que de por sí el gobierno no ha hecho por sus ciudadanos, pues no ha proveído herramientas
necesarias para la dignificación de sus habitantes: por un lado encontramos refugiados políticos sin
garantías de una vida estable a su regreso, por otro lado, actores armados desmovilizados con
oportunidades de cambio negadas a través de consultas populares. Es posible reconocer que un
mismo corazón actúo en su momento con base en las circunstancias proveídas por el entorno,
asimismo estos corazones se mueven en la actualidad impulsados por un sentimiento de
renacimiento, cada uno desde sus experiencias vividas y aquello que tuvo que afrontar, algunas en
su rol de madres pretendiendo un buen futuro para sus hijos, otros a través de organizaciones
mundiales para la paz, sin embargo, todos apuntan a un mismo propósito de reparación y
reconstrucción de la sociedad en busca de la paz y de dar consuelo a la situación que nos afectó
durante muchos años. Los aprendizajes que varían de contexto (sea en comunidades construidas en
la guerrilla, o sea a través del exilio en otros países y con puntos de vista diferentes) son relevantes
en la búsqueda de alternativas, estos nos permite darnos cuenta de que parte de la solución está en
nuestras manos y reconocer que actitudes por pequeñas que parezcan fortalecen nuestros lazos
como comunidad colombiana. Es allí donde debemos apuntar nuestros pensamientos, si la
población civil es capaz de perdonar y continuar, si las mujeres farianas y otros desmovilizados
muestran arrepentimiento y ganas de continuar dependiendo de las garantías que le son ofrecidas,
la mayor parte del problema está resuelto porque no podemos alimentarnos de resentimiento, es en
este punto donde deberíamos tomar ventaja de la unión que hace la fuerza, independientemente de
los obstáculos que se puedan encontrar en el camino.
Bibliografía:

Valencia, D. & Reyes, M. (2018). ¿Qué pensar de un país donde matan a sus maestros? En Voces
del Exilio. Centro de Memoria Histórica. Bogotá, Colombia. Tomado de
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/vocesdelexilio/index.php/testimonios/item/51-
que-pensar-de-un-pais-donde-matan-a-sus-maestros

Centro de Memoria Histórica (2018). Testimonios. En Voces del Exilio. Bogotá, Colombia.
Tomado de:
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/vocesdelexilio/index.php/testimonios

Centro de Memoria Histórica (2018). Nunca Invisibles, Mujeres Farianas, Adiós a la Guerra. En
Canal Nunca Invisibles Adiós a la Guerra. Bogotá, Colombia. Tomado de:
https://www.youtube.com/watch?v=nNgOo9s5Gu0

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