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Se puede distinguir dos instancias de la libertad que, siendo única, se nos presenta de
un lado como como ser del hombre y fuente de decisiones subjetivas y, del otro, como
proyección o ejercicio de la misma en la experiencia. Es decir, una libertad que es el
ser mismo del hombre, su centro espiritual, y una libertad que se proyecta al
exterior, que se fenomenaliza.
La libertad en tanto ser del hombre solo puede eliminarse con la muerte de la persona.
La libertad no puede limitarse, restringirse o recortarse, en cambio, su ejercicio, el acto
a través del cual aparece en el mundo, sí es susceptible de ser limitado mediante la ley.
Es el caso de los incapaces quienes, sin dejar de ser ontológicamente libres, no pueden
ejercer por sí mismos. Ello por mandato de la ley.
o Libertad y voluntad
La voluntad es uno de los instrumentos mediante el cual la libertad se convierte en
acto. Por ello no es posible confundir la voluntad, que integra nuestra dimensión
psicosomática, con la libertad en cuanto ser del hombre. La voluntad no es autónoma.
La voluntad encuentra su supuesto en la libertad.
o El vivenciamiento de la libertad
Es mediante la “angustia” que se nos hace patente la libertad. La angustia se presenta
en el instante en que tenemos que decidir por nosotros mismos.
o El ser libertad
Los filósofos del movimiento existencialista se refieren a la libertad como el ser del
hombre. Max Scheler afirma que la libertad es la propiedad fundamental del ser
espiritual que es el hombre. Es decir la libertad en cuanto ser del hombre, no está
condicionada por su vida ni por su condición psicosomática. Lo condicionado, es el
ejercicio de la libertad.
o La dimensión coexistencial
El ser humano es libertad y también un ser coexistencial (creado para vivir en
sociedad). La coexistencialidad es inherente al ser humano, es una de sus dimensiones.
*El daño en función de la calidad ontológica del ente dañado, es decir, en atención a su
naturaleza.
*El daño en cuanto a las consecuencias que dicho daño haya causado en el ente
dañado.
o Preminencia del daño a la persona sobre el daño a las cosas del mundo
El ser humano es una unidad psicosomática sustentada en su libertad. La libertad
ontológica, es su centro espiritual. La propiedad fundamental de un ser espiritual es su
independencia, libertad o autonomía esencial.
No es posible sustituir el lugar central que ocupa la persona dentro del derecho para
ubicar al patrimonio. No cabe duda que debemos proteger al patrimonio, pero esta
protección debe efectuarse en tanto el patrimonio es instrumento indispensable para
que el hombre pueda realizarse como persona mas no se le puede considerar como fin
en sí mismo.
1. Daño Psicosomático
Cabe hacer una distinción entre la lesión sufrida, considerada en sí misma, y las
consecuencias que la lesión produce en la existencia, es decir, las repercusiones
que ella origina en el bienestar o salud de la víctima.
A la lesión estimada en sí misma se le conoce como daño-evento (Daño Biológico) y a
sus efectos como daño-consecuencia (Daño a la Salud).
Los baremos, por lo general, no son de aplicación obligatoria sino únicamente tienen
una función referencial. Han sido creadas con el propósito de lograr, con el tiempo,
una jurisprudencia uniforme en sus respectivos países. El juez atendiendo a las
circunstancias del caso, puede elevar o disminuir la suma indemnizable dentro de un
margen justificado y razonable. Se lograría así una flexibilidad dentro de la
uniformidad. Por ello el baremo no es de aplicación obligatoria de parte de los jueces
sino que es meramente indicativo
El artículo 1985 el deber de reparar el daño a la persona sin limitación alguna y con la
mayor amplitud (indemnización).
La indemnización comprende, aparte del daño emergente y del lucro cesante, el daño
a la persona y el daño moral.
Daño al proyecto de vida como una de las expresiones más importante de lo que al
daño a la persona se refiere.