Oración a la Reina Del Cielo para que nos haga vivir en la
Divina Voluntad
Reina Inmaculada, Celestial Madre mía,
vengo a tu regazo materno para abandonarme, como tu querida(o) hija(o) entre tus brazos y para pedirte con mis más ardientes suspiros la más grande gracia: que me admitas a vivir en el Reino de la Divina Voluntad.
Madre Santa, tú que eres la Reina de este Reino, admíteme a vivir en él como hija(o) tuya(o), para que ya no esté desierto sino poblado de hijos tuyos.
Por eso, Reina Soberana
en ti confío para que guíes mis pasos en el Reino de la Divina Voluntad, y estrechada(o) a tu mano materna guiarás todo mi ser para que viva siempre en Divina Voluntad.
Tú serás mi Madre y como a Madre mía
te confío mi voluntad, para que la cambies por la Divina y así pueda estar segura de no salir de tu Reino. Por eso, te ruego que me ilumines para hacerme comprender que es lo que significa “Voluntad de Dios”.
“Ave María...”
Propósito del mes: En la mañana, al medio día y
en la noche, o sea, tres veces al día, apoyarse sobre las rodillas de nuestra Madre Celestial y decirle:
Madre mía, te amo y tú ámame, hazle probar un
poco de Voluntad de Dios a mi alma y dame tu bendición, para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada, guía y protección materna. Te consagro todo mi ser en Divina Voluntad. Amén Oración Final Ofrenda de la propia voluntad humana a la Reina Del Cielo
Dulcísima Madre mía, heme aquí postrada ante tu
trono: soy tu hija el más pequeña; quiero ofrecerte todo mi amor filial y cual hija tuya, quiero reunir todos los sacrificios, las invocaciones, las promesas que tantas veces he hecho de nunca más volver mi voluntad, y formando ellos una corona, quiero ponerla en tu regazo materno, como prueba de mi amor y de mi agradecimiento hacia Ti, que eres mi Madre.
Pero esto no me basta; quiero que la tomes en tus manos
como señal de que aceptas mi regalo y que al contacto de tus dedos maternos me la conviertas en tantos soles, al menos por cuantas veces he querido hacer la Divina Voluntad en cada uno de mis pequeños actos.
Ah, sí, Madre y Reina mía, esta hija tuya quiere
ofrecerte un homenaje de luz y de soles radiantes... Sé que Tú ya posees tantos de estos soles, pero no son los soles de esta hija tuya, por eso quiero darte los míos para decirte que Te amo, y para hacer que tú me ames.
Mamá Santa, Tú me sonríes y con toda bondad aceptas
mi regalo, y yo de corazón Te doy las gracias; pero…quisiera decirte tantas cosas. Quiero encerrar en tu Corazón materno; en dónde está mi refugio; mis penas y mis temores, mis debilidades y todo mi ser; quiero consagrarte mi voluntad.
Sí, oh Madre mía, acéptala; haz de ella un triunfo de la
Gracia y un campo en el que la Divina Voluntad extienda su Reino. Mi Voluntad, consagrada a Ti, nos hará inseparables y nos tendrá en una unión continua; las puertas del Cielo no se cerrarán para mí, porque habiéndote consagrado mi voluntad, me darás en cambio a la tuya. De manera que tú vendrás a estar con tu hija a la tierra o yo me iré a vivir contigo al cielo. ¡Oh, qué feliz seré!
Escucha, queridísima Madre mía, para hacer aún más
solemne la consagración de mi voluntad a Ti, llama a la Trinidad Sacrosanta, a todos los Ángeles y Santos, y en la presencia de todos, declaro, con juramento, que hago solemne consagración de mi voluntad a mi Madre Celestial.
Y ahora Reina Soberana, como cumplimiento de esta
consagración, te pido, para mí y para todos, tu santa bendición. Descienda ésta como celestial rocío sobre los pecadores y los convierta; sobre los afligidos y los consuele; sobre el mundo entero y lo transforme al bien; sobre las almas del purgatorio y extinga en ellas el fuego que las quema. Tu bendición materna sea prenda de eterna salvación para todas las almas. Así sea.