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Recuérdame

y yo te recordaré

Mattos Rios
Carla Karina Castillo Revilla
Elizabeth Silvia Concha Quipe
Carmen Teresa Arteaga Quilca
María Antonieta Retamoso Barberena
Nibia Nelina Torres Yauri
Melina Marisol del Carpio Heredia
Evelin Coraly Cárdenas Montes
Evelina Silvia Mamani Tito
Silvia Elena Maquerhua Carpio
Lizeth Rosmery Dongo Salinas
Rommel Castillo Guillén
Recuérdame y yo te recordaré
Derechos Reservados de esta edición 2018

AUTORES
© Rodolfo Antonio Mattos Rios
© Carla Karina Castillo Revilla
© Elizabeth Silvia Concha Quipe
© Carmen Teresa Arteaga Quilca
© María Antonieta Retamoso Barberena
© Nibia Nelina Torres Yauri
© Melina Marisol del Carpio Heredia
© Evelin Coraly Cárdenas Montes
© Evelina Silvia Mamani Tito
© Silvia Elena Maquerhua Carpio
© Lizeth Rosmery Dongo Salinas
© Rommel Castillo Guillén

Diseño de portada: Mattos Rios


Foto de portada: Sara Mattos Rios
Foto de contraportada (Barrio de Lucero, Madrid): Nadielka Alcione Mendoza
Edición de interiores: Carlos Valenzuela
Revisión de textos: Carlos Valenzuela

Primera edición, Arequipa, diciembre de 2018

Tiraje: 1000 ejemplares

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N°: 2018-17639


ISBN: 978-612-00-3891-8
Se terminó de imprimir en diciembre de 2018.
Talleres PubliCont – La Recoleta N°130 - Arequipa
Impreso en la República Independiente de Arequipa
Índice
Fraile Carlos Rodríguez Lineras
Prólogo………………………………………………………. 07
Mattos Rios
Recuérdame y yo te recodaré………………………………. 09
Carla Karina Castillo Revilla
Poema de una verdad oculta……………………………….. 56
Carla Karina Castillo Revilla
Si algún día………………………………………………….. 58
Elizabeth Silvia Concha Quipe
Entre nosotros………………………………………………. 59
Carmen Teresa Arteaga Quilca
El pasado……………………………………………………. 61
María Antonieta Retamoso Barberena
De la mano de mi mamá…………………………………… 62
María Antonieta Retamoso Barberena
Hoy voy a la escuela………………………………………... 63
María Antonieta Retamoso Barberena
A mi escuela………………………………………………… 64
Nibia Nelina Torres Yauri
No sé por qué……………………………………………….. 65
Melina Marisol del Carpio Heredia
Me enseñaste……………………………………………….. 66
Evelin Coraly Cárdenas Montes
Me imagino…………………………………………………. 67
Evelina Silvia Mamani Tito
Amor lejano…………………………………………………. 68
Silvia Elena Maquerhua Carpio
El tiempo pasa……………………………………………… 69
Lizeth Rosmery Dongo Salinas
El corazón…………………………………………………… 71
Rommel Castillo Guillén
De qué manera……………………………………………… 72
07

PRÓLOGO

El universo es vida y la vida es un misterio.


El universo es un engranaje de armonía y la vida discurre dentro
de este engranaje armónico, mientras la naturaleza sigue su curso. El
Hacedor de todo, nuestro Padre Dios, lo ha creado todo bello,
hermoso.
El hombre ha recibido el gran regalo de la vida al ser parte de
este universo lleno de armonía y belleza. Él es parte de este todo y
tiene inteligencia, capacidad y libertad para encontrar su lugar concreto
en este universo común.
El hombre se asombra ante tanta belleza y armonía, y disfruta el
discurrir de su vida como una pequeña parte de este bello y armonioso
engranaje. Cada hombre, cada persona que viene al mundo, tiene un
lugar propio dentro del devenir de la vida, su vida. Encontrar su
propio lugar hace que el hombre se desarrolle y sea feliz,
contribuyendo así a que esta bella armonía del universo, de la vida,
continúe llenando de alegría y belleza el corazón de toda la sociedad,
de todo el universo. Dios vela por ello.
En medio de este universo, Mary crece feliz, se asombra
mientras crece ilusionada disfrutando de esta vida bella y armoniosa.
Pero de repente la armonía se rompe y desaparece. Su vida queda
truncada. El dolor oscurece su alma y las sombras la rodean.
El hombre, con su libertad y egoísmo, ha escogido hacer saltar
este bello engranaje de armonía de la vida. Y esta des-armonía hace
sufrir y esclaviza a sus hermanos; interrumpe el devenir de la
naturaleza, y la vida se llena de injusticia y dolor. El curso natural de la
vida ya no fluye con armonía y la vida de Mary se convierte en un
tormento.
08

¿Qué hacer?
En su desesperación, Mary solamente ve una salida: unirse al
egoísmo que le ha destrozado la vida y “usar” al otro como ella es
usada.
Mary cae hasta lo más profundo del abismo. Y allí, en la mayor
desesperación, descubre que Dios Padre nunca la ha abandonado. Ella,
en su dolor, descubre al otro que también sufre como ella; se mira en
el dolor del otro y se descubre a sí misma.
Y aquí vuelve a encontrar su lugar en el engranaje de la vida. El
lugar concreto donde Dios la había colocado desde el principio. Mary
encuentra su vocación en este bello universo.
Y la armonía vuelve a su vida.
Mary vuelve a asombrarse ante tanta belleza y, con la vivencia de
su dolor, es capaz de comprender el dolor de los otros; es capaz de
tender la mano a quienes también, en su desesperación, han caído
hasta el fondo del abismo.
Mary comprende que solamente cuando el hombre encuentra su
razón de ser como parte de la vida del universo, su vida discurre en
armonía y llena a todos de felicidad y belleza.

Fraile Carlos Rodríguez Lineras OP.


Fraile dominico de la Provincia Española
MATTOS RIOS

RECUÉRDAME Y YO TE RECODARÉ

DEDICO ESTA OBRA A:

Muy especialmente a mi hermana Sour María Sara Mattos Rios, por su


inmensa vocación desde temprana edad.

Muy afectuosamente a Maritza Ivette Márquez Zeballos, una mujer que


supo salir adelante. Mi admiración y respeto.

A Fiorela Analiz Zuniga Barrientos, en agradecimiento y, sobre todo, por la


paciencia que tuvo al leer mi relato y darme su opinión.
10

Aunque pase por el más oscuro de los valles,


no temeré peligro alguno,
porque tú, Señor, estás conmigo;
tu vara y tu bastón me inspiran confianza.
Salmos 23, 4

Despierta, todo se irradia en el día; en el dormitorio todo es


tristeza, como si no existiera vida. Todo parece ser malo. La
angustia que se vive es enorme; ella abre sus ojos y mira primero
lo que siempre tiene que mirar: la ventana por donde penetra el
sol, cálido para un alma fría y triste. Nada tiene sentido. Ella ha
perdido la autoestima, pero no le importa (aunque se dice que es
lo más importante que tiene una persona en su interior). Toda
meta que tuvo ya no le interesa, menos algún objetivo por el cual
superarse.
Se levanta y quisiera que cada hermoso día que ve pasar por
la ventana no termine nunca, pero eso no es posible, ya que en la
noche su tortura y pesadilla se acerca. Cada noche tiene que estar
en el bar Woodstock, en donde no solo venden bebidas sin
alcohol, sino también pisco, ron, whisky, etcétera, junto a ciertas
damas que ofrecen sus delicadas caricias y un fingido amor a
quien pueda pagar.
La vida de ella era triste: una muchacha muy hermosa con
nombre de santa, Mary. Su vida había sido frustrante, pues desde
que su madre la esperaba en el vientre, su padre no la deseaba;
11

en alguna ocasión él deseó que su madre abortara, pero esta se


rehusó. Cuando llegó el momento del alumbramiento, los
dolores eran intensos y, al parecer, había posibilidades de que se
complique. La vecina de al lado se ofreció para asistirle en el
parto, ya que tenía mucha experiencia en cuanto a nacimientos;
por sus manos pasaron muchos recién nacidos. Luego de
muchas complicaciones, nació una niña muy hermosa con el
cabello castaño.
La madre empezó a tener un sangrado que no se podía
controlar; se sentía ya muy débil. Sin embargo, eso no le importó
y solicitó que le dieran a su hija para que pueda verla y mecerla
en sus brazos. Al verla, le dijo cuánto la quería y amaba,
derramando unas lágrimas que caían de sus débiles ojos. Allí dio
el último suspiro de vida.
Su padre, al ver lo ocurrido, se conmovió y decidió
acercarse para ver a su primera hija, sin imaginarse que ella sería
su única hija en toda su vida. Al escucharla llorar,
repentinamente nació un sentimiento hacia su primogénita, que
aún yacía en el regazo de su madre ya muerta. La tomó entre sus
brazos y comenzó a sollozar.
En la ventana se veía pasar rápidamente 14 primaveras. La
niña iba creciendo, al igual que la tristeza que su padre sentía por
la partida de su compañera. El amor de padre creció en él, pero
la presencia de la niña no reemplazaba a su esposa. Todos los
días su padre se levantaba muy temprano para ir a trabajar como
obrero en una fábrica de embutidos, en donde ganaba muy
poco. Tenían muchas necesidades y solo una mesa que
funcionaba como comedor y pupitre; allí Mary hacía la tarea. No
tenían a ningún familiar en el mundo.
12

Una mañana como tantas otras, el padre de Mary no salió de


su rústico dormitorio. “¿Por qué no ha despertado todavía
papá?”, se pregunta ella a sí misma. Se dirige a despertarlo con
dulzura y carisma. Abre la puerta de forma precavida para no
sobresaltarlo. Observa la cama, pero no encuentra señales de
que alguien hubiera pasado la noche allí. Fija su vista en una
mecedora vieja, que está dirigida hacia la ventana. Allí se
encontraba él, las rotas cortinas ondeaban por el paso del aire
fresco que enfriaba cada vez más el cuerpo del hombre. Mary se
acercó donde su padre para darle un abrazo, pero su cuerpo
estaba inerte y frío; ella lo sacudía, pero era en vano. La muerte
ya lo había capturado. En sus muslos se encontraba una hoja, en
cuyo reverso había escrito algo. Mary la vio, la tomó entre sus
dedos y la leyó, poco a poco iban cayendo cristalinas gotas de
sus ojos:
Querida hija Mary: Te quiero mucho, te pido
perdón cuando deseé que no nacieras, cuán
arrepentido estoy de aquello. Cuando te tomé por
primera vez en mis brazos, nació un sentimiento
tan hermoso dentro de mí, que no podía expresar
en ese momento hacia ti. Pero ahora me doy cuenta
que ese sentimiento tan grande era el amor de un
padre hacia una hija, que es lo más bello que hay en
la vida.
No puedo vivir más sin estar al lado de tu madre,
que es lo más hermoso que he tenido. Ahora estaré
junto a ella.
Te quiero mucho, niñita de mi corazón.
Tu papá, que te ama.
13

Al terminar de leer la carta, abrazó muy fuerte el cuerpo ya


sin vida de su padre y lloró como nunca antes lo había hecho.
Envolvió a su padre con su sábana color rosa, caminó hacia el
patio, y, tras cuatro horas de arduo trabajo en el suelo
pedregoso, logró cavar una fosa. Con mucho esfuerzo, jaló el
cuerpo de su padre hacia el agujero. Lo acomodó y le dio un
beso en la frente. Temblando y con las manos dañadas, empezó
a sepultar a su progenitor.
Ahora se encontraba sola, sin que nadie la acoja; el alquiler
de la casa se vencía y no tenía dinero para pagar. No sabía qué
hacer. Observó por un momento toda la casa: no había nada de
valor. Salió desesperadamente sin rumbo alguno. Calle tras calle,
llegó a un lugar silencioso en donde no existía ni el ladrido de un
perro. No se detuvo y siguió avanzando. Sin darse cuenta, se
encontraba delante de una pendiente muy onda. Le llamó mucho
la atención y decidió ponerse al filo de esta. Se puso a pensar
sobre su vida, llegando a la conclusión de que no tenía sentido
vivir en un mundo de constantes desgracias.
Empezó a acercarse a su fin. Al dar un paso más, su vista se
nubló y cayó desmayada.
Al despertar, vio a un muchacho muy bien parecido, sentado
a su lado, cuidándola.
—¿Dónde estoy?
—Cálmate, descansa… suerte que te agarré a tiempo; si no,
hubieras caído al abismo y habrías muerto. Ahora estás aquí
conmigo, sana y salva.
14

Con algo de timidez respondió:


—Te agradezco por haberme salvado de lo que iba a hacer,
¿podría… saber cómo te llamas?
—Sí, mi nombre es Robert, y ¿yo podría saber cuál es el
tuyo si no es tanta indiscreción?
—No es ninguna indiscreción. Mi nombre es Mary. Mucho
gusto, Robert.
—Mucho gusto, Mary. Qué… bella y hermosa eres y más
aún cuando sonríes.
Ella se sonrojó un poco, luego dijo:
—Gracias, Robert, por el cumplido…
—No es ningún cumplido, solo digo la verdad.
Ya estaba oscureciendo y Robert le preguntó:
—¿Tienes algún lugar a donde ir o quedarte?
—No, mis padres murieron y ese es el motivo por el cual
yo deseaba terminar con mi vida de una vez por todas, pero
ahora que me has salvado, mi vida tiene un significado. Es una
señal para seguir viviendo.
—Te ofrezco mi humilde casa para que te puedas quedar.
No me incomodaría para nada tener una compañía, ya que vivo
solo.
—Muchas gracias por todo. Sin conocerme, me abres las
puertas de tu casa, eres un hombre muy valioso.
—Ja, ja, ja. Gracias por el cumplido.
15

Cuando llegaron a la casa, Robert dijo: “Ahora a dormir”.


Mary ocupó la única cama.
—¿Tú dónde dormirás si yo estoy utilizando ahora tu
cama?
—Voy a dormir en el sofá.
Aquel sofá apenas podía soportar a una persona, por sus
débiles resortes y su dañada cubierta. Pero igual servía para
reposar el cuerpo.
Al amanecer, Robert salió muy temprano. Mary despertó y
vio que él no se encontraba. Se levantó y se puso sus calzados;
empezó a inspeccionar la casa; se dirigió a una pequeña puerta
de madera rústica: era la cocina, una simple cocina con una que
otra olla y vajilla gastada. A continuación, observa una puerta de
metal, logra abrirla con algo de timidez; esta conduce a la calle.
Presurosa la cierra. Con recelo, decide quedarse sentada sobre la
cama y esperar a que Robert regrese.
La cama era sencilla; al lado de esta se encontraba el sofá, al
frente se ubicaba una mesa con unas tres sillas de madera, todo
indicaba que era el comedor. La pequeña vivienda se dividía en
una pequeña cocina, otro ambiente mediano que servía de
dormitorio y a la vez de comedor, y un baño al lado derecho de
la cocina. Él tenía un lugar donde pasar la noche, en cambio ella
no.
Trascurrió una hora, y Robert regresó a la casa.
—¡Hola, Mary! ¿Cómo estás?
—Bien, gracias.
—Traje algo para desayunar.
16

Había comprado leche, huevos y algunas frutas.


Él, muy cortésmente, la invitó a sentarse. Ella se acercó y
cuidadosamente se sentó, comenzó a comer con un poco de
timidez. Todo el momento que estuvieron desayunando, no
intercambiaron palabra alguna. Al finalizar el desayuno, él se
dirigió a Mary.
—Eres muy hermosa y tierna.
Ella se puso nerviosa y se sonrojó.
17

II

Ella se quedó un tiempo viviendo con Robert. La misma


modalidad que el primer día. Él dormía en el sofá y Mary en la
cama. Se sentía un poco incómoda al verlo dormir en el sofá,
pero así trascurrieron muchas semanas. Sin darse cuenta, ella
comenzó a sentir un afecto muy especial por el muchacho. A
veces pensaba que solo era gratitud, luego se dio cuenta de que
por su trato, amabilidad y ternura, poco a poco se convertía en
un sentimiento más profundo. Las palabras no podrían expresar
lo que había dentro de ella.
Se puso a meditar mucho sobre sus sentimientos, para
poder definir bien lo que sentía. Tenía una sensación muy
hermosa dentro de ella, más allá de la gratitud. Al parecer,
Robert sentía lo mismo por ella, pero ninguno de los dos daba
una señal de sus sentimientos.
El sábado en la tarde, cuando ambos estaban sentados a la
mesa contándose uno al otro sus bajas y altas en la vida, Mary de
repente sintió un deseo enorme de besar a Robert, quería sentir
sus labios sobre los suyos, pero no se atrevía, tal vez le daba
miedo que la rechace y eso no lo soportaría. Él percibió por un
momento aquella sensación de Mary. Al toque de dos latidos, él
se acercó un poco más a su lado y, tomándole de la mano, sus
labios se unieron. Ambos disfrutaban de una felicidad
espontánea. Para ella, fue la más hermosa y dulce pasión; no
deseaba que sus labios se separen.
Pero los labios se separan y Robert se dirige hacia ella:
—¡Mary, te amo! ¿Quieres ser mi enamorada?
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Ella, con una alegría que se dibuja en su rostro y con un


brillo en sus ojos y la respiración entrecortada, responde:
—Sí, ¡te amo!
Nuevamente sus labios se entrelazan. La nueva pareja se
había integrado al mundo del amor adolescente; eran tan felices
como toda pareja que recién se une.
Pasaron algunos meses, pero para la nueva pareja eran
como días los meses.
Un viernes, Robert salió de trabajar de un restaurante
lujoso, en el cual se hacía pasar por mayor de edad; sin embargo,
solo tenía 17 años. Se desempeñaba como mozo, no ganaba
mucho, pero eso le bastaba para mantener a Mary. Al llegar a
casa, Mary lo abrazó y besó.
Él trajo como regalo en su mano izquierda una rosa y, con
un movimiento suave, se la entregó. Ella jamás había recibido un
detalle así. Se emocionaba mucho y lo besaba con mucha pasión.
De beso en beso incitó a Robert a otra sensación más profunda.
De caricia en caricia, ambos se entregaron al amor y la pasión.
Era su primer amor.
Ella no se arrepintió de lo que hizo, pero tenía algo de
miedo a que esto conlleve a una responsabilidad mayor, y se
repita lo mismo que su padre pensó al saber que su madre estaba
embarazada.
Una mañana de las tantas, ella se encontraba triste, porque
no estaba Robert a su lado, ya que se encontraba trabajando: su
horario era muy agotador, su hora de ingreso era a las 8 de la
mañana, pero su hora de salida era incierta. Mary se aburría en la
19

casa, no había nadie con quien conversar. Decidió entonces salir


en la tarde a caminar por la zona. Paso a paso llegó a una
esquina donde se ubicaba una pequeña tienda donde compró
una gaseosa, que bebió al instante. Continuó su camino, cuando
de pronto, a lo lejos, visualizó a Robert acompañado de otra
persona, pero ella no estaba aún segura de lo que veía. Se fue
acercando poco a poco, hasta poder ver bien. Gran sorpresa se
dio, era él besándose con otra mujer; el corazón de ella se
destrozó completamente. No podía soportar una traición y
menos una pérdida más de un ser querido. Lo único que pudo
hacer es huir despavorida de aquel lugar, sin saber nuevamente a
dónde ir ni cómo mantenerse, ya que dependía económicamente
de él. Corría y corría, mientras las lágrimas caían.
Sollozaba por alguien que no valía la pena. Poco a poco fue
dejando de correr, y comenzó a caminar, hasta llegar a un sitio
desconocido, donde había mujeres pícaras y muy hermosas que
lucían pequeños vestidos escotados, con la mano derecha
sostenían un cigarro y había varios varones a su lado besándolas,
tocándolas, golpeándolas y haciéndoles actos desagradables que
una verdadera mujer no debería soportar. Mary siguió su
camino, observando ese paisaje nefasto.
De pronto, vino la desgracia: se acercó una mujer muy
atractiva, que tenía más o menos 25 años, se dirigió hacia ella:
—Niña, ¿qué tienes? ¿Estás bien? ¿No deseas entrar a este
bar? Sígueme…
Mary la siguió sin responder nada. El temor invadía todo su
ser. Al entrar al bar de nombre muy peculiar, Woodstock, cuyo
interior era similar al exterior, ya que se encontraban mujeres
que daban “servicios especiales” a hombres exigentes y no tan
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exigentes, como también espectáculos obscenos. La mujer la


condujo hasta una puerta en donde se podía leer “Privado”. Ella
desconocía aquel lugar, pero, al entrar, pudo ver a un hombre
muy elegante sentado cómodamente. Todo indicaba que era el
administrador, calculó que podría tener unos 37 años, pero ese
dato no era tan importante. Al ver a Mary, se quedó muy
deslumbrado y algo pensativo. Hubo un momento de silencio.
—¿De dónde salió esta niña tan hermosa, Laura?
—La vi afuera, caminado sin rumbo alguno y decidí traerla
aquí, Marc, tú sabrás lo que haces con ella.
—Sí, déjala y retírate, Laura —Haciendo una seña con la
mano para que se vaya.
Laura, con una seriedad y tal vez con un poco de enojo
mezclado con ironía, preguntó: “¿No hay un ‘Gracias, Laura’?”.
—¡Ya! Gracias, retírate por favor.
Se quedaron los dos solos en la oficina. Marc se acercó
muy lentamente donde Mary y le preguntó:
—¿Cómo te llamas, niña?
A ella no le gustaba que le digan niña, pues ya no lo era;
tenía 16 años.
—Ma... Mary…
—¡Mucho gusto, Mary! Yo soy Marc.
—Mucho gusto, señor Marc…
—¡Oh! Ja, ja, ja, no me digas señor Marc, solo llámame
Marc, pues me siento de más edad cuando me dicen “señor”.
—Está bien, Marc…
21

—¿Qué estabas haciendo afuera, Mary, y todavía sola?


Estos lugares son muy peligrosos para ti.
—Nada, solo buscaba un lugar muy lejos de donde estuve.
Quiero olvidar lo que viví, ya no me importa la vida, no tengo a
dónde ir, estoy sola en el mundo…
—Ahhh… ¿No quisieras quedarte aquí, para que trabajes?
—La miró maliciosamente.
—Sí, pero de qué trabajaría aquí; no sé hacer nada —
replicó Mary con lágrimas en sus ojos, y con la cabeza agachada.
—No llores, Mary, puedes aprender, todos pueden
aprender cualquier cosa —dijo Marc al tiempo que la abrazaba y
le tocaba con una mano la cabeza y con la otra uno de sus
muslos.
Ella, al sentir la mano de él sobre su muslo, decidió
terminar rápidamente con ese desagradable abrazo.
La reacción de ella no fue bien recibida por él, y le dijo:
“¡Qué pasa, Mary!, te estoy consolando de tu sufrimiento”. Lo
pronunció con una seriedad en el rostro.
—Me puedo consolar yo sola…
—Creo que necesitas descansar para que estés de otro
ánimo mañana —Diciendo esto, Marc llamó a Laura para que se
la lleve a un dormitorio para que descanse.
Al día siguiente Mary se levanta y se dirige hacia la oficina
de Marc; al llegar, con un poco de timidez toca la puerta.
—¿Quién? —se escucha del interior de la oficina.
—Soy Mary…
22

—Adelante, Mary.
—¡Buenos días, Marc!
—Ahhh, buenos días, Mary. ¿Cómo has amanecido?
—Bien, gracias.
—Por supuesto, con un buen ánimo.
—Si no es tanta indiscreción, de qué voy a trabajar aquí…
—Mmmm, ¿ya quieres trabajar?
—Sí, no deseo depender económicamente de nadie, no
deseo ser una mantenida…
—Ah, pero primero tienes que sabes a qué me dedico yo y
las mujeres que trabajan para mí. ¿No te lo imaginas, Mary?
En sus ojos se reflejaban la codicia y la lujuria.
Ella ya se imaginaba el tipo de trabajo que iba a hacer, pero
no le quedaba otra opción más que aceptar, ya que no sabía
hacer nada; aunque sufría mucho en su interior, con algo de
recelo le dijo: “Creo que sí”.
—Mary, tú sabes que en esta vida para poder sobrevivir hay
que hacer cualquier cosa para lograr obtener dinero.
¿Comprendes o no? —Él se movía de un lado a otro.
—¡Sí!, lo entiendo, ya no me queda otra cosa más por qué
ser alguien de bien, solo sobrevivir como sea a esta vida
miserable e injusta.
—Muy bien, el trabajo que te daré al principio será difícil,
pero como vayas viendo cuánto dinero ganes y me hagas ganar,
te gustará mucho y ya no se te hará difícil. Todo al principio es
difícil, pero luego uno se acostumbra y se le hace fácil. Es tan
sencillo como lo digo.
23

—Está bien…
—Mary, en la noche te explicaré bien todo lo que vas a
hacer. Ahora ve a descansar, ya que será muy agotador —
expresando aquello, Marc abrió la puerta para que ella se retire a
descansar.
24

III

Al llegar la noche, Mary se encontraba en el dormitorio


donde la ubicaron. Se sentía muy desanimada, su autoestima se
vino abajo. La depresión le ganaba cada vez que recordaba la
traición de Robert. Su objetivo era ahora no depender de nadie.
Alguien toca la puerta del dormitorio.
—¿Quién?
—Mary, soy yo, Laura, vengo a maquillarte y a vestirte.
—Puedes pasar, Laura.
—¡Hola, Mary! ¿Estás lista? —dijo con una voz amable.
Ella dejó que las manos de Laura hagan su trabajo y la
transformen en una bella dama de la noche.
Durante el proceso, con una voz angustiosa, Mary
preguntó, no sin sentir que decía obviedades, pero aun así
inevitables:
—¿Al principio es difícil este trabajo?
—Sí —respondió Laura—. Yo también pasé por esto: no
tenía dinero para sobrevivir y conocí a Marc. Él me puso a
“trabajar” aquí. Ahora ya me he acostumbrado. Gano muy bien,
no me falta nada.
—¿Cómo haces para no sentir repulsión con cada hombre
que estás?
—Solo pienso en el dinero que voy a ganar.
—¿Solo piensas en eso?
25

Siguieron las interrogaciones curiosas y mientras Laura la


maquillaba y arreglaba por fuera, por dentro Mary sentía que la
tristeza se iba dibujando en su angelical rostro con cada pasada
de rubor.
Finalizado el maquillaje, se embutió en un vestido de color
rojo brillante, con una abertura en el lado derecho de la pierna.
Este cambio hizo que Mary aparente una edad mayor: ya no
parecía la adolescente de 16 años que en realidad era. Laura la
llevó adonde Marc, para que este diera su aprobación.
Marc, al verla, no pudo creer lo que veían sus ojos: Mary
estaba tan hermosa con el cabello suelto y con el maquillaje que
resaltaba más su belleza. Dentro de sí mismo se dijo: “Mary me
hará ganar mucho dinero, todos desearán estar con ella y
pagarán muy bien”.
—Marc, ¿qué te parece Mary?
—Ahhh... ¡Muy bien! Ya sabes, llévala para que le enseñes y
que empiece a trabajar.
Las dos se retiraron, cerrando lentamente la puerta de la
oficina.
Durante el pequeño trayecto hacia “el lugar de trabajo”,
Laura le preguntó a Mary: “¿Te sientes nerviosa y con algo de
miedo?”.
—Sí… algo, pero eso ya no me importa —habló con un
tono de voz que reflejaba un poco de seguridad y soberbia.
De palabra en palabra se formó una conversación amena,
se inició allí una amistad que duraría más allá de su vida terrenal.
La plática terminó cuando llegaron a la mesa del bar para
26

“trabajar”. Había mujeres que laboraban para mantener a un


hijo, a una familia o simplemente porque no aceptaban la
pobreza. El dinero te hace como una marioneta. Todas veían a
Mary y recordaban su primer día de labor; algunas le tuvieron
lástima, pero al menos una tuvo que derramar unas lágrimas, ya
que el reflejo de su yo estaba delante de todas ellas.
Pasaron algunos minutos y un hombre de clase media, con
algo de elegancia, aunque toda apariencia engaña, se acercó a
ella, la observó y con un tono de voz un poco alta exclamó:
“¡Qué hermosa eres!”.
Con temor, solo pudo atinar a decir: “Gracias por el
cumplido”. Laura, en el oído, le susurró: “Tienes trabajo,
relájate, piensa que vas a ganar mucho dinero fácilmente.
¡Disfrútalo!”. Mary, con temor, se retira con aquel hombre.
Se fueron hacia un dormitorio que se ubicaba en el
segundo piso del bar. Al entrar, Mary no sabía qué hacer, ya que
Laura no le había indicado nada; temblaba, el miedo y el asco se
apoderaban de ella.
El hombre empezó a besarla y recostarla en la cama,
quitándole el vestido sin ninguna delicadeza, acariciando todo su
cuerpo y haciéndola su mujer. Por su rostro se deslizaban
muchas lágrimas, sentía un desagrado espantoso. Al terminar, el
hombre se vistió y le pagó a Mary por sus servicios; enseguida se
retiró. Ella sollozaba por lo que hizo, se despreciaba a sí misma.
Laura subió al dormitorio para consolarla.
Con los pesados días, Mary se acostumbró a esa vida, como
tantas otras antes que ella. En la vida, como regla general, hay
que acostumbrarse a todo. Con los meses, se había convertido
27

en una mujer fría y déspota, que solo pensaba en el dinero que


iba a ganar con cada hombre con el que estuviera y al que
complacía hasta el éxtasis. Muchos la llegaron a preferir, pocos la
ignoraban al entrar y hasta para algunos era todo un lujo decir
que pudieron poseerla por una hora. Era la consentida del bar
Woodstock.
28

IV

El cielo se va tiñendo de un azul oscuro, ya el final de la


hora celeste se acerca. Las mariposas de la noche se alistan y el
bar está a punto de abrir sus puertas a todo hombre que desee
beber o estar con una mariposa; los visitantes son jóvenes y
adultos.
Muchos jóvenes van varias veces al bar para experimentar
con alguna bella mariposa de la noche. Uno de estos muchachos
era Jack, un chico adinerado, que tenía lujos y comodidades que
sus padres le dejaron. Observa la entrada del bar y fija su mirada
en Mary, su belleza lo deslumbra. Se acerca y le dice:
—¡Qué hermosa eres!
—Todos me dicen lo mismo —responde ella con frialdad.
—¿Cuál es tu nombre?
—Mary. ¡Qué!, ¿has venido solo a decirme lo hermosa que
soy y cuál es mi nombre?
—Nooo…, no te alteres, he venido a buscar una mujer
como tú.
—Entonces vámonos…
Se dirigieron a una habitación del segundo piso, como lo
hacen todas las mariposas al tener un cliente. Ya dentro, ella se
comienza a desnudar, pero Jack se acerca y le interroga: “¿Por
qué la prisa? Poco a poco, un poco más lento”. La empieza a
besar lentamente, quitándole la ropa con mucha calma y
disfrutando los atributos que Dios le había dado a ella.
Al acabar, ella se fue a seguir atrayendo a más clientes.
29

El joven venía constantemente al bar para estar con Mary.


Sin darse cuenta, se empezó a enamorar de ella; era un amor
platónico que podía dejar de serlo.
Mary se percató de que Jack sentía algo muy especial por
ella, pero eso no era de su interés, ya que el trato duro y la
situación habían matado su yo angelical.
Él no se atrevía a decirle lo que sentía por ella, tenía temor
al rechazo, pero todo en esta vida se sabe. Uno de los tantos días
que fue, se decidió a proclamar su amor. Se acercó a ella y le
dijo:
—¡Mary! ¡Mary!
—¿Qué deseas, Jack?
—Quisiera hablar contigo.
—¿No ves que estoy trabajando?
—Sí, pero… es muy importante.
—¡Ya! ¡Está bien! Vamos a ese lugar —Apuntado con su
mano hacia una puerta que conducía a una antesala, entraron y
ella cerró la puerta—. Ahora qué es lo importante que me tienes
que decir.
Los nervios y la timidez estaban presentes, pero eso no le
impidió su propósito:
—¡Mary, te amo! Estoy enamorado de ti y no dejo de
pensar noche y día en ti. Deseo estar contigo, quiero pedirte que
te cases conmigo y que formemos una familia. No te va a faltar
nada, vivirás como una princesa a mi lado, te amaré por siempre.
—¡Qué tonterías estás diciendo! ¿Enamorarse de mí? ¡Por
favor! Para nosotras, las mujeres con este trabajo, el
30

enamoramiento es “perder tiempo y dinero”. Escucha muy bien,


Jack —enfatizó Mary.
—No son tonterías, Mary. Todo lo que te digo es cierto —
confrontó Jack con mucha angustia.
—¿Cómo te puedes enamorar de mí, una mujer con esta
vida miserable y deshonesta?
—No me importa la vida que tengas, solo me importa lo
que serás mañana si me aceptas y nos casamos. ¡Te lo suplico,
Mary!, deja este trabajo y vámonos muy lejos de aquí.
—¡No entiendes! Soy una mujer de mala reputación, estoy
cada noche con diferentes caballeros. ¿No puedes entender eso?
No te puedes enamorar de mí. Adiós.
Ella se retira, dejando a Jack solo con su decepción
amorosa. No sería ni el primero ni el último hombre en ser
rechazado por una mariposa de la noche. Las paredes, las mesas
y todo a su alrededor son testigos de muchas desilusiones
amorosas.
Jack se sintió deprimido, en aquel momento pensó que era
el hombre más desafortunado del mundo; le invadía en el
corazón la impotencia de no poder hacer nada para convencer a
Mary.
Ella se sigue alejando, hasta llegar donde Laura, a la cual le
cuenta lo sucedido.
—Acepta la propuesta que te hizo Jack, pues. Las
oportunidades solo se dan una sola vez en la vida. Deja este
trabajo humillante, ten una familia y sé feliz.
—No creo en el amor desde el día que vi a Robert con
otra. Todos los hombres son iguales.
31

—No pienses así, Mary. Cada persona es diferente. Jack es


diferente.
Hubo un silencio entre ambas, y cada una se fue a trabajar.
32

Cada noche que Jack concurría al bar, Mary lo trataba con


frialdad e indiferencia, para que así se olvide de ella, pero ello no
lo desanimaba para seguir luchando por su amor.
Él reposa en una silla, esperando a Mary, quien no le pone
atención. Él observa los pasos de Mary, sufre al verla estar con
otros hombres, el corazón se le destroza, ya no puede soportar,
no sabe qué hacer; la tempestad se va acercando a los ojos de
Jack. Sus ojos se convierten en nubes que se precipitan. Va
cayendo una gota seguida de otra, sin poder detenerse. Aquel
acto demuestra su gran amor.
Se debe dar batalla hasta lo último.
Jack se acerca por última vez a suplicarle a Mary que se
case con él; sus lágrimas siguen brotando del fondo de su
corazón. Pero la decisión de ella está ya tomada y con la mirada
fría se retira del lugar.
Él no puede soportar el rechazo de Mary, decide irse del
lugar. El país hace que la recuerde. Decide entonces alejarse del
país, para poder olvidarla con el tiempo. El viejo refrán “Una
herida tiene muchas formas de curarse” viene a su mente como
única solución. Sin duda, eso le pasó a Jack. El destino estaba ya
hecho, ya que él conoció a una mujer sencilla. Con el paso de los
años se enamoraron y al poco tiempo ambos pisaban el altar.
Ahora Jack guardaba un bonito recuerdo de Mary, tan solo
un recuerdo que lo seguirá toda su vida.
33

Como les voy contando, esta es la frustrada vida de Mary,


quien se tiene que levantar para arreglarse y trabajar en la noche.
Constantemente manifestaba que se había acostumbrado al
trabajo, pero a veces le daba asco y repugnancia estar con uno y
otro hombre.
34

VI

Un martes en la mañana, Mary amaneció débil, con algunos


moretones y llagas en el cuello y otras partes del cuerpo.
Angustiada por lo ocurrido, va donde Laura a despejar sus
dudas. Ella observa las lesiones en la piel, teme lo peor, pero no
quiere alarmarla, entonces le aconseja que se practique unos
análisis de sangre.
Las dos van al hospital, con un gran temor que invade todo
su ser.
Pasan algunos días de realizados los análisis, y tiene que ir a
recogerlos, pero tiene miedo. Debe enfrentar su temor. En la
ventanilla pide sus resultados, toma el sobre que le da la
enfermera. Tiembla y piensa que su fin se acerca, pero luego se
engaña a sí misma: “Solo debe ser una enfermedad simple”.
Rompe una esquina del sobre, desdobla la hoja que hay en su
interior, la empieza a leer, las manos le tiemblan, sus ojos se
llenan de lágrimas, lo leído parecía imposible, parecía su fin. Era
portadora del sida.
Sale desesperada del hospital, sus lágrimas comienzan a
volar. Corre y corre como lo hizo la vez que Robert la engañó.
Piensa que debe de haber una escapatoria a este infierno.
En el camino pasa por una plaza, donde hay una catedral.
Siente un llamado irresistible. Se detiene y, entre lágrimas y
llantos, decide ingresar. Siente un aura relajante a su alrededor,
no sabe qué es lo que siente, se acerca al púlpito.
—¿Por qué? ¿Por qué? —Con voz alta reclama a Dios, se
dirige a una imagen que representa “El Sagrado Corazón de
Jesús”—. Primero me quitaste a mi madre, luego a mi padre;
35

permitiste la traición de Robert, ahora soy prostituta y por si eso


no fuera poco, ahora me das este castigo, que es tener sida.
¿Hasta cuándo tanto castigo debo recibir? ¿Por qué? ¿Por qué?
¿Qué de malo he hecho desde que nací para que me suceda esto?
¡Dímelo!... Nunca te he pedido nada ni he hecho nada en tu
contra. ¿Qué he hecho? ¡Dímelo! —Sin darse cuenta, se
encontraba de rodillas y golpeando con sus frágiles manos el
piso del estrado.
Dios se manifiesta de muchas formas, son pocos los
milagros escuchados. Nadie puede cuestionar sus actos.
A la merced del Creador y con la cabeza agachada, fijando
su mirada hacia el piso, solloza intensamente, con las manos
empuñadas y puestas sobre el piso. De pronto, percibe una luz
que va aumentando constantemente, levanta la mirada y no
puede creer lo que están viendo sus ojos: un resplandor era
originado por “El Sagrado Corazón de Jesús”. Ella no se podía
mover al ver lo ocurrido. Inesperadamente se escucha una voz
suave que dice:
—¿¡Olvidarme!?
Ella se quedó atónita al escucharlo, le era imposible creer lo
que pasaba. Con temor preguntó:
—¿Jesús? ¿Por qué me suceden estas cosas? ¿Qué te he
hecho?
—Te olvidaste de mí, solo quería que te acordaras de mí en
las buenas y en las malas, solo quiero que me ames como yo te
amo a ti y a todos.
36

—Si me amas, ¿por qué he tenido que pasar tantas


desgracias y penurias en mi vida? ¡Dímelo! —Las lágrimas fluyen
más que antes.
—Todo el sufrimiento que sientes también yo lo siento —
diciendo esto, Jesús estira sus manos y le entrega su corazón,
poniéndolo en las manos de ella—. Este es mi corazón que
ahora te pertenece, todo el sufrimiento que padeciste ofrécelo
como ofrenda a mi Padre y confía en mí y todo se solucionará—
Entonces Jesús desapareció junto con el resplandor, volviendo la
imagen a la normalidad.
Mary se llena de paz y alegría, observa el Corazón de Jesús
que se encuentra aún en sus manos y se pone melancólica. Lo
levanta contra su pecho, uniéndolo con el suyo; teniendo así en
su cuerpo una parte de Jesús. En ella nace una profunda fe y
devoción por Cristo.
—Ahora sé cómo tú me amas a mí, pues así yo te amo
ahora, te ofrezco todos mis calvarios que he tenido. Eres
bondad y amor infinito.
A la entrada de la catedral, se encontraba Laura, quien
había presenciado parte de lo sucedido, quedándose atónita; ella
se acercó adonde Mary y la abrazó. Al parecer la fe también
había nacido en ella.
A la salida del templo, Mary le comenta a Laura que se va a
retirar del “trabajo” y va a creer y seguir a Dios; desea ser la
esposa de Dios, él es lo mejor que le ha ocurrido en la vida. Le
aconseja que haga lo mismo, pero Laura rehúsa, tiene dudas.
37

Luego de haber caminado un largo tiempo, llegan al bar


Woodstock. Marc está en su oficina. Mary se dirige hacia allá,
toca la puerta y entra diciendo:
—Vengo a decirte que ya no voy a trabajar aquí, si es
posible me voy hoy mismo.
Él está asombrado por la decisión repentina de ella, y
rehúsa tajantemente.
—¿Cómo te vas a retirar? Tú eres la más aclamada por
todos, eres la que más dinero me hace ganar. ¡No te puedes
retirar! ¿Por qué de repente tomas esta decisión? Tantos años
que estás conmigo, son 10 años que estás aquí.
—Me retiro, pensé que no había algo por quién vivir, pero
ahora ya sé por quién debo vivir y es la “Redención Divina”.
—¡No, no y no acepto que te retires! —gritó Marc de
forma autoritaria.
—Ahora mi destino no es el poder del dinero, sino el
“Poder de la Divinidad” —repuso Mary.
—¿De qué estás hablando, Mary? ¿Qué te ha pasado?
—¿Que qué me ha pasado? Si no es poco, te diré que me
he enterado hoy que tengo sida.
—¡Quéééé! No es posible.
—Quiero pasar mis últimos días en armonía y paz conmigo
misma y con Dios.
—¿Estás segura?
—Sí, me hice la prueba de ELISA y salió positiva.
—No es posible. ¡Maldición! —expresó Marc con un golpe
en el pupitre.
—¿Ahora comprendes, Marc?
—Sí, cuánto lo siento. ¿Te puedo ayudar en algo?
—Gracias pero no. Adiós.
38

Mary se retira de aquel lugar, mientras tanto Laura no


quiere irse, piensa que no hay salvación divina para ella.
39

VII

Se va visualizando el refugio de las “Esposas del Señor”.


Ella había avisado de su llegada, no le interesa la enfermedad que
invade cada día todo su cuerpo, piensa que si va a morir muy
pronto, desea hacerlo siendo esposa de Dios, su Salvador. Llega
al convento donde se va a quedar a servir a Dios, toca la puerta y
una novicia abre la ventanilla de la puerta, y con amabilidad y
alegría le dice:
—¿Sí? ¿Qué desea, hermana?
—Vengo a quedarme al servicio de Dios.
Con carisma y alegría la novicia le hace entrar.
—Hola, yo soy la novicia Rose.
—Mucho gusto, Rose. Yo soy Mary
—La estábamos esperando, hermana. Ven, sígame.
La novicia la lleva donde la Reverenda Madre, quien le dio
una grata bienvenida y le mostró su dormitorio y todo el
convento. Mary quedó asombrada de todo lo que veía y aún más
convencida de lo que estaba haciendo.
Pasó el tiempo y ella se reconfortaba más, crecía más su
fervor a Dios, al mismo tiempo nació una muy hermosa amistad
con Rose. Ellas fueron muy buenas amigas y hermanas.
En el convento, más o menos por el patio, se encontraba la
capilla, donde Mary va a rezar y suplicar a Dios que le dé fuerzas
para afrontar esta terrible enfermedad que padece y que le
brinde suficiente tiempo para que pueda convencer a su amiga
Laura de que se retire de aquel humillante trabajo.
40

Pasa el tiempo y ella vive feliz en la casa de Dios, tanta


felicidad era tan extraña para Mary.
La mañana de un viernes ella amanece con calentura,
nuevamente aparecen llagas en su rostro como en su cuerpo,
escalofríos. Algunas religiosas, al examinarla, pensaron que era
un resfriado, otras que era sarampión. Llamaron al médico.
La Madre Superiora tenía sus sospechas y tuvo que
interrogar a Mary.
—Mary, ¿de qué enfermedad padeces? Esos síntomas no
son de una enfermedad simple.
—Madre, voy a morir. Ya es mi hora, tengo sida.
¡Perdóneme por no haberle dicho! —dijo con voz débil.
—Lo supuse…
—Me… queda poco tiempo para irme al Reino del Señor,
en donde se encuentra Jesús y su Padre —En su rostro se
dibujaba una media sonrisa.
—¡Cuánto lo siento! ¿Puedo hacer algo por usted?
¡Dígamelo!
—Puede llamar a mi amiga Laura para despedirme de ella,
por favor.
—¡Sí! Por supuesto. ¿Dónde puedo ubicarla?
—Tengo su número telefónico en una agenda que está en
mi mesita —La alegría invadía su ser.
La Madre Superiora se comunica con Laura, para decirle lo
que le está pasando a su amiga Mary. Ella, sin perder tiempo
alguno, se dirige al convento. A toda prisa entra y la llevan
rápidamente al dormitorio de su amiga. Ve a un doctor que la
está auscultando.
41

—Pocas horas le quedan de vida, lo siento mucho —dice el


médico moviendo la cabeza de izquierda a derecha.
Las hermanas sollozan.
Laura se acerca, Mary la mira con mucha alegría y tristeza a
la vez. Ya no la va a volver a ver nunca más. Laura le toca la
mano y se arrodilla, comienza a sollozar.
—Laura, te quise ver por última vez antes… de irme…
—¡Mary! No te puedes ir de mi lado, te necesito.
—Te pido por favor que dejes ese “trabajo”. ¡Te lo suplico!
Es el último deseo de una mujer que agoniza en esta cama hacia
una apreciable amiga que ya no la considero una amiga, sino una
hermana que está desorientada, como un cordero de Dios que se
ha extraviado y busca a su Pastor que es Dios —Por su rostro se
deslizan delicadas gotas de lágrimas.
—Te prometo, hermana, que no te voy a defraudar y que
voy a retirarme de ese “trabajo”, para tener una vida digna pero
no... te... mue… ras —Los sollozos y las palabras se
entremezclan.
Con su último aliento de vida, lentamente expresa:
—Gra… ci… as, Laura.
Con una alegre sonrisa en el rostro, llega su fin. Mary había
muerto, y su amiga lloraba sin que nadie la pudiera consolar. Al
mismo tiempo, el médico certificaba el deceso de Mary.
El espíritu de Mary se iba separando de su cuerpo, vestía
una túnica y velos blancos muy brillantes y hermosos. Se iba
elevando, abriendo los brazos con alegría. Ahora estaré a tu lado,
mi amado Señor, mientras una luz la iba elevando cada vez más.
42

De pronto se oyó una voz suave, tierna que se dirigía a ella.


—¡Maryyy! Todavía no te he llamado a mi lado, tienes
mucho por qué vivir y hacer —le estaba brindando una nueva
oportunidad de seguir viviendo. Pasó una ráfaga de luz y el
espíritu de Mary regresó a su cuerpo, y este empezó a
regenerarse.
—¡Mary regresó a la vida! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! —
expresaron las hermanas.
Laura no podía creer que su hermana esté viva, que se
pueda mover diciéndole: “¡Hermana!”. Era algo sobrenatural.
Mary narra lo ocurrido a todas las hermanas. Ahora Laura
sí está convencida de retirarse de aquel “trabajo”. Ella también
es una de las esposas de Dios.
El tiempo pasa y las tres hermanas viven alegres, con un
fervor hacia Dios, hacen labores de caridad por las calles y
barrios (los cuales se le podría denominar como “olvidados de
Dios”).
43

VIII

El tiempo pasa y no es extraño encontrar lugares en donde


reine la pobreza o a una persona con una vida desgraciada, sin
ganas de vivir. Si nos pondríamos a escuchar la vida de cada una
de estas personas, quedaríamos aturdidos, hasta el punto de
llorar. Nadie conoce tan profundamente la vida y sentimientos
de una persona.
Todos pueden criticar a alguien de cómo es o por qué no
hace algo por su vida, pero el problema es que a veces las
personas hablan mal de alguien sin antes saber el motivo de por
qué son así. No juzgues a una persona con una simple
observación física, sino con una observación plena a sus
sentimientos, aunque no los demuestre.
Las tres hermanas se dirigen a un lugar donde una mujer les
comentó que había una joven que tiene un comportamiento
desquiciado, que maldice haber nacido y que odia a Dios. Ellas
se dirigen hacia el lugar, pero con angustia en el corazón.
Pasaron por debajo de un puente que poco faltaba para que
se caiga; con la compañía de Dios, llegan al sitio indicado. Era
una miserable calle, los vagabundos y noctámbulos están
durmiendo placenteramente al costado de una puerta, los adictos
o alcohólicos también estaban presentes.
Se escucha en el silencio de la zona, los llantos de ira y odio
que expresan:
—¡Te odio! ¿Por qué vivo? ¿Para qué sirve Dios? Solo sirve
para traer desgracias.
44

Al escuchar los gritos, las hermanas se dirigen donde la


joven. Efectivamente era la joven a la que estaban buscando,
tenía un aspecto harapiento. Nadie sabía a ciencia cierta el
porqué de su conducta; algunos decían que su padrastro la
golpeaba, otros comentaban que su padrastro había abusado de
ella. Pasaba la mayor parte del tiempo en un pequeño muladar al
medio de la calle, para buscar algo de comida, como lo hacen los
perros cuando sus amos no tienen para darles de comer.
Rose no sabía lo que le ocurría, pero se acercó a la joven
que se ocultaba en los botes con basura, como un conejo se
esconde en su madriguera para que no lo atrapen. Entonces la
joven, al verla próxima, intenta atacarla, pero ella retrocede.
Ahora intenta Mary tener contacto con la muchachuela,
diciéndole:
—No te haremos daño, solo deseamos ayudarte.
Pero esta se niega.
Las hermanas le hacen entrar en razón y confianza para que
puedan conversar sobre lo que le ocurre.
—¿Cuál es tu nombre? —interrogó Mary.
—Lavie —responde con voz débil.
—¡Qué hermoso nombre! —dijo Mary—. ¿Qué te ha
pasado?
—Odio a Dios, solo me trajo problemas… nunca me ha
dado algo bueno. Al contrario, me ha traído solo desgracias.
—Te ha dado algo bueno, Lavie, y es la vida, lo más
grandioso.
—¿Para qué me ha dado la vida? ¿Para sufrir? —respondió
con un tono de voz sarcástico.
45

—¿Qué te ha hecho Dios?


—¿No es poco que me haya dado a un padre que murió
antes que yo naciera? —Sus palabras estaban acompañadas de
amargura.
—No puedes culpar a Dios de que tu padre se haya muerto
antes de que tú nacieras. A veces pensamos que todo es culpa de
Dios, pero no es cierto. Todo lo que nos pasa hay que
ofrendarlo a nuestro Padre que es Dios Santísimo.
—¿¡Sí!? —afirmó Lavie con tono de soberbia—. ¿Entonces
tengo que ofrecerle a Dios todo lo que me pasa?
—Sí, Lavie.
Con lágrimas que se van precipitando por sus mejillas,
Lavie expresa:
—¿Hasta de lo que abusó constantemente mi padrastro de
mí a espaldas de mi madre?
—¡Dios Santo! ¡Dios mío! —expresaron con asombro las
hermanas.
—Mi padrastro abusó de mí desde que tenía 18 años. Me
golpeaba al rehusarme y me amenazaba de muerte si le contaba
algo a mi mamá. Yo no podía soportar más lo que me hacía,
hasta que le dije todo lo ocurrido a mi madre, pero al enterarse
mi padrastro de que le dije a mi madre, me golpeó hasta
cansarse, dejándome echada en el piso y sangrando, parecía que
estaba muerta. Al despertar, me encontraba recostada en la cama
de un hospital con todo el cuerpo adolorido, y mi madre a un
lado, sentada, mirándome y llorando. Yo le dije que ya estaba
bien, pero ella seguía llorando. “Mamá, no llores, ya estoy bien”.
Ella se acercó y, acariciándome la cabeza, me dijo: “¡Hija! Los
médicos me han avisado que a causa de los golpes que recibiste,
46

han dañado tu útero y que ya no vas a poder volver a concebir


otra vez”. Me quedé sorprendida con lo que me dijo mi madre y
le pregunté: “¿A qué te refieres a que no podré volver a
concebir?”. Ella respondió que estaba esperando un hijo de mi
padrastro, pero lo había perdido. Al escuchar lo dicho por mi
madre, no pude creerlo, pero era cierto, a los 18 años estaba
esperando un hijo de un maldito que abusó de mí. Le dije a mi
madre que lo denunciaría, pero ella temía. Pasado un momento
ella aceptó, luego de recuperarme, yo sola fui al Ministerio
Público a denunciarlo, ya que mi madre estaba con mi padrastro,
atendiéndolo como si ella fuera su sirvienta. Los agentes del
Ministerio Público tomaron mi testimonio y me hicieron unos
análisis para comprobar la agresión. La denuncia procedió y
dieron una orden de captura. Fuimos a la casa. Mi padrastro
asomó por la ventana acompañado de mi madre golpeada y
sangrando, con un cuchillo en su mano, diciendo que nadie se lo
llevaría, que antes de ir a la cárcel prefería morir. Acabó de
hablar y puso el arma filuda en la garganta de mi madre y se la
cortó, luego hizo lo mismo con la suya. Muriendo al instante los
dos. Mi madre dejó de existir, no tuve a nadie a mi lado y me
convertí en lo que ahora soy.
Al mismo tiempo en que iba contando su vida, Lavie
recordaba en su mente las escenas, y las lágrimas fluían en lo
más profundo de su corazón.
Después de escucharla, las hermanas se quedaron atónitas
de tan macabros sucesos. Nadie pensaría por un momento lo
que había sufrido en verdad una persona. Lo cierto es que las
personas no deben dejarse llevar por las apariencias, sino por lo
que sienten en el corazón.
47

Lavie tenía una tristeza tan grande en el corazón que le iba


consumiendo cada vez más, parecía que el valor de la vida no
existía, solo el recuerdo frustrante de los abusos de su padrastro,
que son los más terribles de su vida.
Las hermanas las consolaron, dándole ánimo y pidiéndole
que venga con ellas para darle refugio. Cobijándola en el
convento, que Dios es grande y nunca se olvida de nosotros, si
no somos nosotros quienes nos olvidamos de él. “Recuérdame
que yo te recodaré”, “Ayúdame, que yo te ayudaré”, “Ámame,
que yo te amaré”, “Cree en mí, que yo creeré en ti”, “Ten fe en
mí y yo te daré paz”, dice Dios.
Lavie no acepta creer en Dios, interroga: “¿Por qué debo
creer?”.
Mary se pone a pensar un momento, da un suspiro y se
dirige a ella:
—Lavie, yo tampoco creía en Dios, cometí el error tan
grande que es el olvidarme de Dios, y no sabes cuánto me
arrepiento. Mi vida fue muy atormentada, mi madre murió
cuando yo nací, y mi padre…
Así fue contándole su vida y los milagros que le ocurrieron.
Lavie se quedó asombrada de lo que escuchaba y, con una
actitud de creencia en Dios, le dijo:
—Mary, quiero cambiar y ser como tú que afrontaste tus
problemas y ahora eres así. ¡Quiero ser como ahora eres tú!
Abrazó muy fuerte a Mary y lloró como nunca antes había
llorado. Aceptó en su corazón a Dios, creyendo que todo puede
48

cambiar si uno cree en Dios y se lo propone. Comprende que lo


sufrido por Mary es similar o peor de lo que ella ha sufrido.
Las hermanas la llevan al convento. La Madre Superiora se
alegra de que otra oveja descarriada se una con su Pastor.
Lavie se siente afligida, penosa y decide proponerse a
ayudar a los demás desamparados, como lo ha hecho Mary, Rose
y Laura con ella. Se acostumbra a la vida religiosa y se convierte
en una hermana, siente poco a poco el amor de Dios, recobra el
valor de la vida, da como ofrenda a Dios todo el sufrimiento que
ha pasado.
Las cuatro hermanas van por los senderos de la vida,
acompañadas de Dios, que es su protector y escudo contra los
malignos enemigos. Pasaron por lugares de extrema pobreza, en
donde los niños apenas podían moverse, no daban gritos de
alegría, ni jugaban, estaban tan débiles por falta de alimentos.
Decían a cualquier extraño que pasaba: “¡Por favor! ¡Por Favor!
¡Tengo hambre! ¡Dame un poco de comida!”, con una voz tan
débil. Sus casas eran de esteras, tan precarias que daban la
impresión que al tocarlas se iban a destruir. Uno que otro niño
iba a los restaurantes de por allí, esperando que salga una
persona que acabara de comer, para solicitarle los residuos de
comida que llevaba para sus mascotas, las personas les decían
que eran desperdicios para darles a sus mascotas. No les
importaba, solo deseaban comer algo para que les quite un poco
el hambre que tienen, pues no habían comido desde hacía dos
días. A tantas súplicas, las personas le daban los residuos de
comida, pero había otras personas que no poseían compasión
alguna por los niños hambrientos, los ignoraban y seguían su
49

camino. Ayudar a un niño es como ayudar a Dios, él te pone a


una persona en representación de Él.
Las hermanas, al ver la pésima situación del lugar,
decidieron ayudar dándoles de comer a todas las personas. Eran
tantos los pobres, que no se podían abastecer. No sabían de
dónde dar al resto que faltaba. El alcalde de la zona, al ver la
obra de caridad que realizaban las religiosas, decidió redactar
varias solicitudes para mandarlos a las grandes empresas de
comercio, solicitando donaciones de alimentos y otros insumos
que pudieran ayudar a los desamparados que más lo necesitan.
Con la bendición de Dios, los resultados fueron favorables,
llamó a las hermanas, para darles las donaciones obtenidas, para
que ellas las repartan de forma equitativa.
Todos empezaron a mejorar; se comenzó a ver a los niños
alegres, corriendo, jugando, gritando con una fuerza que nunca
habían tenido. Ya no pedían desperdicios en las entradas de los
restaurantes, podían desarrollar mejor su coeficiente intelectual y
mejorar en sus estudios.
Entre las donaciones, se encontraban útiles escolares,
camas, edredones, material de construcción para mejorar sus
viviendas. La calidad de vida en ese lugar mejoró; los padres de
familia obtuvieron trabajo en distintas fábricas, en las cuales
solicitaban obreros y otros servicios requeridos para los demás.
50

IX

Las religiosas, al regreso de su labor social, decidieron


visitar a uno que otro sacerdote, en distintas parroquias, como al
padre Rigoberto, quien era un hombre muy alegre en ocasiones,
como también muy amargado cuando no le salía algo bien, pero
sobre todo era muy amable y respetuoso con todos.
Luego fueron donde el padre Espinoza, que era el mejor
consejero. Cada recomendación que daba cambiaba la vida de
una persona que lo supiera escuchar, reflexionar y ponerlo en
práctica. La mayor parte de feligreses recurría a él para que les dé
una solución a algún problema que estuvieran afrontando.
Todo indicaba que era un sacerdote dotado de un don
divino para convencer y dar solución. Daba la impresión de que
él no hablara, sino Dios.
Se encontraban en el despacho parroquial; todo era risas y
felicidad durante la plática que hubo entre las hermanas y el
padre. Se contaban sus anécdotas de vida religiosa.
—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!
Se oyó de repente. Eran gritos que se originaban del
interior de la parroquia. Las hermanas y el padre salieron de
prisa, para ver lo que ocurría. Sorpresa se dieron cuando
encontraron a una mujer arrodillada en el piso frente al altar,
sollozando sin consuelo alguno.
La mujer se dirigía a una imagen de Jesús crucificado
reprochándole:
51

—¿Por qué me lo has quitado? ¿Por qué? ¡No he hecho


nada contra ti!
Se acercaron a ella para solicitarle que se calme, pero esta
rehusó.
—¿Qué le sucede? —interrogó el padre con un tono de
voz suave y amable.
—¡Ustedes no comprenderían nada! —respondió la mujer.
—Todos podemos comprender lo que le sucede a alguien,
podemos ayudar a los que necesitan. Yo te puedo ayudar, hija.
Con una mirada triste y llena de lágrimas expresa:
—Hoy mi hijo cumple ocho años de su muerte, el mismo
día en que nació también murió a causa de una complicación
respiratoria. Cuánto me hubiera gustado verlo al menos vivo una
vez, escuchar sus llantos… pero eso fue imposible. Al despertar,
luego del parto, me dijeron que… estaba muerto mi hijo —
abrazó al Padre muy fuerte, los sollozos estaban acompañados
del dolor y sufrimiento de madre.
—Hija… ¡Cálmate!, solo Dios sabe lo que hace. Dios pide
que no cuestionen su voluntad, todos debemos respetar su
decisión. Dios sabe por qué hizo que tu hijo fuera a su lado. Tal
vez tu hijo si estaría vivo, podría haber sufrido mucho, pero
ahora estando al lado de Dios, estará feliz jugando con otros
niños de su misma edad. A veces pensamos que Dios nos
castiga, pero no es así. Él solo nos ama mucho. Nos pone
pruebas, realiza acciones que no comprendemos, pero es para
nuestro bien.
La madre entró un poco en razón; no obstante, no se
conformaba con el solo hecho de comprender lo designios de
52

Dios. Quería pedirle un favor muy especial y que toda madre


que perdió a un hijo quisiera. Esto es, ver por única vez a su
hijo.
—Señor, por favor, te pido por única vez que me permitas
ver a mi hijo, solo eso te imploro y nunca más te reclamaré por
lo que hiciste. ¡Por favor!, tú que todo lo puedes. ¡Oh,
Todopoderoso!
En ese momento todo se iluminó, con una luz de calidad y
reconfortante. La madre percibía aquello. Todos quedaron
enceguecidos. Poco a poco, la iluminación fue bajando su
intensidad, y la madre pudo abrir sus ojos. La mujer no creía lo
que veían: se encontraba en el Paraíso, era tan hermoso, lleno de
paz, tranquilidad, felicidad, cada día era el mismo día para los
que estaban ahí.
De pronto, se oyó una voz de cálida y dulce que decía: “He
aquí a tu hijo”. La madre miró a su alrededor y, sin duda alguna,
se trataba de su hijo ya grande, que jugaba feliz con otros niños,
era tan feliz en el Cielo, que la madre lloró de alegría por ver a su
hijo sano y feliz.
—Gracias, Madre mía, por mostrarme a mi hijo, ya que tú
sabes cómo es el dolor de perder a un hijo y la alegría de verlo
feliz. Solo eso deseaba y me lo concediste. Te prometo que voy a
dedicar mi vida a ti, me consagro a ti en cuerpo y alma, Madre
mía —expresando aquello, la madre cerró los ojos y, al volver a
abrirlos, se dio cuenta de que estaba en la parroquia, junto al
sacerdote y las hermanas. No era una ilusión, había sido real lo
que vivió. No pudo expresar fácilmente el suceso, ya que era un
milagro. La madre volvió a abrazar al padre.
53

—Padre, quiero ser una seguidora de Dios y proclamar que


Dios es misericordioso, todo lo que hace es por el bienestar de
nosotros, sus hijos —la alegría resplandecía en su rostro.
Las hermanas le sugieren que se puede unir a su
congregación, y que ellas también han sufrido y comprenden por
lo que ha pasado. La madre acepta con tanta felicidad que las
abraza y les dice que su nombre es Kylie.
Corre el tiempo y ella se recibe como hermana, vive feliz
con sus amigas y compañeras. Las cinco ahora están unidas
luego de tantas penurias.
Las cinco hermanas caminan hacia el umbral de la vida,
afrontando todo lo que se les presente en el camino, tomadas de
la mano de Jesús y de Dios.
54

Vuela el tiempo y no regresa, todo se va apagando poco a


poco, la luz de vida material que llevan todos se está
desvaneciendo. Ya Dios nos llama a su lado.
Las hermanas Mary, Lavie, Laura y Kylie ya no están para
hacer las actividades que antes hacían. La más joven era Rose,
que se podía valer por sí sola. A las demás, ya la edad y el tiempo
las consumía, solo reposaban pacientemente esperando el
llamado de Dios.
Las cuatro hermanas descansaban en una habitación no tan
grande en el convento, cada una en una cama. Ellas decidieron
estar en un solo ambiente, haciéndose compañía una a la otra,
mientras que Rose las cuida con mucho amor y paciencia.
Cuando Rose atiende a Mary, ella le dice:
—Ya es hora, el Señor nos está llamando…
Rose se asombra y le dice que se calme, que todavía no es
su hora.
En medio de la habitación nace una luz muy cálida y se oye
una voz todopoderosa:
—Es hora de que vivan una vida de felicidad, amor y paz
con los que aman y quieren. Tengan una familia que les dé amor.
Todo sufrimiento por mí y ofrecido para mí tiene su
recompensa, que es la felicidad.
Se iluminó completamente la habitación, sin dejar ver nada.
El espíritu de Kylie rejuveneció como aquel día en que
murió su hijo; ella ahora se encontraba con su hijo, que era lo
55

más preciado que deseaba. Ambos estaban juntos, felices y


maravillados en el Paraíso y se dieron cuenta de que la verdadera
felicidad no está aquí, sino en el Cielo, junto a Dios.
Mary, Lavie y Laura tienen una nueva oportunidad de vida
aquí.
Al desaparecer el resplandor de la habitación, se oyen unos
llantos de niñas recién nacidas. Rose se asombra de lo que ve,
son tres hermosas niñas recién nacidas. Dios les había dado a
ellas la oportunidad de volver a nacer y empezar a vivir una
nueva vida sin sufrimientos.
Rose comprendió lo que dijo Dios: una nueva vida les
volvió a dar, por los sufrimientos pasados. Aunque se pase por
mil sufrimientos, algún día llega su recompensa.
La hermana les busca una familia a las tres niñas. Una
familia que les brinde amor y cariño.
Mary y Laura son adoptadas por una familia asiática que
nunca ha podido tener hijos. Les brindarán amor y cariño, que
es lo más importante.
A Lavie la adopta una familia inglesa, que no encontraba
una niña tan hermosa y carismática que les cautivara el corazón
para poder adoptarla. Pero la encontraron ahora y se la llevan
para darle un amor incondicional y comprensión.
Las tres niñas tienen un pasado de sufrimiento que nadie
imagina. Ahora Mary y Laura juegan sin saber que un día se
habían conocido.
Continuará…
56

CARLA KARINA CASTILLO REVILLA

POEMA DE UNA VERDAD OCULTA

Quisiera amarte como aman los amores


Ser tu pareja desde hoy hasta el fin
Vivir en tus ojos, en tu corazón, en tu mohín
Sonreír en tu alegría, llorar en tu tristeza
Aunque las penas nos salgan baratas.

No soy circunstancia ni menos equivocación


Soy lo que soy, consuelo y anhelo de devoción
Que adora con el alma y entregando el corazón…
Voy en busca del consuelo de tu amor.

En tus besos y tus caricias encontré pasión


En tus ojos y tu cuerpo encontré el candor;
Ardiente anhelo que llena de fuego el amor
Cobijándome en tu cuerpo quiero perder la razón.

Llorando no se puede olvidar lo vivido,


Llorando se vive y recuerda lo gozado
Pensando se recuerda lo entregado
Sonriendo el gozo y el anhelo con un suspiro.
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Eres el amor que no es pasajero


Eres el amor puro y duradero
Eres el cariño siempre deseado
Eres el sueño por siempre anhelado

Cuando miro tus ojos inquietos y juguetones


Cuando contemplo tu sonrisa coqueta y tímida
Mi alma se llena de gozo y mi sangre bulle a borbotones
Porque haces vibrar este corazón lleno de vida

Quién no ha sufrido por un amor no correspondido…


Es porque nunca su corazón ha entregado;
El amor te regala verdades, mentiras y llantos
Como también sueños y encantos

Quien no ha vivido, nunca ha amado


Quien no ha llorado, nunca ha vivido
Ríe, llora, goza, pero sobre todo
Nunca dejes de amar y ser amado
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CARLA KARINA CASTILLO REVILLA

SI ALGÚN DÍA

Si algún día hemos de encontrarnos,


en las estrellas se sellará la historia
de nuestros amores separados
y de la lejanía la derrota
de un amor conquistado
y nosotros sus conquistadores
como quien descubre un horizonte
donde nadie lo esconde
solo así seremos recordados
como dos enamorados
que mil noches a la luna
en silencio le hemos llorado
rogando por el retorno
de nuestro ser más amado
59

ELIZABETH SILVIA CONCHA QUIPE

ENTRE NOSOTROS

Entre la espesura de bayas y las islas de juncos,

como a través de un mundo que solo fuera cielo,

¡Oh!, firmamento invertido,

la barca de nuestro amor se deslizaba.

Brillantes como el día eran tus ojos, radiante fluía la corriente y era
radiante el vasto y eterno cielo.

Cuando murió la gloria en el dorado crepúsculo, resplandeciente


ascendió la luna,

y llenos de flores al hogar regresamos.

Radiantes fueron tus ojos esa noche,

habíamos vivido, oh amor mío, habíamos amado.


60

Ahora el hielo envuelve nuestro río, con su blancura cubre la nieve


nuestra isla, y junto a la lumbre invernal el amor y la pasión
dormitan y sueñan.

Sin embargo, en el sueño, fluye el río

y la barca del amor aún se desliza.

Escucha el sonido del remo al cortar sus aguas.

Y en las tardes de invierno

cuando la fantasía sueña

en el crepitar de la chimenea,

en sus oídos de viejos enamorados

el río de su amor canta en los juncos.

Oh, amor mío,

amemos el pasado,

pues algún día fuimos felices,

y algún día nos amamos.


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CARMEN TERESA ARTEAGA QUILCA

EL PASADO
El pasado se adueñó de nuestro último encuentro:
lloramos, presintiendo juntos,
que el molino de los días nos haría relegar,
poco a poco, ese amor y esa pasión
que creímos tan única.
Esa promesa de utópicas dimensiones:
te amaré por siempre, y sin ti no viviré,
que repetíamos en cada caricia espontánea.
Y aquí estoy ahora, intentando rescatar algo de esa tormenta
que nos envolvió y nos hizo palidecer, subir, vibrar y correr
como gatos en la noche, alborozados, y que, en el alba,
sin darnos cuenta, nos separó para siempre.
Te amé, me amaste, no hay duda, fuimos perfectos;
pero hoy solo subsiste mi porfía por retenerte,
por encontrarte al otro lado de mi nostalgia,
con esa mirada enigmática
y esa sonrisa prístina que no suelta mi memoria.
62

MARÍA ANTONIETA RETAMOSO BARBERENA

DE LA MANO DE MI MAMÁ

Todas las mañanas de la mano de mi mamá


Me voy jugando sin parar
Y al llegar a la puerta del colegio no la quiero soltar
Tengo miedo y me pongo a llorar
Mamita me dice te tienes que quedar
Tu miss te espera para jugar y muchas canciones te van a enseñar
Me siento solo porque mamita se va
Quién me dará su mano, quién me cuidará
Quién en sus brazos me arrullará
Necesito a mamita, necesito a mamá
Que este día pase rapidito
Para ver a mi mamá
La miss se acerca y un besito me da
Y me dice en secreto yo te voy a cuidar.
63

MARÍA ANTONIETA RETAMOSO BARBERENA

HOY VOY A LA ESCUELA

Ya tengo 3 años, ya me voy a jugar

Con muchos amigos voy a cantar

Qué linda es mi escuela donde voy a estudiar

Tiene juegos y patio para corretear

Una bandera para marchar

Muchas pinturas para colorear

Y una lonchera que voy a llenar

Con carros y trompos para regalar

A mis nuevos amigos para jugar.


64

MARÍA ANTONIETA RETAMOSO BARBERENA

A MI ESCUELA
A mi escuela querida
cuna de triunfadores
donde todos los niños
somos ganadores

Un divino niño nos vigila


con amor por ser el patrón
de la institución

Saquen bombos y platillos


que mi escuela está de fiesta
vengan padres y maestros
y juntos armen una orquesta

Y para terminar
a una sola voz gritemos
que viva mi linda escuela
que viva mi institución
65

NIBIA NELINA TORRES YAURI

NO SÉ POR QUÉ

No sé por qué quiero estar contigo


no sé por qué no puedo vivir sin ti
sin poder verte, tocarte, abrazarte,
sentir tu cuerpo y calor a mi lado.

Desearía que me des tu calor


solo te pido eso, por favor
solo eso te pido y nada más
no te pido más de lo que no puedas darme
te lo pido por favor.

Tú eres la dulce miel que endulza mi vida


tú eres la flor de otoño que brota en primavera
con tus hermosos pétalos
tú eres el agua de vida
para mi cuerpo y alma que aclama sed.
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MELINA MARISOL DEL CARPIO HEREDIA

ME ENSEÑASTE

Tú me enseñaste qué es el amor

tú me enseñaste a querer a los demás

como tú me quieres

Me dijiste que me amabas

y siempre me amarás,

porque tú eres algo muy importante en mi vida

Tú me dijiste que no pensara en el pasado

o en lo que sucederá o sucedió,

sino que pensara en el hoy

y que no guarde rencor en mi corazón

sino paz y amor conmigo mismo y con los demás.


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EVELIN CORALY CÁRDENAS MONTES

ME IMAGINO
Me imagino viviendo en un mundo
donde exista paz y amor,
un mundo con amor y alegría
sin que haya diferencias de razas
y todos fuéramos una misma raza en el mundo
que nos respetemos los unos con los otros.

La paz y el amor que se siente


no se podría expresar
fácilmente
si no tuviéramos sentimientos.

La paz y el amor
no se pueden expresar al mundo con palabras
solo se puede expresar con nuestros actos.

Si tienes amor, tendrás paz


contigo mismo y con el mundo,
si tienes amor y paz
tendrás la justicia y el mundo también.
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EVELINA SILVIA MAMANI TITO

AMOR LEJANO

Amor lejano,
no sé dónde estarás en estos momentos,
pero quiero que sepas
que me estoy muriendo de a poco
si no te tengo a mi lado,
haciéndote inmensamente feliz.

Amor lejano,
de mí nunca te olvidarás
jamás,
porque en tu vida
no vas a encontrar
a alguien como yo,
a alguien que te ame de verdad
y con todas sus fuerzas.
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SILVIA ELENA MAQUERHUA CARPIO

EL TIEMPO PASA

El tiempo pasa y yo sigo extrañándote

van pasando las primaveras,

que ahora son tristes sin ti

todo anda mal lejos de ti,

el rencor crece más a menudo

la tristeza invade todo mi ser

el amor algún día se esfumará de mi lado

y así ya no pensaré en ti.

Lágrimas que brotan de mi corazón

diciéndote cuánto te he querido y amado


70

lo que el tiempo se lleva

ya no regresa jamás.

Si algún día regresa el amor a mi lado

las primaveras que pasan serían alegres

ya no soporto tu lejanía

los golpes de la vida son dolorosos cada vez

tu lejanía me dejó marcado en el corazón

tú sabes cuánto te amo

y no comprendo por qué te alejaste de mi lado

sueño que algún día tú regresarás

y cuanto quisiera que sea cierto.


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LIZETH ROSMERY DONGO SALINAS

EL CORAZÓN

Mi corazón es tuyo
mis sentimientos, tuyos
mi cuerpo, tuyo
mis palabras son para ti
mis caricias, para ti
mis besos, para ti
pero hay algo que es solo mío:
saber que me amas.

No me prometas castillos
ni me enseñes futuros
solo déjame disfrutar ahora
porque ahora es cuando te necesito
mañana puede ser tarde
dame ahora tu querer
entrégame ahora tu amor.
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ROMMEL CASTILLO GUILLÉN

DE QUÉ MANERA

Hola, ¿Cómo estás?


Ahora que ya no te tengo más a mi lado
Como estas lo era.

De qué manera
Quieres que te ame

De qué manera quieres que te diga


Que no consigo otro amor
Que no sea diferente

De qué manera quieres que te ame


Si no hay otra cosa más hermosa que un amor puro
Sin codicia ni rencores

De qué manera
Puedo amarte en esta soledad
Tan inmensa que existe ahora

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