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MÉTODO MECANICISTA:
● El individuo es concebido como una máquina.
● Lo importante no es el organismo, sino los aspectos externos a él, que moldean el
comportamiento.
MÉTODO ORGANICISTA:
● El individuo es concebido como un sistema orgánico vivo.
● El desarrollo estaría condicionado por un plan madurativo interno.
MÉTODO CONTEXTUAL-DIALÉCTICO:
● El desarrollo es producto del entrecruzamiento de un sistema de normas que lo
regulan, con las mediaciones que es el propio sujeto introduce como parte de un
grupo social y con las herramientas que la cultura le provee.
● Postula la interdependencia entre el sujeto y la naturaleza.
PREMISAS:
1. Ningún estadio es determinante causal de los cambios que ocurren en los estadios
anteriores.
2. Los procesos de desarrollo resultan de las interacciones dialécticas entre 3 sistemas
de influencias (contextualismo):
● Las influencias normativas asociadas a un rango de edad cronológica.
● Las influencias normativas que se relacionan con los acontecimientos
históricos y culturales de cada contexto social.
● Las influencias geográficas, propias de cada individuo.
En cada uno de estos sistemas de influencia puede establecerse la ocurrencia de eventos:
● Eventos normativos: Son procesos y/o sucesos esperables tendencialmente (crisis
normativa).
● Eventos no normativos: Son sucesos inesperados que afectan las capacidades del
sujeto (crisis accidentales).
● No eventos: condiciones y situaciones esperadas y buscadas por el sujeto a las que
no se accede.
3. El desarrollo ontogenético sufre la influencia de condiciones socioculturales que
ocurren en una momento histórico dado.
4. El proceso de desarrollo es producto del interjuego entre ganancia y pérdida, es
permanente y acontece de modo simultáneo y en forma compensatoria.
5. Los cambios en el desarrollo evolutivo son diversos, es decir, multidireccionales.
6. Durante el desarrollo se producen cambios. Esto sucede gracias a la plasticidad
(capacidad adaptativa de modificación frente a las demandas) y a la heterogeneidad
en el desarrollo.
Adolescencia nuclear
Se produce el advenimiento de la madurez genital y la orientación de estas
tendencias sexuales hacia compañeros/as sexuales.
La presencia externa de los padres deja de ser imprescindible, ya que las figuras
parentales ya han sido incorporadas a la personalidad del sujeto. La transición de la
adolescencia apunta al logro de un nuevo reconocimiento de sí mismo , como un
sujeto habilitado para desempeñarse en la vida de manera autónoma.
Acompañando a los cambios físicos acontecen cambios de orden psicológico .El
cuerpo adquiere otro significado , es un cuerpo donde se conjuga el placer con la
culpa.
El sujeto se plantea la idea de la muerte : la propia y la de sus progenitores, “
humanizando” a sus padres.
Comienza a defender sus espacios de intimidad y se torna poco comunicativo de sus
“cosas íntimas”. El adolescente reacciona desmedidamente respecto a alguna
observación ,mandato o crítica. Comienza a elaborar hipótesis respecto de sus
características físicas, habilidades motoras, capacidades intelectuales y habilidades
sociales.
Adquieren mucha importancia los modelos sociales respecto del cuerpo y los valores
provistos por la cultura acerca de lo que es ser exitoso/a.
Su estado de ánimo es muy variable. La inestabilidad y la contradicción son estados
característicos. Puede pasar de un estado de optimismo y euforia a un estado de
frustración y desaliento absoluto.
Sin embargo, no todo el proceso de la adolescencia depende de las características
psico-afectivas y de personalidad del adolescente, ya que se encuentra inmerso en
un contexto sociocultural, en el que la familia es la primera representante del orden
social. Al enfrentar la estigmatización social se producen en el adolescente
reacciones de rebeldía y el acercamiento a grupos de pares con quienes intenta
reforzar su autoconcepto. Explora diferentes modos de manifestarse en el exterior,
atravesando lo que Erikson denomina moratoria psicosocial, la cual consiste en un
periodo en donde el sujeto puede experimentar diferentes roles y funciones, sin la
responsabilidad de asumir ninguno de ellos.
La posibilidad de enfrentarse a diversos “modos de hacer” desarrolla en el sujeto un
compromiso con la realidad social, lo que lo conduce a la formación de ideologías
políticas,religiosas, al planteamiento de aspiraciones vocacionales y a la definición
de una orientación sexual. Puede identificarse con personalidades positivas o por el
contrario con figuras negativas que representan la transgresión de las normas.
Adolescencia juvenil
El adolescente comienza a sentirse un “igual” , y en ocasiones se siente excluido.
Exige reconocimiento como adulto joven. En la medida que el considere razonable a
las normas sociales, se compromete a ejecutarlas. Son características de esta
etapa: el despertar de la reflexión sobre los sentimientos sociales y morales,
enamoramientos dispersos, el nacimiento de los gustos estéticos, literarios,
musicales. Realiza elecciones, su vocación y orientación sexual.
CAPÍTULO 1.
El adolescente y la libertad.
Entrar en el mundo de los adultos significa para el adolescente la pérdida definitiva de su
condición de niño.
Los cambios psicológicos que se producen en este período y que se corresponden con los
corporales, llevan a una nueva relación con los padres y con el mundo. Es sólo posible si se
logra producir el duelo por el cuerpo de niño, por la identidad infantil y por la relación con los
padres de la infancia.
El adolescente necesita adquirir una ideología que le permita la adaptación al mundo y/o su
acción sobre él para cambiarlo.
En este período fluctúa entre una dependencia y una independencia extremas y sólo la
madurez le permitirá más tarde aceptar ser independiente dentro de un marco de necesaria
dependencia. Al comienzo se moverá entre el desprendimiento y el temor de la pérdida de
lo conocido. Es un período de contradicciones, confuso, ambivalente, doloroso,
caracterizado por roces con el medio familiar y social. Este cuadro es frecuentemente
confundido con crisis y estados patológicos.
Vive los cambios como una invasión y esto lo lleva a retener, como defensa, muchos de sus
logros infantiles, aunque también coexiste el placer y afán de alcanzar un nuevo status. Se
refugia en su mundo interno para poder reconectarse con su pasado y poder enfrentar el
futuro. Los cambios implican la búsqueda de una nueva identidad que se va construyendo
en un plano consciente e inconsciente. El adolescente sabe que no quiere ser como
determinados adultos, pero en cambio, elige a otros como ideales.
La pérdida que debe aceptar el adolescente al hacer duelo por su cuerpo es doble: la de su
cuerpo de niño y la aparición de la menstruación y el semen.
Cuando acepte el cambio de su cuerpo (uno de los tantos), comenzará la búsqueda por su
nueva identidad para ir formándose como adulto.
El adolescente se presenta como varios personajes, existen notables variaciones
producidas en pocas horas como por ejemplo por el uso de diferentes vestimentas.
Los padres tienen dificultades para aceptar el crecimiento a consecuencia del sentimiento
de rechazo que experimentan frente a la genitalidad y a la libre expresión que surge de ella.
El adolescente siente la amenaza inminente de perder la dependencia infantil cuando en
momentos es aún necesaria.
Este rechazo puede dar libertad que el adolescente vive como abandono y que en realidad
no lo es.
Sólo cuando su madurez biológica está acompañada por una madurez efectiva e intelectual,
estará equipado de un sistema de valores, de una ideología que confronta con la de su
medio y donde el rechazo a determinadas situaciones se cumple en una crítica constructiva.
Defiende un ideal.
Pero antes de que ocurra esto, como ya nombré, el adolescente se presenta como varios
personajes: es una combinación inestable de varios cuerpos e identidades. También
provoca una verdadera revolución en su medio familiar y social y esto crea un problema
generacional.
Los padres también viven los duelos por los hijos, el duelo del cuerpo del niño pequeño, su
identidad infantil, y su relación de dependencia infantil. Ahora son juzgados por sus hijos,
perdiendo esa imagen de “ídolo”.
Los padres tienen que desprenderse del hijo niño y evolucionar hacia una relación con el
hijo adulto. Al perderse para siempre el cuerpo de su hijo niño se ve enfrentado con la
aceptación del devenir, del envejecimiento y de la muerte.
El dolor del adolescente es poco percibido por los padres que suelen encerrarse en una
actitud de resentimiento y refuerzo de la autoridad ejerciendo poder sobre sus hijos, por
ejemplo, en situaciones económicas.
La problemática del adolescente comienza con los cambios corporales, con la definición de
su rol en la procreación y se sigue con los cambios psicológicos.
Defiende sus valores y desprecia los que quiere imponerle el adulto. Siente que debe
planificar su vida, controlar los cambios; necesita adaptar el mundo externo a sus
necesidades, lo que explica sus deseos y necesidad de reformas sociales.
Se produce un incremento en la intelectualización para superar la incapacidad de acción,
busca la solución teórica de todos los problemas trascendentes y de aquellos a los que se
verá enfrentado a corto plazo: amor, educación, etc. Huye del mundo exterior, buscando
refugio en su fantasía, en el mundo interno.
La inserción en el mundo social del adulto es lo que va definiendo su personalidad y su
ideología. Nacen nuevos ideales y la adquisición de la capacidad de lucha para poder
alcanzarlos.
Abandona la solución del “como si” del juego y del aprendizaje, para enfrentar el “si” y el
“no” de la realidad. Comienza a proyectarse en el futuro. Está buscando una identidad y una
ideología, pero no las tiene. Sabe lo que no quiere mucho más que lo que quiere ser y hacer
de sí mismo. Con frecuencia el adolescente se somete a un líder o no tiene más remedio
que buscar una ideología propia que le permita actuar de un modo coherente en el mundo,
si no logran hacerlo, se castigan ellos mismos con violencia.
Son tres las exigencias básicas de libertad que plantea el adolescente a sus padres: la
libertad en salidas y horarios, la libertad de defender una ideología y la libertad de vivir un
amor y un trabajo. Los padres parecen centrarse en mayor medida en la primera, creyendo
que así controlarán las demás y lo hacen mediante la dependencia económica que tiene el
adolescente con ellos, el famoso “corte de víveres”.
Necesitan aprender a escuchar a sus hijos y dejar atrás estos conflictos.
Tendrán que entender que en la adolescencia temprana sus hijos pasan por un período de
profunda dependencia donde necesitan de ellos tanto o más que cuando eran bebés, y que
esa necesidad de dependencia puede ser inmediatamente seguida de una necesidad de
independencia. Lo correcto será darle una libertad con límites, que impone cuidados,
cautela, observación, contacto afectivo permanente, diálogo, para ir siguiendo paso a paso
la evolución de las necesidades y cambios en el hijo.
Darle una libertad sin límites, es lo mismo que abandonar al hijo.
CAPÍTULO 2.
El síndrome de la adolescencia normal.
Normalidad y patología en la adolescencia:
La adolescencia tiene su exteriorización característica dentro del marco cultural-social en el
cual se desarrolla.
Hall sostenía que el desarrollo y las concomitancias de conducta del mismo se producen “de
acuerdo con pautas inevitables, inmutables, universales e independientes del ambiente
sociocultural”
No hay duda alguna de que el elemento sociocultural influye en las manifestaciones de la
adolescencia, pero también tenemos que tener en cuenta que tras esa expresión
sociocultural existe un basamento psicobiológico que le da características universales.
La autora concuerda con Sherif y Sherif en que la adolescencia está caracterizada
fundamentalmente por ser un período de transición entre la pubertad y el estadio adulto del
desarrollo y que en las diferentes sociedades este período puede variar como varía el
reconocimiento de la condición adulta del individuo.
Existe, como base de todo proceso, una circunstancia especial, una situación que obliga al
individuo a reformularse los conceptos que tiene acerca de sí mismo y que lo lleva a
abandonar su autoimagen infantil y a proyectarse en el futuro de su adultez. El problema de
la adolescencia debe ser tomado como un proceso universal de cambio, de
desprendimiento, pero que se teñirá con connotaciones externas peculiares de cada cultura
que favorecerán o dificultarán, según las circunstancias.
El adolescente se deberá integrar en el mundo adulto en donde tendrá que aceptar su
nueva configuración de ser humano, su morfología adulta y la capacidad del ejercicio de su
genitalidad para la procreación.
Arminda Aberastury en trabajos anteriores ha llegado a definir la adolescencia como: “la
etapa de la vida durante la cual el individuo busca establecer su identidad adulta,
apoyándose en las primeras relaciones objetales-parentales internalizadas y verificando la
realidad que el medio social le ofrece, mediante el uso de los elementos biofísicos en
desarrollo a su disposición y que a su vez tienden a la estabilidad de la personalidad en un
plano genital, lo que sólo es posible si se hace el duelo por la identidad infantil".
El proceso de duelo es básico y fundamental.
La estabilización de la personalidad no se logra sin pasar por un cierto grado de conducta
“patológica” que debemos considerar inherente a la evolución normal de esta etapa de la
vida.
El concepto de normalidad no es fácil de establecer, ya que en general varía en relación con
el medio socioeconómico, político y cultural. La normalidad se establece sobre las pautas de
adaptación al medio, y que no significa sometimiento al mismo, sino más bien la capacidad
de utilizar los dispositivos existentes para el logro de las satisfacciones básicas del individuo
en una interacción permanente que busca modificar lo displacentero o lo inútil a través del
logro de sustituciones para el individuo y la comunidad.
La conducta en el adolescente en términos generales puede fallar. Al vivir una etapa
fundamental de transición, su personalidad tiene características especiales que nos
permiten ubicarlo entre las llamadas personalidades “marginales”.
Anna Freud dice que es muy difícil señalar el límite entre lo normal y lo patológico en la
adolescencia. Toda la conmoción de este período de la vida debe ser estimada como
normal, señalando además que sería anormal la presencia de un equilibrio estable durante
el proceso adolescente.
Las luchas y rebeldías externas del adolescente no son más que reflejos de los conflictos de
dependencia infantil que íntimamente aún persisten. Los procesos de duelo obligan a
actuaciones que tienen características defensivas, de tipo psicopático, fóbico o contrafóbico,
maníaco o esquizoparanoide pero que se demuestran como una “patología normal” del
adolescente.
Para Erikson existe en la adolescencia un cambio que es fundamentalmente crítico. Este
autor habla de tres estadios en el proceso evolutivo, que sintetiza en: niño, adolescente y
adulto. Para cada unidad de éstas, corresponde una crisis mayor, y cuando, por cualquier
razón, una crisis tardía es severa, se reviven las crisis más tempranas.
El adolescente atraviesa por desequilibrios e inestabilidad extrema. Crisis afectivas,
religiosas, sexuales, timidez, etc. Todo esto es lo que Aberastury llama entidad
semipatológica, o un “síndrome normal de la adolescencia”. Estas características es posible
verlas en distintas culturas y dentro de distintos marcos socioeconómicos de vida. La mayor
o menor anormalidad de este síndrome normal, se deberá, a los procesos de identificación y
de duelo que haya podido realizar el adolescente.
Así se provoca lo que Stone y Church han denominado muy adecuadamente la situación de
"ambivalencia dual", ya que la misma situación ambivalente que presentan los hijos
separándose de los padres, la presentan éstos al ver que aquellos se alejan.
La ulterior aceptación de la identidad está forzosamente determinada por un
condicionamiento entre individuo y medio que es preciso reconocer. La cultura modifica las
características exteriores del proceso.
De acuerdo con el pensamiento de la autora, el comprender los patrones culturales puede
ser sumamente importante para determinar ciertas pautas exteriores de manejo de la
adolescencia.
La adolescencia es recibida predominantemente en forma hostil por el mundo de los adultos
en virtud de las situaciones conflictivas edípicas a las que ya he hecho referencia. Se crean
"estereotipos", con los que se trata de definir, caracterizar, señalar, aunque en realidad cree
Aberastury que, se busca aislar fóbicamente a los adolescentes del mundo de los adultos.
El fenómeno de la subcultura adolescente se expande y se contagia como un signo de
"rebelión". La actitud social reivindicatoria del adolescente se hace prácticamente
imprescindible.
La sociedad, aun manejada de diferente manera y con distintos criterios socioeconómicos,
impone restricciones a la vida del adolescente. Vemos que muchas veces las oportunidades
para los adolescentes capaces están muy restringidas y en no pocas oportunidades el
adolescente tiene que adaptarse, sometiéndose a las necesidades que el mundo adulto
impone.
En la medida en que el adolescente no encuentre el camino adecuado para su expresión
vital y la aceptación de una posibilidad de realización, no podrá nunca ser un adulto
satisfecho.
La juventud revolucionaria del mundo, y la nuestra en especial, tiene en sí el sentimiento
místico de la necesidad del cambio social.
Encuentra en la realidad social frustrante una imagen especular de su superyo cruel y
restrictivo. Las partes sanas de su yo se ponen al servicio de un ideal que permite modificar
estas estructuras sociales colectivas y surgen así grandes movimientos de contenido
valedero y noble para el futuro de la humanidad.
Las intelectualizaciones fantasías conscientes, necesidades del yo fluctuante que se
refuerza en el yo grupal, hacen que se transformen en pensamiento activo, en verdadera
acción social, política, cultural. El adolescente siente que no es él quien cambia, quien
abandona su cuerpo y su rol infantil, sino que son sus padres y la sociedad los que se
niegan a seguir funcionando como padres infantiles que tienen con él actitudes de cuidado y
protección ilimitados. Descarga entonces contra ellos su odio y su envidia y desarrolla
actitudes destructivas.
8. Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta.
La conducta del adolescente está dominada por la acción.
El adolescente no puede mantener una línea de conducta rígida, permanente y absoluta,
aunque muchas veces la intenta y la busca.
Spiegel ha hablado de la personalidad del adolescente describiéndola como "esponjosa".
Es el mundo adulto el que no tolera los cambios de conducta del adolescente, el que no
acepta que el adolescente pueda tener identidades ocasionales, transitorias,
circunstanciales como he descripto anteriormente, y exige de él una identidad adulta, que
por 'supuesto no tiene por qué tener.
9. Separación progresiva de los padres.
Los adolescentes sufren el duelo por la pérdida de los padres de la infancia. Por lo tanto
una de las tareas básicas es la de ir separándose de los padres.
La aparición de la capacidad efectora de la genitalidad impone la separación de los padres y
reactiva los aspectos genitales que se habían iniciado con la fase genital previa.
Muchos padres se angustian y atemorizan frente al crecimiento de sus hijos reviviendo sus
propias situaciones edípicas, lo que, como ya lo he indicado, da lugar a situaciones
conflictivas.
La evolución de la sexualidad depende en gran parte de cómo los mismos padres acepten
los conflictos y el desprendimiento que los hijos de una manera u otra pueden expresar.
Van a producirse identificaciones fuera de los padres, con sustitutos parentales en los
cuales pueden proyectarse cargas libidinales, especialmente en sus aspectos idealizados lo
que permite la negación de la fantasía epídica subyacente.
CAPÍTULO 5.
El tiempo en el adolescente.
El adolescente entre en una “crisis de temporalidad”. El niño tienen limitación del espacio
pero le falta el concepto de tiempo. El adulto tiene la noción infinita espacial y de
temporalidad. En el adolescente esto se entremezcla presentando las contradicciones de
inmediatez o de relegación infinita frente a cualquier tipo de posibilidades de realización, a
las que pueden seguir sentimientos de impotencia absoluta.
El pensamiento primario va siendo sustituido por el juicio de la realidad mediante la
elaboración de los tres duelos, aceptando el transcurso del tiempo y, con éste, el concepto
de muerte.
En el psicópata, la atemporalidad se establece rígidamente en su pensamiento; posterga y
exige sin discriminación frente a la realidad, y actúa sin esta noción limitante, que permite la
ubicación del individuo en el mundo.
La periodicidad de pensamiento primario observada en el adolescente normal adquiere
características de permanencia en el psicópata.
El sexo en el adolescente.
Según Aberastury los cambios biológicos de la pubertad imponen la sexualidad genital al
individuo e intensifican la urgencia del duelo por el cuerpo infantil perdido, que implica
también el duelo por el sexo perdido.
En la adolescencia se intenta recuperar el sexo perdido mediante la masturbación, que es
una negación omnipotente a esta pérdida. El psicópata, en cambio, permanece en una
bisexualidad fantaseada que tiene para él todo el significado de la realidad psíquica y que le
impide relaciones amorosas de objeto y el logro de la pareja que busca, y que es cambio sí
puede obtener el adolescente normal.
SUBJETIVIDAD Y ADOLESCENCIA
Decía Duplat, en 1909, que “el adolescente es un vagabundo nato, loco por viajar,
por moverse y profundamente inestable. La adolescencia era una enfermedad en
potencia, por su patología propia y puede ser definida como una necesidad de
actuar que entraña desdén por todo obstáculo o peligro y empuja al asesinato. De
allí la necesidad de vigilar este estado mórbido”.
LA ADOLESCENCIA HOY
IDENTIDAD Y GRUPOS
También necesita de los espacios reales, escuela y trabajo, porque son los
verdaderos y má importantes anclajes articuladores para la construcción de su
espacio subjetivo.