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Generalmente nosotros solemos poner valor o precio a todas las cosas y la razón porque lo
hacemos esto, es porque dependiendo el precio o valor del artículo así es la estimación que
le damos. Cuatro formas que se emplean para valorizar un artículo son:
2. Por su durabilidad
4. Por su potencial
Jesús en esta oportunidad nos invita a valorizar lo más grande e importante que nosotros
tenemos, como lo es nuestra alma.
¿Qué es el alma?
La palabra viene de nephesh y psiche = aliento, viento, espíritu, vida.
Según la Biblia, el alma es el verdadero yo, es la parte inmaterial o espiritual que Dios le dio al
hombre cuando lo creo y soplo en él aliento de vida (Génesis 2:7). Por lo tanto, el alma es lo que
da vida al cuerpo, es decir que el cuerpo sin alma se muere.
Una vez que el alma se desprende del cuerpo, este queda inerte y el alma queda desnuda,
pero consciente de todas sus facultades (Apocalipsis 6:9-11; Lucas 16:20- 31< Lázaro y el rico>),
esperando el día de la resurrección donde será revestida de un cuerpo inmortal – I Corintios 15:53.
Toda la gloria, riquezas que acumulemos se quedará el día que partamos para la eternidad –
Job dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y denudo volveré allá…” (1:21) McCarthur dijo:
“Tener todo lo que ofrece el mundo, pero no tener a Cristo, es estar eternamente en bancarrota,
porque todos los bienes del mundo no pueden compensar la pérdida del alma.”
Entre más adicto este el hombre por ganar el mundo, más peligro corre de perder su alma. Ej.:
El rico y Lázaro de Lucas 16:20-31. Lázaro recibió un lugar de honor en el Seno de Abraham, en
cambio el rico quedo excluido.
Conclusión:
Dios nos está hablando en este tiempo que se caracteriza por el materialismo, el placer, los deleites
temporales y la comodidad de la vida, para que reflexionemos más sobre nuestra vida y pongamos
más atención, más valor a las cosas espirituales y eternas, que a las temporales.
PORQUE:
QUE PIERDE:
Pierde la oportunidad de un futuro glorioso en las moradas de gloria juntamente con Jesucristo,
nuestro Dios y Salvador.
Pierde la oportunidad de entrar a un lugar donde no habrá más llanto, dolor, lágrimas, enfermedades,
problemas emocionales o sentimentales…
Pierde la oportunidad de entrar a un lugar donde solo habrá gozo, paz, salvación, seguridad,
felicidad… esa sí será gloria sin fin.
En Juan 7:2 se nos dice que “Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de
LOS TABERNÁCULOS…”, y Jesús “…también subió a la fiesta…” (V10), por
esta razón leemos: “En el último y gran DIA DE LA FIESTA, Jesús se puso en
pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (v37), es
decir, era el momento en el cual el pueblo judío estaba recordando que habían
habitado en tiendas en el desierto.
Mis amados lectores, estamos viviendo en tiempos muy difíciles. Este es el enunciado que se
escucha La Prueba de Nuestra fe y El Propósito del Sufrimiento)
con mucha frecuencia desde los púlpitos. Los medios de comunicación han convertido esta frase en,
casi un slogan. Esta pequeña pero eficaz consigna "estamos viviendo en tiempos muy difíciles" la
han sabido explotar muy bien los productores de las grandes cadenas de noticias y han multiplicado
sus ingresos, pues todo el mundo está pendiente de ver, de leer, las últimas noticias. (Después de
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Me tomo la osadía de que esta máxima: "estamos viviendo en tiempos muy difíciles", ha sido eficaz,
porque muchos creyentes e incrédulos, políticos, profesionales y gobernantes, están usando esta
expresión para justificar que han dirigido y siguen llevando al fracaso y a la frustración a la humanidad
entera.
José, hijo de Jacob, al igual que Abraham lo tenía todo, era el preferido de su padre, renunció
aceptando el dejar el bienestar que tenía en su hogar; para ser despreciado por sus hermanos, vivió
tiempos difíciles, fue vendido como esclavo y calumniado. Para José no fue fácil haber permanecido
en la carcel por trece largos años antes de llegar a lo máximo de su carrera, Dios sometió a José a
un proceso de reconocimiento de sus valores para desarrollar en él un hombre con carácter
determinado.
Dios manifestó su carácter divino en el carácter de José, para llevarlo a ocupar un lugar muy alto y
de prestigio en Egipto. "Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay
entendimiento ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi
pueblo; solamente en el trono seré mayor yo que tú". (Génesis 41:39-40)
El apóstol Pablo era un hombre sobresaliente y preparado de entre los Judíos, quien después de
perseguir a la iglesia tomó la determinación de aceptar y llevar un aguijón en su carne, fueron tiempos
difíciles, pero esto fue el instrumento que Dios usó para perfeccionarlo, no le importó la adversidad,
estuvo predicando el evangelio con denuedo, con fervor; porque este aguijón que era su debilidad
era el instrumento de Dios para perfeccionarse en su debilidad.
Esto lo convertiría después en el apóstol más dedicado y ejemplar de los seguidores de nuestro
Señor Jesús.
Para Martin Luther King no fue fácil luchar contra el racismo de su época, pero luchó y se abrió paso
en medio de la adversidad, porque al igual que Abraham Lincoln, soñaba con ver una nación unida
sin distinción de razas; ambos en tiempos difíciles, llegaron hasta las últimas consecuencias y
pagaron con sus vidas el precio de una libertad que nunca vieron, todo esto porque había
determinado pelear por una noble causa.
Es tiempo de determinar creerle a Dios, es tiempo de confrontar los tiempos difíciles con la misma
tenacidad con que lo hicieron aquellos hombres y mujeres ejemplares cuyos nombres están
inmortalizados en la historia de la humanidad.
Es tiempo de afirmar los valores que él ha establecido en nosotros como hijos y herederos de Él, es
tiempo de cambiar nuestro lenguaje y vivir como hijos de un rey todopoderoso, ya no tenemos deuda,
él nos perdonó y esa es la raíz de nuestra victoria, de nuestra libertad, de nuestra prosperidad. Su
perdón que trajo luz a nuestras vidas, es el fruto de su amor y de su gracia.
En su perdón adquirimos el valor que hoy tenemos, no en base a la escala de valores de la apariencia
o de nuestro modelo ideal, porque no valíamos nada. "Si bien todos nosotros somos como suciedad,
y todas nuestras justicias como trapos de inmundicia; y caíamos todos nosotros como la hoja, y
nuestras maldades nos llevaron como viento" (Isaías 64:6)
Muchos han experimentado situaciones parecidas a las de Jefte y, a pesar de haber llegado a los
pies del Señor Jesucristo, siguen sufriendo por esas heridas que en determinado momento
recibieron. Muchos venimos de hogares disfuncionales, heridas y ese vacío en nuestro corazón.
Una joven contaba como su padre nunca la busco siendo niña, pero al pasar los años y encontrarla
en una oficina de una empresa donde ella laboraba, de pronto, aquel hombre empezó a decir a todos
que ella era su hija. Después de un tiempo, al perder ella su trabajo, la encontró en la calle vendiendo
y su padre que hace un tiempo decía a todos que era su hija, voltio la mirada e hizo como que no la
había visto. Otra joven decía no explicarse como su padre jamás la busco para darle un poco de su
tiempo si ella no tuvo la culpa de lo que sucedió entre el y su madre. Historias así abundan.
Salmo 27:10 dice: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá”. Dios
nos toma en sus brazos para llenar esos vacíos, sanar esas heridas y darnos el consuelo que
necesitamos. Quizás hay cosas que no podemos cambiar, pero si con la ayuda de Dios las podemos
superar y en ese proceso Dios nunca nos dejara solos.
Cuando Agar fue expulsada por Abraham y Sara, se le dio pan y un odre de agua con el cual se
retiro al desierto. Estaba sola con su hijo Ismael y en aquellas circunstancias ella pensó que lo que
les esperaba era la muerte. Cuantas madres solteras han pasado situaciones parecidas, heridas
caminando en el desierto y luchando con sus hijos; sin embargo, Dios nunca dejo sola a Agar porque
cuando ella puso a su hijo debajo de un arbusto sin tener agua ni pan, Dios escucho el llanto del
muchacho al sentirse abandonado y sentir alejarse a su madre sufriendo a la distancia para no verlo
morir. Dios nunca los abandono, abrió sus ojos y les proveyó el agua y el sustento y les dio promesas
que les devolvió el animo y el gozo a sus vidas.
Una de las cosas mas difíciles es perdonar. Dejar los resentimientos del pasado y por fin sentir el
alivio del perdón en nuestro corazón es algo difícil pero no imposible. José fue vendido por sus
hermanos y todos sabemos las cosas que le sucedieron a raíz de lo que le hicieron, pero en
determinado momento de su vida tuvo que estar nuevamente frente a ellos y no fue fácil. En Génesis
41: 9 dice que José “se acordó…de los sueños que había tenido acerca de ellos…”, es decir, sabia
cual era el propósito de haber sido enviado a Egipto, pero a pesar de conocer este propósito había
algo en su corazón por lo cual no se dio a conocer. José lloro mas de una vez después de encontrarse
con ellos, los acuso de espías, los tuvo en la cárcel por tres días, luego puso en prisión a Simeón,
escondió la copa en su costal, hasta que al final José lloro por tercera vez y saco todo lo que había
en su corazón.
Llorar nos libera poco a poco, mas cuando echamos toda nuestra ansiedad a Dios, nuestros
sentimientos y emociones, para que podamos hacerle frente a esas cosas que nos han afectado
durante años como a José. Tenemos años en el evangelio pero quizás todavía hay personas que no
soportamos verlas ni en pintura; sin embargo es necesario superar esta situación. Esaú odiaba a
Jacob, su odio era tan grande que quería matarlo, pero que liberador fue llorar con su hermano Jacob
al encontrarlo. Necesitamos sacar esos resentimientos del pasado para sentirnos libre por fin de ese
peso que hemos cargado por años.
Jefte fue buscado por los ancianos y les recordó lo que le hicieron al decir “…¿No me aborrecisteis
vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué pues venís ahora a mi cuando estáis en
aflicción? (Jueces 11:7). Puede que era la mejor oportunidad que tenia de vengarse por lo que lo
hicieron pasar y sufrir, pero si hacia eso significaría su estancamiento espiritual; por tal razón, dejo
a un lado sus resentimientos y acepto ser el caudillo de Israel. Necesitamos dejar las heridas del
pasado para avanzar en nuestra vida espiritual.
En la parábola del buen Samaritano vemos como son vendadas las heridas de aquel que fue
lastimado. Aceite y vino se le hecho a las heridas, pues representa la unción del Espíritu de Dios y
el gozo que solo nuestro Señor Jesucristo puede darnos. Así que debemos buscar con todo nuestro
corazón a nuestro Dios porque sin duda alguna es el único que puede sanar con toda certeza
nuestras heridas mas profundas.
A veces no hay paz en nuestra alma por las heridas que les hemos causado a otras personas,
sentimientos de culpa vienen a nuestra alma, a tal punto que a veces nos invade la tristeza y muchos
terminan en depresión, pues a veces no solamente se sufre por las heridas que nos causaron, la
conciencia también nos acusa por el daño que hemos hecho y no hay paz en nuestro interior. El
mismo Judas termino quitándose la vida al ser acusado por su conciencia por lo que había hecho;
sin embargo, sea que estemos heridos o hayamos herido Dios sanara nuestra alma.
David se junto con los afligidos, endeudados y amargados y los transformo en un grupo de valientes.
Jefte con hombres ociosos de la tierra de Tob hizo un grupo de guerreros. Mefi-boset era un lisiado
al cual hasta tenían que cargar, pero David lo trajo al palacio. Muchos se sienten inútiles por una
enfermedad y se sienten una carga aun para su familia. Otros se sienten que no valen para la
sociedad; pero que bueno que hay una iglesia que se preocupa por las almas perdidas y necesitadas
de la sanidad de Dios para nuestra alma. Jesús les bendiga.
El apóstol Pablo tuvo una experiencia muy particular que nos puede
iluminar acerca de este tema. En 2 Corintios 12:2-4 Pablo escribió: “Conozco
a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si
fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y
conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo
sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le
es dado al hombre expresar”, de acuerdo con este pasaje, el apóstol tuvo el
privilegio de visitar la oficina central del universo y darse cuenta de cosas muy
maravillosas.
Es cierto que la Biblia enseña que hay dos lugares para pasar la
eternidad, el cielo y el infierno, pero es usted el que elige su destino final.
Mateo 25:34-41 nos dice lo siguiente: “Entonces el Rey dirá a los de su
derecha: Venid, benditos de mi padre, heredad el reino preparados para
vosotros desde la fundación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de
comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve
desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a
verme. Entonces los justos me responderán diciendo: Señor, ¿Cuándo te
vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Y
cuándo te vimos forastero y te recogimos, o desnudo y te vestimos? ¿O
cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte? Respondiendo el
Rey les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis
hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá a los de la izquierda:
Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus
ángeles”. Notemos que dice “el fuego preparado para el diablo y sus ángeles”,
no para nosotros. El plan de Dios es que “todo aquel que en él crea no se
pierda, sino que tenga vida eterna”.
Dios creó la raza humana con el único propósito de que todos fueran
sus hijos y que vivieran para siempre. Desde este punto de vista, los seres
humanos estamos “predestinados para ser hijos de Dios”. Cuando este
propósito se vio afectado por la entrada del pecado, Dios tomó la iniciativa de
la salvación del hombre; sin embargo, aunque Dios nos proveyó de un plan
para salvarnos, es nuestro deber preocuparnos de esa salvación con temor y
temblor (Filipenses 2:12).
Gracias a Dios que ningún ser humano está predestinado para
perdición. El deseo más grande de Dios es que todos sean salvos. De esa
manera es que se manifiesta el gran amor de Dios (Juan 3:16). El señor quiere
que ninguno se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento (2Pedro
3:9).