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Soledad Bianchi
Nuevo Texto Crítico, Año X, Número 19/20, Enero-Diciembre 1997, pp. 205-209
(Article)
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¡EL OJITO DE RAUL RUIZ!
_____________SOLEDAD BIANCHI_____________
Universidad de Chile
ca, la total imposibilidad del diálogo entre los chilenos a causa del exceso de
discurso, a causa de la existencia de discursos paralelos y simultáneos, sin
puntos de contacto, discursos anquilosados y ya hechos, y omnipresentes por
posesionarse de todo el espacio social. Y así, ensordecidos por la "contami-
nación acústica", llegó a suceder lo que todos sabemos... Sordos fuimos los
chilenos, sordos seremos?... Sí, "¡no hay peor sordo que el que no quiere
oír!", y, hoy, por razones diversas a las de dos décadas atrás, sordos estamos:
por el triunfalismo económico y el monopolio del discurso economicista y
sus múltiples consecuencias culturales, como el privilegio de lo "light".
Al igual que otros textos —como los literarios Arte Marcial (1983-1987),
de Bruno Vidal, o La nueva novela (1978), de Juan Luis Martínez, o la pelí-
cula Descomedidos y chascones (Septiembre 1971-Diciembre 1972), de Car-
los Flores—, Palomita blanca tuvo también sus interferencias temporales,
que se previenen al comienzo de la película: "El rodaje de este film se reali-
zó en 1973. Durante más de 17 años los negativos permanecieron ocultos.
Santiago, 1992".
¿Por qué hablar de esta cinta que no correspondería para nada a la
post-dictadura? Proyectada por primera vez en 1992, cuando ya había finali-
zado el régimen militar, no hay otra posibilidad de leer Palomita blanca que
desde este momento, el de la post-dictadura. Desde ahora, entonces, mira-
mos y enfocamos el pasado que se muestra en la película. Mas los tiempos
se complejizan y multiplican por los traslados, por el lapso transcurrido des-
de 1970, cuando ésta se inicia; porque con posterioridad se dio el Golpe de
Estado, y se instaló una dictadura militar durante 17 años; porque desde
1990 Chile inauguró la transición a la democracia. Ubicándonos en todos
estos tiempos contemplamos, pues, el film y lo que él presenta, desplazándo-
nos a saltos, sin seguir un orden consecutivo y lineal: intentando volver atrás
en sentimientos y sensaciones para rescatar la vivencia de entonces, pero sin
poder desligarnos de la experiencia posterior; recordando lo que tal vez ha-
bíamos olvidado; completando; imaginando; creando; entendiendo, recién
ahora..., quizás.
Tampoco la mirada de Raúl Ruiz parece del pasado pues aunque su ojo
enfoque, se pose, corte y arme ese hoy (que en la actualidad es ayer), su
atisbo parece de hoy: ni las pugnas, ni los discursos, ni los himnos políticos
son épicos; nada es épico, ni heroico, en Palomita blanca, en una época-épi-
ca en que se tendía a la grandiosidad (¿a la grandilocuencia?), y se vivía una
situación considerada trascendente (tal vez esta cinta, sin masas, ni victorio-
sas ni triunfantes, podría pensarse como un negativo de Octubre, de Eisens-
tein); mucho es cita y pastiche, sin establecer distinciones tajantes ni jerar-
quías entre planos y aspectos tan diversos como las teleseries y sus parla-
mentos, el lenguaje y las situaciones políticas, los debates filosóficos, el que-
hacer cotidiano y su decir, el blá blá blá, las actividades y actitudes juveniles
y su jerga, los deportes y sus expresiones, el habla religiosa de distintas igle-
sias, con rezos, con cantos... y todo lo anterior no se pretende un todo ejem-
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NOTAS
1.Resulta interesante destacar que en el trabajo de muchos escritores chilenos que co-
menzaron a producir en la década del 60, al igual que Raúl Ruiz, también es frecuente el uso
de lugares-comunes y frases-hechas, que se encontraban, con anterioridad, en la poesía de
Nicanor Parra.
2.Este artículo sobre Palomita blanca es sólo parte de un trabajo más extenso, dedicado
a algunas producciones culturales de la post-dictadura chilena.