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PLATAFORMA CONTINENTAL

Se denomina plataforma continental a la superficie del fondo submarino que se


extiende desde la costa hasta profundidades inferiores a 200 metros. La
abundancia de vida animal y vegetal caracteriza esta zona, otorgándole gran
valor económico.

Como resultado del desarrollo de muchos años en el derecho internacional


consuetudinario y en el derecho de los tratados, la plataforma continental está
sometida hoy a un régimen jurídico internacional especial. Este régimen — que
adquirió su nombre simplemente de su contraparte geológica — es,
básicamente, una de las zonas marítimas en las que los Estados ribereños
ejercen derechos soberanos y jurisdicción.

El régimen de la plataforma continental surgió a mediados del siglo XX, a medida


que los desarrollos tecnológicos hacían más fácil explotar los recursos de
hidrocarburos offshore en el lecho marino y su subsuelo. Estos avances
tecnológicos impulsaron a una serie de Estados ribereños a reivindicar zonas
marítimas que anteriormente no pertenecían a nadie: el lecho marino y el
subsuelo que se extendían más allá de las aguas territoriales. Entre estas
afirmaciones se encontraba la promulgada por el presidente estadounidense
Harry Truman el 28 de septiembre de 1945. Pero, ¿quién realmente poseía el
lecho marino? La comunidad internacional se vio obligada a examinar la
cuestión. Desarrollado concurrentemente como derecho internacional
consuetudinario en la era posterior a la segunda guerra mundial, el régimen de
la plataforma continental fue objeto de negociaciones multilaterales en las
conferencias consecutivas del derecho del mar bajo los auspicios de las
Naciones Unidas.

La plataforma continental es la primera provincia del borde externo del


margen continental y se encuentra después de la zona costera, hacia el
mar. Con el avance y retroceso de la línea de costa, las características
de las plataformas han cambiado; unas son de tipo continental y otras
totalmente submarinas.

Estas plataformas que son muy diversas, resultan más irregulares en las
regiones tropicales que en las zonas frías. Están conformadas por
procesos de sedimentación y por la actividad de organismos sedentarios
como los corales. En la costa del Océano Pacífico de América del Norte,
la plataforma es reducida, puesto que allí existen fuertes corrientes. En
la Sonda de Campeche, situada en el Golfo de México y en donde el
movimiento de las aguas oceánicas es mínimo, se encuentra muy
extendida. En la desembocadura de los grandes ríos, que son áreas de
sedimentación, alcanzan grandes dimensiones. Se considera que la
plataforma más ancha del mundo es la del Mar de Barents en el Océano
Artico, que tiene 1 000 kilómetros de longitud.

La extensión promedio de las plataformas continentales mundiales es


de 200 a 600 metros, y su profundidad media es de 150 a 200 metros.

La zona que ha estado expuesta a la acción de los glaciares presenta


las plataformas continentales de mayor profundidad, como las de
Groenlandia, que llegan a tener de 300 a 400 metros de profundidad, en
contraste con la del Mar de Beaufort, al norte de Alaska, que sólo tiene
70 metros en determinados sitios.

En algunos lugares, las plataformas continentales tienen uno o dos


escalones en el borde que las une al talud continental. Dichos escalones
son planicies marginales.

EL TALUD CONTINENTAL

Es de mayor declive que la plataforma, y llega de 1 500 a 3 000 metros


de profundidad, donde se localiza el borde continental.

La topografía del talud es muy irregular. Está cubierta en 50 o 60 por


ciento por fango sedimentario; en 25 por arena; en 15 por roca desnuda
y en 10 por ciento por restos orgánicosAdemás, abunda en depresiones
y cuencas. Su origen es tectónico y sedimentario.

Una de las irregularidades más marcadas en el talud son los cañones


submarinos, surcos profundos cortados verticalmente en forma de V a
modo de valles sumergidos. Estos se localizan a profundidades de 2 000
a 4 000 metros. El Gran Cañón de Hudson, situado en la costa oriental
de América del Norte, tiene 300 kilómetros de longitud y su mayor
profundidad es de 3 500 metros.

La inclinación de la superficie del talud varía en las diferentes regiones


del planeta. Con 2º 55", la mínima, se encuentra en la costa de la India,
y con 5º 20", la máxima, se halla en la costa del Océano Pacífico de
América del Norte.

EL BORDE CONTINENTAL

se ubica a continuación del talud, y es difícil reconocer el lugar en donde


se inicia. Es la zona de transición entre el talud y el suelo profundo del
océano. Su inclinación es semejante a la de la plataforma continental, y
tiene un metro más de profundidad por cada 1 000 metros.

El conocimiento en torno al fondo oceánico es muy reciente. Por


ejemplo, lo accidentado de la estructura de este fondo no se sospechaba
antes de la segunda Guerra Mundial, pero con el desarrollo de la
ecosonda de registro, —aparato que produce explosiones y calcula la
profundidad por el tiempo que tardan los ecos en regresar a la
superficie— los detalles de la topografía submarina fueron revelándose
progresivamente.

A raíz de esos estudios se encontró que el fondo oceánico está


dominado por cadenas montañosas volcánicas que forman los grandes
dorsales o elevaciones, los cuales alcanzan miles de kilómetros de
largo, con decenas de kilómetros de ancho y crestas que se levantan de
dos a tres kilómetros por encima de las planicies abisales. Además se
descubrieron otros tipos de formaciones topográficas, como fallas, fosas
marginales, arcos insulares, trincheras, cañones submarinos,
montañas, islas y el piso abisal.

Entre los grandes dorsales o elevaciones de cadenas montañosas


volcánicas destaca el sistema que recorre al Atlántico en toda su
extensión, formando una franja, alrededor de la Tierra, de 60 000
kilómetros de longitud y de 800 a 4 000 kilómetros de ancho. Este
sistema se inicia en la cuenca euroasiática del Ártico, pasa por Islandia
y las Azores, en el Atlántico Sur; se dirige hacia el Este y da vuelta al
sudeste de África hasta el Océano Índico; vuelve hacia el sur, para pasar
por el sur de Australia, y cruza el Pacífico sur y el oriental hasta las Islas
Galápagos y el Golfo de California, ascendiendo hacia el Norte.

ZONAS DE FRACTURA O FALLAS

Que consisten en cortes lineales que se presentan en los pisos y las


llanuras abisales. El trazado de las fallas se mantiene constante y
rectilíneo a lo largo de miles de kilómetros.

Generalmente, las fracturas están bordeadas por volcanes. Las cuatro


mejor estudiadas son las que se extienden paralelamente entre sí, de
Este a Oeste, a través de 6 000 kilómetros en el noroeste del Pacífico:
la de Mendocina, Murray, Clarion y Clipperton, perpendiculares a la
Gran Falla de San Andrés, que corre desde el Golfo de Alaska hasta
Centroamérica. Esta falla, que es marina en su mayor parte, se adentra
en California (Estados Unidos) y en Baja California (México). Estas fallas
son regiones sísmicas activas que se forman por el movimiento de las
capas tectónicas.

LAS FOSAS MARGINALES Y EL SISTEMA DE ARCO INSULAR

constituyen otra estructura oceánica, son arqueadas y poseen una


cadena marginal de islas volcánicas en su lado cóncavo. Estas fosas
submarinas se encuentran junto a los bordes de los continentes, como
las de Java y las Aleutianas, o cerca de los grandes bloques insulares.
Son escarpadas, su perfil tiene forma de V y su longitud alcanza cientos
de kilómetros. Resulta curioso que, en todos los mares, tengan
aproximadamente la misma profundidad. Su origen ha sido muy
discutido, pero posiblemente tiene que ver con las alteraciones ocurridas
en la corteza terrestre.

Con el empleo de nuevas técnicas de estudio y con el uso de batiscafos


de investigación, se han descubierto más fosas oceánicas. A la fecha se
tienen reportadas cuatro en el Atlántico, dos en el Índico y 15 en el
Pacífico; es decir, en lugares de alta actividad sísmica. Uno de los más
clásicos ejemplos lo constituye la Fosa de Tonga, situada entre las islas
de Tonga y las islas de Samoa, en el Océano Índico; tiene unos 2 000
kilómetros de longitud, unos 100 kilómetros de anchura y de 10 a 11
kilómetros de profundidad.

En algunas de estas fosas, las líneas de islas dispuestas en arco


sobresalen de la superficie del agua formando los llamados arcos
insulares, que son relativamente recientes, y cuyo origen se debió a los
movimientos de las capas tectónicas. Por ejemplo, está el arco de las
islas Aleutianas, ubicado en el Pacífico Norte, cerca del Mar de Bering;
la Fosa de las Marianas, al sur de Japón, y el Arco del Caribe, en el
Océano Atlántico.

El piso de las fosas oceánicas está integrado por roca basáltica oscura
de origen volcánico. En las fosas cercanas a los continentes, esta roca
es cubierta por sedimentos derivados de las masas de tierra contiguas;
por ejemplo, está el caso de la Fosa de América Central, localizada en
el Pacífico Medio, y la de Perú y Atacama, en el Pacífico Sur.

GRANDES TRINCHERAS

De todos los accidentes submarinos los más asombrosos son las


grandes trincheras, los sitios más profundos del océano. Es muy extraño
que las grandes trincheras se localicen principalmente cerca de la tierra,
pues lo más lógico sería encontrarlas en el centro del mar. Se asocian
con las cadenas de islas y las cordilleras montañosas que se levantan a
lo largo de las orillas de los continentes, y reflejan las fuerzas titánicas
que siguen modelando la Tierra.

Las trincheras son la consecuencia de ese levantamiento y agitación de


la corteza terrestre. Casi todas ellas se sitúan en el Pacífico, sobre la
línea de actividad volcánica y sísmica. Mientras las cadenas
montañosas, se levantan, el fondo del mar se hunde.
La trinchera más profunda que se ha encontrado es la de las Marianas,
que se halla en el oeste del Pacifico. Tiene una profundidad de 11 000
metros. Con el tiempo, los submarinos de las grandes profundidades
nos dirán mucho más sobre los fenómenos que dieron origen a estas
trincheras oceánicas.

CAÑONES SUBMARINOS

En el fondo del mar se encuentran también los cañones submarinos,


que son canales hendidos profundamente en la roca del fondo y los
cuales constituyen uno de los principales enigmas científicos. Se sabe
que, en la tierra, las fuerzas de la erosión, el viento, la lluvia y las
corrientes de los ríos han abierto los cañones, como el Gran Cañón del
río Colorado, pero en el océano no existen estos factores de erosión.

En un principio se creyó que esos cañones habían sido abiertos por


antiguos ríos en épocas en que el nivel del mar era mucho más bajo que
en la actualidad. Esa teoría fue desechada, cuando se descubrieron
cañones a miles de metros de profundidad, cuando resultó imposible
creer que el nivel del mar hubiera estado tan bajo.

Los geólogos adoptaron otra teoría, que no fue aceptada


unánimemente. Propuesta por el doctor Reginald A. Daly, de la
Universidad de Harvard, dice que las "corrientes de turbiedad", enormes
ríos de lodo que fluyen en el fondo del océano, han abierto los cañones.
Esas corrientes, que se mueven a velocidades de 30 a 80 kilómetros por
hora, actuaron supuestamente en el fondo del mar como los ríos que
corren sobre la tierra: arrastrando tanto arena cortante y grava como
lodo blando, en un curso en el que se excavarían grandes cañones. Sin
embargo, todavía se tiene mucho que estudiar sobre los cañones
submarinos.

Sobre la superficie del fondo oceánico también existen salientes que


reciben el nombre común de montañas oceánicas las cuales se pueden
diferenciar en tres tipos distintos: islas volcánicas, montañas marinas y
guyots.

Las islas volcánicas son elevaciones aisladas generalmente alejadas de


los continentes, y posiblemente originadas debido a la segmentación de
las grandes cordilleras. Su parte más elevada sobresale de la superficie
del mar, y se diferencian de las islas continentales por ser de menor
tamaño.

Existen picos colosales que se levantan desde las profundidades. El


mayor es el de la Isla Mauna Kea, en Hawai, que tiene 9 450 metros
desde el fondo del mar hasta su cima, y el cual sobresale 4 250 metros
de la superficie de las aguas.

Las montañas marinas son elevaciones que alcanzan más o menos un


kilómetro de altitud, y se pueden encontrar aisladas o en grupos de 10
a 100. Son más abundantes en el Océano Pacífico que en el Atlántico.
Algunos geólogos marinos estiman que existen 20 000 en todos los
mares y que se originaron a raíz del hundimiento de volcanes provocado
por movimientos de la corteza terrestre.

En la zona situada entre la costa de Nueva Inglaterra, donde se localiza


el Banco de Georges y las Bermudas, se encuentra una de las mayores
agrupaciones de montañas marinas. Si estas elevaciones son de cima
plana reciben el nombre de guyots, y posiblemente tienen el mismo
origen que las montañas marinas. Se supone que fueron islas que se
sumergieron, pero esta teoría es todavía muy discutida. En la actualidad
sólo se conocen unos cuantos cientos de ellos, la mayoría en el Océano
Pacífico. Algunos muestran formaciones coralinas, como los del
Archipiélago Tuamotu, en el Océano Pacífico meridional, entre Australia
y América del sur.

Las regiones planas que se encuentran en el fondo del océano entre las
formaciones topográficas representan al llamado piso abisal, que tiene
una inclinación muy ligera, menor de un metro por cada 1 000 metros;
se hallan en profundidades de 5 000 a 10 000 metros, como los planos
abisales que se localizan a los lados de los dorsales atlánticos. Su
origen es muy discutido, y para determinados autores su formación se
debió a la influencia de grandes volúmenes de lava solidificada que se
escurrió sobre el lecho oceánico; para otros, son el resultado de un
proceso de sedimentación continua.

En las últimas décadas han sido descubiertas en los fondos oceánicos


unas salientes rocosas en forma de tubos con paredes de aspecto
esponjoso, de color amarillento naranja, que lanzan por su boca una
columna de humo negro-grisáceo que llegan a alcanzar hasta 50 metros
de altura. Son las llamadas chimeneas o fumarolas. Fueron localizadas
en varias regiones del océano. Las que se encontraron en las Islas
Galápagos y en la falla Rivera-Tamayo a 21º Norte en la entrada del
Golfo de California han sido muy estudiadas.

En las salidas o bocas de estas chimeneas se concentran temperaturas


muy altas, que van de los 350 a 570º C, aunque la temperatura del agua
en esa zona es de 2º C. La presión con que sale la columna de humo
debe ser muy fuerte, pues logra vencer las 250 atmósferas que se tienen
a 2 700 metros de profundidad.
El humo contiene sulfuros y metales como el zinc y el hierro, por lo que
se piensa que pudieran ser fuentes futuras de estos minerales.

En un diámetro de 30 metros alrededor de una chimenea se han


descubierto abundantes organismos, como pogonóforos, ostras,
ofiúridos, poliquetos y esponjas, todos de mayor tamaño que los que
viven en otras zonas del océano.

Hoy es evidente que las crestas de los dorsales, las fracturas y los
sistemas de fosas se caracterizan no sólo por su topografía, sino por
otros fenómenos físicos, como los terremotos. Esta actividad sísmica se
genera a poca profundidad, desde 10 hasta 20 kilómetros, a lo largo de
las crestas de los dorsales y sus fracturas, mientras que en los sistemas
de fosas se producen a cualquier profundidad, hasta un máximo de 70
kilómetros.

Como se ha visto, la imagen del fondo del océano está constituida por
escarpadas montañas, depresiones y fallas; paisaje cuyos perfiles son
considerablemente más contrastados y escarpados que los
continentales. Existe una explicación: desde sus orígenes, las montañas
de la Tierra han estado expuestas a la erosión, los efectos del agua y
del viento, de las heladas y del calor, lo que las ha desgastado poco a
poco. Por lo contrario, las masas rocosas de los océanos se levantan en
lugares donde no hay estaciones ni grandes diferencias de temperatura,
y donde, por consiguiente, no ha habido destrucción.

En un futuro, las investigaciones que se han hecho permitirán no sólo


evaluar los tiempos de la contracción y destrucción de la corteza, en los
sistemas montañosos y de fosas, sino también comprender mejor la
distribución y la causa de los terremotos. A su vez, esto podrá ayudar a
alcanzar esa meta fundamental: la predicción de los movimientos
telúricos. Los trabajos de los hombres de ciencia han puesto al
descubierto muchos de los secretos de la historia geológica del océano.

CONVENCIÓN DE GINEBRA SOBRE LA PLATAFORMA CONTINENTAL,


DE 29 DE ABRIL DE 1958

Artículo 1.

Para los efectos de estos artículos, la expresión "plataforma continental" designa.


El lecho del mar y el subsuelo de las zonas submarinas adyacentes a las costas
pero situadas fuera de zona de mar territorial, hasta una profundidad
de 200 metros, o más allá de este límite, hasta donde la profundidad de las
aguas suprayacentes permita la explotación de los recursos naturales de dichas
zonas;

El lecho del mar y el subsuelo de las regiones submarinas análogas, adyacentes


a las costas de islas.

Artículo 2.

1. El Estado ribereño ejerce derecho de soberanía sobre la plataforma


continental a los efectos de su exploración y de la explotación de sus recursos
naturales.

2. Los derechos a que se refiere el párrafo 1 de este artículo son exclusivos en


el sentido de que, si el Estado ribereño no explora la plataforma continental o no
explota los recursos naturales de ésta, nadie podrá emprender estas actividades
o reivindicar la plataforma continental sin expreso consentimiento de dicho
Estado.

3. Los derechos del Estado ribereño sobre la plataforma continental son


independientes de su ocupación real o ficticia, así como de toda declaración
expresa.

4. A los efectos de este artículo se entiende por recursos naturales los recursos
minerales y otros recursos no vivos del lecho del mar y del subsuelo. Dicha
expresión comprende, asimismo, los organismos vivos, pertenecientes a
especies sedentarias, es decir, aquellos que el período de exploración están
inmóviles en el lecho del amor o en su subsuelo, o sólo pueden moverse en
constante contacto físico con dichos lecho y subsuelo.

Artículo 3.

Los derechos del Estado ribereño sobre la plataforma continental no afectan al


régimen de las aguas suprayacentes como alta mar, ni al del espacio aéreo
situado sobre dichas aguas.

Artículo 4.

A reserva de su derecho a tomar medidas razonables para la exploración de la


plataforma continental y la explotación de sus recursos naturales, el Estado
ribereño no puede impedir el tendido ni la conservación de cables o tuberías
submarinos en la plataforma continental.
Artículo 5.

1. La exploración de la plataforma continental y la explotación de sus recursos


naturales no deben causar un entorpecimiento injustificado de la navegación, la
pesca o la conservación de los recursos vivos del mar, ni entorpecer las
investigaciones oceanográficas fundamentales y otras investigaciones
científicas que se realicen con intención de publicar los resultados.

2. A reserva de lo dispuesto en los párrafos 1 y 6 de este artículo, el Estado


ribereño tiene derecho a construir, mantener y hacer funcionar en la plataforma
continental las instalaciones y otros dispositivos necesarios para explorarla y
para explotar sus recursos naturales, así como a establecer zonas de seguridad
alrededor de tales instalaciones y dispositivos, y a adoptar en dichas zonas las
disposiciones necesarias para proteger las referidas instalaciones y dispositivos.

3. Las zonas de seguridad mencionadas en le párrafo 2 del presente artículo


podrán extenderse hasta una distancia de 500 metros alrededor de las
instalaciones y otros dispositivos que se hayan construido, medida desde cada
uno de los puntos de su límite exterior. Los buques de todas las nacionalidades
respetarán estas zonas de seguridad.

4. Aunque dichas instalaciones y dispositivos se hallen bajo la jurisdicción del


Estado ribereño, no tendrán la condición jurídica de islas. No tendrán mar
territorial propio y su presencia no afectará a la delimitación del mar territorial del
Estado ribereño.

5. La construcción de cualquiera de dichas instalaciones será debidamente


notificada y se mantendrán medios permanentes para señalar su presencia.
Todas las instalaciones abandonadas o en desuso serán completamente
suprimidas.

6. Las instalaciones o dispositivos y las zonas de seguridad circundante no se


establecerán en lugares donde puedan entorpecer la utilización de rutas
marítimas ordinarias que sea indispensables para la navegación internacional.

7. El Estado ribereño está obligado a adoptar, en las zonas de seguridad, todas


las medidas adecuadas para proteger los recursos vivos del mar contra agentes
nocivos.

8. Para toda investigación que se relacione con la plataforma continental y que


se realice allí, deberá obtenerse el consentimiento del estado ribereño. Sin
embargo, el Estado ribereño no negará normalmente su consentimiento cuando
la petición sea presentada por una institución competente, en orden a efectuar
investigaciones de naturaleza puramente científica referentes a las
características físicas o biológicas de la plataforma continental, siempre que el
Estado ribereño pueda, si lo desea, tomar parte en esas investigaciones o
hacerse representar en ellas y que, de todos modos, se publiquen los resultados.

Artículo 6.

1. Cuando una misma plataforma continental sea adyacente al territorio de dos


o más Estados cuyas costas estén situadas una frente a la otra, su delimitación
se efectuará por acuerdo entre ellos. A falta de acuerdo, y salvo que
circunstancias especiales justifiquen otra delimitación, ésta se determinará por
la línea media cuyos puntos sean todos equidistantes de los puntos más
próximos de las líneas de base desde donde se mide la extensión del mar
territorial de cada Estado.

2. Cuando una misma plataforma continental sea adyacente al territorio de dos


Estados limítrofes, su delimitación se efectuará por acuerdo entre ellos. A falta
de acuerdo, y salvo que circunstancias especiales justifiquen otra delimitación,
ésta se efectuará aplicando el principio de la equidistancia de los puntos más
próximos de las líneas de base desde donde se mide la extensión del mar
territorial de cada Estado.

3. Al efectuar la delimitación de la plataforma continental, todas las líneas que se


tracen, de conformidad con los principios establecidos en los párrafos 1 y 2 de
este artículo se determinarán con arreglo a las cartas marinas y características
geográficas existentes en determinada fecha, debiendo mencionarse, como
referencia, puntos fijos permanentes e identificables de la tierra firme.

Artículo 7.

Las disposiciones de estos artículos no menoscabarán el derecho del Estado


ribereño a explotar el subsuelo mediante túneles, cualquiera que sea la
profundidad de las aguas sobre dicho subsuelo.

Artículo 8.

Esta Convención quedará abierta hasta el 31 de Octubre de 1958 a la firma de


todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas o de cualquiera de los
organismos especializados y de cualquier otro Estado invitado por la Asamblea
General de las Naciones Unidas a suscribir la Convención.
Artículo 9.

Esta Convención está sujeta a ratificación. Los Instrumentos de ratificación se


depositarán en poder del Secretario General de las Naciones Unidas.

Artículo 10.

Esta Convención estará abierta a la adhesión de los Estado incluidos en


cualquier categoría mencionada en el artículo 8. Los Instrumentos de adhesión
se depositarán en poder del Secretario General de las Naciones Unidas.

Artículo 11.

1. Esta Convención entrará en vigor el trigésimo día que siga a la fecha en que
se haya depositado en poder del Secretario General de las Naciones Unidas el
vigésimo segundo Instrumento de ratificación o de adhesión.

2. Para cada uno de los Estados que ratifiquen la Convención o se adhieran a


ella después de haberse depositado el vigésimo segundo Instrumento de
ratificación o de adhesión, la Convención entrará en vigor el trigésimo día
después de que dicho Estado haya depositado su Instrumento de ratificación o
de adhesión.

Artículo 12.

1. En el momento de la firma, de la ratificación o de la adhesión, un Estado podrá


formular reservas respecto de los artículos de la Convención, con excepción de
los artículos 1 a 3 inclusive.

2. Un Estado contratante que haya formulado reservas de acuerdo con lo


dispuesto en el párrafo anterior, podrá anularlas en cualquier momento mediante
una comunicación a tal efecto dirigida al Secretario General de las Naciones
Unidas.

Artículo 13.

1. Una vez expirado el plazo de cinco años a partir de la fecha de entrada en


vigor de esta Convención, las Partes Contratantes podrán pedir en todo
momento, mediante una comunicación escrita dirigida al Secretario General de
las Naciones Unidas, que se revise esta Convención.

2. La Asamblea General de las Naciones Unidas decidirá las medidas que


corresponde tomar acerca de esa petición.

Artículo 14.

El Secretario General de las Naciones Unidas comunicará a todos los Estado


Miembros de las Naciones Unidas y a todos los demás Estados mencionados en
el artículo 8;

Cuáles son los países que han firmado esta Convención, y los que han
depositado los Instrumentos de ratificación o de adhesión, de conformidad con
lo dispuesto en los artículos 8, 9 y 10;

En qué fecha entrará en vigor esta Convención, de conformidad con lo dispuesto


en el artículo 11;

Las peticiones de revisión hechas, de conformidad con el artículo 13;

Las reservas formuladas respecto de esta Convención de conformidad con el


artículo 12.

Artículo 15.

El original de esta Convención, cuyos textos chino, español, francés, inglés y


ruso son igualmente auténticos, será depositado en poder del Secretario General
de las Naciones Unidas, quien remitirá copias certificadas a todos los Estados
mencionados en el artículo 8.

En testimonio de lo cual los Plenipotenciarios infrascritos, debidamente


autorizados por sus respectivos Gobiernos, han firmado esta Convención.

Hecho en Ginebra, a los veintinueve días del mes de abril de mil novecientos
cincuenta y ocho.

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