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Mujeres de los pueblos originarios y el feminismo comunitario

Native women and Community Feminism

Natalia Chirino

Universidad de Málaga

Resumen

El presente trabajo plantea las complejas realidades de las mujeres de los pueblos originarios en

Argentina en tiempos pasados y presentes, enmarcando el análisis en las múltiples desigualdades

que las afectan de manera particular. Partiendo de la multiplicidad de opresiones que afectan a las

mujeres nativas, se prosigue a examinar el feminismo comunitario, cuya propuesta teórica y política

nace en Bolivia como búsqueda y respuesta a la necesidad de abordar las problemáticas propias con

nuevos conceptos y acciones específicas.

Palabras Clave: mujeres de los pueblos originarios, desigualdades, múltiples opresiones,

feminismo comunitario.

Abstract

The present work studies the complex realities of native women in Argentina in the past and present

times, framing the analysis in the multiple inequalities that affect them in a particular way. On the

basis of the multiplicity of oppressions that affect native women, the study continues to examine

Community Feminism, whose political and theoretical proposal was born in Bolivia as a search and

response to the need of addressing individual problems with new concepts and specific actions.

Key words: indigenous women, inequalities, multiple oppressions, community feminism.


Introducción

Las mujeres de los pueblos originarios en Argentina afrontan múltiples desigualdades que

atraviesan sus vidas cotidianas y están relacionadas con factores que además del género incluyen la

raza, la etnia, la condición social, la nacionalidad, la sexualidad, entre otras. Las mujeres nativas se

enfrentan a las opresiones patriarcales presentes en todas las poblaciones, pero además se ven

afectadas, desde los tiempos de la conquista y la reorganización nacional, por diversidad de

problemas que se enmarcan en la multiplicidad de opresiones que operan de manera conjunta y

superpuesta, dificultando las posibilidades de transformación social para mejorar sus realidades

cotidianas.

Las mujeres nativas y sus poblaciones han sido situadas en la periferia de la sociedad en un país

que ha llevado a cabo políticas particulares destinadas a destruir la cultura originaria, propia de

nuestra tierra. Desde la época de la conquista los pueblos nativos son considerados subalternos e

inferiores y han sido sometidos a numerosas injusticias. Actualmente, se enfrentan a desafíos

importantes para lograr el respeto por su cultura, la protección de su modo de vida ancestral y la

emancipación definitiva con garantía de derechos. En el caso particular de las mujeres aborígenes,

sus luchas están enmarcadas en las luchas de sus poblaciones para terminar definitivamente con la

larga historia de discriminaciones y acciones sociales de exclusión y violencia. Además, sus

acciones políticas incluyen esfuerzos crecientes para terminar con las desigualdades entre géneros

también presentes en sus propias poblaciones. Por todo ello, las mujeres nativas se organizan y

abordan sus propias luchas sociales con el objetivo de encontrar soluciones efectivas a problemas

con características particulares. En este contexto, se origina en Bolivia el feminismo comunitario;

feminismo indígena que presenta un marco teórico inspirador y desarrolla estrategias políticas

concretas para dar respuesta a las mujeres nativas y a todas aquellas que puedan encontrar en este

feminismo herramientas poderosas para transformar las realidades opresoras aún vigentes en el

mundo actual.
Metodología

La perspectiva metodológica adoptada en la realización de este estudio es cualitativa, con un

enfoque particular en las materialidades y experiencias de las mujeres nativas en su realidad social.

Se consideran diversas construcciones sociales y factores subjetivos en las vidas de las mujeres.

Se pretende posibilitar la fundamentación teórica y la reflexión crítica de los temas abordados.

Los métodos utilizados en el análisis documental realizado son el descriptivo y el exploratorio.

El método descriptivo permite plantear y especificar características y propiedades importantes de

los temas y las sujetas presentes en este trabajo. El método exploratorio posibilita incrementar el

conocimiento de las complejas y múltiples realidades del grupo poblacional incluido en el proyecto.

Resultados.

Mujeres de los pueblos originarios: desigualdades.

Las mujeres nativas han sido afectadas por múltiples desigualdades desde la época de la

colonización europea, enfrentando las difíciles realidades impuestas por la pobreza, la segregación,

la discriminación racial, el rechazo por la etnia, la apropiación de sus tierras, el intento de

exterminio de sus pueblos, entre otras. Además, las mujeres aborígenes han sido oprimidas por las

desigualdades de género, presentes tanto en la conquista española como en las sociedades

patriarcales precolombinas.

La feminista Dora Barrancos (2010), presenta en su trabajo datos importantes sobre las mujeres

indígenas argentinas en el pasado, que se aplican en el siguiente análisis.

La autora analiza las costumbres de diversas poblaciones nativas, concluyendo que más allá de

diversos aspectos igualitarios en la vida nativa, como el intercambio o la transgresión de géneros,

las asimetrías entre varones y mujeres eran una realidad observable. Barrancos cuenta que las

mujeres mapuches no sufrían la restricción social de la virginidad y que muchas de ellas llegaron al

cacicazgo pero aún así sufrían serias limitaciones y de ninguna manera decidían libremente la

manera de contribuir con sus pueblos en las elecciones de su vida diaria.


Contrario al pensamiento de la investigadora feminista, es la concepción generalizada y a mi

entender romantizada, de complementariedad considerada una realidad en la mayoría de las

poblaciones nativas de América. La complementariedad se refiere a una correspondencia armónica

entre varones y mujeres, sin relaciones de poder. Esta concepción se sostiene en diversos estudios

antropológicos,sociológicos y literarios. Por ejemplo, la reconocida autora nativa americana Paula

Gunn Allen (1986), considera en sus obras que las poblaciones nativas eran en su mayoría

complementarias, con relaciones equilibradas entre géneros y que la colonización europea es

responsable de la instauración del sistema patriarcal en América. Sin embargo, esta idea no se puede

sostener sólidamente cuando se analiza la vida precolombina desde otras miradas. La inexistencia

de complementariedad es sostenida por Barrancos, en su investigación de las sociedades incas. En

su investigación, presenta el ayllu (modo de organización comunitaria propia del imperio inca,

formada por el grupo familiar y personas allegadas a éste) como una forma de organización social

que analizada cuidadosamente expone las disparidades en las actividades cotidianas que realizaban

las mujeres incas.

La feminista e investigadora Julieta Paredes (2010) expone en su libro otra práctica también

considerada complementaria en el mundo nativo, en Bolivia, y que se asemeja al ayllu. En este

caso, se trata de la figura del chacha-warmi, el cual consiste en el par complementario formado por

hombre-mujer, sin la existencia de relaciones de poder. Para Paredes, el problema que surge de la

convicción en este concepto sin la reflexión crítica pertinente, es el riesgo de no reconocer el

machismo indigenista que explota y discrimina a las mujeres en sus propias poblaciones. De esta

manera, se cuestiona rotundamente la noción de complementariedad en las sociedades nativas con

ausencia de asimetrías entre géneros.

Reflexionando sobre los planteamientos de estas dos grandes investigadoras, se considera de

gran importancia poder problematizar la existencia de relaciones de poder y de desigualdades de

género en el interior de los pueblos originarios. El cuestionamiento de la existencia absoluta de

complementariedad en la vida precolonial permitiría la visibilización y el reconocimiento de las


discriminaciones contra las mujeres nativas que afectan históricamente a todas las poblaciones, de

todos los orígenes. En la actualidad, parece existir una fuerte idealización del pasado nativo,

relacionando todo tipo de dominación, sumisión y tiranía contra las personas nativas con la

violencia colonial. No obstante, asumir la realidad patriarcal de la vida nativa abre paso a discutir

seriamente las problemáticas propias que atentan contra la dignidad de las mujeres originarias y que

deben ser cuestionadas rotundamente para generar transformaciones colectivas y personales

sustanciales.

La materialidad de una realidad patriarcal que también afecta a las mujeres nativas se puede

constatar en más aspectos. Los datos y análisis incluidos en los ensayos de los libros Signos de la

identidad indígena (Bidaseca, 2011) y Mujeres indígenas en la Argentina (Hirsch et al., 2008),

relatan cuestiones de suma importancia para conocer y reflexionar sobre las desigualdades que

afectan a las mujeres indígenas en el norte argentino en la actualidad.

La construcción del cuerpo y del género como creación social que impone limitaciones en las

personas, en este caso mujeres y originarias, se pone en evidencia en un ritual de iniciación

femenina de la menstruación. Se presenta este análisis asumiendo que las construcciones de las

corporalidades e identidades están directamente relacionadas con procesos culturales moldeadores

de las personas.

El ritual de la pubertad descrito a continuación corresponde a los pueblos tobas,

autodenominados qom que habitan en parte de la zona norte de Argentina, en este caso en la

provincia del Chaco. Los datos pertenecen al trabajo de campo realizado por la investigadora

Florencia Tola (Hirsch et al., 2008, pp. 59-78). El ritual implica que llegado el momento de madurez

sexual y cambio corporal, las jóvenes aprenden actividades y comportamientos considerados

propios del género femenino. En este ritual, con la primera menstruación, la joven es recluida

durante un mes e instruida por mujeres mayores de la familia, para generar la asimilación de nuevas

ideas y pautas culturales consideradas fundamentales para las mujeres en su mundo social. Durante

este proceso, la mujer debe respetar determinadas restricciones y prácticas que incluyen la
prohibición de: consumir carne, estar en presencia de cualquier varón y estar cerca de cursos de

agua además de la exigencia de realizar artesanías específicas. Se considera que el cuerpo de la

joven es incompleto y que puede absorber las virtudes y valores de las mujeres mayores para formar

su personalidad. Las mayores intervienen durante este proceso corporal para moldear a las jóvenes

con sus concepciones culturales para que en adelante respeten su cultura y asuman las actividades y

roles asignados.

Se asume que el cuerpo menstruante de la mujer es contaminante y por ello se debe evitar su

efecto negativo. La corporalidad está atravesada por discursos sociales y así los procesos

corporales como la menstruación son usados para legitimar las cualidades y conductas que las

jóvenes deben asumir conforme a los mandatos sociales propios de sus poblaciones.

Además de la construcción corporal y de género, se puede exponer la naturalización de la

violencia sexual que sufren las mujeres de los pueblos originarios, en este caso a través de un mito

chaqueño (de la provincia del Chaco), actualmente vigente y que relata el origen de las mujeres. En

este relato, en el inicio de los tiempos, las mujeres pertenecen al mundo del cielo y lo varones a la

tierra. Las mujeres bajan a la tierra con la ayuda de una cuerda para robar alimentos que se ingieren

por una boca con forma de vagina. El personaje de un zorro es castrado por estas vaginas dentadas

al intentar el intercambio sexual. Después de este hecho, el animal decide romper los dientes de las

vaginas con una piedra y desde entonces los varones logran tener intercambios sexuales con las

mujeres. Finalmente, los personajes masculinos eliminan las cuerdas que llevan al cielo y las

mujeres se constituyen como sus compañeras sexuales en la tierra.

Se observa en el relato la demonización de las mujeres nativas y una estructura jerárquica

marcada que naturaliza la subordinación y la violencia. Esta naturalización de las opresiones en la

realidad originaria se asemeja a la realidad de discriminación en las demás sociedades. La sumisión

de estas mujeres-monstruos es patente y se presenta una relación entre géneros controladora y

violenta, legitimando la violación que constituye una realidad terrible para las mujeres argentinas en

general y que afecta a las mujeres nativas de manera particular.


En cuanto a la violencia sexual que afecta de manera específica a las mujeres originarias, la

investigadora Mariana Daniela Gómez relata las agresiones que sufren las mujeres tobas en el

monte del oeste de la provincia de Formosa, en el norte argentino (Hirsch et al., 2008). Como

explica la autora, la violencia sexual que se ejerce sobre las mujeres está relacionada con la idea de

que solo determinados espacios son seguros por ser pensados como propios del género femenino; y

son los espacios del ámbito doméstico. La investigadora señala que el paso y la permanencia de las

mujeres en el monte está determinado por la violencia sexual. Los relatos de mujeres y varones

sobre las violaciones expresan la naturalización del ataque sexual cuando la mujer es considerada

responsable o culpable por encontrarse en un lugar público considerado impropio del género

femenino, aún cuando las mujeres deben frecuentar estos espacios porque contienen recursos para la

subsistencia como ciertos alimentos silvestres.

Este tipo de violencia se ve acrecentada por la discriminación por etnia, ya que las mujeres tobas

están más expuestas a ser agredidas sexualmente por varones criollos con quienes existen conflictos

por la tenencia de la tierra. Los conflictos entre población originaria y criolla y la violencia sexual

conforman un problema que superpone los factores de etnia y género y los potencia en detrimento

de las mujeres tobas. El problema territorial aumenta la discriminación por parte de varones criollos

que refuerzan su violencia por los conflictos de etnicidad. De esta manera, las mujeres tobas son

agredidas por varones criollos y también por los de su propia etnia, siendo la agresión sexual una

forma despreciable de control y sumisión cometida por varones de ambas culturas. Para retratar esta

terrible problemática se incorpora el relato de una mujer toba en una conversación con la

investigadora. El miedo a los hombres (criollos y tobas) queda expresado de forma abierta y latente

en el siguiente diálogo:

Mariana- ¿Y no te animás a salir sola?

Jerónima- No...

M.- ¿Y por qué no?

J.- ¡Porque tengo miedo!


M.- -¿De qué?

J.- ¡De hombre!

M.- ¿Criollo?

J.- Criollo... sí...

M.- ¿Y de los tobas?

J.- También.

(Hirsch et al., 2008, p. 82).

Feminismo Comunitario

Las mujeres de los pueblos originarios desarrollan sus propias teorías y prácticas políticas con el

objetivo de dar solución a las múltiples desigualdades que las afectan y no tienen respuesta en los

feminismos occidentales preponderantes.

Las mujeres nativas están involucradas en sus propias luchas que incluyen las injusticias contra

sus pueblos acontecidas desde la colonización del continente americano en adelante. Además, las

mujeres nativas organizadas se unen para luchar contra el sistema patriarcal también presente en sus

culturas. En este apartado se expone esta importante lucha organizada con el desarrollo del

feminismo comunitario, a fin de conocer y reconocer otras materialidades, marcos teóricos y

propuestas de transformación social para lograr la eliminación del sistema patriarcal y opresor

actual.

La información presentada a continuación se basa en las teorías formuladas en los libros

Hilando Fino desde el Feminismo Comunitario de Julieta Paredes y No se puede Descolonizar sin

Despatriarcalizar de María Galindo.

La feminista comunitaria Julieta Paredes (2014), explica el surgimiento del feminismo

comunitario en Bolivia a través del grupo de mujeres Comunidad Mujeres Creando Comunidad, con

una posición comunitaria y antisistémica contra el patriarcado y el capitalismo. El feminismo

comunitario desarrolla diversidad de conceptos en la construcción de su marco teórico y múltiples


propuestas de transformación social.

El trabajo de Paredes (2014) incluye la crítica al concepto de género como uno de los temas

importantes dentro de la teoría feminista comunitaria. Se critica el uso meramente descriptivo del

concepto género. Paredes explica que el género podría ser utilizado como herramienta de

subversión para transformar las opresiones contra las mujeres. Sin embargo, es mayoritariamente

utilizado para describir la construcción social de los roles asignados a varones y mujeres. La

feminista propone utilizar este término con sentido político, es decir como denuncia de la

subordinación de las mujeres en las distintas sociedades. De esta manera, el significado específico

otorgado al género en el feminismo comunitario constituye una denuncia de las relaciones de poder

entre géneros, que se traducen en privilegios para los varones y subyugación para las mujeres. En

palabras de la feminista aymara:

El género desde nuestra reconceptualización teórica es una categoría política relacional de

denuncia, de una injusta, opresora y explotadora relación, que los hombres establecen con las

mujeres para beneficio del sistema de opresiones que es el patriarcado, en la actualidad es

patriarcado colonial-neoliberal” (Paredes, 2014, p. 62).

En esta teoría al término género se le da sentido de lucha y se utiliza como herramienta

revolucionaria. Se denuncia la desigualdad que la existencia de los géneros conlleva, eliminando

cualquier opción que pueda relativizar o alivianar su significado.

Otra denuncia en esta nueva proposición feminista, es la despolitización del término género

cuando se utiliza como equidad de género. Paredes responsabiliza a feministas occidentales de

despolitizar al género, al ser utilizado como un concepto posmoderno, superficial y descriptivo de

roles. Su crítica se refiere a la imposibilidad que supone la equidad de género porque el concepto

asume que los valores asignados a varones y mujeres pueden llegar a ser iguales. En su teoría la

equidad de género es inviable porque el término género utilizado políticamente ya denuncia la

desigualdad entre varones y mujeres y la supuesta superioridad de lo masculino sobre lo femenino.

Entonces, es imposible lograr equidad de algo que sustancialmente implica injusticia. Para Paredes
conseguir la igualdad definitiva, significaría la inexistencia y superación del género como realidad

histórica, con una crianza sin géneros.

Esta perspectiva distinta sobre un término utilizado asidua y cotidianamente implica la

posibilidad de construir nuevas herramientas de cambio y genera la posibilidad de revisar

conceptos instaurados dentro de los ámbitos académicos y de construcción teórica.

Continuando con los principales conceptos del feminismo comunitario, el entronque patriarcal

se incluye como elemento central de su teoría y se refiere a la relación de alianza y dependencia

entre el patriarcado precolonial y el occidental a partir de la colonización de toda América. Como

explica Paredes, el entronque patriarcal recupera la denuncia del género para descolonizarlo y

exhibir que las relaciones de poder entre varones y mujeres comprenden la continuación y el

refuerzo de los machismos ya existentes en las poblaciones nativas.

El desarrollo de esta idea es significativa, considerando que muchas mujeres originarias

sostienen que el sistema patriarcal y los machismos que operan en las poblaciones indígenas son el

resultado de su instauración por parte de los colonizadores. El reconocimiento y la aceptación de la

existencia de relaciones desiguales de poder impuestas por varones a mujeres en las culturas

originarias encuentra una fuerte oposición en parte del mundo nativo. Sin embargo, el feminismo

comunitario subvierte cualquier negación de desigualdad y cuestiona las creencias absolutas en las

figuras de complementariedad y chacha-warmi. En palabras de Julieta Paredes:

Hay también un patriarcado y un machismo boliviano, indígena y popular. Descolonizar el

género, en este sentido, significa recuperar la memoria de las luchas de nuestras tatarabuelas

contra un patriarcado que se instauró antes de la invasión colonial. Descolonizar la denuncia del

género significa decir que la opresión de género no sólo vino con los colonizadores españoles,

sino que también había una propia versión de la opresión de género en las culturas y sociedades

precoloniales, y que cuando llegaron los españoles se juntaron ambas visiones para desgracia de

las mujeres que habitamos Bolivia. Este es el entronque patriarcal del que hablamos (Paredes,

2014, p. 72).
La autora también plantea descolonizar el género a la vez que desneoliberalizar el mismo. Este

planteamiento conlleva posicionar al género geográficamente en las relaciones de poder

internacionales, que plantean la riqueza de los países del Norte y la pobreza de los países del Sur.

Esta teoría implica el cuestionamiento de las mujeres del norte rico y lo que Paredes manifiesta

como su complicidad con un patriarcado transnacional.

Se percibe en esta última afirmación las distancias existentes entre mujeres organizadas nativas y

occidentales. Las mujeres originarias rechazan lo que consideran “una realidad de privilegio” de las

mujeres “blancas” que no se ven afectadas de la misma manera por la superposición de factores de

raza, etnia, clase social, etc., y según entienden no cuestionan las diversas desigualdades que

afectan a las mujeres más subordinadas, marginadas e invisibilizadas. Además, las mujeres nativas

suelen expresar rechazo hacia lo que interpretan como cierta “hermandad” entre sus congéneres

occidentales y los hombres opresores de los pueblos indígenas.

Otro tema fundamental, es la percepción de las mujeres feministas comunitarias y mujeres

nativas organizadas acerca del Feminismo occidental (o los feminismos occidentales). Desde el

feminismo comunitario se afirma que este gran movimiento político responde a las necesidades de

las mujeres occidentales en sus sociedades. Entonces, las luchas y construcciones teóricas de los

movimientos occidentales explican solo la situación de subordinación de las mujeres en estas

poblaciones, que al estar establecidas en relaciones coloniales, imperialistas y transnacionales, son

hegemónicas a nivel internacional, sin dar espacio a otros aportes. Por esta razón, las mujeres

nativas desarrollan y presentan su propio movimiento feminista, que como explica Paredes las

conecta con sus ancestras rebeldes y antipatriarcales, las hermana con otras feministas del mundo, y

las posiciona políticamente frente al feminismo occidental. Así, Paredes define al feminismo

comunitario como: “la lucha y la propuesta política de vida de cualquier mujer en cualquier lugar

del mundo, en cualquier etapa de la historia que se haya rebelado ante el patriarcado que la oprime”

(Paredes, 2014, p. 76).

La necesidad de organizar un movimiento feminista ajustado a las realidades y problemáticas


particulares, se puede relacionar con brechas culturales, al estar los feminismos occidentales

inmersos en las culturas hegemónicas impuestas a las pueblos colonizados. También, el desarrollo

de las propias luchas sociales, desde las experiencias y conocimientos particulares hacen del

feminismo comunitario un movimiento autónomo con la cosmovisión y la fuerza de las culturas

originarias.

La concepción de comunidad es otro elemento primordial en este espacio de lucha social. La

idea de comunidad, propia del mundo nativo se desarrolla en el feminismo indígena. En este

concepto se engloba a todas las comunidades; rurales, urbanas, religiosas, culturales, políticas,

educativas y familiares. Esta idea es una alternativa a cualquier interpretación individualista de

sociedad, pensando a mujeres y varones como mitades imprescindibles, complementarias, no

jerárquicas y autónomas. Las relaciones, en esta propuesta comunitaria, comprenden pares de

representación política formados por la diversidad y basados en el respeto mutuo, con indiferencia a

la heteronormatividad impuesta en las familias tradicionales. En este sentido, se presenta la idea de

complementariedad horizontal que incluye pares construidos en el equilibrio y la igualdad, sin

relaciones de subordinación y poder (Paredes, 2014, p. 85).

Esta nueva complementariedad se construye en la libertad, por estar formada por pares

independientes a la imposición social de la pareja heterosexual. Es un par diverso con igualdad de

derechos, que por ser horizontal desafía la sumisión y las jerarquías con las consecuentes relaciones

de poder.

Más cuestiones importantes en el desarrollo teórico de este feminismo del sur, se presentan en el

trabajo de la feminista María Galindo (2013).

El concepto de domesticación del feminismo argumenta que el reclamo de igualdad supone el

acto de domesticar al feminismo porque enmascara el sistema opresor en sus deferentes niveles. La

autora considera que la transformación real será el resultado de la desobediencia y la subversión del

sistema para terminar con las relaciones de poder y la violencia contra las mujeres. En esta

propuesta, la clave no es la consecución de la igualdad sino la ruptura de los mandatos de división


sexual del espacio social. Galindo da un ejemplo de inclusión sin alteración dentro de la estructura

patriarcal, refiriéndose a las mujeres que llegan al liderazgo político para constituir la cara femenina

del poder masculino, sin lograr ningún tipo de transformación significativa (Galindo, 2013, p. 41).

En esta crítica al reclamo de igualdad, Galindo posiciona al feminismo comunitario como un

movimiento insurgente y provocador, con intenciones de promover transformaciones profundas y

definitivas, que generen el quiebre y la reconstrucción de las relaciones de poder y posicionen a las

mujeres en igualdad de derechos con las demás personas.

Asimismo, se suma otro planteamiento teórico, también autoría de Galindo (2013) que implica la

crítica a las diversidades separadas o lo que ella nombra como diversidades guetizadas de diferentes

feminismos (lésbico, descolonizador, negro, entre otros). La finalidad es lograr la construcción de

un sujeto completo que pueda combinar diversas luchas para avanzar en los análisis y las

interpretaciones. Se trata de conseguir la construcción de un feminismo de alianza que permita ir

más allá de las fragmentaciones dentro de los movimientos de mujeres y que se concentre en la

interseccionalidad de opresiones para dar respuesta a las mujeres en su diversidad.

La intención del feminismo comunitario de generar alianzas que posibiliten el fortalecimiento de

los movimientos de mujeres y la construcción de un espacio de lucha conjunta con atención a las

diversidades resulta significativo, porque permitiría concentrar voces y esfuerzos con mayor calado

social que signifiquen rupturas en las bases culturales del patriarcado.

A continuación se exponen aspectos del feminismo comunitario, que aplicados a la cotidianidad

podrían suponer mejoras en las realidades de las mujeres.

El feminismo comunitario comprende campos de acción desarrollados por Julieta Paredes, que

forman categorías para la acción política. Las siguientes categorías funcionan de manera dinámica y

articulada.

El cuerpo es un campo de acción primordial, por ser la base de la propia existencia. Los cuerpos

soportan las marcas de poder durante toda la vida, aunque también pueden ser espacios de

liberación. Desde la perspectiva comunitaria los cuerpos comprenden existencia personal y


colectiva, por ser parte de la historia individual y de los pueblos. La construcción de los cuerpos

repercute en los ámbitos y las relaciones sociales, políticas y culturales. Por ello, se intenta construir

imágenes de los cuerpos en libertad, respeto y afecto, libres de las opresiones machistas, raciales y

clasistas. El cuerpo se entiende como integridad de corporeidad, osea alma y cuerpo integrados con

especial cuidado de la nutrición, la espiritualidad, los sentimientos, el erotismo y la creatividad

(Paredes, 2014, pp. 99-101).

El espacio es el campo vital de desarrollo del cuerpo. Comprende los ámbitos público y privado:

la calle, el trabajo, la casa, etc. También, se refiere al espacio político, cultural y geográfico

(paisaje). En esta categoría también se estiman otros espacios, conforme a la cosmovisión

desarrollada en el mundo nativo. Así, se considera la envolvente vertical que incluye el espacio

aéreo y satelital, el espacio de tránsito diario y los recursos naturales y la envolvente horizontal que

abarca la extensión de la tierra y el territorio. En este espacio se materializan los significados de

hombre y mujer, se desarrollan los discursos y las prácticas y se cuestiona el concepto de

comunidad cuando existe la desigualdad (Paredes, 2014, pp. 102-108).

El tercer campo de acción en el feminismo nativo es el tiempo. El tiempo es condición para la

existencia y su importancia en esta propuesta se relaciona con el tiempo como confrontación y

conflicto. De esta manera, la acción consiste en ser conscientes del tiempo para realizar

transformaciones en la historia cotidiana de cada persona. El uso del tiempo se considera valioso

porque en las sociedades actuales se suele valorar el tiempo de los varones y se les asigna a las

mujeres tiempo considerado menos importante, por lo tanto subestimado, minimizado y

frecuentemente absorbido por la familia (Paredes, 2014, pp. 108-111).

El movimiento contiene a organizaciones y propuestas políticas. Se incluye la construcción de

organizaciones y propuestas sociales con acciones políticas para garantizar derechos (Paredes, 2014,

pp. 112-115).

Por último, la memoria que se refiere a las raíces culturales que tienen un rol en la construcción

de la identidad. En esta categoría se reconoce el patriarcado precolonial y las resistencias de las


antepasadas (Paredes, 2014, pp. 115-117).

Los campos de acción presentados constituyen una proposición integral. Su práctica conjunta

podría generar mejoras significativas en las vidas de las mujeres. El respeto y cuidado del cuerpo,

con ausencia de violencias en todos los espacios sociales es un tema de discusión instalado desde

hace algunos años. Sin embargo, en esta propuesta el cuerpo se aborda desde un aspecto más amplio

con atención a las opresiones de género, de raza y condición social, atendiendo también los aspectos

emocionales con una visión global que incluye todos los espacios. Asimismo, la importancia del

tiempo en la vida de las mujeres y su uso para mejorar la calidad de vida, las propuestas políticas

para lograr la garantía de los derechos y la construcción identitaria con reconocimiento de las luchas

pasadas y los desafíos pendientes establecen un plan de acción integral con grandes posibilidades de

contribuir en el avance de la lucha contra las opresiones en el mundo indígena.

Finalmente, se introduce la despatriarcalización presentada en el trabajo de Galindo (2013), para

poder descolonizar los pueblos indígenas y cambiar la realidad de las mujeres. Esta tarea consiste en

“desmitificar lo indígena como no patriarcal” (p. 122). De esta manera, se acepta y denuncia el

patriarcado en las culturas originarias precoloniales. El sistema patriarcal es la estructura de poder

básica presente en las sociedades indígenas y occidentales que se reforzó en América durante el

proceso de colonización. Si bien el colonialismo supuso una alianza inconsciente entre

colonizadores y colonizados respecto a la opresión de las mujeres, es elemental reconocer las

opresiones contra las mujeres dentro de las propias sociedades indígenas. Así se puede generar la

despatriarcalización que con la asunción de las propias injusticias puede lograr la alteración de las

estructuras de poder y la eliminación de las desigualdades.

Teniendo en cuenta, que todavía los machismos no se asumen de manera íntegra en el mundo

nativo, el reconocimiento de esta realidad ancestral tal como propone la autora podría significar un

elemento de alteración social de gran relevancia.

La despatriarcalización también implica la redefinición del feminismo. El feminismo o los

feminismos se entienden desde esta visión como un conjunto de luchas individuales y colectivas de
las mujeres contra el patriarcado en todas las sociedades y momentos históricos.

Es importante señalar que este plan resulta abarcador y transformador, ya que incluye luchas

diversas y reconoce acciones políticas históricas, con intención de desestructurar y transformar el

sistema en todas las culturas y sociedades. Se incluyen las palabras de la autora para definir al

feminismo comunitario:

Entendemos el feminismo como el conjunto de luchas y rebeldías de las mujeres tanto

individuales como colectivas para enfrentar y desobedecer los mandatos patriarcales, luchas

acontecidas en todas las culturas, sociedades, regiones y tiempos. Cuando hablamos de

feminismo, hablamos, por eso, de un fenómeno planetario; no hay sociedad, cultura ni región

donde no haya feminismos (p. 132).

Discusión

Luego de la exposición de datos teóricos, observaciones y análisis realizados con el propósito de

conocer las desigualdades históricas que enfrentan las mujeres de los pueblos originarios y su lucha

enmarcada en el feminismo comunitario se intenta reflexionar críticamente mediante varias

conclusiones.

Del planteamiento de las injusticias pasadas y presentes en las vidas de las mujeres nativas se

concluye que ellas, al igual que las mujeres de otros orígenes culturales en el país, han sufrido las

prácticas machistas impuestas por el sistema patriarcal también operativo en sus culturas. Se

observan a través de las construcciones sociales del cuerpo y el género, el mito y la violencia sexual

agravada por la etnia, las desigualdades e injusticias pendientes de resolución. Las limitaciones,

discriminaciones y violencias expuestas dan cuenta de que la complementariedad, sostenida por

personas del mundo nativo y académico es una ficción ajena a situaciones opresivas en la

cotidianidad pasada y presente de las mujeres originarias. La aceptación generalizada de la ausencia

de complemetariedad es un desafío pendiente en el interior de las poblaciones originarias que

partiendo del reconocimiento de las propia problemática patriarcal pueden continuar avanzando en
la lucha contra el sistema patriarcal ancestral.

Las problemáticas de las mujeres nativas que incluyen factores superpuestos como la raza, la

etnia, la condición social, el género, etc.

Referencias

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