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Sobre “La transitoriedad.

Por petición de la sociedad Goethe de Berlín escribe Freud “La transitoriedad” (1.) Fue

su contribución al libro “El país de Goethe”, publicado en 1916. Dos años antes había

principiado la “Gran guerra europea”, fiesta internacional de la muerte que descentró la

vida en Europa. “La transitoriedad” y “De guerra y muerte. Temas de actualidad” (2.)

publicado en 1915 son escritos coetáneos.

Martin Luther, monje de la orden de San Agustín, acercó los dialectos del Alto alemán y

el Bajo alemán con su traducción de la Biblia. Con este acto estableció las bases del

alemán moderno como idioma en el que hablan las gentes. Hacer con el idioma una

lengua culta ha sido el legado de los grandes escritores. Dante, Shakespeare, Cervantes,

Camoes, Rabelais, Goethe, lo fueron. En 1930, Freud al recibir el premio Goethe es

reconocido como escritor clásico. Su escrito “La Transitoriedad” es un buen ejemplo de

su talento creador con la palabra.

Narra Freud que en el verano de 1913, un año antes de comienzo de la guerra, unos

amigos le visitaron y, como era su costumbre, caminaron por el lugar donde pasaba

vacaciones. El verano estaba pleno y la comarca bella. No dice los nombres de los

visitantes e indica dos detalles: un poeta joven y famoso, y su amigo taciturno. A quien

con la palabra escrita hace obra, crea, se lo nombra poeta.

Llamóle a Freud la atención que el poeta ya famoso, un espíritu sensible, admiraba sin

regocijo ninguno ni placer la hermosura de aquella naturaleza. Decía que toda esa

belleza, destinada a desaparecer en el otoño, con el invierno moriría. El esplendor de la


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riente campiña contrasta con el taciturno amigo y el no gozo del poeta. Eso es

enigmático para Freud, quien además observa que algo altera el buen juicio del artista

pues relacionaba el disfrute de la belleza con su duración, siendo independientes. Se le

podría recordar al poeta joven el dicho, ¡Bueno, si breve, dos veces bueno!

Los detalles indicados le permiten a Freud mostrar que belleza y duración no se

relacionan, que dependen de nuestros sentidos, percepciones y sensibilidad, punto de

partida de una experiencia estética, y que el posterior juicio de belleza es subjetivo y se

fundamenta en nuestro entendimiento y facultad de juzgar.

Empero, el tiempo nos transforma y cambia nuestros gustos. Hallamos belleza y nos

regocijamos con las imágenes del Cosmos y las galaxias, las del planeta Saturno y sus

anillos, y las de la Tierra, sus océanos y continentes plenos de formas de vida tan

diversas y variadas. Con la gracia del cuerpo de una mujer a quien las Gracias adornan,

y el rostro de un niño y el de un hombre que los años muta. La encontramos en las

creaciones del espíritu e ingenio humanos. La luz del sol a lo largo del día cambia

nuestra percepción y sensaciones de un paisaje o de una catedral. ¡Velay!, los

Impresionistas. La florescencia y el aroma que apenas unas horas, en un noche, duran.

El amarillo intenso de los cañagüates y el de los guayacanes. El rosado de una gran

ceiba florecida, o el naranja cuasi rojo de los cámbulos que estallan de flores. La

maravilla de las más evolucionadas y hermosas, las orquídeas del bosque, y su cúmulo

de híbridos que los cultivadores logran. Mirad la colección y admirad las de esta

universidad Eafit. ¡Oh, cómo riela la plena luna sobre la superficie del agua que muta

con los juegos de luces y sombras que las nubes empujadas por los vientos hacen!

¡Velay, Rusalka! Ved la manera sigilosa de una trucha que atrapa un insecto caído en el
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agua o el engaño de una mosca seca que la pesca. La inmensidad del nevado despejado

en rayando el día, y Aurora que lo tiñe con sus rosados dedos. ¡Ay, del Otún!

Freud supone que algo altera la sensibilidad del poeta y su juicio, lo que ve no le es

placentero y su juicio es falaz. Una experiencia estética necesita que tanto nuestra

sensibilidad y sentimiento como nuestro juicio de belleza no estén alterados en nuestra

vida espiritual. Al poeta su encuentro con la belleza del lugar le produce hastío y no

goce placentero por transitorio, algo le afecta, ¿pero, qué?

Muchos otros afirman que lo bello, bueno y valioso no caduca y perdura. Deseo de

trascendencia y negación radical de la muerte, no reconocimiento ni aceptación de que

perecedera es la vida y a todos, tan callando, nos llegará la muerte.

En el libro II de “Meditaciones” (3.) el emperador Marco Aurelio escribía para sí: “2.

Esto es todo lo que soy: un poco de carne, un breve hálito vital, y el guía interior…. 4.

Preciso es que a partir de este momento te des cuenta de qué mundo eres parte y de qué

gobernante del mundo procedes como emanación, y comprenderás que tu vida está

circunscrita a un período de tiempo limitado. Caso de que no aproveches esta

oportunidad para serenarte, pasará, y tú también pasarás, y ya no habrá otra… 6. ¡Te

afrentas, te afrentas, alma mía! Y ya no tendrás ocasión de honrarte. ¡Breve es la vida

para cada uno! Tú, prácticamente, la has consumido sin respetar el alma que te

pertenece, y, sin embargo, haces depender tu buena fortuna del alma de otros… 7. No

te arrastren los accidentes exteriores; procúrate tiempo libre para aprender algo bueno y

cesa ya de girar como un trompo. En adelante, debes precaverte también de otra

desviación. Porque deliran también, en medio de tantas ocupaciones, los que están

cansados de vivir y no tienen blanco hacia el que dirijan todo impulso y, en suma, su

imaginación… 9. Es preciso tener siempre presente esto:… que nadie te impide obrar
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siempre y decir lo que es consecuente con la naturaleza, de la cual eres parte… 11. En la

convicción de que puedes salir ya de la vida, haz, di y piensa todas y cada una de las

cosas en consonancia con esta idea…. 12. ¡Cómo en un instante desaparece todo: en el

mundo, los cuerpos mismos, y en el tiempo, su memoria! ¡Cómo es todo lo sensible, y

especialmente lo que nos seduce por placer o nos asusta por dolor o lo que nos hace

gritar por orgullo; cómo todo es vil, despreciable, sucio, fácilmente destructible y

cadáver! ¡Eso debe considerar la facultad de la inteligencia! ¿Qué son esos, cuyas

opiniones y palabras procuran buena fama y deshonor? ¿Qué es la muerte? Porque si se

la mira a ella exclusivamente y se abstraen, por división de su concepto, los fantasmas

que la recubren, ya no sugerirá otra cosa sino que es obra de la naturaleza. Y si alguien

teme la acción de la naturaleza, es un chiquillo. Pero no sólo es la muerte acción de la

naturaleza, sino también acción útil a la naturaleza… 14. …recuerda que nadie pierde

otra vida que la que vive, ni vive otra que la que pierde… el que ha vivido más tiempo y

el que morirá más prematuramente, sufren idéntica pérdida. Porque sólo se nos puede

privar del presente, puesto que éste sólo posees, y lo que uno no posee, no lo puede

perder… 17. El tiempo de la vida humana, un punto; su sustancia, fluyente; su

sensación, turbia; la composición del conjunto del cuerpo, fácilmente corruptible; su

alma, una peonza; su fortuna, algo difícil de conjeturar; su fama, indescifrable. En

pocas palabras: todo lo que pertenece al cuerpo, un río; sueño y vapor, lo que es propio

del alma; la vida, guerra y estancia en tierra extraña; la fama póstuma, olvido…”

La noche, el sueño y la muerte, son familiares en el mito. Níx, tuvo dos hijos mellizos,

Hipnos y Thanatos. Además son vivencias cotidianas que cada uno hace, y con el

despertar hay resurrección y renacimiento. En algún momento cesa la repetición en cada


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uno, y morimos, y la experiencia de la propia muerte, Real, no será representable,

decible, ni transmisible. Quien la hace ya no puede ponerla en palabras para contarla a

otros. Quedarán, sí, las palabras que lo representan ante los demás, las del nombre

propio, bien en un monumento funerario, en una bruñida lápida, o en una cruz de palo a

la vera de un camino. La muerte de cada uno es Real y aporía, y la segunda muerte nos

ocurre cuando ya no viva ninguno que nos recuerde, es ineludible e inexorable. ¡Y todo

pasa en el devenir de una vida!

El cristianismo como fundamento de la civilización occidental nos vino de Roma

Imperial. Constantino, el emperador, hizo acto. Luego la Iglesia a lo largo de los

milenios, en Occidente y en Oriente se empeñó y de qué manera, en poner todas las

artes al servicio del dogma. Románico, Gótico internacional, y desde el Temprano

Renacimiento hasta hoy, el cuerpo humano se muestra de mil maneras, cubierto y

desnudo, en vitrales, pinturas y esculturas.

El triunfo de Cristo sobre la muerte, el verdadero y único problema del cristianismo, ha

sido representado por los artistas pintores y escultores muchas veces. Tema con

variaciones. Hay un contraste impresionante que seguirá dando de qué hablar. Piero

della Francesca y Hans Holbein, el joven; Cristo resucitado y triunfante; y Cristo

muerto y horroroso yacente en el sepulcro.

Michelangelo y la Pietá en la Basílica de San Pietro en la Roma, la Pietá en la Galleria

dell' Academia en Firenze, la Pietá Rondanini en Milano. Vida, transitoriedad y muerte

hechos son anudados. La Vita Brevis sucumbe ante la muerte. La vida, perecedera y

transitoria, y la muerte, Real, anudadas. Hay dolor anímico intenso cuando perdemos

un objeto amado y alegría cuando muere uno odiado. Ambos, en el psiquismo, son el
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mismo objeto. Esa pérdida de un objeto amado, deseado y odiado implica que la libido,

deseo y amor con la que ha sido investido, queda flotando sin objeto y el dolor anímico

agobia. El objeto escindido en nuestra vida espiritual por el amorodio, lo Real de la

pulsión, implica culpa intensa proporcional a la ambivalencia y escisión. Cuando se ha

aceptado y renunciado a ese objeto perdido el dolor cesa y el duelo ha sido elaborado.

Queda esa marca, aceptamos que lo perdimos, que murió porque estaba vivo, que era

inevitable, que perdimos la identificación con ese objeto, y que además, perdimos un

rasgo común compartido con ese objeto. Yo, es la sumatoria de los objetos con los que

nos hemos identificado gracias a las imágenes y palabras. También lo doloroso puede

ser verdadero, y ahora la vida de cada quién continúa y viviremos sin lo perdido;

quedan recuerdos que podemos evocar.

Freud suponía en el poeta un pregusto por un duelo que se anticipaba. Un poco antes,

dicho fue, había escrito “De guerra y muerte. Temas de actualidad” que merece un

comentario amplio. Hoy no es el momento. Voy a indicarles algo de lo que Freud

nombró “miseria anímica” que en la población civil y en él mismo se produjo. Se siente

confundido, desorientado, inhibido y poco productivo al final de 1914. Atrapado en los

desastres de la guerra, padre de tres soldados, con muy pocos pacientes, con sus colegas

y amigos ciudadanos que viven en países ahora enemigos, y otros colegas soldados en

los frentes de guerra en medio del horror, los heridos y los cadáveres. En muchos

combatientes que sobrevivieron estallaron la psicosis y neurosis de guerra.

Freud afronta su desilusión espiritual escribiendo, y se pregunta por la fragilidad de los

logros culturales y la relación del hombre con la ética, y si la relación de cada uno con

su propia muerte y la de los otros, con los que hay vínculos, cambia o no, pues miles y

miles a diario mueren y la muerte no se deja desmentir. Apenas citaré unas palabras del
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final de ese escrito que continúa siendo de actualidad. Roma y su divisa tan duramente

aprendida a lo largo de los siglos y las guerras todas: “Si quieres conservar la paz,

ármate para la guerra”. Propone Freud este cambio: “si quieres soportar la vida,

prepárate para la muerte”.

Al final de “La transitoriedad”, y con palabras que a mí me evocan de nuevo las de

Marco Aurelio en sus “Meditaciones”, Freud escribe que hecho el duelo por todo lo

valioso que la guerra aniquiló y dejado atrás el dolor anímico sufrido, “lo construiremos

todo de nuevo, todo lo que la guerra ha destruido, y quizá sobre un fundamento más

sólido y más duraderamente que antes”. Dicho así ese deseo, algo ha cambiado en la

posición subjetiva de Freud al escribir esos textos.

El acto de escribir, la escritura en acto, supongo, modificó algo de su miseria anímica,

le permitió seguir viviendo, trabajando, y enfrentando como si fuera un estoico, la

muerte de su bienamada hija Sofía y la de su pequeño nieto, en la pandemia de 1918. A

partir de 1919 sus teorías sobre la clínica psicoanalítica y el psicoanálisis, su obra y

legado, tienen un cambio de dirección que termina en 1939 empezando la Segunda

Guerra Mundial el 18 de septiembre.

Un tratamiento psicoanalítico como todo proceso humano tiene un principio y un final,

es transitorio pues la transferencia se agota. Una sesión de un tratamiento también lo es.

Que el oído de quien escucha sin juzgar, y el del protagonista que habla, estén abiertos

para escuchar la palabra-dicho, la agudeza verbal que sorprende, y que subrayada por

apuntar a la verdad del sujeto que adviene en la experiencia de esa cura, tendrá un

efecto transitorio, igualmente. Conviene recordar que el trabajo de lo inconsciente es

discontinuo, un sueño, una agudeza ingeniosa, un lapsus son ejemplos. Las


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construcciones que cada paciente hace se olvidan y dejan huellas. Empero, esas huellas

son la marca en el ser del sujeto que advino en el tratamiento, y muestran que el

espíritu, ahora más liviano, dejó atrás una parte del goce neurótico. Un análisis es una

experiencia vivificante y su protagonista, que ha hecho rectificaciones subjetivas muy

importantes, afronta la vida de manera muy distinta con lo que tejió en su psicoanálisis.

No estará libre de problemas y dificultades pues cada vida es trabajosa, pero tendrá

valor para afrontarlas.

1. Freud, S. La Transitoriedad. Vol. XIV. Amorrortu editores. Buenos Aires. 1979.

2. Freud, S. De guerra y muerte. Temas de actualidad. Vol. XIV. Amorrortu

editores. Buenos Aires. 1979.

3. Marco Aurelio. Meditaciones. Planeta-De Agostini. Bercelona. 1997.

Julián Aguilar.

18- Octubre- MMXVIII.

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