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Brocal del pozo del claustro de la catedral de Baeza (Jaén, Andalucía, España).
Un pozo es un agujero, excavación o túnel vertical que perfora la tierra, hasta una profundidad
suficiente para alcanzar lo que se busca, sea la reserva de agua subterránea de una capa
freática o fluidos como el petróleo. Construidos con desarrollo y forma cilíndrica -en la mayoría
de los casos-, se suelen asegurar sus paredes con ladrillo, piedra, cemento o madera, para
evitar su deterioro y derrumbe, que podrían causar el taponamiento del pozo.1
Índice
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1Tipología tradicional
2Simbolismo
3Iconografía
4Uso en el lenguaje
5Véase también
6Notas
7Referencias
8Bibliografía
9Enlaces externos
Tipología tradicional[editar]
Los pozos tradicionales para recoger agua suelen emplazarse en el entorno de las casas, bien
en el patio de la vivienda (como el tradicional pozo artesiano) o en la zona común vecinal (con
modelos específicos como los singulares «pozzi» de la ciudad de Venecia). Por seguridad y
utilidad, el pozo se rodea a nivel de superficie con un brocal, a modo de pretil o parapeto,
sobre el que se instala una polea o un cigüeño, para subir y bajar el recipiente, por lo general
un cubo o balde. También se le suele colocar una tapadera para evitar que caiga suciedad en
su interior o posibles accidentes.2
En las poblaciones donde, por filtración de aguas residuales, el nivel freático puede estar
contaminado y el agua del pozo ya no es potable, puede seguir utilizándose para labores de
limpieza y riego.3