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LA CULTURA DE LA MUERTE E IDEOLOGÍAS QUE LA FOMENTAN

Cuando se habla de la,” cultura" de la muerte, nos referimos a una mentalidad, a


una manera de ver al ser humano y al mundo, que fomenta la destrucción de la
vida humana más débil e inocente por parte de los más fuertes y poderosos, de los
que tienen voz y voto. El término “cultura de la muerte” fue acuñado por el
San Juan Pablo II en “El evangelio de la vida” publicada el 25 de marzo de
1995:"Quien, con su enfermedad, con su minusvalidez o, más simplemente, con su
misma presencia pone en discusión el bienestar y el estilo de vida de los más
aventajados, tiende a ser visto como un enemigo del que hay que defenderse o a quien
eliminar. Se desencadena así una especie de «conjura contra la vida», que afecta no
sólo a las personas concretas en sus relaciones individuales, familiares o de grupo, sino
que va más allá llegando a perjudicar y alterar, a nivel mundial, las relaciones entre los
pueblos y los Estados” (n. 12)
Hoy en día, podemos afirmar sin lugar a duda, que vivimos inmersos en una lucha
constante entre la cultura de la vida y la cultura de la muerte. Podemos decir que este
tipo de culturas, promueven una visión social que considera la muerte de los seres
humanos, con cierto favor y se traduce en una serie de actitudes, comportamientos,
instituciones y leyes que la favorecen y la provocan. La CULTURA DE LA VIDA Se basa
en el principio de la DIGNIDAD de la vida humana. El valor de cada persona es intrínseco
y absoluto por el solo hecho de ser persona. La CULTURA DE LA MUERTE Se basa en
el principio de la CALIDAD de la vida humana. El valor de cada persona depende de su
calidad de vida, la que es determinada por otras personas, quienes deciden si la vida de
otro merece ser vivida o debe ser eliminada. Es decir, el ser humano tiene la dignidad
que otros le conceden. SU UNICO CRITERIO: LA UTILIDAD
"Entre los salvajes, los cuerpos o las mentes enfermas son rápidamente eliminados; los
hombres civilizados, en cambio, construyen asilos para los imbéciles, los discapacitados
y los enfermos y nuestros médicos ponen lo mejor de su talento en conservar la vida de
todos y cada uno hasta último momento, permitiendo así que se propaguen los miembros
débiles de nuestras sociedades civilizadas. Charles Darwin, "Origen de las especies"
La finalidad del estado, como dejó dicho claramente Hitler en Kampf, es: (…) La
preservación de la existencia racial del hombre. De este modo, no cree en modo alguno
en la igualdad de las razas, sino que, junto con sus diferencias, (la filosofía völkisch)
reconoce el valor mayor o menor de unas y otras, y se siente a sí misma obligada, a
partir de este conocimiento, a promover la victoria de los mejores y los más fuertes, y a
exigir la subordinación de los inferiores y de los más débiles de acuerdo con la voluntad
eterna que domina este universo”.
Ideología de Sanger
"La caridad organizada es el síntoma más seguro de que nuestra sociedad ha criado y
continúa criando, perpetuando y aumentando cada vez más el número de defectuosos,
delincuentes y dependientes. La atención que se les da a las mujeres pobres es la
filantropía más dañina e insidiosa. El crecimiento de la clase obrera debería ser regulado,
puesto que son imbéciles benignos, que estimulan a los elementos defectuosos y
enfermos de la humanidad para que sean más irresponsables, se extiendan y se
reproduzcan. Debemos eliminar los yerbajos humanos, aislar a los idiotas, los
desajustados y los que no sirven, y esterilizar a la raza genéticamente inferior" (The Pivot
of Civilization, New York: Brentano's, 1922, p. 108).

Lógicamente la eugenesia de Sanger la llevó al racismo. La siguiente cita lo


demuestra fehacientemente: "No queremos que nadie se entere de que queremos
eliminar a la población negra y el ministro religioso es el hombre que puede aclarar esa
idea, si alguna vez se le ocurre al más rebelde de sus miembros" (citado en Madeline
Gray, Margaret Sanger: A Biography, Nueva York: Marek, 1979, 326).

Estas palabras de Sanger, tomadas de otra obra suya, son terribles y demuestran
la patética conclusión a la que lleva la eugenesia: "Lo más misericordioso que una
familia numerosa puede hacer con uno de sus miembros más pequeños es matarlo"
(Women and the New Race Nueva York: Brentano's, 1920. Reimpr.: Geo. W. Halter,
1928, p. 67).
FONDO PATHFINDER
Para esta organización, el aborto no es una injusticia sino un derecho humano
elemental. Presta sus servicios en todos los continentes del mundo. En su folleto
titulado El Aborto - Derecho Fundamental de la Mujer se lee: “El 22 de enero de 1973,
la mujer en Estados Unidos ganó su victoria más importante en varias décadas. La Corte
Suprema de Estados Unidos dictaminó en el caso Roe contra Wade que la mujer tiene
el derecho constitucional al aborto……Por primera vez se reconocía el derecho de la
mujer -y no del estado, de la iglesia, del marido, del padre, o del sacerdote- a decidir si
quiere tener hijos o no.”
CUANDO LA CULTURA DE LA MUERTE FRACASA

¿Qué significa el término “Cultura de la Vida”?


Ser pro-vida es mucho más que solo oponerse al aborto legal, sino que tiene que
ver con la promoción de una “cultura de la vida”
1. San Juan Pablo II acuñó el término “Cultura de la Vida” para subrayar la
necesidad de llevar las convicciones pro-vida a cada aspecto de la vida y de la
sociedad
Una “cultura” es la expresión viva del sistema de valores de una sociedad particular. Por
ello, una “cultura de la vida” debería ser la expresión viva de una sociedad que valora la
vida humana, que respeta la dignidad intrínseca a la persona humana, y que protege los
derechos inalienables de todos los seres humanos desde la concepción hasta la muerte
natural. Esta expresión debería estar presente en el arte, la música y la literatura
populares, y en los medios de comunicación. Debería reflejarse en las leyes y políticas
de esa sociedad, y en las instituciones educativas. Y debería (aunque haya excepciones)
ser naturalmente asumida en las actitudes y costumbres de sus ciudadanos.
San Juan Pablo II acuñó el término "cultura de la vida". Es un gran término porque
apunta a nuestra responsabilidad de llevar nuestras convicciones personales pro-
vida a cada aspecto de la cultura. Cuando la cultura es pro-vida, los corazones de
las personas la siguen. Pero lo contrario también es verdad.
2. Una sociedad que promueve la cultura de la vida debería trabajar para proteger
la vida en todas sus etapas.
La población en general debería ver el aborto y la eutanasia como males fundamentales,
y nuestra principal preocupación como personas debería ser proteger las vidas de los
seres inocentes y vulnerables por encima de nuestras necesidades y exigencias. Muchas
personas deberían creer que la auténtica realización y felicidad se fundan en hacer una
diferencia positiva hacia los demás por encima de nosotros mismos, y encontrar la
realización a través del amor incondicional de Dios. El amor debería definirse como el
don del sacrificio de nosotros mismos hacia los demás. La libertad debería verse como
una condición que nos libera para perseguir lo que es verdaderamente bueno y rechazar
lo malo. Las personas deberían comprender que existe una realidad objetiva de lo que
es bueno y lo que es malo, y que romper las normas de lo que es bueno o malo hace
daño a las personas, así como a toda la sociedad.
Todo esto debería afectar obviamente a la forma en que los medios de comunicación
informan sobre asuntos como el aborto, la clonación, la investigación con células madre
embrionarias, la eutanasia y el suicidio médicamente asistido. La premisa debería ser
que todas estas cosas constituyen obstáculos para una vida feliz y realizada, y contrarios
al amor y a la libertad.
Todas las formas de expresión artística y literaria en esta cultura deberían tratar a los no
nacidos, los ancianos, los discapacitados y los enfermos terminales como miembros
plenos de la familia humana. Las políticas y las leyes deberían comenzar con la
presunción de que los niños no nacidos en cualquier etapa de su desarrollo son personas
plenamente humanas, y que el aborto es una violación fundamental del inalienable
derecho a la vida. La famosa sentencia Roe vs. Wade (que permitió la legalización del
aborto en EE.UU.) debería haber sido revocada y reemplazada por leyes que protegiesen
la vida no nacida. El suicidio asistido y la eutanasia deberían haber sido sumariamente
rechazados como violaciones de la libertad, la dignidad y los derechos humanos.
3. Nuestra cultura actual promueve mensajes contra la vida a través de todos los
canales clave de las expresiones culturales, lo que ha afectado profundamente a
muchos en nuestra sociedad, especialmente a los jóvenes.
Los principales canales de expresión cultural están profundamente imbuidos por una
filosofía contraria a la vida. Los medios de comunicación, los políticos, la ley, el arte y el
entretenimiento, el sistema de educación pública, e incluso muchas causas caritativas
han sido fuertemente influidas por filosofías que rechazan la dignidad intrínseca de la
vida humana y que promueven nociones materialistas de la felicidad, así como la
creencia de que los seres humanos son la suma de sus miembros físicos.
La permeación de estas filosofías en cada rincón de la cultura ha sido extremadamente
dañina para la gente joven, así como para las generaciones más viejas. Nuestros jóvenes
tienen que ser muy valientes para luchar contra lo que parece un incendio incontrolable,
y deben tener voluntad para permanecer solos ante un gran mal. Esto supone un
tremendo desafío para muchos jóvenes. Tenemos la responsabilidad de dar buen
ejemplo, de prepararles, de rezar por ellos y de apoyarles en sus luchas.
4. Para que una sociedad tome medidas para proteger la dignidad de la vida, la
cultura debe privilegiar este valor.
Excepto por una gran intervención de Dios – cosa que Él habitualmente no suele hacer
– no se podrá poner fin al aborto, a la eutanasia, a la clonación y a otras prácticas
destructivas sin cambiar primero la cultura. Dios prefiere actuar a través de la libertad
humana. Es natural para los seres humanos seguir lo que su cultura les enseña. Si
queremos que la gente se mueva libremente hacia una ética pro-vida en sus corazones,
debemos rodearles de una cultura que viva esta expresión. Intentar cambiar el corazón
de las personas sin afectar simultáneamente a la cultura en la que viven sería como
educar a un adolescente para ser puro y casto, y luego llevártelo a ver una película
pornográfica el fin de semana. Los seres humanos son frágiles, y la cultura puede ser a
menudo un maestro mucho más fuerte de “moralidad” y de “valores” de lo que nosotros
podemos por nosotros mismos. Necesitamos que la cultura sea un aliado para formar
corazones y mentes a favor de la vida.
5. Construir una cultura de la vida es mucho más que tener los mejores
argumentos; requiere una auténtica transformación de los corazones.
Tener los mejores argumentos es muy importante. Y el movimiento pro-vida tiene los
argumentos más sofisticados, inteligentes y llenos de compasión. Pero tiene que haber
también una transformación del corazón. Sin el corazón, los argumentos más fuertes nos
fallan en los momentos de crisis. Y los corazones humanos están fuertemente influidos
por la cultura.
Uno puede ser un verdadero promotor de la cultura de la vida en su propia vocación o
vida profesional. Si se implica en el arte del entretenimiento, puede considerar cómo
introducir una visión digna de la felicidad, el éxito, la calidad de vida, el amor, la libertad
o los derechos humanos en su trabajo. Si a uno le gusta la política y las leyes, puede
aplicar esto.
Si uno se ve a si mismo como un líder, puede encontrar un trabajo, una organización o
una nueva misión que le interese y usarla para promover mejores definiciones de
palabras como éxito, calidad de vida, amor y libertad. Si a uno le gusta enseñar, puede
trabajar esos conceptos en su asignatura.

TESTIMONIO DE ABORTO
https://www.youtube.com/watch?v=w70cGQxHFq0

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