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Un manantial en el desierto permite sembrar

árboles frutales y construir un pueblo.

TAMBIEN EN EL DESIERTO
VIVE-N HOMBRES
Desiertos se !es dice a las zonas más secas que existen en la tierra. El más
grande está en Africa y se le llama el Desierto de Sahara. Ahí. pueden pasar muchos
años sin que caiga u,na gota de ·agua. Cuando llueve alguna vez, la humedad se
evapora, se seca con el sol y los grandes calores. Una que otra mdtita aparece
entre la arena, esperando todo encogida a que por fin vuelva a caer un poco de
agua para poder seguir viviendo. Miles de kilómetros están cubiertos por este de­
sierto que es mucho más grande que to:las las cinco repúblicas de la América
Central juntas. Desierto de arena y piedras. Sólo en algunos lugares hay vida:
es en los lugares donde hay una fuente, una naciente de agua. Ahí la tierra es
muy fértil y se puede sembrar. También hay bosques de palmeras y animales. Los
pocos seres hl,Jmanos habitantes del desierto viven phí. Esos lugares que se en­
cuentran junto al agua se llaman oasis.
A este desierto del Sahara se le podría comparar con un mar, un océano de
arena, y los oasis son como islas fértiles en medio del océa�o. Los habitantes de
un oasis tienen que cruzar a menudo el desierto para éomun·icarse con los habi­
tantes de otro oasis. Los viajes son muy peligrosos,· pues casi no existen caminos.
El viento. agita constantemente la arena tapando así todas las huellas. A veces
se levantan verdaderas tempestades de ·arena que pueden durar varios días. En­
tonces el hombre y los animales tieríen que buscar abrigo para no morir osfixiados;
En el· desierto muchas rutas· están marcadas por el esqueleto de animales que· ahí
dejaron la vida. - Para estos viajes tan lbnos de peligros, el hombre de esas zo­
_nas tiene un compañero excelente: e� -camello. El camello· es como el caballo' del
desierto. En su cuerpo puede almacenar el alimento y el agua. Puede trabajar
durante varios días sin necesidad de com 1r o beber.
Los habitantes del desierto aman su tierra así como nosotros amamos · la
nuestra. En los oasis la tierra es fértil y produce frutas muy sabrosas y de gran
valor. Muchas personas viven del comercio y sus caravanas de camellos cruzan el
desierto en todas direcciones. En �l desierto se prefiere la noche para viajar, para
no sufrir los calores dél día. La primera hora del día tiene una luz especial y los
celajes .del atardecer son más bellos allí que en otras partes. La noche es casi siem­
pre clara. El habitante del desierto conoc� las estrellas y en ellas se orienta para no
perder su camino. Hoy en día llegan visitantes de· todas partes a conocer las belle-
zas de esas tierras.
En algunos lugares del desierto se han logrado hacer_ nuevos oasis: con má­
quinas perforadoras especiales se han hecho pozos sumamente profundos, de .los
cuales se saca el agua por medio de bombas y se usa para el riego de los terrenos.
Tal vez con el tiempo será posible arran:arle obundantes cosechas a esas arenas.
También se ha logrado últimamente· arreglar· algunos caminos de manera que pue­
den ser transitados por camiones. Los av:ones facilitan cada vez. más la comunica­
ción entre un oasis y el otro. Así el hombre lucha día tras día para aliviar su vida
en esta tierra. Aun ahí donde la naturaleza. pareciera no permitir lo vida del ser
humano.
Durante días cruzan el desierto si,:i encontrar un árbol o una hierba.

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