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Emmie Pickler ha creado un

Método educativo alternativo a los


existentes. Se trata básicamente en dejar al niño en completa
libertad para moverse contando con todos aquellos recursos y espacios necesarios tales
como la ropa adecuada que permita sus movimientos, el espacio amplio y una ausencia de
un adiestramiento y guía motor por parte del adulto. Defiende que el niño aprende solo las
diferentes posturas que debe adoptar, aprende solo a sentarse y a caminar aunque no se le
lleve de la mano ni se le incite a ello.

El niño, al sentirse libre, se muestra con una actitud más positiva, más
activa e interesada que le llevará a aprender los movimientos a partir de su propia
acción y autonomía. Esta libertad queda asegurada por una "ropa adecuada", un espacio
suficiente y la asistencia de todo adiestramiento por parte del adulto. El desarrollo motor se
realizará de esta forma de una manera totalmente espontánea, mediante su propia actividad
autónoma.

Para acceder al libro "Moverse en libertad" pincha aquí.

"Moverse en libertad", este el título de uno de sus libros. En él


explica el propósito de establecer un método de educación en el que el desarrollo motor
del niño se desarrolle de un modo espontáneo en función de su maduración orgánica y

actitud no intervencionista del adulto


nerviosa. La

adquiere en este método una especial


relevancia.
Según este video la pediatra Emmie Pickler defiende que los niños aprenden por si mismo a
sentarse, ponerse de pie, caminar, etc. El niño puede moverse en libertad lo que hace con
prudencia, seguridad y soltura corporal. La actividad autónoma, representa una parte
importante de sus vidas. El lugar de juego deberá estar provisto de objetos adapatados a sus
intereses puede actuar, jugar y moverse sengun su curiosidad, sus ritmos deseos. Los niños
difieren entre sí en cuanto su ritmo de desarrollo que ser mas o menos prolongado, aun así
todos son movedizos, cambian de postura durante el juego y cuando pueden se desplazan
por su propios juegos.

Los método de examen que ha llevado a cabo la autora son de observación directa en el
contexto habitual del niño.

En su sistema educativo adoptado, consiste como ya se ha dicho anteriormente en el respeto


del niño, en considerarle persona y favorecer su desarrollo autónomo.

el educador debe:

manifestar paciencia

-mostrar consideración y dulzura

-evitar manipular al niño

-evitar meterle prisa

-evitar intervenir intempestivamente en la aparición y en el desarrollo de sus funciones

por todo ello, el niño deberá contar con unas condiciones básicas en su "lugar de
desarrollo" tales como (entre otras):

-ropa adecuada, que permita el movimiento, amplia y flexible

-cuando no duerma se le meterá en "parques" cada vez más


grandes en función de su edad

-los muebles estarán fijados al suelo para que no sea posible


que se caigan y no correr riesgos

-durante el verano se le tiene desnudo


-debe estar rodeado de juguetes acordes a sus edades

la ayuda del adulto será, en primer lugar, "indirecta", tendrá que construir un
entorno adaptado a las necesidades del niño. poco a poco, la ayuda del
profesor se diversificará.

no enseñarle movimientos, no apresurar su progreso, no hacerle ejercitarse, abstenerse de


influir directamente en su desarrollo motor.

para favorecer la libertad de movimientos se facilitará un espacio suficientemente amplio.


a continuación se expone el libro (no completo) de emmi pikler.

Etapas principales del desarrollo motor

Las principales etapas del desarrollo motor, según las describió Emmi Pikler, son las
siguientes:

 En un principio, el niño está echado boca arriba y sus movimientos van haciéndose
cada vez más vigorosos.
 Luego sube un hombro, levanta la pelvis, gira el tronco y se pone de costado.
 Más tarde aprende a girar para quedar boca abajo. En esta posición puede levantar
la cabeza por un tiempo prolongado.
 Se sostiene con los brazos y más adelante sobre los cuatro miembros. Puede
desplazarse rodando y reptando. Por último, aprende a gatear.
 Es capaz de adoptar una posición semisentado, con una mano apoyada en el suelo.
Luego puede mantenerse sentado.
 Se pone de rodillas con el tronco erguido y luego comienza a ponerse de pie
sosteniéndose con algún objeto.
 Por último, puede permanecer de pie sin sostén, para finalmente aprender a caminar.
Emmi Pikler y el instituto Lóczy
Las Ciencias Sociales, las Ciencias que tratan de “lo humano” evolucionan más lentamente
que las Ciencias Físicas, la Astronomía, la Matemática, la Biología o la Geología… pero
avanzan.

Emmi Pikler, Viena 1902 – Budapest 1984.Si cada ciencia y cada campo de estudio
humano tiene sus hitos, sus momentos y sus personajes relevantes, Emmi Pikler supone, en
el ámbito de la crianza y el desarrollo de los más pequeños, el equivalente a lo que Nicolás
Copérnico supuso para la evolución de la Astronomía o Charles Darwin supuso para el
desarrollo de la Biología.

A esta pediatra húngara –nacida en Viena en 1902– le debemos importantes


descubrimientos relativos al desarrollo de la motricidad global del bebé, así como la
búsqueda incansable de las condiciones óptimas para el desarrollo de las criaturas. Le
debemos, también, su determinación para convertir la vida cotidiana de los y las más
pequeñas en un objeto de estudio científico.

Su formación como pediatra

Emmi Pikler, nace en Viena el 9 de enero de 1902. Su madre, austríaca, era maestra y su
padre, húngaro, era ebanista.

Vivió su infancia en Budapest para regresar de nuevo a Viena, en los años veinte, para
realizar sus estudios de medicina.

Por aquella época existían en Viena importante corrientes culturales progresistas y de


«educación moderna»: el Psicoanálisis (Sigmund 2reíd) y la Escuela Nueva / Escuela
Activa (Freinet, Montessori…), entre otros ].

Se especializa en pediatría y realiza sus prácticas en el Hospital Universitario de la misma


ciudad, bajo la dirección del Dr. Pirquet.

Fue allí, en el Hospital Universitario, donde Emmi Pikler pudo, ya, familiarizarse con
bastantes de los principios que luego ella misma pondría en práctica en Budapest, a su
regreso.

 La manera de brindar los cuidados pediátricos de modo que fuesen lo menos


desagradables posible para los lactantes y los niños pequeños. Había que ejecutar el
examen o el tratamiento, por más desagradable que fuera para el lactante o el niño
pequeño, sin que llorase, tocándolo con gestos delicados, con dedicación, prestando
atención al hecho de que se tenía entre manos a un niño vivo, sensible y receptivo.
 También, el hecho de que los niños enfermos, en función de la patología y de su
estado, no eran obligados a pasar sus jornadas en la cama, sino en rincones de
juegos especialmente arreglados, inclusive para los más pequeños.
 La vestimenta de los lactantes difería de lo habitual: las piernas no estaban fajadas y
los pañales eran ajustados para que pudiesen moverse libremente.
 Los niños, inclusive los lactantes, pasaban varias horas al día, aún en invierno, al
aire libre, en pequeños balcones. Los niños estaban bien protegidos contra el frío,
pero en lugar de estar envueltos en las mantas, o bajo ellas, se encontraban en sacos
de dormir especiañlmente confeccionados para ellos.
 Y también lo que era una regla estricta en el hospital: la prohibición de dar,
inclusive al lactante enfermo, una cucharada de más de lo que él aceptaba
gustosamente.

Sus prácticas en el Hospital Universitario le dieron la oportunidad de adquirir una sólida


formación en traumatología y ortopedia infantil.

En la sección de traumatología infantil del Hospital pudo constatar importantes diferencias


en las estadísticas sobre accidentes infantiles: entre los niños de los barrios obreros (niños
que jugaban y corrían en las calles, trepaban a los árboles y se aferraban de los travesaños
de los tranvías) se producían muchas menos fracturas y conmociones que entre los niños de
familias más acomodadas, criados en un clima de disciplina y de sobre protección…

Su labor como pediatra de familia

Finalizados sus estudios en Viena, se trasladó a Triste, donde empezó a trabajar como
pediatra de familia y donde conoció al que fue su marido, György Pikler, un pedagogo
progresista en cuyas ideas también apoyó su experiencia profesional.

En una reunión clandestina. Fotograma del film “Lóczy, un hogar para crecer”En Trieste
pasaba mucho tiempo en la playa, observando el comportamiento de los niños y el de los
adultos con ellos. Vio el amor infinito con el que los padres sentaban, ponían de pie o
conducían de la mano a sus hijos; pero también vio, detrás de ese trato cariñoso, el
apresuramiento, la desconfianza, la falta de fe en las capacidades de iniciativa y acción de
los propios niños.

En 1932, regresa a Budapest.

Con el nacimiento de su primera hija, tuvo la oportunidad de poner en práctica sus


concepciones relativas a no acelerar el desarrollo, respetar el ritmo natural, confiar en las
iniciativas propias del niño facilitando el movimiento y su actividad autónoma.

Aunque apenas conocemos detalles de ello, se sabe que Emmi Pikler tenía vinculación con
el movimiento comunista húngaro y asistía a las reuniones clandestinas que se celebraban
en los bosques de los alrededores de Budapest.

Fotografía expuesta en el Museo judío de BudapestAdemás, al ser de origen judío, padeció,


como otros muchos miles y miles de judíos, las consecuencias de vivir bajo un gobierno
que fomentaba el antisemitismo; incluso antes de la ocupación alemana. Así, por ejemplo,
en 1938 se promulgan en Hungría una serie de leyes antijudías. Leyes antijudías que
impedían, por ejemplo, a los médicos judíos trabajar en hospitales.

Influida por este clima o no, el hecho es que, hasta 1946, Emmi Pikler continúa trabajando
en Budapest como pediatra de familia y lo hace de una manera poco habitual: Emmi Pikler
trabaja con el niño y con la familia cuando no hay enfermedad. Como pediatra, estaba
convencida de que las condiciones y el entorno de vida de los niños influía en su salud
física.

Emmi Pikler invitaba a las familias de cuyos bebés y niños se ocupaba a intervenir mucho
menos y a observar mucho más. Cada semana iba a las casas de las familias, observaba al
bebé en presencia de su madre y hablaba con ella de los detalles, de las cosas de todos los
días. Entre visita y visita, la mamá anotaba lo que iba advirtiendo de la evolución de su hijo
a lo largo de la semana.

Emmi Pikler pudo así, durante unos 10 años, verificar algunas de sus ideas,
experimentarlas, enriquecerlas y elaborar un conjunto de principios coherentes, que
jugarían un papel clave en su trabajo tras la finalización de la II guerra.

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La Casa-Cuna de la calle Lóczy

En 1946, el gobierno húngaro le solicitó que dirigiese una Casa-Cuna de Budapest. Se


trataba de un hogar para niños privados de sus padres; no necesariamente niños huérfanos,
sino niños cuyos padres no podían hacerse cargo de ellos. La guerra acababa de terminar y
había que dar un hogar a muchos niños huérfanos; pero también a niños que, por ejemplo,
había que proteger del contagio de sus padres tuberculosos.

Este hogar, esta Casa-Cuna está ubicada en el nº 3 de la calle Lóczy, que es la que le ha
dado el nombre por el que se la conoce familiarmente: “Lóczy”.

En esta Casa-Cuna recibió a lactantes y trató de organizar los cuidados y toda la vida de la
institución de tal modo que los bebés pudieran tener un desarrollo lo más parecido posible
al de los niños que había observado creciendo armoniosamente en el seno de sus familias.

Su objetivo era ofrecer, a los pequeños que ahí se criaban, una experiencia de vida que
preservase su desarrollo y evitase las carencias dramáticas que pueden crear la vida en el
seno de una Institución y la ausencia de un lazo significativo con los padres.

De aquellos primeros momentos como directora de la Casa-Cuna –momentos claves de su


puesta en marcha– hay un suceso que nos puede dar idea del carácter, la personalidad y la
determinación de esta pediatra húngara.

Nos lo relata María Reinitz, estrecha colaboradora suya:


“Las nurses estaban llenas de desconfianza. El trabajo no era demasiado pero no les venía a
la cabeza hacer algo con atención y con cuidado. Ellas no se ocupan de los niños, sino que
los cambian, los hacen comer lo más rápidamente posible con el menor movimiento
posible, y, si pueden, se lo encargan a las amas de leche o al personal de servicio. Según
ellas, la tarea de las nurses está constituida por el `tratamiento´ de la ropa, porque había que
`tratarla´, distribuirla, retomarla, contar todo el tiempo las cantidades de ropa y tomar nota.
Así ellas no tienen tiempo para los chicos”.

Esto no pudo durar mucho tiempo porque Emmi Pikler y María Reinitz no aceptaron este
trabajo que continuaba las malas tradiciones: al tercer mes las echaron a todas.

En lugar de nurses cualificadas buscaron jóvenes sin formación profesional, que no tenían
demasiados estudios escolares, pero que se interesaban en la educación de los niños. Emmi
Pikler y María Reinitz, ellas mismas, les enseñaron la manera de cuidar a los pequeños.

Con ese objetivo, elaboraron unos manuales para la formación de las nuevas educadoras.

En estos manuales concretaron, hasta el último detalle, los múltiples aspectos de la crianza
y la vida cotidiana de los pequeños:

 Mobiliario: cómo tenía que ser el cambiador, cómo tenían que ser las cunas, cómo
tenían que ser las mesas y las sillas donde iban a comer los niños, qué no era
aconsejable… y sobre todo, porqué…
 El tipo de cubiertos (peso, profundidad de la cuchara…); la forma de los vasos;
el uso de cuencos en lugar de platos…
 Las prendas de ropa: la de los más pequeños; la ropa para dormir al aire libre y en
el interior; la ropa para facilitar el movimiento…
 El tipo de juguetes que había que poner a disposición de los pequeños
 Etc, etc…

Y si estas cosas no se podían comprar porque no existían tal como las querían para la Casa-
Cuna, Emmi Pikler las mandaba confeccionar siguiendo las medidas y demás características
especificadas.

El Instituto Pikler-Lóczy

La primera preocupación de Emmi Pikler, y de quienes con ella trabajaban en la Casa-Cuna


de la calle Lóczy, fue, de manera absoluta, el bienestar físico, afectivo y psíquico de cada
bebé y la búsqueda de las condiciones óptimas para el mejor desarrollo posible de cada uno
de ellos.

Pero Lóczy –además de procurar a los niños que allí vivían, una experiencia de vida que
preservase su desarrollo– se convirtió, también, en un ámbito de investigaciones
fundamentadas en numerosas observaciones, extremadamente minuciosas, concernientes a
los diferentes aspectos del desarrollo del bebé.
Tras su larga experiencia anterior, como pediatra de familia durante más de 10 años, en
Lóczy, Emmi Pikler tuvo la oportunidad de profundizar en sus descubrimientos,
verificarlos y enriquecerlos con la colaboración de las personas que se ocupaban de los
niños junto a ella.

Fruto de esta doble labor de bientrato y cuidado en la crianza por una parte, y de
investigación aplicada, por otra, en 1961 Lóczy se convirtió en un Hogar Infantil de
Metodología Aplicada y, más tarde en el Instituto de Metodología, Puericultura y
Educación.

En 1970, el Instituto Lóczy se convirtió en el Instituto Nacional de Metodología de los


Hogares Infantiles. Entre sus tareas, estaba la de ofrecer un sostén profesional y
metodológico a las otras casas-cuna de Hungría.

En la actualidad, se llama Instituto Emmi Pikler y es una Fundación que soporta buena
parte de su supervivencia económica en donaciones internacionales provenientes de muchas
partes del mundo.

El curso 2007 / 2008, Lóczy puso en marcha una Escuela Infantil 0-3 años, y en abril de
2011 –en un momento en el que la solución de “familias de acogida” ha sustituido casi
totalmente a los orfanatos– se cierra la Casa-Cuna. Aunque no exenta de dificultades, la
Escuela Infantil continúa su labor.

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