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El niño, al sentirse libre, se muestra con una actitud más positiva, más
activa e interesada que le llevará a aprender los movimientos a partir de su propia
acción y autonomía. Esta libertad queda asegurada por una "ropa adecuada", un espacio
suficiente y la asistencia de todo adiestramiento por parte del adulto. El desarrollo motor se
realizará de esta forma de una manera totalmente espontánea, mediante su propia actividad
autónoma.
Los método de examen que ha llevado a cabo la autora son de observación directa en el
contexto habitual del niño.
el educador debe:
manifestar paciencia
por todo ello, el niño deberá contar con unas condiciones básicas en su "lugar de
desarrollo" tales como (entre otras):
la ayuda del adulto será, en primer lugar, "indirecta", tendrá que construir un
entorno adaptado a las necesidades del niño. poco a poco, la ayuda del
profesor se diversificará.
Las principales etapas del desarrollo motor, según las describió Emmi Pikler, son las
siguientes:
En un principio, el niño está echado boca arriba y sus movimientos van haciéndose
cada vez más vigorosos.
Luego sube un hombro, levanta la pelvis, gira el tronco y se pone de costado.
Más tarde aprende a girar para quedar boca abajo. En esta posición puede levantar
la cabeza por un tiempo prolongado.
Se sostiene con los brazos y más adelante sobre los cuatro miembros. Puede
desplazarse rodando y reptando. Por último, aprende a gatear.
Es capaz de adoptar una posición semisentado, con una mano apoyada en el suelo.
Luego puede mantenerse sentado.
Se pone de rodillas con el tronco erguido y luego comienza a ponerse de pie
sosteniéndose con algún objeto.
Por último, puede permanecer de pie sin sostén, para finalmente aprender a caminar.
Emmi Pikler y el instituto Lóczy
Las Ciencias Sociales, las Ciencias que tratan de “lo humano” evolucionan más lentamente
que las Ciencias Físicas, la Astronomía, la Matemática, la Biología o la Geología… pero
avanzan.
Emmi Pikler, Viena 1902 – Budapest 1984.Si cada ciencia y cada campo de estudio
humano tiene sus hitos, sus momentos y sus personajes relevantes, Emmi Pikler supone, en
el ámbito de la crianza y el desarrollo de los más pequeños, el equivalente a lo que Nicolás
Copérnico supuso para la evolución de la Astronomía o Charles Darwin supuso para el
desarrollo de la Biología.
Emmi Pikler, nace en Viena el 9 de enero de 1902. Su madre, austríaca, era maestra y su
padre, húngaro, era ebanista.
Vivió su infancia en Budapest para regresar de nuevo a Viena, en los años veinte, para
realizar sus estudios de medicina.
Fue allí, en el Hospital Universitario, donde Emmi Pikler pudo, ya, familiarizarse con
bastantes de los principios que luego ella misma pondría en práctica en Budapest, a su
regreso.
Finalizados sus estudios en Viena, se trasladó a Triste, donde empezó a trabajar como
pediatra de familia y donde conoció al que fue su marido, György Pikler, un pedagogo
progresista en cuyas ideas también apoyó su experiencia profesional.
En una reunión clandestina. Fotograma del film “Lóczy, un hogar para crecer”En Trieste
pasaba mucho tiempo en la playa, observando el comportamiento de los niños y el de los
adultos con ellos. Vio el amor infinito con el que los padres sentaban, ponían de pie o
conducían de la mano a sus hijos; pero también vio, detrás de ese trato cariñoso, el
apresuramiento, la desconfianza, la falta de fe en las capacidades de iniciativa y acción de
los propios niños.
Aunque apenas conocemos detalles de ello, se sabe que Emmi Pikler tenía vinculación con
el movimiento comunista húngaro y asistía a las reuniones clandestinas que se celebraban
en los bosques de los alrededores de Budapest.
Influida por este clima o no, el hecho es que, hasta 1946, Emmi Pikler continúa trabajando
en Budapest como pediatra de familia y lo hace de una manera poco habitual: Emmi Pikler
trabaja con el niño y con la familia cuando no hay enfermedad. Como pediatra, estaba
convencida de que las condiciones y el entorno de vida de los niños influía en su salud
física.
Emmi Pikler invitaba a las familias de cuyos bebés y niños se ocupaba a intervenir mucho
menos y a observar mucho más. Cada semana iba a las casas de las familias, observaba al
bebé en presencia de su madre y hablaba con ella de los detalles, de las cosas de todos los
días. Entre visita y visita, la mamá anotaba lo que iba advirtiendo de la evolución de su hijo
a lo largo de la semana.
Emmi Pikler pudo así, durante unos 10 años, verificar algunas de sus ideas,
experimentarlas, enriquecerlas y elaborar un conjunto de principios coherentes, que
jugarían un papel clave en su trabajo tras la finalización de la II guerra.
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Este hogar, esta Casa-Cuna está ubicada en el nº 3 de la calle Lóczy, que es la que le ha
dado el nombre por el que se la conoce familiarmente: “Lóczy”.
En esta Casa-Cuna recibió a lactantes y trató de organizar los cuidados y toda la vida de la
institución de tal modo que los bebés pudieran tener un desarrollo lo más parecido posible
al de los niños que había observado creciendo armoniosamente en el seno de sus familias.
Su objetivo era ofrecer, a los pequeños que ahí se criaban, una experiencia de vida que
preservase su desarrollo y evitase las carencias dramáticas que pueden crear la vida en el
seno de una Institución y la ausencia de un lazo significativo con los padres.
Esto no pudo durar mucho tiempo porque Emmi Pikler y María Reinitz no aceptaron este
trabajo que continuaba las malas tradiciones: al tercer mes las echaron a todas.
En lugar de nurses cualificadas buscaron jóvenes sin formación profesional, que no tenían
demasiados estudios escolares, pero que se interesaban en la educación de los niños. Emmi
Pikler y María Reinitz, ellas mismas, les enseñaron la manera de cuidar a los pequeños.
Con ese objetivo, elaboraron unos manuales para la formación de las nuevas educadoras.
En estos manuales concretaron, hasta el último detalle, los múltiples aspectos de la crianza
y la vida cotidiana de los pequeños:
Mobiliario: cómo tenía que ser el cambiador, cómo tenían que ser las cunas, cómo
tenían que ser las mesas y las sillas donde iban a comer los niños, qué no era
aconsejable… y sobre todo, porqué…
El tipo de cubiertos (peso, profundidad de la cuchara…); la forma de los vasos;
el uso de cuencos en lugar de platos…
Las prendas de ropa: la de los más pequeños; la ropa para dormir al aire libre y en
el interior; la ropa para facilitar el movimiento…
El tipo de juguetes que había que poner a disposición de los pequeños
Etc, etc…
Y si estas cosas no se podían comprar porque no existían tal como las querían para la Casa-
Cuna, Emmi Pikler las mandaba confeccionar siguiendo las medidas y demás características
especificadas.
El Instituto Pikler-Lóczy
Pero Lóczy –además de procurar a los niños que allí vivían, una experiencia de vida que
preservase su desarrollo– se convirtió, también, en un ámbito de investigaciones
fundamentadas en numerosas observaciones, extremadamente minuciosas, concernientes a
los diferentes aspectos del desarrollo del bebé.
Tras su larga experiencia anterior, como pediatra de familia durante más de 10 años, en
Lóczy, Emmi Pikler tuvo la oportunidad de profundizar en sus descubrimientos,
verificarlos y enriquecerlos con la colaboración de las personas que se ocupaban de los
niños junto a ella.
Fruto de esta doble labor de bientrato y cuidado en la crianza por una parte, y de
investigación aplicada, por otra, en 1961 Lóczy se convirtió en un Hogar Infantil de
Metodología Aplicada y, más tarde en el Instituto de Metodología, Puericultura y
Educación.
En la actualidad, se llama Instituto Emmi Pikler y es una Fundación que soporta buena
parte de su supervivencia económica en donaciones internacionales provenientes de muchas
partes del mundo.
El curso 2007 / 2008, Lóczy puso en marcha una Escuela Infantil 0-3 años, y en abril de
2011 –en un momento en el que la solución de “familias de acogida” ha sustituido casi
totalmente a los orfanatos– se cierra la Casa-Cuna. Aunque no exenta de dificultades, la
Escuela Infantil continúa su labor.