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PULSIÓN Y ENTROPÍA
LO ENERGÉTICO Y SU VÍNCULO HISTÓRICO-ESTRUCTURAL

PSICOANÁLISIS FREUD – CAT. I

Escuela de Formación de Ayudantes

Alumna: Julieta y. Goldsmidt (LU:37988851-0), julieta.gold@gmail.com


Titular: Osvaldo Delgado
Responsables: Susana Epsztein y María de los Ángeles Córdoba.
Colaboradores: Verónica Wainszelbaum, Carolina Santocono, Nicolas Dedovich, Julian
Pilar, Santiago Hormanstorfer.
Fecha de entrega:
• 01 de agosto del 2017 (online)
• 08 de agosto del 2017 (impresa)

FACULTAD DE PSICOLOGÍA
U.B.A
Lo energético en Freud es mencionado desde los inicios de su obra. En Proyecto de
psicología para neurólogos (1895) parte del principio de Le Châtelier, el cual consiste en
que, si se produce una alteración sobre un sistema en equilibrio, éste realizaría los procesos
necesarios para cancelar parcialmente tal perturbación a fin de recuperar dicho estado.
(Castellan, A. B., Costas B. & Rodríguez F., 1998)
Esta teoría fisicoquímica le permitió postular el Principio de Constancia, según el cual
el aparato psíquico posee una tendencia a mantener la menor cantidad de excitación
posible (Qη), con el objeto de que ésta permanezca constante. Esto se obtendría a través
del Principio de Inercia Neuronal, basada en la hipótesis de que todo exceso de energía en
el sistema es percibido como displacer, por lo que se requeriría de una de descarga de
energía ya existente, o bien una evitación de aquello que pudiese aumentar esa Q η,
estableciendo una defensa contra tal incremento. (Freud, 1985).
Debido a que el displacer está asociado al aumento de Qη, y el placer a su
disminución, esta teorización es solidaria con lo que se definiría como Principio de Placer,
ya que consiste en evitar el displacer y obtener placer a partir de la actividad psíquica.
Posteriormente Freud planteó en Formulaciones sobre los dos principios del acontecer
psíquico (1911) al Principio de Realidad, el cual operaría sobre el Principio de Placer como
regulador frente a la búsqueda de satisfacción. Económicamente, consiste en una mutación
de energía libre a energía ligada, a partir de “rodeos” y postergando el objetivo de acuerdo
a las exigencias del mundo exterior. Esta noción de ligadura energética es una base
fundamental para lo que posteriormente se desarrollará respecto al concepto de pulsión, ya
que el aparato psíquico recibe excitaciones de origen externo o interno, y estas últimas se
elaborarán a partir de lo pulsional.
En Pulsiones y destinos de pulsión (1915), Freud define a la pulsión o “Trieb” como
un concepto fronterizo entre lo psíquico y lo somático. Desde el enfoque económico, la
pulsión puede considerarse como un “sustrato” de transformaciones energéticas respecto
de una serie de elementos constituyentes: a) una fuente, como aquella parte del cuerpo
donde surge la excitación, b) una meta que siempre es la satisfacción y c) un objeto de
carácter variable mediante el cual la pulsión alcanza su meta parcialmente.
En cuanto al cuarto elemento de la pulsión, éste se lo denomina esfuerzo (Drang) y
constituye el factor motor o móvil de la pulsión efectuada por un empuje constante. Está
noción se asocia con la distinción entre representación y quantum de afecto o suma de

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excitación que Freud plantea en La represión (1915). Allí introduce a la pulsión a partir de
dos componentes: el monto de afecto y la representación “representante” de la pulsión. Por
lo tanto, lo que se ha desarrollado como ligadura energética, constituirá a la energía
implicada en una representación y lo hará mediante una “exigencia de trabajo”, Drang, que,
mediante un proceso económico, habilita el carácter dinámico de la pulsión. 1
A partir de esta conceptualización sobre la pulsión, Freud (1915) requirió distinguir
diversas pulsiones clasificándolas en dos grupos: a) las Pulsiones Sexuales y, b) las
Pulsiones de Autoconservación o Yoicas. Estas últimas están asociadas al mantenimiento
de la constancia del nivel de energía necesario para la supervivencia del individuo, en
correlación con el Principio de Placer.
Posteriormente, Freud se enfrentó a diferentes situaciones, dentro y fuera de su
ámbito profesional, que le generaron un nuevo modo de plantear lo pulsional. Uno de los
casos más conocidos es el de una observación realizada a su nieto que jugaba con un
carretel, el cual era arrojado y retraído, una y otra vez, acompañado de dos fonemas: “Fort”
y “Da”. En Más allá del Principio de Placer (1920) se plantea este evento como una posible
reedición de la partida de su madre, que había oficiado como displacentera. Esto fue
conceptualizado a partir de la suposición de que en esa serie de acciones se generaba una
“ganancia de placer de otra índole”, ya que el intento de repetición de un hecho traumático
debería operar bajo un principio distinto al del Principio de Placer. Por lo tanto, no se
descarta este último, pero, a su vez, existirían otras fuerzas que operarían de modo tal que
el resultado final no siempre fuera placentero.
Al resultar insuficiente el principio de constancia como respuesta frente a los
fenómenos clínicos, Freud apeló a la termodinámica propia de su época. La primera Ley de
la Termodinámica postula que la energía total del universo se mantiene constante, a pesar
de sus diversas transformaciones posibles (Castellan, A,…, & Rodríguez F., 1998). Esto es
solidario con el principio de constancia. Pero, si bien, la energía se mantiene constante,
está afectada por la entropía. Esto último constituye la segunda Ley de la Termodinámica
que le permitiría a Freud conceptualizar la pulsión de muerte o Tánatos.

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Esto puede hallarse en las conceptualizaciones sobre desplazamiento y condensación. El desplazamiento consiste en el
desprendimiento de la intensidad de una representación hacia otras representaciones de menor o baja intensidad, permaneciendo ligadas
a la originaria asociativamente. Por su parte, la condensación refiere a una representación que adquiere la sumatoria de diferentes
energías encadenadas.

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A partir de este obstáculo epistemológico y clínico, Freud (1920) presenta un nuevo
dualismo pulsional, agrupando a las pulsiones yoicas y sexuales dentro de las pulsiones de
vida, oponiéndose a la pulsión de muerte. Esta última representa la tendencia del ser
viviente a retornar al estado inorgánico e inanimado del que surgió, mediante la reducción
de las tensiones y prevaleciendo la destrucción de lo vivo. Se presenta como un caso
particular del Principio de Nirvana que se define como la tendencia de un sistema a reducir
a cero su quantum de energía. Existe una extensa complejidad en los diferentes modos de
interpretación de la noción de muerte en la obra de Freud, lo que constituirá un nuevo
concepto polémico para su época y aún controversial en la actualidad.
Lacan, en Seminario 7 (1989), plantea dos vertientes de la pulsión mediante un texto
llamado Paréntesis: La pulsión de muerte según Bernfeld (1960). Allí presenta una
perspectiva energética y otra histórica en relación a lo pulsional. Está distinción la ubicaría
a partir de dos términos que utiliza Freud en su obra. Como se ha descrito, en Más allá del
Principio de Placer, la Pulsión de Muerte designa un carácter claramente energético de lo
pulsional. Posteriormente, el mismo concepto encontraría una modificación al ser cambiado
su término por el de Pulsión de Destrucción en El Malestar en la Cultura (1929). Según
Kaufmann, quien expone en la clase de Lacan recientemente mencionada, existe un cambio
en el pensamiento de Freud: “en “Más allá…” hay solidaridad entre Principio de Placer y
Pulsión de Muerte. En cambio, en “El malestar en la cultura” la Pulsión de Muerte asimilada
en esta medida como de Destrucción, deviene un dote psicológico”. (p.247; 1960) Es decir,
posteriormente, la Pulsión de Destrucción no es caracterizada teórica y energéticamente
sino solamente en su plano dinámico, en oposición a la Pulsión Sexual pero no respecto
del Principio de Placer. Por lo tanto, ¿existe una energética de la Pulsión de Muerte, como
entrópica, que pueda estar asociada con lo histórico y estructural de un sujeto?
En termodinámica, la entropía es la magnitud que representa la energía que no
puede utilizarse para producir trabajo. A mayor entropía en un sistema, menor su
disponibilidad de energía y mayor desorden. Esto se puede ejemplificar con un reloj de
arena: si en la parte superior posee arena, el sistema presenta una mínima entropía y una
máxima disponibilidad de energía. Cuando la arena cae hacia el sector inferior del reloj, se
libera energía, aumentando el nivel de entropía y la energía disponible sería mínima, ya
que, a menos que se gire nuevamente el reloj, el proceso resultaría irreversible. Este
ejemplo representa el funcionamiento de un sistema cerrado. Pero, si este sistema

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contuviera en su base inferior un agujero en su estructura, la arena caería de manera
impredecible y la entropía aumentaría exponencialmente, por lo tanto, también su desorden
e irreversibilidad (Córdova, 2012). Considerando al inconsciente como un sistema semi-
cerrado, puede plantearse un agujero estructural que fundamente está irreversibilidad. En
El hombre de los lobos, Freud comenta:
Tratándose de neuróticos, hacemos el ingrato descubrimiento de que, dadas las
condiciones aparentemente iguales no es posible lograr en unos, modificaciones que
en otros hemos conseguido fácilmente. De modo tal que al considerar la conversión
de energía psíquica debemos hacer uso del concepto de entropía (1918, p.105)
Es posible pensar, de algún modo, que aquellas marcas que establecen la propia
singularidad de cada sujeto; es decir, su agujero estructural, pueden asociarse con el
concepto de entropía e irreversibilidad desde el punto de vista histórico-estructural. Aquello
que no posee un retorno remite a un significante “caído en el fondo” irrecuperable, lo que
marca lo fundante e irreversible del inconsciente (Freud, 1915)
Según Freud, En Lo inconsciente (1915), los procesos inconscientes son
atemporales y, generalmente, no tienen vinculación con el tiempo. Sin cuestionar los
intereses teóricos y clínicos con los que Freud planteó esta característica, es preciso
reflexionar si la temporalidad del inconsciente puede habilitarse. Aún más, si la construcción
del tiempo lógico y cronológico de un sujeto se traduce al concepto mismo de inconsciente
(Askofaré, S.,2008). Actualmente, no existen leyes físicas que puedan justificar la
unidireccionalidad, linealidad y orientación del tiempo. (Druyan, A. & MacFarlane, S. 2014).
En este sentido, la entropía, es el modo en que se mide lo temporal, a partir de la diferencia
entre dos eventos con distintas disponibilidades de energía. (Cox, B. 2015) Por lo tanto,
ubicando el recorrido pulsional como una serie de diferentes estados entrópicos, se puede
hipotetizar que el sujeto histórico también se formaría a partir del carácter económico de la
pulsión, en solidaridad con las asociaciones lógicas.
A lo largo de la obra freudiana se ha expuesto el carácter regresivo de los tiempos
lógicos, pero existe un evento irrecuperable al que no se puede retornar. Esto lleva a
preguntarse, ¿cuál es ese representante caído en el fondo que funda lo inconsciente, y por
lo tanto al sujeto? La respuesta es simple: uno cualquiera, contingente. Pero ¿por qué ese
y no otro? ¿que podría producir el pasaje entre lo contingente y lo determinado? Frente a
ese inefable e inalcanzable camino, quizás, sería posible hallar lo entrópico de la pulsión.

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Referencias Bibliográficas

Askofaré, S. (2008). El inconsciente y/es el tiempo (pp. 1-2). Toulouse : École De


Psychanalyse Des Forums Du Champ Lacanien. Recuperado de:
http://www.champlacanien.net/public/docu/3/rdv2008pre10.pdf

Castellán, G., Amador Bedolla, C., Costas Basín, M., & Rodríguez Flores, M. (1998).
Fisicoquímica (10th ed., p. 638). México [etc.]: Addison-Wesley Iberoamericana.

Cox, B. (2015). Wonders of The Universe: Time and Entropy [DVD].UK: BBC.

Córdoba, N. (2012). El principio de Entropía. La noción de entropía como hallazgo resultante


de la inconsistencia de los sistemas cerrados ideales y apertura a una nueva
epistemología. (pp. 1-4). Buenos Aires: Facultad de Psicología. Universidad de Buenos
Aires. Recuperado en:

http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/obligatorias/0
56_adolescencia2/material/fichas/el_principio_de_entropia.pdf

Delgado, O. (2016). Teórico 14; Psicoanálisis Freud; Cát. I. Presentation, Facultad de


Psicología: Universidad de Buenos Aires.

Druyan, A., Soter, S., & MacFarlane, S. (2014). Cosmos: Túnel del tiempo. [DVD] EE.UU:
National Geographic Channel.

Espartaco, C. (1977) Lo económico en Freud. Buenos Aires: Nueva Visión.

Freud, S. (1895) Proyecto de psicología para neurólogos. En Obras completas, tomo I, pp.
362-7. Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1911) Formulaciones sobre los dos principios del acontecer psíquico. En Obras
completas, tomo XII. Buenos Aires: Amorrortu.

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Freud, S. (1915) Pulsiones y destinos de pulsión. En Obras completas, tomo XIV. Buenos
Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1915) La represión. En Obras completas, tomo XIV. Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1915) Lo inconsciente. Capítulos V y VI. En Obras completas, tomo XIV. Buenos
Aires: Amorrortu

Freud, S. (1918) El hombre de los lobos. Capítulo VIII. En Obras completas, tomo XVII,
pp.105-106. Buenos Aires: Amorrortu

Freud, S. (1920) Más allá del principio de placer. Capítulos I y II. En Obras Completas, tomo
XVIII. Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1929) El malestar en la cultura. Capítulo VI. En Obras completas, tomo XXI.
Buenos Aires: Amorrortu.

Lacan, J. (1960). Paréntesis, La pulsión de Muerte según Bernfeld. En El Seminario 7. La


Ética del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

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