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Un poco a la par del desencanto del proyecto moderno, las ciencias sociales y humanas han
pasado por fuertes debates motivados fundamentalmente por el remezón que implico el
despliegue y deslizamiento del paradigma epistemológico tradicional positivista ante lo
cual devino la urgencia de restituir un nuevo paradigma. El principal aspecto de esta crisis
epistemológica tiene que ver con la reflexión que suscita el concepto de realidad, y
particularmente el de realidad social. En su ya muy conocido texto “la construcción social
de la realidad” de Thomas Luhmann y Peter Berger, los autores ponen en evidencia que la
realidad no es algo dado, sino efectivamente una construcción permanente. Esto va a tener
unas implicaciones profundas para el propio que-hacer de las ciencias sociales pues se ven
comprometidos los objetos de estudio de dichas ciencias, entre otros aspectos que también
se comprometen pero que han de ser motivo de reflexiones posteriores.
De otro lado el estatus epistemológico del sujeto queda sin sustento; qué sujeto cognoscente
va a encontrar lugar ante la pérdida del objeto que lo sustenta?. La etnografías surgidas, en
medio de este resquebrajadero, no son más que una salida, a veces desesperada, por
sostener el edificio de la ciencia social, pero es una columna débil, en virtud de que se
fundamenta en que la ciencia social ha de ser una ciencia de las descripciones. Los
particularismos que agencian los etnografismos sacrificaran todo poder y pretensión
explicativa de las ciencias sociales.1
El primer llamado es a rehacer la conciencia del sujeto de la ciencia; es decir, del tipo de
relaciones que se han de producir con estas nuevas condiciones de la realidad (no que las
realidades sobre las cuales se construyó la ciencia social sean desconocidas) en este caso de
relaciones ínter subjetivas (relación sujeto-sujeto) que implican esta nueva episteme. La
nueva “construcción del objeto”2 propuesto por la escuela francesa va a implicar una
revaloración de la “epistemología empirista” en la cual, como enuncia Max Weber, no son
las relaciones entre “cosas” lo que ha de producir las ciencias y sus interrelaciones, sino el
abordaje de problemas que demanden nuevos métodos y ha de ser esa nueva construcción
la que propicie el verdadero estatuto de las ciencias sociales.
1
Es de recalcar que la etnografía no es una postura subsidiaria de la sociología, sino una búsqueda por
restaurar los estatus epistemológicos. Que surjan en el seno del propio que-hacer de la sociología, eso es otra
cosa. Así mismo se hace ver la condición en que se asumen los “estudios de caso”, tan apetecidos por los
etnografismos.
2
Este es uno de los planteamientos fuertes que Bourdieu, Passeron y Chamboredon van a exponer en su libro:
“Oficio de sociólogo; presupuestos epistemológicos”. Vd. Siglo XXI, Barcelona, 1984.
Desde este postulado la recuperación del sujeto es evidente. No imbuidos por la
omnipotencia del objeto, se restaura la condición del sujeto. Es el sujeto el que ha de ser
capaz, en permanente vigilancia epistemológica, de rehacer los tejidos de los diversos hilos
de la realidad. Es una condición reflexiva.
3 Bronkart, J.P: Teorías del lenguaje. Barcelona, E.d. Herder, 1980, Pág. 10.
Son múltiples las funciones que cumple el lenguaje en la vida de los hombres; función
abstractiva de la realidad mediante procesos analíticos y sintéticos de los fenómenos naturales;
una función significativa, da sentido a las acciones y objetos del hombre, una función artística
que permite a los seres humanos crear mundos de ficción con fines estéticos, una función
socializadora, permite la interacción social y cultural; una función de representación de la
realidad a través de los signos y función comunicativa, esta última es una de las primordiales:
"El concepto de comunicación se refiere directamente al carácter social del lenguaje" 4. Pero no
se trata de una comunicación simple y transmisionista la que se da a través del lenguaje, se
trata de la comunicación racional y consensual entre personas que comparten ideas y
emociones.
El lenguaje es una de las facultades de la inteligencia inherente al hombre que le permite como
ya se dijo, abstraer, generalizar, jerarquizar y significar la realidad mediante sistemas de
representación, sistemas sígnicos (códigos verbales, códigos gestuales, proxémicas,
matemáticas, entre otros). Algunos de estos códigos son creados por el hombre, antes que para
comunicar, para satisfacer su creatividad y su imaginación.
Esta facultad se manifiesta en múltiples fenómenos y actividades, "las actividades del lenguaje
constituyen a la vez un objeto y un medio de conocimiento; el lenguaje está por tanto,
estrechamente vinculado a los mecanismos cognitivos (o a la cognición del individuo)"5
Los estudios del lenguaje han estado orientados fundamentalmente a partir de tres teorías: el
subjetivismo idealista, el objetivismo abstracto y el dialogismo bajtiniano. Estas tres
orientaciones teóricas están vinculadas a tres maneras distintas de concebir el objeto de
estudio, en tanto la relación del lenguaje y lo cognitivo, la estructura del lenguaje mismo y el
lenguaje en la esfera de lo social.
Analicemos ahora cada una de las teorías identificando en ellas sus fortalezas y debilidades.
a. subjetivismo individualista.
4 Ibid, Pág. 11.
5 Ibid. Pág. 13.
El representante más importante es William Von Humbolt. Esta escuela concibe el origen del
lenguaje en la psiquis individual, la cual se constituye en fuente del lenguaje. Las leyes del
desarrollo lingüístico son eminentemente de tipo psicológico.
De acuerdo con Voloshinov los principios básicos de dicha corriente serían los siguientes:
El problema que presenta esta corriente es la supremacía que asigna al hablante como principio
generador y fundamental de todos los procesos del lenguaje, es en esa medida en que “todos
los hechos del lenguaje, sin excepción, pueden explicarse en función de la psicología
individual sobre una base voluntarista”6
Es claro que en esta teoría los fenómenos del lenguaje se conciben aislados de sus contextos de
génesis, de expresión, entre otros.
En los desarrollos de dicha corriente (Vossler, Benedicto Croce, ) se desconocen los factores
físicos, políticos, culturales, ideológicos, económicos, entre otros, que determinan los hechos
lingüísticos y se reduce la explicación de lo verbal a una concepción puramente esteticista, esto
se puede constatar en las palabras del propio Vossler: “El pensamiento lingüístico es
6 Voloshinov/Bajtin: “Marxismo y Filosofía del lenguaje”, E.d. Alianza, Madrid, 1992, Pág.78.
esencialmente poético; la verdad lingüística es verdad artística, es belleza significativa”
(Vossler citado por Voloshinov, Pág. 80.).
b. 0bjetivismo abstracto
Quien sienta las bases filosóficas y lingüísticas es Rene Descartes y quien las desarrolla
posteriormente es Ferdinand de Saussure.
Los principios básicos de esta teoría pueden ser expresados de la siguiente manera:
Sin embargo al objetivismo abstracto le caben algunas consideraciones críticas que podrían
formularse de la siguiente forma:
¿En qué medida es real el sistema de normas idénticas a sí mismas, es decir, el sistema de la
lengua tal y como lo entiende el objetivismo?.
Para el objetivismo abstracto el sistema de lengua aparece para cualquier conciencia individual
como un hecho externo y objetivo y que es independiente de esta conciencia.
Por otra parte el sistema sincrónico no corresponde, objetivamente, a ningún momento real de
la generación histórica; es decir, no existiría en un corte sincrónico un tal sistema de normas de
la lengua. El sistema sincrónico existe únicamente desde el punto de vista de una conciencia
subjetiva del individuo hablante que pertenezca al grupo lingüístico dado en cualquier
momento del tiempo histórico.
Otro de los cuestionamientos tiene que ver con la afirmación de que el carácter objetivo del
sistema no está en el sistema mismo sino en la conciencia del hablante. En este sentido se
pregunta si se reconoce que el sistema de lengua no es sino el modo de existencia de la lengua
para la conciencia subjetiva de los hablantes de una lengua dada.
El objetivismo abstracto se inclina a sostener que en la realidad inmediata, la objetividad de la
lengua se refleja en tanto es sistema de formas normativamente idénticas. Pero, ¿acaso la
lengua realmente existe para la conciencia subjetiva del hablante como un sistema objetivo de
incuestionables formas normativamente idénticas?.
En realidad el objetivismo del hablante consiste en producir un cierto enunciado concreto. Para
él se trata de aplicar una forma normativamente adecuada en un determinado contexto
concreto; al hablante no le importa la forma lingüística como una señal estable y siempre igual
a sí misma, sino como un signo siempre mutante y elástico.
“Así pues, la conciencia lingüística tanto del hablante como del receptor (del que oye y
comprende) nada tiene que ver, en la práctica del vivo trabajo discursivo, con el sistema
abstracto de formas normalmente idénticas de la lengua, sino que está relacionada con el
lenguaje en cuanto conjunto de los posibles contexto del uso de una forma lingüística dada
(Voloschinov, Pág. 82)
La conciencia discursiva de los hablantes no tiene que ver, en realidad, con la forma de la
lengua en cuanto tal ni con la lengua en sí.
Entonces el sistema sincrónico existe únicamente desde el punto de vista de una conciencia
subjetiva del individuo hablante que pertenezca al grupo lingüístico dado en cualquier
momento del tiempo histórico. Podría señalarse, a manera de síntesis, los siguientes aspectos
significativos en cuanto a las debilidades del objetivismo abstracto:
Finamente uno de los datos más importantes tanto del objetivismo abstracto como del
subjetivismo individualista es que las dos corrientes lingüísticas han sido hijas de la tradición
filológica que ha tomado (o ha dado primacía) a la palabra ajena (la palabra de las lenguas en
el pasado) y han objetivado dicha palabra pero no han tenido en cuenta el discurso propio de
la propia lengua.
c. círculo bajtiniano.
La escuela de Bajtin no concibe la palabra únicamente como unidad gramatical sino como una
unidad que está relacionada con la enunciación y con el enunciado. Tal unidad le es dada al
hablante en sus tres aspectos: como palabra neutra de la lengua, como palabra ajena y como
palabra propia del yo.
d. El ingreso interdisciplinar:
8
Para una ampliación de este aspecto vease: “semántica”, Geoffrey Leech, Ed. Alianza. Madrid, 1977.
9
Para un completo desarrollo de la unidad textolinguistica vease: “La ciencia del texto”, Teun A. Van Dijk.
E.d. Paidos, Madrid, 1984.
Referencias bibliográficas.