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A).-Monarquía
B).-República
C).-e Imperio
Cada uno de ellos tuvo sus formas de gobierno y sus instituciones, algunas de las cuales, como
el Senado y las Curiae o asambleas, se mantuvieron desde la fundación, pero vieron
aumentado su poder político especialmente en la época republicana.
Al tiempo que cambiaron las formas de gobierno, la sociedad romana también tuvo su proceso
de transformación; así al comienzo de la monarquía encontramos una sociedad dividida
fundamentalmente en patricios y plebeyos, en la que los primeros constituyen la clase
dominante que acapara el dinero y el poder, y en la que la posición social que da el linaje
otorga infinitos privilegios; sin embargo veremos cómo poco a poco la lucha de los plebeyos
por sus derechos va abriendo el camino a una sociedad más democrática, que alcanzará la
igualdad total, por lo menos de derecho, en la época republicana.
Las familias patricias formaban la aristocracia romana, el sector dirigente y privilegiado. Eran
los únicos considerados como ciudadanos romanos, con derecho a votar y a ocupar los cargos
políticos y religiosos; además eran el sector más rico, dueño de las grandes extensiones de
tierra.
Se consideraban descendientes de los fundadores de Roma y estaban organizados en un
consolidado sistema familiar, la gens.
El nombre de patricios deriva de patris (padre), y alude a los jefes de las gens.
Una gens era una agrupación de varias familias, que compartían un antepasado común al que
rendían culto del cual heredaban el cognomen (uno de los nombres de los romanos).
Cada familia a su vez estaba regida por un pater familias que era el jefe de su familia directa,
pero que estaba sometido a la autoridad de pater familias más anciano, el cual, de acuerdo con
el principio de la patria potestad, ejercía la máxima autoridad sobre todas las familias.
La pertenencia a una determinada gens comprendía una serie de derechos y obligaciones con
respecto al resto de miembros, por ejemplo, el deber de socorro mutuo, el derecho a poseer las
propiedades de la gens, a ser sepultado en el lugar común, la obligación de respetar las
costumbres de los antepasados o la prohibición de contraer matrimonio con un miembro de la
misma gens.
A medida que la ciudad romana creció, había aparecido un elemento social nuevo, la plebe y
con la plebe (el pueblo llano) aparecieron los plebeyos.
Esta clase social estaba integrada por los extranjeros que habían llegado a Roma con
intención de prosperar económicamente, por los refugiados procedentes de otras ciudades o
por clientes que se habían enemistado con sus patronos.
Se los consideraba hombres libres, pero no ciudadanos, por lo tanto se hallaban excluidos de
la vida política y también religiosa (no participaban del culto oficial).
Antes de las reformas de Servio Tulio, no podían integrarse al ejército ni tampoco contraer
matrimonio con integrantes de la clase patricia.
Con el tiempo, al lado de las gens patricias fueron apareciendo también gens plebeyas, bien
porque determinadas familias plebeyas conseguían el título con riqueza o por influencia, bien
porque alguno de sus miembros conseguía un cargo importante que le permitía fundar
una gens.
A este respecto, podía ocurrir que un esclavo liberado por parte de una gens, podía a su vez
formar una familia que quedaba ligada a la gens de su liberador. El ocaso de las gens se
produjo con la proliferación de familias que hacían difícil la identificación de los orígenes.
Los clientes eran plebeyos que se asociaban con un patrón benefactor (en latín, patronus) que
les mantenía a cambio de llevar a cabo formalidades como la salutatio matutina (el saludo
mañanero), o votarle en los cargos públicos a los que el patrón se presentase; también se
contemplaba el cumplimiento de los acuerdos privados, y por ello fuera del control estatal, que
se hubieran suscrito entre el patrono y sus clientes. La historiografía antigua dice que esta
relación de patronaje fue iniciada por Rómulo para unir a los patricios y plebeyos, de manera
que uno podía vivir sin envidia y el otro sin falta de respeto.
En el escalón más bajo de la sociedad romana se encontraban los esclavos, que
eran fundamentalmente prisioneros de guerra o plebeyos que habían perdido la libertad por no
poder hacer frente a sus deudas.
Estos no eran considerados personas sino cosas, de ahí la existencia del sustantivo
mancipium, de género neutro, para designar al esclavo. Carecían de cualquier derecho e
incluso su dueño tenía poder sobre su vida.
El Rey (Rex)
El Rey era elegido entre los miembros del Senado con carácter
vitalicio y propuesto por éste a la asamblea de las curias, que
podían aceptarlo o rechazarlo; en caso de resultar aclamado,
quedaba aún dos formalidades antes de ser investido con el poder
real y religioso.
En primer lugar tenía que obtener la aprobación de los dioses. Un augur, intérprete de la
voluntad de los dioses, los convocaba mediante los auspicios en una ceremonia en la que el
rey era conducido a las afueras de la ciudad hasta una piedra, reservada ex professo para estos
ritos, en la cual había de sentarse; el pueblo permanecía a sus pies esperando el vaticinio del
adivino, que transmitía la aprobación o el desacuerdo de los dioses.
Si era encontrado digno para el reinado, el augur anunciaba que los dioses habían mostrado
señales favorables, confirmando de esta forma el carácter sagrado del rey.
El siguiente paso era la concesión del imperium al nuevo rey. Aunque anteriormente la
asamblea del pueblo lo había aprobado, de nuevo debía confirmarlo mediante la aprobación de
una ley llamada lex curiata de imperio, que era propuesta por el propio rey para su votación.
Tras realizarse ésta y resultar positiva, pasaba a convertirse en el absoluto -prácticamente-
regidor de la ciudad en los asuntos religiosos, políticos, militares y judiciales y a tener por
ello total impunidad respecto a sus acciones.
Los primitivos romanos consideraban que era la decisión de los dioses la que se había
manifestado por boca del Pontífice Máximo al proponer al senado al futuro rey, por tanto
reconocían al candidato propuesto como al elegido por los dioses para ser el futuro mediador
ante ellos; esto hacía que el pueblo le reconociera como la máxima autoridad en materia de
religión y por ello le reverenciara con temor religioso.
Entre estos cargos menores figuraba el de tribunus celerum que ejercía de comandante de la
guardia personal del rey, un cargo equiparable al de Imperio romano.
Bajo sus órdenes estaban los celeres, un ejército de trescientos jinetes que eran aportados por
cada una de las tribus (barrios) en los que se dividió la primitiva ciudad de Roma (cien por
cada tribu). Este cargo era el segundo al mando tras el propio monarca, y poseía la potestad de
convocar la Asamblea de la Curia y dictar leyes sobre ella. El tribunus celerum debía
abandonar su mandato a la muerte del monarca.
Los tribuni militum, los jefes militares, eran la tercera autoridad en materia militar, por debajo
del tribunus celerum y del propio monarca.
En los asuntos civiles era el prefectus urbanus el que actuaba como guardián de la ciudad,
especialmente cuando el rey se hallaba ausente de Roma, momento en el asumía todo el poder
hasta el punto de poder ostentar el imperium.
En materia judicial sus ayudantes son dos, los duoviri perduellionis, que actúan en los delitos
de alta traición.
Los reyes, y más tarde los magistrados con imperium, tuvieron también derecho a sentarse
sobre la silla curul (de ahí el nombre de magistrados curules), a vestir la túnica púrpura, e
incluso portar una diadema plateada sobre la cabeza.
Senado
Originariamente era un grupo de 100 ciudadanos, los más ancianos de cada gens patricia
(senex-senis, m, anciano), elegidos por Rómulo para que le aconsejaran en los asuntos más
importantes del gobierno. Su número fue aumentando a lo largo de la monarquía y llegó a los
300 miembros en época de Tarquinio Prisco. Se reunían por orden del rey y en las reuniones
solo se podían tratar los asuntos que el rey había expuesto previamente; no tenían realmente
ningún poder de decisión excepto en el caso de plantearse una declaración de guerra, en la que
la aprobación del senado era un requisito imprescindible para emprenderla.
Uno de las funciones más importantes de este organismo era su participación en la elección
del nuevo rey. Una vez que el antiguo rey fallecía, Roma entraba en un periodo
de interregnum . Durante este tiempo (normalmente, menos de un año), para poder mantener
los auspicia sagrados mientras el trono estuviera vacante, cada uno de los senadores actuaba
como interrex (rey en funciones) durante cinco días; una vez que el interrex en curso -que
actuaba también como jefe del colegio de los augures y de los pontífices- designaba a un
candidato para ostentar la diadema real, lo presentaba ante el Senado para su aprobación y, en
caso de ser aceptado, debía congregar a la Asamblea curiada y servir como su presidente
durante la elección del rey.
Estaba en posesión de la “auctoritas patrum” (algo así como “la autoridad de los patres
(familiae)”, que le permitía decidir sobre las decisiones de los comicios, es decir sobre lo
votado previamente en la asamblea del pueblo. Todos los acuerdos tomados en los comicios
debían ser ratificados por el Senado en virtud de su “auctoritas patrum” y , por tanto, podían
ser anulados.
Curia o Asamblea
En las reuniones de la asamblea -los comitia curiata- deberían estar representados todos los
ciudadanos romanos. El sistema de votaciones era el siguiente: en primer lugar se celebraban
las votaciones “viriatim”, es decir cada ciudadano (varón=vir) votaba individualmente en su
curia (barrio) y después se celebraban las votaciones “curiatim”, es decir votaban las curias,
cada una con derecho a un voto. En realidad no era una votación sino más bien una
aclamación (de ahí la palabra suffragium, relacionada con fragor=”estrépito, ruido”). En estas
asambleas únicamente participaban los ciudadanos patricios, de manera que los plebeyos
carecían de representación en la asamblea y quedaban excluidos de los asuntos de la ciudad.
El número de tribus y, por tanto de curias, fue aumentando a medida que la ciudad creció y en
tiempos de Servio Tulio, cuando se creó el primer censo de los ciudadanos, había ya en Roma
cuatro tribus urbanas y diez tribus rurales, con sus correspondientes curias. Para la elaboración
del nuevo censo se disolvió la antigua agrupación por tribus y se volvió a dividir a los
ciudadanos en cinco clases económicas, según sus propiedades y su aportación al ejército;
después se dividió la ciudad en cuatro regiones de acuerdo a la distribución de las tribus
urbanas. Estas dos nuevas divisiones, según el nivel económico y según el lugar de residencia,
dieron lugar a dos tipos diferentes de asambleas, los comitia centuriata, en los que dominaban
las clases patricias y las clases adineradas, y los comitia tributa, en las que la representación
era más democrática.
En el censo basado en la posición económica cada clase social estaba dividida en un número
de centurias, mayor cuanta más alta era la posición social. Así por ejemplo la primera clase
social, tenía asignadas ochenta centurias (ochenta votos en la asamblea), la segunda tiene
asignadas veinte centurias (veinte votos), la llamada “supra classem” tenía asignadas
dieciocho (dieciocho votos) , la tercera clase otras veinte, etc… de manera que suman un total
de ciento noventa y tres centurias de las cuales noventa y ocho están integradas por patricios,
frente a las noventa y cinco de los plebeyos. Aunque todo el pueblo romano participaba en los
comicios por centurias, sin embargo, la nueva agrupación de ciudadanos permitía que todas las
centurias patricias se pusieran de acuerdo para que el resultado de las votaciones les fuera
favorable.
El derecho de convocar y presidir las asambleas perteneció solamente al rey, por tanto durante
la monarquía la asamblea no fue un órgano con autonomía ni poder de decisión. Sus funciones
eran varias, entre ellas elegir rey y conferirle el imperium mediante la lex curiata de imperio,
también participaban en las votaciones de las leyes y en las declaraciones de guerra y de paz,
pero su voto nunca era decisivo.
Los patricios eran los descendientes de las familias aristocráticas más importantes
de Roma. En general, los cónsules eran elegidos entre los miembros de ese grupo.
El conflicto entre patricios y plebeyos duró más de un siglo. Con el tiempo, los
patricios reconocieron las instituciones plebeyas y su derecho a participar en todas
las magistraturas, hasta entonces reservadas sólo para los patricios.
Esa alianza permitió alcanzar una relativa paz y estabilidad social desde mediados
del siglo IV a.C. hasta mediados del siglo II a.C., cuando comenzó nuevamente un
período de gran agitación social.