La contaminación del agua se produce a través de la
introducción directa o indirecta en los acuíferos o cauces de
agua (ríos, mares, lagos, etc) de diversas sustancias que pueden ser consideradas como contaminantes. Los ecosistemas tienen la capacidad de limpiarse si reciben pequeñas cantidades de contaminantes, y retomar el equilibrio.
Existen dos formas principales
de contaminación del agua:
Una de ellas tiene que ver con su ciclo natural,
durante el que puede entrar en contacto con ciertos constituyentes contaminantes (como sustancias minerales y orgánicas disueltas o en suspensión) que existen en la corteza terrestre, la atmósfera y en las aguas. Pero el otro tipo de contaminación del agua -que tiende a ser la más importante y perjudicial- es aquella que tiene especial relación con la acción del ser humano. Aquí se abre un amplio abanico de causas. Entre las más habituales podemos mencionar:
1. El vertido de sustancias tóxicas residuales de los
procesos industriales y urbanos, que son arrojados a ríos, mares y lagos.
2. La contaminación derivada del uso de pesticidas,
fertilizantes y otros químicos en la agricultura que se escurren desde el suelo hacia acuíferos subterráneos o a otras fuentes de agua.
3. La basura que es arrojada en las costas y que es
arrastrada por los cursos del agua, tal como en el caso de los gigantescos parches de basura en los océanos, formadas con desperdicios que tardan cientos o miles de años en degradarse.
4. El uso de combustibles contaminantes en
embarcaciones, que van a parar al mar como resultado de la limpieza de las embarcaciones, o bien como consecuencia de accidentes.