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Los ojos del perro siberiano

Los ojos del perro siberiano es una novela juvenil perteneciente al escritor argentino Antonio
Santa Ana. Se basa en un joven que vive en San Isidro y que está a punto de viajar a
Estados Unidos. Antes de terminar de preparar sus valijas, narra cómo debió enfrentar el
tenso clima familiar que vivió desde que tiene 5 años, cuando Ezequiel, su hermano mayor,
se va de casa con 18 años tras una violenta discusión.
La forma en que está narrada en la historia te hace imaginar que está contada a base de
fragmentos, como nubes llenas de recuerdos que pasan por su mente. Puede saltar de un
recuerdo a otro sin afectar el orden de los hechos.
Tiene un aire de tragedia por el hecho que desde el inicio conocemos la muerte de Ezequiel,
sin embargo, hace que recapacites acerca del dramatismo de la muerte y nos ayuda a
conocer a Ezequiel como la persona que fue y no como su enfermedad.
Él encuentra cosas qué admirar de su hermano, su amor por la lectura, su dedicación con
su perro Sacha, su gusto por la fotografía y su decisión de cumplir su último propósito. A
medida que pasa el tiempo comienza a conocerlo y a querer pasar más tiempo con él,
aunque deba ocultarlo de sus padres.
La historia posee muchas interrogantes, la mayoría de los nombres se mantuvieron ocultos
y no solo podemos suponer la forma en que Ezequiel es contagiado con la enfermedad que
lo llevó a la muerte.
Al final el protagonista habla de cómo Ezequiel lo ayudó a entender cosas esenciales para
continuar con su vida, aprender acerca del destino y disipar sus miedos. A pesar de que
Ezequiel fue juzgado por sus padres y por Mariano, su hermano menor pudo ver en él a
una persona real, que no era menos que él y que no iba a hacerle daño. Aun con los errores
que había cometido en su vida él, a su corta edad, entendía que no iba a sentir vergüenza,
repulsión o lastima por él aunque estuviera amenazado por la muerte.
En sus pocas páginas el libro nos llena de reflexiones y emoción, hasta que finalmente nos
da melancolía y un final abierto esperanzador para el protagonista, que años más tarde está
a punto de ir a estudiar al exterior teniendo en mente la filosofía de su hermano y decidiendo
continuar con su vida luego de vivir una triste adolescencia llena de dolor por su pérdida.
Nos deja la moraleja de que los animales son más fieles y puros que los humanos, llenos
de prejuicios, al mencionar que los únicos ojos que seguían viéndolo de la misma forma
siempre eran los de su perro siberiano, Sacha. Para su perro él era siempre el mismo y
apreciaba sin importar qué, su amor y dedicación.
Devoré rápidamente estas páginas y algunas frases quedaron grabadas en mi mente.
Aprecié las referencias a los autores que el protagonista mencionaba, e incluso la "canción
del jardinero" y me llené de tristeza en determinadas páginas. Mi opinión acerca del libro es
muy positiva, es un texto atrapante, aunque nos hace preguntarnos sobre lo que sucedería
con los personajes en el futuro.

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