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EL ESPIRITU DE LAS LEYES (MONTESQUIEU)

“El espíritu de las leyes” habla de los conceptos de poder ejecutivo, poder
legislativo y poder judicial pero, sobre todo, de la relación de los tres.
Montesquieu rechaza las teorías absolutistas en las que una persona debería
concentrarlos todos en su figura y apuesta por un “equilibrio de poderes”. Este
se debería producir de manera muy sencilla, donde cada uno de los poderes
controle al otro y todos se controlen entre sí.
La teoría del equilibrio que presenta en su obra, también la recogen otros autores
ilustrados, como por ejemplo Isaac Newton. De la misma forma en que
Montesquieu sugiere que haya un rey que esté controlado por unos poderes
intermedios, formados por la nobleza, el clero y los parlamentos, Newton plantea
teorías sobre cómo ciertos elementos se atraen pero no pierden su identidad, lo
que permite un equilibrio perfecto. Vendría a ser el mismo concepto pero, en
lugar de aplicarse a la ciencia, aplicado a la vida política.
Con el Espíritu de las leyes, el pensamiento político de Montesquieu tiene como
objetivo elaborar una física de las sociedades humanas. Su modelo está más en
la línea de lo experimental que de lo especulativo. Esta obra nos ofrece las
diversas formas de gobierno y sus fundamentos, así como los condicionantes
históricos e, incluso, elaboró un novedoso enfoque de las leyes, los hechos
sociales y la política. Según Montesquieu, se desvanece la clásica oposición
entre las tesis iusnaturalistas y escépticas y considera más bien que las leyes
proceden de relaciones necesarias derivadas de la naturaleza de las cosas y las
relaciones sociales; por lo tanto, no sólo se opuso a la separación entre ley
natural y ley positiva sino que consideraba que son complementarias.
Hay que tener en cuenta los distintos significados que el autor atribuye a la
palabra “ley”, ya que utiliza el término para referirse a una u otra cosa sin
establecer muy claramente a qué tipo de “ley” debemos entender que se refiere.
No obstante, al comienzo de la obra, el autor se preocupa de analizar los distintos
tipos de leyes que existen en una sociedad. Además, nos facilita una definición
universal que es válida para todo tipo de ley: “las leyes, en su más amplia
significación, son las relaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de
las cosas”. Por lo tanto, todos los seres tienen sus leyes, desde la Divinidad hasta
el mundo material y leyes que se derivan de la naturaleza de las cosas son las
que a su vez inspiran las leyes normativas que rigen el buen funcionamiento de
dichas relaciones, de ahí que Montesquieu denomine a esas primeras leyes que
se deducen directamente de la naturaleza: el espíritu de las leyes. Montesquieu
se propone analizar las tres formas de gobierno existentes (República,
Monarquía y Despotismo), teniendo en cuenta que a cada forma de gobierno le
corresponden determinadas leyes, pero tanto éstas como aquéllas están
determinadas por factores objetivos tales como el clima, las peculiaridades
geográficas y los condicionantes históricos.
En definitiva, El espíritu de las leyes fue inspirado en el modelo político inglés de
separación de poderes y monarquía constitucional. Con lo que acabamos de
decir, podríamos resumir de una manera muy atrevida que la obra analiza las
distintas formas de gobierno y leyes (naturales y positivas) que pueden
establecerse en las sociedades; de cómo éstas se moldean por la actuación del
hombre; y de cómo este último se ve influenciado en su actuar por los agentes
externos (el clima, la extensión geográfica de su país, etcétera).
ESTA OBRA ESTÁ COMPUESTA DE SEIS PARTES, TREINTA Y UN LIBROS
Y QUINIENTOS NOVENTA Y CINCO CAPÍTULOS, CAPÍTULOS TODOS
ELLOS CON UN TÍTULO Y CONTENIDO INDEPENDIENTES.
El primero en reducir la legislación a un sistema razonado, aunque no exento de
errores, fue Montesquieu. Enseñó a los hombres sus derechos olvidados y les
inspiró el deseo de recobrarlos, defenderlos y asegurarlos contra la usurpación
y la tiranía.
EN EL LIBRO PRIMERO se deduce que existen dos tipos de leyes: las leyes
positivas y las leyes naturales. Las leyes positivas establecen que son las leyes
las que guían nuestras acciones prescritas por una autoridad a la que creemos
con derecho a hacer esta ley. Si esta condición llegara a faltar la ley se convertiría
en arbitraria y en un acto de violencia y opresión. La ley se acompaña de una
infracción que es inherente a ella, un tribunal que aplica esta pena y una fuerza
física que la ejecuta. Sin todo esto la ley estaría incompleta. Las leyes naturales
son leyes ciertas, es decir, son fenómenos de la naturaleza y de nuestra
inteligencia que se producen del mismo modo y en las mismas circunstancias.
Bajo estas leyes se rigen fenómenos que suceden constantemente, además,
estas leyes son anteriores y superiores a las positivas; aunque bien es cierto,
que para que nuestras leyes sean buenas no hace falta que se deriven de las
naturales, sino que deben ser conformes a ellas.
EN EL SEGUNDO LIBRO, Montesquieu empieza a diferenciar entre tres tipos
de gobierno: República, Monarquía y Despotismo. La República establece que
el sujeto del poder es todo el pueblo (democracia) o algunas familias
(aristocracia). Según Montesquieu esta forma de gobierno sería la ideal para los
Estados pequeños. La Monarquía tiene su naturaleza en que el príncipe es el
que tiene el poder, pero gobierna conforme a las leyes establecidas y con ayuda
de poderes intermedios subordinados (nobleza). Según Montesquieu esta es la
mejor forma de gobierno para los Estados medianos. El Despotismo consiste en
que uno sólo gobierna conforme a su voluntad, sin ninguna ley ni regla. Para
Montesquieu, éste es el modelo más eficaz para los grandes imperios, lo que
llega a suponer una gran contradicción pues al mismo tiempo considera este
sistema abominable.
EN EL LIBRO TERCERO, Montesquieu indaga sobre cuáles son los principios
motores de cada forma de gobierno. El principio que mueve a la República es la
virtud política, que pasa a ser moderación cuando hablamos de Aristocracia. De
igual modo, consiste en el amor a la patria y la igualdad. El principio que hace
obrar a la Monarquía es el honor, es decir, el prejuicio de cada persona o clase
social, que consiste en exigir distinciones. El principio activo del Despotismo es
el temor, éste anula todo sentimiento de ambición.
Tanto en un sistema de gobierno como en otro, los principios activos o
motores que mueven un sistema son el respeto por los intereses generales;
el amor de los individuos a la libertad y a la igualdad, a la paz y a la justicia.
Además, también está el respeto a los derechos particulares reconocidos
como legítimos.
EL CUARTO LIBRO trata sobra la educación, conviene que nuestra educación
nos disponga a tener sentimientos y opiniones pero que nunca sean opuestos a
las instituciones establecidas. Según Montesquieu: “el gobierno es como todas
las cosas de este mundo: para conservarle es preciso amarle”. Por lo tanto, la
educación debe estar dirigida por la institución más conveniente para la
conservación del gobierno, para así prevenir su caída. En este libro, Montesquieu
hace referencia a la importancia de la primera educación que recibimos, pues es
muy difícil desprenderse de ella.
No obstante, entiendo que existen tres tipos de educación: la que se recibe de
los padres, la que se recibe de los maestros y la que se recibe del mundo en
general. En ningún caso el gobierno deberá dirigir la educación al objeto que el
gobierno se propone, pues no podrá el gobierno quitar, imponiendo su autoridad,
a los hijos de sus padres para “educarlos” y disponer de ellos sin el previo
consentimiento de los padres.
EL QUINTO LIBRO trata sobre las medidas que el gobierno puede adoptar para
conseguir que los ciudadanos obtengan la educación que más conviene al
gobierno. También trata sobre las leyes favorables o contrarias a una u otra
forma de gobierno, aunque para Montesquieu las formas de gobierno son:
Democracia, Aristocracia, Monarquía y Despotismo. Con la Democracia,
Montesquieu utiliza como principio activo la virtud política para así renunciar a sí
mismo y abnegar todos los sentimientos naturales. Aconseja que se tomen las
medidas más radicales: partir las tierras con igualdad, no permitir nunca que un
hombre posea dos porciones, etc. En la Aristocracia, el ilustrado apuesta por la
moderación como principio activo, lo cual implica que los nobles no humillen al
pueblo; no se den privilegios individuales, honoríficos ni pecuniarios; que se
priven de los medios para aumentar su caudal, etc. En cuanto a la Monarquía,
Montesquieu aconseja perpetuar el lustre de las familias: desigualdad de las
particiones, libertad de testar, etc. Por último, en el Despotismo el autor se ciñe
a hacer referencia a todos los males que nacen de este sistema como mejor
medio para asegurarlo.
EN EL SEXTO LIBRO, se tratan las leyes civiles y criminales, la forma de los
juicios y el establecimiento de las penas. Según Montesquieu en una monarquía
las leyes civiles son más complicadas que en el despotismo, y no hace referencia
a como afectarían a una República.
En realidad, Montesquieu lo que propone es que se debe buscar la sencillez y
uniformidad de las leyes. Cuanto más perfeccionada esté una sociedad más
complicado será lograr leyes sencillas o uniformes, ya que las relaciones sociales
estarán más multiplicadas y, por lo tanto, también lo estarán las leyes. En cuanto
a la forma de los juicios Montesquieu lo deja bastante claro en la siguiente frase:
“no conviene que ni el soberano ni el pueblo ni un Senado ni un monarca
decida sobre los intereses de los particulares, sino por jueces establecidos
de antemano para esto y que estos jueces juzguen siempre según el texto
previsto en la ley”. En cuanto a las leyes criminales, éstas deberán ser
sencillas, respetando los derechos de los hombres y, además, deberán ser
seguidas literalmente en los juicios. Por último, las penas sólo pueden ser
solicitadas por el ministerio o por el acusador público, nunca por el acusador
particular, para poder evitar las pasiones personales y las venganzas. Según
Montesquieu la severidad de la pena debe tener como objetivo último castigar el
delito para evitar que se repita. Excluye cualquier tipo de castigo demasiado
severo y condena actos crueles o atroces, ya que considera que estos castigos
lo único que consiguen es multiplicar los delitos. No deja constancia de su
parecer acerca de la pena de muerte, pero encuentra absurda la ley del talión,
por lo que da a entender que no está a favor de ella.
EN LOS LIBROS SIETE, se tratan los efectos que producen las leyes que
forman la Constitución de un Estado sobre la libertad de los hombres. En el libro
siete hace referencia al lujo, aunque no explica claramente qué es el lujo
únicamente se limita a decir que la monarquía y el despotismo necesitan
fomentar el lujo para sostenerse; Montesquieu tiene una visión bastante realista
y objetiva acerca del lujo.
EL LIBRO OCHO trata cómo los principios de los gobiernos se corrompen;
Montesquieu se ciñe a su clasificación sistemática refiriéndose a los principios
motores mencionados anteriormente (honor, temor, moderación y virtud). Según
Montesquieu la democracia se corrompe cuando el individuo quiere ser igual al
que ha elegido para que le mande; en la aristocracia la corrupción aparece
cuando la nobleza ejerce su poder de forma arbitraria sin tener en cuenta a las
leyes; la corrupción en la monarquía se manifiesta cuando el príncipe tiene más
en cuenta a sus caprichos que a la razón y a la justicia, y puede llegar a ser cruel.
Por último, el despotismo se corrompe cuando se sigue alguna orden o se
permite alguna norma a diferencia de los otros gobiernos, ya que estos se
corrompen cuando se incumple alguna regla.
EL LIBRO NUEVE trata las medidas políticas que puede tomar un Estado para
protegerse de posibles ataques. Nuevamente, Montesquieu insiste en su división
de las formas de gobierno: en la república la medida de defensa preferible es
unirse a otros Estados mediante una alianza; deberán aliarse aquellos Estados
con principios y fuerzas similares. En la monarquía las alianzas son más
complicadas, pues al formar una alianza entre varios Estados los reyes dejarían
de ser soberanos.
EN EL LIBRO DIEZ se habla sobre el derecho a la guerra y a conquistar, también
menciona la necesidad de conservar las conquistas, de su uso y de los medios
para conservarla. El derecho a la guerra lo defiende argumentando que cada
hombre tiene el poder a defender su persona y sus intereses. No obstante, los
hombres no deben estar en guerra continuamente, deben intentar entenderse,
de ahí la necesidad que tienen las naciones de tener embajadores en distintos
territorios; mediante estos embajadores las naciones firman tratados donde se
responsabilizan a devolver rehenes, cuidar heridos, etc. Existe una gran
conexión de esta idea con el Derecho de Gentes, aunque Montesquieu trata más
sobre el Derecho de la guerra, del que cree que no tiene otro fundamento que el
de una defensa necesaria y nunca por conveniencia o por conseguir la gloria. En
cuanto al Derecho a conquistar, Montesquieu vuelve a apoyarse en la división
de los gobiernos, para aclarar en qué momento y hasta qué punto deben hacerse
conquistas y cómo se debe tratar al país, una vez ha sido conquistado.
EN EL LIBRO ONCE se cuestiona la distribución de los poderes de la sociedad,
debatiendo si esta distribución es o no favorable a la libertad. Para Montesquieu
la Constitución inglesa es perfecta, en cuanto que en ella se asegura la libertad
política.
EN EL LIBRO DOCE, trata el tema de las leyes que sólo atacan o protegen la
libertad individual o particular y no la pública o política. Según Montesquieu el
ciudadano puede llegar a no ser libre aunque la Constitución lo sea y sus
disposiciones favorezcan la libertad. La libertad está más oprimida de lo que se
establece en su propia Constitución.
EL LIBRO TRECE primeros libros los que contienen los principales aspectos de
la teoría jurídico-política de Montesquieu, examina las rentas y las contribuciones
al Estado, teniendo en cuenta que cada ciudadano aporta un poco de sus bienes
para disfrutar del resto, ésta aportación debe ser lo más pequeña posible, sólo
para cubrir las necesidades del Estado. Según Montesquieu, cuanto más libertad
tienen los ciudadanos más contribuciones se les puede cargar, debido a que la
libertad aumenta la actividad y el propio rendimiento de los ciudadanos.
Seguidamente a esto, critica fuertemente a los países europeos porque a lo largo
de la historia han abusado de esta ventaja.
LIBRO CATORCE de las leyes con relación al clima idea Generalas leyes deben
estar en relación con las diferencias en los diversos climas. En los países fríos
habrá poca sensibilidad para los placeres; en los templados será mayor, y en los
cálidos extremada. En los países del Norte, apenas lo físico del amor es bastante
fuerte para dejarse sentir; en los templados, el amor, acompañado de mil
accesorios, se hace agradable por mil cosas que, al principio, parecen ser el
amor y que, sin embargo, no lo son aún: en los más cálidos se ama el amor por
el amor mismo, que es la causa única de la felicidad, que es la vida.
LIBRO DIECIOCHO de las leyes con relación a la naturaleza del terreno. La
bondad de las tierras de un país determina su independencia. Reina, pues, más
libertad en los países quebrados y ásperos que en los más favorecidos por la
naturaleza. La esterilidad de un país hace a los habitantes industriosos,
trabajadores, sufridos, valientes, aptos para la guerra, porque necesitan
ingeniarse para buscar lo que el país les niega, la fertilidad produce un efecto
completamente contrario: Tienen con la abundancia la desidia, la inactividad y
más apego a la vida. Todas las leyes están relacionadas con la manera que
tienen de vivir los respectivos pueblos. El pueblo que viva del comercio y la
navegación, necesita un código más extenso que el dedicado a las labores
agrícolas. El que viva de la agricultura, necesita más que el dedicado al pastoreo.
Y aún necesita menos leyes el que deba la subsistencia a la caza. A causa de
que haya tantos pueblos salvajes en América es que allí produce la tierra, sin
cultivo, muchos frutos, que sirven para la alimentación. Con escaso cultivo,
obtienen las mujeres su cosecha de maíz en torno de su cabaña. La caza y la
pesca son el principal recurso de los hombres. Además abundan en América los
animales que pacen, como bueyes, búfalos, etc.; no existiendo casi los
carnívoros. La división de las tierras es lo que aumenta el volumen del código
civil. Pocas leyes civiles necesitarán las naciones donde no exista la división de
tierras.
LIBRO DECIMONOVENO: de las leyes en relación con los principios que forman
el espíritu general, las costumbres y las maneras de una nación Hasta la libertad
les ha parecido intolerante a pueblos no acostumbrados a ella. Hay dos especies
de tiranía: una real, que consiste en la violencia del gobierno, y otra de opinión,
que se deja sentir cuando los gobernantes ordenan cosas que repugnan a la
manera de pensar de la nación. Un pueblo siente más vivamente la tiranía
cuando expulsan a un cómico que cuando le arrebataban todas sus leyes.
Muchas cosas gobiernan a los hombres: el clima, la religión, las leyes, las
costumbres, las máximas aprendidas, los ejemplos del pasado; con todo ello se
forma un espíritu general, que es su resultado cierto. Cuanto más fuertemente
influya una de estas causas, menos se dejará sentir la influencia de las otras.
LIBRO VIGESIMO: de las leyes con relación al comercio considerado en su
naturaleza y sus condiciones El efecto natural del comercio es propender a la
paz. Dos naciones que comercian entre sí dependen recíprocamente la una de
la otra: sí la una tiene interés en comprar, la otra lo tiene en vender. Pero si el
espíritu comercial une a las naciones, a los individuos no los une. La privación
total del comercio es, al contrario, conducente al robo. El hurto no se opone a
ciertas virtudes morales: por ejemplo, la hospitalidad, muy rara en los países
comerciantes y muy común en los pueblos que viven de la rapiña.
LIBRO VIGESIMOPRIMERO: de las leyes con relación al comercio considerado
en sus revoluciones. Aunque el comercio está sujeto a grandes revoluciones,
puede suceder ciertas causas físicas, tales como la calidad del terreno o la del
clima, fijen para siempre su naturaleza. Por ejemplo la India ha sido y ha de ser
en todo tiempo lo que es en la actualidad; los que quieren negociar allí podrán
llevar dinero; traerlo, no. La mayor parte de los pueblos de las costas de África
son salvajes o bárbaros, por lo tanto, negociar allí, ventajosamente, ofreciendo
a aquellos pueblos y haciéndoles estimar objetos sin valor, y cobrándoles un
precio alto. La historia del comercio es la de la comunicación de los pueblos. Sus
diversas destrucciones, el flujo y reflujo de habitantes, su crecimiento y ruina,
constituyen los acontecimientos principales de la historia del comercio.
LIBRO VIGESIMO SEGUNDO: de las leyes con relación al uso de la moneda de
la naturaleza de la moneda. La moneda es un signo representativo de todos los
valores. Sirve para el pago de toda mercadería, y es generalmente de metal para
que no se gaste con el uso. El metal más conveniente es el más precioso por ser
más cómodo y barato su transporte, los metales son muy a propósito para
medida común, porque es fácil reducirlos a la misma ley. Cada Estado acuña su
moneda y la garantiza con su sello, el cual responde de su ley y de su preso; y
le da siempre la misma forma para que se reconozca a simple vista.
LIBRO VIGESIMOTERCERO: de las leyes con relación al número de habitantes.
Las hembras de los animales son casi siempre fecundas; pero en la especie
humana, la manera de pensar, el carácter, las pasiones, los antojos, los
caprichos, el afán de conservar la belleza, el molestar de la preñez, las molestias
que puede ocasionar una prole numerosa, perturban de mil maneras la
propagación. Cuando existe matrimonio, la razón dicta que los hijos sigan la
condición del padre; y no habiendo matrimonio, de la madre.
De los diversos órdenes de mujeres legítimas .Algunas veces las leyes y la
religión han establecido varias especies de conjunciones civiles. Entre los
mahometanos hay diversas categorías de mujeres, cuyos hijos son reconocidos
por nacer en la casa, o por contratos civiles; o por la esclavitud de la madre y el
reconocimiento subsiguiente del padre. Hay países donde la mujer legítima goza
en la casa de casi iguales honores que la esposa única de nuestros climas: los
hijos de las concubinas están considerados como si fueran de mujer legítima, le
pertenecen como cosa propia; es el sistema establecido en China, no hay hijos
bastardos.
LIBRO VIGESIMOCUARTO: de las leyes con relación a la religión establecida
en cada país, considerada en sus prácticas y en si misma .La religión cristiana
se aviene mal con el despotismo puro; la dulzura recomendada por el Evangelio
es opuesta a la cólera despótica del soberano. Mientras los príncipes
mahometanos dan sin cesar la muerte o la reciben, la religión hace más tímidos
o menos crueles a los príncipes cristianos. El gobierno moderado conviene más
a la religión cristiana y el despótico a la mahometana.
Al formarse una religión en un Estado, se adapta por lo común al régimen
político, del gobierno existente en el país. La religión católica conviene más a
una monarquía y la protestante se acomoda mejor a una república. Las leyes
humanas se dirigen al entendimiento, por lo que deben dar preceptos y no
consejos; la religión, que le habla al sentimiento, debe dar consejos y no
preceptos. La religión no da reglas para el bien, sino para lo mejor; no para lo
bueno, sino para lo perfecto.
LIBRO VIGESIMOQUINTO: de las leyes con relación al establecimiento de la
religión de cada país y a su policía exterior del sentimiento de la religión
El hombre piadoso y el ateo hablan siempre de religión: el uno habla de lo que
ama y el otro de lo que teme. Si una religión intelectual nos da además la idea
de que somos los escogidos por la Divinidad y` la de una distinción entre aquellos
que la profesan y todos los otros, esto nos hace muy adictos a ella. Una religión
en que abundan las prácticas inspira más apego que otra que tiene menos
porque se da mucha importancia a las cosas que ocupan de continuo. Para que
una religión encadene la voluntad, es necesario que predique una moral pura.
Los hombres, bribones individualmente, son en colectividad gentes muy
honradas; aman la moral.
LIBRO VIGESEXTO: de las leyes con relación al orden, de las cosas sobre que
estatuyen. Los hombres están gobernados por diversas especies de leyes: por
el derecho natural, por el derecho divino; por el derecho canónico, que es el de
la policía de la religión; por el derecho de gentes, que puede mirarse como el
derecho civil del universo, considerando a cada pueblo como un ciudadano de
éste; por el derecho político general; por el derecho político particular, que es el
concerniente a cada sociedad; por el derecho de conquista; por el derecho civil
de cada sociedad, mediante el cual un ciudadano puede defender sus bienes o
su vida contra cualquier otro ciudadano; por el derecho doméstico, que tiene su
origen en hallarse dividida la sociedad en diversas familias, las cuales necesitan
de un gobierno particular.
LIBRO VIGESIMOSEPTIMO: del origen y de las revoluciones de las leyes
romanas acerca de las sucesiones. La ley de la división de las tierras exigía que
los bienes de una familia no pasasen a otra; de esto resultó que no hubo más
que dos órdenes de herederos llamados por la ley los hijos y todos los
descendientes que estaban en la patria potestad del padre, a los cuales se les
llamó herederos suyos, y en defecto de ellos, los varones más próximos por línea
de varón, a los que se denominó agnados. Siguiese también que los parientes
por línea femenina, a los que se llamó cognados, no debían suceder, pues
habrían trasladado los bienes a otra familia. Las antiguas leyes de Atenas no
permitían al ciudadano hacer testamento. Solón otorgó esta facultad a los que
no tenían hijos; pero los legisladores de Roma, imbuidos en la idea de la patria
potestad, les permitieron testar hasta con perjuicio de los hijos.
LIBRO VIGESIMOCTAVO: del origen y de las revoluciones de las leyes civiles
entre los franceses. Dadas las circunstancias de la época en que estuvieron en
uso la prueba del combate, la del hierro candente y la del agua hirviendo, había
tal acuerdo entre las leyes y las costumbres, que las leyes no ocasionaron tantas
injusticias corno injustas eran; que sus efectos fueron más inocentes que las
causas; que repugnaron más a la equidad que no violaron los derechos; que
fueron más desatinadas que tiránicas. Se pensó ya únicamente en formar la ley
del duelo judicial y crear una buena jurisprudencia de ella. Una nación semejante
no necesitaba de leyes escritas y podían caer muy fácilmente en el olvido las
que tenía. Si se suscitaba alguna discusión entre dos partes, decretábase el
duelo, para lo cual no era menester gran suficiencia. Todas las acciones civiles
y criminales se reducían á hechos, que eran, por decirlo así, el tema del combate.
El acusador comenzaba por declarar ante el juez que fulano había cometido tal
acción; fulano afirmaba que aquél mentía: el juez, en el acto, decretaba el duelo.
LIBRO VIGESIMONOVENO: del modo de componer las leyesLas formalidades
de la justicia son necesarias para la libertad. Pero tantas pudieran ser, que
contrariarían el fin de las mismas leyes que las hubiesen establecido. Los
ciudadanos perderían su libertad y su seguridad; los acusadores no tendrían
medios de convencer, ni los acusados de justificarse. Los que poseen talento
bastante extenso para poder dar leyes a su nación o a otra, han de tener
presentes ciertas circunstancias en la manera de formarlas. El estilo debe ser
conciso. Las leyes de las - Doce Tablas son un modelo de precisión: los niños
se las aprendían de memoria. El estilo de las leyes debe ser sencillo; la expresión
directa se comprende siempre mejor que la figurada

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