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Conforme lo reza el artículo 4° de la Ley Orgánica de Amparo Sobre

Derechos y Garantías Constitucionales, “Igualmente procede la


acción de amparo cuando un Tribunal de la República, actuando
fuera de su competencia, dicte una resolución o sentencia u ordene
un acto que lesione un derecho constitucional….”. Establece la
norma, la figura procesal del amparo contra sentencias, remedio
tendiente a eliminar del mundo jurídico una decisión judicial que
afecte directamente la esfera de derechos constituciones de una
persona, por vulnerarlos de manera grosera y flagrante. Como el
amparo general, que procede contra los sujetos establecidos en el
artículo 2 eiusdem, el que nos ocupa se encuentra, en principio,
sometido a las mismas reglas de admisibilidad que informan a la
institución del amparo, vale decir, a las establecidas en el artículo 6
ibidem. Se dice, en principio, pues si bien el amparo contra
sentencia, como se dijo, esta sometido a las mismas causales de
inadmisibilidad del amparo como institución, es mas que reiterado
su carácter extraordinario, como remedio judicial excepcional, que
en ningún caso puede considerarse como una tercera instancia o
instancia especial, para discutir la juricidad de las decisiones
dictadas por los tribunales de la República; pues para ello, el
legislador estableció en nuestro ordenamiento una gama de
recursos, que de una u otra manera permiten a los justiciables
atacar las decisiones inicuas de nuestros órganos judiciales,
quedando el amparo contra sentencias supeditado a las violaciones
directas, groseras y flagrantes de derechos y garantías
constitucionales. De manera que no toda sentencia aparentemente
injusta puede ser impugnada por la vía del amparo constitucional,
pues el amparo contra sentencia no es una nueva instancia contra
procesos ya concluidos, ya que de ser así se instauraría un caos y
una inseguridad jurídica, que no permitiría que las decisiones
judiciales adquieran la fuerza de res iudicata, creándose un
multiplicador de instancias, que en esencia y naturaleza no existe en
nuestro orden jurídico. Así, lo ha sostenido nuestro máximo Tribunal,
que en sentencia de fecha 12 de junio de 2002, emanada de la Sala
Constitucional en el caso: Iván José Naranjo, apuntó: “… no es
recurrible por amparo aquella decisión que simplemente
desfavorezca a un determinado sujeto procesal, y como se
evidencia de autos, la parte agraviada no señala en ningún
momento la forma mediante la cual el juez presuntamente
agraviante, se extralimitó en las atribuciones que le otorga la Ley y
que como consecuencia haya producido una violación de sus
derechos constitucionales” (fin de la cita).

En el caso que nos ocupa, las afirmaciones articuladas por el


accionante, evidencian que este no esta de acuerdo con la decisión
dictada por el tribunal de municipio, alegando básicamente que al no
tomarse en cuenta su solvencia en el pago de los cánones de
arrendamiento, para declarar sin lugar la demandada, se le ha
violado el derecho al debido proceso y a una vivienda justa. Tal
voluntad se desprende de la letra de escrito de amparo, donde el
querellante afirma: “…En este caso procede la acción de amparo
constitucional, por cuanto he demostrado la violación de un derecho
o garantía constitucional, como es el caso de poseer una vivienda
digna, ya que estoy solvente en el pago de los cánones de
arrendamientos, el objeto de la acción es claro y sin contrariedad, se
evidencia de manera flagrante, directa e inmediata que se vulneró
un derecho constitucional…” (fin de la cita). En este sentido, observa
el tribunal, en apego a la doctrina expuesta, que lo que procura el
accionante, por vía del amparo interpuesto, es que se ventile en
sede constitucional hechos discutidos ante el tribunal de municipio,
relativos a la relación jurídica (que dimana de un contra de
arrendamiento) discutida ante esa instancia judicial, pues no se
deduce de la misma pretensión planteada, cuales fueron los vicios o
errores en que incurrió el a quo que se configuran como infracciones
independientes, groseras y flagrantes de derechos y garantías
constitucionales, lo cual no es otra cosa que pretender acceder a
una nueva instancia para poner en entredicho la conveniencia legal
de una decisión judicial, amparado en una supuesta violación
constitucional (la cual no se evidencia de la solicitud de amparo) que
le permitiría obtener un remedio judicial extra, como lo es el amparo
contra sentencia.

En este sentido, observa este tribunal que deben verificarse los


extremos de admisibilidad a que el artículo 6 de la Ley Orgánica de
Amparo Sobre Derechos y Garantías Constitucionales. En tal
sentido la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia ha
establecido: “En cuanto al primer término, la «admisibilidad de la
pretensión», se encuentra referido al cumplimiento de los requisitos
legales (generalmente de orden público) que permitan su
tramitación, pero su declaratoria en modo alguno implica un
pronunciamiento sobre el mérito del asunto debatido en el proceso.
Por interpretación en contrario, la inadmisibilidad de la pretensión se
produce por la insatisfacción de esas exigencias que –in limine litis–
impiden la continuación del proceso”. En este orden, establece el
ordinal 2° del artículo 6 de la Ley Orgánica de Amparo Sobre
Derechos y Garantías Constitucionales: “No se admitirá la acción de
amparo:… Omissis… 2) Cuando la amenaza contra el derecho o la
garantía constitucionales, no sea inmediata, posible y realizable”. En
el caso de marras, el tribunal no infiere de lo afirmado por el
querellante alguna posible violación constitucional por parte del a
quo, ya que lo que se deduce es su desacuerdo, el cual fue
calificado por él mismo como suficiente para acceder al mecanismo
extraordinario y excepcional del amparo contra decisiones judiciales;
cuestión contraria a la doctrina suficientemente expuesta. Las
amenazas tutelables por vía de amparo deben presentar
determinadas características, que se desprenden del mismo sentido
textual de la norma, vale decir, inmediata, posible y realizable. La
inmediatez simboliza la inminencia del daño que se aproxima al
accionante en amparo, siendo este el único remedio judicial, por sus
características (extraordinario, informal, expedito, entre otras), capaz
de evitarlo, pues de ser prorrogable y pertenecer el daño a un futuro,
remoto y eventual, se desvirtuaría la característica de inmediatez de
la amenaza denunciada. La amenaza debe ser también posible y
realizable, características estas que se circunscriben a la realidad
material de concretarse efectivamente la amenaza de lesión en ese
futuro próximo, pues si la amenaza de lesión es imposible,
afectando a un mundo imaginativo, nada tendría que analizar el juez
de amparo sobre la denuncia.

En el caso de marras, como se dijo, la amenaza dimana de una


decisión dictada por el Juzgado Primero de Municipio Guaicaipuro
de la Circunscripción Judicial del estado Miranda en fecha 18 de
mayo de 2005, mediante la cual se le condena, a entregar el
inmueble arrendado. En primer lugar, observa el tribunal que de las
actas no se desprende algún documento del cual se infiera que en el
proceso cuya sentencia se conoce hoy en amparo, se haya
producido alguna irregularidad capaz de vulnerar derechos y
garantías constitucionales, de manera que la amenaza, lejos de
parecer inmediata, se demuestra como incierta y desconocida. Así
pues, mal puede este juzgador ahondar sobre lo incierto y entablar
sobre una base inestable una controversia constitucional cuya lesión
no se representa, en principio, como inmediata, realizable y posible;
y así se declara.

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