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CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA
REPÚBLICA DE CHILE DE 1980
Artículo 19 N º 12
Libertad de expresión
INDICE
NOTA DE CONTEXTO 4
ANTECEDENTES CONSTITUYENTE 5
NOTA DE CONTEXTO
1
El texto original del artículo 19 N º 12 fue fijado en virtud del Decreto Ley N° 3464 del 11 de agosto de
1980. Posteriormente, en virtud del Decreto N° 100 de fecha 17 de septiembre de 2005, se fijó el texto
refundido, coordinado y sistematizado de la Constitución Política.
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ANTECEDENTES CONSTITUYENTE
Los cinco puntos a que se ha hecho mención, son los siguientes: 1.—
Propiedad de los medios de comunicación social; 2.—Su control; 3.—Su
reglamentación 4.—Acceso de los particulares a ellos, y 5.—Su
financiamiento.
Para abordar este problema con la mayor amplitud posible, se invito a las
siguientes personas, a fin de que expusieran sus puntos de vista acerca de
esta materia:
En definitiva, esta moción fue aprobada por cinco votos contra cuatro,
dándosele categoría de ley a la norma que la imponga. Respecto de esto
último, también se suscitó un amplio debate en la Subcomisión, ya que
algunos de sus miembros estimaron que dicha norma debía tener carácter
constitucional, con lo cual se hacía prácticamente imposible que, en lo
futuro, pudiere existir la televisión privada
Sobre esta materia, el señor Juan Hamilton fue de opinión de que las
Universidades concesionarias de canales de televisión tenían un derecho ya
consagrado en nuestro actual texto constitucional, lo que provocó un debate
cuya conclusión principal fue de que, si bien la Constitución que nos rige,
sirve de punto de referencia en la tarea de elaborar un nuevo
ordenamiento, no es aceptable la tesis de que esta Constitución vigente
consagra derechos que el nuevo texto deba necesariamente respetar.
El señor EVANS disiente de la opinión del señor Presidente, por cuanto ella
sería incurrir en un trámite absolutamente innecesario. Señala que es cierto
que al final de su informe la Subcomisión consulta la opinión de la Comisión
acerca de si en un sólo texto complementario de la Constitución —lo llama
reglamentario, en forma equivocada— puede caber todo lo relativo a la
actual ley sobre abusos de publicidad, más las normas sobre
funcionamiento, de carácter técnico y de control de los medios de
comunicación social.
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El señor SILVA BASCUÑAN cree que este punto —dado el hecho que el
señor Guzmán no conoce el informe— debería debatirse, porque desde el
punto de vista de la libertad de expresión, le agrada más que también se
dé, de alguna manera, posibilidad a los particulares.
El señor SILVA BASCUÑAN cree que, por lo menos, podría concretarse cuál
será la pauta de esa sesión.
—Acordado.
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Estima que la lectura del informe demuestra que hay suficientes elementos
para que sobre la base de él, se pueda redactar con cierta facilidad del texto
pertinente de la Constitución. Le parece que los aspectos genéricos son de
tal manera comunes a todas las formas de expresión que serán muy pocos
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Cree que la lectura del documento demuestra que sólo hay un problema
discutible respecto del cual en el seno de la Comisión pudiera surgir algún
debate: si acaso la televisión debe entregarse sólo al Estado y a las
Universidades o si habría la posibilidad de hacerlo respecto de los
particulares.
Sin embargo, estima que la Constitución no debe ser tan detallada en este
aspecto, que es puramente instrumental, sino que dicha reglamentación
debe quedar entregada a la órbita de los Poderes Legislativo y Ejecutivo,
pero no propiamente imponerla dentro del texto de la Constitución.
Sin perjuicio del acuerdo que existe con los principios generales que se
estamparán en la Constitución y que se contienen en el informe, hay
algunos problemas que debatir. Ya señalaba el señor Silva Bascuñán el
relativo a la titularidad de los medios televisivos. Hay otro aspecto que es
necesario revisar en este estatuto y es en qué forma se van a adecuar las
disposiciones relativas a los partidos políticos, especialmente a la
proscripción de aquéllos no democráticos, en relación con la libertad de
prensa.
Expresa que en el informe hay tres posiciones, una de las cuales supone la
exclusión de la titularidad del dominio y de la explotación de los medios de
comunicación social de determinados grupos de personas, posibilidad que la
Comisión va a tener que considerar en su trabajo, porque indiscutiblemente
que están muy relacionados o vinculados ambos aspectos. Si se va a
proscribir a determinadas corrientes de opinión, se pregunta, ¿qué actitud
se adoptará con los órganos de prensa que puedan representar a esas
corrientes de opinión? Es necesario que se tome una decisión sobre ese
particular, aunque no avanza opinión al respecto, porque entiende que
éstas son observaciones muy generales. Por otra parte, agrega, es
indiscutible que la Subcomisión tiene razón cuando solícita que el estatuto
reglamentario de los medios de comunicación social, cuyas bases, repite,
están contenidas en el informe, sea único para todos los medios de
comunicación social. Este es el único criterio que, en su concepto, permite
abordar con una misma concepción la reglamentación de todos los medios
de comunicación social, de modo que no exista entre ellos diferencia o
privilegio que susciten con posterioridad problemas en la explotación de
esos medios.
Cree que uno de los primeros acuerdos que se debe adoptar en esta
materia es precisamente que el estatuto reglamentario sea común para
todos los medios de comunicación social. No sabe si eso se debe decir en la
Constitución, pero sobre esa base se debe pensar, porque los principios
generales que informan la materia son igualmente aplicables a todos los
medios de comunicación; y si así es, su desarrollo debe hacerse con una
misma concepción.
Cree, sin embargo, que hay algunas cosas que conviene destacar y algunas
pequeñas observaciones que formular.
En seguida, advierte que debe hacer una observación que emana del
informe y que puede deberse tal vez a una falta de método en su redacción.
Es la siguiente: en las naciones democráticas la esencia de la garantía de la
libertad de expresión consiste en que ella pueda ejercerse sin censura
previa. Ahí radica la esencia de la garantía y del derecho constitucional:
ejercerla sin censura previa, sin perjuicio de que en las situaciones de
emergencia se autorice a la ley para ejercerla, restringiendo así el derecho y
la garantía. Curiosamente el informe se refiere a la ausencia de la censura
previa sólo respecto de las publicaciones por medio de la prensa, al decir en
la parte pertinente que “las publicaciones por medio de la prensa no estarán
sujetas a autorización ni censura previa, salvo en los casos que…“, etcétera,
pareciendo, en consecuencia, desprenderse que la Subcomisión estima que
la no censura previa, que es esencial en la garantía de la libertad de
expresión, ampara sólo la opinión que se haya emitido por medio de la
prensa y no las que se emitan por medio de la radio, la televisión o en
cualquier otra forma o por cualquier otro medio. No sabe si existe en otro
párrafo —aún cuando leyó con mucho cuidado el informe— una disposición
de carácter general que se refiera a la ausencia de la censura previa en la
totalidad de los medios de comunicación y, en consecuencia, como principio
general indicador de la preceptiva constitucional.
Hay que tener presente, además, agrega, que no sólo la televisión y la radio
son medios de comunicación social. Junto con la prensa hay otros: el cartel,
el afiche, etcétera. Es decir, todo aquello que la técnica contemporánea
pone al servicio del hombre. Y aquí nuevamente parece desprenderse del
informe que la Subcomisión ha considerado por ahora la no censura previa
sólo como una garantía de la expresión a través de la prensa o por medio
de ella.
El señor EVANS señala que tiene muy presente ese precepto; pero, agrega,
que su duda sobre el alcance de los acuerdos de la Subcomisión, acerca de
la no censura previa, deriva y surge del énfasis que puso, en forma expresa
en el informe, en que ella no existiría en el caso de la prensa y no así al
tratar, en sus conclusiones específicas, sobre radio y televisión. Por eso,
recuerda haber afirmado que aparentemente en el informe hay una falta de
método que puede ser fácilmente obviada, con lo cual no significó que haya
habido una omisión.
Resumiendo expresa que habría acuerdo, en primer lugar, para enviar una
nota de acuse de recibo y de felicitaciones a los miembros de la
Subcomisión por el trabajo tan acabado y tan completo que han realizado
en materia de medios de comunicación social; en seguida, para sugerir a la
Subcomisión que proponga a la Comisión lo que, en su concepto, debería
ser la normativa constitucional en materia de libertad de expresión, y para
que, en un sólo texto, elabore el Estatuto de los Medios de Comunicación
Social, de modo que contenga todas las ideas que se señalan en el informe
que se ha tenido oportunidad de conocer; y para que se considere también,
la proposición relacionada con la censura cinematográfica.
regulación jurídica de los medios por los cuales se expresan las opiniones y
se recibe la información.
Al respecto, cabe señalar que en principio existen dos posiciones que están
determinadas por los valores que informan el respectivo sistema político.
Hoy puede decirse que la libertad de la prensa escrita es una batalla ganada
constitucionalmente en el siglo anterior. El actual, por su parte, es el siglo
de la mecanización de los sistemas informativos, de la internacionalización
de las noticias, de la concurrencia informativa de los medios audiovisuales,
de la comunicación instantánea con el uso de los satélites artificiales; es el
siglo que ha consagrado en el terreno de los principios el Derecho Mundial a
la Información y que ha prestado su esfuerzo humano y técnico por hacer
de este derecho una realidad universal.
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La comunidad tiene derecho a que las informaciones que recibe y que van a
determinar la formación de la opinión pública sean veraces y objetivas. Al
mismo tiempo, el Estado está obligado a ofrecer el servicio que la
colectividad exige para conocer debidamente el desarrollo del proceso
político y satisfacer su derecho a la curiosidad nacido con los avances del
mundo actual.
Para finalizar, esta Subcomisión ha creído necesario hacer presente que los
principios doctrinarios expuestos en los números anteriores deben regir en
todo régimen de derecho que tenga como fin principal el respeto a la
dignidad del hombre.
b) que los medios de comunicación social deben ser regidos por normas de
carácter represivo y no preventivo; esto es, la libertad de expresión será
íntegramente garantizada, sin perjuicio de que quienes incurren en delitos y
abusos queden sujetos a las sanciones que para esas conductas establezca
la ley, y
Para este efecto, examinaremos cada uno de los medios a través de los
cuales se canaliza la información, referidos a los siguientes aspectos:
2. — Su control.
3. — Su financiamiento.
5. — Su reglamentación.
A. — LA RADIODIFUSION
c) Control de contenido.
a) Características generales.
con que opera. Esta situación, a nuestro criterio, es injusta, y será abordada
cuando nos refiramos al financiamiento de la televisión.
B. — LA PRENSA ESCRITA.
a) Características generales.
Nuestra Subcomisión considera que los diarios, periódicos y revistas,
principales exponentes de la prensa escrita, necesitan gozar plenamente de
una auténtica libertad de prensa para poder cumplir cabalmente su misión
de informar y orientar a sus lectores. Cualquier hecho que la pueda
disminuir o afectar en su integridad repercutirá también en las demás
libertades. Más aún, su eliminación en un momento dado constituye, sin
duda, la muerte de la democracia.
a) Características generales.
Respecto de la primera, hemos estimado que ella debe estar regida por las
normas de la libre competencia, sin otra restricción que la de no atentar
contra las buenas costumbres o el derecho ajeno.
3.— La propaganda que proviene del sector estatal debe ser distribuida en
forma equitativa entre los diversos medios de comunicación escrita; debe
atender en forma preferente a los diarios de provincia y, en especial, a
aquellos que se editan en el lugar a donde tiene que llegar el mensaje
publicitario, y
C. — LA TELEVISION.
Para abordar este problema con la mayor amplitud posible y a fin de que
expusieran sus puntos de vista acerca de la materia, se invitó a las
siguientes personas:
Otros estimaban que dicho acuerdo sólo debía tener rango legal, pues así se
podía permitir, una vez superada la actual situación económica-social del
país, que los particulares pudieran tener acceso a la actividad televisiva,
modificándose dicha legislación sin las dificultades propias de una reforma
constitucional.
Ella ha estimado útil declarar, expresamente, que sólo las universidades que
hasta el momento han obtenido concesión de canales podrían seguir
ejerciendo la función televisiva, excluyendo, en consecuencia, a las
restantes.
3. — Financiamiento de la televisión.
a) Los que perciban por concepto del pago que deberá hacer el usuario de
este medio de comunicación, en la forma que establezca la ley;
Respecto del derecho que se entrega a todas las corrientes de opinión para
utilizar, también en las condiciones que determine la ley, los medios de
comunicación social de propiedad o uso de los particulares, nuestra
Subcomisión considera que aquél debe ser restringido solamente a la
televisión, por cuanto es el único medio al que no tienen acceso libremente
los particulares, en el sentido de poder ser los titulares del derecho de
explotación de ese medio de comunicación social. Ello no ocurre, por el
contrario, respecto de la radiodifusión y la prensa escrita, pues cualquiera
persona puede ser titular del derecho de propiedad de dichos medios, en la
forma como la ley lo establezca, teniendo, en consecuencia, la posibilidad
de fundarlos y organizarlos libremente.
Por esa razón, agregada a las de don Alejandro Silva Bascuñán, no desea
emitir ningún pronunciamiento en esta materia, sin perjuicio de ampliar el
plazo en todo lo que necesite la Subcomisión, porque es una de las que ha
demostrado trabajar con bastante celo y eficacia.
Le parece muy bien que don Miguel Schweitzer haya planteado un problema
de fondo, sin perjuicio de que la Comisión se abstenga de dar opinión,
porque está adelantando una materia en que seguramente el debate va a
ser intenso en la Comisión Central. Ha colocado ejemplos que demuestran
hasta dónde es necesario caer en lo casuístico para adoptar una norma de
carácter general. El ejemplo que se dio del hijo natural de un político, al
señor Ovalle lo golpea hondamente, porque desde el momento en que se
pretenda hacer uso dé todas estas armas en el debate político o en el
debate general del Estado, se estará corrompiendo la posibilidad de
convivencia entre las distintas facciones, partidos, corrientes dentro del
país.
No quiere extenderse, porque sería innecesario hacerlo, sobre por qué este
sistema de “libertad de expresión sin censura previa” tiene muchas ventajas
sobre el de la censura previa; porque esto ha sido tradicionalmente
analizado por todos los autores de Derecho Constitucional chileno y es
consenso unánime en la Comisión y en la opinión pública nacional.
Ciertamente, tiene algunos inconvenientes, pero son muchos más los
inconvenientes que tiene el establecimiento de mecanismos de censura
previa. Sólo quiere subrayar, sÍ, un hecho: que, evidentemente, si se quiere
que la ley sea eficaz para proteger las bases fundamentales del Estado,
deberá establecer, a su juicio, como delitos, que deben ser sancionados,
aquellos que pretendan, en el ejercicio de la libertad de expresión, vulnerar
las bases fundamentales del Estado. Evidentemente, hay que apartarse aquí
del concepto de pluralismo ideológico irrestricto consagrado en el Estatuto
de Garantías Constitucionales de 1971, que decía que no podrá ser
constitutivo de delito sustentar o difundir cualquier idea política. Es evidente
que la Comisión Constituyente está trabajando sobre el marco de un
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Subraya que estos términos son los que establece la ley de Televisión, la Nº
17.377, al disponer cuál, es la función de, la televisión chilena: informar de
manera veraz, oportuna y objetiva sobre el acontecer nacional e
internacional.
Considera que hay cuatro elementos que permiten hacer esta clasificación.
Primero, respecto de la prensa escrita, quien accede a ella realiza un
contrato diario y permanente con quien edita, imprime y elabora ese medio
de comunicación, en términos tales que paga, ya en el quiosco o por medio
de una suscripción, el valor del impreso que va a leer, realizando un acto de
voluntad renovado cada vez para leer este medio de comunicación, cosa
que no ocurre ni en la radio ni en la televisión, en que, mediante la compra
de un aparato, la persona está en situación, en cualquier momento, de
recibir un impacto respecto del cual ha mediado un ejercicio de su voluntad
específico, para esa ocasión, bastante menor que en el caso de la prensa
escrita.
La prensa escrita está a los ojos del lector no sólo para producirle un primer
impacto que lo pueda emocionar o alterar, sino para permitirle un análisis
más detenido en el que pueda examinar, si en verdad lo que se dijo es esto
o aquello, Hay una capacidad crítica, de serenidad, de moderación de la
persona que lee un medio de comunicación social escrito muy superior a la
capacidad crítica del que oyó una palabra, una frase o del que vio una
imagen acompañada de una frase y de todo el impacto de la música y del
sonido, y que no puede reverla, salvo que el propio medio de comunicación
se lo permita a través de la repetición de un sonido o imagen, pero eso es
muy excepcional. Muchas veces la gente oyó y no sabe bien lo que se dijo.
En cambio, el texto escrito está a la mano y la capacidad crítica de los
ciudadanos es infinitamente superior.
recibir. Las revistas “Ercilla” y “Qué Pasa” en Chile las leen aquellas
personas que tienen un grado de cultura para entender este tipo de
publicaciones. El diario “El Mercurio” igual cosa. Otros leen diarios más
simples y sencillos. Y, finalmente, los que carecen de cultura, normalmente
ni siquiera leen diarios. Y ya las revistas periódicas de carácter especializado
han quedado reducidas a ser leídas solamente por los especialistas. La radio
y la televisión, en cambio, alcanzan en su impacto a todos los ciudadanos.
Cree que el régimen que hay que adoptar para la radio y la televisión ha de
ser sustancialmente el mismo, mientras que cabe hacer diferenciaciones
respecto de la prensa escrita, por las razones que ha señalado. Añade a
estas consideraciones, otro elemento importante que es una consideración
adicional o tangencial. Y es que ha pensado a fondo el problema de los
medios de comunicación social, de prensa escrita, y ha llegado a la
convicción de que es muy difícil, en todo caso, establecer, en un texto
genérico como la Constitución, las normas que diferencien lo que es un
medio de comunicación social de lo que es un simple impreso. Tal vez, en
normas legales que desciendan más a lo reglamentario se pueda lograr
establecer normas que siempre, además, van a tener zonas fronterizas
sumamente amplias. La periodicidad, aparte de no ser un factor suficiente
para diferenciar un impreso que constituye un medio de comunicación
respecto de otro que no se considera como tal, es en sí misma una
característica muy difícil de enmarcar en forma precisa para el efecto que se
persigue, lo que sucede asimismo con el tiraje y con los demás factores que
permiten identificar como tal a un medio de comunicación social. En
cambio, la radio y la televisión son dos expresiones nítidas, indiscutibles,
precisas. Por eso, propone mantener la idea de que toda persona natural o
jurídica tenga el derecho de establecer, mantener y explotar diarios,
revistas y periódicos en las condiciones que determine la ley. Piensa que la
ley debiera determinar aquellas condiciones que garanticen que el ejercicio
de este derecho tan importante se haga en términos de evitar que estos
medios caigan en manos de quienes quieren atentar contra las bases
esenciales de la institucionalidad democrática, por una parte, y, por otra, de
quienes sólo aspiran a un lucro indebido a costa de las bajas pasiones de las
personas. La ley deberá establecer las condiciones que aseguren que esto
no ocurra, consagrando al respecto también normas que en el campo de lo
penal y de lo administrativo sean lo suficientemente eficaces para lograrlo.
En cambio, ha pensado que respecto de la radio y la televisión es necesario
configurar un consejo autónomo, independiente del Ejecutivo, que sea
realmente una expresión cabal de la institucionalidad chilena, de lo mejor
que tenga esa institucionalidad, de aquellos que si algún día se llegan a
corromper, habría que entenderse que es el país entero el que está
corrompido. Por eso, no pudiendo nadie trabajar sobre esas bases, que
ojala nunca lleguen a ocurrir, es conveniente que la configuración de este
consejo sea realizada en términos que, pensados en el futuro, garanticen la
independencia respecto del Gobierno, garanticen una presencia importante
pero minoritaria de las Fuerzas Armadas, garanticen una presencia
importante de la Corte Suprema, pero también minoritaria, y que, en suma,
amalgamando distintos elementos configuren un consejo que sea expresivo
de lo mejor de nuestra institucionalidad. Quiere hacer presente que, según
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De manera que también cree que recoge un sentimiento que incluso contó
con el respaldo de personas representativas de la radiodifusión chilena.
Agrega el problema del otorgamiento de las concesiones de radiodifusión
porque piensa que estas concesiones están hoy al día entregadas al
Gobierno, lo cual —partiendo de la base que el actual Gobierno atraviesa
por un momento de emergencia y demás de garantía en cuanto a la forma
de ejercer esta atribución dentro de la emergencia—, en una época futura,
es inconveniente, porque evidentemente puede realizar una discriminación
de carácter partidista que resulte contraria al espíritu de la Constitución y al
de esta Comisión. Por lo tanto, cree que el hecho de que este otorgamiento
de las concesiones lo haga un organismo independiente, autónomo del
Gobierno, es un gran avance y un gran paso. No piensa que debieran
establecerse normas que pretendan que este otorgamiento que el Consejo
Nacional de Comunicación Social haga de las concesiones de radiodifusión,
deban ser absolutamente mecánicas, automáticas o meramente técnicas.
No entiende que el Consejo Nacional de Comunicación Social solamente vele
por los aspectos de orden técnico y le confiera la concesión de radiodifusión
a todas las personas que lo soliciten. No cree que el Consejo, por la calidad
que tendrá, de ser aprobada su integración, debe operar en esta materia
con relativa libertad, de modo que efectivamente considere los elementos
técnicos envueltos; pero también debe considerar la idoneidad que, desde
el punto de vista de la defensa de los principios básicos de la
institucionalidad y de la moral pública o social, ofrezca la persona que
solicita esta concesión. En este sentido, cree que es preciso ser muy
veraces. Es evidente que se puede, por la vía de eludir el planteamiento del
problema, sostener que siempre operará solamente quien otorgue la
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En materia de televisión, piensa que hay que ir un poco más lejos todavía
que en radiodifusión, y así lo ha entendido el constituyente actual, y así lo
propone también la Subcomisión, pero él introduce una variante a este
respecto.
Además, hay un inconveniente técnico muy serio del texto actual, que
quiere recordar a los señores miembros de la Comisión, si es que alguno no
lo tiene presente en este instante.
-0-
ANTECEDENTES GENERALES. —
Por las razones que indicaremos más adelante, hemos dividido dicho
estudio en dos partes. La primera, relativa a las normas sobre libertad de
expresión y medios de comunicación social que deberán consagrarse en la
Constitución Política del Estado, como una de las garantías constitucionales
básicas. La segunda, consistente en la elaboración de un cuerpo legal
orgánico, coherente y armónico, complementario de la Constitución,
destinado a reglamentar e implementar la preceptiva constitucional
correspondiente, de acuerdo con las bases propuestas en nuestro anterior
informe.
“La libertad de emitir, sin censura previa, sus opiniones, de palabra o por
escrito, por medio de la prensa, la radio, la televisión o en cualquier otra
forma, sin perjuicio de responder de los delitos y abusos que se cometan en
el ejercicio de esta libertad, en la forma y casos determinados por la ley. No
podrá ser constitutivo de delito o abuso sustentar y difundir cualquiera idea
política.”.
Asimismo, estimamos que para que dichas libertades sean reales no puede
existir censura previa, es decir, deben estar insertas en un régimen de
carácter exclusivamente represivo. No obstante, se reconoce o admite la
posibilidad de que la Constitución consagre en un texto aparte las
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La última parte del inciso primero del N° 3, en estudio, expresa: “No podrá
ser constitutivo de delito o abuso sustentar y difundir cualquier idea
política”. Este precepto, incorporado por el constituyente de 1971 por
razones de seguridad institucional derivadas del momento político que en
aquella época se vivía, fue eliminado por la Subcomisión. Al respecto,
hemos estimado que se trata de una materia que no nos corresponde
resolver, y que deberá analizarse teniendo presente el contexto de la nueva
Constitución Política.
“La libertad de informar y de emitir sus opiniones, sin censura previa, por
cualquier medio y en cualquier forma, sin perjuicio de responder de los
delitos y, en la forma y casos determinados por la ley, de los abusos en que
se incurra en el ejercicio de estas libertades.”
Introducción.
El derecho a informarse.
(ANEXO DE DOCUMENTOS)
A juicio del señor Figueroa, el precepto debe contener sólo las dos
limitantes expresadas con anterioridad; es decir, la seguridad nacional y el
orden público, por cuanto consagrar la relativa al honor de las personas
significaría en el hecho que, bajo tal pretexto no habría posibilidad alguna
de obtener información de las personas privadas o públicas en las fuentes
accesibles a todos, pues el funcionario encargado de proporcionarla podría
aducir que ellas comprometen el honor de las personas. Además, podrían
cerrarse las puertas a toda investigación histórica o periodística que quisiera
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Conclusiones.
Consideraciones generales.
Cree el señor Figueroa que éste es el alcance que debe dársele a este
derecho, pues lo demás coloca al medio como calificante de la propiedad o
impropiedad de la alusión, lo que le parece que afectaría gravemente al
derecho a réplica.
Resolución de la Subcomisión.
Respecto del segundo aspecto del problema, es decir, del derecho a réplica
general, unánimemente la Subcomisión se manifestó contraria a su
incorporación al texto constitucional, por estimar que la posibilidad de
manifestar las ideas de todas las corrientes de opinión está comprendida en
la libertad de información, de emisión de opiniones, de acceso a las fuentes
de información y en el régimen de titularidad de los medios de
comunicación social. Asimismo, creemos que si existe un sistema
democrático que implique la posesión de dichos medios en poder de las
distintas tendencias, se da cobertura a la posibilidad de réplica general,
pues lo contrario significaría que la libertad de informar y de emitir
opiniones sólo puede ejercerse en forma individual’ y no de manera social u
organizada. Se precisa, eso sí, que en el caso específico de la televisión,
donde podría plantearse la conveniencia del derecho a réplica general, por
encontrarse actualmente entregada al Estado y a las Universidades su
titularidad, el problema podría obviarse si se toman los debidos resguardos
para que todas las tendencias sean recogidas en relación con su debida
importancia, la que podría ser calificada, por algún organismo, como el
Consejo Nacional de Televisión.
Conclusiones.
CUARTA PARTE. —
Concepto e importancia.
Considerandos y conclusiones.
Antecedentes.
Así es como en la última frase del inciso cuarto del artículo 10, N° 3, el
texto constitucional señala:
Considerandos y conclusiones.
Proyecto:
—Así se acuerda.
Cree que habría que hacer dos órdenes de observaciones, aun cuando de
detalle, que son unas de forma y otras —las más importantes,
ciertamente— de fondo. En materia de forma, considera que no cumpliría
cabalmente su misión si no señalara el método de trabajo a que hubo de
abocarse en el desempeño de la Presidencia. Al respecto, señala que la
Subcomisión encargada de redactar el Estatuto Jurídico de los Medios de
Comunicación Social ha sido una de las más numerosas de entre las que
dependen de la Comisión Constituyente. No obstante ello, uno de los puntos
en que precisamente más problemas se produjeron fue en la asistencia de
sus miembros, pues sólo cinco o seis, en definitiva, de los once o doce que
la integraron, concurrieron a su funcionamiento permanente. Casi siempre
se reunió el quórum mínimo necesario, pero no había sesiones en las que
tuviera lugar una asistencia mayor. Esto los llevó a acordar, para cumplir la
misión recibida, la constitución de un comité de trabajo. Este último, que
carecía prácticamente de formalidad alguna, funcionó con la presencia de
quienes realmente tenían interés de sacar adelante el encargo, y así fue
cómo se estructuró, en primer término, lo que podría denominarse “la
columna vertebral” de lo que es este segundo informe. Sólo cuando ella ya
existía y cuando muchas de las ideas estuvieron asentadas y decantadas, se
reiniciaron las sesiones formales de la propia Subcomisión con ese quórum
mínimo que normal mente se lograba reunir.
Estas, concluye, son las observaciones que estima de forma, pero que
podrían tener incidencia e importancia en la comprensión del texto que se
propone.
Al respecto, acota que le falta solamente hacer una aclaración final respecto
de esta frase. Decía la disposición constitucional, en el numeral 3°: “sin
perjuicio de responder de los delitos y abusos que se cometan en el
ejercicio de esta libertad, en la forma y casos determinados por la ley”. La
verdad es que se asimilan ahí “delitos” y “abusos”. Al estar la conjunción
copulativa “y” entre las palabras “delitos” y “abusos”, podía leerse: “sin
perjuicio de responder de los delitos que se cometan en el ejercicio de esta
libertad”. En efecto, si se suprime mentalmente las voces “y abusos”,
queda: “de los delitos que se cometan en el ejercicio de esta libertad, en la
forma y casos determinados por la ley”, lo que, a su juicio y en el de la
Subcomisión, resulta una inconsecuencia: no puede haber un delito que no
esté tipificado en la ley. Lo de la tipificación, del señalamiento y de la
determinación por la ley sólo puede ser referido a los “abusos”. Por eso,
entonces, él sugirió —y se aceptó— una redacción distinta, que dice: “... de
responder de los delitos y, en la forma y casos determinados por la ley, de
los abusos en que se incurra en el ejercicio de estas libertades.”.
Pero, prosigue, el problema surgió con motivo del encargo que esta
Comisión Constituyente impartiera a la Subcomisión en cuanto a la garantía
y salvaguardia que había de darse al honor y a la privacidad de las
personas. Si este derecho garantido por la Constitución permite a la
comunidad toda, al profesional o al individuo, tener acceso a aquellas
“fuentes de información accesibles a todos”, —por ejemplo, a un registro
público— pero, al mismo tiempo, debe velarse, de alguna manera, por la
honra o la privacidad de las personas, algunos de los miembros de la
Subcomisión pensaron que, en esta materia, deberían incorporarse también
como limitantes de la información, no sólo el orden público y la seguridad
nacional, sino el honor y la privacidad de las personas. Esta posición la
sostuvo él junto con la señora Luz Bulnes. En cambio, don Carlos Figueroa
consideró, en síntesis, que no era menester incorporar esta limitante,
porque, a su juicio, el derecho a informarse no puede afectar jamás la
privacidad. y el honor. Lo que sí podría afectarlos sería la emisión de una
opinión como resultado propio de la información. La señora Bulnes y él
argumentaron, por el contrario, que hay cosas que afectan el honor o la
privacidad de las personas aun cuando no haya una exteriorización de lo
informado, pues, a su modo de entender, el sólo hecho de que algo que
pertenece al mundo de la privacidad de un individuo esté en conocimiento
de otro, es suficiente afectación, aunque éste no haga alarde o actuación
alguna, ni comunique aquello que se informó. Pero, hace presente que en
este acuerdo hubo también una diferencia, pues mientras la posición de la
señora Bulnes era la de incorporar la seguridad nacional, el orden público y
el honor o privacidad de las personas sin mayor consideración, él estimó
que esta limitante del honor o privacidad de las personas era válida
solamente mientras no chocase con el interés nacional. Si efectivamente se
consagra, agrega, el derecho a la privacidad, el derecho a que no se vulnere
el honor de las personas —para emplear siempre la doble terminología de
honor o privacidad, cualquiera que sea la que se adopte en definitiva en la
Comisión—, no le cabía duda de que si el interés particular se oponía en un
momento dado al interés nacional, ese interés particular debía ceder y dejar
de ser una limitante. De esta manera, se estructuraba este derecho a
informarse en las fuentes accesibles a todos, con las solas limitantes del
orden público, la seguridad nacional, y el honor o privacidad de las
personas, a menos que respecto de estos últimos, estuviere comprometido
el interés nacional, caso en el cual la limitante desaparecía. Como no se
llegó a acuerdo, se propusieron al respecto tres fórmulas. La indicación de
la señora Luz Bulnes expresaba: “Asimismo, el derecho a informarse sin
trabas en las fuentes accesibles a todos, con las limitantes relativas a la
seguridad nacional, el orden público y el honor de las personas, en las
condiciones que establezca la ley”. La de él disponía: “Asimismo, el derecho
a informarse sin trabas en las fuentes accesibles a todos, con las
limitaciones que establezca la ley relativas a la seguridad nacional, el orden
público y el honor de las personas, a menos que en esta última situación
esté comprometido el interés nacional” Finalmente, la proposición de don
Carlos Figueroa, que sostenía: “Asimismo, el derecho a informarse sin
trabas en las fuentes accesibles a todos, con las limitaciones relativas a la
seguridad nacional y al orden público, que establezca la ley”. Sometidas a
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 99 de 709
En segundo lugar, el hecho de que el medio, por la sola alusión que se haga
de personas, deba incorporar las réplicas que le lleguen, podría quizás tener
alguna significación. Pero él no aceptaba que tal cosa rigiera en el caso de
la televisión, ya que, dada su importancia, seria una manera de
aprovecharse, debido é la necesaria alusión que en forma permanente debe
hacer ese medio, por parte de las personas aludidas, par poder llegar a la
televisión, la cual, por su impacto y trascendencia, debe ser resguardaba y
restricta al uso que de ella se haga.
Por último, el señor Schweitzer concluye que con las explicaciones dadas
cree haber señalado lo que ha sido el trabajo de la SubComisión vio que se
ha podido ofrecer, y entender cumplido el encargo que les fuera entregado.
El señor DIEZ cree —haciendo presente el respeto que siente por el señor
Silva Bascuñan— que no es un adecuado método de interpretación del texto
constitucional que se está elaborando, tratar de relacionarlo con aquellos
preceptos de la Carta del 25 que no aparezcan reproducidos, porque tal
procedimiento puede inducir a muchos errores. Estima que la interpretación
del texto constitucional se debe basar en la fuente fidedigna de su
establecimiento, es decir, en el debate, en los textos, en las indicaciones,
en los acuerdos, en los resúmenes, en los informes de las Comisiones, pero
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 104 de 709
El señor DIEZ dice que es posible que en este caso sea aplicable la tesis del
señor Silva Bascuñan; pero como regla general no lo considera un buen
principio. Porque, señala, en la Comisión no ha habido ordinariamente
discusiones acerca de si mantener, dejar o modificar, pues no se ha tomado
como base el texto de la Constitución antigua.
El señor SILVA BASCUÑAN cree que hay que distinguir entre el derecho de
informar, que forma parte de la libertad de expresar y de opinar, y el
derecho a ser informado, que tiene otra materia y que cabe distinguirlo.
En seguida, prosigue, entre las materias que comprende esta libertad hay
que considerar el derecho de acceso a las fuentes de información y las
limitaciones correspondientes, y el derecho a ser informado por los medios
de comunicación social de manera objetiva, veraz y oportuna.
Por último, resume que tales son los distintos aspectos que, a su juicio,
están comprendidos en la libertad de expresión y que tendrán que ser
objeto, primero, de un debate general, y luego, de una discusión particular.
Hace presente, por último, que no desea extenderse más, por ahora, en
algunas divergencias de detalle, como que no estima necesario, por
ejemplo, la referencia a la inexpropiabilida.d de los medios de comunicación
social, y otras por el estilo, porque irán surgiendo en el debate como
materias de detalle.
Concuerda con el señor Guzmán en que toda persona tiene el derecho a ser
informada veraz, oportuna y objetivamente sobre el acontecer nacional —
principio con el que todos están de acuerdo— pero la forma en que se lo
garantizará les costará, en su opinión muchas sesiones y deliberaciones.
Anota que esta información, a su vez, tiene que tener limitaciones. En los
dos textos se ha señalado que la libertad de informar y de emitir opiniones
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 110 de 709
trae consigo nada más que la responsabilidad por los delitos y los abusos, y
ello, a su juicio, no es así. No son sólo estos últimos los que los deben
preocupar en materia de información, sino que también, y en primer lugar,
las restricciones a ésta.
Estima que si bien todo hombre tiene derecho a ser informado, hay
materias en las que ello está limitado y la libertad de informar también. Se
refiere, por ejemplo, a sentencias recientes de la Corte Suprema de Estado
Unidos relativas a la libertad de informar sobre secretos de la seguridad
nacional, que sientan una doctrina muy peligrosa porque dan acceso a los
medios de información a las fuentes de la seguridad de ese país.
Cree que de alguna manera hay que tratar de recoger algunos de estos
principios, por lo menos, e indicar ideas generales.
El señor DIEZ expresa que sólo está planteando el problema, y que cree
que es un asunto que merece analizarse. Pero, hace presente que tales
legislaciones no existen, por ejemplo, en Suiza ni en Estados Unidos, y que,
sin embargo, dichas democracias funcionan sin ningún problema.
Reitera que no está emitiendo juicio, sino tan sólo expresando que, en su
concepto, si se quiere evitar la politización excesiva, la exacerbación de las
pasiones o la división exagerada de un país que ha conocido las
consecuencias de eso, sería conveniente impedir que la política partidista
pueda llegar todos los días a la mente de las persona y circunscribirla a las
épocas en que ella deba ejercerse, sin perjuicio de que la acción de los
organismos públicos, tales como el Congreso Nacional, deba traslucirse,
como de hecho lo va a ser, a los medios de comunicación independientes,
dando derecho, por ejemplo, al Parlamento a cierto espacio para transmitir
su noticiario, que, evidentemente, va a ser balanceado dentro del Congreso,
en los medios de comunicación social, a fin de que la política, en lo que
deba ser de conocimiento de la opinión pública, esté; pero que no esté la
politización excesiva.
Estima que en eso hay que llegar quizás un poco más lejos de lo que llegó
la Comisión, aunque se caiga en el detalle. Porque se tuvo el problema
durante el Gobierno de la Unidad Popular. En consecuencia, la experiencia
debe recogerse. De lo contrario, todo cuanto se escriba resultará escrito en
la arena si se permite que de alguna manera la Administración se apodere
de los medios de comunicación social, por cualquier sistema. De modo que
los medios de comunicación social deben dejarse fuera de las reglas de la
requisición, o de la reanudación de faenas, o de otra intervención
administrativa que por cualquier motivo pudiera producirse. Cree que es
absolutamente indispensable.
El señor EVANS manifiesta que entrará a este debate con el más profundo
interés, tanto por la naturaleza del tema como porque éste le apasiona.
sentirían mucho más que sorprendidos si leyeran las cosas que escribían
nuestros abuelos y bisabuelos en la prensa de Chile del último cuarto del
siglo pasado hasta la publicación del decreto ley Nº 425, en 1925, que cerró
un poco la válvula en materia de abusos de publicidad.
Recuerda, del mismo modo, que el término de una cadena oficial obligatoria
impuesta por el Gobierno de la Unidad Popular, al margen de toda
preceptiva legal, se produjo en virtud de una resolución del Ministro de la
Corte de Apelaciones de Santiago señor Osvaldo Erbetta, basándose
expresamente en esta norma del Estatuto de Garantías Constitucionales; de
manera que, por lo menos, en estos dos casos —podría citar otros más—
esta preceptiva fue útil.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 119 de 709
Expresa que se referirá ahora, sobre la base de estas dos ideas, al proyecto
de la Subcomisión. Al respecto, declara que no tiene objeciones —es un
buen trabajo el proyecto que ha elaborado— a su preceptiva en términos
generales, salvo al inciso segundo, que dice que “La Constitución garantiza:
“El derecho a informarse sin trabas en las fuentes accesibles a todos.” Cree
que aquí la Subcomisión se confundió por no saber distinguir cuál era el
bien jurídico protegido. En cambio, estima que el señor Guzmán, en su
indicación, distinguió y recogió la idea de que aquí hay dos bienes jurídicos
protegidos y, por ello, establece un artículo para el bien jurídico de carácter
colectivo —el derecho a ser informado— y otro artículo para el otro bien
jurídico de carácter personal: el derecho a informar. Pero la Subcomisión,
en este inciso segundo, habla del “derecho a informarse sin trabas en las
fuentes accesibles a todos”, no obstante que el público, en general, no hace
uso de este derecho que la Constitución está estableciendo, y ni él ni nadie
va a las fuentes de información, sino que se informa en los medios de
comunicación social que antes fueron a las fuentes de información, y son los
medios de comunicación los que les entregan los resultados de su acceso a
los medios de información.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 120 de 709
Considera que este precepto parece más bien dedicado a la libertad del
periodista y a proteger los derechos del editor, del director o del periodista
a tener acceso a las fuentes de información, de guardar las reservas acerca
de ellas, de ir a cualquier parte en busca de la información, pero no protege
el bien jurídico de carácter colectivo. Añade que este es un derecho que
reconoce y no niega a los medios de comunicación social, al periodismo,
pero no debe estar en la Constitución, sino en la ley del Colegio de
Periodistas o en la ley sobre Abusos de Publicidad, como una garantía
consecuencial; pero en sí no es un bien jurídico que deba tener relevancia y
significación de tipo constitucional, porque lo que tiene relevancia y
significación constitucional es el derecho de toda la comunidad a recibir
información, y ese es el bien jurídico que debe interesar a la Constitución
proteger: el derecho de todos a estar informados. Señala que el señor
Guzmán ha recogido una expresión que está en la ley de Televisión, en
cuanto a estar informado veraz, oportuna y objetivamente de los hechos del
acontecer nacional e internacional, lo que, a su juicio, es el bien jurídico y
es lo que quiso decir la Subcomisión, pero ésta, en el único inciso donde
precisamente no fue feliz, es en éste, donde abordó el problema, porque
olvidó o no se adentró en cuál era la naturaleza del bien jurídico protegido.
Si hubiera visto cuál era—añade— no cabe duda de que su redacción habría
sido otra, pues no es un derecho a recibir información lo que propone la
Subcomisión, sino un derecho que interesa esencialmente a los periodistas
y a los medios de comunicación, los cuales van a las fuentes de
información, ya que la gran masa, el 99,999% de la comunidad nacional no
lo hace y recibe las informaciones de aquellos que fueron y en la forma en
que los que fueron a las fuentes de información pudieron, en primer lugar,
recogerla, y, en seguida, quieren o pueden darla a conocer. Reitera que
esta es la objeción que formula a la preceptiva de la Subcomisión,
felicitándola en lo demás, porque, en realidad, realizó un trabajo
sobresaliente.
Cree que las limitaciones señaladas por el señor Guzmán son las adecuadas,
y estima que la vida privada de las personas debe ser una limitación al
derecho a estar informado. Al respecto, señala que el señor Guzmán dice
que “salvo que, en este último caso, se encuentre comprometido el interés
nacional”, y él diría que se encuentre “actual y efectivamente comprometido
el interés público o nacional”, porque estima que eso, que en el fondo es
una excepción a la limitación, la perfila mejor, pues, de otra manera, ignora
si no podría el día de mañana publicarse la historia de la vida sentimental
de cualquier prócer —hay algunas muy interesantes— porque se invadiría la
vida privada, aunque no se invadiría, a su juicio, en forma actual, de
manera que no habría una limitación; pero, tal como está redactado el
texto, le parece que debe tenerse cuidado, pues aparece la excepción
consagrada en términos tan amplios que podría dar margen a un abuso el
día de mañana en esta materia.
Por eso, le gusta esta idea de un Consejo autónomo, marginado del Poder
Político, y con la prestancia moral necesaria como para actuar en esta
materia. Cree que la expresión “tuición superior” puede inducir a equívoco,
y por eso le agradaría usar otra, como, por ejemplo, “facultades”. Repite
que no ve ningún inconveniente en el funcionamiento de un organismo de
esta naturaleza y sí muchas ventajas.
opinión, para ser franco, carece de sentido, y respecto a que deba tener
rango legal, se reserva el juicio. Cree que este tipo de prohibición siempre
conduce a su infracción o violación por medio de terceros, por medio de
agentes oficiosos, por medio de testaferros, y por eso no le gusta este tipo
de prohibiciones. Si va a existir en Chile régimen de partidos políticos, por
mucho que se trate y se bus-que la forma de marginarlos de aquello en que
no deben intervenir, que lo estima adecuado, le parece que no puede llegar
a tal grado la aversión a la participación de los partidos políticos en la vida
colectiva como para impedirles la comunicación con la opinión pública,
porque si ya los partidos políticos quedan marginados —y así debe ser— de
la acción gremial, sindical y estudiantil, impedirles el acceso a aquello para
lo cual existen, que es el servicio a la opinión pública, impedirles el acceso a
ésta cree que es excesivo e insostenible, pero, en todo caso, encuentra que
el precepto no debe tener rango constitucional.
Expresa que tiene serias dudas respecto de esta indicación que margina a
las universidades del derecho de que gozan por la Constitución para
establecer y operar canales de televisión. Entiende que el sistema chileno —
no está absolutamente seguro— es el único en el mundo, y, en verdad, todo
extranjero con el que ha conversado el tema cree que Chile ha logrado
encontrar la ecuación justa en esta materia tan extremadamente delicada
que es la operativa de canales de televisión: Estado y Universidades,
Universidades, por cierto, que a su vez gozan de autonomía.
Hace presente que esas son las ideas que deseaba dar a conocer sobre el
particular y lamenta a la vez no poder hacer una revisión de La nutrida
legislación vigente en materia de comunicación social, que fue objeto de un
trabajo muy completo de don Arturo Fontaine Talavera, editado en la
Revista de Estudios Jurídicos de la Universidad Católica. Le habría gustado
—añade— hacer un análisis de la enorme legislación existente al respecto,
desde las leyes de emergencia de carácter permanente, tales como la N°
7.200, la que regula el funcionamiento de la Dirección General de Servicios
Eléctricos, y otras, porque pensaba que debe tenerse presente, si se
aprueba este texto, alguna disposición de carácter transitorio que regule la
aplicación de él, porque teme que, a pesar de que esta garantía quedará
consagrada en términos extremadamente satisfactorios, es tan compleja la
legislación complementaria y tan grande el número de preceptos
reglamentarios contenidos en decretos supremos dictados sobre la materia,
que sería útil hacer una revisión de ellos para consignar alguna disposición
transitoria que regule su aplicación frente a la nueva preceptiva. Expresa
que, lamentablemente, por razones que el señor Presidente conoce, no le
fue posible hacerlo como lo tenía pensado, pero cree que es una tarea que,
o la aborda la Comisión o se encarga a la Subcomisión que la realice,
porque pueden encontrarse con más de alguna sorpresa en la legislación
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 125 de 709
Explica que esta ha sido su idea al abrir camino a entidades que la ley
determine —que podrán seguir siendo sólo algunas universidades que
podrán ser si la ley lo considera conveniente, algunos otros organismos de
alta significación y respetabilidad moral—, y que den garantía de que la
televisión sirve al objetivo final que persigue.
Anota que hay una variante, sin embargo, pues cree que su indicación
aventaja a la de la Subcomisión en un aspecto que don Miguel Schweitzer
Walters le reconoció con posterioridad, y es que estima que el derecho del
Estado a tener estaciones de televisión deba emanar de la Carta
Fundamental y no tiene que quedar entregado a las contingencias del
legislador. En cambio, el texto de la Subcomisión abre la posibilidad de que
este último niegue al Estado el título de tener un canal de televisión porque
le deja enteramente entregada la determinación de quiénes serán los
titulares de las estaciones. Piensa que el derecho del Estado, al menos,
debe estar garantizado y emanar directamente del texto constitucional.
Indica que estas serían todas sus observaciones sobre este tema, a fin de
situarlo debidamente.
ella, lo cual tiene una raíz muy profunda, a su juicio, que lo explica, y, por
otra parte, también conoce toda la potencialidad constructiva y positiva de
la naturaleza humana, que requiere la posibilidad de manifestarse para que
las energías creadoras del grupo se proyecten en bien de la colectividad;
pero si no se cuenta con el resorte de la libertad de opinión, toda la
imaginación creadora y constructiva, todo el propósito de colaborar en el
bien de la colectividad, se hacen débiles o ineficaces, o desaparecen.
Recuerda que hay una Encíclica llamada “Ecclesiam Suam”, del año 1964,
redactada por el actual Sumo Pontífice, que es un documento que
constituye una magnífica exposición de hasta qué punto esa libertad es
constructiva, con todos los peligros y advertencias que corresponden a sus
abusos. Cree que si se quiere, en realidad, encontrar los mejores
fundamentos para la posición de cada uno, ellos están en las frases de este
documento formidable. Por ello, procederá a leer nada más que una frase
muy breve, pero que calza especialmente con lo que se está analizando,
cuyo contenido se refiere, en términos de una profundidad y una certeza
verdaderamente fuera de lo común, al grado de importancia y
trascendencia que en una sociedad tiene el diálogo. Explicando eso, esta
frase dice: “El diálogo supone y exige capacidad de comprensión. Es un
trasvase de pensamiento; es una invitación al ejercicio de las facultades
superiores del hombre. Bastaría esta razón para clasificarlo entre los
mejores fenómenos de la actividad y de la cultura humana”.
Cree que si hay alguna causa por la que la sociedad nacional pudo expresar
una reacción enérgica, vigorosa y profunda, y causó la derrota de toda la
perversión que quiso incorporarse en las almas de los chilenos a través del
proceso de educación marxista fue, precisamente, la libertad de opinión;
fueron los medios de comunicación social. El margen de libertad que
felizmente se mantuvo fue, a su juicio, la causa determinante de que la
sociedad nacional pudiera reaccionar, porque, si ella no se hubiera
permitido, las resistencias habrían sido mucho más débiles.
Piensa que aquí es donde tienen que sostener que, en caso de que el futuro
del país deba perfeccionarse para que no vuelva a ocurrir la traición a su
institucionalidad que causó el desastre que se conoce, ello tiene que ser
precisamente mediante la consolidación de todas las llaves que han hecho
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 129 de 709
que nuestra pequeña sociedad nacional haya adquirido a través del mundo
y la historia —sin enorgullecerse demasiado, pero es efectivo— un prestigio
que es la causa determinante de por qué sus vaivenes y sus vicisitudes
constituyen un problema para la humanidad entera.
Cree que esta frase no era apropiada, por cuanto no deben ser sólo las
ideas políticas las que, en principio, no puedan por sí mismas constituir
delito, sino que todas las ideas, en principio, no deben ser castigadas, y lo
que está asegurando la Constitución es que los delitos o abusos que se
cometan en el ejercicio de esa libertad van a ser condenados, pero estima
que no sólo las ideas políticas deben estar en esta posición en que se quería
colocarlas de manera exclusiva, sino todas las ideas. De manera que, a su
juicio, al suprimir este texto, de ningún modo se desea debilitar el principio
general de la libertad de opinión que se está consagrando, sino todo lo
contrario, se pretende fortalecerlo.
los medios también pueden ser numerosos, pero son categorías distintas
que en su concepto, deben ser recogidas tal como lo hace la Subcomisión
en su proyecto.
—Acordado.
—Se levanta la sesión.
Añade que, es allí donde está lo más grave de los regímenes dictatoriales.
Porque no lo es tanto el régimen dictatorial que abroga la libertad y
destruye la personalidad en forma brutal por medios físicos ya que,
mientras existan hombres que puedan discernir el bien del mal, la libertad
de la tiranía, este régimen tendrá siempre los días contados. El problema
grave aparece cuando, a través de la información o, mejor dicho, de la
desinformación, de la enseñanza dirigida, se priva a los pueblos de la
posibilidad de apreciar las amplias soluciones que el espectro del talento
humano puede ofrecerles.
En tales casos es cuando adquiere importancia relevante la materia que
ahora debaten. Por eso, tanto los dictadores que ha mencionado como
otros, han tenido cuidado preferente en el manejo de los medios de
expresión y de la enseñanza, a fin de destruir en forma definitiva la libertad
de información. De allí surge para él la necesidad de ser muy cuidadoso en
la redacción del precepto correspondiente, y de que, en esta materia, sea
partidario, específicamente, de llegar a aspectos reglamentarios, si fuera
necesario —como lo es—, para garantizar el pleno ejercicio de la libertad
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 134 de 709
que tratan. Y en esta materia, algunas de las expresiones del señor Silva
Bascuñan le interpretan plenamente en cuanto él echa de menos o es
partidario de la consagración de normas tendientes al cumplimiento del
objetivo perseguido.
Pues bien, respecto de los dos primeros derechos, hay una diferencia de
concepto, como decía, sustancial que debe tener consecuencias jurídicas y
particularmente penales distintas. Informar significa dar a conocer hechos
de cualquier naturaleza a la comunidad. Un terremoto, un acontecimiento
político, un hecho social, un fenómeno económico, son cosas que suceden y
que el informante observa y capta para darlas a conocer a los demás. Es la
tarea esencial del periodista propiamente tal, de quien hace lo que en los
diarios se llama la “crónica”, que es el periodismo informativo propiamente
tal.
¿Por qué dice que debe haber consecuencias jurídicas distintas? Porque
quien informa tiene que ser objetivo y veraz y, por consiguiente, no tiene
derecho a ser militante en la información: un terremoto de grado diez tiene
tal intensidad en todas partes; el suicidio de un Presidente ocurre o no
ocurre. Si ocurre, tiene que informarse; si no ocurre y se informa, se está
mintiendo. Si un Presidente se suicida, y no es asesinado o muerto en una
batalla, falta a la verdad quien sostiene —como sucede con el Presidente
que rigió a Chile hasta 1973— que fue muerto en combate, cuando, en
realidad, se suicidó. Quien falta a la verdad al informar está cometiendo,
evidentemente un delito. Y si tal falta a la verdad se comete con intenciones
políticas o se lesionan valores fundamentales del país de que se trate,
naturalmente implica un espíritu de peligrosidad que debe ser debidamente
sancionado y que debe determinar la exclusión de ese periodista, si es tal,
de las tareas informativas, porque incuestionablemente, está demostrando
que carece de la condición elemental de quien informa: la honestidad.
Siendo un valor fundamental en todas las actividades humanas, la
honestidad tiene un carácter básico en la función informativa.
En cambio, quien opina puede opinar bien, puede opinar mal., pueden estar
de acuerdo o en desacuerdo con él; pero la discrepancia con quien opina, lo
descabellado de sus ideas, si no deforma lo informado, no genera ni puede
generar responsabilidad alguna, cuando más el descrédito del opinante. Y
su responsabilidad penal, si al opinar incurre en delito, en su concepto es
menos grave que la de quien, a sabiendas, informa equivocadamente;
porque se le puede otorgar trascendencia muy equivocada a un hecho, pero
ello, por último, es el resultado de su opinión, la que puede ser desmentida
mediante el raciocinio. Pero quien le dice que el Presidente de Colombia se
suicidó con el afán de crear un problema, o bien porque estaba en el
complot y falla, evidentemente .está faltando a la verdad. Aquí hay una
información equivocada, por la razón que fuere, y ello es un delito grave
dentro de una colectividad. Opinar equivocadamente es algo que cabe
dentro del debate.
Por eso estima que están en presencia de dos valores jurídicos distintos. El
de informar es un derecho inalienable; pero informar verazmente es un
obligación ineludible, cuando corresponde informar. El de opinar es un
derecho inalienable; pero al opinar, puede perfectamente equivocarse. No
es obligación opinar acertadamente; son el raciocinio y el talento humano
los que tienen que demostrar el error o la verdad en ese raciocinio. Por ello,
considera que estos derechos deben ser tratados de modo distinto: ser muy
exigentes respecto del derecho de informar y de la libertad de informar y
ser más amplios respecto del derecho de opinar.
Agrega que él no tiene derecho a informar sobre la vida privada del señor
Díez mientras él esté vivo; pero si le llega una información, ¿está faltando a
su deber constitucional si la escucha? ¿Cuándo lo viola? ¿Cuándo falta a
esta disposición? Cuando él informa. Por eso la limitación no la colocaría en
el derecho a ser informado, sino en la libertad para informar. Donde quiere
que se coloque, se va a plantear el problema, como señaló el señor Evans,
acerca de la vida privada de las personas. Es incuestionable que nadie tiene
derecho a informar sobre la vida privada de las personas. Todos los
hombres tienen aspectos de sus vidas sobre los cuales no les gustaría que
se informara.
Igual cosa con Portales o con Arturo Prat. Pero un análisis de sus
personalidades tendría que llevar a considerar estas circunstancias, porque
muchas veces, son, si no determinantes, influyentes en su actitud histórica.
Por eso, entiende que la limitación debería referirse a las personas que
están viviendo. Comprende que tienen que llegar a una solución; pero ésta
debe dar como resultado la defensa de la vida privada de quienes están
viviendo en una comunidad, pero no la de la gente que ya se incorporó a la
historia del país y cuyos antecedentes personales es necesario estudiar para
clarificar plenamente los acontecimientos históricos, políticos o sociales en
que esas personas intervinieron. Por consiguiente, confiando plenamente
como confía en la extraordinaria habilidad y talento de la Mesa, sabe que en
esta materia ella llegará a una solución en la redacción que dé como
resultado el defender la vida privada de las personas, pero el de permitir la
investigación de los hechos históricos que muchas veces obligan a consultar
la personalidad plena, en el aspecto psicológico, social y familiar de las
personas que intervinieron en los procesos respectivos.
Hay una que le ha llamado precisamente la atención, la cual dice que sólo el
Estado y las entidades que la ley determine podrán establecer, operar y
explotar estaciones de televisión, en las condiciones fijadas por ella. La
explicación dada por el señor Guzmán le satisfizo; pero para los efectos de
no innovar ni dar la posibilidad que se innove en el régimen actual —esto es
que, so pretexto de esta disposición, se prive a los canales universitarios
hoy vigentes de los derechos de explotar los canales de televisión en la
forma como lo están haciendo—, es partidario, a lo menos, de establecer
una norma transitoria que disponga claramente que las universidades que
hoy están explotando los canales de televisión sigan haciéndolo, y dejar
libertad en esta materia al legislador.
Añade que hay un punto que ha sido rechazado en el debate, que no fue
acogido por el señor Guzmán y respecto del cual fue aplaudida la
rectificación propuesta por el señor Evans. Cree, sin embargo, que es
necesario meditar sobre tal aspecto y conservar la disposición pertinente.
libertad de prensa— con el derecho a ser informado, que aclara muy bien el
señor Guzmán en su proposición.
Pero él incorporaría de todos modos este precepto como algo distinto, sobre
todo, si la Comisión tiene a bien aceptar el distingo que ha planteado entre
la libertad de opinión y el derecho de informar. Porque el derecho de
informar tiene que estar precedido y protegido por la posibilidad de quien
informa se informe cabalmente; y esa protección como es evidente, debe
darse a la prensa. Desde un punto de vista constitucional, se debe dar al
periodista la protección que lo habilite para informarse en cualquier fuente.
Así como cree que es un derecho muy importante y que no deben desechar,
está también seguro de que el rechazo que planteó el señor Evans lo radica
en que aquí había una confusión. Pero, resuelta ésta, porque la proposición
del señor Guzmán aclara perfectamente el problema, le parece que sería del
caso dar esa protección a quienes informan.
Por último, se planteó por el señor Díez una prohibición para que los
partidos políticos pudieran explotar medios de información especialmente de
radio y televisión. Al respecto piensa que en la nueva Carta Fundamental
deben reducir a los partidos políticos a su verdadero rol o función que no es
otro que el ser disciplinantes de las corrientes de opinión, limitando su tarea
a las cuestiones de orden político que miran al Gobierno del Estado y de
manera alguna puedan vincularse, como ocurrió en el pasado, a otras
actividades, especialmente a las gremiales, sindicales, e inclusive a las
deportivas. Pero la idea de reducir a los partidos políticos no puede
traducirse, en su concepto, en la decisión de eliminarlos, incluso de la
función para la cual le están permitiendo existir. Porque si vastos sectores
de la ciudadanía que integran aquellos están convencidos de que la verdad
política está radicada en las doctrinas que dichas colectividades sustentan,
cree que uno de los derechos elementales de los partidos políticos es dar a
conocer sus puntos de vista, tratar de extender su doctrina, realizar su
tarea proselitista; es decir, cumplir lo que constituye su función específica
en el plano de la comunicación con la colectividad. El partido, como las
religiones, como las iglesias, tiene por propia definición, casi como una
misión inherente a su condición de creyentes o de partidarios, el deseo de
extender su verdad.
Agrega que con respecto al inciso que establece que el Estado y las
entidades que la ley determine podrán establecer, operar, mantener y
explotar estaciones de televisión en las condiciones fijadas por la ley, está
plenamente de acuerdo con él. Considera indispensable abrir el campo hacia
el futuro; no pueden dictar una norma que congele la posibilidad de que
alguien más pueda explotar un canal de televisión el día de mañana, y le
parece que en la forma como ha sido propuesto por el señor Guzmán es
perfectamente amplio y comprensivo de lo que puede ser la televisión en lo
futuro.
Añade que sólo desea limitarse a destacar algunos hechos y conceptos que
son esenciales, y respecto de los cuales piensa que deben estar muy
compenetrados para que configuren en definitiva esta garantía
constitucional.
Entonces, para él, esta es la primera y esencial premisa que debe tener
presente. Y, si es así, si están frente a un arma tan poderosa y que puede
tener tantas virtudes, pero que, al mismo tiempo es posible que lleve en sí
un poder de exterminio extraordinario, la conclusión es que los medios de
comunicación social no pueden estar en manos de cualquier persona, sino
que necesariamente en gente idónea y responsable, porque por su
intermedio se puede atentar contra la moral, la familia, la honra, la
democracia, las libertades, la seguridad del Estado. Es decir, puede
destruirse una sociedad.
Piensa que la libertad de expresión es absolutamente consustancial a una
democracia. No hay ni puede haber democracia si no existe libertad de
expresión, como que en ningún régimen totalitario puede tener cabida
tampoco esta última. Es incompatible la existencia de un régimen totalitario
—repite— con la libertad de expresión y no se concibe una democracia sin
libertad de expresión. Más aún, esta última, para él, es consustancial al ser
humano, porque, si Dios lo hizo compuesto de materia y de espíritu, si creó
un ser racional capaz de pensar, es evidente que debe tener la posibilidad
de expresar-se, y eso, sin libertad, no lo concibe. De manera que, a su
juicio, atentar contra la libertad de expresión es atentar contra la dignidad
del ser humano.
Pero, por lo mismo que es así, también hay que tener cuidado en que
cuando se ejerza no se vulneren la dignidad o las libertades y los bienes
jurídicos de otros seres humanos. Por eso, junto al principio de la libertad —
del cual es ardiente partidario—, coloca el de la responsabilidad. Es decir,
comparte plenamente una frase muy breve y contundente que expresó el
señor Evans: “Libertad sí, libertinaje no”. Ese sería, a su juicio, el cartabón
dentro del cual debe contribuir necesariamente a configurar esta garantía
constitucional.
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Desea señalar que si bien es cierto que este organismo es a primera vista el
que más pudiera ofrecerles garantías, no pueden sin embargo estar ciertos
de que el día de mañana no se vaya a politizar, como ocurrió con el Tribunal
Constitucional. Por eso, en definitiva, piensa que, si se llega a crear, tendrá
que haber un recurso ante la Corte Suprema o ante los Tribunales de
Justicia. Para él, sólo la Corte Suprema es la que en último término ofrece
la garantía plena y absoluta de que va a actuar con la más total
independencia.
De modo que, en lo que respecta a las decisiones que deban adoptarse con
relación al mal uso de los medios de comunicación social, cree que deben
quedar entregadas a los Tribunales de Justicia, que es lo único que en
definitiva también va a significar una garantía para los sectores
representativos de la prensa.
El señor DIEZ expresa que las palabras del señor Presidente le ahorra un
enorme trabajo, porque coincide plenamente con él. Lamenta no haber
estado ayer —por problemas del todo imposibles de superar— durante las
exposiciones de los señores Evans y Silva Bascuñan, pues le habría gustado
mucho escucharlas.
Cree que el debate, por lo menos en las dos sesiones en que ha participado,
no ha significado pérdida de tiempo. Ha sido muy enriquecedor, porque van
quedando conceptos en que ya se va configurando el criterio de la
Comisión, aunque no estén redactados los puntos concretos.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 146 de 709
Frente a esta responsabilidad, parte por declarar que estima que ella no
tiene relación con la censura previa. Porque, si establecen la censura previa,
acaban definitivamente con la libertad. Y ese es un mal mucho mayor que
los males que pueden traer el ejercicio de todas estas libertades
comprendidas en la transmisión del pensamiento o de las noticias hechas
por el hombre. Cree que la censura previa es algo que ningún miembro de
la Comisión sostiene. De manera que no es necesario insistir en ello.
La libertad, sin duda, tiene que regularse en otra forma. Pero se van a
encontrar con los problemas aquí esbozados y de los cuales va a hacer un
apretado resumen: el problema de la titularidad y el problema de la pérdida
de ésta; el problema de quien puede trabajar en las labores de
comunicación social y el problema de la pérdida de las condiciones para
hacerlo. No hay duda de que la Comisión debe señalar los principios en la
Constitución, algunos indicará la ley más en detalle. Concuerda con el señor
Presidente en que, en definitiva, la resolución de la pérdida de la titularidad
o de la pérdida de la posibilidad de desempeñar las actividades en los
medios de comunicación social, tiene que estar entregado a un tribunal
como la Corte Suprema de Justicia. No le cabe ninguna duda de ello. Es lo
que, en nuestra historia, ha dado mejor resultado que todos los tribunales
especiales o las comisiones especiales.
El otro problema que plantea, no como una posición, sino como una duda,
es el del medio de comunicación social y —para que no se le malentienda—
la vida política. Es natural que los medios de comunicación se preocupen de
la vida política; pero es antinatural que se preocupen de ella en exceso
porque la politización trae la indisciplina y la división, y facilitar que nazcan
o se vean agravadas muchas enfermedades de la democracia. Hace
presente que, ha sido político toda su vida, de manera que está fuera de la
sospecha de no creer en la acción de los partidos políticos. Piensa que los
partidos políticos son medios indispensables para el funcionamiento de una
democracia, y deben dárseles los medios adecuados. Aquí, en realidad, no
está envuelta la libertad de opinión; está envuelto el concepto de la vida
política general que se debe tener.
No pueden permitir que aquel que tenga más dinero, más influencia o más
empuje, se les meta en la conciencia de la gente, por un acto involuntario
del que recibe esa acción, como ocurre en el caso de la radio y de la
televisión. Plantea el problema. Cree que ésta es una cosa que tiene más
relación con la vida política que con la libertad de opinión. Porque ningún
partido o corriente de opinión puede pretender que se le ha privado de la
libertad de opinión si tiene un medio para dar a conocer la suya, que es el
de su propia prensa escrita, y si, con la suficiente anticipación a un
pronunciamiento electoral, tiene acceso, durante ese tiempo, igual que los
otros, a todos los medios de comunicación social.
Los científicos políticos han dicho que las colectividades tienen como motor
y fuerza la voluntad de llegar y alcanzar el poder. A su juicio, es la
comprobación de un mal hábito, que no pueden mirar como la regla de
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 150 de 709
Por último, concluye el señor Díez, si crean algún organismo, éste debe
tener por misión, limitar la función del Ejecutivo en el otorgamiento de
licencias de radioemisoras y canales de televisión, y para nada más. El resto
debe quedar entregado a los tribunales ordinarios de Justicia, tanto los
delitos particulares como los colectivos.
El señor ORTUZAR (Presidente) expresa que desea felicitar al señor Díez por
el profundo contenido de su intervención que encierra apreciaciones y
conceptos extraordinariamente valederos y sobre los cuales deberán
meditar con mucha acuciosidad, y que fueron planteados con suma
franqueza y coraje. La verdad de las cosas es que, desde el primer día en
que el señor Díez, abordó el problema, le dejó profundamente preocupado.
Y hoy día al hacerlo con mayor vehemencia y desarrollo, le dejó no sólo
preocupado, sino que muy inclinado a ser partícipe de la opinión que
expresó. Piensa que lo más grave que puede ocurrirle a un país —lo dijo
también el señor Guzmán— es que pueda nuevamente politizarse en
exceso, y que la política alcance a todas las actividades nacionales. No cree
que se cercene la libertad de expresión, como él afirma, si se permite a los
partidos políticos emplearla en sus asambleas, por medio de la prensa
escrita, y, naturalmente, con ocasión de elecciones generales, o para dar a
conocer sus postulados. No cree que se la cercene y, en cambio, estima que
una politización permanente, en una competencia se destacaría
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 151 de 709
Piensa que la intervención del señor Díez, que dice relación al debate en
general, es tan de fondo que, si no se hubiera planteado, sería muy difícil
después darlo a conocer en el debate en particular, y hasta se podría haber
caído en la omisión. De manera de que todas estas consideraciones que se
han ido formulando contribuirán a simplificar el debate en particular. Estima
que sería extraordinariamente útil que el señor Guzmán considerara los
planteamientos hechos por el señor Díez y por los demás miembros de la
Comisión, a fin de que, en la próxima sesión se entre al debate en
particular.
Los señores Díez y Lorca, que han sido parlamentarios y él que tuvo larga
experiencia como Secretario de Comisión, saben que en un debate en
general se consideran los conceptos, no la redacción naturalmente, de las
distintas preceptivas que componen un artículo o el proyecto.
El señor EVANS señala que está de acuerdo; pero lo que debe resolverse
ahora, como con razón señaló el señor Guzmán, es si el debate en general
está agotado y, en consecuencia, corresponde entrar a la discusión en
particular.
Agrega que el señor Silva Bascuñán se felicitó ayer del hecho de que se
eliminara del texto constitucional futuro la frase vigente en la actualidad de
que “no podrá ser constitutivo de delito sustentar o difundir cualquier idea
política”. Y dijo —o él lo entendió así— que se felicitaba de ello por cuanto la
prohibición de que se configuraran delitos por sustentar o difundir cualquier
idea política constituía una discriminación en contra de las ideas políticas,
porque la libertad de expresión suponía la posibilidad de difundir cualquier
idea, fuera ella política o no política. En otras palabras, quiere entender que
el señor Silva Bascuñán —está seguro de que éste es su pensamiento y, por
cierto, también el suyo—, no quiso decir que se elimina tal frase porque no
podrá ser constitutivo de delito sustentar o difundir cualquier idea, sino
como todos entienden, porque hay ideas cuya difusión puede ser
constitutiva de delito si la ley así lo declara, fueren tales ideas políticas o no
lo sean. El concepto de idea que a este respecto procede, es el que
consigna el Diccionario: “Concepto, opinión o juicio formado de una persona
o cosa”. Es evidente que tal “concepto, opinión o juicio”, llamado idea,
puede expresarse normalmente sin censura previa y sin que constituya
delito; pero determinadas ideas, sean políticas o no, no obstante que
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 154 de 709
El señor ORTUZAR (Presidente) señala que, en todo caso, cree que ha sido
muy útil la aclaración del señor Guzmán. La comparte plenamente porque
quedó con la misma preocupación.
El señor OVALLE expresa que tanto el señor Presidente como el señor Díez
le interpretaron plenamente en relación al Consejo que se crea. Y, en tal
sentido, está plenamente de acuerdo con lo que se ha expresado en cuanto
a que no se puede consagrar la tuición de la libertad de expresión a nadie y,
además, en que, si alguna labor se puede encomendar a este Consejo
especial, ella no es otra que la de estudiar las concesiones que sea
necesario otorgar; pero en ningún caso darle otras tareas, porque cree que
la sanción por los delitos que corresponda y la fiscalización consiguiente
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 155 de 709
Agrega que, con respecto a los partidos políticos, es un problema del cual
no desea hacerse cargo en esta oportunidad y, más bien, desea acatar la
indicación del señor Guzmán. Sólo señala que el extraordinario brillo,
talento e imaginación del señor Díez han podido mover al señor Presidente
a compartir la opinión de aquél. Comprende que el señor Díez esté
equivocado, como lo demostrará en el desarrollo del debate, aún cuando
reconoce que, al exponer sus puntos de vista, la fuerza de sus argumentos,
la simpatía de sus expresiones y hasta su propia voz, le inclinaron a estar
de acuerdo con él; pero los conceptos no los pueden compartir, sobre todo,
en la parte en que expresa haciéndose cargo de una de las objeciones
prácticas hechas aquí, que las personas naturales van a poner a su nombre
las radio-emisoras, cosa que también podrían hacer los partidos. Dijo que
eso era mejor porque, además, los partidos tienen corrientes y esas
personas podrían pertenecer a una determinada corriente, que puede no ser
mayoría. En concepto del señor Ovalle sería peor, porque querría decir,
entonces, que una corriente del partido tendría radioemisora, y la otra, no.
Al respecto, prefiere las cosas claras, porque los partidos van a tener
radiodifusoras de todas maneras.
El señor EVANS acota que ese fue el argumento que se dio ayer y que él
rechazó. Agrega que será muy breve, pues sólo tiene tres o cuatro
observaciones de carácter general, aparte hacer una corta alusión a lo dicho
por el señor Díez acerca del acceso de los partidos políticos a la .propiedad
de la radiodifusión.
El señor Evans expresa que en esto es muy categórico: cree que un gran
defecto, el más importante defecto de la ley de Abusos de Publicidad fue el
haber consagrado como figura delictiva ésta que les está volviendo a
proponer el señor Ovalle: faltar a la verdad en la información, porque
impone al periodista la obligación de no mentir, lo que, en la vertiginosidad
del periodismo contemporáneo, implica otra obligación extremadamente
difícil de realizar, que es la de no equivocarse. Y no sabe el señor Evans en
qué medida pueda haber una legislación que distinga cuándo el periodista
faltó a la verdad en forma deliberada, obcecada, arbitraria, y cuando se
equivocó, dentro de la rapidez con que debe trabajar el periodista de hoy.
La reforma que el Gobierno siguiente al del señor Alessandri hizo a la ley de
Abusos de Publicidad eliminó esa figura delictiva. Y en ella hubo, si mal no
recuerda, una apreciación del Congreso, emitida en 1965, prácticamente
unánime: se estimó que no podía ser constitutivo de delito el faltar a la
verdad, salvo que, faltando a la verdad, se incurriera en otra categoría de
delito o abuso que autónomamente constituyeran figuras delictivas, pero no
que el sólo hecho de que la información fuera falsa implicara la posibilidad
de incurrir en sanciones de tipo penal.
El señor DIEZ señala que considera que el tema que ha planteado el señor
Evans corresponde más bien al debate general y al debate particular. Cree
haber entendido, agrega, al señor Ovalle en una dimensión distinta de la
que lo entendió el señor Evans. Piensa que la prensa, el periodista no es un
juez sentenciador. En consecuencia, no pueden pedirle una investigación
tan exhaustiva de los hechos ni que su información resulte ser perfecta,
porque no tiene tiempo y llega tarde con la información: la rapidez es
requisito esencial del periodismo moderno. Pero sí se puede pedir al
periodista —y ahí, a su juicio, se puede estudiar la constitución de un
delito— que use fuentes de información razonablemente verosímiles. De
manera que un tribunal pueda determinar en conciencia si la fuente que
condujo al periodista a un error era razonablemente verosímil o no, porque
evidentemente hay un error cuando éste perjudica a la vida colectiva. Es
decir, una frase que permita al tribunal actuar en conciencia. Porque hay
errores y errores. Si, por ejemplo, se publica como noticia la muerte de un
candidato dos días antes de una elección, es imposible llevar el desmentido
en cuarenta y ocho horas. Si ese periodista no usa ninguna fuente
razonablemente verosímil, sino sólo el fruto de su invención, ¿qué delito
comete? Hay evidentemente un delito, hay una falta de información
destinada a perturbar un proceso de la comunidad, como es una elección,
que influye en el proceso y perturba el resultado, que no tiene ninguna
fuente aparentemente verosímil y que tampoco da acción penal de especie
alguna, ya que no ha imputado delito ni ha injuriado. Añade que los
ejemplos de esta naturaleza se pueden multiplicar, y en los cuales ya no se
trata del periodista que se equivoca en la información. Porque si un senador
o un ministro da una información y ésta resulta equivocada, no es
responsable el periodista, ya que es esa una fuente razonablemente
verosímil.
Respecto de este punto, él mismo expresó que frente a las resoluciones del
Consejo de Comunicación Social —del que es ferviente partidario—, o por lo
menos de algunas, debiera existir la posibilidad de recurrir ante los
tribunales de justicia. Alguien le dice que ante la Corte Suprema, y le
parece bien. Piensa que algo deben empezar a consultar a la Corte Suprema
respecto de si no sería conveniente el establecimiento de una Sala de
Garantías Constitucionales. En muchos países, la solución ha consistido en
un tribunal especial de garantías constitucionales. Por lo cual se pregunta si
¿no sería del caso que la Corte Suprema dispusiera una Sala de Garantías
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 159 de 709
El señor SILVA BASCUÑAN opina que es más natural que sea primero la de
informar.
Desde luego, los técnicos en esta materia llegan muchas veces a la
conclusión de que es muy difícil distinguir en forma absoluta y categórica la
información de la opinión. Porque en la manera como se presenta la
información hay una opinión; porque en la selección del hecho, en la
proporción que se le dé, en la forma como se da a conocer la información y
la opinión pueden ser la misma cosa.
El señor DIEZ cree que el debate lógico está un poco fuera de lugar. Ambas
no constituyen, a su juicio, el género y la especie, sino que son expresiones
distintas de una misma libertad, así es que no le importa el orden en que se
pongan.
los delitos y los abusos y decir que éstos sólo se penan cuando la ley los ha
conminado con una sanción. Ya se verá en la legislación penal cuál es el
tipo de actos que configuran un delito que merecen una sanción y en qué
casos se sanciona el abuso. La forma de penalidad será distinta, pero el
régimen es el mismo.
Por lo tanto, considera que lo propuesto por el señor Guzmán en este punto
es mejor que lo que ha sugerido la Subcomisión, pues se trata de una
distinción carente de base, porque siempre el delito tiene que ser un tipo de
conducta que el legislador estima que merece la sanción, lo mismo que el
abuso.
El señor SILVA BASCUÑAN señala que hay dos conceptos distintos: uno es
cómo sale la opinión del autor —de palabra, por escrito, por imagen: en
cualquier forma—, y otro, cómo se publica en el medio correspondiente. De
manera que son dos cosas diferentes: la forma y el medio.
Le parece que un problema que está vinculado con esta redacción es el que
dice relación con las limitaciones relativas a la moral, al orden público y a la
seguridad nacional.
Podría tal vez contemplarse alguna fórmula de manera que las limitaciones
pudieran consagrarse tanto para la libertad de informar como para el
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 163 de 709
Concuerda con el señor Evans en que ésta es una materia propia de la ley.
Quisiera que el constituyente hiciera algún encargo al legislador en la
disposición. Quizás, también se podría tomar el acuerdo de dejar una en las
actas por la unanimidad de la Comisión. Quisiera hacer un encargo al
legislador en dos materias. Primero, en lo relativo a la libertad de
información, que antes no estaba, dejarle al legislador el encargo de
sancionar la información falsa que no provenga de fuentes razonablemente
verosímiles, o la información maliciosa, o la información destinada, de
alguna manera, a perturbar la marcha normal de las actividades de la
comunidad. Ese es un encargo que dice relación a esta nueva garantía que
se está estableciendo, o a esta especificación que se está estableciendo en
cuanto a la libertad de información, que estaba implícita en el texto de la
Constitución anterior.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 165 de 709
El señor OVALLE hace presente que este debate surgió a raíz de su opinión
sobre las limitaciones al derecho a ser informado que se consagran en la
proposición del señor Guzmán. Dicha indicación implica las limitaciones
derivadas de la moral, el orden público, la seguridad nacional y la vida
privada. Señaló que no le parecía que tales limitaciones fueran propias del
derecho a ser informado, sino que si alguna materia estaba afectada por
ellas, era previamente el derecho a informar. Y el curso del debate y de las
conversaciones posteriores le han afirmado en su opinión en el sentido de
que esas limitaciones no pueden estar referidas al derecho a ser informado.
Ello es evidente, porque si hay informaciones en un medio de comunicación
que afectan la moral, el orden público, la seguridad nacional y la vida
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 166 de 709
Por otra parte, le parece muy claro que la libertad para emitir opiniones y
para informar no puede, en modo alguno, afectar la moral, el orden público,
la seguridad nacional ni tampoco la vida privada de las personas. Este es un
hecho evidente, y quien así lo hiciere, debe responder de ello.
Guzmán— explicita esta última, ya no le parece tan claro que las limitantes
impliquen censura.
Explica por qué opina de esta manera. Si alguien reclama el derecho a ser
informado de un órgano o de un medio de comunicación, éste podría decir:
“discúlpeme, yo no informo sobre esto, y no estoy violando la Constitución,
por estar sometido a tales y cuales limitaciones”. En otras palabras, podría
darse el caso de que, como la Constitución asegura a todos los habitantes
de la República el derecho de ser informados veraz, oportuna y
objetivamente, si se consagra solamente esto sin limitaciones, querría decir
que es obligación del medio de comunicación social cumplir el encargo de
informar de todo, de manera veraz, oportuna y objetiva, afectando a quien
sea. ¿Afecta al orden público? Una lástima. ¿Afecta la moral? Lamentable.
¿Afecta la vida privada? Una pena. Habrá obligación constitucional de
informar de todo cuanto ocurra. Si no se establece, por lo menos, la
limitación de que en algunos aspectos hay que andar con tino —seguridad
nacional, la moral, el orden público, o las limitantes que haya—, el órgano
de difusión tiene que informar de todo aquello que él conozca, porque hay
una obligación del constituyente que asegura a todos los habitantes de la
República la información de todo, sin limitación de ninguna especie.
Enteramente distinta es la figura cuando el órgano de comunicación social
informa, o cuando la persona o el habitante de la República informa. ¿Qué
les garantiza la Constitución? Decir lo que quiera, sin limitación de ninguna
naturaleza en su opinión, en su expresión. Pero si comete delito o abuso,
será sancionado. A su juicio, las dos posiciones son diferentes. Es cierto que
un derecho puede estar implícito en otro, pero cuando se explícita hay que
tener cuidado, por cuanto el órgano de comunicación social dirá que está
cumpliendo el claro mandato del constituyente; dirá que tiene la obligación
de informar de todo a todos, con una salvedad: que debe hacerlo en forma
veraz, oportuna y objetiva.
Ahora bien, no hay que perder de vista que el concepto del derecho a una
información veraz, oportuna y objetiva sobre el acontecer nacional e
internacional es de índole fundamentalmente doctrinaria, y todavía refuerza
este carácter la circunstancia de que sería un concepto naciente dentro de
nuestra estructura constitucional, porque es la evolución de los hechos la
que siempre va dando a los conceptos nuevos un perfil más nítido desde el
punto de vista jurídico, preceptivo o, incluso, jurisprudencial.
Por ello, estima que no se debe perder de vista que la consagración de este
derecho se sitúa dentro de un marco que es relativamente doctrinario, pero
que exige ser sumamente precisos en el carácter que se le conceda a este
derecho. Considera que el derecho de la comunidad de ser informada tiende
a evitar la asfixia o retardo en la información que la comunidad nacional
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 169 de 709
debe tener de cuanto ocurre en el mundo y dentro del país y que le resulta
de interés.
El señor DIEZ opina que quizás haya acuerdo, sin perjuicio del desacuerdo
en las palabras.
Cree que la discusión de este inciso no debe ser separada en este punto,
porque él liga de manera íntima a los dos conceptos.
Subraya que las limitaciones al derecho a la información están bien
colocadas donde están, porque son limitaciones a eso: al derecho a la
información, y no pueden envolver facultades de censura previa.
Insiste en que sin perjuicio de todos los delitos y abusos que se consagran
en el ejercicio de la libertad de opinión y que la libertad de opinión debe ser
siempre sin censura previa, el derecho a la información, conceptualmente
entendido, debe aceptarse y consagrarse entendiendo que él tiene límites,
en el sentido de que esa facultad de todo ciudadano no es extensiva ni
limitada a todo el acontecer nacional e internacional, y puede serle
restringida en una determinada información en consideración a los factores
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 170 de 709
que aquí se señalan. Esto no puede envolver censura previa; no tiene nada
que ver. Si alguien, en el ejercicio de la libertad de opinión quiere informar
algo, allá lo informará y responderá de los delitos y abusos. En eso no se
puede mezclar nadie.
¿Qué valor práctico tiene esta disposición, aparte de lo que entiende o trata
de buscar en el sentido de su acierto teórico? Tiene el sentido práctico de
que el Estado, las autoridades, en algunos momentos determinados, a
través de normas jurídicas no necesariamente de rango legal —y por eso
también se opone a que se remita esto al legislador, porque de lo contrario,
si no se dicta la ley, se entenderá que todas estas limitaciones no regirán
mientras la ley no sea dictada— pueden prohibir o disponer que
determinada información no debe darse ni trascender la luz pública, como
ocurre por ejemplo con todas las materias relativas a la seguridad nacional,
donde son los propios mandos militares o los estados mayores los que le
asignan a una materia determinada el carácter de reservada.
Aquí hay tres aspectos del problema: uno, la libertad de opinar, la libertad
de informar y la libertad de ser informado; y uno que se debe agregar, en
su concepto, a la proposición del señor Guzmán, que es el derecho de
informarse que está referido principalmente a que los órganos informativos
deben garantizar el acceso a la fuente.
El señor GUZMAN aclara que quiso decir que la autoridad podría no darla.
tal limitación en cualquiera de los dos aspectos del problema, tiene las
mismas consecuencias.
El señor SILVA BASCUÑAN dice mirar las cosas en una forma más sencilla.
Cree que se ha incurrido en un exceso de sutileza innecesario, porque
nuestro ordenamiento jurídico se las ha arreglado perfectamente bien sin
este extremo sofisticado de disquisiciones.
Dice que no puede aceptar este criterio —y que cree realmente que de su
indicación no deriva una posible interpretación acertada en ese sentido—,
porque el problema reside en una cosa muy simple: la censura previa es un
acto material que impide a una persona dar información o emitir una
opinión.
El señor EVANS advierte que era una inquietud no sólo suya, sino que
también la habían manifestado los señores Ovalle y Díez.
El señor GUZMAN explica que recoge las palabras del señor Evans, porque
él las manifestó con más énfasis, pero se refiere, en realidad, a todos.
El señor DIEZ hace presente que aclaradas así las cosas, todos están de
acuerdo en el fondo.
El señor GUZMAN manifiesta que ello es efectivo. Cree que todos están de
acuerdo en los conceptos. Lo que dificulta la tarea en este instante es la
formulación.
Lo que no puede haber aquí es una censura, ya que quien divulga una
noticia sólo responderá jurídicamente. Si es delito, responderá por el delito.
Si es abuso, responderá por el abuso. Si es trasgresión de una prohibición,
responderá por la trasgresión de la prohibición.
Pero una consideración adicional. La persona afectada, por una ley o de una
disposición de autoridad de rango inferior, puede alegar perfectamente su
inconstitucionalidad o ilegalidad. De manera que la ley tampoco es
omnímoda ni soberana para establecer todo lo que quiera en la tipificación
de los delitos o abusos que se cometan en el ejercicio de la libertad, porque,
si una ley de abusos de publicidad llega tan lejos que, en realidad, deja sin
contenido a la libertad de información y de opinión, podrá reclamarse en su
contra de inconstitucionalidad e inaplicabiidad ante los tribunales de justicia.
El otro problema que hay envuelto en esto y que, a su juicio, sería previo
esclarecer, para que el señor Díez pueda traer esa redacción, es el de si se
va o no a consagrar como garantía constitucional, de acuerdo con lo que ha
planteado el señor Guzmán, el derecho a ser informado veraz, oportuna y
objetivamente.
El señor DIEZ destaca que quizás pudiera existir otra posibilidad, distinta de
la de encomendar a la ley. Y, tal vez, una redacción de la disposición
constitucional podría ser más o menos de esta manera: “La Constitución
asegura a todos los habitantes de la República la libertad de opinión, la
libertad de informar, el acceso a las fuentes de información y el derecho a
ser informado veraz, oportuna y objetivamente, todo sin otra limitación que
el orden público, la seguridad”, etcétera, Inciso siguiente: “La libertad de
informar y la de emitir opiniones se ejercerán sin censura previa y sin
perjuicio de responder de los abusos y delitos”.
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El señor EVANS anota que eso tiene un problema: resulta que la libertad de
informar ya no sólo queda sometida a la represión de los delitos y abusos,
sino que, además, queda condicionada en su ejercicio por el respeto a tales
y cuales valores jurídicos.
El señor DIEZ replica que la otra posibilidad es volver a la idea de que la ley
deberá reglamentar la libertad de información.
El señor OVALLE cree que aquí hay un error de concepto. Parece que este
derecho a ser informado veraz, oportuna y objetivamente se entendiera
como que los órganos que informan tienen la obligación de informar lo que
quieren informar. No. La libertad de informar consiste precisamente en que
cada órgano, siendo veraz, informe lo que desea.
Hay que tomar en cuenta que el derecho a ser informado no puede tener
otra limitación que aquella que afecta a la libertad de opinión. Si la libertad
de opinión tiene como limitantes los delitos y los abusos, esos mismos son
los que pueden ser limitantes del derecho a ser informado.
El señor EVANS afirma que eso es correcto. Y recuerda que sostuvo que
debían estar sometidas al mismo estatuto jurídico. Lo que pasa es que en
un caso tienen carácter represivo y en el otro operan Como mecanismo
preventivo, en la medida en que los periodistas respetan la ley.
El señor SCHWEITZER (Presidente de la Subcomisión de Medios de
Comunicación Social) considera totalmente inaplicable el sistema. Porque,
en la medida en que se quiere prevenir sobre la base de delitos y abusos, se
agranda de tal manera el campo preventivo, que no es la intención que
tiene el precepto.
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Explica que si se dice que la libertad de emitir opinión sólo tiene como
limitantes los abusos y los delitos, resulta que cuando se habla del derecho
a ser informado, no se pretende que éste tenga tantas limitantes, sino
muchos menos. Pone el ejemplo de la Ley de Abusos de Publicidad.
El señor EVANS recuerda que ha sostenido que parte de la base de que las
leyes que sancionan delitos y abusos de publicidad tienden a cautelar los
bienes jurídicos llamados “moral”, “buenas costumbres”, “orden público”,
“seguridad del Estado”, “privacidad de las personas”.
Ahora bien, si se habla de la economía nacional, por último tanto ésta como
su funcionamiento normal son un factor o un valor involucrado dentro del
concepto de seguridad nacional. De manera que en esta materia se puede
extender casi indefinidamente.
¿Qué tiene que ver el derecho que hay a ser informado veraz y
oportunamente con que un señor que edita un periódico no haya inscrito su
nombre en la Intendencia de Santiago?
El señor GUZMAN dice que en los últimos minutos de esta confusa sesión
quisiera señalar lo siguiente. Ha pensado mucho este tema y por eso lo
defiende con ahínco. Nada de lo que ha propuesto es una improvisación,
porque, con motivo de la benevolencia de la Comisión en prorrogarle el
plazo, tuvo bastante tiempo para pensar el problema.
—Acordado.
El otro artículo diría: “La libertad de informar y emitir sus opiniones sin
censura previa por cualquier medio, respondiendo de los delitos y abusos
que se cometan en el ejercicio de esta libertad, en los casos y formas
determinados por la ley.”.
Por último, ofrece la palabra sobre este texto que, reitera, sólo persigue el
propósito de facilitar el debate, aparte estar especialmente encuadrado
dentro de ciertas sugerencias, que comparte, formuladas por el señor Díez.
La segunda —antes de tocar los puntos que para él son los temas de fondo
que deben discernirse— es que cree que se está ante una dificultad de
orden esencialmente conceptual. No ve tampoco que haya aquí, tal vez, una
discrepancia dentro de la Comisión desde el punto de vista pragmático de la
preceptiva que pueda resultar más eficaz para los objetivos que se
persiguen, sino que se está frente a una dificultad perfectamente natural:
dar a los preceptos, junto a la mayor eficacia práctica que están buscando,
la mayor perfección desde un punto de vista conceptual, que también ellos
requieren por el rango constitucional que’ están llamados a tener y,
además, por la importancia del tema mismo que se está analizando.
aquellas otras entidades señaladas por la ley. En todo caso, concluye que
siempre queda clarificado el término, porque considera que tal como lo
redactó la Subcomisión, y lo recogió la Mesa, si bien implícitamente conduce
a los mismos resultados prácticos, en razón de la historia constitucional y
legislativa habida sobre la materia puede inducir a ciertas confusiones.
El señor GUZMAN concuerda con el señor Presidente. Por eso, dice, está
dando su opinión sobre estos puntos previos presentados por la Mesa.
Respecto del artículo final propuesto por ella —que es el fruto de algo que
aprobó la Comisión hace un tiempo—, expresa que quiere insistir en el
punto de vista que el señor Díez sustentó en una sesión pasada. Cree que lo
esencial es determinar cuáles son aquellas bases fundamentales de la
institucionalidad chilena que se entienden consustanciales al régimen
constitucional que se establecerá y sobre las cuales no pueden admitirse
ataques que las vulneren, o, dicho de una manera todavía más categórica.,
cuáles son aquellas materias frente a las que el pluralismo ideológico se ve
limitado o cesa, y se exige de parte de quienes actúan dentro del sistema el
respeto y acatamiento de esas normas en su acción cívica. Estima
insuficiente la referencia a las bases esenciales del Estado de Derecho o del
régimen democrático de Gobierno, porque considera que con ello se estaría
comprendiendo sólo algunas bases y no todas; y se inclina a pensar que la
sugerencia formulada por el señor Díez en sesiones pasadas en cuanto a
extender este tema a lo consignado en los artículos 2°, 3º, 4º y 6° del
Capítulo 1 del anteproyecto de nueva Constitución, es lo que resultaría
conveniente y adecuado para garantizar efectivamente lo que se pretende
cautelar, ya que, a su modo de ver, tanto o más grave que atacar al
régimen democrático es atentar contra la familia, el concepto de soberanía,
el de bien común y el de participación social que se está consagrando,
concepto este último que permite efectivamente dar vida a ese régimen
democrático institucional y al funcionamiento de los órganos de autoridad
que se desea establecer.
Así como dijeron, prosigue, que era deber del Estado y de la comunidad
nacional toda concurrir a la educación, sin perjuicio del derecho preferente
de los padres y los particulares a intervenir, y después consagraron la
libertad de enseñanza —para afianzar ese principio de subsidiariedad
expresado en la preeminencia que acaba de señalar— cree que aquí
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 194 de 709
El señor DIEZ comparte, en cierta medida, las palabras del señor Guzmán y
las finalidades, pero hacer una Constitución en una materia tan delicada
como ésta, a su juicio, no es sólo asunto de ordenamiento intelectual —en
el cual todos pueden estar de acuerdo—, sino también de un ordenamiento
práctico.
Pero agrega que es partidario de eliminar la frase “sin otras limitaciones que
las derivadas”, porque, aunque teóricamente son bienes jurídicos distintos,
se goza del derecho a ser informado, precisamente, a través de la
información. De ahí que cree que es a la información la que hay que poner
la cortapisa y las limitaciones, y no al recipiente, que es quien recibe la
información.
El señor EVANS expresa que se alegra mucho de haber escuchado todo este
debate, porque ahora está viendo en forma más clara cuál debe ser el
ordenamiento de la preceptiva constitucional.
En seguida, señala que cree que el enfoque para poder situarse en una y
otra de estas garantías y poder ubicar de manera adecuada los bienes
jurídicos que cada una de ellas cautela, está en que debe irse primero a lo
que se produce primero, que es la emisión de las opiniones y de las
informaciones; después viene, obviamente, la recepción de ellas, el
conocimiento de lo que se dice y de las informaciones que proporcionan los
medios de comunicación social o cualquier otro sistema o mecanismo
utilizado por la comunidad para permitir que los hombres se comuniquen
entre sí.
Cree, sí, que hay en el Capítulo Primero otros bienes jurídicos importantes.
El señor Guzmán ha recordado la familia. Por qué no hablar, propone,
sencillamente, de que “la ley sancionará especialmente los delitos y abusos
que afecten los preceptos fundamentales de esta Constitución”. Porque la
seguridad nacional también está en esta preceptiva fundamental.
El señor DIEZ hace presente que ya se había pensado en eso. Pero que aún
se encuentra también lo del Estado unitario. Anata que, por ejemplo, él
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 200 de 709
El señor EVANS concuerda con el señor Díez, pero propone dejar el Capítulo
Primero con algunos conceptos como el de Estado unitario o el de
descentralización, y agrupar en un capítulo determinado los preceptos
fundamentales.
El señor DIEZ solicita una interrupción sobre este punto que lo considera
fundamental, porque se están poniendo de acuerdo en lo básico, que son
los bienes que se quiere proteger frente a los posibles excesos en el
ejercicio de las libertades en estudio.
El señor ORTUZAR (Presidente) explica que esa idea surgió del señor Díez,
quien estima que no sólo existen delitos y abusos contra las personas, sino
los que denominó “delitos y abusos contra la comunidad”. En estos
términos, quiso comprender, precisamente, los valores y principios a que se
ha referido el señor Evans, los mismos que, en realidad, quiso comprender
la Mesa, en una enumeración tal vez demasiado detallada, y la misma que
quiso comprender la Mesa al referirse, en el artículo 27 (30), a las bases
esenciales del Estado de Derecho. La verdad, anota, es que ésa era la
intención de la Mesa y, en este sentido, concuerda con la indicación o
sugerencia del señor Evans.
Por eso, piensa que ésas son las dos caras, los dos elementos que juegan
en este derecho, que es el de “recibir informaciones veraces, oportunas y
objetivas sobre el acontecer nacional e internacional” y “la libre circulación,
remisión y transmisión, por cualquier medio, de escritos, impresos y
noticias”. Esto debe estar limitado, piensa por la siguiente frase: “Todo ello
sin que se vulneren los preceptos legales que tipifican los delitos y abusos a
que se refiere el número anterior”.
Cree que está bien claro que existen dos materias que todavía se están
discutiendo en su núcleo esencial: el derecho a ser informado y el derecho a
informar.
De esta manera, concluye, habrá toda una norma que permitirá al legislador
disponer de una base constitucional para establecer aquellas situaciones de
excepción frente a las cuales cesa la obligación de informar que
genéricamente tiene todo el mundo. Porque considera evidente que ello
corresponde al derecho genérico que todos tienen de ser informados; pero
también lo es el hecho de que hay situaciones en las cuales esa obligación
de informar no existe y, por consiguiente, deberá ser precisada por el
legislador.
En lo relativo al derecho a informar, le parece que es integrante —cree que
todos están de acuerdo en ello— de la libertad de opinión y, por lo tanto,
debe estar sometido al mismo régimen. Pues bien, agrega, en esta materia
constituyen excepción, lógicamente, los abusos y delitos que se cometan en
el ejercicio de dicha facultad. Destaca que en esto deben ser firmes —por lo
menos él se mantendrá en esta posición— y no colocar más aditamentos,
porque el constituyente quiere que todos los valores que están expresados
en la Carta Fundamental sean defendidos por el legislador. Y será éste
quien determine en qué momento y respecto de qué valor, en qué aspecto
de ese valor, en qué circunstancia corresponde, en el hecho, que sea
defendido.
Señala que al final de la sesión pasada manifestó al señor Evans que había
determinadas limitaciones al derecho de informar o de emitir opinión que no
podían ser aplicables, sin embargo, al derecho de ser informado. Destaca
que desea “explicitar” un poco más lo que entonces dijo.
A su juicio, las limitaciones al derecho de informar o de emitir opinión como
lo establece la propia Constitución consisten en lo siguiente: “Diga usted
todo lo que quiera; es más, dígalo en Ja forma que quiera, pero usted va a
responder de lo que hace”. Ese es, prosigue, lo que se denomina el límite
“ex post” a la libertad de información, el cual no puede constituir un límite
de la comunidad para recibir la información Primero, porque puede haber
limitaciones constitutivas ya de delitos, ya de abusos, en cuanto a la forma
como el sujeto puede informar y, sin embargo, se tiene derecho de ser
informado. Piensa, por ejemplo, en un producto que se va a comercializar,
Existe, anota, el derecho a saber que ese producto existe; no obstante, el
titular del derecho de opinión o del derecho de informar puede dar a
conocer la información de manera tal que constituya delito. Estima que no
es el ánimo del constituyente establecer esta limitación al ciudadano que
tiene derecho de ser informado: puede ser un delito el modo como se
informa o emite opinión, pero ello no constituye una limitante del derecho
de ser informado que inhabilite al ciudadano para recibir la información.
El señor GUZMAN expresa que respecto del primer punto estima que hay
consenso en la Comisión para establecer separadamente el derecho de ser
informado.
El señor ORTUZAR (Presidente) precisa que ella está referida a los medios
de comunicación social, y que no debe olvidarse que es una especie.
Por último, hace presente que desea terminar expresando que, a su juicio,
no podría jamás desprenderse en forma legítima de un precepto como el
que él presentó la idea de que pudiera autorizarse la censura previa. Cree
que eso no podría ocurrir jamás, por cuanto es evidente que la libertad de
informar sin censura previa está garantizada luego.
—Acordado.
Concuerda con el señor Guzmán en que hay cosas que deben estar
entregadas a la norma legal, y para eso se habla de responder por los
delitos y abusos que se cometan en el ejercicio de las libertades de informar
y de opinar “en conformidad a la ley”. Pero cree que, aparte las que se
quiere establecer en el artículo 27, hay dos cosas sustanciales que no deben
dejarse a la ley, sino que consagrarse como principios de jerarquía
constitucional: que la libertad de información estará limitada por la
seguridad nacional y por la privacidad de las personas, sin perjuicio de que
las disposiciones legales señalen y tipifiquen toda clase de delitos y abusos
que puedan cometerse contra la moral, las buenas costumbres, el orden
público, etcétera. Se trata de que, aun sin ley, los tribunales de justicia, a
los cuales se encargue en definitiva resolver los conflictos que se produzcan
en esta materia, puedan enriquecer con la jurisprudencia el concepto de
seguridad nacional que estará consagrado en otro artículo de la Constitución
y delimitar hasta dónde alcanza la privacidad de las personas, lo que
dependerá indiscutiblemente de los hábitos, las costumbres y las prácticas,
y que variará seguramente de una época a otra.
Además, están aquellos principios que son bases fundamentales del Estado
y que necesitan, a su juicio, un artículo especial, junto con la libertad de
enseñanza, porque guardan relación. En caso contrario, habría sido
partidario de ponerlos aquí como un inciso o como un numero especial.
El señor SILVA BASCUÑAN opina que, desde luego, no puede haber armonía
y coincidencia de esferas entre los valores que serán sostenidos en los
derechos a opinar y a informar, comparados los que deban asegurarse
antes de emitir la opinión o darse la información con los que se resguardan,
después de emitida la opinión o la información, por los delitos y abusos que
se configuren, porque estos últimos serán de una universalidad de valores
bastante importante —como es lógico—, ya que hay muchos principios que
sostener y que pueden quebrantarse después de emitida la opinión o de
expresada la información.
El señor DIEZ hace presente que, desde ese ángulo, encuentra la razón al
señor Guzmán.
Agrega que lo único que aprecia claro hasta este instante es que, en
principio, habría acuerdo mayoritario para consagrar dos números
diferentes, lo que no se había dicho y que le impedía entender este alcance
relativo al “número siguiente”. El primero, relacionado con el derecho a
recibir una información veraz, oportuna y objetiva, sobre el acontecer,
nacional e internacional; el segundo, relacionado con la libertad de informar
y de emitir opiniones.
Ahora bien, con respecto al primero, ve claro también que habría acuerdo
para establecer un precepto, ya sea en los términos en que lo propone el
señor Guzmán o en otros similares, que considere el deber de la comunidad
nacional de colaborar al ejercicio de este derecho a recibir información y la
obligación del Estado de contribuir a su desarrollo y perfeccionamiento, todo
ello en conformidad a lo dispuesto en el número siguiente. Esto último se
determinará cuando se vea cómo se ha configurado este número siguiente.
El señor GUZMAN añade que esa fórmula podría conseguir lo mismo que se
pretende con la propuesta. Lo que quiere es que en ningún caso se pueda
desprender de este número oposición con lo que establecerá el siguiente.
Esto es lo que desea que quede claro.
El señor GUZMAN explica que ese último aspecto está para ser discutido,
Pero habría acuerdo en un punto: en que, en el número de la libertad de
información y de opinión, se analizaría en qué forma conviene o procede
reiterar explícitamente estos valores, o algunos de ellos, como limitaciones
de esa libertad, o en qué medida se los deja enteramente como parte de lo
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 221 de 709
El señor DIEZ acota que se trata de la libertad que tiene la ley, para ser
preciso.
El señor DIEZ añade que no hay duda alguna, y que, por cierto es así.
El señor DIEZ reitera que tratándose de una materia tan delicada como ésta
uno tiene derecho a pensarla de nuevo, a repensarla, y a cambiar de
opinión al oír el debate, Eso significa integrar una comisión que esté
elaborando un texto legal de cualquier naturaleza. Aquí no hay amor propio
ni hay posiciones personales. Son tan importantes los bienes jurídicos a los
que se quiere proteger, que él los establecería con jerarquía constitucional,
sin perjuicio de que la ley los explicite.
El señor DIEZ expresa que quiere precisar la forma cómo entiende las
cosas. Es posible —dice— que esté equivocado, pero en esta delicada
materia debe pensarse sin temer que la historia recoja estas
equivocaciones. Piensa que hay que imaginar una determinada situación,
como suponer que el artículo se aprueba diciendo que la libertad de
información está limitada por el orden público, la seguridad nacional y la
privacidad de las personas, pero sin que posteriormente se dicte la ley
respectiva. Si se promulgan las disposiciones legales que determinan las
materias correspondientes al orden público, la forma como se daña la
privacidad de las personas, así como los delitos, abusos y sanciones, no hay
duda alguna de que la norma constitucional será aplicable por medio de la
ley en la medida en que ésta se ampare en la Carta Fundamental, y en esa
forma funcionará el procedimiento normal de la ley. Pero está suponiendo
en el ejemplo que la ley no se dicte —como ha pasado tantas veces en este
país, desde luego en el caso de los tribunales administrativos y en el de la
responsabilidad por el error judicial—. En caso de que la ley no se dicte, la
disposición constitucional no tiene otra función que el encargo a la ley, y los
tribunales no pueden proteger directamente el bien jurídico. Repite que
parte del supuesto de que no se dicte la ley. Si él fuera Ministro de Defensa
Nacional —por poner un ejemplo—, y se negara a dar información, por lo
cual se le acusara constitucionalmente ante el Senado, como sucedía según
la antigua Constitución, por alguien que estimara que está en la obligación
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 224 de 709
Agrega que el señor Díez mencionó dos ejemplos, el segundo de los cuales,
en opinión del señor Guzmán, se presta a confusión por ser sobreabundante
puesto que el primero de ellos justifica plenamente el precepto que está
estudiándose, es decir, el hecho de poner limitaciones al ciudadano común,
al investigador privado, como se ha dicho, o a quien no es un profesional de
la noticia. Luego, él no se referiría al problema de los medios de
información, pues se trata de una materia contenida en el precepto
siguiente.
Quiere explicar las razones que tuvo para allanarse a esta idea. Fueron
fundamentalmente dos: una razón de imagen, que fue traída a colación en
la reunión pasada. Referido a la ley, el texto da mayor tranquilidad al lector
común, al ciudadano común, incluso a la opinión pública nacional e
internacional, respecto de su alcance. En segundo lugar, por una razón de
confianza muy profunda en el sentido de que la legislación pertinente será
dictada. Y la tiene porque, si la legislación no fuera dictada; más aún, si no
fuera dictada en forma coetánea con la promulgación de estos textos —
cualesquiera que sea la oportunidad en que ellos sean promulgados—,
estableciendo los abusos de publicidad y, también necesariamente, por la
vinculación íntima del tema, la preceptiva que ilustrará o precisará las
limitaciones al derecho de ser informado, todo lo que se está haciendo será
letra muerta. Ha llegado a la conclusión de que, en realidad, la Constitución
no es instrumento suficiente para garantizar lo que en esta materia se
desea cautelar. Las palabras pronunciadas por don Jorge Alessandri en el
acto de instalación del Consejo de Estado, efectuado en el día de ayer,
interpretan su pensamiento en esta materia, como también el de varios
miembros de la Comisión, si no de todos, en el sentido de impedir con
vehemencia el libertinaje de prensa. Se requiere una legislación eficaz; si
ésta no se dicta, el texto constitucional respectivo será letra muerta. Es tal
su convencimiento de que estas normas serán dictadas y de que deben ser
dictadas, que no tiene temor de que no lleguen a dictarse.
Por eso, más bien se inclina por aceptar la indicación del señor Guzmán en.
su texto primitivo, tal como él la propuso, cuidando sí, al considerar la
disposición siguiente, de ser muy claros y precisos, para que no sean
invocadas como justificación en una censura previa.
El señor ORTUZAR (Presidente) aduce que ahí está el error. No es para que
la maneje como se le ocurra —cree que, en el fondo, los demás miembros
de la Comisión coinciden plenamente con el señor Silva Bascuñán—, es para
que un medio de comunicación social o una autoridad no dé una
información. ¡Es su facultad darla o no darla; pero jamás podrán invocar
esta limitación constitucional para impedir que se dé, cuando un medio de
comunicación social desea proporcionarla!
El señor DIEZ opina que las cosas deben analizarse desde el punto de vista
práctico, porque la Comisión está haciendo una Constitución para Chile y
conforme a los hábitos de este país. Vuelto Chile a la vida normal, la
preocupación del señor Díez no es por el respecto a la libertad de prensa,
sino por las restricciones a ella. Y esto en razón de que, dada la mentalidad
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 229 de 709
De las expresiones del señor Silva Bascuñán deduce que la Comisión estaría
debilitando la expresión “sin censura previa”, porque la establecerá
expresamente y de manera terminante que “no hay censura previa”. Pero
¿qué pasa cuando esto se dispone directamente en la Constitución?
Significa lo mismo que existe en la ley, o sea, la facultad de los tribunales, a
los cuales se podrá recurrir respecto de la responsabilidad de las personas
que niegan la autoridad ante el organismo encargado de juzgarlas, el cual
puede ser un tribunal de origen político, no constitucional o el que se
establezca.
Finalmente, por lo tanto, cree que aquí sólo cabe una consideración
adicional última, y la hace porque sabe que esta disposición —tiene perfecta
conciencia de ello— será combatida por sectores periodísticos del país; y va
a ser combatida hoy, no mañana. Y a los sectores que la combatan cree que
será preciso contestarles algo que les va a ser difícil de entender en la
primera lectura del texto, aun cuando un razonamiento posterior debiera
tranquilizarlos: es, precisamente, que no se está entregando ni a la
autoridad, ni a los particulares, ni a nadie una libertad, o mejor dicho, un
ámbito de arbitrariedad o capricho para negar información. No. Esta
disposición está concebida no para sancionar al que informa —y eso ha
quedado ya muy en claro en la disposición siguiente—, sino para proteger a
la autoridad que no informa o a la persona privada que, sin ser autoridad,
no informa o no da los medios necesarios para ser informado. Ese es el
sentido de esta norma. Lo subraya: proteger al que no informa. Sea quien
fuere, cualquiera que sea: autoridad, ciudadano particular, entidad pública o
privada; al que, no informa, entendiendo que proceda así en uso o defensa
de uno de los bienes jurídicos protegidos. Es a esa persona a la que se está
protegiendo con esta disposición frente a una acusación que pueda tener
ante quienquiera de haber violado un derecho: el derecho de los ciudadanos
a ser informados. Este, que es el sentido nítido y fundamental del precepto,
está referido, es cierto, a bienes jurídicos en que no sólo la moral, sino que
también los otros tres, son muy amplios. Debe tenerse clara conciencia de
ello, porque de ahí va a provenir tal vez la primera y la casi más superficial
de las críticas. ¡Qué bienes jurídicos tan amplios va a decir en general la
crítica periodística! Porque es cierto, como dice el señor Silva Bascuñán, que
la moral es muy amplia, pero lo es también la seguridad nacional, concepto
de suyo amplio; no lo es menos el orden público ni la vida privada de las
personas. Entonces, se están estableciendo bienes jurídicos que son
efectivamente muy amplios. ¿Dónde está la contrapartida? En que no se
entrega a nadie la facultad libérrima de entender estos bienes jurídicos a su
arbitrio. Lo que en realidad se establece es la facultad de apreciar el
problema, según el leal saber y entender de quien podría dar la
información. Pero, en definitiva, si hay controversia, serán los tribunales los
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 232 de 709
El señor DIEZ agrega que, desde luego, la ley Nº 13.609 que obliga a
contestar las consultas y a dar las informaciones que se solicitan por las
Cámaras. Hay una autoridad administrativa, la que perfectamente puede
decir que esa información no la puede dar porque contraviene a la
seguridad nacional. Es decir, para negar la información no se hará valer la
autoridad administrativa, sino la seguridad nacional. ¿Qué sucedería si las
Oficinas de Informaciones de alguna de las ramas del Congreso Nacional,
por acuerdo de las Cámaras piden una información al Poder Ejecutivo
relativa a una materia determinada? En el estado actual de la legislación
pertinente, el Ejecutivo está obligado a darla. Y con la nueva disposición
constitucional éste no está obligado a hacerlo, y puede contestar que no da
la información porque está comprometida la seguridad nacional, ¿Que
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 233 de 709
No hay que olvidar que en Chile no ha habido obligación, sino en casos muy
contados, para informar y, sin embargo, siempre ha habido abundante
información. Nunca ha estado ahí el problema. Nunca la autoridad ha
retenido información, ¿Por qué, entonces, se consignan ahora estas
limitaciones? Alguien podría replicar y preguntar al señor Díez. Cree que el
señor Díez contestaría con él —el señor Guzmán—: porque ahora se está
consagrando un derecho nuevo, pues antes no estaba consagrado en la
Constitución el derecho a ser informado. No sea cosa, entonces, que la
consagración del derecho, sin estipulación de las limitaciones en forma
clara, pudiera inducir al intérprete a incurrir en equívocos.
En definitiva, le parece que aquí se ha llegado al final del debate, y cree que
la Comisión no debe adentrarse en bizantinismos.
Ese es su único temor, y por eso estima que todo el debate debe estar
centrado en este punto.
El señor GUZMAN dice que lamenta mucho esa última intervención, porque
si ella no va acompañada de una constancia fidedigna en actas de un
acuerdo unánime de la Comisión, se derrumba todo el debate de la sesión.
—Acordado.
Explica que el señor Díez, quien se ausentó hace un instante con el objeto
de traer la indicación que se había comprometido a aportar en esta sesión,
quiere formular una observación respecto de este primer artículo y de su
primer inciso, relativo al derecho a ser informado, referente a la excepción
establecida al final del precepto, que dice: “salvo que en este último caso se
encuentre comprometido el interés nacional”. Piensa —añade— que esto
debe quedar entregado a la ley y que establecerlo en la Constitución
significará un resquicio que permitirá siempre, prácticamente, entrometerse
en la vida privada de las personas. Pero, entretanto, la disposición está
aprobada en esos términos.
El señor SILVA BASCUÑAN declara que permanentemente él ha sido
partidario de que sea el legislador el que determine y configure los valores
que deben ser defendidos y no de señalarlo directamente en la Constitución.
El señor EVANS pregunta quiénes votaron a favor del texto, ya que los
señores Silva Bascuñán, Ovalle y él no están de acuerdo.
El señor ORTUZAR (Presidente) estima que ésta es una razón más para que,
una vez que se tenga configurada la garantía, se analice nuevamente con
mayor detenimiento, pero le parece que, por ahora, por lo menos, es
conveniente seguir avanzando.
Considera que procede abrir debate sobre esta disposición, y añade que con
el señor Díez la estuvieron analizando hace algunos instantes y le formuló
una observación, que él compartió, que dice relación a la segunda parte del
precepto. Le parece que está bien en cuanto establece que “Es deber de la
comunidad nacional”, “y en especial” —agregaría él— “de los medios de
comunicación social”, “colaborar al ejercicio de este derecho”, y suprimiría
la frase “y es obligación del Estado contribuir a su desarrollo y
perfeccionamiento”. A su juicio, si se dispone esto, el Estado, valiéndose de
esta obligación que impone la Constitución, pretenderá naturalmente tener
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 238 de 709
Pero —agrega—, por salvar cualquier duda a este respecto, colocó la frase
final, cuya perfección técnica reconoce que no es la más acabada, y por eso
la entregó a la Comisión como un elemento o antecedente inicial de juicio,
que es la referencia al artículo siguiente. De modo que lo ha hecho en esta
forma para reforzar la idea de que todo ello —o sea, este papel de la
comunidad nacional y esta misión del Estado— debe realizarse en
conformidad a lo dispuesto en el artículo que va a consagrar la libertad de
expresión en su amplia gama.
Le parece que en esta materia debe procederse con el mismo criterio con
que se procedió en materia de derecho a la educación y libertad de
enseñanza, y si se pudiera sostener que esta referencia podría servir de
base para que el Estado se apoderara de los medios de comunicación y
terminara con la libertad de información y de opinión, podría entenderse lo
mismo respecto del Estado con relación a la libertad de enseñanza, lo cual
no cree que pueda, ser válido ni posible, desde el momento en que se
estableció claramente la libertad de enseñanza como garantía constitucional
y se detalló, todavía, su contenido, sus características, sus limitaciones,
etcétera; de manera que no les asaltó ese temor.
Por otra parte —añade—, tampoco se emplearon los términos que emplea
en su indicación el señor Guzmán, sino que se expresó: “Es deber de la
comunidad nacional contribuir al desarrollo y perfeccionamiento de la
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 240 de 709
educación” —no se dijo ahí “del Estado”—, y después se agregó: “El Estado
debe atender las necesidades de la educación como una función prioritaria”,
lo que se hizo especialmente para evitar —y en eso el señor Guzmán fue
prácticamente uno de los paladines— que se pudiera el día de mañana, al
señalar al Estado esta función educativa en una forma destacada,
desconocerse, en cierto modo, el derecho preferente de los padres.
Cree que tal vez podría salvarse el problema si se expresara: “Es deber de
la comunidad nacional y del Estado, y en especial de los medios de
comunicación social, colaborar al ejercicio de este derecho.”.
Añade que el señor Guzmán les ha explicado que, como lo había anticipado,
por lo demás, en sesión anterior, le asaltó inmediatamente la duda de a
quién correspondía la obligación correlativa, pero a él le parece que de
tanta o más importancia que ello es determinar cuál es la obligación
correlativa que abre este derecho.
Por lo tanto, le parece que esa respuesta que se pretende dar al derecho,
que esa obligación correlativa es una obligación correlativa que existe para
todas las garantías constitucionales, y aquí se insertó a título de respuesta,
tal vez porque no se encontró la más adecuada, pero no le parece que sea
lo procedente.
El señor OVALLE estima que ése es otro problema, pero, ya que lo plantea
el señor Guzmán, cree que el Estado tampoco puede ser obligado a dar
otras informaciones que aquellas que dicen relación a su propia actividad, y
los organismos del Estado tendrán que informar sobre aquello que sea
susceptible de ser informado. Pero si no informan se podrá requerir la
información, porque tampoco pueden desarrollar su gobierno en forma
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 243 de 709
Por este motivo, cree que el debate está mal planteado desde sus inicios,
porque el derecho a ser informado no es un derecho específico, sino que es
la consecuencia natural de la existencia de esta libertad básica que es la de
opinión, que conlleva una libertad que es distinta de ella, ó que forma parte
de ella como una especie del género, que es la libertad de información.
Por eso, estima que el problema debe ser replanteado, y, además, con
respecto a la libertad de información, debe volverse, en su opinión, al inciso
segundo planteado por la Subcomisión, que le parece de extraordinaria
importancia y una protección adecuada a los derechos del periodista para
informarse, porque éste sí que tiene derecho a informarse. Cree que de aquí
viene el error de concepto, es decir, que el derecho a informarse del
periodista se confundió con el derecho a informarse de toda la población,
que no es positivo ni activo.
Hace presente que por estas razones no ha concurrido a aprobar la
disposición en la forma en que fue despachado, consecuente, por lo demás,
con lo que había expresado en su primera intervención sobre esta materia,
antes de ausentarse obligadamente de la capital.
Por este motivo, cree que el inciso que se debiera aprobar como
contrapartida a este derecho es lo que ha propuesto el señor Evans,
señalando claramente en la historia del establecimiento de la ley lo
expresado en esta sesión, y que el derecho a ser informado no sólo es
violado por el Estado cuando prohíbe en forma práctica la circulación, sino
que, cuando a través de algunas de sus agencias, hace alguna
discriminación en cuanto a la libre circulación de las noticias dentro del país,
y añade que en esto tiene una opinión bastante clara, aunque esté
equivocado. Por ello estima peligroso —y cree que no representa la
intención del señor Guzmán, cuyo pensamiento es de todos conocido— decir
que es deber de la comunidad nacional colaborar al ejercicio de este
derecho y obligación del Estado contribuir a su desarrollo y
perfeccionamiento, porque es abrir un gran resquicio para que el Estado,
aduciendo que debe perfeccionar el derecho a informar, y por tener la
potencialidad económica que se requiere, mantenga una radio, un canal de
televisión y un diario en cada ciudad del país, en cumplimiento de la
obligación de llevar la información a todos los chilenos. Señala que así se va
edificando el sistema totalitario, en circunstancias de que la realidad de las
cosas es que en todo el mundo libre la noticia circula y llega hasta los más
recónditos rincones cuando hay un Estado respetuoso, en lo veraz y en lo
moral, de esta obligación. Estima, además, que el Estado informante es un
Estado desinformante, y se ha tenido absoluta experiencia en Chile al
respecto, puesto que nadie puede sostener que los diarios o revistas que el
Estado ha tenido en sus manos en la historia de la vida política chilena,
hayan llevado información adecuada. Al contrario, le parece que a menudo
han llevado la distorsión de la información y se transforman en medios de
publicidad a favor del partido gobernante, casi sin ninguna excepción desde
que existieron en los medios políticos chilenos. Dado el desequilibrio —
agrega— cada vez mayor que se va produciendo entre las posibilidades del
Estado y la de los particulares, la tecnología cada vez más avanzada y
costosa, y el hecho de que el Estado tenga, de una manera u otra, la
concesión de los canales de televisión y de las radios, esto de afirmar que
es obligación del Estado contribuir al desarrollo y perfeccionamiento de los
medios de comunicación social lo considera sumamente peligroso. Cree que
es evidente que la redacción escapa a las ideas del señor Guzmán, y declara
que él no está combatiendo sus ideas, por cuanto las conoce muy bien y
sabe que no es partidario del estatismo y jamás ha pretendido que el
Estado llegue a ser informante.
El señor EVANS hace notar que se está empleando mal la expresión, pues
no se trata del derecho a ser informado, sino del derecho de recibir
información.
Por este motivo, a su juicio, tiene que existir una amplia posibilidad de
circulación de las opiniones y de las informaciones, porque la comunidad
debe tener, a su vez, el derecho de optar entre los órganos de expresión
que prefiera, ya que nadie puede ser obligado a leer el diario “El Mercurio”
—debe haber una alternativa y elegirse—, pues dicho periódico está
sirviendo una función y está ejerciendo un derecho, y quien lo lee está
cumpliendo el deber de informarse dentro de la libertad que tiene para
escoger la información que quiera.
El señor EVANS estima que esa persona a que se refiere el señor Ovalle
está ejerciendo el derecho de ser informado, de recibir información del
diario “El Mercurio”.
Por lo demás —añade—, esta misma tesis, esta misma diferenciación, pero
con el distingo que le formula al señor Ovalle de que no es el deber de ser
informado, sino el derecho de recibir información, fue la que planteó la
sentencia de la Corte Suprema, en el caso del diario “La Mañana” de Talca,
al afirmar, en este punto, que este periódico tiene derecho a circular no sólo
porque expresa libertad de opinión, sino porque hay una ciudadanía
talquina que tiene el derecho de recibir la información que este diario quiere
publicar.
El señor OVALLE estima que son expresiones del mismo problema, pues el
derecho de informarse no existe, sino en función de la libertad de opinión y
de información.
El señor DIEZ acota que en este caso la ciudadanía hace uso de su derecho.
Recuerda que el Estado en este momento tiene un diario, “El Cronista”, que
se vende poco, como seguramente se van a seguir vendiendo poco —así ha
sucedido siempre en el pasado— los diarios oficialistas, pero tiene un diario,
y podría tener uno en cada provincia, pues no hay disposición constitucional
ni legal alguna que lo prohíba en la actualidad. Señala que, asimismo, el
Estado es dueño de la radioemisora “Nacional”, que llega a todo el país, y
podría tener radioemisoras locales, ya que no hay disposición alguna que se
lo prohíba, y tiene, por último, un Canal de Televisión, que es el más
importante y único que llega a todo Chile. A su juicio, lo que es importante
cautelar en esta materia es que, por una parte, se entienda que
necesariamente debe protegerse el derecho de los particulares a desarrollar
la libertad de información y de opinión a través de la prensa escrita, en
forma amplia; a través de la radiodifusión, previa concesión de las
frecuencias correspondientes, en la forma en que jurídicamente proceda, y
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 250 de 709
Hace notar que lo que le parece más importante de todo es que, frente a
esta materia, como frente a muchas otras, se está llegando a un punto en
que lo que les inquieta él lo resumiría en una sola frase: si el Estado y el
Gobierno que lo administra va a respetar o no el principio de la
subsidiariedad, lo que es el fondo y la clave de la libertad, porque allí donde
hay respeto al principio de la subsidiariedad, leal, efectiva y real, por parte
de la autoridad, habrá libertad, y allí donde no haya ese respeto, no habrá
libertad. Estima que éste es el fondo del problema respecto de cualquier
materia; es lo que se ha venido tratando de hacer con el derecho a la
propiedad, cuando se consagró como algo distinto del derecho de
propiedad, ya constituido; es lo que se ha venido tratando de hacer con la
educación; es lo que se ha venido tratando de hacer, de alguna manera,
también, con la salud, en términos más moderados, por la naturaleza propia
de esa institución, y cree que es lo que procede respecto de este derecho
social.
Reconoce que todo esto tiene un valor relativamente más teórico que
práctico, porque siempre va a haber gente interesada en que estos
derechos lleguen efectivamente a ser realidad, y se van a desarrollar las
iniciativas consiguientes, de manera que es evidente que, aunque no se
estableciera, no quedará en letra muerta ni mucho menos.
Por estas consideraciones, quiere decir que está abierto y llano a que a esto
se dé la fórmula que la Comisión considere más apropiada, para evitar todo
equívoco o toda mala interpretación del precepto, el cual, por lo demás,
siempre debe tener presente que vendrá un texto inmediatamente después
con un derecho muy claro y categórico que será la libertad de información y
de opinión. De manera que estima que esto debe tenerse presente en el
subconsciente, en el trasfondo, cuando se haga el análisis, porque, de lo
contrario, siempre les va a parecer que este artículo es demasiado
peligroso. Repite que así sucederá si no se tiene en la mente que se va a
fortalecer otro, robusto y granítico, que garantice la libertad de información
sin censura previa, y, eventualmente, la remisión y transmisión de las
noticias y de todo lo que se quiera, para garantizar que eso sea efectivo.
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Finalmente, estima que tal vez la solución podría estar en la sugerencia del
señor Evans, en cuanto a que si se ampliara la garantía que existe
actualmente en el precepto constitucional, relativa a la libertad de
circulación de los impresos y revistas, al derecho de recibir la información,
se podría estar satisfaciendo realmente la inquietud que se tiene al
respecto.
Añade que estos planteamientos generales deben tener para ciertos valores
y en relación a un encargo del legislador las excepciones consagradas, en
las cuales el Estado no esté obligado a informar y tampoco lo estén los
particulares, porque, no hay ninguna duda de que en esta obligación que
tiene el Estado de no perturbar y de acceder a la información que se le pida
hay casos excepcionales, en que el Estado no tiene esa obligación y
tampoco la tienen los particulares, los que, si no son autoridad, jamás, en
principio, están obligados a proporcionar información. Cree que tampoco los
particulares están en la necesidad de proporcionar información cuando hay
valores que el legislador ha establecido que tienen que ser reservados.
El señor DIEZ estima que se está entrando, a pesar de la opinión del señor
Silva Bascuñán, al fondo del problema, que es determinar, frente a los
medios de comunicación de nuestra época, cuál es el papel del Estado
moderno. Todos están de acuerdo —añade— en la libertad de opinión, en lo
de sin censura previa, en el derecho a ser informado, en los principios
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 254 de 709
El señor DIEZ reconoce que eso es efectivo, pero afirma que los particulares
nunca tuvieron derecho a un canal de televisión, y hoy ello les está negado.
Desconoce lo que habría sucedido con la actividad particular, pero sabe del
problema porque integró en esa época el directorio de una de las
radioemisoras más importantes, en que se tenían todos los estudios para
establecer un canal de televisión; todos los capitales que se requerían, y no
hubo la autorización correspondiente. Repite que aquí no hay una función
subsidiaria del Estado en cuanto a la televisión, porque la televisión se ha
dejado en manos del Estado y de las universidades, bajo controles que, a su
juicio, hay que perfeccionar, por otra razón absolutamente distinta a la
razón relativa a la acción subsidiaria del Estado. Se ha llegado a ello —
agrega— por la necesidad del Estado de velar por el bien común, porque la
televisión tenía tanto poder de penetración y tanto poder de convicción que
era evidentemente peligroso —y fue un criterio prudencial el que se
adoptó— dejarla en manos de particulares.
Expresa que fue así como se eligió entre los sistemas que los países
contemporáneos han determinado para el uso de la televisión, que van
desde la libertad absoluta que existe en algunos países, sobre todo, los
anglosajones y los Estados Unidos de Norteamérica, hasta la televisión
solamente en manos de organizaciones estatales, que existe en algunos
países de Occidente, como, por ejemplo, en Francia. Hace presente que en
Chile se encontró un camino intermedio, en el que nada tiene que ver el
principio de la subsidiariedad del Estado, pues es una cosa muy distinta,
que nace de la naturaleza del medio, de la forma como llega, de su
penetración y de la necesidad de mantener la moral, el orden público, las
buenas costumbres y la seguridad de las personas, sujetas a la tuición de la
autoridad, de alguna manera.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 255 de 709
Estima que ya la tecnología fue tan grande que la moral colectiva quedó
atrás, y entonces, como una medida tal vez un poco contraria a la filosofía
clásica, pero optando por una cosa práctica, cual era velar por el Estado
moral y el orden social, se tuvo que entregar al Estado y a las universidades
prácticamente el monopolio de este medio de comunicación e impedir que
los particulares tuvieran acceso a él. No se pronuncia acerca de si la
solución fue o no acertada, aunque él cree que no lo fue, pues piensa que
en materia de televisión, respondiendo de los delitos y de las obligaciones
de que habla la ley, y con un sistema de competencia, de libertad franca y
de controles muy estrictos entregados a los tribunales, pudo haber
funcionado el sistema particular. Cree que, aun cuando no es el momento
de discutirlo, no fue por el principio de subsidiariedad que se entregó al
Estado, sino por una función primordial de éste de velar por el bien común,
que podía verse amenazado en el caso de la televisión.
El señor GUZMAN declara que sólo desea hacer dos alcances: el primero, se
refiere al argumento de que, precisamente, por el impacto que tiene la
televisión, se encontró prudente dejarla entregada al Estado y a las
universidades, argumento que en sí mismo es todavía más delicado —si es
que la Comisión lo acepta y el señor Díez lo comparte— respecto del tema
que les preocupa. Cree que éste es un principio frente al cual hay que
definirse porque la inquietud de la Comisión en el sentido de que no se
estaticen los medios de comunicación en general, y de que el Estado no
hipertrofie su función en lo que a información se refiere, recibiría de ese
argumento el más excelente de los aliados si él fuera aceptado como válido.
El señor DIEZ contesta al señor Guzmán expresándole que puede que sea
efectivo lo que él señala, pero nunca se ha tentado el sistema de la
concesión privada, que puede imponer obligaciones de llegar no sólo a la
parte elegida como mercado, sino también respecto de otros lugares del
territorio, lo que de hecho se puede hacer. Hace presente que en los
Estados Unidos de Norteamérica la televisión llega a todas partes, y aun en
pueblos pequeños hay estaciones de televisión, porque se imponen algunas
concesiones más allá del radio de que desea gozar un canal de televisión.
De manera que piensa que, en materia de televisión, debiera aplicarse un
sistema de control mucho más estricto, pero confiesa que no le gusta la
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 256 de 709
idea de la televisión en manos del Estado, pues estima que es una puerta
abierta para muchos inconvenientes.
En cuanto al papel del Estado en los medios de información, por una parte,
él no cree que la subsidiariedad del Estado sea igual, análoga, de igual
grado y se ejerza de la misma manera que la que existe en otros derechos.
Estima que la subsidiariedad del Estado se puede ejercer indirectamente a
través de incentivos, de franquicias y de una serie de factores que
estimulen si el día de mañana se produce un vacío en el deseo de dar
información, lo que piensa que no se produce en una democracia normal y a
lo que no le teme, porque las diversas corrientes de opinión democrática
quieren, de alguna manera, tener acceso a cualquier parte donde haya
ciudadanos que quieran participar en la vida colectiva. Cree que no sería
lógico pensar que por el hecho de que las personas tienen derecho a comer
y no comen, hay un deber subsidiario del Estado de comer, y añade que, a
su juicio, las personas tienen como condición normal en una democracia,
que se produce naturalmente, el deseo de opinar, el deseo de dar
información, y lo que debe hacerse es frenar ese deseo lógico para impedir
que la vida política llegue a ser demasiado profunda. Declara que él tiene el
temor de que la vida política sea demasiado activa, que lleguen demasiadas
opiniones, demasiada información, y que sean demasiado apasionadas, pero
no ha tenido nunca el temor de la falta de información, sino el de exceso de
información, de apasionamiento y de distorsión. Por eso, no puede
reconocer el derecho subsidiario del Estado a informar en una democracia,
porque cree que es absolutamente contradictorio, es antinatura. Le parece
que la democracia, de modo natural, produce un sistema de información, y
reconocer el derecho subsidiario del Estado es peligroso para la democracia,
porque crea un factor absolutamente distorsionador, cual es entregar a la
mayoría que está viviendo en esa democracia el control de los medios de
información, que pueden hacer peligrar ese equilibrio inestable en que se
vive permanentemente en un régimen democrático.
Por último, estima que hay dos aspectos, que los vuelve a señalar, pues el
señor Silva Bascuñán se refirió a ellos, y que dicen relación a que la
obligación de informar del Estado es únicamente acerca de sus actividades
propias, y tanto su obligación de informar como las limitaciones de esa
obligación son atinentes a las funciones y atribuciones de los Poderes
Públicos y al funcionamiento del sistema de separación de los Poderes, y no
cree conveniente relacionar la libertad de opinión y la de información con el
derecho a ser informado, porque ésta es una información absolutamente
específica, enmarcada en los límites de acción del Estado. Piensa que ésta
es la obligación que el Estado tiene de informar, y que el Estado no tiene
obligación de informar sobre el acontecer mundial, ya que cuando el
acontecer mundial se transforma de información en un bagaje de
conocimiento humano, pasa a constituir un problema de libertad de
enseñanza, de educación, de formación, pero, mientras sea sólo noticia, no
es obligación del Estado proporcionar esa información.
Repite que hasta ese punto tiene las casas claras, aunque puede ser posible
que esté equivocado, pero cree que la obligación de informar del Estado es
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 257 de 709
Por otra parte, indica que el otro derecho que se consagra —y que se ha
venido planteando en esta Comisión— es el derecho a ser informado. Al
respecto, señala que ha sido fundamentalmente el señor Guzmán quien ha
querido decir, para dar una idea completa y ser consecuente con la garantía
que se establece, a quien le corresponde la contrapartida del derecho, y es
aquí donde desea dar la segunda explicación, como Presidente de la
Subcomisión.
El señor GUZMAN hace saber que quiere hacer una proposición concreta, y
al efecto expresa que la última intervención del señor Schweitzer abre una
interesante posibilidad para la Comisión que, a su juicio, se debe recoger y
analizar. Sugiere que se entienda retirada provisionalmente su indicación
del inciso segundo de este artículo; que no se considere por ahora inciso
segundo alguno; que se entre al debate del tema del artículo siguiente; que
él sea abordado en plenitud, y que después, al final de esta disposición, se
decida si se hace o no necesaria, en primer lugar, la inclusión de un artículo
adicional. Porque quiere subrayar una convicción, cual es que la
introducción de este artículo responde más bien a una aspiración de
perfeccionismo intelectual y conceptual que a una necesidad práctica, y es
evidente que una Constitución que por esa causa puede llegar a acarrear
inconvenientes prácticos, debe ceder, naturalmente, en su primer afán
frente al segundo riesgo. De manera que, a su juicio, puede ser que en este
derecho, aun quebrando lo que sería la armonía lógica perfecta, se podrían
conformar con el artículo que se ha aprobado y quedarse allí, si es que el
artículo siguiente es suficientemente claro y categórica para resguardar
todo lo que se quiere resguardar.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 259 de 709
Hace saber que la indicación del señor Silva Bascuñán dice que la
Constitución considera, en primer término, “la libertad de informar y emitir
sus opiniones sin censura previa, por cualquier forma y modo, sin perjuicio
de responder de los delitos y abusos que se cometan en el ejercicio de estas
libertades, en los casos y forma determinados por la ley.”
Este precepto sería el inciso segundo, y se refiere al inciso final del actual
Nº 3 del artículo 10.
Añade que quiere concretar, en lo posible, cuáles son las discrepancias que
ha advertido, con el fin de facilitar el debate y las conclusiones.
Estima que sería muy farragoso volver a estudiar cuáles son todas las
discrepancias, porque son varias, y sugeriría resolver si su proposición
interpreta o no el sentir de la Comisión; entrar a discutir el artículo de la
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 260 de 709
cerca de los tres votos favorables en esa ocasión que, por ejemplo, la
posición del señor Ovalle.
Con respecto a la frase final, expresa que, tal como lo hizo presente al
empezar la sesión, al señor Díez le merece reparos que, a su juicio, son
muy fundados y que él podría explicar.
El señor DIEZ cree que si se dice “salvo que en este último caso se
encuentre comprometido el interés nacional”, se está abriendo lugar a todo
el análisis de la vida privada de las personas que intervienen en la cosa
pública, y no se va a evitar que, en vez de discutir el “qué”, se empiece a
discutir el “quién” frente a todas las cosas, con la odiosidad que eso
significa en política.
Indica que se está haciendo una excepción con la frase “salvo que en este
último caso se encuentre comprometido el interés nacional”, y, a juicio,
suyo, la vida privada no puede comprometer el interés nacional, pues,
cuando la vida privada de una persona compromete el interés nacional, ya
deja de ser vida privada y se transforma en actuaciones que tienen
atinencia con la cosa pública.
Cree que no hay vida privada de las personas que intervienen en la cosa
pública, y por ese motivo quiere terminar el precepto con la frase: “y la vida
privada de las personas”, y nada más que eso, pues allá verán los
tribunales si el hecho es relativo a la vida privada de las personas o no lo
es; en caso contrario estima que se abre un boquerón constitucional
ilimitado.
El señor GUZMAN hace presente que él iba a hacer una indicación, pues se
había quedado con la impresión de que el texto podría ser perfeccionado,
pero, precisamente, en sentido inverso, es decir, iba a solicitar la
agregación de la expresión “interés público o nacional; en lugar de “interés
nacional”, porque “interés nacional” le parece una expresión demasiado
pretenciosa, que involucra que está comprometido el interés de la nación, el
interés de la patria. En cambio, cree que hay oportunidades en que lo que
está comprometido es el interés público que es una expresión de jerarquía
más modesta que el interés nacional.
Explica que con lo anterior quiere decir que cree que ésta es una materia en
que la Comisión va a soportar toda suerte de críticas, como va a soportar
toda clase de críticas por haber introducido una garantía constitucional que
defiende la honra y la vida privada de las personas. Estima que estas
críticas van a venir de un grueso sector, y desde luego, de muchos de
quienes ejercen la función periodística, como es obvio y presumible.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 263 de 709
El señor DIEZ anota que en ese aspecto está en desacuerdo con el señor
Guzmán.
Hace notar que esto es lo que quiere plantear, y cree que, en definitiva,
fatalmente, serán los tribunales los que tendrán que decir su palabra, pero
estima que no sólo hay que medir el punto en que se pasa de la vida
privada a la vida pública, sino que deben medirse aquellos antecedentes de
la vida privada que tienen verdadera importancia para formarse un cuadro
de la moralidad del sujeto que aspira a ejercer funciones y tareas públicas.
El señor DIEZ hace presente que él tiene con el señor Guzmán una
comunidad de pensamiento final, pero quizás una diversa jerarquía de las
cosas. Cree que, sin duda, es conveniente que la opinión pública conozca
casos excepcionales, tal vez únicos en la historia de los países y que ella los
descubre de todas maneras, pues, cuando ya los excesos llegan al extremo
que alcanzaron con Salvador Allende, la opinión pública los descubre de
todas maneras. Pero lo que él está tratando de evitar es, precisamente, lo
que le sucede a la generalidad de los hombres de bien que tienen vocación
de vida pública, los cuales están expuestos, más que nadie, por su misma
calidad de hombres de bien, a las perturbaciones que les producen en el
ejercicio de sus cargos públicos las imputaciones falsas que dicen relación a
su vida privada.
Estima que si la vida privada de las personas, con motivo o con ocasión de
tener influencia el interés público, deja de ser vida privada, se perturba
todo el desenvolvimiento democrático, como ocurre, por ejemplo, cuando
una persona da una información o manifiesta una opinión, y en vez de
rebatirse los hechos o esa opinión, se inicia una campaña para analizar
hasta los antepasados de esa persona. Añade que este proceso se vivió
dolorosamente durante el tiempo de la Unidad Popular, y lo inició en Chile
Darío Sainte-Marie, quien hizo un verdadero cultivo del ataque personal
artero, y produjo innumerables perturbaciones. Cree que la difamación y la
infamia, transformadas en arma política o publicitaria, son mucho más
dañinas que el caso de estos personajes aislados, que llega a un grado tal
que la opinión pública lo descubre de todas maneras. Pero él quiere que, así
como la seguridad nacional y el orden público tienen un concepto que está
protegido por la Constitución, también lo esté la vida privada de las
personas, —no habla de la vida de las personas, sino de la vida privada de
ellas— que es aquella parte que, mientras más habitantes hay en el mundo
y más numerosas formas de comunicación social existen, más derecho tiene
a ser garantizada, porque un hombre público nada logra con. tratar de
demostrar que es un hombre de bien si ya la infamia, como los cuatro
jinetes del Apocalipsis, ha recorrido el mundo y es imposible de recoger, y,
además, porque existe, debido al pecado original, el viejo refrán español de
“piensa mal, y acertarás”, con lo que, basta que a una persona se le insinúe
algo alguna vez, aunque sea falso, pero que tenga ciertos visos de
verosimilitud, de acuerdo con su modo de ser, para que le cueste mucho a
esa persona recuperar el concepto del honor, el concepto que los demás
tienen de ella. Por eso, es terminante en esta apreciación y cree que,
evidentemente, están impidiendo, de alguna manera, el análisis de algunos
casos excepcionales, pero están protegiendo la sanidad de la vida pública y
de la vida democrática.
El señor DIEZ acota que la ley va a decir qué no es vida privada de las
personas, sino actos públicos.
El señor EVANS cree que el asunto es que la ley puede definir qué es vida
privada.
El señor DIEZ cree, en primer lugar, que esos casos son mucho más
importantes, y en segundo término, que no hay que olvidar que se está
suponiendo el funcionamiento de una vida democrática, y si una persona
que tiene una función pública ha incurrido en actos semejantes, va a hacer
un órgano fiscalizador en el cual existirá inviolabilidad de opiniones y se
podrán discutir los actos de las personas. Indica que está hablando de la
información en general, no de la otra.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 267 de 709
—Acordado.
Agrega que se ha formulado una indicación suscrita por los señores Evans,
Ovalle, Silva Bascuñán y él acerca de la libertad de informar y del derecho
de recibir información, que dice textualmente lo siguiente:
Añade que como se planteó desde el primer momento esta posición, que
fue compartida con matices por los miembros de la Comisión, se pensó que
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 269 de 709
lo lógico era que estos dos bienes jurídicos cautelados por esta libertad, por
esta garantía constitucional, tuvieran consagración diferenciada en su texto.
Y fue por ello, tal vez, que el señor Guzmán les trajo una redacción, que a
primera vista y en lo conceptual les satisfizo a muchos, en la cual estos
bienes jurídicos se consagraban en disposiciones separadas.
Estas son las razones que le mueven a patrocinar esta nueva redacción, sin
perjuicio, por cierto, de seguir abordando otras normas contenidas en la
indicación del señor Guzmán, como las relativas al derecho de respuesta, al
derecho de toda persona de mantener, explotar y editar diarios, revistas,
etcétera, al Consejo Nacional de Comunicación Social, etc. Pero la clave
para consagrar esencialmente la garantía en términos que serían, a su
juicio, inobjetables, radica en la redacción que han dado a la proposición
leída.
Agrega que tenía entendido —era el punto que abarcaría la proposición que
iba a hacer el otro día que en relación con la libertad de informar es donde
precisamente debe establecerse la limitación, porque es allí donde,
fundamentalmente, se puede afectar la vida privada de las personas cuando
se hace uso del derecho de informar, aspecto éste al cual dio la mayor
importancia en la intervención de ayer el señor Díez. Por eso, estima que la
redacción propuesta conjuga este propósito, el cual, por lo menos, quedó
tácitamente expresado por todos los miembros de la Comisión.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 272 de 709
Hasta ahora, todas las proposiciones han sido siempre formuladas por algún
miembro de la Comisión, pero nunca por más de uno, ni mucho menos por
cuatro, que constituyen mayoría en aquélla.
El señor GUZMAN señala que desea dejar constancia, en todo caso, de que
el señor Presidente se ha hecho cargo de algo que él no ha expresado.
Agrega que no ha atribuido intención alguna a nadie. Ha manifestado su
desacuerdo con un procedimiento empleado, que podría tener precedentes
o consecuencias nefastas si fuera reiterado en la Comisión; y tal
procedimiento usado es objetivo. No se ha referido a intención alguna ni la
ha tenido en mente.
Ahora, como de esto no puede hacer una regla general, dijo que su molestia
era subjetiva, porque se ha sentido en esa situación. Pero si la realidad es
como se ha planteado, no ve cuál fue la necesidad de emplear este
procedimiento que, en su opinión, ha sido extraño, ajeno, diferente del que
se ha usado siempre en la Comisión. Porque sin perjuicio de que, al iniciarse
una sesión, a alguien le parezca bien determinada indicación que otra
persona le presente, siempre las indicaciones han sido presentadas como de
su autor y sin decir que ellas vienen firmadas o patrocinadas por otros
miembros, porque eso, de alguna manera, da la impresión, a quienes no la
han firmado o patrocinado, de que ha habido un estudio previo muy
acabado, del cual es el fruto, o que dicho estudio ha sido más rápido, pero
que en el hecho hay personas que están de acuerdo. Entonces, si existe
acuerdo de una mayoría, quien entra a discutir el problema ya no está
objetando la indicación de una persona con el ánimo o la intención de
perfeccionarla, sino que está contradiciendo a una mayoría ya formada. En
otras palabras, ha habido muchos momentos en el curso de los debates en
que se han dado cuenta de que la posición que cada cual ha sustentado en
distintas materias ha llegado a ser minoritaria. Al comprobarlo, como fruto
del debate se han allanado a una mayoría producida y, simplemente, han
formulado indicaciones tangenciales a la materia; o bien, cuando la
discrepancia es de conceptos o de principios, han votado en contra de ella.
Por eso, el procedimiento que en cambio se ha empleado hoy por vez
primera en la Comisión, al margen de toda calificación de intenciones, en lo
cual no ha entrado ni entra, envuelve una presión psicológica inconveniente
sobre la libertad interior que todo miembro de la Comisión ha sentido y
debe seguir sintiendo para entrar o proseguir en un debate.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 276 de 709
Esas fueron las expresiones que emitió al comienzo de esta sesión, y por
eso ha hecho esta observación.
Por otra parte, no podría detallar en este momento sus discrepancias y sus
observaciones acerca del texto que se propone, porque ellas se refieren,
fundamentalmente, a las inquietudes que tiene sobre el alcance de algunos
conceptos contenidos en el inciso primero, como la facultad que se otorga a
los tribunales para prohibir una publicación, y acerca de lo cual, si la
Comisión entiende que está en debate, pediría mayores aclaraciones. Pero,
si de alguna manera la proposición no fue fundamentada al comienzo de la
sesión con la prolijidad con que la Mesa fundamenta en general sus
indicaciones, y todos los demás miembros la hicieron suya, él entendió que
se debía a que todos estaban de acuerdo, y que no valía la pena entrar a
fundamentar demasiado, porque no había que convencer a nadie. Esa es la
impresión que, en el fondo, le ha dejado la situación.
El señor OVALLE manifiesta que las expresiones vertidas por los señores
Evans, Ortúzar y Silva Bascuñán, le ahorran el tener que dar explicaciones
acerca del origen de esta indicación que ha causado molestia al señor
Guzmán, pero, no obstante, desea hacerle presente que esa disposición no
es sino el fruto de la inquietud del señor Presidente por la esterilidad del
debate habido hasta el momento y que ellos comprendieron.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 277 de 709
Agrega que, por otra parte, desea hacer presente que tiene pequeñas
reservas respecto de la indicación, la cual, en general, le gusta. Cree que
pone término a un debate que, por repetido, se había transformado en
estéril. Y cuando se aceptan observaciones, argumentos y resoluciones de
los demás integrantes de una Comisión, se renuncia un poco a la propia
opinión y al concepto que la posteridad, cuando estudie las Actas, pueda
tener del problema en debate. Al aceptar esta indicación pensaba, en cierta
medida, en el señor Guzmán y en lo que todos han sostenido sobre el
derecho a ser informado, que no le gustaba para nada según lo ha dicho
varias veces, pero que, como el señor Presidente lo consagraba en forma
tan discreta, acogió. Pero ahora que el señor Guzmán formula una
observación que le interpreta, le está gustando su tesis, con lo que
demuestra el espíritu abierto con que está seguro que han venido todos. Y,
por lo demás, han cambiado preceptos que tenían aprobados desde hace
mucho tiempo, lo que no tiene importancia alguna ni tiene por qué
objetarse.
Por eso, nunca ha pensado otra cosa respecto de la inteligencia del artículo
en la forma como lo propuso el señor Guzmán, y, consagrado ahora en
forma específica, piensa que es la solución más adecuada, ya que evitaría
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 278 de 709
Lo que ocurrió aquí fue lo siguiente. Frente a una materia que se había
discutido, como recordó el señor Presidente, durante tantas sesiones y en la
que todos dieron sus opiniones —que eran, en lo sustancial, concordantes—
, les pareció muy grato, en consecuencia, en la casi angustia en que
estaban de salir intelectualmente de la “impasse”, que existiera una manera
de avanzar en el tropiezo fundamental que constituía la base de la
inmovilización a que habían llegado y les pareció que era una manera de
expresar el acuerdo esencial que ya había entre todos. Lo que pasa es que
el señor Guzmán no estaba en ese momento, porque de otro modo no se
había producido nada, ya que habría concurrido, cuando menos, a la
proposición. Considera, entonces, que no constituye precedente alguno. No
sería aconsejable si de repente, en una materia que no han discutido o en
que saben que hay un tropiezo con alguien, se fuerza una determinación.
Son las circunstancias las que explican que no haya existido, ni en la forma
ni en el fondo, propósito alguno de producir una dificultad. Así que en ese
sentido el debate ha sido muy favorable, porque evidentemente, aun sin él,
habrían concordado en que no es aconsejable en principio una situación de
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 279 de 709
esta especie, ya que son las circunstancias del caso las que explican
históricamente que se haya producido.
El señor EVANS expresa que desea referirse muy brevemente a las dos
molestias del señor Guzmán: la de carácter objetivo y la de carácter
subjetivo.
Distinto —y ahí el señor Guzmán tendría razón— seria el caso que podría
presentarse si, frente a una materia respecto de la cual no ha habido algún
debate, se trae una proposición firmada por cuatro o cinco miembros de la
Comisión, por cuanto cree que no puede imponerse un criterio mayoritario
en una materia en que no se ha oído la opinión de todos.
Sin embargo, el propio debate muestra que no tiene razón el señor Guzmán
para estar ni objetiva ni subjetivamente molesto. Porque les ha planteado,
desde luego, un problema e insinuó otro respecto de esta indicación. Y
deben discutir los dos temas que les ha propuesto. Uno es el relativo al
derecho a informarse sin trabas en las fuentes accesibles a todos.
Agrega el señor Evans que contribuyó a aprobar esta idea que el señor
Presidente colocó en su indicación, porque es muy ilustrativo para él lo que
les dice la Subcomisión, la que en su informe expresa: “El derecho a
informarse: Esta facultad consiste, fundamentalmente, en la posibilidad de
acceder libremente a las fuentes de donde emana la noticia, aun cuando la
Subcomisión no ha empleado tal término por estimar que la expresión
“noticia” es una connotación periodística y existen hechos que pueden
recogerse de las fuentes de información y que no se transforman en noticias
sino cuando quien las obtiene las entrega al público. La Subcomisión ha
utilizado la expresión “fuentes accesibles a todos”, con lo cual
implícitamente reconoce que el legislador puede señalar otras que no
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 281 de 709
dieta una orden para prohibir que se informe sobre determinado proceso, el
medio sigue teniendo perfecta libertad para informar desde el punto de
vista material, pero ya no la tiene desde el punto de vista jurídico, y silo
hace, será sancionado. Estima que la interpretación de las disposiciones, tal
como están redactadas, queda extraordinariamente confusa si se colocan a
continuación, inmediatamente ligadas al precepto que faculta para opinar e
informar sin censura previa, y aquí si que podría prestarse para que alguien
derivara la facultad de que esa prohibición se asegurara, en su eficacia, por
medio de elementos que pudiesen constituir censura. Por eso le preocupa
su inclusión aquí, y no le preocupaba, en cambio, colocada como limitación
al derecho de los ciudadanos a ser informados. Tiene un alcance distinto.
Como lo recordó el señor Evans, el señor Díez fue muy claro en precisar su
pensamiento al respecto, y señaló que, en realidad, la libertad de emitir
opiniones y de informar, debía ser sin censura previa, como todos la
entienden, y sin perjuicio de responder de los delitos y abusos que se
cometan en el ejercicio de esa libertad en conformidad a la ley. Pero expuso
el ejemplo del medio de comunicación social que comenzara a hacer
publicaciones que afectaran a la vida privada de las personas o a la moral,
como muchos han estimado que se está produciendo inclusive con
propaganda cinematográfica, etcétera, caso en el cual se podría conferir a
los ciudadanos el derecho de recurrir ante los tribunales para que se dicte
una orden judicial, a fin de evitar esas publicaciones, porque con ellas se
afecta a su vida privada, y no van a esperar a que finalice un proceso
judicial que determine si realmente ha existido o no ha existido un delito o
un abuso por una sentencia judicial ejecutoriada, sino que, desde ya, se
impida esa publicación.
redacción propuesta por el señor Guzmán, pues podría prestarse para esa
interpretación.
Siempre ha sido muy claro al respecto, y cree que todos los miembros de la
Comisión concuerdan en que, en lo referente a la libertad de informar,
deben ser categóricos en cuanto a consignarla sin censura previa. En lo que
atañe a las responsabilidades cuando se vean afectados estos bienes
jurídicos, sí que está absolutamente convencido de que deben defender a la
comunidad, y proteger la honra y el honor de las personas.
El señor SILVA BASCUÑAN hace presente que desea subrayar hasta qué
punto el señor Guzmán, como seguramente todos los miembros de la
Comisión, se mantiene casi siempre dentro del mismo orden de
preocupaciones que tanto él como todos manifiestan una y otra vez, según
la materia que se discuta. Respecto de este mismo punto, el señor Guzmán
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 286 de 709
A su juicio, ésta no es, con toda claridad, una garantía que se otorga a
todos los habitantes de la República, porque él no podría pretender, si va
pasando frente al edificio “Diego Portales” en el momento en que se efectúa
una conferencia de prensa importante, participar en ella, como simple
ciudadano, acogiéndose a este precepto constitucional. Pero cree que sí
tendría derecho de reclamar un periodista en contra del, cual se discrimina
arbitrariamente; pero no tendría derecho de reclamar un periodista por el
hecho de que un Ministro le haya concedido una entrevista a otro
profesional de la noticia y no a él, porque en materia de relación privada, de
intercambio de opiniones, intervienen una serie de factores frente a los
cuales la Constitución calla, como es la amistad, el grado de confianza,
etcétera.
Lo único que pide es que tengan conciencia de que ésta, como ha sostenido
muy bien el señor Guzmán, no es una garantía que pueda entenderse
concedida o reconocida a todos los habitantes de la República, sino que es
una garantía típicamente otorgada a los medios de comunicación social,
Lo que sabe es que los periodistas, en general, han querido que se consagre
este derecho, al cual le atribuyen cierta importancia. No cree que sea
fundamental, porque hasta ahora lo han tenido sin necesidad de un
precepto constitucional.
El señor GUZMAN señala que cree que sería conveniente dejar constancia
de ello en Actas, sin perjuicio de agregar lo que ha señalado el señor
Presidente. Todo esto, obviamente, sin perjuicio de que puedan existir
clausuras u otras sanciones en conformidad a la ley.
El señor SILVA BASCUÑAN hace presente que está de acuerdo con el señor
Evans, porque en realidad la cinematografía es tanto un medio de
comunicación como, al mismo tiempo, una industria. De manera que no hay
duda de que, si se da permiso para una calificación, ello será sin perjuicio
del sistema contencioso y jurisdiccional relativo a la defensa de lo que no es
propiamente una censura. A su modo de ver, habría que consagrar el
encargo al legislador para que estableciera un sistema de jurisdicción que
permita reclamar contra las discriminaciones contrarias al derecho
fundamental.
—Acordado.
a) Censura cinematográfica
Constancia de la Comisión.
Constancia en Actas.
El señor DIEZ acota que se supone que la ley debe dar garantías.
Esto trae nada más que confusión y señala un derecho que no existe. El no
tiene derecho, como ciudadano, de ir a pedir cuentas al Ministro de
Hacienda. En el funcionamiento normal de una democracia representativa
está representado por un organismo fiscalizador que, actuando según
determinadas normas, tiene derecho a pedir esa información.
limitaciones que las que provengan de los bienes jurídicos a que se refiere
el inciso primero de este artículo”.
El señor ORTUZAR (Presidente) expresa que tendría que ser a la ley, como
dice el señor Evans, y, además...
El señor EVANS acota que a todo. Por eso es por lo que está bien
redactado: “sin otras limitaciones que las expresadas en el inciso primero”.
Sin embargo, lo que desea preservar es la libertad que tiene quien posee
una información o es fuente de ella para no darla, si eso cautela alguno de
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 298 de 709
Estima que hay un equívoco aquí, porque le pareció entender que ayer se
había producido consenso en cuanto a que no existe obligación de informar,
a que el derecho es a recibir la información que se proporcione de manera
que sea veraz, oportuna y objetiva. Y si no hay obligación de informar, —
esa es la verdad de las cosas—, entonces el derecho de exigir una
información y las limitaciones que se puedan establecer no tienen ninguna
importancia práctica. Por eso decía que el asunto carecía de importancia
práctica, pues no hay obligación de informar. Lo importante es que la
información que se otorgue sea veraz, oportuna y objetiva.
El señor OVALLE señala que iba a decir algo semejante a lo manifestado por
el señor Presidente. Está en completo desacuerdo con el señor Guzmán, y
en esa inteligencia contribuyó a aprobar la última disposición. Parte de la
base de que, a menos que la ley la establezca, la obligación se informar no
existe de por sí. Nadie tiene la obligación de dar una información.
El señor DIEZ señala que, como no estuvo en la sesión de ayer, por causas
absolutamente ajenas a su voluntad y también derivadas de problemas
públicos, quiere precisar lo que entiende del inciso primero, para ver si, en
realidad, su entendimiento es el mismo en que se basó la Comisión para
aprobar dicho inciso.
El señor DIEZ opina que esto debería ir inmediatamente después del inciso
final. No hay obligación de informar.
Eso es lo que él entiende. Estaría de acuerdo con el inciso final siempre que
la frase “e informarse sin trabas en las fuentes accesibles a todos” fuera
eliminada.
El señor SILVA BASCUÑAN expresa que está de acuerdo con todo lo que ha
dicho don Sergio Díez. Pero quisiera que se esclarecieran, en alguna forma
que fuera indiscutible, dos bases que debe tener el legislador. Está muy
interesado en que quede claro el derecho del legislador en dos sentidos.
El señor ORTUZAR (Presidente) opina que tal como lo señalaba don Sergio
Díez, está claro y quedará en claro también en otras disposiciones de la
Constitución. Desde luego, en la que establece el derecho de petición, que,
naturalmente, implica la obligación correlativa de responder, como ya se
dijo.
El señor SILVA BASCUÑAN manifiesta que, como se recordó ayer,
precisamente, respondiendo a esta misma inquietud y en relación con la
preocupación que tenía don Jaime Guzmán, quedó en el derecho de petición
la posibilidad de que la ley reglamentara la respuesta. De manera,
entonces, que está bien claro que el legislador tendrá atribuciones. A él le
gustaría que de esta interpretación quedara constancia en actas, Cree que
todos estarían de acuerdo.
El señor DIEZ acota que no hay ninguna duda de ello. Y le parece muy bien
que quede constancia.
El señor GUZMAN dice que no hay duda alguna, pero cree conveniente dejar
constancia.
El señor DIEZ considera que este punto podría prestarse para un debate el
día de mañana si no queda perfectamente aclarado.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 303 de 709
El señor GUZMAN agrega que, por eso, cuando se discutió el otro artículo
referente a la vida privada de las personas —y reitera ahora su inquietud—,
prefería, y prefiere, el término “privacidad”, porque la inteligencia natural o
habitual de este concepto se extiende por igual a personas naturales y a
instituciones o personas jurídicas. El vocablo “privacidad” cubre todo; en
cambio, la expresión “vida privada”, en la inteligencia común y habitual del
concepto, sólo se aplica a las personas naturales. Por eso, entre otras
razones, manifestó su preferencia por la palabra “privacidad” y no por “vida
privada”. En todo caso, lo reitera aquí por estimar que la constancia podría
ser un elemento ilustrativo, pero insuficiente. En cambio, si se habla de la
privacidad de personas e instituciones.
—Acordado.
—Acordado.
El señor SILVA BASCUÑAN dice que le parece evidente que ésa es una base
general de la legislación tradicional en materia de procedimiento penal:
cuando los valores son sociales, se entrega la acción penal a la acción
pública. De manera entonces que la acción privada penal es muy
excepcional. Y aquí, dada la índole de los valores comprometidos, no cree
que ningún legislador pudiera establecer sólo la referente a la acción
privada. Estima que si eso se colocara expresamente en el texto, la
Comisión se vería en la necesidad de estar recordándolo en muchas otras
disposiciones, en circunstancias que es un principio general del
ordenamiento jurídico.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 305 de 709
El señor DIEZ concuerda con lo dicho por el señor Silva Bascuñán; pero
tiene una preocupación respecto de la cual le gustaría ser muy preciso. Esta
no es una acción penal; ésta es una acción creada en la Constitución. La
Comisión no tiene por qué calificarla. Es una acción creada en la
Constitución y una facultad...
El señor ORTUZAR (Presidente) acota que puede ser penal como no serlo.
El señor DIEZ agrega que puede no ser penal, porque la acción penal
significa perseguir un delito tipificado. Esta es una facultad que se da a los
tribunales para proceder de oficio y una acción que se da a cualquier
persona, interesada en alguno de los valores aquí garantizados, a fin de que
pueda ocurrir a los tribunales para que éstos ejerzan esta facultad que les
da la Constitución. Y no le interesa entrar a calificar esta acción como penal
o no. Puede, en algunos casos, ser acción penal; en otros, puede no serlo.
Los miembros de la Comisión no son clasificadores, ni tratadistas ni
profesores; su labor es crear la disposición. Por eso, no le gustan los
adjetivos, porque terminan, quizás, oscureciendo el texto.
—Acordado.
El señor DIEZ añade: “todo sin otras limitaciones que las expresadas en el
inciso primero de este número”.
El señor SILVA BASCUÑAN dice que le parece muy importante que quede
esto en la Constitución, porque normalmente los gobernantes son
sobrepasados por sus agentes de ejecución. Esta disposición va a permitir a
los gobernantes, contar con la advertencia señalada por la Constitución,
instruir a todos los que los rodean que respeten la libertad, porque es poco
concebible —hay algunos casos en la historia de Chile, pero muy
excepcionales—, que sea el gobernante máximo quien realice el abuso.
Estos abusos son cometidos por funcionarios de segundo o tercer orden. Por
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 307 de 709
El señor OVALLE manifiesta que concurre con la opinión del señor Silva
Bascuñán, aunque conceptualmente tiene razón el señor Guzmán.
El señor GUZMAN aclara que su duda surgía de que, sin discutir el valor que
tiene en el actual texto constitucional este precepto, a su juicio, queda
comprendido, desbordado y ampliado con mucho con el que se ha
aprobado. Su duda es que, al aprobar el derecho de recibir una información
veraz, oportuna y objetiva sobre el acontecer nacional e internacional, se ha
consagrado un precepto mucho más amplio y vigoroso, del cual éste, el que
se pretende consagrar ahora, es uno de los supuestos esenciales —no el
único, pero uno de los más importantes—, cuya violación supondría
necesariamente la violación del derecho de recibir una información veraz,
oportuna y objetiva.
El señor GUZMAN responde que sí. Cree qué forma parte del acontecer
nacional e internacional, sin lugar a dudas, ya sea el libro nacional o
internacional. Por lo tanto, evidentemente imponerse de él es imponerse del
acontecer nacional e internacional.
El señor EVANS pregunta si un libro sobre la historia de Grecia, ¿también
implica acontecer nacional e internacional?
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 308 de 709
El señor GUZMAN piensa que también. Aquí no se está hablando sólo del
acontecer presente, sino también del acontecer pasado o futuro; y, en
cierto modo, el libro, aunque se refiera a acontecimientos de hace veinte
siglos o al año 2010, como uno que acaba de publicarse, es siempre un
acontecer nacional presente.
El señor OVALLE acota que no sólo eso: se trata del derecho de opinión y de
libre expresión del pensamiento.
—Acordado.
El señor GUZMAN pregunta qué sucede entonces con el inciso que establece
que la importación y comercialización de libros, impresos y revistas serán
libres, sin perjuicio de las reglamentaciones y gravámenes que la ley
imponga.
El señor GUZMAN agrega que, por ello, dice que o se va a repetir todo esto
o sencillamente se remiten a expresar en el texto constitucional un precepto
de orden general como el que se está aprobando y a dejar constancia en
actas que se entiende que este principio general cubre lo que la
Constitución actual establece en los incisos correspondientes y se hace
referencia a todo ese largo detalle que está en el texto constitucional actual
y que obedece a razones históricas muchas veces recordadas; pero que
ahora han quedado cubiertas con una disposición de mayor alcance. Porque
insiste en que también se establece el problema de la importación y
comercialización de libros, impresos y revistas, y por allí se podría estar
vulnerando el derecho a recibir una información sobre el acontecer nacional
e internacional, Entonces, estima que el precepto general es tan claro,
sólido y amplio que esto de entrar en un detalle, a su juicio, incluso puede
debilitarlo, porque ahí sí que se puede decir que lo suprimido de la
Constitución no se entiende como parte integrante de este derecho, desde
el momento en que se suprimió. En cambio, si realmente se configura este
precepto general y sólo se deja una constancia de que comprende lo
contenido en los incisos en referencia y en los demás que procedan, cree
que, desde luego, se hará un texto más breve.
El señor SILVA BASCUÑAN opina que no hay gran daño en suprimir todo el
precepto actual que comienza por la frase “la importación y
comercialización”; pero le parece muy importante mantener lo relativo a la
libre circulación, porque eso cae exactamente en la libertad mencionada,
que es integrante substancial de la libertad de opinar. No es algo
meramente accidental o instrumental, sino que es esencial. De manera que,
dado que está en la Constitución, le parece muy grave que se suprima,
aunque sea una consecuencia que habría podido deducirse de los principios
generales que ya se han aprobado.
El señor OVALLE señala que se siente interpretado por el señor Díez, Agrega
que siempre dijo que conceptualmente el señor Guzmán tenía razón. Cree
que comenzó diciéndolo. Pero eran razones de orden histórico más bien y el
deseo de no aparecer retrocediendo lo que le llevaba a apoyar la
proposición de agregar este inciso. Pero es muy buena la razón que ha dado
el señor Guzmán en cuanto cualquier explicación o excesiva especificación
del precepto general que se ha aprobado, contribuiría a debilitarlo. La
verdad es que desde un punto de vista conceptual no agrega nada, porque
tendría que decir “y en consecuencia”, O sea, estimando tan importante
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 311 de 709
—Acordado.
El señor OVALLE entiende que la constancia sería transcribir...
Luego añade que, a continuación, corresponde ocuparse del inciso que dice
que, “toda persona natural o jurídica ofendida o aludida por alguna
información tiene el derecho a que su aclaración o rectificación sea
gratuitamente difundida en las condiciones que la ley determine por el
medio de comunicación social en que esa información hubiere sido emitida.”
El señor ORTUZAR (Presidente) dice que tiene razón el señor Guzmán; está
igual.
El señor OVALLE señala que está en desacuerdo con el señor Guzmán. Cree
que debe eliminarse la expresión “infundadamente aludida”, porque si bien
es cierto que el peligro que él señala puede producirse, ello sería
consecuencia del abuso del derecho. Y no le cabe ninguna duda de que el
abuso del derecho es una figura que no sólo entraría a jugar en esta
materia sino en muchas otras. Pero específicamente es partidario de
eliminar la expresión, el calificativo, porque él, como lo reconoce el propio
señor Guzmán, entregaría a la calificación del medio periodístico la
publicación de la rectificación que envíe o de la aclaración que envíe la
persona afectada. Bastaría decir que es ofensiva o no lo es, porque
distinguir en un momento dado y con la rapidez con que proceden los
periodistas, si se trata de una ofensa o de una alusión infundada, es muy
tenue; bastaría que el órgano periodístico rechazara la publicación diciendo
que no se trata de una ofensa, ni de una alusión infundada, para que se
postergara la aclaración o rectificación consiguiente. Y todos aquellos que
han tenido ocasión de participar en la vida pública, saben cuán importante
es la oportunidad en que se aclaren algunos conceptos muchas veces
maliciosos que periodistas irresponsables incorporan en los órganos en que
ellos trabajan.
Prefiere correr el riego de este abuso del derecho antes que hacer ilusorio el
derecho de rectificación o aclaración, porque se estaría entregando su
calificación, no a la prensa responsable, sino a aquellos que hacen este tipo
de aseveraciones o incurren en este tipo de abusos. A ellos se les estaría
permitiendo, impunemente, en la mayor parte de los casos, afectar la honra
de las personas. Cree que una publicación periodística o un órgano de
expresión, debe tener mucho cuidado al aludir a las personas en sus
programas o en sus ediciones, y este cuidado se traduce en esta obligación
que tiene que asumir, de publicar las aclaraciones que sean necesarias
cuando una persona se sienta aludida. Quien juzga si la alusión es
infundada o no lo es, es el propio aludido, En cambio, incorporar esta
disposición significa entregar a los medios de publicidad la facultad de
juzgar, y es precisamente de ellos de quien se quiere defender a las
personas. No es al medio de comunicación que se desea defender de las
personas sino, al contrario, defender a las personas y su honra de los
medios de difusión.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 314 de 709
El señor GUZMAN acota que la situación es mucho peor, entonces, ¿No dice
nada más?
haya una mera alusión. No hay que abrir el camino a la gente majadera que
pretende aclarar cosas innecesarias, y que en este país se da en
abundancia.
El señor GUZMAN manifiesta que desea aclarar esto para evitar toda duda.
Pero a lo que se refiere es que hay que meditar muy bien este artículo,
porque se debe buscar una ecuación, pues por la vía de hacer demasiado
extensivo este inciso se puede llegar a lo que estaba planteando...
El señor ORTUZAR (Presidente) expresa que, además, hay una razón que
abona lo que decía don Jaime Guzmán.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 317 de 709
Ahora, en cuanto a que puede prestarse para abusos, con todas las
disposiciones ocurre lo mismo, pero, de ahí a establecer en la Constitución
algo que realmente no se piensa consagrar y cuya finalidad no se persigue
—dar un derecho a cualquier persona por el solo hecho de haber sido
exactamente aludida—, le parece exagerado.
El señor OVALLE señala que está en desacuerdo con esa proposición. Cree
que lo que se está garantizando, y que se desea incluso corregir, es el
abuso de la misión periodística, de la actividad periodística. Y,
evidentemente, si se quiere combatir esos excesos y proteger a las
personas, es necesario entregar a estas últimas el derecho de rectificar o
aclarar las informaciones que se emitan a su respecto. Por esta razón,
piensa que la expresión “infundadamente”, como ya lo expresó, sólo
permitirá a los órganos de difusión postergar aquellas aclaraciones o
rectificaciones que no quieren publicar. De allí que sea partidario de
mantener el término.
El señor OVALLE manifiesta que contestará dicha pregunta una vez que
termine de exponer sus ideas sobre el tema en debate. Ahora bien, cree
que el temor del señor Guzmán se refiere a otra cosa, que es donde
expresamente se abusa: la emisión de opiniones. En relación con este
problema de la política económica del señor Cauas —donde se han
producido consecuencias dramáticas, naturalmente, para muchas personas
e industrias—, existe una gran inquietud. Tiene conciencia de que las
revistas y los diarios han sido bombardeados con opiniones de gente que se
ve afectada, aunque no referida. Esos juicios son los que el medio de
comunicación no tiene por qué publicar, a menos que la carta respectiva
tenga mucho valor intrínseco.
Y no se imite a los Estados Unidos, donde los abusos en esta materia han
afectado, incluso, a Chile con observaciones inexactas. Debe tomarse pie en
eso precisamente para no caer en ese sistema.
Ese es el derecho que quiere que tengan las personas. Se les está
defendiendo en su vida privada, en su honra. Debe dárseles las
herramientas necesarias para que se protejan, y allá el órgano periodístico
responsable; porque los abusos de los periodistas desfiguran esta libertad.
Así como el señor Diez temía que este derecho puede derogarse como
consecuencia de los excesos, él teme que los abusos de la libertad en la
transmisión del pensamiento puedan provocar otro tipo de limitaciones aún
más graves, como las que discute la UNESCO en este mismo instante.
Deseaba oír primero al señor Evans. Pero, como el señor Díez planteó un
punto, quiere señalar su posición al respecto.
Desea que quede claro que todo este tema del derecho a réplica queda
restringido exclusivamente a las informaciones; es decir, a las noticias y no
a las opiniones. De las opiniones que se viertan se responde por el medio de
comunicación a través de los conductos judiciales, mediante la persecución
de los delitos y abusos que se cometan. Porque si en las opiniones se entra
a calificar o a sostener que la persona ofendida tiene derecho a réplica.
El señor DIEZ señala al señor Guzmán que es preciso tener presente que,
en ese caso, hay ofensa.
El señor DIEZ sugiere dejar la palabra “injuria” en vez del término “ofensa”.
El señor DIEZ prosigue: ...no las ideas contradichas de las personas. Las
personas ofendidas. El diario debe decir: “Don Jaime Guzmán expresó esto,
y, por tal razón, la opinión, del diario es contraria”. Pero no puede expresar,
aún en su ejemplo: “El reaccionario de don Jaime Guzmán”... Para que se
sanee la prensa, no puede decirse eso.
El señor DIEZ piensa que los tribunales no bastan, porque ellos llegan
después. De nada le sirve que “metan preso al tipo del diario”, porque él
queda como ladrón ante la opinión pública y no va a poder destruir una
injuria o una opinión. Con el derecho a réplica no logra compensar todo el
daño que se le ha causado. Pero si se le impide ir a ese órgano de
publicidad y silo que se le da es una sentencia que impone una multa al
diario, que le otorga una indemnización de perjuicios y que “mete preso al
tipo”, no le sirva esto para preservar su honra.
El “Huevo de Oro” no era una información. Era calificado como una tira
cómica o humorística. Y esa era la defensa que tenía un diario de triste
memoria.
Un diario puede decir: “se falló el juicio tal. La parte perdedora fue
patrocinada por el abogado equis, equis. Este abogado ha vuelto a perder
un pleito”. No dice nada más. ¿Está o no esa información haciendo una
alusión que merece respuesta y que el abogado diga: “Mire, señor, usted
está queriendo dar a entender que yo pierdo todos los pleitos”? ¿Es
inexacta? No. Pero no hay duda de que es injusta.
Asigna tal importancia a esto, que iría más allá y diría: “Toda persona
natural o jurídica ofendida o aludida por algún medio de comunicación
social, tiene derecho...“. No diría “por alguna información”, sino “por algún
medio de comunicación social”.
El señor DIEZ dice que está de acuerdo con don Enrique Evans.
El señor EVANS explica que no, porque se vuelve al problema que planteaba
don Jorge Ovalle.
toda razón don Jorge Ovalle: que cuando los tribunales vengan a resolver,
ya el daño se habrá causado.
En primer lugar, cree haber sido sumamente categórico —tanto o más que
cada uno de los miembros de la Comisión—, en cuanto a su deseo y
convicción de la necesidad de detener los desbordes de los medios de
comunicación social. De manera que, en ese sentido, no le va en zaga, por
lo menos, a nadie.
El señor ORTUZAR (Presidente) manifiesta que desea decir dos cosas muy
breves con respecto a la argumentación de don Jaime Guzmán.
Primero, que si bien es cierto que todos piensan que en el futuro no existan
medios de comunicación social como algunos de los que, por desgracia para
la prensa, han existido en el pasado, cualesquiera que sean las medidas que
se adopten, hay que ponerse en el caso de que pueden tener desbordes. De
eso no cabe duda, porque, cualesquiera que sean los requisitos, en
definitiva, podrán ser burlados y, en consecuencia, el medio de
comunicación social podrá ser un vehículo para blasfemar, injuriar,
calumniar y difamar.
El señor OVALLE recuerda que don Alejandro Silva Bascuñán salió de la Sala
en este momento y que él era de opinión de no colocar ningún adjetivo.
El señor DIEZ dice que quiere proponer una fórmula en el sentido de aplicar
este criterio tanto a la opinión como a la información, a todas las
publicaciones, pero que se use el calificativo “injustamente”. Todos los
miembros de la Comisión están de acuerdo en esto, pero no se lo dice. Hay
acuerdo en que la simple alusión no da derecho sustantivo a una
rectificación, y hay unanimidad de pareceres en que la injusta —en el
sentido de que lo injusto es contrario a la equidad, al derecho y a la razón—
, sí da derecho a rectificación. ¿Por qué no se usa entonces, la palabra que
en el Diccionario tiene exactamente ese sentido? Injusto es lo contrario a
derecho, a la equidad y a la razón, como ya lo dijo. No ve por qué no se va
a decir. De modo que se amplía la materia a la opinión, pero se la deja
circunscrita a la injusticia, porque eso es lo que se desea proteger: que los
individuos sean tratados con justicia por los medios de comunicación social.
El señor EVANS dice que ésa es también su tesis. Adhiere a tal posición.
El señor DIEZ comenta que los diarios ganan todos los juicios.
El señor DIEZ señala que los tribunales decidirán si ha sido justa o injusta.
—Aprobada.
El señor ORTUZAR (Presidente) expresa que dará lectura, por creerlo útil, a
la versión taquigráfica de la parte pertinente del Acta de la sesión anterior.
“El señor DIEZ.— Quiero proponer una fórmula con la cual hemos
concordado desde un comienzo, en el sentido de aplicar este criterio tanto a
la opinión como a la información, a todas las publicaciones, pero que se use
el calificativo “injustamente”. Todos estamos de acuerdo en esto, pero no lo
decimos. Todos concordamos en que la simple alusión no da derecho
sustantivo a una rectificación, y todos estamos de acuerdo en que la injusta
—en el sentido de que lo injusto es contrario a la equidad, al derecho y a la
razón— sí da derecho a rectificación. ¿Por qué no usamos, entonces, la
palabra que en el Diccionario tiene exactamente ese sentido? Injusto es lo
contrario a derecho, a la equidad y a la razón, como ya lo dije. No veo por
qué no lo vamos a decir. De modo que ampliamos la materia a la opinión,
pero la dejamos circunscrita a la injusticia, porque eso es lo que deseamos
proteger: que los individuos sean tratados con justicia por los medios de
comunicación social.
—“Aprobada.
El señor GUZMAN manifiesta que aquél tiene las más amplias, irrestrictas y
plenas facultades respecto de la televisión chilena. En líneas generales,
tiene atribuciones para orientar, supervigilar y fiscalizar. Por lo demás,
anota, el señor Secretario podría leer la ley correspondiente, para no
recurrir sólo a la memoria. Se trata, en todo caso, de facultades tan amplias
que, en síntesis, puede hasta cerrar un canal de televisión o darle normas
de espacios culturales a una hora determinada; puede determinar la
prohibición, como existe en la actualidad, para exhibir las figuras o retratos
de personas que estén procesadas por los tribunales, mientras no hayan
sido condenadas; puede impedir que dé imágenes truculentas o de
violencia, como también ocurre en la actualidad. Señala que existe una
constante pugna sobre cuándo hay truculencia; si la labor informativa
policial se puede hacer con este tipo de impedimentos, Además, puede
imponer, como lo hace en la práctica, horarios para los noticieros. Por
ejemplo, anota, los actuales, por disposición del Consejo, se transmiten, a
lo menos entre 21.30 y 22 horas, a lo cual todos los canales deben
ajustarse. Es decir, reitera, el Consejo tiene las más amplias e irrestrictas
atribuciones en la materia.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 334 de 709
“e) Emitir los informes y dictámenes que les sean solicitados por el
Presidente de la República o por el Congreso Nacional o que estime
conveniente evacuar de oficio;
“h) Dictar normas generales de aplicación obligatoria para todos los canales
de televisión, relativas a porcentajes mínimos y máximos de determinada
programación, y sobre los aspectos cuantitativos y cualitativos de la
propaganda comercial, que tienden a su gradual disminución. Dichas
normas no se referirán al contenido de su programación que cada Canal
realizará libremente dentro de las pautas indicadas;
Por su parte, acota, el artículo 60 dice: “La persona o las personas de los
Canales de Televisión que infrinjan los deberes que le impone su cargo o
empleo serán sancionados con cualesquiera de las medidas disciplinarias
que contempla el Párrafo 2° del Título IV del DFL N° 338, de 1960, salvo la
de traslado. El Consejo Nacional de Televisión aprobará un reglamento,
sujeto al trámite de tema de razón, que señale las normas de procedimiento
que deberán observarse en la tramitación de los sumarios administrativos.
Cree que gran parte de esa polémica se debe, precisamente, a que se han
confundido las tareas, y considera que si la Comisión pudiera esclarecerla
ello reportaría gran beneficio para la ordenación posterior del país. Le
parece que todo control de los medios de comunicación por parte del
Gobierno, de la autoridad que está ejerciendo objetiva y
administrativamente la dirección del bien común, es inconveniente y
peligrosa. De ahí que, en ese aspecto, piensa que apoyaría ampliamente la
resistencia que esa idea ha provocado en organismos tales como la
Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP). Por ello estima razonable, si
acaso se quieren establecer sistemas realmente eficaces, que se den
garantías para que los medios de comunicación no sean manejados en
forma que distorsionen el bien colectivo.
son ellas las que en principio deben también representar, junto con el Poder
Judicial, al Poder Ejecutivo, a la ciudadanía entera, al margen de toda
presión y de todo interés. Por último, expresa que agregaría también al
Colegio de Abogados, dentro de la idea que trató de sostener porque era la
que se desprendía de la legislación. Destaca que el Colegio de Abogados es
integrante del Poder Judicial y, por su intermedio, la sociedad está
encargada de una serie de valores que tienen mucha vinculación con la
manera como ejercen su actividad los medios de comunicación social. Sobre
esa base diseñaría un Consejo Nacional de Comunicación Social como el que
se propone, que le parece una creación bastante favorable.
El señor GUZMAN señala que hay tres materias en debate, dos de las cuales
le parece que revisten un carácter más bien técnico y, por lo tanto, las va a
dejar para el final; en cambio, una tiene, a su juicio, carácter de principio
fundamental.
Cuatro fueron los motivos que señaló por los cuales la radio y la televisión
deben ser enfocados con un prisma semejante, mientras que los medios de
comunicación escrita le parece que deben tener un estatuto básico diferente
en cuanto a la titularidad y a las normas que regulen su ejercicio y
fiscalización. Considera que debe quedar claramente establecido que no es
un derecho de toda persona natural o jurídica establecer, mantener y
explotar estaciones de radiodifusión. En cambio, sí lo es —y habría que
adecuar los términos para ello— respecto de los medios de comunicación
escrita. A su juicio esa es la diferencia sustancial que ha querido destacar.
Por eso, como lo indicó con mucha claridad, recalca, e, inclusive, asumiendo
los inconvenientes prácticos que esto pudiera despertar en alguien que
pudiera pensar distinto, cuando él entendía que se daba al Consejo Nacional
de Comunicación Social la facultad de otorgar concesiones de radiodifusión,
se sustrae, por una parte, de la esfera del Gobierno —como ha sido
tradicional hasta ahora, con resultados, a su juicio, inconvenientes— y, por
la otra, se la entrega a un organismo con un carácter que le parece que
debe ser autónomo e independiente del Gobierno, pero tener en esta
materia amplias facultades discrecionales. Es decir, entiende que el Consejo
Nacional de Comunicación Social debe analizar la idoneidad del postulante a
la titularidad de una estación de radiodifusión y contestarle sí o no con
discrecionalidad. No debe ser un organismo que, al modo de la
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 340 de 709
Agrega que por ser la radio tan impactante, tan distinta de la prensa por
todas las razones que señaló —quien la enciende no contrata con ella cada
vez que lo hace como ocurre con el diario cada vez que se compra; no
pueden releerse las noticias, como ocurre con el periódico, con lo cual el
espíritu reflexivo es infinitamente inferior; se utiliza una serie de elementos
auditivos que dan mayor impacto a las noticias que en el caso de la prensa;
y otras en las que abundó—aboga con la mayor vehemencia, porque cree
que es fundamental, por la idea de que se siga el criterio que ha propuesto
en materia de radiodifusión y porque no se la asimile a la prensa, como lo
sugieren la Mesa y la Subcomisión.
El señor EVANS solicita una interrupción para expresar al señor Guzmán que
está absolutamente de acuerdo con su tesis, pero estima que la redacción
de la Mesa no se opone en nada a la sugerencia que está planteando,
porque dice que “toda persona natural o jurídica tendrá el derecho de
establecer, mantener, editar y explotar diarios, revistas, periódicos y otros
impresos, estaciones de radio y otros medios de comunicación social, en las
condiciones que establezca la ley”. En consecuencia, prosigue, para explotar
y para establecer y fundar un diario o una revista, tienen que cumplirse una
serie de exigencias que determina la ley. La ley de Abusos de Publicidad,
acota, dispone que, para que un diario comience a aparecer, necesita
satisfacer una serie de requisitos previos. Lo mismo ocurre con cualquier
revista o periódico. En el caso de la radio, continúa, podría operar todo lo
que ha dicho el señor Guzmán a fin de salvaguardar los valores superiores
dentro de lo que establece la ley.
Estima que la esencia del derecho está en que toda persona pueda
establecer, mantener y operar medios de prensa escritos y que, en
definitiva, responda de los abusos que cometa en el ejercicio de esa
libertad. En cambio, quiere que haya en la radio un sistema de carácter más
bien preventivo, como el que existe en la televisión. Es decir, que este
organismo pueda, con carácter discrecional, decir a una persona: “Sí, usted
tiene idoneidad suficiente”, o bien, “Usted no la tiene”, y que eso no se
considere inconstitucional.
El señor EVANS expresa que ello no puede ser, porque la misma redacción
propuesta por el señor Guzmán —que ya manifestó que aprobaba— dice
que “corresponderá al Consejo de Comunicación Social.... el otorgamiento
de las concesiones correspondientes”. Entonces, concluye, si la propia
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 342 de 709
El señor GUZMAN contesta al señor Evans que hay una dificultad muy
grande. En el informe N° 1 de la Subcomisión ella se analiza. Como no
puede eludirse el hecho de que alguien tiene que otorgar la concesión de la
radiodifusión, hay dos criterios frente a la materia: entender que quien la
concede ejerce simplemente una facultad meramente técnica de un derecho
que tienen todos los habitantes de la República y que sólo debe resguardar
desde ese ángulo, o entenderla, como quiere hacerlo, como una facultad
amplia, discrecional y libre.
Anuncia que será muy breve en los otros dos puntos. Uno, anota, es el
problema de las universidades.
Por eso, al respecto sugeriría una fórmula de transacción que dijera: “Sólo
el Estado y aquellas universidades o demás entidades que la ley
determine.”.
Por eso, ha procurado que en este caso esté presidido por un representante
del Presidente de la República, con acuerdo del Senado, ya que la
experiencia demuestra que los funcionarios que, como el Contralor General
de la República u otros, son designados por aquel con acuerdo del Senado
requieren un consenso político generalizado que coloca a estas personas por
encima, incluso, de las variaciones o tendencias relativamente mayoritarias
del momento y les permite alcanzar una mayor permanencia y solidez, De
ahí que piensa que en esta representación confluyen los dos Poderes: el
Ejecutivo, por una parte, y el Congreso Nacional, representado por el
acuerdo del Senado, por la otra.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 344 de 709
o no los requisitos técnicos. Aclara que no era ése, sin embargo, el espíritu
de la indicación de la Mesa. Y, como éste es interpretado mucho mejor por
la indicación del señor Guzmán, la acepta en ese entendido.
Sobre esas bases, estima que se podría llegar a una perfecta concordancia.
Y, naturalmente, cree también que habría que considerar la indicación de la
Mesa —entiende que el señor Guzmán la comparte— en el sentido de que,
en términos generales, se puedan establecer requisitos para ser titular de
los medios de comunicación social —como lo que sugiere la indicación de la
Mesa—, y de que se pueda también esclarecer la disposición general del
artículo 27, en los términos propuestos por el señor Silva Bascuñan, en
cuanto a que los medios de comunicación social —y los establecimientos de
enseñanza, incluso— que abusen de estas garantías para atentar contra los
valores fundamentales de la República y el régimen democrático perderán el
derecho a la titularidad.
El señor DIEZ estima que se tiene que ir aprobando ideas, y después buscar
la redacción, para evitar confusiones.
Le parece que todos están conscientes de que, junto con la libertad de los
medios de comunicación social, debe aspirarse a una mucho mayor
responsabilidad, tanto en el orden interno, privado, como en el orden de la
veracidad de las noticias y de la moralidad de los medios de comunicación
social.
El señor SILVA BASCUÑAN anota, por la vía de la interrupción, que con los
argumentos que dio el señor Guzmán, él estaría de acuerdo en suprimir los
representantes de las Cámaras, pero siempre que el Presidente del Consejo
fuera designado por el Presidente de la República, con acuerdo del
Congreso.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 347 de 709
El señor GUZMAN replica, que sí pueden ser muy numerosos. Que ello
depende del sistema de televisión que se utilice. Hay ciudades de los
Estados Unidos donde existen decenas de canales de televisión. Con el
sistema que existe en Chile, no; pero ello es posible en el futuro con otro
sistema.
Manifiesta que acoger los criterios que el señor Ovalle acaba de expresar
sería llevar las cosas a un extremo que no es conveniente para el futuro del
país y dejar entregado el ejercicio de la libertad de expresión a garantías
insuficientes.
Concluye que ésa es, en síntesis, la idea; pero, en verdad, no cree que
revista una relevancia mayor. No piensa que esto pueda ser de ninguna
manera algo que pudiera el día de mañana transformarse en un
instrumento para supervigilar la prensa escrita, porque ello vulneraría
abiertamente las disposiciones constitucionales anteriores que se han
aprobado sobre prensa escrita. Deberían ser facultades o atribuciones muy
secundarias, de órdenes más bien técnicas, prácticas o accidentales, en que
se requiera la intervención de algún organismo y se piense que éste es el
organismo más adecuado para ello.
Estima que las normas sobre prensa escrita serán tan graníticas que nadie
podrá entender que, a pretexto de esta disposición, sería factible establecer
la supervigilancia de la prensa escrita, porque por algo se dispuso
claramente que la supervisión sólo abarca a la radiodifusión y la televisión.
Esto debe quedar bien claro.
Lo que sí quisiera es que si, por razones de temores, que respeta y que
desde luego compartiría si fuesen realmente posibles o probables, o por
razones de imagen, no se desea mantener la frase final, debe continuarse
denominando a aquel organismo “Consejo Nacional de Comunicación
Social”, a fin de que el legislador, en uso de su facultad de establecer las
condiciones en que se llevará a cabo la libertad de prensa, pueda el día de
mañana, silo estima conveniente, entregarle algún género de participación o
de actuación, evitando que el nombre “Consejo Nacional de Radiodifusión y
Televisión” se lo impida de suyo.
El señor DIEZ considera que la disipación de los temores del señor Ovalle
depende de la manera en que se integre el Consejo. Porque otorgar
facultades judiciales en materia de libertad de prensa a un consejo cuya
ecuanimidad, equidad y preparación son garantía, lo constituiría en un
tribunal más especializado a la larga —por ello, desea la inamovilidad— que
los propios tribunales ordinarios de justicia. Ahora, agrega, para las
sanciones graves o restrictivas, que impidan o perturben notoriamente el
ejercicio de la libertad de prensa, habría apelación ante la Corte Suprema
con facultad de apreciar la prueba en conciencia.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 353 de 709
Piensa que la tesis del señor Ovalle, que la estima muy respetable —la
libertad es la propia reguladora de las cosas que operan en libertad—,
produce, en materia de medios de comunicación social, un daño, que a
veces es irreparable, antes que la sociedad reaccione para restablecer lo
que se podría llamarse el justo equilibrio en los medios de comunicación
social. Por ello, advierte, frente a un organismo que mañana tendrá una
importancia trascendental en la generación de los poderes públicos —
porque aquel que en una democracia moderna tiene una influencia
desproporcionada en los medios de información tiene evidentemente
ganada gran parte de una batalla ante la opinión pública—, es esencial no
equivocarse en cuanto a la composición de este Consejo, dejando sometida
la apelación, en lo importante, a los tribunales ordinarios de justicia o a la
Corte Suprema.
El señor GUZMAN responde que lo dejaría entregado a la ley. Pero cree que
ésta debería seguir el criterio que sigue la actual ley de televisión. Es decir,
no se suspende el ejercicio de la sanción, sino que lo que se hace es fijar
plazos muy breves para que haya pronunciamiento del Tribunal Superior.
Porque si se esperara que se suspendiera la sanción mientras se recurre, se
podría dar un caso muy grave. Piensa que una radio o un canal de televisión
pueden, en un momento dado, si se lo proponen, llegar a crear tal ambiente
de conmoción pública, que sencillamente produzcan males irreparables. Por
ello, cree que si la resolución del Tribunal Superior es rápida, se evita lo que
les interesa evitar: la arbitrariedad política de mantener durante varios días
una radio silenciada.
Cree que un buen ejemplo al respecto, y que él puede citar con especial
objetividad, es el del estilo usado por Radio Agricultura durante el Gobierno
de Allende. Indudablemente, se trataba de un estilo destinado a crear
permanentemente una psicosis de efervescencia y combate contra dicho
Gobierno, que él compartió en razón de la naturaleza totalitaria,
antijurídica, ilegítima y anormal del régimen marxista. Sin embargo, estima
que si dicho procedimiento o estilo se empleare o se hubiese empleado
contra un Gobierno normal, él resultaría o hubiese resultado censurable e
inconveniente, y un ordenamiento jurídico futuro debe poseer medios para
evitarlo.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 357 de 709
El señor DIEZ expresa que estima que aquí es útil todo el debate en cuanto
a las funciones y atribuciones de este Consejo Nacional de Comunicación
Social, o de Radio y Televisión, o como en definitiva se denomine, porque
va clarificando las ideas. Si se le da a este Consejo de Radio y Televisión la
posibilidad de ir creando la reglamentación del funcionamiento de la radio y
de la televisión, no sólo para proteger los bienes jurídicos que ha señalado,
sino para dar a esos medios una orientación que les ordene lo que tengan
que decir a la gente, no para prohibirles. Habría que establecer no sólo la
apelación a la sanción por violación de las normas legales o reglamentarias
del Consejo, sino que también, algún recurso para reclamar cuando dichas
normas resulten ilegales o contraríen los derechos individuales garantidos
en la Constitución. Y ello con el objeto de no permitir la creación de figuras
delictivas o represivas de las libertades sin que se pueda ocurrir a alguna
autoridad —en este caso no divisa otra que el Poder Judicial— para
representarle que tales o cuales normas, no sólo las sanciones, han sido
dictadas en contravención al espíritu general de las libertades consagradas
en la Constitución o en la letra de la ley. Es decir, una especie de recurso de
reclamación, de inaplicabilidad o de nulidad de normas fijadas por el
Consejo Nacional de Comunicación Social. Lo señala como una de las
materias que le gustaría que se considerara en el debate del texto.
Por otra parte, prefiere ver a los miembros de la Corte Suprema integrando
su tribunal cuando hacen justicia, porque, una vez salidos de él, pueden
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 358 de 709
El señor GUZMAN indica que quiere hacer sólo una salvedad, en el sentido
de que tampoco censura o ha criticado la conducta de la emisora durante el
Gobierno del señor Allende, y tanto la considera como el derecho a la
legítima defensa, que durante un año y medio él hizo comentarios a través
de ella, los días martes, jueves y sábados, —diez para las ocho de la
mañana— y de manera gratuita.
El señor GUZMAN propone que la Mesa redacte una indicación, a la luz del
debate habido.
El señor ORTUZAR (Presidente) considera que el que ha estado más cerca
de interpretar el consenso de la Comisión es el señor Díez; le da esa
impresión por el planteamiento que formuló. Y quería pedirle a él que lo
hiciera, para que no sea siempre la Mesa la que redacte las indicaciones.
El señor DIEZ señala que la verdad es que no tiene tiempo para ello.
El señor GUZMAN insiste en que lo haga la Mesa que cuenta con todo el
respaldo de la Comisión.
Le parece que hay consenso para que toda persona natural o jurídica tenga
el derecho de fundar, mantener, editar y explotar diarios, revistas, etcétera,
sin perjuicio de los requisitos que se puedan establecer en la Constitución
para ser titulares en general de medios de comunicación; para que las
responsabilidades, en el caso de la prensa escrita, sean juzgadas única y
exclusivamente por los tribunales de justicia, y para que el Consejo de
Radio y Televisión no pueda, el día de mañana, por medio de una atribución
que pudiera otorgarle la ley, ejercer atribuciones, sean éstas orientadoras,
fiscalizadoras, ni mucho menos sancionadoras respecto de la prensa escrita.
Señala que así el entiende la voluntad mayoritaria, pues el señor Guzmán
no hizo cuestión en esta materia y opinó que deben ser muy secundarias las
atribuciones que se otorguen a este Consejo con relación a la prensa
escrita. En cambio, él cree que, si se comienza por denominarlo “Consejo
Nacional de Comunicación Social”, evidentemente que, en cierto modo, se
está admitiendo que la ley puede, el día de mañana, introducirse en la
prensa escrita, cosa que le parece extraordinariamente peligrosa, aparte
que daría una imagen contraria a lo que realmente se quiere hacer.
En lo relativo a la radio, a su juicio, el problema es más fácil de resolver. Al
respecto, concuerda con el señor Guzmán y discrepa del señor Ovalle en
que es preferible entregar a un Consejo independiente, de más alta
jerarquía, la facultad de otorgar concesiones, que hoy día la tiene el
Gobierno.
El señor OVALLE aclara que dijo que era partidario de que estas concesiones
las otorgara el Consejo, aunque eso en forma discrecional.
Dice así:
que hayan sido condenadas por delito que merezca pena aflictiva o que
profesen ideologías contrarias a las bases esenciales del Estado de Derecho
o al régimen democrático.
de ahí, queda mucho más favorecido, porque queda sin la censura previa
como base y sin ninguna restricción.
El señor DIEZ dice que, en vista de la alusión del señor Silva Bascuñán a la
censura previa, tiene la impresión de que lo que va a quedar en el Acta es
que los diarios y revistas pueden quedar con censura previa, y que la ley
puede ponerla; y no es así.
El señor GUZMAN dice que tal vez el ejemplo que dio no es el más
afortunado; pero se acrecienta su preocupación de eliminar esta expresión,
sin reemplazarla por ninguna otra, a la luz de la acepción del verbo
“mantener” que acaba de leer el señor Díez. Es evidente que la idea de
“fundar, editar y mantener” está referida hasta el momento en que el diario
ya está en situación de ser leído, Pero no es categóricamente comprensiva
de toda la fase posterior, de naturaleza empresarial, que envuelve la
distribución, la comercialización y, eventualmente, el lucro que pueda
derivarse de allí. Por lo menos a la luz de lo que ha leído el señor Díez, le
parece todavía más categórico que ese aspecto puede ser fácilmente
vulnerado. Tal vez haya otros peligros, que en este momento no se están
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 366 de 709
—Acordado.
Lee luego el inciso segundo, que dice: “Habrá un Consejo Nacional de Radio
y Televisión, presidido por un representante del Presidente de la República,
designado por éste con acuerdo del Senado, e integrado además por un
representante del Parlamento, por dos miembros de la Corte Suprema, por
un Oficial General de las Fuerzas Armadas y de Carabineros, designados por
el Presidente de la República a proposición del Estado Mayor de la Defensa
Nacional, y por un miembro del Consejo de Educación Superior.”
El señor GUZMÁN formula tres observaciones al inciso.
El señor DIEZ está en desacuerdo con el señor Silva Bascuñan, quizás por
las mismas razones por él aducidas. Si la Cámara va a tener funciones
fiscalizadoras, no debe formar parte de ese consejo un integrante de ella o
elegido por ella. Considera más lógico que sea elegido por el Senado,
porque el poder fiscalizador de la Cámara —si es que hay dos ramas del
Congreso, como es su opinión— deberá abordar ésta y otras materias, y es
preferible que el poder concejil esté en el Senado para dejar plena
independencia a las funciones fiscalizadoras de la Cámara, porque se ha
visto en la práctica que cuando un cuerpo designa a un representante suyo
—que, generalmente, representa a la mayoría—, la fiscalización en ese
organismo se deteriora o se hace ilusoria. En cambio, el Senado tiene la
ventaja de que es un organismo fiscalizador distinto y, de hecho, opera de
manera diferente. El señor Lorca puede confirmar que en innumerables
oportunidades se producen opiniones divergentes. Pero también se debe
admitir que todas las corrientes de opinión que tengan alguna significación,
en el caso de haber dos ramas en el Congreso, van a estar representadas
en ellas. Y en el Senado, si se mantiene el sistema bicameral, seguramente
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 370 de 709
estarán representadas con gente que tiene menos presión electoral, por
edad, por sistema de elección, por funciones. La Cámara tiene demasiada
presión electoral. Por eso, quiere mantener la sabiduría de la Constitución
de 1925 que, en materia de designaciones, y cuando no se quiere dejar
plena autoridad al Presidente de la República, sino buscar el acuerdo entre
éste y el Congreso, prefiere al Senado.
El señor DIEZ acota que de ello no hay ninguna duda. Añade que no se
había entrado todavía a analizar redacciones: pero podría decirse: “Habrá
un Consejo Nacional de Radio y Televisión. Su presidente será designado
por el Presidente de la República con acuerdo del Senado. Será
inamovible”...
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 371 de 709
—Aprobado.
El señor SILVA BASCUÑAN manifiesta que, para que quede claro que debe
ser la Corte Suprema quien debe designarlos, debe decirse: “Por dos
Ministros de la Corte Suprema designados por ésta”.
causará ningún problema. Pero estima que tiene más categoría “Consejo
Nacional de Radio y Televisión”, así como se llama actualmente el “Consejo
Nacional de Televisión” y “Consejo Nacional de Educación Superior”, que no
el “Consejo de Educación Superior”. Por lo tanto, sugiere mantenerlo en las
dos partes.
Explica que utilizó esta redacción porque le pareció que era la que mejor
podría obtener el consenso de la Comisión. Porque aquella de orientar,
fiscalizar, sobre todo en el caso de la radiodifusión, le parece que
evidentemente ya puede significar entrar un poco en un campo que hiere a
la libertad.
—Acordado.
El señor SILVA BASCUÑAN dice que el objetivo primero es velar porque las
radios y la televisión cumplan su finalidad, y después vienen los demás
objetivos. La redacción no significa que de alguna manera le corresponde
directamente al Consejo Nacional de Radio y Televisión difundir el
conocimiento de los problemas nacionales e internacionales y promover los
grandes objetivos de la educación y el desarrollo de la cultura; lo que se le
encomienda a este Consejo es que vele porque estos valores se preserven.
Para que no se dé el entendimiento que está señalando, habría que
anteponer en todo momento la preposición “de”: velar por que la radio y la
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 375 de 709
Recuerda que no tiene opinión formada y que trajo estos verbos a colación
con el ánimo de hacer presente lo que está en la actual ley de televisión;
añade que le interesa, en todo caso, que quede en claro a la Comisión que
si no se emplean estos verbos, se entiende que el que se usará es el que
propone la Mesa, que es el de velar, que le satisface por las razones que el
señor Presidente ha dado. Es un verbo que permite que el legislador pueda
conferir al Consejo las facultades que la actual ley de televisión confiere al
Consejo Nacional de Televisión; vale decir, orientación, supervigilancia y
fiscalización. Si se tiene claro y se deja constancia de que ese verbo y esa
interpretación son congruentes, no divisa ningún inconveniente en usar el
término velar.
El señor DIEZ aclara que así es, con la salvedad de la expresión “orientar”.
El señor GUZMAN pide dejar eso al legislador. Entiende que no debe pugnar
porque la verdad de las cosas es que justamente es allí donde se manifiesta
esa facultad creadora. Por ejemplo, cuando el Consejo Nacional de
Televisión establece una franja cultural semanal de una hora a todos los
canales no está supervigilando, ni fiscalizando, está evidentemente
ejerciendo algo, dictando una norma, una medida. Si se establece, por
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 376 de 709
ejemplo, que dentro de las transmisiones de música que realicen las radios,
un 20 por ciento o un 25 por ciento deberá ser música nacional, no se está
supervisando ni fiscalizando nada, sino que se está consagrando una
norma. Y esto es lo que la ley de televisión actual recoge bajo los términos
“orientación general”, ley que fue dictada en una época en que todo estaba
orientado a protegerse de un Gobierno del cual se temía fundadamente que
no sería democrático en el ejercicio de sus atribuciones. Y aún así se aceptó
el criterio de la orientación general, porque alguien tiene que imprimir
ciertas orientaciones básicas a la conducción de medios como éstos.
Ahora, es evidente que para ello se han establecido normas muy claras en
el sentido de que si el legislador, pretendiendo reglamentar un derecho, lo
afecta en su esencia, esa ley sería inconstitucional y podría ser reclamada
de tal. Lo mismo ocurriría si en lugar de establecer una franja cultural de
una vez a la semana en los canales de televisión, o de una hora, les fijara la
programación en detalle. Es evidente que ahí se estaría vulnerando la
libertad que se ha conferido a los titulares que señale la Constitución de
establecer, operar y explotar canales de televisión.
Desea que quede claro el papel activo, que estima trascendental, y que es
donde tal vez ha sido más deficiente el Consejo Nacional de Televisión hasta
ahora.
Por eso, cree que es impropio de la Constitución aquello que no tiene valor
jurídico destacado y no constituye tampoco garantía adecuada. Si se quiere
establecer la supervisión de la radio y la televisión por medio de este
Consejo, que se diga lisa y llanamente, porque ninguna enumeración servirá
de garantía si no se establecen los mecanismos necesarios. En el inciso
siguiente están establecidos tales mecanismos.
El señor EVANS manifiesta que tanto la indicación de la Mesa como las dos
indicaciones del señor Guzmán le parecen eminentemente discursivas y no
cumplen con el objeto de señalar marcos adecuados para lo que debe ser
este organismo, porque a título de velar por la integración del país, los
márgenes de acción de un consejo de esta naturaleza pueden ser ilimitados,
pues la integración puede ser física, espiritual, cultural, religiosa, ideológica
y política. De manera que ahí hay un término que ya se presta para
múltiples posibilidades.
El señor SILVA BASCUÑAN dice que lo que debe ponerse respecto de este
organismo, en forma muy concreta, es cuáles son ciertas atribuciones
típicas o específicas, originales o inherentes al medio de comunicación, que
debe establecer la Constitución.
que más interesa de los tres— tiene una finalidad didáctica, una finalidad de
imagen, para que se aprecie por qué y cómo se entiende la radio y la
televisión. A la vez que un instrumento de información es también un
instrumento fundamental de elevación del nivel de la cultura, la educación y
la integración del país.
Y en ese sentido, desde esa perspectiva, cree que los temores del señor
Evans desaparecen. Porque, si en realidad se tratara de cuidarse del
legislador, está de acuerdo en que todo esto sería un dique de papel; pero
se están usando términos que se supone que serán aplicados por un
legislador creyente en las bases de la institucionalidad, fundamento del que
permanentemente parten tanto el señor Evans como el propio orador. Si no
fuera así, son demasiados los términos que se han usado en la Constitución
que, por su carácter genérico, se prestarían para aplicaciones muy
divergentes. Por ejemplo, los mismos objetivos de la educación. De manera
que será evidente que, si la mala fe de alguien quiere llevar a que la
integración del país sea entendida como imponer una sola doctrina a toda la
gente se estará entrando a un totalitarismo incompatible con todo el
sistema institucional. Lo mismo correspondería estimar si, por ejemplo, el
concepto de amor a la Patria, que figura entre los objetivos de la educación,
pretendiese ser confundido con la adhesión a un Gobierno determinado.
O sea, todas éstas son orientaciones útiles para la comunidad y que se han
empleado —incluso, en la Constitución vigente— en un sentido conductor de
la ciudadanía más que del legislador, por el carácter didáctico que, como el
propio señor Silva Bascuñán ha recordado muchas veces, debe tener el
texto constitucional.
En seguida, que sea discursiva, le parece una crítica que, pudiendo tener
fundamento, dentro del criterio que ya ha seguido la Comisión, deja de
tener validez, porque, como lo acaba de recordar el señor Guzmán, en
muchas otras disposiciones, y, tal vez, en algunas de menor rango, se ha
tenido que emplear, por razones didácticas, expresiones que no son
propiamente preceptivas, especialmente en el caso de los objetivos de la
educación. Y los medios de comunicación social son una herramienta
formativa del ser humano. Y así se reconoció en el Memorándum enviado a
la Honorable Junta de Gobierno, en el que se dijo, sobre todo, que se iba a
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 381 de 709
Está de acuerdo con el señor Guzmán en que el término “velar” cumple esa
finalidad; pero da cierta orientación y cierto enmarcamiento al legislador.
muy clara, muy específica, por qué se ha creado este Consejo. Porque el
simple lector de la Carta Fundamental, con esta innovación, diría: “Se crea
un Consejo Nacional de Radio y Televisión. Bueno, el mismo que está
prácticamente considerado en la Ley de Televisión”. No. Si se le ha dado
esta relevancia constitucional, es porque, evidentemente, se debe señalarle
al menos algunos de los grandes objetivos que el constituyente quiere que
él cumpla.
El señor GUZMÁN señala que uno de los grandes dramas que Chile ha
sufrido en el último tiempo ha sido una desintegración nacional; una
erosión, primero, y una pérdida, después, de aquella unidad esencial
mínima, básica; de aquella cohesión fundamental que da a una nación el
carácter de tal, llevando las discrepancias a un terreno y a un estilo de tal
naturaleza, que el concepto de “nación” se ha desdibujado, por una parte,
y, por la otra, el ejercicio de esas discrepancias se ha hecho imposible
dentro de la democracia y de la paz al colocar al país al borde de la guerra
civil.
Cree que lo que ha sucedido es algo que no ocurre a los países fuertes y
sólidos. No sucede en general a los países europeos —salvo el caso de
España en vísperas de la guerra civil—, ni tampoco a Estados Unidos, que
son países donde realmente hay un conjunto de valores, un conjunto de
sentimientos comunes que hacen que esas naciones mantengan su unidad y
puedan, entonces, darse el lujo de abrir terreno amplio a la discrepancia en
todo orden sin que estén amenazadas la existencia y la unidad de la nación.
Chile es una nación de geografía muy difícil y extendida. Es, por tanto,
desde ese punto de vista, una nación que requiere la integración de todos
sus habitantes y de todas sus regiones. Por otra parte, Chile es una nación
que, a su juicio, fue grande y señera mientras tuvo esa unidad moral
fundamental, que le permitía una amplia discrepancia ideológica, sin que se
viera menoscabado ni amenazado el ejercicio de la democracia. Eso,
desgraciadamente, se perdió en el país. Todo lo que se haga por restablecer
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 383 de 709
Por eso quiere mencionar y señalar cuál es el valor que le atribuye a esta
indicación —que en verdad provino de la Mesa pero a la cual se ha sumado
con entusiasmo— y, al mismo tiempo, disipar lo que podrían ser inquietudes
legítimas si este precepto estuviera colocado al margen de todo un contexto
constitucional cuyas bases esenciales ya se han perfilado claramente, pues
no se puede pretender que un concepto al que la Constitución alude en un
momento dado pueda resultar opuesto a aquéllas.
El señor OVALLE pide que, por lo menos, se lea su indicación, para que sea
rechazada.
El señor ORTUZAR (Presidente) lee la indicación del señor Ovalle, que dice:
“Corresponderá al Consejo Nacional de Radio y Televisión la supervisión de
la radio y televisión, en la forma que le señale la ley, y el otorgamiento,
renovación y cancelación de las concesiones de radiodifusión.”.
Estima que, para poder pronunciarse sobre las indicaciones, hay que
hacerlo sobre las ideas. Aquí hay dos ideas. Una es la de dar esta atribución
a la ley en forma amplia; el otro criterio, que están patrocinando los
señores Guzmán, Díez, Lorca y la Mesa, y que estaría dispuesto a aceptar el
señor Evans, en una redacción sobria, estima que deben señalarse ciertos
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El señor DIEZ desea aclarar la idea. Propuso que las radios y la televisión
cumplan las funciones de informar y de promover los objetivos de la
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“De las resoluciones del Consejo los afectados podrán apelar ante la Corte
Suprema dentro del plazo de 5 días, la que resolverá en conciencia en el
más breve término.”
Cree que, además, bastaría con el calificativo que implica este adverbio
para que el Consejo Nacional de Televisión dispusiera, resolviera o estimara
que la finalidad de informar no se cumple adecuadamente, y con tal
pretexto podría desvirtuar de modo absoluto la información. Considera que
cada uno informa como le corresponde y asume las responsabilidades, pero,
so pretexto de señalar las normas para informar adecuadamente, el
Consejo no puede establecer los cánones a los cuales debe sujetarse la
información, porque de otra manera no sería adecuada.
El señor EVANS opina que no se trata de principios, sino que son ciertos
bienes jurídicos a los cuales la Constitución da tanta relevancia que
determina que la libertad que ella está consagrando no puede significar la
vulneración de aquéllos, y por lo tanto, le parece innecesaria la referencia a
principios.
El señor DIEZ expresa que antes se ha dicho que “con todo, los tribunales
podrán prohibir la publicación o difusión de opiniones o informaciones que
afecten la moral, el orden público, la seguridad nacional o la vida privada de
las personas”; es decir, estos bienes jurídicos, de acuerdo al texto
constitucional, quedan entregados a la cautela de los tribunales. Añade que
no le agrada entregar la cautela de la moral, del orden público o de la
seguridad nacional a ningún otro organismo que no sean los tribunales
ordinarios de justicia, de manera que, por tal razón, no acepta el respeto a
los principios, en primer lugar, porque no lo son y, en seguida, porque aquí,
especialmente, se han dado a los tribunales facultades especiales para
prohibir la publicación y difusión de informaciones determinadas.
El señor DIEZ cree que la ley debe prever todos estos casos.
El señor DIEZ recuerda que respecto de las informaciones hay un inciso que
establece que ellas pueden difundirse “sin otras limitaciones que las
expresadas en el inciso primero de este número”; es decir, sobre las
informaciones, ya existe una limitación, y en cuanto a informar, se
estableció la frase “respondiendo de los delitos y abusos”. Estima que
anunciar la muerte del Presidente de la República constituye un delito y un
abuso, y evidentemente el hecho tiene una sanción.
El señor ORTUZAR (Presidente) cree que es lógico que la ley podría otorgar
esas facultades, con la diferencia de que no advierte que de este precepto
constitucional se pueda desprender que la ley queda facultada para hacerlo,
porque entonces el precepto legal está demasiado restringido.
El señor DIEZ entiende que el ejemplo dado por el señor Presidente, que es
un delito, corresponde al inciso primero, que dice: “la libertad de emitir
opiniones y de informar sin censura previa, sin perjuicio de responder por
los delitos y abusos que se cometan en el ejercicio de esa libertad en
conformidad a la ley”. Cree que la ley puede decir —le parece
absolutamente normal que lo haga— que el Consejo Nacional de Radio y
Televisión conocerá en primera instancia de este delito, pero el problema es
si lo va a conocer como delito.
El señor DIEZ pregunta cuál sería el obstáculo para hacerlo en esa forma.
Añade que, por otra parte, lo que se expresa en el inciso primero con
respecto a los tribunales —estos sí que serían los únicos que podrían
hacerlo—, es la prohibición de publicar o difundir opiniones en forma previa,
pues son los tribunales los únicos que pueden previamente prohibir.
Repite que lo que debe decirse es que no viole, no afecte ni atente contra
los objetivos de la educación, ya que si bien es cierto que la radio y la
televisión pueden formar parte de todo este proceso de la educación, no lo
es menos que no puede positivamente exigírseles. Porque, además de que
la disposición es peligrosa y podría llegar al establecimiento de normas muy
rígidas por parte del Consejo Nacional de Radio y Televisión —está facultado
para ello por la Comisión—, en su opinión, rompe lo que es la esencia de la
libertad de informar, que se ejerce, como su nombre lo indica, con libertad,
con independencia, pero con una limitación, que es la de no tocar, no violar,
no afectar ni vulnerar ciertos valores, entre los cuales están los objetivos de
la educación. Cree que de eso se trata, y no de estarlos cumpliendo ni
promoviendo permanentemente, pues una radio que se dedica a transmitir
música selecta todo el día no está promoviendo de manera alguna los
objetivos de la educación, sino cumpliendo un objetivo valioso que puede
ser el desarrollo de la cultura o del gusto por determinado tipo de música,
pero no está cumpliendo ni con el amor a la Patria ni con ninguno de esos
elementos que se ha señalado. Lo que no puede hacer la radio —añade— es
violar, y, a través de su abstinencia de vulnerar ese derecho, está,
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 395 de 709
Desde ese punto de vista, cree que la observación última del señor Ovalle
fue suficientemente respondida ayer por el señor Díez, cuando señaló, en
forma muy categórica y precisa, que la obligación que tienen la radio y la
televisión de informar y de promover los objetivos de la educación que esta
Constitución consagra se refiere al conjunto de la radiodifusión y la
televisión chilenas, y que corresponderá al buen tino del organismo el no
pretender exigir que cada una de las estaciones de radios y canales de
televisión cumplan todos y cada uno de los objetivos de la educación y,
además, la finalidad de informar.
Cree, por ese motivo, que debe llamarles un poco la atención en cuanto a
que no puede bajarse tanto de jerarquía la norma, porque, de lo contrario,
se llegará a una reglamentación excesivamente minuciosa en el texto
constitucional.
El señor OVALLE concuerda con el señor Díez, y hace saber que quiere
contestar brevemente una aseveración del señor Guzmán, quien se refirió a
lo que manifestó el señor Díez en la sesión anterior después de que él debió
retirarse de la Comisión.
Por último, se inclina ante la argumentación tan sólida dada por el señor
Díez, en el entendido de que en ese sentido y por esa razón se suprime el
término “adecuadamente”.
Sugiere que el texto que se apruebe exprese lo siguiente: “a velar para que
la radiodifusión y la televisión cumplan con la finalidad de informar y
promover los objetivos de la educación que esta Constitución consagra”.
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El señor OVALLE advierte que, a su juicio, sería muy grave pensar que los
miembros de este Consejo Nacional de Radio y Televisión pueden ser
estúpidos —no cree que lo serían—, pero sí puede considerar la posibilidad
de que sean malintencionados. Añade que, trasladando el mismo
argumento del señor Guzmán, todo este artículo parte del hecho que la
Comisión Constituyente —como lo ha dicho el señor Silva Bascuñán con la
autoridad que le asiste— estima que si los miembros de ese organismo no
van a ser estúpidos, sí lo serán los legisladores, porque se da tal cúmulo de
normas y de disposiciones restrictivas a su acción y éstas denotan una
desconfianza tan extraordinaria que, aparentemente, se parte de la
convicción previa de que el legislador chileno o es estúpido, o es
malintencionado, o que lo será, motivos por los que ha pensado que todos
estos preceptos deben tener otra redacción.
Expresa que esta es su última intervención, porque cree que los puntos de
vista ya están perfectamente delineados y lo único que cabe es tomar las
resoluciones correspondientes y redactar el precepto de acuerdo con la
opinión mayoritaria.
El señor SILVA BASCUÑAN estima que como se está aludiendo a los
objetivos de la educación y allí está suficientemente afirmada la necesidad
de promover esos valores, la referencia a dichos objetivos aquí —y en eso
concuerda plenamente con el señor Ovalle— debe implicar lisa y llanamente
un llamado al respeto de éstos —sobre lo que, en la última sesión, el señor
Díez hizo un análisis muy talentoso— que sea lo suficientemente
convincente como para que se entienda que de lo que se trata es de afirmar
tales objetivos.
Piensa que, por último, el legislador podrá precisar y decir que deberá
preocuparse de que, por lo menos, algunas estaciones de televisión y
algunas radioemisoras cumplan con el deber de informar, sin perjuicio de
que otras puedan quedar liberadas.
El señor ORTUZAR (Presidente) cree que debe decirse “con las finalidades”.
El señor SILVA BASCUÑAN hace saber que él votará por “respetar”, porque
estima que la palabra “respeto” es suficiente para el objetivo que se desea
alcanzar, pues da la impresión de que el Consejo está por debajo de esos
valores y sirviéndolos; en cambio, al entregar al Consejo como tarea la de
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 403 de 709
promover, pareciera que la promoción debe hacerse nada más que según el
criterio que establezca el Consejo, y, como cree que éste debe estar por
debajo de esos objetivos y no por sobre ellos, considera que el término
“respeto” es suficiente, porque, al definir los objetivos de la educación, se
han explicitado en forma abrumadoramente clara.
Por otra parte, cree que los objetivos de la educación son tan básicos —
como se ha señalado—, tan esenciales y de tanta trascendencia en la vida
nacional, que debe promoverse lo que se ha establecido como finalidades en
cuanto a los principios inherentes a la libertad de información. Por ello
entiende que deben afirmarse esos conceptos, y el hecho de que sean
repetitivos en alguna medida significa que comprenden la alta función que
debe desempeñar tanto la radio como la televisión, razón por la que está
totalmente de acuerdo con la proposición hecha en último término por el
señor Presidente.
Cree que los temores que aquí se han manifestado carecen en absoluto de
base, porque se ha constituido un organismo, que entiende autónomo y
cuya composición no puede sino ofrecer las más amplias garantías en su
funcionamiento a la ciudadanía toda, que estará integrado por una persona
que tendrá la confianza del Poder Ejecutivo y del Senado de la República,
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 404 de 709
por dos Ministros de la Corte Suprema, por un Oficial General de las Fuerzas
Armadas y por un representante de otro organismo autónomo como es el
Consejo de la. Educación Superior, en que, a su vez, hay mayoría de
representantes de universidades autónomas. Estima que si se ha logrado
crear un organismo de esta naturaleza jurídica, no puede pensarse que el
día de mañana vaya a cometer ni la estupidez ni la “viveza” —para emplear
dos posibilidades que se han abierto en el curso del debate— de utilizar sus
facultades en términos de vulnerar la libertad de expresión en este país, en
medios tan importantes como la radio y la televisión.
Por lo demás, a él, le interesa que esos valores —esos sí que son valores
que interesan a todos, porque tienen carácter colectivo e identifican como
nación, como son los objetivos de la educación— no sólo se cumplan en el
plano educacional, sino en algo tan importante como la radio y la televisión,
que realizan una función educacional en el mundo de hoy. Por eso,
considera que dichos valores deben ser “promovidos”, y no sólo
“respetados”; en el mundo de hoy, a él, no le basta una televisión que se
margine de esos valores, que no los toque ni con el pétalo de una rosa; en
el mundo de hoy, cree que la comunidad tiene derecho a exigir a medios
que tienen tanta penetración y tanta capacidad de influencia,
especialmente, en las mentes jóvenes, que se comprometan con valores
que definen a una nación, y, evidentemente, aunque ese compromiso no
puede llegar a exigirles la identificación plena, sí puede llegar a exigirles
que promuevan el conocimiento, el respeto, el desarrollo de esos valores en
el seno de la comunidad nacional.
Hace saber que por todo ello se queda con la expresión “promover los
objetivos de la educación”, para indicar una de las finalidades que debe
cautelar el Consejo.
Cree que a todo lo anterior debe agregarse que el “respeto” implica, por
cierto, un acatamiento sustancial, pero no siempre una actitud positiva en el
sentido de estar reiterando estos valores, los que se hacen carne mucho
más por el respeto que por la insistencia. Por conguiente, le parece que el
acatamiento es un factor elemental en la formación de la comunidad y de
sus miembros, en cuanto estos valores llegan a integrarse en ellos como
resultado de su propio raciocinio, y no de la repetición, a la cual podría dar
lugar el verbo “promover”, y para lo cual basta leer su definición en el
Diccionario. En cambio, estima que el “respeto” significa acatamiento y
veneración, que se traducen en una actitud de abstinencia del ataque, pero
que, obviamente, se pueden traducir en una actitud positiva permanente,
que no facultaría, sin embargo, para el otorgamiento de instrucciones, que
son las que él estima peligrosas.
Por último, anota que está dicho que es “deber de la comunidad nacional
contribuir al desarrollo de la educación”, lo cual es distinto de “promover”,
pues la expresión “contribuir al desarrollo” tiene otra jerarquía y otra
connotación.
El señor ORTUZAR (Presidente) hace saber que desea fundar su voto, muy
brevemente, sólo en virtud de una consideración del fundamento del voto
del señor Ovalle, que se relaciona con una invocación a la libertad que, en
cierto modo, él ha hecho.
El señor SILVA BASCUÑÁN reitera que, a él, le parece que aquí se quiere
constituir, precisamente, un Consejo que estará al servicio de los objetivos
de la educación, pero que no será el gran educador, y que, por lo tanto, la
expresión “respetar” es suficiente para indicarle que deberá estar por
debajo de los objetivos de la educación, sirviéndolos con el entusiasmo y
con la eficacia con que se supone que lo hará.
—Acordado.
En seguida, procede a leer el inciso que sigue, que dice: “Le corresponderá
asimismo otorgar, renovar y cancelar las concesiones de radiodifusión”.
El señor EVANS sugiere poner este inciso en punto seguido, con el objeto de
abreviar el texto, y porque, además, el sujeto está en la oración principal.
—Aprobado.
El señor OVALLE hace notar que “asimismo” quiere decir “de la misma
manera”, y en este caso el Consejo tendría que otorgar, renovar y cancelar
las concesiones velando por que se cumplan los objetivos de la educación.
—Aprobado.
El señor OVALLE hace presente que él entiende que el Consejo ejercerá esta
facultad con sujeción a las normas legales, aunque no es necesario decirlo,
y que concurre a su aprobación en el entendido de que la Comisión
establecerá algunas normas que, indirectamente, determinarán los casos en
los cuales el Consejo puede negarse a otorgar o a renovar una concesión de
radiodifusión.
El señor ORTUZAR (Presidente) advierte que más adelante hay una norma
referente a quiénes pueden ser titulares de los medios de comunicación.
señor Ministro del Interior, pero antes quiere manifestar una inquietud y
una sugerencia respecto del inciso siguiente, el cual comparte con una
variante. A su juicio, las resoluciones susceptibles de recurso ante la Corte
Suprema deben ser aquellas que involucren sanciones de cualquier especie
para los medios de comunicación social, y cree que se exageraría la
posibilidad del recurso al extenderlo a toda disposición o medida, como en
el caso de que el Consejo Nacional de Radio y Televisión dictara normas
destinadas a que las radioemisoras transmitan un 25% de música nacional
dentro de su programación musical, o que determinara que no se exhiban
imágenes truculentas en los noticieros de televisión, o que, como tantas
veces se ha pretendido, que haya en la televisión nacional espacios
culturales de una hora de duración. Le parece que si se pretende recurrir
ante la Corte Suprema por cada una de las resoluciones que adopte el
Consejo, éste sería inútil y la Corte Suprema terminaría siendo en la
práctica el verdadero Consejo Nacional de Radio y Televisión, lo cual
desnaturalizaría la finalidad de aquél. Considera también tanto más
innecesaria la disposición en esa forma tan amplia cuanto que se ha dado al
Consejo, como acaba de señalar en forma elocuente el señor Evans, una
jerarquía tal que, suponer su corrupción, equivaldría a suponer corrompida
a la Nación entera, y si es así, no debe pretenderse que haya organismos
institucionales sanos, pues sería imposible.
Destaca el hecho de que, además, entre sus integrantes hay dos Ministros
de la Corte Suprema, lo cual significa que el Consejo estará integrado en un
40% por miembros de ese tribunal.
El señor DIEZ anuncia que votará favorablemente el inciso en virtud del cual
corresponderá al Consejo Nacional de Radio y Televisión otorgar —si no hay
ley, lo hará en forma discrecional— las concesiones de radiodifusión, por
estimar que al conceder tal atribución a este organismo significa quitársela
a otra autoridad —en este caso, pasa del Poder Ejecutivo a este Consejo, y
aquí reside precisamente la garantía—, de modo que la ley reglamentará la
acción del Consejo, pero en ningún caso podrá dar facultades para resolver
o cancelar las concesiones de radiodifusión a una autoridad distinta del
Consejo Nacional de Radio y Televisión.
—Aprobado.
En seguida, hace saber que el texto del inciso siguiente dice: “De las
resoluciones del Consejo los afectados podrán apelar ante la Corte Suprema
dentro del plazo de cinco días, la que resolverá en conciencia dentro del
más breve término”.
Expresa que el señor Guzmán ha presentado indicación en el sentido de
referirse a las resoluciones del Consejo que impongan sanciones. Agrega
que desea aclarar, además, que en la redacción fijó un plazo precisamente
para que pudiera ser factible la disposición, aun en el evento de que no se
dictara la ley respectiva.
El señor OVALLE acota que es más breve la proposición del señor Díez.
Cree que, desde luego, debe partirse de la base de que este Consejo no
podrá operar sin ley que lo organice, pues se estableció que “Corresponderá
al Consejo Nacional de Radio y Televisión ejercer las atribuciones que le
encomiende la ley destinadas…”, etcétera, o sea que sin ley este organismo
no podrá empezar a funcionar.
El señor DIEZ señala que en un aspecto está de acuerdo, pero que discrepa
en el tema de fondo. Añade al respecto que, indiscutiblemente, corresponde
a la Corte Suprema —éste es el deseo de la Comisión y, seguramente, así lo
dispondrá la ley— resolver sobre la cancelación de concesiones de
radiodifusión como sanción, y estima, en cambio, que en cuanto a la
negativa a otorgar una concesión debe definirse el criterio de la Comisión,
es decir, o se faculta al Consejo, integrado de la manera ya conocida, para
otorgar o no discrecionalmente concesiones, o se encarga al legislador la
reglamentación respectiva. Pero le parece que no se puede consignar
obligatoriamente en la Constitución que la negativa a una solicitud de
concesión de radiodifusión podrá ser recurrida ante algún tribunal, porque
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 412 de 709
El señor OVALLE indica que la no renovación puede ser una sanción tácita.
El señor DIEZ cree que como alguien tiene que decidir y no puede
encargarse directamente esta tarea a la Divina Providencia, que, para él, es
la única que le da garantía plenas, se ha creado el Consejo Nacional de
Radio y Televisión revestido de la más alta jerarquía en cuanto a su
composición, lo que, a su juicio, constituye una garantía, De lo contrario,
estima que se estaría facultando a los tribunales para resolver si es
conveniente para los intereses nacionales, renovar una concesión u
otorgársela a otra persona que la está solicitando y que dice que tiene
mejor derecho por no haberla tenido nunca.
Por otra parte, discrepa del señor Evans, porque estima que respecto del
otorgamiento de las concesiones o de las renovaciones de ellas existe una
facultad absolutamente discrecional.
El señor EVANS expresa que él lo planteó sólo como interrogante, sin dar
respuesta alguna, porque deseaba saber si eso constituía o no sanción.
El señor EVANS cree que la solución consiste en hallar “de las resoluciones
que impongan sanciones y de las demás que determine la ley”.
Añade que, no obstante coincidir en gran parte con lo dicho por el señor
Silva Bascuñán en cuanto a que se trata de una serie de disposiciones
nuevas, y como esto es algo de tanta trascendencia, porque en el fondo
significa resguardar plenamente la libertad de expresión, cree que debe
aprobarse la redacción dada por la Mesa, en el sentido de que corresponde
pronunciarse a la Corte Suprema en lo relativo a las sanciones y a aquellas
materias que determine la ley.
El señor OVALLE acota que había acuerdo previo para eso, porque fue
planteado por el señor Díez.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 415 de 709
—Acordado.
Respecto del primero de esos incisos, se han recibido dos sugerencias: una,
para dejar constancia de que se trata de un organismo autónomo con
personalidad jurídica, y, la otra, para expresar que su organización y
funcionamiento serán determinados por la ley. De modo que, agrega, el
inciso diría:
“Habrá un Consejo Nacional de Radio y Televisión, organismo autónomo con
personalidad jurídica, que será presidido por una persona designada por el
Presidente de la República con acuerdo del Senado, e integrado, además,
por dos Ministros de la Corte Suprema elegidos por ella, por un Oficial
General de las instituciones de la Defensa Nacional y por un miembro del
Consejo Nacional de Educación Superior, designado por éste, En lo demás,
su organización y funcionamiento serán determinados por la ley.”.
—Acordado.
—Aprobado.
“De las resoluciones del Consejo que impongan sanción y de las demás que
determine la ley, los afectados podrán recurrir ante la Corte Suprema, la
que resolverá en conciencia.”.
—Aprobado.
de informar sin censura previa”, habría que poner una coma después de
“informar”, ya que las opiniones también son sin censura previa.
—Aprobada.
El señor OVALLE manifiesta que está de acuerdo con este criterio, pero le
parece que la frase “en las condiciones fijadas por ella” está de más, puesto
que la ley tiene facultades para fijar requisitos, sobre todo, si se está
facultando al legislador para que determine qué universidades podrán
operar canales de televisión.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 418 de 709
Añade que si hay mayoría para consagrarlo, emplearía, primero, una forma
asertiva —no negativa— y diría: “Para ser dueño, director o administrador
de un medio se requerirá ser chileno y no haber sido condenado por delito
que merezca pena aflictiva.”.
Por eso, piensa que esta disposición va mucho más allá, en esta parte final,
de todo lo que han conversado respecto de las bases de sustentación de la
nueva institucionalidad. Ya el sancionar a quienes profesan ideas
determinadas le parece un exceso, La Constitución debe sancionar a
quienes actúan de cierta manera y a quienes cometan delitos que atentan
contra la seguridad del Estado, pero se condena el delito, el acto, y no a
quienes piensan. Todos saben que van a convivir en esta comunidad
nacional con seres humanos, de igual categoría y no de segunda. Lo que
proscribe son las organizaciones y los movimientos que puedan crearse,
pero no el derecho de esas personas a vivir y a subsistir en esta comunidad
en razón de lo que piensan o de las ideas que profesan.
Para el señor Evans, extremar hasta tal magnitud un afán justo y que
comparte de establecer una democracia sólida, vigilante, tiene un límite: el
riesgo de vulnerar el conjunto de garantías individuales que existe en una
sociedad —porque hay estado de derecho y régimen democrático— para
asegurar el pleno desarrollo de la personalidad, expresión que ya se usó en
más de una ocasión en el texto constitucional. Por eso, sancionar a quienes
“profesen” ideas determinadas y no a quienes pertenezcan a movimientos
que tienden a la destrucción del régimen democrático le parece, lo repite,
éticamente infundado, éticamente improcedente y, además, fuera de ser
contraproducente, constituiría, por cierto, una fuente de arbitrariedad
incalculable. En consecuencia, es absolutamente contrario a la redacción
que se ha dado a este inciso final si se decide que este precepto —que, a su
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 421 de 709
Este precepto no pretende sancionar a quien sustente una idea, pero, como
el señor Evans lo ha dicho y reconocido, sí intenta impedir que tal persona
influya a través de esa ideología en la vida pública de alguna manera que
pueda ser perjudicial para el interés nacional. Y le parece que, cuando
alguien profesa una ideología y tiene en sus manos el medio para difundirla,
casi sería un poco ingenuo pensar que no lo aprovechará, naturalmente,
para hacerlo.
El señor EVANS hace presente que acepta que es peligroso que individuos
que profesan doctrinas antidemocráticas manejen medios de comunicación
social; sin embargo, es un riesgo que hay que correr. Se les debe sancionar
cuando cometan delitos en el ejercicio de la libertad y en el uso del medio
de comunicación social, en forma drástica. Pero no debe partirse de la base
de que, porque sustentan determinadas ideas, siempre utilizarán el medio
de comunicación social en función de ellas y de la destrucción del régimen
democrático. Hay mucha gente —lo ha visto y lo está viendo— que ha
hecho tabla rasa de sus ideas para subsistir. Cree que a los chilenos hay
que dejarles el derecho a subsistir, aunque esta gente que profesa doctrinas
antidemocráticas —los totalitarios de todos los colores— tenga que hacer
abandono de la propaganda de sus ideas. Pero no puede partir de la base
de que todo hombre que sustenta ideas totalitarias va a trabajar y a
desarrollar cualquier actividad en función de la propaganda o la difusión de
las mismas.
¿Cuáles serían los hechos o las circunstancias que harían inhábil a una
persona si ésta tratara de ser propietaria, directora o administradora de un
medio de comunicación social?, Está de acuerdo en que debe ser chileno —
no cabe duda— y en que no debe ser un delincuente contumaz, como es
normalmente el condenado por delito que merezca pena aflictiva; pero
también es partidario de considerar una disposición que tienda a defender a
la opinión pública de la propaganda dirigida a difundir en general conceptos
o valores reñidos con la idea de derecho, con las bases esenciales en que se
funda la colectividad.
Ahora, con respecto a este inciso, o a esta frase, o, más bien, a esta
oración, se siente muy influido por una consideración que se hizo desde el
momento en que lo leyó. Están defendiendo una libertad esencial. Cree que,
para la democracia, la libertad de opinión —y lo cree con mucha fuerza—
constituye uno de los pilares en que ella se asienta. En consecuencia, en
primer término, deben evitar cualquier disposición que permita discriminar
arbitrariamente a la autoridad o a aquél a quien esté confiada la supervisión
del desarrollo y del ejercicio de esta facultad. Si la Comisión dijera que, por
el solo hecho de “pensar” en determinado sentido o de “profesar”
determinadas ideas, alguien pudiera ser excluido de esta libertad, pudiera
ser separado de ella, o la autoridad encargada de velar por su ejercicio
pudiera fundarse en esta circunstancia tan subjetiva —porque pensar, en un
momento, que otros profesan ideas contrarias a las bases esenciales del
Estado de Derecho puede ser de enorme latitud para quien juzga—,
significaría abrir una puerta ancha para que se inhibiera del ejercicio de esta
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 424 de 709
Considera, sin embargo, que algo hay que decir. Siguiendo la línea propia
de un Estado de Derecho, piensa que tiene que haber un antecedente
concreto para impedir a estos individuos que lleguen a ser propietarios,
directores o administradores de medios de comunicación social, o que,
siéndolo, permanezcan en los cargos cuando haya circunstancias precisas
que los inhabiliten. ¿Cuál es su proposición?, Ha dicho que no pueden ser
dueños los que no sean chilenos. O sea, será necesario ser chileno y,
además, no haber sido condenado por delito que merezca pena aflictiva.
Pero no es sólo eso: cree que no basta con que sean chilenos; estima
necesario que sean ciudadanos chilenos. Porque es un cargo de mucha
responsabilidad: es algo más que votar, es algo más grave que participar en
plebiscito. Luego, ser chileno le parece poco; deben ser ciudadanos
chilenos. Y —por si no se acepta la proposición en orden a modificar el
requisito en sentido positivo— esto implica el cumplimiento de otro
requisito: ya no basta no haber sido condenado por delito que merezca
pena aflictiva, sino que de cualquier condena por delito que atente contra el
ordenamiento institucional de la República, por cualquier delito de esa
naturaleza, nace o debe nacer, en su concepto, la inhabilidad para ejercer
uno de esos cargos en un medio de comunicación social.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 425 de 709
Con todo, quiere distinguir dos aspectos surgidos en el curso del debate:
uno, que es de naturaleza conceptual y respecto del cual desea ser muy
breve, para sentar su punto de vista, y otro, que es la aplicación práctica de
esos conceptos al problema que les preocupa en este momento.
En consecuencia, lo que están haciendo aquí es fijar los marcos, o, para ser
más precisos, robusteciendo los límites de un sistema de pluralismo
ideológico limitado, que es el que una democracia vigilante debe tener.
Ahora —y en esto se debe ser muy claro—, no hay limite alguno que
autorice jamás para penetrar en el fuero interno de una persona. Cualquiera
puede pensar lo que quiera, y de eso sólo responde ante Dios, el día en que
Dios lo juzgue. Nadie puede inmiscuirse en lo que piensa una persona en su
fuero interno, ni nadie puede obligar a otra a pensar de cierta manera. Esto
ha quedado suficientemente aclarado —y por unanimidad— en la Comisión
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 427 de 709
Le interesa clarificar aquí con igual nitidez que, a su juicio, una democracia
vigilante debe protegerse no sólo contra los actos de grupos o
colectividades que, por su doctrina o la conducta de sus adherentes, estén
permanente y sistemáticamente estructurados para atentar en contra de las
bases fundamentales de la institucionalidad, sino que debe también
sancionar aquellos actos que se pudieran denominar individuales, aquellos
actos que no involucran la participación dentro de un movimiento y que
tienen igual objetivo de atentar contra las bases fundamentales de la
institucionalidad. Cree que, en este sentido, la Comisión tiene un acuerdo
fundamental, y diversos preceptos aprobados, como también las, diferentes
intervenciones que a lo largo de su trabajo han ido desarrollando los
distintos miembros de la Comisión a este propósito, así lo demuestran. De
manera que, al sentar estos principios, no cree entrar en contradicción con
ninguno de sus integrantes ni con lo que la Comisión, en su conjunto, ha ido
elaborando en el transcurso del tiempo, sino que sólo aspira a precisar
ciertas ideas que a lo largo del debate pudieran, a su modo de ver, haber
quedado, en algún instante, no suficientemente clarificadas. Por eso es
partidario —y esto lo hace como una observación adicional, pero muy
oportuna al debate en este instante— de que en las disposiciones generales
se consagren, dentro de aquélla que establece que no se pueden invocar las
libertades o derechos que la Constitución establece con el propósito de
atentar contra las bases fundamentales del Estado de Derecho o del
régimen democrático, dos variantes, dos modificaciones. Desde luego,
estima que se deben ampliar los bienes jurídicos de derecho público que se
pretenden proteger en este caso y, por lo tanto, las causales de pérdida del
derecho a la libertad de expresión del artículo 27. Piensa que el hecho de
atentar no sólo en contra del Estado de Derecho y del régimen democrático,
sino que en contra de cualquiera de los principios que se han estimado
básicos de la institucionalidad chilena, debe estimarse como algo ilícito.
Cree que debe consagrarse —y quiere proponerlo para debatirlo más
adelante— un precepto según el cual todo acto destinado a difundir
doctrinas que vulneran los principios establecidos en el Capítulo I de la
Constitución, como bases fundamentales de la institucionalidad, es ilícito.
Con ello se abre al legislador la posibilidad, y al mismo tiempo la obligación,
de ir precisando las figuras delictivas correspondientes a ese contexto.
Por otra parte, considera que la Constitución debe establecer también que
el tipo de delitos que la ley configure al respecto, serán estimados como
delitos contrarios al ordenamiento institucional, sin, exigirle a la ley, con el
quórum calificado que han establecido de la mayoría de Diputados y
Senadores en ejercicio, que en cada caso lo haga, porque le parece
evidente que un delito consistente en atentar contra las bases
fundamentales de la institucionalidad, consagradas en el Capítulo I de la
Constitución, al vulnerar mediante la difusión de una doctrina algunos de los
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 428 de 709
principios fundamentales que allí se consagran —que no son sólo los del
Estado de Derecho y del régimen republicado de gobierno, sino que también
la familia, como núcleo fundamental de la sociedad; la existencia de grupos
intermedios y el derecho a su autonomía; la buena fe, como requisito de los
actos de autoridad, y otras normas que sería largo detallar, y que pudieran
no entenderse comprendidas por esta expresión un poco restrictiva del
Estado de Derecho y del régimen democrático solamente—, cree que, por
definición, todo delito que atente contra estos principios fundamentales, es
contrario al ordenamiento institucional.
El señor GUZMÁN hace presente que quisiera que en este sentido vieran
bien el texto, porque aquí hay dos alternativas en realidad: una, la de exigir
la calidad de ciudadano, y, por lo tanto, de exigir la calidad de chileno,
además de la no haber sido condenado en los términos que han analizado,
solamente para dueños, directores o administradores. En este caso, no le
vería a la disposición mayor gravedad ni mayor inconveniente.
Por eso, se inclina por una disposición que mantenga la idea inicial de la
Mesa en cuanto a la extensión del precepto, en cuanto a los sujetos a
quienes se extiende el precepto, pero que reduzca la causal por la cual se
prohíbe ejercer todas esas funciones a que se refiere el artículo solamente
al hecho de haber sido condenado en términos que la condena acarrea la
pérdida de la ciudadanía, pero no exigir la calidad de chileno.
El señor GUZMÁN señala que desea hacer una sugerencia práctica. Cree que
aquí hay dos temas y diferentes artículos en debate, que no quisiera
mezclar en la resolución que la Comisión debe adoptar ahora, a fin de no
hacer más extenso y engorroso el debate. Tal vez al expresar su punto de
vista dio pábulo a ello; pero, en realidad, procedió conforme lo habían
hecho otros miembros de la Comisión, porque los temas están muy ligados.
De manera que, al argumentar, cree que es fácil y perfectamente natural
que varios miembros de la Comisión hayan vinculado esta disposición con
aquellos preceptos relacionados con ella. Pero, al momento de resolver,
separaría ambas cosas. Ahora están trabajando sobre un artículo que se
refiere exclusivamente a la libertad de expresión y al problema de la
titularidad de los medios de comunicación social. De manera que dejaría
para ulterior discusión los planteamientos que formuló y que ha adelantado,
entre otras cosas, con el objeto de que los miembros de la Comisión puedan
reflexionar sobre ellos y se los discuta oportunamente. Por ahora, a su
juicio, deben remitirse a ver cómo quedaría el inciso propuesto por la Mesa,
respecto del cual se ha formado cierto consenso en la Comisión.
Ahora, lo que pasa es que hay que cuidar la redacción, porque no se puede
decir simplemente que el que no tiene la calidad de ciudadano no puede
ejercer en esto, porque ocurriría que el extranjero que sea condenado en
términos que la condena acarrearía para un chileno la pérdida de la
ciudadanía, obviamente tampoco debiera poder ejercer las funciones de
comunicación social a que se refiere la disposición en análisis y, sin
embargo, no ha perdido la ciudadanía chilena, porque no la tenía
previamente.
El señor SILVA BASCUÑÁN señala que considera que el que está condenado
a pena aflictiva o el que está condenado por alguno de los delitos contra la
institucionalidad mencionados, es correcto que no dirija, de ninguna
manera, un medio de comunicación social. Pero hasta allí no más llegaría la
prohibición. No es posible exagerar las cosas con respecto a ocupar cargos
que pueden ser puramente técnicos.
Por eso, cree que en este sentido podrían disponer que no deban ocupar
estos cargos, que les van a permitir tener en sus manos la difusión de la
información, personas que hayan atentado, a través de su conducta, contra
los valores fundamentales de la institucionalidad, y así se haya establecido
en sentencias judiciales.
—Acordado.
El señor EVANS señala que se debe partir diciendo: “La ley ni la autoridad
no podrán discriminar...”.
El señor GUZMÁN señala que desea intervenir brevemente para ver si existe
acuerdo respecto de lo siguiente.
Por otra parte, quiere tener claro si la Comisión comparte la idea de que no
puede establecerse una disposición que traiga aparejado como consecuencia
el que el Estado esté obligado a prorratear en alguna forma el avisaje
comercial que de él depende entre todos los medios de comunicación del
país.
El señor GUZMAN expresa que antes de que la sesión termine debe decir,
respecto del inciso que se redactó sobre la televisión que señala que “sólo el
Estado y las universidades y entidades que la ley determine”, que ha
quedado muy claro que la interpretación unánime de la Comisión es que el
derecho se otorga sólo a las universidades que la ley determine. Sin
embargo, por la forma en que se redactó y por la tradición de que existe
una disposición diferente en el texto constitucional vigente, quiere plantear
si no sería más conveniente expresar “y aquellas” en lugar de “y las
universidades”, de modo que quedara “sólo el Estado y aquellas
universidades y demás entidades que la ley determine”. Ello sería
conveniente para una inteligencia más inequívoca del sentido del precepto.
—Acordado.
Señala que la proposición que ha elaborado la Mesa dice: “No podrán ser
dueños, directores o administradores de un medio de comunicación social
las personas que no sean chilenas, que hayan sido condenadas a pena
aflictiva o por delito contra el ordenamiento institucional de la República
contemplado en el número 2 del artículo 17.
El preferiría aplicar una norma común para todos ellos y que esa norma
común fuera la que aquí, en la proposición de la Mesa, se reserva para las
personas que desempeñan funciones relacionadas con la emisión o difusión
de opiniones o informaciones, asimilando a esa situación a los dueños,
directores o administradores, sin perjuicio de que la ley pueda agregar el
requisito de que, para tener una de estas tres calidades, se precisa poseer
la condición de ciudadano; pero reservar eso a la ley, desde el momento en
que se está dando una redacción en términos negativos, precisamente por
las razones de orden técnico que señaló ayer y que consisten, de manera
básica, en no impedir que el legislador pueda establecer otro tipo de
requisitos para desempeñar estas funciones.
Recalca que lo que propone es que se diga: “No podrán ser dueños,
directores o administradores de un medio de comunicación social ni
desempeñar en ellos funciones relacionadas con la emisión o difusión de
opiniones o informaciones las personas que hayan sido condenadas en los
términos”... Podría decirse: “a pena aflictiva o por delito contra el
ordenamiento institucional de la República contemplado en el número 2 del
artículo 17”, o, simplemente, “en los términos contemplados en el artículo
17, número 2”.
El señor SILVA BASCUÑÁN indica que ha mirado con mucha resistencia esta
disposición, que fue partidario de suprimir. Y está tratando de intervenir
sólo porque quedó en minoría en ese aspecto.
Indica que comparte esas razones, que, además, quisiera fundar, muy
brevemente, de la siguiente manera. Le parece —y en esto hay consenso en
la Comisión— que una de las preocupaciones fundamentales que ellos
tienen es la de crear una democracia vigorosa, fortalecida, protegida, como
dice el señor Evans. Sin lugar a dudas, los medios de comunicación social
tienen una trascendencia enorme. Es evidente que, si se permite que la
difusión de las noticias esté en manos de personas que ya han sido
condenadas judicialmente por atentar contra estos bienes jurídicos, todo lo
que se haga por crear una democracia sólida, vigorosa y protegida, no
pasará más allá de buenas intenciones. Estima que, desde un punto de vista
conceptual, desde el punto de vista del interés en proteger la libertad, no
puede haber razón alguna que sirva de fundamento para una objeción
justificada a la norma que se desea establecer. Por eso, cree indispensable
hacer extensiva a estas personas que hayan sido condenadas, la disposición
que les prohíbe ejercer funciones relacionadas con la emisión o difusión de
opiniones o informaciones.
En segundo lugar, quiere consultar acerca de por qué se hizo esta diferencia
entre las dos partes del inciso.
Agrega que, en cambio, hay que exigirle que no haya sido condenada.
El señor LORCA expresa que concuerda totalmente con el inciso. Cree que
consigna perfectamente las ideas que aquí se han dado.
Respecto de la primera parte, y en cuanto a lo expresado por el señor
Guzmán, en el sentido de que, en lugar de referirse a que sean chilenos, se
aluda a que sean ciudadanos, estima que ello podría estudiarse.
El señor EVANS expresa que no está tan seguro de la bondad del precepto,
tal como se los ha presentado. Lo halla engorroso. Tiene una serie de
distinciones, de calificaciones... Hay algo en él que no le gusta. Recuerda
que ayer dijo que no lo consideraba de carácter constitucional y que, si
había mayoría para colocarlo, contribuiría a que fuera redactado en la mejor
forma posible, pero nada más.
Por lo tanto, concluye, ése sería el precepto que le dejaría más satisfecho.
Agrega que el hecho de exigir el requisito de la nacionalidad en la
Constitución para ser administrador, que es aquel que debe preocuparse de
las finanzas de un medio de comunicación social, le parece excesivo. A su
juicio, el precepto debe ser escueto y reducido a los términos que ha
señalado.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 445 de 709
El señor EVANS anota que ésa es otra cosa, Se trata ahí del director
responsable, al cual la ley obliga a tener su nombre inscrito en la
Intendencia respectiva, y a quien se atribuyen las responsabilidades penales
y civiles que conforman todo el sistema de la ley sobre Abusos de
Publicidad, En cambio, aquí, destaca, se habla de “dueños, directores y
administradores”.
Por tal razón, puntualiza, redactó la frase final en esos términos; pero
estima conveniente extender la referencia a ambos artículos para
complementarlos y evitar cualquier duda; aunque considera que es la parte
menos importante de su proposición, y deja entregada al criterio de la
Comisión la posibilidad de perfeccionar su texto. El resto constituye para él
el fondo de su proposición, que deja planteada y entregada a la Mesa.
El señor ORTUZAR (Presidente) expresa que ella es del tenor siguiente: “No
podrán ser dueños, directores o administradores de un medio de
comunicación social ni desempeñar en ellos funciones. relacionadas con la
emisión o difusión de opiniones o informaciones, las personas que hubieren
sido condenadas a pena aflictiva o por delito que atente contra el
ordenamiento institucional de la República en los términos y con los
alcances contemplados en los artículos 14 y 17, número 2”.
—Así se acuerda.
Recuerda que el señor Evans hizo presente que estimaba innecesario este
precepto desde el momento en que ya se había establecido el principio de la
igualdad ante la ley, en cuyo texto se expresó que “Ni la ley ni autoridad
alguna podrán efectuar discriminaciones arbitrarias”. El señor Evans agregó,
destaca, que incorporar, respecto de la garantía que se analiza, una norma
de esta naturaleza, podría crear el problema de consignarla, a su vez, con
relación a otras garantías, y que el no hacerlo podría prestarse a
interpretaciones equívocas.
—Así se acuerda,
—Así se acuerda.
Explica que la Mesa incluyó esta norma, no obstante que se formuló alguna
sugerencia en el sentido de que podía ser ‘discutible mantenerla o
suprimirla. Por ello, la consignó.
Por estas razones, estima que tales medios deben ser expropiables; pero
como piensa que la garantía respecto de la eventual expropiabilidad de un
medio de comunicación social debe fortalecerse aún más que las generales
que se han establecido, es partidario de exigir, cuando sea necesaria la
expropiación de un medio, una ley específica que la disponga.
Añade que por las razones que señaló el señor Ovalle y por las que adujo en
aquella oportunidad, considera que una norma de esta índole hoy día es
inconveniente. En todo caso, está por incorporar una disposición final que
exprese: “Los medios de comunicación social sólo serán expropiables en
virtud de ley especial que autorice la expropiación, previo pago de la
indemnización.”, porque se ha otorgado al legislador la facultad de señalar
ciertos plazos y modalidades en el pago de la indemnización. A su modo de
ver, en el caso de los medios de comunicación social debe darse a quienes
sean titulares de su propiedad, en la eventualidad de una expropiación, la
posibilidad de obtener de inmediato, en reemplazo de aquélla, el valor real
que les permita, si así lo desean, reiniciar su actividad en términos
similares.
Con estas ideas, prosigue, concurriría a aprobar una norma especial sobre
expropiación de medios de comunicación social.
Las razones dadas, agrega, tienen mucho fundamento, pero piensa que, tal
vez, los inconvenientes que se han señalado podrían obviarse con otro tipo
de legislación, en el caso de surgir problemas, ya sea una restricción de
dicho goce, ya sea una intervención, etcétera. Las leyes de emergencia
tendrán que consignarlo, así como van a establecer también facultades
especiales de la autoridad para estos casos.
No participa, reitera, de la idea de permitir al Estado que se vaya haciendo
dueño de los medios de comunicación social, tanto más cuanto que
problemas sobre el pago al contado no los va a tener. En tal sentido, la ley
especial ya es una garantía; pero confiesa que no le gusta el principio
mismo. De manera que, si existen otras formas de solucionar los
inconvenientes que se advertían, preferiría encontrarlas. Además, le parece
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 451 de 709
El señor GUZMÁN acota que es lo que ha pasado con “El Comercio”, del
Perú.
El señor OVALLE señala que en el período pasado, con un texto como el que
se está aprobando, en primer lugar, no se habría podido expropiar, porque
el señor Allende no habría podido. Por último, en su indicación previa
estableció también la posibilidad de consignar quórum especiales en la ley
de expropiación, lo que también podría plantearse. El ya la formuló en el
sentido de exigir quórum especiales para aprobar la expropiación de un
diario, pero sería un camino que le parece innecesario. Si se hubiera podido
expropiar, habría sido preciso pagar el valor de “El Mercurio”, Y el señor
Silva Espejo se habría ido con sus niños, porque ni siquiera los propietarios
de esa empresa estaban en Chile. Ya los propietarios no servían para esos
efectos y, además, demostraron que no eran ellos los que llevaban la
tradición del diario. Los que realmente representaban al diario fueron los
que estuvieron en la lucha. Se habría ido el señor Silva Espejo con su gente
—repite—, y habría fundado, digamos, “El Caleuche”, un gran diario
combativo, de origen marino y está seguro de que todo Chile lo habría
comprado.
El señor ORTUZAR (Presidente) expresa que entiende que hay mayoría para
aprobar la indicación, con su voto en contra.
El señor ORTUZAR (Presidente) señala que ello se podría salvar con una
redacción adecuada. De manera que, si el señor Silva Bascuñán está en ese
predicamento, él lo acompañaría porque dicha dificultad puede obviarse; es
cuestión de que se pueda expresar qué es lo que abarca la inexpropiabilidad
y qué no consigna.
Es cierto que podría replicarse que, en el caso del templo, no está el mismo
factor de tradición. Porque, trasladado el templo a otro lugar, puede
recuperar más fácilmente esta última; pero también hay cierta tradición en
la ubicación de una construcción religiosa. Es evidente que tendrían que
existir razones muy fundadas para expropiar el sitio donde está la Catedral
de Santiago. No es una expropiación simple y corriente como la de una
botillería en el barrio Independencia, sino que tiene una connotación mucho
más sensible y delicada. No se trata de la simple materialidad del lugar
donde la Catedral se puede edificar inmediatamente después. Sin embargo,
no han consagrado la inexpropiabilidad de los templos, por lo que no cree
que exista esa razón doctrinaria.
Sí estima que existe una vinculación doctrinaria indisoluble entre todas esas
libertades y una actitud del legislador que no tienda a la expropiación
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 458 de 709
El señor LORCA colige que ello significa que no pueden asimilarse esos
medios con el caso de la enseñanza ni con el de la Iglesia.
Agrega que respeta las opiniones ajenas y, con mayor razón, las de los
miembros de la Comisión, quienes, además de su preparación y su
capacidad, son sus amigos; pero en este caso anuncia que mantendrá un
juicio minoritario, porque realmente lo tiene muy adentrado en su espíritu.
Puede haber tratadistas que hasta ahora no lo han sostenido, pero el
Derecho es algo vivo que evoluciona y, por último, está en la buena
compañía de la unanimidad de los miembros de la Subcomisión.
El señor EVANS observa que habría que modificar la frase final a fin de que
diga: "y previo pago de la indemnización”.
El señor GUZMAN anota que también habría que armonizar la redacción con
el inciso anterior que se aprobó relativo al funcionamiento de los medios dé
comunicación.
Explica que formula esta indicación a la Mesa para que lo tenga presente y
abra debate oportunamente sobre el tema.
Agrega que el inciso décimo señala: “Sólo por ley podrá modificar el
régimen de propiedad y el funcionamiento de los medios de comunicación
social.”.
-o-
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 466 de 709
Asisten la señora Bulnes, doña Luz y los señores Díaz, Figueroa, Montero y
Paul.
Agrega que las proposiciones para consagrar un nuevo inciso segundo son
las siguientes:
SEGUNDA PARTE
DERECHO A INFORMARSE
Introducción
El derecho a informarse.
A juicio del señor Figueroa, el precepto debe contener sólo las dos
limitantes expresadas con anterioridad; es decir, la seguridad nacional y el
orden público, por cuanto consagrar la relativa al honor de las personas
significaría en el hecho que, bajo tal pretexto no habría posibilidad alguna
de obtener información de las personas privadas o públicas en las fuentes
accesibles a todos, pues el funcionario encargado de proporcionarla podría
aducir que ellas comprometen el honor de las personas. Además, podrían
cerrarse las puertas a toda investigación histórica o periodística que quisiera
realizarse en el país, ya que estas indagaciones afectarían en último
término y de algún modo el honor de las personas.
Conclusiones.
Proyecto
El señor ORTÚZAR (Presidente) señala que tuvo la misma duda, pero que la
Comisión, a su juicio, quiso remitirse a las personas jurídicas.
Hace presente que la señora Bulnes, por otra parte, propuso la siguiente
redacción para la parte final del inciso referente a las prohibiciones para ser
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 473 de 709
El señor CARMONA opina que las palabras “previo pago” hacen innecesaria
la expresión “al contado”.
Anexo:
ley.
Don Enrique Ortúzar aclara que la idea de la Comisión presidida por él fue
justamente la de dar rango constitucional a la recordada atribución, en
forma de permitir al juez que prohíba publicaciones atentatorias contra la
moral, la seguridad nacional, la vida privada de las personas o el orden
público y que, dentro de este último concepto se encuentra la facultad de
prohibirla difusión de un proceso o de partes de él cuando se hable en
estado de sumario.
Agrega que en lo referente a procesos en que estén involucrados menores
de edad, las eventuales publicaciones a su respecto podría ser contrarias a
la vida privada de las personas, a la moral y aun al orden público, por lo que
también caerán dentro del ámbito de aplicación del inciso analizado, que, a
su juicio, es más amplio que los preceptos constitucionales hoy vigentes.
El Secretario se refiere en seguida a la nota de los representantes de las
entidades periodísticas y de radiofusión, y expresa que ellos impugnan la
segunda parte del inciso, pues consideran que, en el hecho, establece la
censura previa y son, por lo tanto, partidarios de suprimir la facultad que a
su entender se daría en tal sentido a los tribunales.
Don Enrique Ortúzar comprende el punto de vista de los medios
informativos, pero considera que la sociedad debe estar en condiciones de
defenderse de ciertos excesos, máxima si esa defensa queda entregada a la
ponderación de los Tribunales de Justicia.
El Consejero Señor Philippi dice que él volverá un poco atrás en el debate,
pero que le parece un tanto dudoso que la seguridad del proceso quede
comprendida dentro del concepto de “orden público”, por lo que propone
modificar la parte pertinente en la forma que resulte más adecuada, a fin de
que no haya dudas en cuanto a la finalidad perseguida, indicación que
recibe el apoyo del Señor Ortúzar y el de los restantes Señores Consejeros.
Se acuerda encargar a Don Enrique Urrutia para que modifique la redacción
del inciso primero en debate, de suerte que contenga la sugerida por el
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 476 de 709
Los Señores Ortúzar y Carmona hacen presente que el inciso sexto tiene la
virtud de limitar los titulares de la televisión, de suerte que no es igual al
inciso quinto que sólo autoriza para imponer condiciones.
El Señor Philippi piensa que la solución para la televisión estaría en levantar
el nivel de las universidades con un mayor esfuerzo cultural. Afirma que lo
mejor es que los canales de televisión dependan de las universidades, ya
que de otra forma es más difícil garantizar o proponer a una televisión
educativa y destinada a la cultura.
—Finalmente, por haber llegado la hora, se acuerda suspender el debate de
los incisos quinto y sexto.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 481 de 709
—Por haber llegado la hora, queda pendiente el debate sobre el inciso final
del número 11 del artículo 19.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 486 de 709
El Secretario informa que el nuevo texto que reemplazaría el inciso final del
artículo 19, N°11, del anteproyecto, cuya redacción quedó pendiente en la
última sesión, sería del tenor siguiente:
Tipo Norma :
Decreto Ley 3464
Fecha Publicación :
11-08-1980
Fecha Promulgación :
08-08-1980
Organismo :
MINISTERIO DEL INTERIOR
Título :
APRUEBA NUEVA CONSTITUCION
POLITICA Y LA SOMETE A
RATIFICACION POR PLEBISCITO
Tipo Versión : Texto Original De: 11-08-1980
Inicio Vigencia : 11-08-1980
URL :
http://www.leychile.cl/Navegar/?idNorma=7129&idVersion=1980
-08-11&idParte
MENSAJE PRESIDENCIAL
LEY N° 19.742
A S.E. EL
PRESIDENTE
DE LA H.
CAMARA DE
DIPUTADOS.
I. DE LA IMPRENTA A LA TELEVISION
A partir del año 1920, se agrega a los impresos masivos una nueva
generación de medios de comunicación social, que en rápida sucesión
incorpora a la radio, el cine y la televisión. Entran en escena los sonidos e
imágenes de largo alcance. La radio llevó el entretenimiento desde el teatro
hasta los hogares, difundió la cultura juvenil y empujó hacia la
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 494 de 709
MENSAJE PRESIDENCIAL
MENSAJE PRESIDENCIAL
posible ubicar cuatro señales digitales en el mismo ancho de banda que antes
ocupaba una sola transmisión análoga de televisión. Y lo que viene por
delante es aún más sorprendente. Desde el momento en que voz, imagen y
texto pueden convertirse en bits y éstos entremezclarse y ser utilizados y
reutilizados juntos o por separado, editados, formateados, copiados,
corregidos, comprimidos y transmitidos sin dificultad, desde ese momento la
forma de transmisión de esos bits no tiene ya nada que ver con la tasa a la
cual son consumidos por los usuarios. Así, por ejemplo, una fibra del tamaño
de un cabello humano podrá enviar un millón de canales de televisión
simultáneamente, a una velocidad 200 mil veces mayor que el cable de cobre.
MENSAJE PRESIDENCIAL
MENSAJE PRESIDENCIAL
ejemplo, que un jurado haya podido condenar a Thomas Paine por su obra
“Los Derechos del Hombre”, sin siquiera oír la réplica de sus abogados.
Por lo que toca al cine, desde su aparición en la década de 1890, fue sujeto a
un estrecho escrutinio científico y moral y, según muestran sus historiadores,
fue objeto de censura en todos los países donde recaló. Ello se debe,
seguramente, a que era el primer medio visual de amplia acogida en el
público; a su carácter masivo y, en particular, a la atracción que ejercía entre
los niños y jóvenes la nueva linterna mágica. Al negar a la incipiente industria
del cine la protección de la Primer Enmienda, la Corte Suprema de los Estados
Unidos argumentó precisamente en esa línea, en un famoso fallo del año
1915: “No puede olvidarse que la exhibición de películas es pura y
sencillamente un negocio [...] Se trata de meras representaciones de
acontecimientos, de ideas y de sentimientos publicados o conocidos, sin duda
vívidos, útiles y entretenidos pero [...] capaces de perjudicar, pues tienen el
poder de hacerlo, más aún debido a su atractivo y su forma de exhibición”. Un
año más tarde, un informe británico presentado por el Consejo Nacional de la
Moral Pública alegaba que “el cine está ejerciendo una profunda influencia
sobre el estado mental y moral de millones de nuestros jóvenes --una
influencia tanto más sutil en la medida en que se ejerce sobre el
subconsciente...”
MENSAJE PRESIDENCIAL
MENSAJE PRESIDENCIAL
efectos sobre la moralidad de las masas; que distrae en exceso y destruye las
bases de la ética laboral y la disciplina; que vulgariza la cultura desplazando a
las artes mayores; que degrada el idioma y amenaza las identidades
nacionales; que permite la penetración de la cultura norteamericana hasta
ahogar a las culturas locales; que incide en el permisivismo contemporáneo y
relatiza los valores; que comercializa la entretención, convirtiéndola en show
business; que homogeniza y rebaja la calidad de los productos, sometiéndolos
al rating y al gusto medio de las masas; que abre las compuertas a la
violencia y a un erotismo fijado en lo sexual, siempre proclive a deslizarse
hacia la pornografía. Un autor ha llegado a sugerir cuatro argumentos para
suprimir la televisión y otros cientos de volúmenes se han escrito sobre sus
supuestos efectos en la psicología individual, el comportamiento de grupos y
la cultura de las naciones.
MENSAJE PRESIDENCIAL
Desde el punto de vista doctrinario, no cabe duda -ni nadie discute- que la
libertad de expresión es un derecho fundamental de las personas. A pesar de
eso, conviene preguntarse una vez más, antes de entrar en la crítica de la
censura previa, ¿por qué tiene que ser libre la expresión humana?
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 501 de 709
MENSAJE PRESIDENCIAL
1. El argumento doctrinario.
2. El argumento histórico.
MENSAJE PRESIDENCIAL
demostrar lo arbitrario e inútiles que son los juicios del censor. Tómese el
ejemplo de las publicaciones escritas. Durante los últimos cinco siglos,
innumerables obras han sido puestas en índices de obras prohibidas, entre
ellas: las obras completas de Abelardo, Calvino y Erasmo; el Decamerón de
Bocaccio; los Ensayos de Montaigne; Ensayo sobre el Entendimiento Humano
de Locke; obras seleccionadas de La Fontaine, Swift, Voltaire; la Enciclopedia
de Diderot; el Emilio y el Contrato Social de Rousseau; las Meditaciones de
Descartes; Decline and Fall of the Roman Empire de Gibbon; los Derechos del
Hombre de Paine; la Crítica de la Razón Pura de Kant; Los Miserables de
Hugo; las obras completas de Balzac, Zola, Maeterlinck, Anatol France y
Stendhal; Origen de las Especies de Darwin; las obras completas de Gide.
Pues bien, muchas de estas obras prohibidas son consideradas hoy pilar y
fundamento de la cultura occidental, parte de su mejor tesoro. Son los
“grandes libros“ que se enseñan en las universidades, cuyo conocimiento se
supone entre hombres y mujeres verdaderamente cultos. Nadie, en cambio,
recuerda el nombre de sus censores...
3. El argumento político.
MENSAJE PRESIDENCIAL
MENSAJE PRESIDENCIAL
Por todo ello es que mi gobierno propuso que se suprima la censura previa en
el caso de la producción cinematográfica y su publicidad y que ella sea
sustituida por un sistema de calificación de las películas, previa a su exhibición
al público.
Así, por lo demás, lo han entendido los países de Europa con una más rica y
antigua tradición cultural. En la línea de la Constitución de Weimar, que en su
artículo 142 consagraba que “el arte y la ciencia y su enseñanza son libres”,
diversas Constituciones europeas contemplan esta garantía. Por ejemplo, el
artículo 5.3 de la Ley Fundamental de Bonn establece que “serán libres el arte
y la ciencia, la investigación y la enseñanza.”. El artículo 33 de la Constitución
italiana, por su lado, señala que “son libres el arte y la ciencia y será libre su
enseñanza”. La Constitución griega, en su artículo 16, manifiesta que “Son
libres el arte y la ciencia, la investigación y la enseñanza, y su desarrollo y
promoción constituyen una obligación del Estado”. Por su parte, el artículo 42
de la Constitución portuguesa, en su número 1, establece que “Será libre la
creación intelectual, artística y científica”. El número 2 del mismo artículo
añade que “Esta libertad comprende el derecho a la investigación, producción
y divulgación de obras científicas, literarias o artísticas, incluyendo la
protección legal de los derechos de autor”. Por último, el epígrafe b) del
apartado 1° del artículo 20 de la Constitución española proclama el “derecho a
la producción y creación literaria, artística, científica y técnica”.
MENSAJE PRESIDENCIAL
Nos asiste la plena seguridad de que la comunidad artística del país se verá
estimulada y fortalecida al momento de aprobarse la reforma constitucional
aquí propuesta, y que el país y su cultura se verán favorecidos al contar con
un explícito reconocimiento de la libertad de sus creadores.
MENSAJE PRESIDENCIAL
mensaje y una señal respecto de los valores que la sociedad busca consagrar
entre sus bienes más preciados. Por otro lado, nunca el establecimiento
constitucional de un derecho básico será sólo un gesto simbólico. Pasa a
formar parte de la Carta Fundamental y crea, por tanto, un derecho
protegido; una facultad plena de valor jurídico, cuyos titulares están así en
condiciones de reclamar, frente a los Tribunales, su plena aplicación cada vez
que ese derecho es desconocido o se halla amenazado.
PROYEC O GE L E Y:
MENSAJE PRESIDENCIAL
“Honorable Cámara:
Para los efectos del estudio de esta iniciativa legal, vuestra Comisión
acordó invitar a los señores ministros Secretario General de Gobierno, don
José Joaquín Brunner Ried y don Carlos Mladinic Alonso; al señor
Subsecretario General de Gobierno, don Edgardo Riveros Marín; a la
Presidenta del Consejo Nacional de Televisión, doña Pilar Armanet Armanet;
al Presidente del Consejo de Calificación Cinematográfica, don Jaime Pérez
de Arce Araya, a la Directora del Centro de Estudios Familia 2000, doña
Cecilia Álamos; al señor Miguel Luis Amunátegui Monckeberg, ex Consejero
del Consejo Nacional de Televisión Nacional; Eugenio Tironi, Juan de Dios
Vial Larraín y Ángela Vivanco Martínez.
Los señores Tironi y Vial excusaron su asistencia, al igual que la
señora Vivanco, la que envió un informe en derecho sobre el proyecto.
2
El mensaje, con el Nº 339-334, de 14 de abril de 1997, ingresó a trámite
legislativo el 16 de abril de 1997. Está suscrito por el Presidente de la República,
don Eduardo Frei Ruiz-Tagle, y los Ministros Secretario General de Gobierno, don
José Joaquín Brunner Ried, y Secretario General de la Presidencia, don Juan
Villarzú Rohde.
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Países latinoamericanos.
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Brasil:
La Constitución brasileña, en el capítulo Derechos y Deberes
Individuales y Colectivos, en su artículo 50, numeral IX, señala: “Es libre la
expresión de la actividad intelectual, artística, científica y de comunicación,
sin necesidad de censura o licencia;”.
Colombia:
La Constitución colombiana en el capítulo 2, de los Derechos Sociales,
Económicos y Culturales, Artículo 71, parte señalando: “La búsqueda del
conocimiento y la expresión artística son libres”...
Guatemala:
En la sección segunda, Cultura, de la Constitución guatemalteca, el
artículo 63 consagra: “Derecho a la expresión creadora. El Estado garantiza
la libre expresión creadora, apoya y estimula al científico, al intelectual y al
artista nacional, promoviendo su formación y superación profesional y
económica”.
Panamá:
En el capítulo IV, Cultura Nacional, el artículo 80 de la Constitución
panameña señala: “El Estado reconoce la individualidad y el valor universal
de la obra artística; auspiciará y estimulará a los artistas nacionales
divulgando sus obras a través de sistemas de orientación cultural y
promoverá a nivel nacional el desarrollo del arte en todas sus
manifestaciones mediante instituciones académicas, de divulgación y
recreación”.
Perú:
La Constitución peruana señala en el capítulo I, Derechos
fundamentales de la persona, artículo 21: Toda persona tiene derecho: “Nº
8: A la libertad de creación intelectual, artística, técnica y científica, así
como a la propiedad sobre dichas creaciones y a su producto. El Estado
propicia el acceso a la cultura y fomenta su desarrollo y difusión”.
Uruguay:
La Constitución uruguaya, en la sección II, Derechos, Deberes y
Garantías, artículo 33, señala: “El trabajo intelectual, el derecho del autor,
del inventor o del artista, serán reconocidos y protegidos por la ley”.
Venezuela:
La Constitución venezolana, en el capítulo IV, Derechos Sociales,
artículo 79, primer párrafo señala: “Toda persona natural o jurídica podrá
dedicarse libremente a las ciencias o a las artes, y, previa demostración de
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 515 de 709
Estados Unidos:
La disposición constitucional más recurrida para la defensa de la
libertad de expresión en todas sus manifestaciones es la 1ª enmienda, la
cual señala que no podrá dictarse ley alguna que restrinja la libertad
religiosa, de expresión (freedom of speech), de prensa o de reunión.
Alemania
La Constitución alemana señala, en el capítulo primero, De los
Derechos Fundamentales, artículo 50, Nº 3: “Serán libres el arte y la
ciencia, la investigación y la enseñanza”.
España
La Constitución española, en el capítulo 2º, Derechos y Libertades,
Sección Primera, De los derechos fundamentales y de las libertades
públicas, señala: Artículo 20, Nº 1, “Se reconocen y protegen los derechos,
letra b): “A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica”.
Italia
El artículo Nº 33 de la Constitución italiana señala en su inciso
primero: “El arte y la ciencia son libres así como la enseñanza”.
Instrumentos Internacionales
Argentina
En 1968, la ley Nº 18.019 creó un ente de calificación
cinematográfica que tenía como atribuciones calificar las películas de
acuerdo a su contenido y prohibir escenas específicas o filmes que
considerare atentatorios contra la familia o el matrimonio o que justificasen
la prostitución y el aborto o perversiones sexuales o bien que presentaren
escenas lascivas o contrarias a las buenas costumbres, así como las que
hicieren apología del delito o comprometieren la seguridad nacional, las
relaciones con países amigos, etc.
Esta ley fue derogada en 1984 a través de la ley Nº 23.052, y el
posterior decreto
Nº 38.996 reglamentó las atribuciones específicas del Instituto Nacional de
Cinematografía, las cuales ya no incluían la prohibición de películas sino una
estricta calificación etaria (apta para todo público; mayores de 13 años;
mayores de 16; mayores de 18 y mayores de 18 de exhibición condicionada
en salas especialmente identificadas).
Una fuerte y pormenorizada penalización se describe para el caso de
películas exhibidas sin la autorización y categorización previa del Instituto.
España
En España la censura de películas desapareció a mediados de los
años setenta. En efecto, a partir de 1976 se suprimió la censura previa al
convertir en voluntaria la presentación de los guiones de películas
españolas, que antes era obligatoria y existía desde 1971. Sin embargo,
existía aún la posibilidad de que una película terminada no pasara la
aprobación de la Junta de Clasificación y Apreciación de Películas.
A mediados de 1977, celebradas ya las elecciones generales (bajo la
presidencia de Adolfo Suárez), el Ministerio de Información y Turismo fue
reemplazado por el Ministerio de Cultura, eliminándose la Junta de
Clasificación. En diciembre de 1977 se dictó el Real Decreto 3.071/77 por
medio del cual la Dirección General de Cinematografía sólo exige una
notificación con 15 días de antelación al rodaje de películas españolas, y se
establece que cualquier película debe presentarse antes de su difusión ante
la Dirección para su visado y licencia correspondiente.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 517 de 709
Conclusiones
La información disponible permite reconocer algunas tendencias:
-En el campo de las garantías y derechos de las personas en las
Cartas latinoamericanas, menos de la mitad (7 de 17) consagra el
resguardo del derecho a la libre creación artística sin ningún tipo de censura
y al mismo nivel que la libertad de investigación científica y de cátedra. Por
su parte, de las seis Constituciones europeas consultadas, sólo tres señalan
esa garantía, Alemania, España e Italia. En el caso de los Estados Unidos,
no se expresa explícitamente la garantía en cuestión, pero la casuística
jurídica remite a la 1ª enmienda como el instrumento jurídico clave en la
defensa de las libertades de expresión. Hay que señalar, además, que tanto
en el Pacto Internacional de Derechos Políticos y Civiles como en el Pacto de
San José de Costa Rica el derecho a la libertad de expresión artística se
encuentra consagrado -y, en mejor forma- en el instrumento
latinoamericano, pues se especifica claramente la no censura previa, sino
responsabilidades a posteriori.
-Con respecto a la censura cinematográfica, existe coincidencia en
términos de proteger a los niños de películas explícitamente sexuales o
violentas y para ello en las legislaciones revisadas existen clasificaciones
etarias y salas debidamente identificadas y fiscalizadas (X-XX-XXX).
La censura previa de películas casi no se practica.
Ahora bien, existen países que no consagran la libertad de expresión
artística en sus Constituciones pero que no censuran películas sino que las
clasifican, como Argentina. También hay países que han homogeneizado, o
tienden a ello, sus normas legales, en cuanto a defender el derecho a la
libre expresión artística y la desaparición de cualquier tipo de censura a la
creación cinematográfica, entre otras, como el caso de España. Y también
hay países que no explicitan en ninguna parte la garantía de libertad
artística y además censuran películas, como Chile.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 518 de 709
deterioro del clima moral en el que se desarrolla una sociedad que hará mas
difícil lograr el bien común, la pérdida del valor pedagógico del orden
jurídico, en cuanto legitima o deslegitima ciertas conductas, y el daño a la
sociedad o a terceras personas.
Es incuestionable que la libertad limita con el orden moral y que cabe
al Estado una responsabilidad, en tanto legislador, de preservar el bien
común.
Pero es claro también, que no toda conducta inmoral debe ser
reprimida. El problema reside entonces en cómo y cuándo debe o puede
intervenir el Estado en la conducta privada de las personas.
El propio bien de un ser humano, sea material o moral, no es
suficiente garantía para la regulación de su conducta por la comunidad. No
puede, en justicia, obligársele a actuar o a soportar limitaciones, por el
hecho de que para él sea mejor hacerlo así, o porque así será más feliz, o
porque en opinión de otros, obrar así sea justo y conveniente. Todo esto
encierra buenas razones para discutir, o para razonar con él, o para
persuadirlo, o para suplicarle, pero no para obligarlo, ni amenazarlo con
posibles males si no hace lo que se le ordena. Para justificar la cosa, esa
conducta de la que se quiere disuadir debería ser de aquellas que producen
o pueden producir daño a alguien más.
En síntesis sostiene que siempre que se produzca un daño concreto o
que exista riesgo de daño sea en perjuicio de un individuo o del público, el
caso deja el ámbito de la libertad y pasa al de la moral o de la ley.
Para esta posición, entonces, el problema no radica sólo en el respeto
a la libertad reclamada por el proyecto o por los críticos de cine o por tantos
intelectuales. Podemos ver que el asunto es algo mas complejo y que
consiste en que no se puede desconocer el legítimo derecho de la sociedad
para limitar el ejercicio de la libertad cuando determinadas conductas a que
ella de lugar involucran riesgo de daños o daños concretos a otros
individuos o a la comunidad.
La figura más notable del liberalismo contemporáneo, como es Karl
Popper, el autor de “La Sociedad Abierta y sus Enemigos”, piensa que frente
a la realidad de la violencia en el mundo, particularmente de la violencia
juvenil, que además es la que estamos viendo en Chile, la erradicación de la
misma puede ser promovida por medio de la ley y piensa aun, que una
acción fuerte, incluyendo la censura, es indispensable para detener este
proceso degenerativo y que ello debe venir de la mano con políticas
educativas que respalden el imperio de la ley.
“No me gusta decirlo precisamente porque soy liberal”, dice Popper,
“No estoy a favor de la censura. Pero la libertad depende de la
responsabilidad. Si todos fuéramos responsables y consideráramos el efecto
que se muestra en los niños, entonces no necesitaríamos la censura. Pero
lamentablemente no es el caso, y mientras tanto las cosas se van tornando
cada vez peor. La gente quiere cada vez más violencia en la televisión”...
“cuando permitimos que la aversión general a la violencia se quiebre y se
supere, en realidad minamos el imperio de la ley y el acuerdo general de
que se debe evitar la violencia. Minamos nuestra civilización”.
“Lo que digo entonces es que si educamos mejor a nuestros hijos
podemos tener mas libertad, pero si descuidamos esto, tenemos que tener
menos libertad, y si nos olvidamos de esto, entonces la ley tendrá que
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 527 de 709
V. CONSTANCIAS REGLAMENTARIAS.
DISCUSION SALA
Antecedentes:
Al Ejecutivo le pareció que una buena señal en tal sentido era que, al
menos, se aprobara en primer trámite constitucional este proyecto de
reforma constitucional, antes de que se emita un fallo que sería -quiero
advertirlo aquí- condenatorio para nuestro país.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 535 de 709
DISCUSION SALA
Muchas gracias.
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
He dicho.
¿Habría acuerdo?
Acordado.
DISCUSION SALA
Acordado.
DISCUSION SALA
He dicho.
DISCUSION SALA
Por lo tanto, desde ese punto de vista lo que tenemos que proteger y
cautelar en el despacho de esta reforma es, precisamente, que la
calificación sea eficientemente bien hecha y rigurosa para que la televisión
pública tenga regulación y calificación en términos de horario y contenido.
Es muy importante insistir en este punto, porque he leído en algunos
periódicos de circulación nacional que cuando en la Cámara de Diputados se
pone en discusión el tema relativo a la eliminación de la censura, de
inmediato muchos piensan que lo que se busca -voy a exagerar- es
liberalizar la televisión abierta al punto de que se pueda exhibir pornografía,
truculencia o violencia. Ése no es el tema. El concepto de fondo es que la
libertad no puede ser coartada antes de que sea ejercida. Por lo tanto, si
una persona o un grupo de personas, ya sea éste religioso, cultural, étnico,
filosófico o de cualquier otro origen, se siente pasado a llevar, dolido o
afectado por la exhibición de una determinada película en los cines, es claro
que los diputados debemos generar las herramientas legales lo
suficientemente ágiles y expeditas para que las personas tengan la
posibilidad de protegerse de emisiones que les resulten violentas.
DISCUSION SALA
He dicho.
DISCUSION SALA
He dicho.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 543 de 709
DISCUSION SALA
¿Cuáles son los hechos? En la Constitución existe una aberración del porte
de una catedral: el establecimiento de la censura cinematográfica previa,
algo casi único en el mundo. En los últimos días, se ha producido un
consenso, tal vez motivado por la situación electoral y la necesidad de
representar bien lo que la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas piensan.
Sería bueno que esto se diera también con otros temas, como el divorcio,
ya que el 80 por ciento de la ciudadanía es partidaria de legislar al respecto,
pero uno nunca sabe por qué no se puede hacer.
DISCUSION SALA
He dicho.
DISCUSION SALA
Por eso nos parece tan importante este paso decisivo, que tiene que ver con
la democratización de la sociedad, la aceptación y la garantía de ejercer el
pluralismo. ¿Quién de nosotros podría oponerse a perfeccionar nuestra
democracia? Nos alegramos de lograr un consenso que, a lo mejor, no
existía años atrás y que con la llegada de la democracia eliminemos uno de
esos vestigios autoritarios. Lamentablemente, ese consenso no se consiguió
ayer, cuando se trataba de avanzar en una reforma constitucional que nos
habría permitido terminar también con otros vestigios autoritarios, como
son los senadores designados y vitalicios. Ello, porque no votaron a favor
quienes dicen que a futuro lo harán, pero hasta ahora no se pronuncian en
tal sentido.
Pretender que nuestra sociedad se rija por un patrón único de valores y que
las libertades de todos se encarnen en una sola y exclusiva dirección,
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 546 de 709
DISCUSION SALA
Espero que la futura ley que regulará la clasificación, que obviamente todos
respaldamos, cambie la actual composición del Consejo Cinematográfico,
que es precisamente el que debería clasificar. Es incomprensible que, entre
otros, esté compuesto por representantes de las Fuerzas Armadas, lo cual
no hace más que mostrar el vestigio autoritario de la Constitución de 1980,
donde se estableció la institución de la censura que, entre otros, la
componían los representantes antes mencionados.
He dicho.
(Aplausos).
Entonces, ¿qué tiene el cine, como arte que merece la excepcional censura
previa en esta misma Constitución? Ningún otro arte, ni su exhibición, ni su
publicidad están censurados previamente y, lo que es peor aún, por
censores estatales. Si una pintura, danza u obra de teatro, o las
exhibiciones en museos o en exposiciones no son objeto de censura previa,
no obstante la voluntad de los constituyentes de 1980, ¿por qué el arte del
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 547 de 709
DISCUSION SALA
Con esto quiero abordar un tema jurídico. ¿Necesariamente debe existir una
norma que remita a la ley, o sea, un mandato constitucional, para que se
establezca la censura o un sistema de calificación? Como lo expresé en la
Comisión, mi respuesta es negativa.
Por esa razón, voté por una indicación que, a su vez, había sido objeto de
un proyecto de reforma constitucional de los diputados señores Ascencio,
Girardi, Longton, Mariana Aylwin, Felipe Letelier, Exequiel Silva y otros, en
el sentido de, lisa y llanamente, suprimir el inciso final del artículo 19, Nº
12º, de la Constitución. Si uno lo compara con el encabezado del artículo
19, se da cuenta de que no es posible que la Constitución Política asegure a
los chilenos la censura en el caso del cine, o un régimen de calificación que,
en el fondo, es tam-bién una forma de regular un método de censura.
Por eso, la real, verdadera y definitiva reforma debiera ser la derogación del
inciso final del artículo 19, Nº 12º de la Constitución Política, bastando una
ley simple para regir la calificación cinematográfica, de conformidad con el
artículo 60, Nº 20, de la Carta Fundamental.
He dicho.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 548 de 709
DISCUSION SALA
¿Qué hacía Catón el Censor? Trataba de mantener las virtudes y las leyes
de la antigua república romana para que no se pasara a un nuevo régimen
imperial, tan traumático y pleno de guerras civiles.
También nos oponemos, y con mayor razón, a las censuras explícitas, como
la que figura en el inciso final del número 12º del artículo 19 de la
Constitución.
DISCUSION SALA
Estoy de acuerdo en que las personas elijan el tipo de películas que quieran
ver; pero creo que hay edades en que todavía la capacidad de elegir no está
definitivamente asentada, razón por la cual tenemos que proteger a los
niños y adolescentes. En consecuencia, lo importante es restringir su acceso
a producciones cinematográficas que puedan dañar su normal desarrollo -
como he dicho- psíquico, afectivo y de la sexualidad.
También hay que dejar en claro que mantenemos la posibilidad del recurso
de protección, que se podrá intentar cuando existan actos u omisiones
ilegales o arbitrarias que, de alguna manera, afecten el derecho a la
integridad física que consagra el número 1º del artículo 19 de la Carta
Fundamental, el respeto a la vida privada y pública y a la honra de las
personas y de su familia, que está en el número 2º. Además, estamos de
acuerdo en una interpretación amplia del derecho a la educación, entendido
correctamente, como lo disponen los incisos segundo y tercero del número
11º del artículo 19 de la Constitución.
DISCUSION SALA
cual lo tengo en borrador. Por lo tanto, pido al ministro Mladinic, que por
favor me lo patrocine, porque vamos a eliminar la censura; pero también
protegeremos a nuestros niños y adolescentes.
He dicho.
(Aplausos).
(Aplausos).
DISCUSION SALA
Por ello, quiero nada más que exponer algunos puntos que me parece que
deberían estar presentes en el proyecto en análisis.
Es así como todo lo que ha dicho nuestra colega Isabel Allende relativo al
campo artístico lo podemos integrar perfectamente a la censura en el
campo medioambiental. Por lo tanto, se trata de hacer un juicio acerca del
ejercicio global de la libertad y no sólo de uno de sus aspectos.
He dicho.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 552 de 709
DISCUSION SALA
En los albores del siglo XXI estamos viviendo una enorme transformación
global de los sistemas de comunicación. Todo es espectáculo, transmitido,
fundamentalmente, por la televisión, de la cual el cine pasa a ser un brazo
bastante potente, integrando en un todo el sistema de comunicación visual.
Ahora, vivimos una tercera etapa, una gran tercera revolución, para romper
la censura y las rigideces, en la que, como lo han dicho muy bien muchos
pensadores, el mundo se ha hecho uno y todos podemos
intercomunicarnos.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 553 de 709
DISCUSION SALA
Ello exige, naturalmente, que Chile se ponga al día en este aspecto y rompa
la rigidez que teníamos en el desarrollo de la actividad artística, poniendo
fin a la censura cinematográfica y de televisión.
He dicho.
No sólo en los Estados Unidos, sino también en Europa, hay una vasta
legislación que establece determinadas restricciones. Pero no quiero
llamarme a engaño: es distinta la censura, que es la prohibición, a la
regulación, a la calificación.
DISCUSION SALA
con la víspera del siglo XXI. Su artículo 9º dice que: "el Consejo rechazará
las películas que fomenten o propaguen doctrinas o ideas contrarias a las
bases fundamentales de la Patria o de la nacionalidad, tales como el
marxismo u otras, las que ofendan a Estados con los cuales Chile mantiene
relaciones internacionales, las que sean contrarias al orden público, la moral
o las buenas costumbres y las que induzcan a la comisión de acciones
antisociales o delictuosas".
He dicho.
Pero, sobre todo, el diputado Ignacio Walker nos dio ejemplos de una
publicidad que todos hemos visto, y la diputada Allende nos recordó una
película que refleja en forma evidente lo que forma parte -hasta ahora- de
la Constitución de 1980: en el fondo, un espíritu fundamentalista, de
intolerancia, de falta de respeto al pluralismo, a la diferencia a que tenemos
derecho cada uno de nosotros, a tomar nuestras propias decisiones sin que
nos las impongan. ¿Qué es, en la práctica? Un moralismo o tabú de la
sexualidad; una visión particular. Respeto el hecho de que la tengan
determinadas personas y sectores del país; pero se ha pretendido -así se
consagró a través de cierta expresión en la Constitución del 80- imponerla
al país.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 555 de 709
DISCUSION SALA
Concluyo insistiendo en que, sin duda, con esto damos un paso para
sentirnos respetados como seres libres, adultos, capaces de tomar nuestras
propias decisiones y, sobre todo, avanzamos para tener una Constitución
que, de verdad, nos refleje a todos y nos permita decir que hemos
alcanzado plena democracia.
He dicho.
DISCUSION SALA
Nosotros queremos que en este país todos los chilenos, no sólo el cura
Hasbún, puedan opinar, expresarse y transmitir información de manera
libre. Es la única forma de crecer. Así como estamos obligados a verlo por
televisión, también me gustaría ver la película "La última tentación de
Cristo". Pero ello no puede ser por el sistema imperante, porque nuestra
sociedad es represiva, censuradora o autocensuradora.
Alguien decía que hay pocos ejemplos de censura. Pero no es así. Son
muchos. Aparte de "El libro negro de la justicia chilena", de Alejandra
Matus, y de "Impunidad diplomática", hay otros que no pueden circular. Ha
habido artículos de "El Metropolitano", que han sido censurados por
referirse acerca del golpe militar, y echan a los periodistas. El programa
"Mea culpa" lleva dos capítulos censurados. También existen las
prohibiciones de informar ordenadas por los tribunales. Además inciden en
el tema la ley del Consejo Nacional de Televisión, la composición del
Consejo de Calificación Cinematográfica, en la que figuran incluso miembros
de las Fuerzas Armadas, que nos dicen lo que podemos ver o no en el cine.
Aún más, todavía subsiste en nuestra sociedad esa medida mediante la cual
algunos burócratas revisan los videos de las personas que regresan a Chile,
lo que constituye una verdadera vergüenza.
Por esa razón, presentamos un proyecto para eliminar la censura, que nace
en la Constitución de 1980, durante el régimen militar. No olvidemos eso ni
nos hagamos los lesos. La de 1925 no establecía la censura previa. A mi
juicio, hoy es perfectamente posible su reforma, lo que debemos apoyar.
Pero hay algo más importante. Con el criterio de los censores, por ejemplo,
con el del diputado señor Ibáñez, en el Paraíso tendríamos que haber
eliminado a la serpiente. De esa manera, nos habríamos ahorrado siglos de
problemas y todos los males de esta sociedad. No habríamos tenido ni
manzana ni nada. Pero eso no es posible, porque los valores sólo crecen en
libertad; no a costa de ella. Por eso debemos aprobar esta iniciativa.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 557 de 709
DISCUSION SALA
He dicho.
He dicho.
DISCUSION SALA
Pienso que la aprobación de esta reforma hará caer la facultad del Consejo
Nacional de Televisión para prohibir, como dice una resolución suya,
películas de violencia excesiva, truculencia, pornografía o participación de
niños o adolescentes en actos reñidos con la moral y las buenas
costumbres.
DISCUSION SALA
He dicho.
DISCUSION SALA
He dicho.
DISCUSION SALA
Además, uno de los tres integrantes del Tribunal de Apelación del Consejo
es el Jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional. ¡Esto es una aberración
monstruosa, el ridículo mundial! Tiene toda la razón la Corte Interamericana
-y por eso el diputado Bartolucci está preocupado- para burlarse de este
país y aplicarle todo tipo de condenas.
Una película como "La última tentación de Cristo", presentada por la radio y
televisión italiana -yo vivía en Italia en aquel tiempo-, con la presencia de
Sandro Pertini, Presidente de la República italiana, en Ciudad del Vaticano,
no puede ser vista en Chile porque los "catones" que señalaba la diputada
Guzmán establecieron la censura en la Constitución de 1980, que aún no
hemos logrado modificar.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 562 de 709
DISCUSION SALA
El diputado Gonzalo Ibáñez señaló que hay principios morales objetivos que
deben regir la sociedad. Respeto su posición, pero los principios y la moral
varían con la cultura y la historia y tienen que ver con la escala de valores
individuales, con la conciencia de las personas. No puede haber un órgano
estatal o una institución -esta es la característica de la sociedad moderna-
que desmitifique, desacralice, no puede haber un Estado que pretenda
imponer principios morales objetivos a la sociedad, porque son las personas
las que deben darse sus propios valores, sus propias culturas, sus propias
elecciones.
El señor LEAL.- ...lo moral es, justamente, imponer una especie de censura
respecto del desnudo, de la sexualidad o de temas que deben ser objeto de
una reflexión de la sociedad, abierta, colectiva, y no pueden ser censurados
en virtud de leyes o de resoluciones de los consejos cinematográficos.
Avancemos en una estructura cultural del país que nos permita terminar
con esta instancia draconiana que trata de imponer una sola moral y una
sola cultura a los chilenos.
He dicho.
DISCUSION SALA
La señora GUZMÁN (doña Pía).- Señor Presidente, quiero decir tres cosas.
Una, haber oído todo lo que dijo el señor Leal, tanta cosa rara y
descarnada, muestra la tolerancia que tiene la Derecha.
He dicho.
DISCUSION SALA
El catón de los tiempos modernos y del siglo XXI está dado por un tema que
todos conocemos: el mercado comunicacional, el cual decide qué arte se
proyecta, qué arte se difunde. En definitiva, en una ley de prensa que
pronto discutiremos en este Parlamento, ese catón nos va a permitir
emplazar a la Derecha a fin de que se puedan dar garantías de libertad para
la expresión de las artes.
He dicho.
Éste es el tema más fascinante que ha visto este Congreso. Incluso, el año
92 se discutió el mismo proyecto -se acordarán de ellos los más antiguos-,
y fue realmente apasionante, porque hubo un intercambio de ideas
profundas.
Por eso, lamento que el entorno en que se ha dado esta discusión, que tiene
que ver, no con partidos políticos -porque esto cruza los partidos-, sino con
concepciones, con valores, con criterios, se haya llevado a cabo con
intervenciones de no más de cinco minutos, ya que de ese modo no se le da
seriedad al tema y no se convence a nadie.
Cuando oigo hablar a quienes justifican este proyecto, hay cosas que me
parecen absolutamente válidas. Se habla de sociedad de hombres libres, se
habla de la importancia de la libre expresión de ideas, se habla del respeto
de los derechos esenciales del ser humano. Estoy de acuerdo. A mí me
parece lógico, plausible, deseable y necesario implementar eso, con fuerza,
en la legislación que rige a Chile, porque de ahí se colige que para ser
consecuente con esa sociedad de hombres de libre expresión y de derechos
esenciales, automáticamente hay que adherir a la idea de poner fin al
derecho de la sociedad para objetar determinadas emisiones de cine. Hay
que pensar sobre este tránsito, y reflexionar en sentido constructivo. ¿Por
qué? Porque desde mi modesto punto de vista, aquí hay una colisión de
derechos. Está la colisión del derecho de expresión que asiste a los
directores y a los productores de cine, con el derecho de la sociedad de que
no se destruya su orden social, de que no se desnaturalice el sentido de la
sexualidad y de que no se rompa la armonía de la convivencia. Aun cuando
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 565 de 709
DISCUSION SALA
El año 68 hubo una norma, casi igual a ésta, aprobada por este Parlamento
-esta es segunda vez que pasa- que derogó la censura cinematográfica. ¿Y
saben por qué no se llevó a cabo? Porque hubo un veto. ¿Saben quién lo
vetó? Don Eduardo Frei Montalva. ¿Y saben por qué lo hizo? Lo encuentro
notable, porque fue apoyado por toda la bancada de la Democracia
Cristiana. Dijo: "Es indiscutiblemente necesario que exista un organismo
que esté debidamente facultado para prohibir la exhibición de películas que
atenten contra los valores morales, contra el orden público y las buenas
costumbres, atacadas en innumerables ocasiones". Y agrega, finalmente, el
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 566 de 709
DISCUSION SALA
He dicho.
DISCUSION SALA
¿En qué argumentos doctrinarios nos basamos para decir esto? Está
demostrado en la historia de la humanidad que cada vez que la verdad se
contrapone al error, si hay una discusión libre, gana la verdad. Dejad que la
verdad se enfrente a la falsedad. ¿Quién ha visto que la verdad saque la
peor parte en un encuentro libre y abierto? Ya Milton nos decía eso: cada
vez que la verdad se enfrenta a la falsedad, si hay un encuentro libre y
abierto, va a ganar la verdad.
Pues bien, muchos de estos títulos prohibidos hoy día son considerados
obras maestras de la humanidad. ¿Qué incentivo histórico tiene, entonces,
seguir con la censura? También han sido censuradas en distintas sociedades
"El diario de Ana Frank", "Ulises", de James Joyce, "La naranja mecánica",
de Anthony Burgess. Asimismo, han sido censuradas diversas obras de
Norman y Arthur Miller, en circunstancias que hoy día muchas de ellas son
consideradas obras literarias importantes.
Pero hay un argumento político de fondo que nos lleva a impulsar este
proyecto: en democracia no puede existir la censura previa, porque ello
equivale al predominio de unas conciencias sobre otras, a la subordinación
de una mayoría de adultos -no de niños- al juicio burocrático de unas pocas
personas. La autonomía personal, la libre expresión y la elección son tres
elementos inherentes a la vida democrática.
DISCUSION SALA
(Aplausos).
Acordado.
DISCUSION SALA
Creemos que no basta con asegurar el derecho del autor sobre sus
creaciones intelectuales y artísticas, sino que, además, se requiere
consagrar la libre creación, que es un paso previo y de gran relevancia.
A lo anterior, se debe sumar que quien elige ver una película, lo hace por
libre decisión y, más encima, paga por ello.
DISCUSION SALA
He dicho.
En votación.
(Aplausos).
DISCUSION SALA
OFICIO LEY
Oficio Nº 2648
A S.E. EL
PRESIDENTE DEL
H. SENADO
HONORABLE SENADO:
ANTECEDENTES
Para demostrar este aserto, hace una breve revisión histórica de lo ocurrido en este
ámbito.
1. El argumento doctrinario.
2. El argumento histórico.
3. El argumento político.
Platón que en su República ideal no había cabida para los artistas; lo cual
muestra lo antigua que es esta reacción frente a los creadores.
3. INFORMES DE CONSTITUCIONALISTAS
14 años o para mayores de 18 años. Añadió que los criterios de rechazo son
altamente compatibles con las aprensiones ya mencionadas, esto es,
películas que fomenten o propaguen doctrinas o ideas contrarias a las bases
fundamentales de la Patria o de la nacionalidad; que vulneren el orden
público, la moral o las buenas costumbres, y que induzcan a la comisión de
acciones antisociales o delictuosas.
de nuestra comunidad por ella misma, con todos los esfuerzos que sean
necesarios.
Afirmó, en primer lugar, que las personas con discapacidad han sido
histórica e injustamente discriminadas desde la época de los griegos, en
que se les arrojaba por una quebrada al nacer; o durante los Tiempos
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 606 de 709
Por otra parte, advirtió, la redacción actual del proyecto dejaría fuera el
tema de los videos porque sólo se ocupa de la exhibición de la producción
cinematográfica en salas o por televisión, que no son los medios por los
cuales éstos se presencian. En consecuencia, para que el texto no ofrezca
limitaciones sobre este particular, sugirió que el nuevo inciso propuesto
evite la ya citada expresión “en salas o por televisión” y termine con la
expresión “producción cinematográfica.”
derechos del individuo, de modo que la persona humana y los derechos que
a ésta asisten constituyen el eje y motor del constitucionalismo moderno.
a partir del discurso sobre el filme ideal. Acudieron allí personas que tenían
una formación en distintas especialidades como derecho, pedagogía,
sociología, psicología, teatro, etc., las que fueron adiestradas en el
conocimiento del cine, en la perspectiva de descubrir los valores de esta
manifestación de arte y de la libre creación del artista.
internet, son de gran interés, pero en esta oportunidad quedan fuera del
alcance legislativo de la iniciativa en estudio.
amerita un examen por sí mismo. Indicó que, en esta materia, los niños son
un público que debe considerarse de manera especial, así como otros
grupos, entre los cuales mencionó los discapacitados. Por estas razones,
valoró muy especialmente los antecedentes proporcionados por los
expositores que han participado en el debate, particularmente de la
representante del FONADIS.
DISCUSION SALA
--Se autoriza.
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
técnico del Senado, por haber ya cierta tranquilidad respecto de qué línea
seguirá la ley de calificación cinematográfica que reemplace a la actual. Y
reitero que en ella no existirá la posibilidad de censurar. Nuestro
planteamiento fue aprobado por la Comisión, la que incluso propuso agregar
una disposición transitoria al Texto Fundamental, a la que seguramente
hará alusión su Presidente.
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
no viene incorporada al texto que ahora se nos propone. Estimo que esta
omisión debe salvarse y considero oportuno que la Sala así lo haga.
Puede sostenerse, naturalmente, que la libertad
de investigación científica se halla implícita en la Constitución Política que
nos rige. Se hizo referencia por el Senador informante, por ejemplo, al
inciso cuarto de su artículo 1º, que establece, como deber del Estado, entre
otras cosas, el adoptar las medidas necesarias para facilitar a todos “los
integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y
material posible”. Y es evidente que la investigación científica a través de la
cual se satisface la necesidad del hombre de acercarse a la verdad está en
la línea de su realización espiritual.
DISCUSION SALA
He dicho.
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
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DISCUSION SALA
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He dicho.
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DISCUSION SALA
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DISCUSION SALA
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DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
He dicho.
DISCUSION SALA
He dicho.
DISCUSION SALA
--(Durante la votación).
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
El señor LARRAÍN.- Señor Presidente, hay un texto que puede producir una
complicación, en cuanto a que aquí se está estableciendo un derecho por el
tiempo de vida del titular de la obra, en circunstancias de que la legislación
y los tratados internacionales, en materia de derecho de propiedad,
establecen restricciones temporales distintas a la de la vida del autor. Hago
la salvedad porque puede producirse un conflicto de interpretación a
propósito de una norma que ahora tendría rango constitucional.
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
El señor DÍEZ.- ¿Por qué no se envía el proyecto a Comisión con esta sola
indicación, a fin de estudiar una redacción adecuada?
DISCUSION SALA
¡Muchas gracias!
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
OFICIO MODIFICACIONES
Nº 18.019
Artículo único
DISCUSIÓN SALA
Antecedentes:
-Modificaciones del Senado, boletín Nº 2016-07, sesión 60ª,
en 8 de mayo de 2001. Documentos de la Cuenta Nº 10.
DISCUSIÓN SALA
DISCUSIÓN SALA
libertad de emitir opinión y la de informar sin censura previa. Por eso, creo
que fue un acierto del Senado intercalar dicha normativa en el número 25º
del artículo 19 de la Carta Fundamental, como garantía constitucional, con
el siguiente tenor: “La libertad de crear y difundir las artes, así como el
derecho del autor sobre sus creaciones intelectuales y artísticas de cualquier
especie, por el tiempo que señale la ley y que no será inferior al de la vida
del titular”.
Me parece que tal agregado resulta acertado para los fines que se
querían conseguir a través del texto aprobado por la Cámara, que
presentaba el inconveniente que señalé.
Por otro lado, el hecho de que la ley regule un sistema de calificación
para la exhibición de la producción cinematográfica, corresponde a la
vivencia actual y constituye un anhelo del amplio espectro político que
existe en la Cámara, y así quedó consignado en su texto. En ese sentido,
los adultos podrán ver cualquier producción cinematográfica, pero
corresponderá a la ley reglamentar que para ese fin se disponga de salas
adecuadas y se resguarde la situación de los menores.
Al efectuar un primer examen de las modificaciones propuestas por el
Senado en relación con lo que señaló el ministro secretario general de
Gobierno, me pareció un poco extraño que esta reforma constitucional
comience a regir una vez que entre en vigencia la nueva ley sobre
calificación cinematográfica. Sin embargo, existen precedentes en la
propia Carta Fundamental, porque la ley sobre el Ministerio Público la
dejamos sujeta, mediante una disposición transitoria, a la entrada en
vigencia de la que reglamentaba dicho principio constitucional.
En consecuencia, me parecen acertadas las modificaciones del
Senado, razón por la cual las votaré a favor.
He dicho.
DISCUSIÓN SALA
He dicho.
DISCUSIÓN SALA
DISCUSIÓN SALA
Claudio Huepe.
DISCUSIÓN SALA
En votación.
DISCUSIÓN SALA
-Aplausos.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 698 de 709
Oficio Nº 3359
A S. E. EL
PRESIDENTE DEL
H. SENADO
DISCUSION SALA
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Esta sesión tiene por objeto
conocer y votar, sin debate, el proyecto de reforma constitucional que
consagra el derecho a la libre creación artística y sustituye la censura
cinematográfica por un sistema de calificación.
DISCUSION SALA
existía motivo alguno para que sólo respecto del cine hubiera censura
previa.
Por tanto, votaremos a favor de esta reforma constitucional, no
sólo por una razón de principios democráticos elementales, sino además por
una consideración práctica, ya que la evolución de la tecnología imposibilita
en los hechos que el Estado ejerza censura respecto de diversas realidades,
como la Internet, que se hacen presentes en forma progresiva en todos los
hogares de la República.
Señor Presidente, aprovecharé esta oportunidad para señalar
que, sin embargo, el problema de la libertad de expresión en el campo
audiovisual quedará entregado a la jurisprudencia y al criterio de los jueces,
pues subsisten en el Código Penal normas que, mientras éste no sea
reformado, podrán invocar quienes estimen que una película lesiona los
valores jurídicos que tales preceptos contemplan.
Por consiguiente, si hoy estamos dando un paso significativo a
favor de la libertad de expresión, serán los jueces de la República quienes
en última instancia decidirán el límite entre lo permitido y lo prohibido en
materia audiovisual.
Es de esperar que, con la Academia Judicial, con la evolución
democrática de la sociedad chilena y con las normas internacionales, esos
magistrados puedan servir de resguardo a la libertad de expresión, más que
de censores ante los abusos que se puedan cometer.
Por tales razones, voto que sí.
El Senador señor MARTÍNEZ.- Señor Presidente, señores Parlamentarios,
con relación a la reforma que se vota en este momento, destinada a
eliminar la censura cinematográfica previa, deseo dejar constancia de una
cuestión constitucional básica que, aparentemente, no se ha comprendido
en forma debida o que, al menos, no se ha planteado bien, en especial por
personeros de nuestra Cancillería.
Se ha dicho por algunos que nuestra legislación interna,
incluida nuestra Carta Fundamental, debe adaptarse a las normas
establecidas en los tratados internacionales de que Chile es parte. Y
fundamentan su aseveración en que nuestro país, al aprobar y ratificar
dichos instrumentos, queda obligado por sus disposiciones.
No parece aceptable ese predicamento, por dos razones.
En primer lugar, porque si un tratado contiene una norma
contraria a un precepto de la Constitución Política, ella no puede ser suscrita
por el Gobierno, ni aprobada por el Congreso Nacional, ni ratificada
finalmente por el Presidente de la República, por estar al margen de las
atribuciones válidas de esos Poderes del Estado.
Y en segundo término, porque, al violar tales decisiones lo
dispuesto en los artículos 6º y 7º de nuestra Carta Fundamental, ellas
serían nulas. La sanción constitucional es la nulidad, nulidad de Derecho
Público, que es insubsanable y quita toda validez y toda autoridad para
imponerlas.
Creo necesario dejar clara esa situación, como una prevención
que apunta a que estas situaciones sean consideradas en toda la amplitud
que tienen frente a la definición del alcance del concepto de Estado de
Derecho en nuestro actual ordenamiento jurídico.
Mi voto es favorable a la reforma.
Historia de la Constitución Política, Art. 19 N° 12 Página 701 de 709
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
DISCUSION SALA
Nº 18.475
TEXTO ARTÍCULO
Tipo Norma :
Decreto 100
Fecha Publicación :
22-09-2005
Fecha Promulgación :
17-09-2005
Organismo :
MINISTERIO SECRETARIA GENERAL DE
LA PRESIDENCIA
Título : FIJA EL TEXTO REFUNDIDO,
COORDINADO Y SISTEMATIZADO DE LA
CONSTITUCION POLITICA DE LA
REPUBLICA DE CHILE
URL :
http://www.leychile.cl/Navegar/?idNorma=242302&idVersion=20
10-01-07&idParte
Decreto:
Capítulo III