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Pocos tragos hay más amargos para un amante del cine de terror que
experimentar una indiferencia y una falta de estímulos absoluta ante una
producción que intenta agitar al respetable de forma infructuosa; reciclando
recursos narrativos y formales que, a base de repetición, han terminado
mostrándose inefectivos frente a un público insensibilizado y curado de
espanto.
Llama la atención que la película más floja del Warrenverso sea la única que,
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exceptuando ‘The Conjuring’ y su secuela directa, no ha contado con el
guionista Gary Dauberman involucrado en aspectos creativos. Y es que, aunque las
dos ‘Annabelle’ y ‘La monja’ no sean un derroche de creatividad, sí dejan entrever la
mano de un asiduo al género que sabe ver más allá de fórmulas y efectismos de
saldo.
La ausencia del autor de los libretos del díptico ‘It’ de Andy Muschietti se traduce
en unos personajes planos y construidos a base de clichés que funcionan como
marionetas a las órdenes de una trama insulsa, tópica y descafeinada que renuncia
a la coherencia y al siempre necesario drama —sin empatía y conflicto interno rara
vez hay emoción— para limitarse a hacer desfilar en pantalla y sin ningún tipo de
filtro el enésimo festín de lugares comunes.
Llama la atención que la película más floja del Warrenverso sea la única que,
exceptuando ‘The Conjuring’ y su secuela directa, no ha contado con el
guionista Gary Dauberman involucrado en aspectos creativos. Y es que, aunque las
dos ‘Annabelle’ y ‘La monja’ no sean un derroche de creatividad, sí dejan entrever la
mano de un asiduo al género que sabe ver más allá de fórmulas y efectismos de
saldo.
La ausencia del autor de los libretos del díptico ‘It’ de Andy Muschietti se traduce
en unos personajes planos y construidos a base de clichés que funcionan como
marionetas a las órdenes de una trama insulsa, tópica y descafeinada que renuncia
a la coherencia y al siempre necesario drama —sin empatía y conflicto interno rara
vez hay emoción— para limitarse a hacer desfilar en pantalla y sin ningún tipo de
filtro el enésimo festín de lugares comunes.
Pero el cariz insípido de ‘La llorona’ no sólo queda patente en sus cimientos
escritos; la dirección del debutante Michael Chaves se muestra igual de
genérica que el guión sobre el que trabaja, convirtiendo la turbia leyenda del
folklore mexicano en una chabacana sucesión de jumpscares mecánicos y
artificiales en la que cada golpe de sonido y cada alarido de la criatura principal,
lejos de inquietar, tan sólo invita a la desconexión total.
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elevado”para hacer alusión a cierta tipología de cintas de género con un mayor
poso y ambiciones temáticas y discursivas. Sabiendo esto, ‘La llorona’ bien
podría ser calificada como “terror soterrado”; ese que queda sepultado bajo
su condición de fábrica de sustos baratos y bajo un diseño de producción
pobre, estéril y carente de estilo propio que no merece compartir universo con la
obra de James Wan.
Una vez que finalizas la crítica, debe volver a leerla varias veces, asegurándote de que sea
completa, comprensible e interesante. Corrige cualquier error gramatical y vuelve a verificar
la precisión de la información, un aspecto que no debe subestimarse si no deseas perder
credibilidad.
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