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Las Guerras Púnicas fueron una serie de tres guerras que enfrentaron entre los años 264
a. C. y 146 a. C. a las dos principales potencias del Mediterráneo de la época: Roma y
Cartago. Reciben su nombre del etnónimo latino Pūnicī nombre usado por los romanos
para los cartagineses y sus ancestros fenicios (de la formas más antiguas Poenicī <
Poinicoi). Por su parte los cartagineses llamaron a estos conflictos "guerras romanas’.
Primera Guerra Púnica (264 a. C.-241 a. C.): Las primeras fases de la guerra
consistieron en batallas terrestres, en Sicilia y el norte de África, pero a medida que
avanzó el conflicto se convirtió en una guerra eminentemente naval. El conflicto fue
costoso para ambos bandos, pero Roma se alzó con la victoria: conquistó la isla de
Sicilia, obligando además a la derrotada Cartago a pagar un cuantioso tributo. El
resultado de la guerra desestabilizó tanto a Cartago que Roma le arrebató Córcega y
Cerdeña sin apenas esfuerzo unos años después, cuando la primera se vio arrastrada
a la Guerra de los Mercenarios.
Hasta ese momento podemos sacar por contraste algunos puntos especificos entre
los cartaginenses y los romanos. Entre las cuales se destacan:1
Como consecuencia de lo anterior, los ingresos del tesoro romano eran magros;
los ingresos del tesoro cartaginés eran inmensos.
Roma no tenía flota de batalla; Cartago era la potencia naval que dominaba todo
el Mediterráneo occidental, con una de las mayores y mejores flotas del mundo.
La Primera Guerra entre Roma y Cartago empezó como un conflicto local en
Sicilia entre Siracusa, liderada por Hierón II, y Mesina, controlada por los
Mamertinos. Estos eran un grupo de mercenarios de la Campania que el año 289
a. C., al quedarse sin trabajo tras la muerte de su último patrón, Agatocles de
Siracusa, habían tomado a traición el pueblo griego de Mesina, convirtiéndose
1
Goldsworthy, Adrian. La caída de Cartago, Ed. Ariel, Barcelona, 2008 , pág. 125
en sus dirigentes tras masacrar a la mayoría de la población,adueñarse de todas
las propiedades, y expulsar a supervivientes
varones, quedándose con las mujeres a la fuerza.
La Segunda Guerra Púnica (218 a. C.-201 a. C.) es la más conocida de las tres, por
producirse durante la misma la famosa expedición militar de Aníbal contra Roma
cruzando los Alpes: partiendo desde el sur de Hispania, Aníbal condujo a su ejército
hacia el norte, cruzó los Alpes e invadió la Península Itálica desde el norte, derrotando a
todas las fuerzas que la República de Roma lanzó en su contra. Se mantuvo con su
ejército en Italia durante dieciséis años; Aníbal no era capaz de poner Roma bajo asedio
por no disponer de suficientes hombres, ya que el cruce de los Alpes y las batallas
posteriores supusieron la pérdida de gran parte de sus soldados y elefantes de guerra, y
la República de Roma, por su parte, no lograba expulsarle de Italia, debido
principalmente a que no se enfrentaba solo contra Cartago, ni solo en Italia.
Combatió contra esta también en Hispania y Sicilia, y además libró la Primera Guerra
Macedónica en Greciai. La República salió triunfante en todos los teatros en los que
combatió. La situación de estancamiento en Italia fue finalmente resuelta tras la victoria
en Hispania con el traslado del ejército local a África, con el fin de asediar la propia
Cartago. La gravedad de la amenaza romana obligó a Aníbal a volver a toda prisa a su
ciudad, siendo finalmente derrotado por primera vez en la batalla de Zama por Publio
Cornelio Escipión, apodado desde entonces El Africanoii. La derrota supuso el fin de la
guerra, y Cartago vio limitadas sus posesiones territoriales a la propia ciudad, perdiendo
todas sus colonias comerciales. Perseguido, Aníbal acabó suicidándose en el 183 a. C.
para evitar su captura por agentes romanos
La Tercera Guerra Púnica fue la última de las guerras entre Roma y Cartago (149 a.
C. - 146 aC) y culmino con la derrota y destrucción de Cartago a manos de los romanos
liderados por Publio Cornelio Escipión Emiliano, nieto de Escipión el africano; Los
historiadores dicen que la guerra fue causada por la reiteradas declaraciónes de Catón el
Viejo en el Senado. Caton el Viejo decía que si dejaban que Cartago se recuperase,
volvería a entablar una guerra contra Roma, y que por razones de seguridad, Cartago
debe ser destruida "Ceterum censeo Carthaginem esse delendam"iii