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Partiendo de la premisa de que todo personaje es una entidad humanizable que habita y se
Luz Aurora Pimentel en El Relato en Perspectiva (1998) trae a colación la amplia y diversa
gama de estudios que sobre la identidad del personaje se habían realizado previos al momento
de su análisis. La mayor parte de las propuestas anteriores a su estudio apuntaban hacia una
visión simplista del personaje, esto es, hacia un entendimiento que poco o nada diferenciaba
Ahora entendemos con claridad que un personaje no es más que -como todos los elementos
referenciales que crean el llamado efecto de sentido del que el lector participa para re-crear,
en términos de la experiencia de lectura, el discurso figural del relato con todo y sus
Por ende, la concepción teórica que preside de ahora en adelante a los estudios figurales del
relato será una concepción esencialmente constructora cuyas atenciones radicarán en los
factores discursivos de tipo narrativo-descriptivo y referencial que producen el llamado
“efecto personaje”.
Ahora, fuera de estos aspectos de orden estructuralista entendemos que el personaje logra
esencializa como una más de las entidades constituyentes de la totalidad del mismo y
conduce punto tras punto, rasgo tras rasgo, una cadena de roles actanciales y temáticos que
Volviendo una vez más sobre el plano estructural, es fundamental la aportación de Greimas
sobre el personaje, visto como una figura que es un actor y una “unidad léxica de tipo
Es fundamental también la propuesta Pimenteliana del relato como un trayecto generativo del
discurso, pues esta recuerda a la idea de Roland Barthes de “semántica de las expansiones” en
Recordemos que para Barthes leer significa poder nombrar, someter las frases del texto a una
personaje con todo y sus implicaciones ideológicas, morales y psicológicas, esto mediante
series predicativas y descriptivas que aportan una cadena de rasgos y acciones que
Es tan básica y esclarecedora la noción de personaje que Fernando Cabo y María do Cebreiro
psicológico del mismo así como una gran claridad en la diferenciación de los discursos
narratoriales y figurales.
encuentra en el nombre una de sus expresiones más destacables. Por lo que será, a partir de
ahora, la cuestión del nombre en el personaje la piedra angular que originará el curso del
presente análisis.
Más que acertada es la denominación que Pimentel propone sobre el nombre, pues al llamarlo
temáticos y de sentido del personaje a lo largo del relato, también apunta, por otro lado, a los
distintivos tales como “doña” o “señorita” habrá que prestar atención a las posibles
implicaciones de orden histórico y social que esto nos sugiere. No menos atención debemos
prestar a nombres que aparentemente no tengan un trasfondo, como el bien conocido “Pedro
Páramo” que más que sugerir implicaciones histórico-sociales nos propone, más bien una
Hasta este punto hemos comprendido que los personajes constituyen un plano de descripción
necesario (un blanco semántico) que es vehículo y transmisor de la cadena de acciones que se
En esta arista de los estudios figurales sobre el ser y el hacer, es indispensable distinguir entre
del discurso, estos además de aportarnos información sobre la la orientación ideológica del
relato es importante ver quién habla de quién, desde dónde y De esta forma obtendremos
información más precisa entre el perfil narrativo y el perfil figural que -es un buen momento
para recordarlo- muy a menudo convergen en un mismo discurso dentro del relato.
Es así como aterrizamos sobre la cuestión de los modos del discurso, la perspectiva vocal y
que aludan a las persona (yo) y a la no-persona (él); puede haber relatos, o al
conciencia (perspectiva focal) que muy a menudo suelen fusionarse en un mismo discurso
que oculta, sin embargo, una perspectiva narratorial y una figural, cada una con sus
Después de esta larga disertación sobre los aspectos más importantes de la construcción y re-
análisis del cuento Evocaciones de la escritora mexicana Esther Seligson ubicado en Cuentos
Reunidos (2017)
Evocaciones
vez, el rol de la hija que evoca y recuenta las memorias de infancia de su padre. Sirva el
Como podemos ver, este narrador-personaje es testigo -de segunda mano, claro está- de la
vida de su padre, por marcas de complemento indirecto como “me dijiste” que se repiten
por la hija, que es la enunciadora, y el enunciatario que es el padre; este es también el sujeto
al que está orientado el discurso de remembranza del relato. Todo esto muy a pesar de que, en
la secuencia cronológica de los hechos del relato, el padre tuvo que haberle contado, él
ilustración:
Al amanecer, el mar apenas es un murmullo que opacan las gaviotas, los gritos
sus meditaciones.
De entrada, todo esto nos habla de una compleja estructura en el tejido de voces y miradas del
relato de Seligson que se condensa, en suma, en un estilo indirecto libre que fluctúa entre la
voz de la hija y la mirada del padre mediante una narración en segunda persona: “Recuerdas
tu infancia como un día nublado y cenizo, como un enorme cajón lleno de juguetes hermosos
(...)”.
Es importante señalar que, debido a que la hija, como enunciador, narra tan sólo los
fragmentos de historia que su padre alguna vez le contó, la objetividad de la información que
ella provee no es del todo confiable, puesto que existen limitantes de tipo cognitivo al
podría reconstruirte de otra manera si lo que sé de ti nunca me lo has dicho así, sino como
fragmentos de una historia ajena?”, se pregunta a ella misma al mismo tiempo que pregunta a
distancia temporal entre el “yo” que narra y el “yo” narrado es variable, como
Por lo tanto, en el relato que hoy analizamos, no existe como tal una unidad vocal que
construya una perspectiva figural que narra sus propios acontecimientos; se trata, al contrario
de una perspectiva vocal que claramente difiere del foco de conciencia que proyecta los
año sopla el viento, nunca se cansa de golpear los guijarros de las calles
empinadas, los sombreros de ala ancha, los vestidos y los árboles. Muy pocas
veces llueve, y si no fuera por ese olor salobre, por esa sensación de náufrago
El anterior fragmento es clave para definir con presumible exactitud las estrategias narrativas
La perspectiva vocal, o la voz que narra, está en copretérito, lo cual nos indica, como hemos
mencionado anteriormente, que esta voz cuenta a través del recuerdo; esto, como se
perspectiva focal del personaje principal como es el caso del símil “concha tercamente
impenetrable”. Es un buen momento para decir que el espacio donde se desarrolla la historia,
como bien es sospechable, es un pequeño pueblo costero donde el mar está siempre presente
dotando tanto al espacio como al personaje principal de una atmósfera húmeda y avasallante.
Por otro lado, la perspectiva focal del relato, que a lo largo de la narración oscila entre el
tiempo presente y el copretérito, está puesta en los ojos del padre que, aunque en el presente
de la enunciación debe ser un adulto mayor, en el flujo del foco de conciencia que sigue la
narración, es tan sólo un niño tímido descubriendo los hallazgos de la primera infancia:
pálido, enfermizo, con la ropa demasiado ajustada, con los ojos muy abiertos y
viento y del mar, sólo tenías miedo, sólo escuchabas, sólo mirabas y sentías,
silencioso.
En resumidas cuentas la mirada, esto es, lo que nos es permitido conocer, la encontramos en
los ojos del padre en los días de su infancia, y esta evocación, pasa por el tamiz de la voz de
la hija, quien narra a través de los fragmentos de historias que él mismo alguna vez le contó.
Habrá que empezar por decir que los dos personajes de los que se ha hablado hasta este
cognitivo, por ser el pasado la fuente principal de información desde el punto del presente de
la enunciación.
Por ende, los retratos físicos y psicológicos no presentan una amplia gama de detalles, mas
temor a las fuerzas de la naturaleza: “Yo sé que tú tenías miedo, que espiabas cada gesto,
cada paso, cada ir y venir del viento, sé que nunca dejaste de oírlo amenazador, siempre a
punto de derribar la casa y llevarte lejos, lejos donde nadie pudiera escuchar tus gritos”.
Sin embargo, a pesar de la escasa y la nula información en los retratos físicos del padre-niño
y la hija, respectivamente, el espacio juega un rol importante al ofrecer una gran aportación
La constante evocación al mar y a la humedad del pueblo, el veleidoso y constante rugir del
viento, “el sonido intermitente y ronco del oleaje” proponen una percepción individualizada
de los elementos de la naturaleza cuyas participaciones, más que dotar de vida el espacio,
son, más bien, vida en el espacio; es decir que estos son participantes recurrentes en las
secuencias narrativas, ya sea a manera de un discurso descriptivo, o bien como agentes y
vehículos de acción. Un ejemplo del viento como un agente, lo leemos en: “Ahí, todo el año
sopla el viento, nunca se cansa de golpear los guijarros de las calles empinadas, los
sombreros de ala ancha, los vestidos y los árboles”. No es, entonces, arriesgado proponer que
los elementos de la naturaleza, viento y mar, son agentes activos en el nivel actoral y la
constitución espacial del relato. Además de aportar un aspecto de gran relevancia en cuanto al
retrato psicológico del padre-niño: “Sé también que te asustaba el mar, que te embrujaba su
propio pasado, nos pinta a un ser escurridizo y temeroso que curioseaba por las angostas
avasallante inmensidad del mar. La hija permanece como un retrato desconocido en el que,
cariño de un padre y la nostalgia del pueblo de origen, junto con sus olores, sabores y
paisajes.
“(...) lo que tú me has platicado es demasiado vago, dices las cosas como si no
se tratara de ti, como si contaras una historia ajena, de pronto, dejaste tu casa,
un día y, como tú, dejó su infancia, su mar y su miedo, su viento, y partió entre
Granadas y fusiles. Es ahora cuando resulta imprescindible traer a colación el epígrafe con las
Sabemos, también que Seligson es descendiente de inmigrantes judíos que llegaron a México
dedicación al padre. Por otro lado, la dedicación al amigo español, nos sugiere una situación
parecida en la que muchos niños españoles, abandonaron su patria para refugiarse en otros
países por las consecuencias de la guerra civil española (1936-1939), resultado del
la memoria de los rugidos del viento y el mar, son las evocaciones de una guerra, no
BIBLIOGRAFÍA
Castalia, 2006.
3. Cuentos reunidos: prólogo de Sandra Lorenzano selección y epílogo de Geney Beltrán Félix
Editores, 2008.