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Rancagua
CANCION DEL CARACOL
Carlos Maríanidis
Despacio, despacio,
El junco se hamaca,
el río murmura.
Despacio, despacio,
si sopla la brisa.
Despacio, despacio,
sin desesperar:
manteniendo el ritmo,
siempre he de llegar.
Duérmete,
vampira mía.
Duérmete,
que ya es de día.
No quiere reinado,
ni trono dorado,
ni enorme castillo,
ni manto amarillo.
Tampoco lacayos
ni tres mil vasallos.
Quiere ver la luna
desde la laguna.
Una madrugada
lo encantó alguna hada;
y así se ha quedado:
sapo y encantado.
Disfruta de todo:
se mete en el lodo
saltándose, solo,
todo el protocolo.
Soldaditos en la arena,
marineros en el mar.
La tarde lo mira
mira
y se pregunta
al pasar....
¿Cuántas naranjas
jugosas
de sus ramas
¿colgarán?
La guardé
temeroso
debajo de la cama
para que no la descubriera nadie,
pero su luz
atravesó
primero
la lana del colchón,
luego
las tejas,
Incómodos
se hicieron
para mí
los más privados menesteres.
Entonces
recogí
otra vez mi estrella,
con cuidado
la envolví en mi pañuelo
Y no me sorprendió
que se alejara
como un pez insoluble
moviendo
en la noche del río
su cuerpo de diamante.