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El mito de la Independencia concedida: los programas políticos

del siglo XVIII y del temprano XIX en el Perú y Alto Perú


1730-1814

Primeramente, la autora, Scarlett O’ Phelan Godoy, realiza una crítica a Heraclio


Bonilla y Karen Spalding, quienes sostenían que la independencia llegó a Perú y Bolivia
únicamente desde fuera(p.211).
Sustenta que le independencia del Perú y Bolivia no solo fue solo gracias a la ayuda de
los libertadores Simón Bolívar y José de San Marín, sino que previamente en los años,
1790-1814, se realizaron una serie de conspiraciones y revueltas que pedían a gritos la
independencia en el Alto Perú, en contraste al Bajo, quien guardaba cierta fidelidad a la
corona española. La conspiración de Oruro y Anchoris fueron las que más destacaron ya
que generaron cierta inspiración que derivó a la conspiración de Lima en 1750.
Otro punto muy relevante es la importancia del circuito comercial Cuzco- Potosí, ya que
de cierta manera ocasionó una autonomía económica de Lima (p.213).
Por otra parte, el proceso de independencia atravesó por dos fases bien diferenciadas: la
primera en la cual se acentuaron los regionalismos, y la segunda que estuvo determinada
por el componente continental que aparece presente en los programas políticos de San
Martín y Bolívar. (p. 217).
A continuación se presentará una serie de planteamientos para contrastar los programas
y manifiestos políticos del sur andino.
Las propuestas recurrente de coronar un rey
● El énfasis que sobre este punto ponen los programas políticos del siglo XVIII Y
XIX guarda, indudablemente, una correlación directa con los intereses de los
insurrectos por imprimirle un sello de “legitimidad” a los conatos rebeldes
coloniales. Naturalmente, este argumento adquirió mayor validez en el caso de
los criollos del Perú ya que estos eran los únicos que estaban en capacidad de
remontar sus orígenes al imperio de los incas. (P. 218)
○ Halperin (1981)
La necesidad de una alianza con la élite indígena
A partir del punto anterior se vislumbra la gran importancia que debió tener, para los
sectores criollos, el poder contar el apoyo de la élite indígena durante los movimientos
anticoloniales. (P. 222)
● CDIP VOL. 7 (1974)
Resulta entonces oportuno recordar el particular interés que tenía Farfán de los Godos
en que un criollo fuera a la cabeza de la rebelión de los plateros del Cuzco. En este
sentido, la rebelión de Túpac Amaru también sirvió para comprobar que las latentes
diferencias interétnicas, y las irreversibles rivalidades entre caciques, tendían a
agudizarse en momentos de intranquilidad social. (P. 223)
● O’ Phelan Godoy (1979)
La posición del clero y la iglesia dentro del nuevo régimen
Los caciques no fueron los únicos con el poder de movilizar a los campesinos bajo su
control. También el bajo clero tuvo capacidad de influencia sobre sus parroquianos. (P.
224)
Es necesario mencionar que las personas involucradas en las rebeliones del siglo XVIII
y XIX, mantuvieron su distancia y un respeto frente al clero; esto se aprecia en las
declaraciones y comunicados que emitieron los dirigentes de las rebeliones. (P. 225)
En el siglo XVIII la colaboración del clero en las rebeliones fue más oculta que en el
temprano XIX. En el siglo XIX la presencia de los clérigos fue mayor; tanto así que
estuvieron directamente involucrados en la dirigencia de los movimientos. (P. 227)
María Consuelo Sparks demuestra la significativa presencia de sacerdotes en los inicios
del siglo XIX. (P. 228)
La participación del clero se dio en todo el virreinato del Perú, pero más en el sur
andino debido al manejo de la lengua nativa, sea quechua o aimara. (P. 228)

Los antagonismos con los peninsulares y europeos


En este punto el autor hace referencia al conflicto entre peninsulares y europeos frente a
los criollos, mestizos e indígenas. No hubo una concordancia entre los postulado “de
igualdad” y la estratificada realidad social de la Colonia. (P. 230)
Por otra parte, los indígenas y mestizos se percataron que los programas políticos eran
excluyentes con ellos, esto llevó a que se enfrenten “violentamente a la población
“blanca” sin discernir entre criollos y peninsulares”. (P. 230)
Pierre Vilar alude a una “guerra contra el extranjero”. Y esto se ve claramente en los
asesinatos ocurridos en la villa de Cochabamba durante la rebelión de los mestizos en
1730. (P. 230)
León Campbell señaló que durante la década de 1870 la Audiencia de Lima tuvo una
predominancia criolla; sin embargo, según recientes investigaciones llevada a cabo por
Burkholder y Chandler se pone en tela de juicio esta afirmación. Se señala que hubo un
esfuerzo por reducir la presencia e influencia del sector criollo en el gobierno colonial.
(P. 231)
También se puede decir que el “sentimiento anti hispánico” se intensificó en el periodo
colonial tardío, siendo su punto más álgido en el gobierno del virrey Abascal, quien
declaró que “mientras hubiera español nacido en España, a ese le correspondía el
gobierno de América”. (P. 231)
Los suplantamientos de autoridades
El resentimiento que creo en los sectores criollos y mestizos el comprobar que el
aparato político-administrativo estaba manejado por los peninsulares y europeos esto
estuvo presente a lo largo de todo el siglo XVIII y el temprano XIX. (P. 232)
● (Sin autor) 1892
La particularidad del programa de Túpac Amaru justamente radicó en decretar que “no
habría más corregidores ni aduanas”. (P. 234)

Las modificaciones selectivas en la esfera económica


Ya Vargas Ugarte y Durand han observado la similitud que existió entre el programa de
Oruro de 1739 y el Túpac Amaru de 1780,sobre todo a nivel de los planteamientos de
índole económico. (P. 237)
● CDIP III (1971)
A nuestro entender, las reformas fiscales borbónicas abrieron una brecha irreversible
entre los sectores criollos y la corona. (P. 237)
● O’ Phelan Godoy (1982)
No hay duda que la revolución de la paz fue un movimiento fundamental criollo; las
medidas económicas tomadas así lo demuestran. El intento de sacudirse de las alcabalas
no tuvo éxito en 1780-1781,pero los criollos perseveraron y cumplieron sus objetivos en
1809 al decretar su extinción. (P. 238)
. CDIP III (1971)

Conclusión
Scarlett O ’Phelan Godoy muestra la trayectoria de protesta social que tuvo el sur
andino a través de programas anticoloniales que van a tener como escenario en 1780 un
movimiento de masas sin precedentes e instalando en 1809 la primera junta de gobierno
autónomo de Hispanoamérica.(P.239).
Otros autores van a afirmar que no existió ninguna conexión alguna entre Túpac Amaru
y los movimientos de las primeras décadas de XIX. Pero un caso en el que se muestra
las conexiones políticas existentes entre el Alto y el Bajo Perú es la presencia de
Figueroa en la rebelión de Túpac Amaru.(P.239).
Es evidente ,entonces, que el Bajo y Alto Perú constituyeron una unidad regional : el sur
andino.(P.239).Scarlett tiene la impresión de que a partir de las reformas borbónicas se
va atenuando una salida al gobierno de la metrópolis por parte de los sectores criollos y
mestizos.(P240).
Si retomamos los planteamientos de Kossok ,confirmamos que el sur andino estuvo
previamente presente en la primera fase de luchas de independencia. Sin embargo,
demostró no poder sacudirse de su consolidad óptica regionalista y de los fracasos 1809
y 1824 para encarar la última y definitiva clase.(P.240).
La independencia le fue “concedida” al sur andino, pero no por falta de una lucha social
o falta de iniciativa de los sectores criollos, sino porque tuvieron programas que se
limitaron en buscar reivindicaciones tan inmediatas como locales.(P.240).
Si bien el sur andino participó en la atmósfera subversiva del proceso
independentista ,cuando el epicentro de la lucha pasó a Lima ,la capital ,fue cuando se
hizo necesaria la participación de agentes externos, como San Martín y Bolívar, para
consolidar la independencia del Perú.(P.241).

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