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Tocó al sobrino de Sixto IV, el emprendedor Giuliano della Rovere, más tarde
papa Julio II (1503-1513), hacer que se completaran las decoraciones
pictóricas del interior de la Capilla y, en el ámbito de una grandiosa
renovación de la ciudad, llamó a Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) a
Roma. El artista, ya famoso en Florencia y al que della Rovere anteriormente
había encargado otras obras, si bien mediando discusiones iniciales, aceptó
decorar “al fresco” la bóveda. La obra fue realizada en cuatro años de duro
trabajo, (de 1508 a 1512), y su tema es la historia de la humanidad en el
período que precede al nacimiento de Cristo. La pintura de la pared con el
“Juicio Final” fue realizada más tarde por el mismo artista: de 1536 a 1541, a
petición del papa Paulo III Farnesio (1534-1549), que le había confirmado el
encargo del anterior papa Clemente VII (1523-1534). Esta vez el tema
representado es el Hado ineluctable, amenaza que se cierne sobre todos los
hombres, pues sólo Dios es el árbitro del destino humano.
- Las historias bíblicas de las paredes laterales. Sobre las paredes están
representadas: a la izquierda, mirando hacia el Juicio final, escenas sacadas
del Antiguo Testamento, con hechos de la vida de Moisés, salvador del
pueblo hebreo; a la derecha, escenas del Nuevo Testamento, con escenas
de la vida de Cristo, salvador de toda la humanidad, que se pueden leer en
forma paralela. En sus orígenes comprendían también el “Moisés hallado
sobre las aguas” y “La Natividad de Jesús”, sobre la pared donde hoy se
encuentra el Juicio final, borrado en 1534 por Miguel Ángel. El ciclo se cierra
en la pared de la entrada principal con la “Disputa por el cuerpo de Moisés” y
la “Resurrección de Cristo”, ambas obras pintadas nuevamente en el
Cinquecento.
Con sus 800 metros cuadrados de pintura “al fresco”, constituye la obra
maestra por excelencia de Miguel Ángel y uno de los ciclos más importantes
de la pintura universal. La obra fue empezada en mayo de 1508, quedando
interrumpida durante casi un año, de septiembre de 1510 a agosto de 1511.
Julio II inauguró solemnemente la Capilla el 1 de noviembre de 1512.
Entre las figuras más bellas se destacan la de la Sibila de Delfos y las de los
profetas Ezequiel y Jonás. Junto a Jonás se ve el pez dentro del cual vivió
tres días, el mismo tiempo que Cristo permaneció en el sepulcro antes de su
Resurrección.
Tercera parte: en los rectángulos centrales hay nueve escenas, cuatro de
ellas de mayor tamaño, sacadas del Génesis, con tres episodios referidos a
la creación del mundo, tres a la historia de Adán y tres a la de Noé. Miguel
Ángel empezó a pintar la bóveda a partir de estos últimos episodios quizás
con la intención de dejar para un segundo momento las escenas en que
aparece el Creador. Las tres creaciones comienzan con el recuadro de la
“Separación de la luz y las tinieblas” (Génesis 1,3-4), con la figura del
Creador envuelto en una túnica roja, que ocupa casi completamente el
espacio a disposición con un escorzo en perspectiva de gran complejidad.
Miguel Ángel completó esta pintura en una sola jornada de trabajo, como lo
demuestran los recientes estudios efectuados una vez terminada la limpieza
del fresco. A ésta sigue la “Creación de los astros y de las plantas”, escena
dividida en dos partes asimétricas, en cada una de las cuales se encuentra la
figura del Señor: a la derecha Dios está de frente, con un gesto arrollador,
mientras crea los círculos de un sol esplendente y de la luna, más pálida; a la
izquierda, en una audaz visión de espaldas, el Señor en el acto de dar origen
al mundo de las plantas (Génesis 1,12 -16). El tercer recuadro es el de la
“Separación de la tierra y de las aguas” (Génesis 1,7-9). También éste
expresa una intensa sugestión gracias a la visión en perspectiva que
propone, nunca intentada antes. Luego está la famosísima escena de la
“Creación de Adán”, composición cuyo eje, levemente hacia la izquierda,
está constituido por las dos manos de los protagonistas que acaban de
separarse después haber estado en estrecha unión.