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TALLER DE DISCUSION SOBRE EL TEXTO LA FAMILIA AGENCIA DE FORMACION DEL SER

HUMANO: ENTRE LA INDIVIDUALIZACION Y LA CONSTRUCCION COLECTIVA DE Maria Cristina


Palacio

ANDRES JARAMILLO
FERNANDA RODRIGUEZ

1. Colateralmente en este reto, la familia al ser localizada en el lugar del afecto, las emociones, los
valores altruistas responde a la distancia de la racionalidad económica, incluso política; lo que
configura la idea de que “Lazos de sangre en la política son fuente de corrupción y clientelismo, de
que los vínculos afectivos en el campo de la industria o del comercio generan irracionalidades; o,
al contrario, de que la economía o la política degrada o corrompe los vínculos familiares de
verdadera autenticidad y afecto, fundados en la comunidad de sangre y en la afinidad” (Luzzi,
Neiburg, 2009:12). Y por la otra, hacer una invitación teórica y ético/política en el abordaje de la
familia en su campo de conocimiento e intervención, para transitar un camino que permita
develar la racionalidad occidental y judeo cristiana sobre las dicotomías y dualismos morales,
culturales y sociales reconociéndola en términos de una realidad social compleja, particular y
diversa entrelazada y situada históricamente que a la vez es estructurada y estructurante del
movimiento de la sociedad. Un doble reto que no será ajeno a la provocación de controversias y
debates en torno a este mundo familiar tan cercano a todos los seres humanos y,
paradójicamente, atrapado en los juegos del poder y resistencia (Calveiro, 2005) provocados por el
ordenamiento hegemónico.

2.Término puesto por Amartya Senn (2000) desde la década de los 80 entrelaza la noción de
libertad con el desarrollo, en el marco de las capacidades y funcionamientos de un sujeto
autónomo capaz de plantearse objetivos, límites morales, toma de decisiones y elecciones en
torno a la propia vida, aún a costa del propio bienestar.

Este enfoque propuesto por Senn, conecta las capacidades de las personas con los entornos donde
transcurre su vida cotidiana y en los cuales se forman esas capacidades, como es para esta
reflexión, el lugar de la familia y el hogar. Una conexión que permite identificar y comprender las
condiciones de la formación de las capacidades y los funcionamientos referidas a algunos
componentes del desarrollo humano como la nutrición, la alimentación, el cuidado, la educación,
la habitabilidad y las redes sociales, entre otros.

Acompañando esta visión con los planteamientos de Martha Nussbaum (2002) quien considera
que la agencia implica lo que la persona dispone como capacidad de hacer y de ser. Una cuestión
que desde sus planteamientos, se traduce en una concepción del desarrollo humano que
incorpora una apuesta por la vida, la salud, la integridad corporal, las emociones, la con-vivencia,
la dignidad social; componentes de un desarrollo humano hacia una vida que merezca la pena ser
vivida.
La agencia/agente no se refiere exclusivamente al sujeto individual, incluye al colectivo, al grupo
en donde la acción como actuación y obrar produce en palabras de José E. Ema López (2004) la
introducción de movimientos y giros en el contexto normativo del mundo social; es decir, la
agencia como potencia se refiere a la capacidad y posibilidad de producir un efecto de novedad en
un trasfondo de constricciones normativas. Una capacidad que no es, como ya se anotó, una
cualidad individual, es un obrar que implica y tiene un contenido y sentido relacional que se
interrelaciona con la potencia y el poder; desde aquí y en este umbral emerge y se produce un
acto político que contiene el reconocimiento de movilizar la transición de la potencia al acto.
Desde aquí, la agencia más que un qué o un quién alude a un cómo, a un proceso de conexión y
relación que moviliza un señalamiento de responsabilidad en la cual la acción se conecta y
entrelaza el obrar.

Para efectos del hilo conductor de esta reflexión sobre la familia como agencia de formación de
ser humano, se focaliza la mirada en la crianza y el cuidado familiar desde dos líneas analíticas: la
primera en el marco de referencia del cuidado y la crianza, para develar los entramados de la
reproducción social sobre los binarismos culturales convencionales y tradicionales de género
masculinos y femeninos y de parentesco en la relación materno/paterno filial; y la segunda a
manera de consideración final sobre la familia en clave de colectivo político.

3. Una lectura que indica la preocupación por las propias posibilidades de cambio y
transformación, al poner la mirada crítica en torno a la estructuración de la familia, el anclaje de
los significados, el reconocimiento de las potencialidades y capacidades de acción de sus
integrantes y la movilidad de oportunidades. Esto no es fácil, se abre una caja de pandora donde
emergen los miedos en torno a la pérdida de una hegemonía homogenizante que desconoce y
rechaza, otras maneras de vivir y asumir la experiencia familiar. Una cuestión que contribuye a
politizar el debate y las acciones que en torno a ella se definan.

4. La crianza es una expresión particular del cuidado, correspondiente a la trayectoria vital inicial
de los sujetos y el cuidado indica la interacción social que lo 11 acompaña en el transcurso de su
vida. Son procesos que indican los cursos de acción, las acciones y relaciones entre los agentes
sociales que fundamentan la reproducción de la vida humana, en un entorno social situado
históricamente. En este obrar humano se entrelazan los cuerpos, las individualidades, las
trayectorias vitales, los requerimientos físicos, sociales y emocionales y las expectativas, en un
ámbito cotidiano familiar y social que se sostiene en una compleja red vital. Esto traduce que
“Todos y todas somos dependientes de otros seres humanos. A su vez, el cuidado de distintos
tipos de personas requiere distintas mezclas de unas y otras actividades. Niños y niñas pequeñas
requieren supervisión y presencia de adultos de manera permanente; las personas adultas
requieren afecto interpersonal y tareas “indirectas” más que de las directas; los/as ancianos/as
vuelven a requerir ambos tipos de tareas. En todos los casos, además existe, la dimensión afectiva
y subjetiva, ya que el sentimiento de ser cuidado es también parte del cuidado mismo”
Pero estos procesos de crianza y cuidado no son neutrales, tienen una identidad como se planteó
anteriormente. La naturalización del lugar de la esposa con relación al marido, de la madre
respecto a los hijos/as y de la mujer al hogar y la familia, son dispositivos del poder cultural
hegemónico que busca regular su continuidad y mantenimiento. Un dispositivo que se soporta en
una asignación moral y virtuosa en torno a la vida privada, familiar y doméstica, la valoración de la
maternidad y la complementariedad conyugal.

Con estos dispositivos discursivos, se considera la crianza y el cuidado como una derivación
inherente a la división del trabajo por género (con relación a las mujeres), al lugar parental (la
maternidad), a la dicotomía espacial (público/privado) y al dualismo (razón/ emoción). Una
segmentación que reproduce en y desde las prácticas familiares, sociales e institucionales
tempranas, las desigualdades y exclusiones sociales.

5.La familia es una agencia de formación de ser humano (socialización), de estar en el mundo
(sociabilidad); escenario de enlace intergeneracional, umbral de encuentro e interacción social y
ámbito de construcción de formas, estilos y sentidos de convivencia.

La politización de la familia abre un doble panorama: por una parte, leer y actuar la familia como
un asunto público y político y, por la otra, considerarla como un escenario político de con-
vivencia.

Respecto a leerla como escenario político de convivencia, emerge el requerimiento de la


democratización de las relaciones familiares como soporte de una convivencia familiar. El punto
de partida se identifica en la expansión de un proceso de reflexión crítica en torno a la realidad
familiar, su organización y dinámica interna que focalice el cuestionamiento de las relaciones
disimétricas (distribución desigual de la potencia de actuar, pensar y decidir) como cimiento del
sistema patriarcal de la familia, la sociedad y el estado. En otros términos, es actuar en el ámbito
familiar y social con una conciencia reflexiva (Giddens., 2003)

En síntesis, este orden discursivo sobre la politización y la democratización, se sustenta en el


reconocimiento de los sujetos, integrantes de la familia en tanto sujetos de dignidad y derechos y
a la familia como colectivo político, construido en torno a la diversidad y diferencia de sus
integrantes, en una convivencia cotidiana mediada por el respeto, la protección, la defensa y el
goce de su dignidad y garantía de derechos. Una acción colectiva que dispone de fronteras entre la
autonomía individual y la responsabilidad colectiva, la expresión de la capacidad de negociar y
acordar los beneficios comunes desde los intereses individuales, 19 para la convergencia de los
cursos de acción familiar que requieren los procesos de cuidado y autocuidado de cada integrante
y de la familia en su conjunto.
6. La politización de la familia abre un doble panorama: por una parte, leer y actuar la familia
como un asunto público y político y, por la otra, considerarla como un escenario político de con-
vivencia.

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