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Algunos, con justa razón, podrán argumentar que sus productos, documentos o servicios
han diferido en calidad con respecto al esperado, pero ¿quién de la “vieja escuela” no ha
tenido dificultades con los mismos asuntos habiendo contratado de modo presencial?
Televisión por cable, un documento con los datos erróneos o una prenda de ropa que se ha
roto apenas llegar a casa.
Es claro, la calidad no varía de modo significativo entre una modalidad y otra. Más aun, las
variaciones, al aprecer, no obedecen a la modalidad sino a la institucuón misma ¿Pero qué
sucede cuando el centro del asunto es la interactividad?
Por un lado, es cierto que los mecanismos como el foro, chat, videoconferencias o
conferencias de audio ofrecen comodidad y facilidad para interacturar con personas que, de
otro modo, no estarían dentro de nuestras posibilidades. Hoy en día se puede realizar un
curso en el extranjero sin tener que viajar. Visto de este modo, es un hecho que la
capacidad interactiva ha expandido sus fronteras, prueba de ello, es la creciente cantidad de
cursos de inglés online que se pueden encotnrar en Chile y que cuentan con profesores
nativos del idioma (los cuales, posiblemente, no estén residiendo en el país y estén
vinculados a docencia no sólo en el nuestro).
En contraposoción a ello, existe algo que, a mi modo de ver, es preocupante (en el sentido
de que debe ser la preocupación de cualquier institución que imaprte esta modalidad) y es
la calidad de aquella interacción.
Cuando el idioma es la barrera, puede solucionarse traduciendo (al ritmo que sea) el
mensaje, pero cuando el mensaje trasciende lo meramente oral, existe una importante
cantidad de “información” no verbal que podría perderse en el camino, empobreciendo o,
en el peor de los casos, tergiversando el mensaje.
No es que sea una barrera insalvable, pero requerirá mayores esfuerzos, pro ejemplo, hacer
sentir al estudainte que se está interesado por él, o incitar a la participación activa en un
foro o chat. Es verdad que, al parecer, la interacción se enriquece desde la cantidad de
participantes pero es verdad también que es más dificil detectar la “no participación”. Del
mismo modo, se corre el riesgo de confundir la participación con la mera presencia de un
número IP en la lista de los foros.
Puedo concluir aclarando que los tiempos que corren nos han regalado posibilidades nuevas
que requieren que nos adaptemos para aprovechar mejor. Quizá, en todo proceso de avance
haya algo que queda atrás. Que aquello que “perdemos” sean algunos métodos para
comunciarno no es problema, siempre que no sea la comunicación misma.