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policial
Unidad 2. Deontología en el servicio público
Programa de la asignatura
Deontología aplicada al servicio público y a la
actuación policial
Clave:
LIC 01141210 / TSU 02141210
Índice
Presentación de la Unidad
Propósitos
En esta unidad:
Identificar la relación entre la deontología y el servicio público
por medio del estudio de las principales posturas epistemológicas y
sus planteamientos ético-jurídicos.
Ubicar el ámbito de la deontología dentro de la estructura
individual e institucional del servidor público profesional de la
seguridad pública y su regulación en los diversos ordenamientos
del sistema jurídico mexicano.
Diferenciar la deontología jurídica y la deontología privada, mediante el estudio
comparado de las leyes correspondientes, así como el deber por el deber que el
obligatorio.
Competencia específica
Actividades de aprendizaje
Para empezar con una idea clara acerca del mundo del servicio y del servidor público,
específicamente el profesional de la seguridad pública, se comienza con la definición de
conceptos básicos pero esenciales que servirán de referencia a lo largo del desarrollo de
esta segunda unidad.
Para los efectos de las responsabilidades a que alude este Título se reputarán
como servidores públicos a los representantes de elección popular, a los
miembros del Poder Judicial Federal y del Poder Judicial del Distrito Federal, los
funcionarios y empleados, y, en general, a toda persona que desempeñe un
empleo, cargo o comisión de cualquier naturaleza en la Administración
Pública Federal o en el Distrito Federal, así como a los servidores del Instituto
Federal Electoral, quienes serán responsables por los actos u omisiones en que
incurran en el desempeño de sus respectivas funciones.
Claudia Gamboa Montejano y Sandra Valdés Robledo (2009) han realizado un estudio
teórico doctrinal sobre la responsabilidad de los servidores públicos.
* Todo aquel individuo que presta sus * Es un servidor público designado por
servicios a los poderes federales, estatales o disposición de la ley, para ocupar grados
municipales y a los de los organismos superiores de la estructura orgánica de
paraestatales e incluye: gobierno y para asumir funciones de
Altos funcionarios (por elección popular o por representatividad, iniciativa, decisión y
nombramiento) mando.
Funcionarios y, * Es titular de órganos del gobierno que
Empleados. integran los poderes del mismo en la
Todos con el adjetivo de públicos por jerarquía más alta, por lo que suele
desarrollarse en el ámbito gubernamental. denominárseles en la doctrina Altos
* Por su régimen especial pueden ser de funcionarios:
base, de confianza, trabajadores - Poder Ejecutivo: el Presidente de la
directamente dependientes de la República y los secretarios de Estado,
administración central y trabajadores de subsecretarios, oficiales mayores y directores
organismos descentralizados. generales.
- Poder Legislativo: diputados y senadores.
- Poder Judicial: los magistrados de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación.
- En los estados de la Federación: el
gobernador, los diputados locales y los
magistrados del Tribunal Superior de Justicia
de la Nación.
En los municipios: los presidentes
municipales, los regidores y los síndicos.
* Representan al órgano del cual es titular
tanto frente a otros órganos del Estado,
como frente a los particulares.
* La legislación laboral los considera como
trabajadores de confianza.
* Realizan actos de autoridad.
* Tienen investidura especial.
* Pueden ser revocados del cargo.
* Removidos en cualquier tiempo.
* El ejercicio de sus funciones no es
permanente.
* Sus funciones implican la voluntad estatal.
Existen opiniones en el sentido de que cuando se hace uso de la fuerza pública para el
ejercicio de las funciones de su encargo, se estará en condiciones de considerarlo como
funcionario público, con todas las responsabilidades señaladas en las leyes
correspondientes. La seguridad pública, al ser una función a cargo del Estado, vincula a
aquéllos que se encuentran relacionados con dicha función, bajo la denominación
genérica de servidor público, independientemente de que hagan uso de la fuerza pública
o no, en el ejercicio de sus funciones.
La deontología está íntimamente relacionada tanto con la ética como con la axiología.
Para comprenderla es preciso hacer un breve recorrido alrededor de las principales
posturas epistemológicas que abordan las dos disciplinas mencionadas. Entre las
corrientes de carácter filosófico que serán abordadas en esta unidad se encuentran el
utilitarismo, el pragmatismo, el positivismo y el humanismo.
Una vez planteadas se ofrecerá una exposición de cómo la ética y los valores quedan
plasmados en diversos ordenamientos de nuestro sistema jurídico mexicano.
La Carta Magna establece disposiciones específicas por lo que hace al ejercicio
profesional, y hace referencia a valores que deben observarse en los diversos ámbitos las
instituciones del Estado, entre las que se encuentran las encargadas de la seguridad
pública en nuestro país.
Se identifican dos tendencias de lo que hace la deontología: por una parte, la colegiación
y por otra parte la autorregulación. Esta última consideración será materia de reflexión del
último subtema de la presente unidad.
Tendencias de la
deontología
Colegiación Autorregulación
La vocación de servicio es una actitud del individuo y no una capacidad que pueda
adquirirse tras un aprendizaje. Sin embargo, sí es posible crear un clima adecuado
(motivación social) que ayude a mejorar este comportamiento.
Utilitarismo Pragmatismo
Corrientes filosóficas
Positivismo Humanismo
Utilitarismo
Giovanni Reale y Darío Antiseri (1992, p. 283) señalan que: “El utilitarismo de la primera
mitad del siglo XIX es el movimiento filosófico que hereda la tesis y la actitud de los
ilustrados, y que en el interior de la tradición filosófica empirista constituye la primera
manifestación del positivismo social en Inglaterra”. Para comprender esta cita es preciso
profundizar la concepción que el utilitarismo posee de la ética y los valores.
El enunciado inicial que hace el utilitarismo respecto a las normas éticas se refiere a su
utilidad: las normas morales serán útiles en tanto tengan una repercusión en lo político, en
lo económico o en lo social. Si dichas normas no logran responder de manera positiva a la
utilidad a que se hace referencia, entonces no deben ser consideradas como tales.
Esta exigencia utilitarista se explica por la finalidad que persiguen sus precursores. El
utilitarismo inglés sirvió de fundamento para las ideas del socialismo científico que
buscaba reformar a la sociedad del siglo XIX: las normas morales debían cumplir con
la exigencia de ser útiles en la construcción de un nuevo orden social.
Recuerda que:
Para el utilitarismo, las normas morales serán útiles en
tanto que tengan una repercusión en lo político, en lo
económico o en lo social.
Si dichas normas no responden a la utilidad a la que
hacen referencia no deben ser consideradas como tales.
Bajo la perspectiva del utilitarismo, las normas deontológicas no son normas que
permanezcan en el ámbito privado o subjetivo. El ejercicio profesional debe reportar
utilidad al bien común y los obligados a este tipo de normas deberán visualizar sus
quehaceres como una vocación que tiende a la persecución del bien común.
Asimismo, el legislador debe crear normas que regulen el ejercicio de la profesión,
buscando la armonización de los intereses privados con los intereses de la comunidad.
El pragmatismo
Dado que el pensamiento está fundado en creencias y éstas dan lugar a la acción, el
pragmatismo da respuesta al dilema que se presenta cuando el individuo se encuentra
ante situaciones límite, quien, a pesar de haber ponderado todas las posibles soluciones
provenientes de consideraciones de tipo racional, no puede decidirse sobre la forma
concreta de su actuar. Es decir, en ocasiones las creencias no están fundadas totalmente
en cuestiones de carácter racional. Ante esta situación la opción correcta será elegir la
opción que mejor responda a la vida práctica.
La cuestión de la ética y los valores, desde el punto de vista pragmatista, radica en que,
en la aceptación de una creencia, es posible hablar de la verificación como criterio de
acción. Por lo tanto, para la deontología en general no es posible claudicar ante la pérdida
de los valores en la sociedad contemporánea.
En efecto, existen datos que confirman que en determinados momentos es preciso dejar
de lado los valores que deben ejercerse en la profesión. Todos actúan como si los
valores, como si la ética profesional fuera una cuestión abstracta e imposible de llevar a la
práctica. Por lo tanto, sería justificable rechazar a la deontología ante el fracaso mostrado
por la eclosión axiológica.
El pragmatismo afirma que actuamos bajo creencias y que debemos elegir de entre
aquellas que mejor respondan a la vida práctica. Es por ello que esta postura da una
aportación considerable a la deontología al abrir el espacio en la reflexión para incluir el
criterio de la verificación en los términos descritos con anterioridad.
E l p o s i t i vi s m o
Existe una dificultad en esta relación, y es que para el positivista todo lo que no pueda ser
demostrado mediante el recurso del método científico, no puede ser motivo de
consideración objetiva. La dificultad estriba, por tanto, en que la ética y los valores son, en
ocasiones, cuestiones que no están sometidas a consideraciones empíricas.
Baste recordar, sin embargo, que existe una oportunidad de vincular la ética y los valores
con el positivismo, si se toma en cuenta lo expuesto en la unidad anterior cuando se hizo
referencia al positivismo jurídico. En dicho subtema se enfatizó cómo el positivismo
jurídico puede ser visto como una ideología sui géneris de la justicia. Es por tanto,
en esta concepción epistemológica del positivismo jurídico donde habrá que indagar la
naturaleza de la deontología. “Desde el positivismo jurídico, tanto la Ética como la
Jurisprudencia serán ciencias si se ocupan de comportamientos, de hechos, no de
normas. La Ética y la Jurisprudencia son, para el positivista, ramas de la Sociología o la
Psicología”
Para el positivismo no es posible reconocer una jerarquía de valores que sea válida en
todo tiempo y lugar. A pesar de lo anterior, no existe la negación de los valores. Lo que se
pone en duda es que puedan existir criterios racionales y científicos que determinen la
existencia de los mismos. Los valores son creaciones humanas y para el caso de la
deontología son producto de la voluntad, tanto del legislador que crea una serie de
valores que deben ser considerados por los profesionistas, como también son producto de
la voluntad de cada individuo en el caso concreto de ponerlos en práctica en el ejercicio
de la profesión. Por lo tanto, la cuestión de la deontología y su relación con los valores y
la ética queda en el ámbito de la sociología o de la psicología.
Humanismo
¿Por qué, entonces, cerrar el apartado de las corrientes filosóficas de la deontología con
un movimiento intelectual que es anterior a los descritos anteriormente –utilitarismo,
pragmatismo, positivismo-? A continuación se exponen las razones y que tienen que ver
con la importancia que revisten los valores y la ética para el humanismo.
En primer lugar, para el humanismo es imprescindible traspasar las fronteras del tiempo y del
espacio para llegar a la concepción del ser humano, más allá de las particularidades y
circunstancias concretas. Es por ello que para el humanismo esta idea le ha conducido a
afirmar el carácter intrínseco de la naturaleza humana. En los siglos XIX y XX esta
perspectiva epistemológica ha sido la inspiración para los Derechos Humanos.
Europa tenía una configuración fragmentada durante la Edad Media y el clima económico
y político incrementaba el sentimiento de descomposición y el relativismo en cuanto a los
valores y a la ética. De esta manera, el humanismo ofrece al individuo una visión más
holística en el sentido de ir más allá de las vicisitudes de la vida económica y política para
forjar un ideal del ser humano.
En segundo lugar, el humanismo está íntimamente relacionado con la ética y los valores
en el sentido de volver la mirada hacia el ser humano y a su participación dentro de la
comunidad política. En efecto, las reflexiones ofrecidas por el humanismo se orientan de
manera particular al aspecto de la vida civil. La importancia de esto para la deontología
radica en que la civilidad del ser humano se manifiesta de forma clara en el ejercicio
profesional. Ahí radica la relación entre deontología, ética y valores desde una
perspectiva humanista.
Una vez realizado el recorrido por las diversas posturas epistemológicas, es posible
advertir cómo cada una de ellas aporta una visión enriquecedora a la deontología y su
relación con la ética y los valores. A manera de repaso:
Para el utilitarismo la deontología debe estar orientada a la consecución de aquello que sirva al bien
común.
El pragmatismo, por su parte, enfatiza la idea de que los pensamientos éticos y axiológicos,
aun cuando no puedan ser comprobados de manera racional, guían las acciones humanas, las
cuales están orientadas a resolver cuestiones de la vida práctica.
Para el positivismo, los valores no son estáticos ni están ordenados de manera jerárquica. Sin
embargo, el legislador no puede desdeñarlos en la consecución de la justicia como valor
jurídico.
Positivismo:
http://www.youtube.com/watch?v=x-Oq60miBG8&NR=1
http://www.youtube.com/watch?v=_OFCRUfpnSM&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=30HhDDNYcd4&feature=related
Humanismo:
http://www.youtube.com/watch?v=lT1eKStbWKY
Implica tener empatía con las personas, tratarlas como nos gustaría que nos traten,
ponerse en el lugar de la persona y adecuarse al contexto. Demanda compromiso con
nuestros superiores, pares y subordinados para cumplir con la promesa, la palabra;
requiere compromiso también en primer lugar con nosotros mismos, y enseguida con los
demás, por ejemplo, para conocer bien los procesos y actividades rutinarias.
Las instituciones tienen que definir adecuadamente los perfiles de los puestos a cubrir y
los requisitos que los postulantes deben cumplir. Un error en el proceso de reclutamiento
se reflejará en el servicio que más tarde ofrecerá el empleado mal contratado No se debe
pensar que la capacitación reemplazará a la selección. Si se contrata a una persona sin
vocación de servicio, así la envíes a estudiar a las mejores escuelas de negocio del
mundo, difícilmente adquirirá esa competencia.
Las empresas públicas o privadas deben identificar, entre sus empleados, ese pequeño
tanto por ciento de los que sonríen naturalmente, que están verdaderamente motivados y
que, por lo tanto, están en la capacidad de transmitir y contagiar, al resto del equipo de
trabajo, su actitud por servir a la persona.
El principio de lealtad es aquél que se refiere a que el servidor público acepta los
vínculos implícitos en su adhesión a la institución a la que pertenece, de tal modo
que refuerza y protege, en su trabajo cotidiano, el conjunto de valores que aquélla
representa.
Éste es uno de los principales problemas de varios países, al que por supuesto
México no ha sido ajeno. La organización administrativa y su actividad siempre han
debido ajustarse a un entorno cambiante, en ocasiones mucho más dinámico que la
iniciativa pública de carácter administrativo.
Un primer indicador de la calidad de los servicios se manifiesta por la propia vigencia del
principio de legalidad y por su rendimiento, teniendo en cuenta que la legalidad
administrativa, en la medida que atiende de forma prioritaria al interés general, es decir,
de todos los ciudadanos, integra sin dificultad el concepto de calidad.
Para hablar de este tema primero se deben determinar cuáles son los derechos
genéricos de los gobernados:
• La exigencia de responsabilidad del servidor público.
• Información y orientación, pronta, adecuada e idónea al ciudadano.
• Trato respetuoso y deferente para el ciudadano.
• Identificación de autoridades y personal operativo, por el ciudadano.
Con respecto a la información y orientación, así como el trato respetuoso son dos puntos
que implican que el servicio proporcionado por el servidor público sea efectivo y eficaz.
En relación con estas obligaciones resulta importante que exista motivación profesional en
el servicio público.
El Título Cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos regula las
responsabilidades de los servidores públicos (artículos 108-114). Particularmente, el
concepto de servidor público se encuentra en el artículo 108, que señala como tales “a
toda persona que desempeñe un empleo, cargo o comisión de cualquier naturaleza en el
Congreso de la Unión, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal o en la
Administración Pública Federal o en el Distrito Federal, así como a los servidores públicos
de los organismos a los que esta Constitución otorgue autonomía, quienes serán
responsables por los actos u omisiones en que incurran en el desempeño de sus
respectivas funciones”.
¿Qué importancia reviste este concepto para los profesionistas relacionados con la
seguridad pública en México? Por supuesto que es de nodal importancia, toda vez que los
mismos, por el solo hecho de pertenecer a instituciones de la administración pública,
deberán ajustarse a los preceptos que en términos de responsabilidad establezca la
legislación mexicana.
Si el artículo 110 constitucional afirma que son servidores públicos, entre otros, los que
desempeñen un empleo, cargo o comisión de cualquier naturaleza en la Administración
Pública Federal, por consiguiente las siguientes normas y argumentos también son de su
incumbencia, al desarrollar un servicio público.
La responsabilidad
Responsabilidad ci vil
El tema de la responsabilidad civil tiene una larga historia, la cual debe ser conocida antes
de analizar cómo está regulada en el derecho positivo, ya que es un concepto básico en
todo orden jurídico.
La primera tendencia es generalizar las responsabilidades objetivas (para que exista la responsabilidad objetiva
importa sóoo el hecho perjudicial y no lo que sucede con el individuo o el sujeto a quien deba atribuirse la
responsabilidad). Efectivamente, ante los riesgos que se generan en la sociedad contemporánea, poco importa
reflexionar sobre bases de culpabilidad.
La segunda tendencia en la forma de entender la responsabilidad civil en la última etapa que se analiza ahora, se
traduce en el desarrollo de los seguros de responsabilidad civil. En efecto, se ha visto una transformación en la
industria de los seguros. De esta forma, una indemnización ya no es pagada por quien comete el hecho atribuible
de responsabilidad, sino por una compañía de seguros.
Finalmente, la tercera tendencia es la socialización de la responsabilidad. Las consecuencias del perjuicio deben
repartirse entre todos los miembros de la sociedad. Sin embargo, tal reparto de los riesgos y la asignación de la
responsabilidad no es equitativa; así lo advierte Ulrick Beck (1998, pp. 40-41) cuando afirma que “el tipo, el
modelo y los medios del reparto de los riesgos se diferencian sistemáticamente de los del reparto de la
riqueza. Esto no excluye que muchos riesgos estén repartidos de una manera específica de las capas o
clases. (…) La historia del reparto de los riesgos muestra que estos siguen, al igual que las riquezas, el
esquema de clases, pero al revés: las riquezas se acumulan arriba, los riesgos abajo”.
Del recorrido histórico sobre la responsabilidad civil y las tendencias actuales se concluye
que, en lo que respecta a la forma como el sistema jurídico mexicano aborda ésta, se
advierte que se encuentra dentro de la tercera etapa, sobre todo si el punto de referencia
es el Código Civil Federal. En efecto, como quedará expuesto a continuación, la lógica
dominante para interpretar las normas jurídicas relativas a la responsabilidad civil en
México, se da a partir de la noción de culpa.
Sin embargo, también debe advertirse que existe una transformación de la noción de
responsabilidad civil bajo la lógica de la cuarta etapa. Esta transición ayudará a entender
la importancia que reviste la responsabilidad administrativa y que será expuesta a partir
del análisis de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado.
I. El segundo párrafo del artículo 113 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
dispone que "la responsabilidad del Estado por los daños que, con motivo de su actividad
administrativa irregular cause en los bienes o derechos de los particulares, será objetiva y directa.
Los particulares tendrán derecho a una indemnización conforme a las bases, límites y
procedimientos que establezcan las leyes".
II. El artículo 1910 del Código Civil Federal, a la letra dice: "el que obrando ilícitamente o contra
las buenas costumbres cause daño a otro, está obligado a repararlo, a menos que demuestre
que el daño se produjo como consecuencia de culpa o negligencia inexcusable de la víctima".
III. La Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, señala en su artículo primero que
este cuerpo normativo "tiene por objeto fijar las bases y procedimientos para reconocer el
derecho a la indemnización a quienes, sin obligación jurídica de soportarlo, sufran daños en
cualquiera de sus bienes y derechos como consecuencia de la actividad administrativa irregular
del Estado. La responsabilidad extracontractual a cargo del Estado es objetiva y directa, y la
indemnización deberá ajustarse a los términos y condiciones señalados en esta Ley y en las
demás disposiciones legales a que la misma hace referencia".
Procede en tanto existen actividades administrativas irregulares por parte del Estado y que
redundan en daños en los bienes de los particulares.
El Estado se encuentra obligado a reparar los daños que causen los servidores públicos.
Los particulares tienen derecho a ser indemnizados por los daños causados por el Estado a
través de sus servidores públicos.
El daño infringido en los bienes o derechos de los particulares debe ser ilícito, ya sea
porque no existe un fundamento legal o una causa jurídica que justifique dicha acción del
servidor público.
La Ley Federal de En primer lugar, deben precisarse algunos conceptos, entre los cuales se encuentra el de actividad irregular por
Responsabilidad parte del Estado. Cabe recordar que ésta es (artículo 1) "aquella que cause daño a los bienes y derechos de los
particulares que no tengan la obligación jurídica de soportar, en virtud de no existir fundamento legal o causa
Patrimonial del jurídica de justificación para legitimar el daño de que se trata".
Estado contiene
disposiciones En segundo lugar, son sujetos de esta ley (artículo 2) "los Poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo de la Federación,
jurídicas de suma organismos constitucionales autónomos, dependencias, entidades de la Administración Pública Federal, la
Procuraduría General de la República, los Tribunales Federales Administrativos y cualquier otro ente público de
importancia para el carácter federal", de tal forma que las instituciones dedicadas a la seguridad pública son sujetos de esta ley.
análisis de la
responsabilidad civil
de los servidores
En tercer lugar, es importante distinguir los casos en los cuales procede la indemnización a favor de los
públicos: particulares. Al respecto, el artículo 3 de la Ley que aquí se estudia señala que se exceptúan los casos fortuitos, los
de fuerza mayor, así como también los daños y perjuicios que no sean consecuencia de la actividad irregular del
Estado, y de igual forma, los que se deriven de hechos o circunstancias que no se hubieran podido prever o evitar
según el estado de los conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en el momento en que ocurran, y los
casos en que el solicitante de la indemnización sea el único causante del daño.
En cuarto lugar, existen criterios para determinar la responsabilidad y poder proceder a la indemnización. Por ello,
el artículo 4 de esta ley dispone que podrán reclamarse daños y perjuicios siempre y cuando éstos sean reales,
evaluables en dinero y directamente relacionados con una o varias personas.
En quinto lugar, existen varias disposiciones jurídicas de la multicitada ley, que establecen cómo procede el pago
de las indemnizaciones, siendo las que sobresalen:
-Los pagos se realizarán con cargo al presupuesto de las dependencias y entidades de que se trate y a su
disponibilidad de recursos (artículos 5 y 6).
-En caso de que el monto exceda de las partidas presupuestales, la indemnización será cubierta por ejercicios
fiscales (artículo 8).
En sexto lugar, el Estado tiene el derecho de repetir contra el servidor público que ha causado el daño
debidamente probado, tal y como se regula en el capítulo V de la ley que se analiza. En este sentido, se ve la
vinculación entre la responsabilidad civil y la responsabilidad administrativa, tal y como se advirtió al inicio del
presente tema.
Responsabilidad penal
Con la responsabilidad penal adquiere una doble consideración. En primer lugar, habrá
responsabilidad penal respecto a los funcionarios públicos, sobre todo los de elección
popular, a través del juicio penal mediante la declaración de procedencia. Sin embargo,
como se mencionó anteriormente, esta cuestión linda en el ámbito de la responsabilidad
política. En segundo lugar, la responsabilidad penal también está orientada a aquellos
delitos que pueden ser cometidos por los servidores públicos en el ejercicio de sus
funciones. Es por ello que el Código Penal Federal será la ley que sancione dicha
responsabilidad.
La finalidad que se persigue en este subtema es analizar qué sucede cuando los
profesionistas dejan de observar esos principios éticos y cometen delitos sancionados por
las leyes. En particular, se ofrecerá una reflexión sobre el Código Penal Federal.
Por lo que respecta a los delitos de los abogados, como parte de las consideraciones de
los delitos de los profesionistas en general, y que también pueden aplicar a los servidores
públicos que ejerzan este tipo de profesión, el Código Penal Federal señala lo siguiente:
la sanción consistirá en prisión, multa, suspensión e inhabilitación cuando se aleguen
hechos falsos o leyes inexistentes o derogadas (artículo 231, fracción I), se realicen
prácticas dilatorias improcedentes o ilegales (artículo 231, fracción II), ofrecer pruebas
falsas (artículo 231, fracción III) y simular actos jurídicos (artículo 231, fracción IV), así
como también por prevaricación (artículo 232).
Por su parte, los delitos que pueden cometer los servidores públicos en general tienen un
apartado especial dentro del Código Penal Federal, siendo descritos en el Título Décimo
Segundo del mismo.
Entre ellos están el ejercicio indebido del servicio público, el abuso de autoridad, la
desaparición forzada de personas, la coalición de servidores públicos, el uso indebido de
atribuciones y facultades, la concusión, la intimidación, el ejercicio abusivo de funciones,
el tráfico de influencia, el cohecho, el cohecho a servidores públicos extranjeros, el
peculado, el enriquecimiento ilícito y los delitos cometidos contra la administración de
justicia. A continuación se hará una descripción de cada uno de ellos, estableciendo las
relaciones existentes entre los mismos.
COHECHO
siguiente manera: cuando través de la cual el servidor connotación: de manera general
y cuando se comete respecto a
el servidor público distrae, público exige por sí o a servidores públicos extranjeros.
para usos propios o ajenos, través de otra persona, En relación con lo primero,
dinero, fincas o cualquier impuestos, contribuciones, comete el delito de cohecho el
otra cosa perteneciente al recargos, rentas, réditos, servidor público que exija, ya
Estado (artículo 223, salarios o emolumentos sea por sí o a través de otra
fracción I). Este delito se que no sean debidas o persona, cualquier dádiva o
promesa, para hacer o dejar de
agrava si se hace por mayores a las exigidas por hacer algo justo o injusto
motivos políticos, ya sea la ley (artículo 218). Una relacionado con sus funciones
para promover a su vez más, la sanción estará (artículo 222, fracción I).
persona o para denigrar a en relación con el monto de Además, también comete este
otro (artículo 223, lo exigido bajo las delito el que de manera
fracciones II y III). Las modalidades descritas. espontánea dé u ofrezca alguna
dádiva a un servidor público
sanciones estarán en (artículo 222, fracción II). La
relación con el monto de lo segunda connotación tiene que
distraído para los fines ver cuando el servidor público
mencionados. es un extranjero o el particular
realiza estas acciones con
servidores públicos extranjeros
(artículo 223).
Complementariamente, entre otros delitos de servidores públicos, que de igual forma son
considerados por la Ley, destacan el ejercicio indebido del servicio público (artículo 214
del Código Penal Federal) y el abuso de autoridad, previsto en el artículo 215 del Código
Penal Federal.
Existe, además, el delito denominado desaparición forzada de personas, el cual puede ser
cometido por un servidor público y que está descrito en el artículo 215-A del Código Penal
Federal de la siguiente manera:
Por lo que hace a la intimidación, el artículo 219 del Código Penal Federal la destaca
como un delito cometido por un servidor público, cuando se haga uso de la violencia física
o moral con la finalidad de evitar que un particular o una tercera persona haga una
denuncia por la presunta comisión de un delito (fracción I), y cuando el servidor público,
derivado de la denuncia presentada por un particular o un tercero, realice una conducta
ilícita u omita una lícita que lesione los intereses de dichas personas (fracción II).
Por su parte, también el tráfico de influencia es considerado como delito cometido por
servidores públicos (artículo 221 del Código Penal Federal). Para que exista éste, el
servidor público debe gestionar por sí o por interpósita persona la tramitación o resolución
ilícita de negocios públicos ajenos a las responsabilidades inherentes a su empleo, cargo
o comisión (fracción I), y también lo comete la persona que promueve esta conducta ilícita
por parte del servidor público (fracción II). Además, habrá tráfico de influencia cuando
dichas actividades ilícitas produzcan beneficios económicos (fracción III).
Otro delito que está incluido en el Título Décimo Segundo del Código Penal Federal es el
enriquecimiento ilícito. Sobre esta conducta cabe mencionar que también da lugar a la
responsabilidad civil, sólo que el alcance de la sanción es diferente. Mientras en el ámbito
civil se denomina enriquecimiento ilegítimo y se encuentra regulado en los artículos 1882
al 1895 del Código Civil Federal, en el ámbito penal se conoce como enriquecimiento
ilícito y se describe en el artículo 224 del Código Penal Federal.
Existen otros tipos de delitos que pueden cometer los servidores públicos y que no forman
parte del Título Décimo Segundo que lleva como título Delitos cometidos por servidores
públicos. Tal es el caso de los delitos contra la salud y contra la administración de justicia.
En el primer caso, el artículo 196 del Código Penal Federal establece una penalidad
mayor cuando el delito contra la salud sea cometido por un servidor público encargado de
“prevenir, denunciar, investigar o juzgar la comisión de los delitos contra la salud o por un
miembro de las Fuerzas Armadas Mexicanas en situación de retiro, de reserva o en
activo” (artículo 196, fracción I). En el segundo caso, cometen el delito contra la
administración de justicia los servidores públicos (artículo 225) que actualicen alguna de
las 32 hipótesis señaladas en dicha norma jurídica.
Responsabilidad administrativa
máximo órgano del Poder Judicial afirma que la modalidad de la responsabilidad de los
servidores públicos, en su vertiente administrativa opera para los que falten a la legalidad,
honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia en la función pública.
Así como para determinar la responsabilidad civil de los servidores públicos se analizó el
Código Civil Federal y la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, y para el
caso de la responsabilidad penal se hizo referencia a lo que señala el Código Penal
Federal, para la responsabilidad administrativa es preciso estudiar la Ley Federal de
Responsabilidades de los Servidores Públicos.
Entre el cúmulo de disposiciones jurídicas que contiene la mencionada ley, importa, para
efectos de esta asignatura, abordar quiénes son los sujetos de responsabilidad en el
servicio público, determinar las obligaciones que existen en el servicio público, establecer
cuáles son las responsabilidades y sanciones administrativas, y las autoridades
competentes para resolver.
La responsabilidad civil, por su parte, mira hacia la reparación del daño mediante el pago
de daños y perjuicios, y en el caso específico de los servidores públicos, entra en el
argumento la responsabilidad objetiva del Estado, tal y como está regulada en la Ley
Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado.
Por lo que respecta a la responsabilidad penal, ésta se orienta hacia la aplicación de una
pena o medida de seguridad, mismas que se encuentran previstas en el artículo 24 del
Código Penal Federal.
Por su parte, la responsabilidad administrativa también tiene sus formas de sancionar las
conductas que afectan la legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia que
deben ser observadas en el desempeño del empleo, cargo o comisión de los servidores
públicos, tal y como se desarrollará en líneas posteriores.
Asimismo, es importante recordar lo que establece nuestra Carta Magna sobre la relación
entre las vertientes descritas aquí, pues como queda prescrito en el artículo 109, “los
procedimientos para la aplicación de las sanciones mencionadas se desarrollarán
autónomamente. No podrán imponerse dos veces por una sola conducta sanciones de la
misma naturaleza”.
De igual forma, es necesario conocer cuáles son los elementos que deben tomarse en
cuenta para la imposición de las sanciones administrativas. Para ello, el artículo 54 de
esta Ley señala los siguientes:
Otro aspecto relevante es el relacionado con las reglas que deben observarse para la
aplicación de las sanciones administrativas. En este sentido, cobra importancia lo
señalado en el artículo 56 de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores
Públicos:
estudiado están girando alrededor de la ética que debe privar en el ejercicio de las
profesiones, de manera especial, en el servicio público.
Ante esto, baste citar el artículo 109 constitucional, que a la letra dice:
Para reafirmar esta postura y dar paso al estudio de cada una de las modalidades de la
responsabilidad de los servidores públicos, se pone a consideración el criterio de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación:
Fuente: Amparo en revisión 237/94. Federico Vera Copca y otro; 23 de octubre de 1995.
Unanimidad de once votos. Ponente: Juan Díaz Romero. Secretaria: Adriana Campuzano de Ortiz.
El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada el quince de abril en curso, aprobó, con el
número LX/1996, la tesis que antecede; y determinó que la votación es idónea para integrar tesis
de jurisprudencia. México, Distrito Federal, a quince de abril de mil novecientos noventa y seis.
Localización: 9a. Época; Pleno; S.J.F. y su Gaceta; III, Abril de 1996; Pág. 94.
Todo servidor público debe conocer perfectamente bien las finalidades de su actividad, y
debe ser coherente en su comportamiento para alcanzarla; es por ello que es importante
estudiar a la deontología. En este apartado se analizarán algunos códigos de ética
relacionados con la procuración de justicia y la seguridad, ya que es importante que como
estudiante de la Licenciatura en Seguridad Pública los conozcas, pues es altamente
probable que en un futuro te desempeñes como tal. En estos códigos de ética se
establecen de manera generalizada principios que de manera particular deben observar
ciertos servidores públicos, como lo son jueces, agentes del Ministerio Público y agentes
de la policía federal ministerial, entre otros.
específicas que se les presenten, con lo cual se pretende propiciar una plena vocación de
servicio público en beneficio de la colectividad.
Se aplicarán sanciones administrativas a los servidores públicos por los actos u omisiones que
afecten la legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia que deban observar en el
desempeño de sus empleos, cargos o comisiones. Por su parte, como ya se ha mencionado líneas
arriba, el artículo 8 de la Ley Federal de Responsabilidades, Administrativas de los Servidores
Públicos, enumera las obligaciones de todo servidor público y, en su parte final, establece que de
no cumplir el servidor público con las mismas, ello dará lugar al procedimiento y a las sanciones
que correspondan.
Es preciso reconocer que los códigos de ética presentan una doble naturaleza. Por una
parte, existen los Códigos de Ética que proceden de un acto legislativo y que están
dirigidos a instituciones y profesionistas en particular, siguiendo la misma lógica que se ha
apuntado en párrafos anteriores y que tiene su origen y fundamento en el orden
constitucional. Por otra parte, existen también los Códigos de Ética de cada una de las
profesiones, los cuales no han pasado por un acto legislativo por parte del Estado. Se
trata de ordenamientos que provienen de los Colegios o Asociaciones de profesionistas y
que obligan de manera preponderante a sus agremiados. Por tanto, la finalidad que
persiguen las presentes líneas es mostrar cómo se caracterizan estos códigos de ética
en nuestro sistema jurídico mexicano.
El Código de Ética del Poder Judicial de la Federación fue publicado en el Diario Oficial de
la Federación el 3 de diciembre de 2004. Si se ha afirmado desde el inicio que la
importancia de la deontología radica en la relación que ésta guarda con la ética y con los
valores, entonces conviene analizar dicho ordenamiento jurídico desde estos dos criterios.
Los principios que privilegia este Código de Ética son la independencia, la imparcialidad,
la objetividad, el profesionalismo y la excelencia. A continuación se detalla cada uno de
ellos.
La postura epistemológica más conveniente para evaluar este Código de Ética es la del
positivismo. En efecto, como se mencionó anteriormente, para esta corriente filosófica, los
valores son creaciones humanas y por tanto producto de la voluntad. En el caso concreto,
es el legislador quien ha establecido estos principios que deben regir a los servidores
públicos relacionados con el Poder Judicial.
El segundo Código de Ética relevante para los servidores públicos del Poder Judicial es el
Acuerdo de adhesión al Código modelo de ética judicial para impartidores de justicia en
los Estados Unidos Mexicanos, el cual entró en vigor a partir del 26 de marzo del 2007.
Retomando la cuestión de los valores y la ética en relación con la deontología, es posible
advertir que este Acuerdo que proviene del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y
Administrativa, ofrece al análisis lo siguiente. Los principios básicos que deben observar
los servidores judiciales son el compromiso institucional, la eficiencia, la prudencia, la
responsabilidad y la transparencia (artículo 12 del Acuerdo de adhesión al Código modelo
de ética judicial para impartidores de justicia en los Estados Unidos Mexicanos).
Asimismo, se exigen una serie de principios que están dirigidos especialmente a los
juzgadores y que son la excelencia, la objetividad, la imparcialidad, el
profesionalismo y la independencia.
Éste recoge los diferentes “principios, reglas y virtudes que se consideran idóneos para
constituir un referente deontológico, que pueda no sólo guiar la conducta de los
juzgadores federales y sus auxiliares, sino facilitar la reflexión ética sobre los diversos
aspectos de la función que desempeñan”
ECOLÓGICO
El servidor público debe
GENEROSIDAD
ENTORNO CULTURAL Y
RENDICIÓN DE CUENTAS
LIDERAZGO
IGUALDAD
en la sociedad, partiendo de su
servicios que se le dar a las personas un ejemplo personal, al aplicar
han encomendado a trato digno, cortés, cabalmente en el desempeño
todos los miembros cordial y tolerante. Está de su cargo público este Código
obligado a reconocer y de Ética y el Código de
de la sociedad que Conducta de la institución
considerar en todo
tengan derecho a momento los derechos, pública a la que esté adscrito. El
recibirlos, sin liderazgo también debe
libertades y cualidades asumirlo dentro de la institución
importar su sexo, inherentes a la pública en que se desempeñe,
edad, raza, credo, condición humana. fomentando aquellas conductas
religión o preferencia que promuevan una cultura
política. ética y de calidad en el servicio.
La deontología jurídica
Profesión proviene del latín professio, -onis, que da cuenta del acto de profesar. Es decir,
etimológicamente apunta hacia la creencia que se hace pública.
Por otra parte, interesa en este punto resaltar otra definición de profesionista que afirma
que es la actividad especializada y permanente que, normalmente, constituye para él una
fuente de ingresos, y por lo tanto, un fundamento económico seguro de su existencia.
Para ejercer la abogacía durante el siglo XIX no era suficiente con asistir a la Universidad,
se debía, además incorporar a un despacho para obtener la certificación por parte de los
profesionistas cualificados.
A partir de 1830, según expresa Manuel de la Peña y Peña los pretendientes a ejercer la abogacía
debían: 1. Presentarse a la Corte Suprema de Justicia con su título de bachiller y certificación jurada por
letrado y por la academia de haber practicado tres años 2. Con esta solicitud y documentos dar vista al
fiscal, quien de no haber inconveniente se daba por citado y enviaba oficio al rector para proceder al
examen. 3. Recibido por el rector, se realizaba el examen en términos de los Estatutos del Colegio, y
devueltas por éste las diligencias con la censura del examinado, se informaba de todo a la Corte
Suprema. 4. Enseguida el mismo pretendiente concurría al Tribunal para sacar autos y ser allí vuelto a
examinar 5. El Presidente de la Sala indicaba los autos que se le debían entregar y recibidos por el
examinado, los guardaba por el término de 48 horas. 6. Cumplido este término, se presentaba al Tribunal
en donde “hace en él una relación ligera, escrita y en castellano, de la materia y trámites del negocio que
se le entregó, acabando con dar su resolución; después de lo cual los Ministros de la Sala, comenzando
por el menos antiguo, le hacen las preguntas que les parece, bien sobre el caso de pleito o sobre puntos
generales de teórica o de práctica. 7. Concluido el examen los sinodales a puerta cerrada lo calificaban.
Si el pretendiente era aprobado el presidente le manifestaba que podía ejercer la abogacía, y acto
continuo rendía protesta”. (Bernardo Pérez Fernández del Castillo; 2011, p. 53-54).
Es posible ahora abordar las normas constitucionales que tienen como objetivo la
regulación de las profesiones. Dentro de la Carta Magna se encuentra una doble
consideración. En primer lugar, el artículo 5 que da fundamento a las leyes que regulan el
ejercicio de las profesiones. Por otra parte, se encuentran disposiciones jurídicas cuyo
objetivo es regular cierto tipo de instituciones y servidores públicos.
Por otra parte, la misma Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dispone
que este ejercicio libre del derecho subjetivo relacionado con las profesiones tiene
limitaciones. En efecto, las restricciones a esta libertad de trabajo son la determinación
judicial, el ataque a terceros o las resoluciones gubernativas. Más adelante se mostrarán
aquellos supuestos que marcan las leyes para la acotación de este derecho.
Las instituciones de seguridad pública están llamadas a regirse por los principios
de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los
derechos humanos, según se desprende del artículo 21 constitucional. Desde el
punto de vista del utilitarismo, es posible afirmar que esta lista de principios está orientada
hacia el ejercicio profesional, sobre todo por lo que respecta a la intensidad, duración,
certidumbre, proximidad, fecundidad, pureza y extensión a los que se hizo referencia con
antelación. Asimismo, se precisa mencionar cómo esta disposición constitucional da
fundamento al Código de Ética Profesional para los Agentes Federales del Ministerio
Público y de la Policía Judicial, que será motivo de análisis posteriormente.
Existen varias disposiciones en nuestra Carta Magna que regulan el servicio público. Los
servidores públicos, entre los que se encuentran todos aquellos que realizan sus
funciones que están directa o indirectamente relacionadas con la seguridad pública, tanto
a nivel federal, como estatal y municipal, también son de interés para la deontología
jurídica. Para los fines que persigue la deontología jurídica cabe resaltar el artículo 113
Por lo tanto, a partir del orden constitucional mexicano es posible afirmar que, por lo que
respecta a la deontología jurídica, en especial a su relación con la ética y los valores,
existen dos ámbitos complementarios:
Las disposiciones que privan para el ejercicio de las profesiones en general y que
da lugar a la creación de la Ley Reglamentaria del artículo 5 constitucional, relativo
al ejercicio de las profesiones en el Distrito Federal y a un conjunto de leyes que
de manera indirecta establecen el conjunto de derechos y obligaciones
relacionadas con la deontología jurídica (por ejemplo, la responsabilidad en el
ámbito civil y penal).
Un conjunto de normas constitucionales que establecen principios que deben regir
tanto a las instituciones (las encargadas de la seguridad pública, el poder judicial y
los servidores públicos), que a su vez dan lugar a la creación de leyes como el
Código de Ética Profesional para los Agentes Federales del Ministerio Público y de
la Policía Judicial, la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores
Públicos, el Código de Ética del Poder Judicial de la Federación, así como también
al Acuerdo de adhesión al Código modelo de ética judicial para impartidores de
justicia en los Estados Unidos Mexicanos.
Asimismo, es preciso considerar las normas éticas que tienen como objetivo la regulación
de las profesiones, las cuales se expresan a partir de los Códigos de Ética de las
diferentes profesiones e incluso de las que provienen de los Colegios de profesionistas.
Las leyes generales que pueden ser abordadas desde la deontología jurídica, a su vez,
recorren una doble vía. Por una parte, existen una serie de leyes cuyo objetivo es la
regulación de las profesiones, tanto para el ámbito privado como para el público. En el
primer aspecto resaltan las Leyes de Profesiones que existen tanto para el Distrito
Federal, como para cada una de las entidades de la República Mexicana. En cada una de
ellas se establecen los derechos y obligaciones que tienen los profesionistas en el
ejercicio de sus funciones y que serán descritas posteriormente. Por lo que hace a las
leyes deontológicas desde el ámbito público hay que resaltar la clásica división de
poderes y cómo cada uno de éstos ha sido objeto de regulación por parte del legislador a
través de leyes generales, como puede ser la Ley Federal de Responsabilidades de los
Servidores Públicos, entre otras.
Finalmente, es preciso reconocer que al interior de cada una de las profesiones también
existen normas deontológicas. Una vez más es preciso distinguir dos aspectos. Por una
parte, los Colegios de profesionistas se han dado a la tarea de elaborar una serie de
código de conducta éticos para todos sus agremiados. Por otra parte, también se advierte
un esfuerzo orientado hacia la autorregulación, lo cual no puede contradecir las leyes
jurídicas a las que se ha hecho referencia. Por lo tanto, el objetivo que se persigue a
continuación es describir los niveles a que se ha hecho referencia en este momento.
que aquí se ofrece reconoce que la interpretación también es válida para las entidades
federativas. En el artículo 6 de la disposición que se comenta existe una referencia que es
preciso resaltar: “En caso de conflicto entre los intereses individuales de los profesionistas
y los de la sociedad, la presente Ley será interpretada en favor de esta última, si no
hubiere precepto expreso para resolver el conflicto”.
Las corrientes epistemológicas que sirven para interpretar desde la deontología jurídica
esta norma son el utilitarismo y el pragmatismo. Respecto a la primera en tanto que una
acción es buena si es útil, es decir, cuando procura la felicidad común. Esto quiere decir
que por encima de los intereses particulares de los profesionistas, se requiere considerar
que éstos no pueden estar por encima de los intereses de la sociedad y que en caso de
conflicto entre ambos, la solución está orientada a favorecer a estos últimos. Por lo que
hace al pragmatismo, la interpretación de esta norma hace relación a que las formas de
pensamiento están orientadas al ejercicio de la voluntad, dando lugar entonces a los
hábitos de acción.
Esto quiere decir que la profesión hace referencia al acto de profesar, tal como quedó
señalado anteriormente, además de tener connotaciones de carácter religioso que exigen
del individuo la adecuación de su conducta a aquello que públicamente ha aceptado como
norma de acción, entonces se desprende que el profesionista no puede actuar de manera
egoísta o subjetiva, sino más bien con la conciencia de estar realizando acciones, hábitos
de acción que favorecen a la colectividad.
así como al desempeño del trabajo convenido” (artículo 33 de la Ley Reglamentaria del
artículo 5 constitucional, relativo al ejercicio de las profesiones en el Distrito Federal).
Otra de las obligaciones que establece la ley que se comenta está relacionada con el
secreto profesional (artículo 36). Al respecto es posible advertir que confluyen no sólo las
disposiciones de la Ley Reglamentaria del artículo 5 constitucional, relativo al ejercicio de
las profesiones en el Distrito Federal, sino que también, en caso de incumplimiento se
pueden ejercer los derechos que se reconocen por la responsabilidad, tanto en el aspecto
civil como en el penal (artículos 61 y 62 de la Ley Reglamentaria del artículo 5
constitucional, relativo al ejercicio de las profesiones en el Distrito Federal). En el primer
caso, es decir, la responsabilidad civil, el profesionista podrá ser demandado por esta vía
siendo el pago de daños y perjuicios lo que procede en este caso. Por lo que respecta al
ámbito penal, en caso de violar el secreto profesional, se le podrá imponer una pena o
medida de seguridad al profesionista que viole esta disposición.
trascendencia en la vida de la sociedad, han merecido la atención del legislador para ser
reguladas en un caso en particular. Por tanto, la Ley Federal de Responsabilidades de los
Servidores Públicos es un claro ejemplo de esta segunda dimensión.
Los principios de acción a los que se encuentran obligados los servidores públicos, de
conformidad a la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos son la
legalidad, la honradez, la lealtad, la imparcialidad y la eficiencia (artículo 47 de la Ley
Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos). En este sentido, se le imponen
23 obligaciones que, en caso de no observarse, se estará en los supuestos de una falta
administrativa, una responsabilidad civil o la comisión de un delito. Las faltas
administrativas están descritas en el artículo 53 de la ley que ahora se analiza y que van
desde el apercibimiento y la amonestación hasta la suspensión, la destitución y la
inhabilitación. Respecto a la responsabilidad civil, está considera la inclusión de la figura
de demanda por daños y perjuicios (artículo 55 de la Ley Federal de Responsabilidades
de los Servidores Públicos).
El Código de Ética profesional para los agentes federales del Ministerio Público y la
Policía Judicial fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el 26 de marzo de 1993
y constituye (artículo 1º) “un conjunto de normas de conducta y de ética profesional que
deberán observar los servidores públicos de la Procuraduría General de la República y,
en forma especial, los agentes del Ministerio Público Federal y de la (entonces) Policía
Judicial Federal, tanto en el desempeño de sus atribuciones como en su trato con el
público”. Por tanto, para efectos de la presente asignatura es importante analizar las
obligaciones que este código impone a dichos servidores públicos.
En su artículo segundo, este Código de Ética menciona que dichos servidores públicos
están obligados a:
II. Salvaguardar las huellas o vestigios del delito y la asistencia a las víctimas de los
delitos;
III. Aplicar estrictamente la ley, sin hacer discriminación alguna por razones de raza, sexo,
religión, edad, apariencia, condición social, militancia política, sin perjuicio de otorgar los
beneficios que la propia ley prevé para los grupos que lo requieran;
IV. Hacer del conocimiento de sus superiores, de manera inmediata, cualquiera violación
a los Derechos Humanos, y
V. Dar trato cortés y digno al público y a los detenidos, vigilando que en caso necesario se
les proporcione asistencia médica.
Por otro lado, cabe destacar que solo se analizará parte de este Código de Ética, como
antecedente del código de conducta que actualmente deben observar los servidores
públicos de la Procuraduría General de la República y que se revisará enseguida, ya que
debido a las reformas legales la Policía Judicial Federal, ya no existe como tal. A partir de
mayo de 2009, dichos servidores públicos son denominados agentes de la Policía Federal
Ministerial.
Por último, se presentan los principios establecidos en el decálogo de conducta que los
servidores públicos de la Procuraduría General de la República tienen que observar:
Como podrás advertir se han analizado los principales Códigos de Ética relativos a la
procuración de justicia y seguridad pública, los cuales establecen los principios, reglas e
incluso virtudes, bajo los cuales los servidores públicos puedan guiar su conducta sobre
los diversos aspectos de la función que desempeñan y así constituir un referente
deontológico.
Son, por tanto, pautas de conducta a seguir cuyo objetivo es realizar un determinado
trabajo de forma correcta, adecuada y eficiente.
Los códigos normativos del deber ser son especialmente relevantes en la función policial,
dada la complejidad, el contexto y los dilemas que se presentan. Por ejemplo, un policía
debe saber equilibrar las libertades individuales con el bien común, pero también tiene
que ser capaz de discernir entre no hacer uso de la fuerza y el derecho legítimo a la
autodefensa con el deber irrenunciable de cumplir a cabalidad su tarea. Todo ello no
desde una situación de normalidad, sino muchas veces desde una máxima tensión.
Una revisión exhaustiva de los diversos sistemas normativos de conducta para el personal
policial a nivel internacional refleja un común denominador, cual es el respeto y protección
de la dignidad de las personas y de los derechos humanos.
En este sentido, una labor policial ética y lícita se basa en el cumplimiento de tres
principios básicos:
Solo de esta manera la función policial puede cumplir a cabalidad su tarea de colaborar
con la seguridad y la justicia, posibilitando que el bien común sea cautelado y las leyes
sean efectivas.
(a) Todo órgano de aplicación de la ley, al igual que todos los integrantes del sistema de
justicia penal, deben ser representativos de la comunidad en su conjunto, y tienen que
obedecerla y responder ante ella.
(b) El mantenimiento efectivo de las normas éticas por los funcionarios encargados de
hacer cumplir la ley, depende de la existencia de un sistema de leyes bien concebido,
aceptado popularmente y humanitario.
(c) Todo funcionario encargado de hacer cumplir la ley forma parte del sistema de justicia
penal, cuyo objetivo consiste en prevenir el delito y luchar contra la delincuencia,
asumiendo también que la conducta de cada integrante del sistema repercute en su
totalidad.
(e) Las normas en sí carecen de valor práctico a menos que su contenido y significado -
mediante la educación, la capacitación y la vigilancia- pasen a ser parte del credo de todo
funcionario encargado de hacer cumplir la ley.
Junto a estos referentes es posible reconocer otros fundamentos que con mayor o menor
énfasis orientan la reflexión deontológica policial a nivel internacional como:
Asumiendo principios universales se destaca que los derechos de cada persona están
limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas
exigencias del bien común, en una sociedad democrática.
Cierre de la Unidad
A lo largo de esta unidad se ofreció un amplio pero sintético panorama acerca de los
diferentes criterios que necesitas para interpretar debidamente las normas deontológicas
aplicables al caso específico de los servidores públicos, lo cual es importante para tu
desarrollo profesional como egresado de la Licenciatura en Seguridad Pública, ya que
como se ha señalado, en un futuro podrías desempeñarte como servidor público.
Ahora, conoces la normatividad que tiene que ver con la responsabilidad de los servidores
públicos, la cual puede ser civil, penal o administrativa, así como los Códigos de Ética que
aplican al servicio público, para que estés en posibilidades de dimensionar la importancia
de la ética profesional en tu vida y conozcas sus alcances.
Como has podido advertir, se han delineado las características propias de la deontología
jurídica. Con los temas revisados ha sido posible contar con las herramientas básicas
para hacer una interpretación de las normas jurídicas que regulan las profesiones en
México, tanto de manera general como en específico.
Fuentes de consulta
Bibliografía básica
L e ye s
ACUERDO que tiene por objeto emitir el Código de Ética de los servidores públicos
del Gobierno Federal, las Reglas de Integridad para el ejercicio de la función pública,
y los Lineamientos generales para propiciar la integridad de los servidores públicos y
para implementar acciones permanentes que favorezcan su comportamiento ético, a
través de los Comités de Ética y de Prevención de Conflictos de Interés. Diario
Oficial de la Federación, el 20 de agosto de 2015.
Código Modelo de Ética Judicial para Impartidores de Justicia en los Estados Unidos
Mexicanos (2005). México, Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Código Civil Federal.
Código Civil para el Distrito Federal.
Código de Conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley.
Resolución 169/34, de 1979, de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Código de Ética de los servidores públicos de la Administración Pública Federal.
D.O.F 31 de julio de 2002.
Código de Ética del Poder Judicial de la Federación.
Código de ética profesional para los agentes federales del Ministerio Público y de la
Policía Judicial; disponible en:
Código Penal Federal.
Bibliografía secundaria
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Paidós Básica
Floris, G. (julio, 1974). La responsabilidad objetiva en el Derecho Romano en
Jurídica. Anuario del Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana.
García, E. (1992). Introducción al Estudio del Derecho. México: Ed. Porrúa.
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UNAM: México.
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Guanajuato, INAP y otros; México: Plaza y Valdés Editores.
Luhmann, N. (1997). Observaciones de la modernidad. Racionalidad y contingencia
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Vizcarra, J. y coagraviado (7 de diciembre, 1926). Quinta Época, TOMO XIX, Pág.
1038.-Amparo penal en revisión 2682/26. Unanimidad de ocho votos. Semanario
Judicial de la Federación
Mesografía